Batman: El Caballero de la Noche ch 2
CAPÍTULO DOS: PRELUDIO DEL DESASTRE
La Jefatura de Policía de Ciudad Gótica, un lugar que nunca está tranquilo debido a que cada hora del día siempre llega un nuevo maleante a ocupar una celda.
Desde criminales de poca monta, reincidentes, pandilleros, ladrones, asesinos, violadores o alguien que por necesidad tuvo que delinquir, todos los oficiales que trabajan ahí están al filo de la navaja no solo para capturarlos y llevarlos ante la justicia sin perder la vida en su cumplimiento del deber, sino resistir la tentación de dejarse comprar por los maleantes acaudalados que creen que por tener una posición económica alta o ser cercanos de alguien influyente pueden hacer lo que quieran sin afrontar las consecuencias de sus nefastos actos.
Infortunadamente, varios no logran resistir esa tentación y se vuelven unos repulsivos corruptos que contribuyen al caos que destruye la ciudad desde sus entrañas y qué en lugar de velar por el ciudadano de bien, lo hacen por los intereses de aquellos que llenan sus bolsillos.
Pero para la fortuna de las personas que obran de modo benigno y que no le hacen el mal a nadie, no todo estaba perdido mientras que el dirigente máximo de la Jefatura fuese alguien incorruptible y que jamás dará su brazo a torcer sin importar todas las duras pruebas, desafíos y tentaciones que se le han puesto al frente.
Y que ahora mismo se hallaba en el techo y parado junto a un reflector encendido que creaba en el cielo nocturno esa señal con forma de murciélago que puede verse por toda Ciudad Gótica.
Siendo un hombre mayor, calvo de la parte superior de la cabeza, cabello gris en los costados, grueso bigote y que tenía las manos metidas en los bolsillos de su larga gabardina viendo fijamente ese símbolo en las nubes hasta que miró el reloj en su muñeca derecha para gruñir inconforme.
Ese semblante sería difícil de distinguir en su agria expresión, la que solo alguien curtido en la lucha contra la delincuencia por muchos años tendría y que ha visto en primera instancia el lado más feo de la sociedad y que siente estar metido en una lucha que no parece tener fin igual a como lo siente el justiciero enmascarado que aterre el corazón de los criminales.
-Comisionado Huggins- justamente a sus espaldas aterrizó Clyde derrapando un poco al haber estado planeando con su capa y usando el mismo tono de voz gutural que usó con Stella.
-Llegas tarde, Batman. No es propio de ti, ¿Pasó algo?- no tenía que verlo para saber que se trataba de él y se giró para dedicarle una mirada de reproche.
-Nada del Otro Mundo, Comisionado. ¿Para qué me llamó?- fue directo al grano sin ánimos de contarle lo que pasó con Gatúbela y los maleantes que detuvieron.
El Comisionado lo miró fijamente sabiendo bien a qué al referirse con "Nada del Otro Mundo" es que fue a moler a golpes a unos delincuentes que trataban de hacer de las suyas, pero decidió no indagar mucho en eso por tener que hablar de cosas de mucha más importancia.
-Por esto- de su gabardina sacó un sobre de color morado adornado por varias sonrisas de color rojo y un moño verde que tenía unas manchas de sangre junto con una nota que decía:
"¡PARA MI MEJOR AMIGO EN TODO EL MUNDO, BATMAN!"
El entrecejo de la capucha de Batman se frunció más de lo que estaba porque solo había alguien capaz de dedicarle tal presente extravagante y sin demora lo abrió sacando una carta que era cubierta por chispitas de colores y la leyó:
¡BATSY, MI SÚPER AMIGUITO! ¿Cómo ha tratado la vida al mejor amigo que un lunático sin remedio como yo puede tener? ¿Bien? ¿Mal? ¿Más cascarrabias como de costumbre porque dentro de poco vas a llorar como niño chiquito al que se le murió su mascota? ¡Deja de tener la cara larga!
Para que veas que siempre pienso en ti y que tu felicidad es mí felicidad, dentro de poco te daré unos divertidos regalos con los que tus ánimos volaran hasta las nubes junto con las cosas usaré para crear bellos fuegos artificiales, espera mi señal.
Atentamente: ¡Tu payaso favorito! ¡JAJAJAJAJAJA!
-Ya se me hacía raro que no hiciese nada últimamente...- con furia, Clyde hizo bola la carta al cerrar el puño derecho.
-La sangre le pertenecía a un cadáver que encontramos colgado en un callejón en Miagani Island con la cara maquillada de bufón y vestido como Ro...- Huggins hizo una pausa y su expresión ahora se volvió una de angustia, la que tendría alguien que teme decir algo que hiera y moleste a otra persona de modo grave.
-Y para variar, esa carta no tenía huellas digitales ni una identificación del cuerpo. ¿Qué crees que tenga pensado hacer ahora?- recupero su semblante firme.
-Sabes muy bien lo impredecible que es, pero seguramente será algo relacionado conmigo. Aunque por lo que dice la carta, tal vez intente hacer estallar algún lugar como el orfanato o uno de los hospitales. Debes mandar a equipos especializados en explosivos y que oficiales los vigilen a cada hora hasta que logre dar con él y detenerlo. Te veo cuando logre encontrar algo, Jim- le dio la espalda para irse debido a que no había tiempo que perder.
-Batman, espera un momento- pero el Comisionado lo llamó dando un paso al frente.
Lo que bastó para que se detuviese y gruñese teniendo una idea de lo que ahora le vaya a decir.
-Mi amigo- colocó una mano sobre su hombro derecho ahora hablando con un tono casi fraternal.
Algo que él lo notó enseguida y corroboró que iba a tocar un tema muy delicado para él.
-No puedo imaginarme lo que debes sentir en estas fechas. Esa ira... esa furia que te quema por dentro, la que le tienes a él... la que te tienes a ti mismo por haberle fallado esa vez a...- hizo la misma pausa de antes.
-Pero ya no puedes seguir así. Es verdad que con tu actual forma de operar haces que los maleantes lo piensen mejor antes de lastimar a los inocentes, pero también aterras a estos, a los que en primera fila ven los brutales métodos que usas para ayudarles.
-Porque ya no te ven como ese símbolo de esperanza que en sus inicios les decía a las personas que no se dejasen pisotear por los criminales ni ser indiferentes ante sus actos y a que actuaran del modo correcto ante una injusticia, ahora casi todos ellos te... te ven como uno de los dementes con los que batallas a diario, ¿Qué clase de ejemplo quieres darles ahora a todos?
Retrocedió un poco temeroso por una mala reacción de su parte, pero Clyde no dijo o hizo algo porque eso era casi lo mismo que Stella le dijo e intuyó que sería también sermoneado así.
Pero que esas palabras salieran justamente de su boca, tuvieron el mismo impacto emocional que sintió cuando ese chico se horrorizó al verlo debido a que efectivamente engendra el miedo no solo en los criminales, sino en los que se esfuerza por defender.
Especialmente en los niños, los que en algún mañana serán los que tendrán el destino de Ciudad Gótica en sus manos.
¿Qué futuro está creando?
-Jim...- logró que se preocupase un poco por lo rasposo que dijo su nombre -ya debo irme.
Sin mediar más palabras, saltó del techo de la Jefatura extendiendo su capa para planear y perderse en la oscuridad de la noche.
Causando que el Comisionado Huggins negase con la cabeza manteniendo los ojos cerrados.
-Esa no es la forma de lidiar con lo que te atormente, mi amigo. No lo es para nada- gimió viéndolo con el mayor de los pesares, volvió a meter las manos en los bolsillos de su gabardina y se retiró.
(...)
¿Qué clase de ejemplo quieres darles ahora a todos?
¿Qué clase de ejemplo quieres darles ahora a todos?
¿Qué clase de ejemplo quieres darles ahora a todos?
Esa pregunta resonaba una y otra vez en la mente de Batman acompañada de la expresión de horror que tuvo el niño cuando le devolvió ese collar con forma de gato.
¿Le generó un trauma tan grave que al crecer se volverá uno de los múltiples dementes con los que lidia a diario?
Ahora recordó lo que Stella le dijo sobre que al volverse alguien poco empático le hace más mal que bien a la sociedad y que solo hará más grande la cantidad de enemigos que posee y que jamás se terminarán todo por querer tener a alguien en el que descargar toda esa presión acumulada.
Gruñó al pensar en esto último. Se considera a sí mismo alguien que no cae en esas artimañas infantiles comparables a las que un niño haría cuando pierde en un video juego y hace un berrinche desquitándose con lo que lo rodea para calmar su ira y frustración.
¿Entonces por qué? ¿Por qué cada vez luchaba contra oleada tras oleada de maleantes sentía cierta gratificación al vencerlos a todos?
¿Será que se está convirtiendo en un ente vengativo que sumerge más en la oscuridad la ciudad y no en un justiciero que la lleve a la luz?
¿Se transforma en aquello que más aborrece, odia y teme?
Su tren de pensamientos se detuvo cuando llegó a su objetivo, un bar de mala muerte al que suele ir la peor escoria de Ciudad Gótica para relajarse después de sus actos delictivos u organizarse y planear nuevos golpes contra la sociedad.
Se paró en el borde de un edificio y de uno de los compartimientos de su cinturón sacó un binocular de alta tecnología que no solo le daba un vistazo al exterior de la estructura, sino al interior para así ver lo que hacían aquellos en su interior.
Enfocándose en cierto sujeto de baja estatura, regordete, monóculo en el ojo derecho, larga nariz curveada y cuyas elegantes prendas de vestir contrastan por completo con los ropajes de los maleantes que lo acompañan en la mesa en dónde están reunidos.
No podrá escuchar lo que dicen, pero las risas maliciosas que ellos soltaron era un obvio indicio de que dentro de poco harán de las suyas.
Lo que significa que era hora de cortar de raíz sus planes antes de que inocentes salgan heridos.
Por lo que esperó pacientemente que ese tipo saliese del bar para hacerle unas preguntas al posicionarse cerca de una limusina que al parecer era de su propiedad.
Y cuando ese tipo se colocó un sombrero de copa y sujetó un paraguas para dejar la mesa acompañado de cuatro de sus subordinados supo que era momento de actuar.
-¿Seguro que su plan no molestará a Dos Caras y al payaso, Señor Pingüino?- preguntó uno de los rufianes.
Lo que le sacó una risa al chaparro obeso que casi parecía el graznido de un ave.
-No tienen que saberlo. Tan ocupados están con sus propios asuntos, en especial ese bufón sin gracia, que no sabrán de mi movimiento- totalmente seguro estaba de eso y esperó a que otro de sus subordinados le abriese la puerta.
Pero en la superficie de esta se incrustó uno de esos Shurikens con forma de murciélago.
Bastando para que se les helase la sangre al saber muy bien a quién le pertenecía.
Sin tener tiempo de desenfundar sus armas, Batman cayó ante ellos y tomó a dos por el cuello noqueándolos al hacer que chocasen cabeza contra cabeza, a un tercero lo dejó inconsciente de un contundente codazo a la quijada y al que quedaba lo derrumbó de puntapié a la cara.
Quedando únicamente el obeso que en vez de intimidarse refunfuñó fastidiado.
-Ya se me hacía raro que todo me estuviese yendo bien en estas últimas noches- le apuntó con el paraguas igual a como lo haría alguien con un arma para dispararle.
De un rápido movimiento, Batman se lo arrebató y lo usó para pegarle en el rostro rompiéndole el monóculo y después le dio un rodillazo en su abultado estómago sacándole el aire y finalizó tomándolo de las solapas aporreándolo contra una pared.
-Tengo prisa, Cobblepot. Así que hagamos esto fácil: Dime todo lo que sepas de los planes que tiene el... Guasón y te ahorrarás otro viaje al hospital- acercó su cara a la suya para que lo viese directamente a sus lentes de contacto blancos.
-Ah... ah...- el chaparro escupió sangre y le sujetó sus muñecas con sus manos que en vez de tener 5 dedos poseía unas raras aletas que terminan en punta y no tenían uñas.
-Solo si prometes no decirle nada al payaso y al cara derretida- tuvo el descaro de negociar y sonreír con prepotencia, logrando que el encapuchado lo tirada bocabajo al suelo y le pisara la cabeza.
-¡¿Crees que tienes opciones aquí?!- lentamente ejerció presión con el pie apenas conteniéndose para no aplastarle el cráneo -¡Así que di lo que sepas! ¡YA!
-¡SÍ, SÍ, DIRÉ LO QUE SEPA! ¡PERO YA QUÍTME TU JODIDA PATA DE ENCIMA!- solo así logró evitar que lo lastimase de forma realmente brutal.
-Lo... lo único que sé es que dentro de poco hará algo que dejará en esta inmunda ciudad una sonrisa permanente que nada ni nadie podrá borrar, un regalo exclusivamente para ti, para su "súper amigo" y con lo que te levantará los ánimos para siempre- al reír con mofa causó que volviese a presionarle la cabeza.
-¡Sigue hablando! ¿Piensa usar su maldito Gas de la Risa contra los ciudadanos?- no recibía nueva información que no haya obtenido de esa carta.
-Au... au... el payaso no me dijo nada más... para que nadie te arruine la sorpresa... pero que será algo tan grande que podrá verse desde el cielo- a pesar de tener la cabeza comprimida tuvo la osadía de hacerle burla nuevamente.
Clyde le quitó el pie de encima y al tomarlo lo tiro ahora contra la limusina para pisarle su gran abdomen ejerciendo la misma presión que utilizó contra su cráneo.
-¡Continúa! ¿Piensa explotar un hospital? ¿El orfanato? ¿El estadio u otro lugar lleno de inocentes?
-Hijo de perra... ya te dije todo lo que sé... ¿Quieres que mienta y te diga lo que quieres oír? Tú mejor que nadie debes saber lo impredecible que ese jodido payaso es, así que puede hacer cualquier cosa para "animarte" a ti, a las demás personas... y a los que te rodean- este comentario final le hizo ganarse un puñetazo al rostro que lo dejó inconsciente.
Batman empezó a rugir como animal rabioso porque tenía más preguntas, pero debía darle la razón al obeso. Aquel por quién tanta información exigía saber es alguien difícil de predecir, incluso para él mismo a pesar de ser quien se afirma conocerlo mejor.
Solo sabe que lo que piensa llevar a cabo desde su retorcida perspectiva le dejará una sonrisa permanente tanto a él como al resto de Ciudad Gótica que nunca podrá ser olvidada, lo que significa que debe trabajar a toda potencia su mente para intentar deducir de qué se trata y así anteponerse y detenerlo antes de llevarlo a cabo.
Pero, ¿Por dónde empezar?
(...)
Decidió ir a su guarida para pensar con más claridad e intentar descubrir que era lo que iba a hacer ese tal Guasón que tanto mal sabor de boca le genera.
Volviendo a planear pasando a través de una cascada otra vez derrapando al aterrizar mezclándose en la oscuridad del lugar.
-Luces- ordenó al incorporarse despojándose de su capucha.
De una en una, hileras de focos se encendieron iluminándolo todo revelando que era una enorme cueva subterránea en cuyas paredes reposaban una infinidad de murciélagos que empezaron a chillar y revolotear por todos lados al haber sido despertados.
No estando solos, sino acompañados por diversos artefactos de alta tecnología.
Desde una gran pantalla de computadora adosada en un muro, herramientas automáticas en lo que parecía ser un laboratorio, diferentes vehículos a medio construir o reparar, lo que parecían ser zonas de pruebas, lugares de entrenamiento por dar unos ejemplos.
Incluyendo una enorme moneda, una gigantesca carta de Comodín, el esqueleto de un Tiranosaurio Rex que eran algunos de los varios adornos que hay ahí.
-Amo Clyde, ¿Y ese milagro que regresó tan temprano de su patrullaje?
Fue saludado por un hombre vestido como mayordomo que lentamente bajó por unas escaleras de caracol hechas de roca maciza manteniendo los brazos tras su espalda.
-¿O es que ocurrió algo tan grave que regresó a prepararse y detenerlo?- supuso no cambiando su expresión estoica ni su culta forma de hablar con acento británico.
-El Guasón, Howard, eso es lo que ocurre. Tiene pensado hacer algo a gran escala dentro de poco y está relacionado conmigo- esa respuesta hizo que cerrase los ojos y gimiese exasperado igual a como lo hizo el Comisionado Huggins.
-Por lo que busca todos los archivos escritos sobre él y tráemelos mientras en la Baticomputadora intento crear un patrón- dio sus órdenes pasando de largo sin dignarse en verlo y tomar asiento ante el gran monitor que al encenderse mostró un símbolo con forma de murciélago igual al que posee en su pecho.
-Entendido, Amo Clyde. Aunque le recomiendo que descanse un poco. Recuerde que esta es su cuarta noche sin dormir y no podrá ejercer bien su labor si no repone fuerzas- aconsejó también usando un tono fraternal como el que utilizó Jim.
-Nunca podré descansar mientras que locos como él estén sueltos por ahí. Ahora ve por esos archivos- repitió su orden.
No objetando, su mayordomo fue a hacer lo pedido.
Pero al alejarse un par de pasos volviendo a caminar con elegancia todavía manteniendo los brazos tras la espalda, se detuvo y lentamente giró la cabeza para verlo.
Dedicándole la misma mirada de pesar y compasión y tristeza que tanto Stella como Jim le han dado, solo que la suya aumentada a la enésima potencia porque parecía que iba a ponerse a llorar en cualquier instante debido a que el dolor del moreno en su dolor.
Abrió la boca con la intención de decirle palabras reconfortantes, pero no dijo nada y desvió la mirada.
Si esos dos que lo aprecian mucho no han logrado mitigar la tormenta de emociones que ahora mismo lo carcomen por adentro, ¿Qué podría decir él que ellos no hayan dicho ya?
Tal sentimiento de impotencia le obligó a arrugar la cara para controlar sus propias emociones y fue a buscar los dichosos archivos.
Aunque ese semblante no pasó de ser percibido por Clyde que pudo verlo en el reflejo de la gran pantalla.
Si al haber ofendido a Stella con lo que le dijo sobre cerrar su corazón a los sentimientos que "entorpecen su misión autoimpuesta" se angustio de sobremanera cuando ella le cantó sus verdades y luego al haber aterrado a ese pobre niño se puso a llorar a lágrima viva porque él lo vio como uno de los monstruos con los que combate sin tregua.
¿Qué se supone debe sentir al haber angustiado así a otra de las personas que más se preocupan por su bienestar?
Resopló para no acomplejarse más de lo que ya está y activo la computadora.
(...)
-¿En serio debemos ver esta obra?- un Clyde niño que lleva puestas prendas elegantes y grandes gafas redondas caminaba muy nervioso a una sala de teatro.
Acompañado tanto por un mucho más joven Howard, un hombre regordete y una bella mujer que eran de color como él y de quiénes estaba tomado de la mano.
-Ay, mi terrón de azúcar. Recuerda que todos ahí son actores disfrazados, no son monstruos de verdad- la mujer, quién obviamente es su madre, acarició su cabello riendo por ese miedo infantil.
-Martha, recuerda lo que dijo la Dr. López sobre evitar crearle complejos. No querrás que cuando crezca se vuelva una de esas personas que hasta temen de su sombra, ¿O sí?- pero a su marido le preocupaba que al dejarlo ver esa obra pudiese sufrir algún trauma que de por vida.
-Tonterías, Harold. A su edad también me asustaban este tipo de obras, pero con el tiempo me empezaron a gustar y no me ves siendo un manojo de nervios- también le daba risa como él podía ser algo sobreprotector con su hijo.
-¿Entonces deberé dejar la luz de su cuarto encendida hasta que también le gusten las obras de teatro como esta?- Howard se había mantenido ajeno a la conversación hasta que decidió decir esta broma que hizo reír a la pareja y apenó mucho al chico.
Llegaron hasta la sala en dónde iba a ocurrir la obra siendo todos los que asistieron personas de la alta sociedad incomodando aún más a Clyde por sentirse fuera de lugar.
-Howard, mientras vemos la obra aprovecha y ve a hacer las compras para la semana. Regresa en un par de horas- ordenó Martha y se agachó para acomodar el corbatín del pequeño.
-Como ordene, Ama Martha. Que... se diviertan mucho- ella al estar a la altura de Clyde, no se dio cuenta como le dedicó una sonrisa triste a Harold que se la correspondió.
La obra se trataba de como una mujer al sufrir de la pérdida de su hijo comienza a alucinar y ser atormentada por criaturas de su imaginación que son interpretadas por actores con disfraces y máscaras parecidas a oscuros demonios.
Algo que cautivaba a la mayoría del público por las actuaciones de ellos y de la actriz que fingía estar horrorizada al descender a la locura.
Pero Clyde no aparentaba estar asustado, sino que realmente le aterraba todo ese espectáculo.
Los gestos que usaban al interpretar monstruos, sus fingidos alaridos bestiales, la música que se utilizaba para representar el caos demencial en la mente de la actriz y como esta gritaba aparentando que su cordura se destruía lentamente.
Era algo que acabaría con los nervios de alguien como él, especialmente por los monstruos voladores que revoloteaban alrededor de la mujer.
Que se asemejaban bastante a horribles murciélagos.
-Mamá, papá, quiero irme- pidió aferrándose al brazo de Martha.
-¿Qué? ¡Pero si apenas ha pasado una hora, corazón! Solo espera a que llegue la mejor parte- le insistió ella acariciándole el cabello.
Iba a volver a pedir que se fueran, pero soltó un grito de espanto cuando una de las "bestias aladas" al estar pegada a un largo cable pudo impulsarse más allá de los límites de la tarima sobrevolando encima del público.
Para que al pasar justamente sobre él le dedicase uno de esos bien actuados rugidos demoniacos.
-Ah... ah... ¡Mamá, papá, ya no quiero estar aquí! ¡VÁMONOS, VÁMONOS, VÁMONOS!- agarró de nuevo el brazo de su mamá agitándola mucho y llorando como el niño chiquito que es.
Martha intentó calmarlo de nuevo, pero esta vez su pánico fue tan grande que no pudo evitar hacer un penoso espectáculo con sus berrinches que por instantes opacaban la obra llamando la atención de los demás espectadores.
Algo que resultaba de lo más bochornoso para ella y su marido, que después de verse un momento, supieron lo que había que hacer y de mala gana tuvieron que abandonar la sala.
-Ya, ya. Mi cielito. Solo era una obra, ninguno de ellos eran monstruos verdaderos- intentó calmar al niño que seguía llorando sin control y le quitó las gafas para limpiarle las lágrimas.
-¿Lo ves, Martha? ¡Te dije que no estaba listo para obras como esta!- Harold pasó una mano por su calva cabeza -ahora debemos llamar a Howard para que nos recoja.
-No, espera un momento, querido. Por mi culpa pasó esto y debo arreglarlo. ¿Te parece si vamos a comer un rico un helado, mi terroncito de azúcar?- ofreció al niño tomándole una mano.
-¿Un helado? ¿Segura, mi vida? Recuerda que el doctor dijo que comer alimentos fríos afectarían su ciclo de sueño- a Harold le preocupó que eso le hiciese más mal que bien.
-Una vez de vez en cuando no hace mal, querido. Ya casi suenas como Howard. Vamos- tomándole una mano a Clyde, salieron del teatro y comenzaron a caminar por las oscuras calles de Gótica.
No percatándose que se volvieron el interés de alguien en las sombras.
-¿No hay un camino más corto para la heladería?- Martha estaba apurada en llegar porque Clyde seguía bastante nervioso por lo visto en la obra.
-Creo que por este callejón podemos llegar más rápido- Harold señaló una ruta con la que pueden cortar camino.
-Pero... ¿No está muy o-oscuro?- eso solo avivó más el pavor de Clyde que se escudó detrás de su madre.
Es increíble ver lo temeroso y cobarde que era incluso para un joven de su edad. ¿Cómo pasó de ser eso a algún día volverse el terror de los criminales de Ciudad Gótica?
-Mientras más mires la oscuridad más dejarás que esta se meta en ti. Pero mientras más rápido avances a través de ella, más rápido llegarás a tu objetivo- tomando la mano derecha de su madre y la izquierda de su padre, ingresó tragándose un nudo que se le formó en la garganta.
Para aligerar el ambiente y levantarle los ánimos, Harold le había contado que como dentro de poco es el aniversario de bodas de él y Martha tenían pensado ir a vacacionar a Hawái o un lugar paradisiaco en dónde puedan divertirse los tres y Howard.
Eso bastó para que los miedos del chico desaparecieran y riera de lo más ilusionado, lo que hacía reír a sus padres porque la felicidad de él es su felicidad y que sus risas resonasen como un eco en el callejón contrastando por completo con la para nada pulcra apariencia que este tenía.
-¿Nunca han escuchado lo peligroso que es pasearse por aquí a estas horas de la noche?
Una voz desconocida a sus espaldas interrumpió el júbilo de la familia.
Clyde fue el primero en girarse y en sus grandes lentes se reflejó un monstruo mucho más horrible que cualquiera de los que vio en esa obra de teatro y que al sonreír reflejó unos filosos colmillos.
-"¡ALERTA, ALERTA, ALERTA!"
-¡¿AH?!- Clyde despertó sobresaltado por culpa de una alarma.
Se había quedado dormido sobre el gran teclado de la computadora teniendo sobre su cuerpo una cálida manta, a su derecha unos archivos y a su izquierda una humeante taza de café.
Todo eso fue parte de un sueño sobre su pasado.
-¡¿Qué ocurre, Amo Clyde?!- esa alarma no pasó de ser percibido por Howard que se le acercó corriendo.
-No sé... Howard, ¡¿Por qué dejaste que me durmiera?!- reclamó después de sobarse la cara con ambas manos viéndolo agriamente.
-Lo siento, Amo Clyde. Es solo que te veías tan cansado que...- dudó en seguir disculpándose.
Gruñendo entre dientes, el moreno tecleó para apagar la alarma que se había manifestado en grandes letras rojas en el monitor y exigió saber que ocurría.
-¿Una explosión en la abandonada fábrica de Químicos Ace?- su mayordomo leyó el informe.
-Ese maldito... ya comenzó a hacer de las suyas- afilando la mirada, Batman se colocó su capucha.
-¿Por qué ese lugar? Ha estado abandonado por años y no hay nadie cerca que salga herido.
-Es lo que voy a averiguar- agitó su capa al levantarse y pasó a su lado sin darle una palabra de despedida ahora no viendo como extendió una mano para querer tocarle el hombro, pero la retrajo para volverlo a ver con gran dolor.
Esta vez no planearía y necesitará de algo que lo lleve a ese lugar enseguida. Fue a la zona de la cueva en dónde hay diferentes transportes y vehículos a medio construir.
De su cinturón sacó un control con el que activó un automóvil.
O se supone que eso era, porque no se parecía a ningún auto debido a su estrafalaria apariencia al tener una turbina por motor que recorría casi toda su longitud, cabina corrediza y dos aletas parecidas a alas de murciélago en los guardafangos traseros dándole cierto toque de elegancia.
Siendo completamente negro.
Lo abordó de un salto y presionó otros botones para que una sección de la cueva se abriera dando paso a una rampa cerca de la cascada por la que ingresó y encendió la potente turbina para partir casi a la velocidad de un cohete saliendo por esa enorme apertura que fue cerrada por dos colosales puertas corredizas volviendo a alterar a los murciélagos.
-Mucha suerte mi pe... amo- Howard miró al suelo permitiéndose llorar un poco.
Cuando se iba a irse, vio unos grandes contenedores de cristal cerca de las escaleras en cuyo interior hay unos maniquíes que portaban diferentes tipos de trajes.
Algunos eran parecidos a los que Clyde ahora usaba, pero otros eran demasiado pequeños para él y que solo un adolescente o joven adulto podría usar.
Arrugó la cara luego de enfocar su vista en uno de estos últimos y nuevamente se fue.
(...)
Recorriendo las calles como un relámpago rompiendo mil leyes de tránsito, Batman maniobraba con admirable habilidad eludiendo todo vehículo que se le cruzara en frente.
Tenía unas pantallas a su disposición y en las cuales podía ver informes y noticieros sobre esa fábrica destruida consolándose de que al parecer nadie fue lastimado en ese altercado, pero no le costaba nada imaginarse lo que hubiese ocurrido si uno de los lugares que ha mencionado antes lleno de personas fuese el afectado.
Necesitaba con urgencia saber cuál será el siguiente movimiento del temible Guasón.
Al llegar a las cercanías vio muchos camiones de bomberos, camionetas de prensa y patrullas de policía alrededor de la enorme fogata que antes fue una fábrica abandonada cuyas llamas iluminaban por completo el mando de la noche.
Estacionó su transporte en una zona apartada y oscura en dónde no pueda ser divisado y usó su gancho-pistola para subir al techo de una edificación desde la que podía ver mejor la estructura en llamas buscando alguna anomalía o si los responsables estaban en los alrededores.
Pero no vio nada, lo que significa que deberá esperar a que los bomberos apaguen el incendio para ir a buscar pistas. Vio que Jim también está en el lugar de los hechos dando indicaciones a unos oficiales.
Tal vez él ya sepa algo. Sin hacer ruido se paró a sus espaldas cuando los otros policías se fueron manteniéndose en la oscuridad de un callejón.
-Parece que llegaste tarde esta vez. ¿No lograste predecir este acto de su parte?- Jim no necesito girarse para saber que estaba ahí; seguramente por tantos años de conocerse ha sabido identificar su presencia cuando está cerca.
-De todos los lugares que contemplé que podría atacar jamás pensé que este estaría en su lista- no quería admitir que se quedó dormido cuando iba a intentar crear una línea de seguimiento.
Y menos contarle del sueño que tuvo.
-¿Por qué destruir esta vieja fábrica abandonada? Si muchas veces la usó para crear sus toxinas y demás malditas sustancias con las que enloquecía a la gente. ¿Por ya no serle de utilidad?- miró fijamente las ardientes brasas siendo combatidas por los bomberos.
-O tal vez porque considera ese sitio algo de gran importancia para mí o para...- hizo una pausa y carraspeó -una vez que apaguen el incendio debo investigar lo que quede de la fábrica y hallar pistas que me digan en dónde está o si dejó otro mensaje dirigido a mí en dónde dé indicios de lo que tenga pensado hacer- también vio sin parpadear las llamas que se reflejaron en sus blancos lentes de contacto sin pupilas.
Una vez el incendio se apagó y la policía aseguró la zona, Clyde planeó para aterrizar en el centro de la destruida fábrica y de su cinturón sacó un visor parecido a los binoculares que usó para espiar al Pingüino, solo que su lente era una sola línea recta roja horizontal con la que escaneó las humeantes paredes y así hallar lo que provocó el incendio.
Descubrió algo, pero no lo que buscaba:
Un cuerpo chamuscado inmovilizado con cadenas.
Se halla cerca de lo que antes fue un gran contenedor de residuos tóxicos. Por la posición retorcida en la que está indicaba que murió quemado vivo y todavía era apreciable el maquillaje de payaso en su cara que tenía unas cortaduras en las mejillas que emulaban una grotesca sonrisa.
Lo que realmente le disgustó eran las prendas que tenía. Aunque también están quemadas, las podía reconocer siendo de color rojo con verde con los restos de una capa hecha cenizas.
Teniendo cierto parecido con algunas de las ropas que habían dentro de esos contenedores.
Junto al cadáver hay una pequeña caja fuerte que pudo resistir la bravas llamas y que tenía gravada los números de la cerradura: "1989"
La tomó y abrió viendo en su interior un sobre igual al que Jim le mostró.
No se demoró en leerla:
¡BATSY, HOLA DE NUEVO! Si estás leyendo esto es porque recibiste mi primera señal, ¿No?
Sé que este primer obsequio de mi parte no fue la gran cosa, ¡Pero no te deprimas! Esta fue solo la punta del iceberg.
De seguro te preguntaras: "¿Qué tenía de especial este viejo antro que ni las ratas frecuentan? ¿Y qué tiene que ver conmigo?"
No lo entenderás ahora, pero créeme cuando te digo, que desde la perspectiva correcta este y mis demás regalos tendrán todo el sentido del mundo y dejaran en tu amargada cara y en la de la ciudad una sonrisa que jamás será borrada.
Posdata: No le digas al sabiondo de Enigma que le copié sus revuelve cerebros acertijos.
-Infeliz... ¿En qué estás pensando realmente?- también la hizo bola al cerrar el puño viendo por unos segundos el gran astro nocturno.
Al ver de nuevo el cadáver quemado, ese semblante fúrico se invirtió a uno equivalente al que tuvo cuando ese niño lo tachó de monstruo horripilante.
Sentía que estaba ante una ventana al pasado que le hacía revivir uno de las peores experiencias de su vida y que era leña para avivar la llama que lo quemaba desde adentro siendo mil veces más voraz que el incendio que acaba de destruir la fábrica.
Cerró los ojos durante unos segundos y al abrirlos miró ahora sin emociones el cuerpo.
Porque no había tiempo para seguir lamentándose.
(...)
En las afueras de Ciudad Gótica había un pequeño parque de diversiones abandonado.
Las que antes eran coloridas y amigables atracciones en las que miles de infantes jugaron soltando risas de la más pura alegría, ahora están tan deterioradas que al más mínimo contacto podrían derrumbarse y ni siquiera el más desesperado de los indigentes las usará como refugio.
Pero si el más loco de los dementes.
-¡PAUM!
En una sección que antes era la Casa de los Espejos se produjo una explosión que destruyó el techo interrumpiendo violentamente el silencio de ultratumba del lugar.
-¡COFF, COFF! Creo que agregarle más sulfuro a la mescla hizo que la receta volase hasta las nubes, ¡JAJAJA! ¿Lo entiende, Señor G?
De una oficina de dónde se originó ese estallido una puerta se abrió dando paso a una intensa humareda y a una mujer que tosía bastante.
Usaba un leotardo rojo y negro de cuerpo completo que tenía los símbolos de las cartas del Póker, un gorro de arlequín de dos coletas, un antifaz negro, su rostro pintado de blanco y un par de dientes frontales unidos entre sí parecidos a los de un roedor.
Teniendo una sonrisa tonta al caminar tambaleante casi cayéndose y frotándose la cabeza.
Hasta que recibió fuerte un zape la cabeza que casi la tumba.
-¡Te dije que le pusieras 5 tazas, no 10, grandísima tonta!
El responsable fue un hombre delgado, vistiendo una chaqueta, guantes y pantalones morados, chaleco amarillo, camisa verde, corbata negra con líneas blancas y una flor en la solapa izquierda.
Siendo lo más resaltante a la vista un cabello verde, piel tan pálida como una hoja de papel que no era maquillaje sino el verdadero su color étnico.
Y poseedor de unos exageradamente grandes labios rojos que daban vistazo a sus dientes amarillos por la expresión de molestia que tenía.
-¡AY, AY, AY, AYYYY! Lo siento amorcito, ¡Es para la sorpresita que le quieres dar ese murciélago feo y tonto! Me puse a pensar: Si con la receta que usamos hoy al destruir esa fábrica lo dejamos sin palabras, ¡¿Qué cara pondría si le damos otro presente con el doble de potencia?!- se excusó agitando sus manos para que no le diese ahora un buen golpe.
Lo que bastó para que él detuviese el puño derecho y arquease ambas cejas para esbozar una casi literal sonrisa de oreja a oreja que es cualquier cosa menos una de confianza o que transmita algún tipo de alegría a quién la viese.
-Oh, Harley. Me conmueves por siempre buscar lo mejor para mí y que mis brillantes planes salgan mejor de lo que los planeé- palmeó su frente como lo haría alguien con su mascota y ella si sonrió con genuina ternura por tal gesto.
-Pero de nada servirá crear la sorpresa más grande del mundo si nos termina estallando en la cara antes de entregársela a la rata con alas amargada- ella cayó sentada por la fuerte palmada que le dio asestó en la cabeza.
-¡HAWK, HANK!- llamó luego de arreglarse el chaleco al acomodarse las solapas y pasar una mano por su pelo verde que estaba desordenado por esa explosión.
-¿Sí, jefe?- aparecieron un par de matones.
Dan mucha risa porque aun siendo del tipo de grandulones encargados de hacer el trabajo sucio y pesado, también llevan coloridas prendas de payaso y maquillaje blanco que poco ayudaba para disimular las obvias expresiones de descontento que tienen por tener que usarlas.
-¿El murciélago recibió mi primer obsequio?- fue a uno de los muchos espejos que hay en el lugar para admirar su reflejo, que debido al diseño del cristal, hacía que su sonrisa se viese mucho más grande de lo que ya es para ahora acomodarse su corbata.
-Por supuesto, jefe. Imposible que no viese tan lindo detalle de su parte- contestaron al unísono.
-¡JAJAJAJA! Como me hubiese gustado estar ahí pera ver su cara por el regalito que le dejé en esa fábrica- un gran placer sintió al imaginarse la expresión de Clyde.
-¿Será que a los próximos obsequios que les mande les pongo cámaras a prueba de fuego para ver en vivo y en directo sus reacciones?- cuando se terminó de arreglar, empezó a caminar.
-Eso suena bien, mi amorcito. Pero mediante ellas él podría dar con la ubicación de tu escondite y no quieres que sepa donde resides ahora hasta que termines de darle todos los regalos que le tienes guardados, ¿Cierto?- andando a su lado, Harley quería que viese lo mala idea que eso sería.
-Ummm...- arrugó la cara al pensar en eso frotándose su afilado mentón -que lástima. Deberé conformarme con solamente imaginarme su cara y palabras de agradecimiento por mis regalos- encogió sus hombros fingiendo lástima.
Llegaron a otra zona de la Casa de los Espejos, que al igual que esa sección de la base de Batman, era en dónde parecía crear sus propios artefactos.
Solo que lo suyos eran una bizarra mescla de comedia y letalidad al tener cosas como flores falsas que expulsan un potente ácido corrosivo, un guante de boxeo automático capaz de golpear con fuerza demoledora, dentaduras saltarinas de broma que explotan, globos de feria llenos de un gas letal, pistolas de agua que escupen fuego.
Entre miles de cosas más que son un claro reflejo del retorcido sentido del humor que tiene.
-El primer obsequio fue dado, ahora a pensar como darle los otros.
Miró en una pared un gran mapa de Gótica en dónde tachó con una X roja la fábrica de Químicos Ace.
Hay otras ubicaciones encerradas en círculos verdes que seguramente serán las próximas en destruir y no eran más lugares abandonados despoblados de gente inocente.
En la nota que le dejó a Batman decía que desde la perspectiva correcta podría apreciar la gran sonrisa permanente que dejará en la ciudad, pero esas zonas no parecían seguir un patrón lógico ni estaban relacionadas entre sí.
Solo parecía tener lógica desde su demencial punto de vista.
-¿Hará volar hasta las nubes los demás lugares al mismo tiempo, Señor G?- supuso Harley.
-¡Claro que no! Pienso crear fuegos artificiales uno por día dándole pistas de lo que haré a ver si me descubre hasta que llegue el día que lo pondrá más cascarrabias en dónde le daré la mayor de las sorpresas que él y toda Gótica recordaran para siempre- afiló la mirada ahora sonriendo con los labios apretados.
Realmente su más grande afán y anhelo era mortificar a Batman de todas las formas posibles.
¿Para qué? ¿Solo por el placer de fastidiarle la vida? ¿Intentar sacar lo peor de él? ¿O por una enfermiza obsesión que lo vuelve el blanco principal de todas las tretas que su retorcida mente pueda concebir y que se las dedica exclusivamente a él y a nadie más?
Tener que lidiar con sus actos barbáricos y el de los otros dementes que asolan la ciudad, es algo que un humano normal jamás podría hacer y que seguramente alimenta la imagen de monstruo o ser sobrenatural no humano que muchas personas tienen de Batman.
-Tus sorpresitas sin duda le alzaran tanto los ánimos que dejaran en su fea cara una sonrisa casi tan linda y llena de vida como la tuya, ¡JAJAJAJA! ¿Entiendes?- Harley bromeó estando completamente de acuerdo con su idea.
-Sí, sí, lo que sea- hizo un ademan con la mano restándole importancia a eso -¡HANK, HAWK!- volvió a llamar a sus matones que en todo ese tiempo habían limpiado el desastre que causó la explosión causada por su asistente.
-Díganle al resto de la banda que se preparan para trabajar horas extra sin pausas para almorzar, ¡Debemos tenerlo todo listo para la fecha límite!- río levemente frotándose ansioso las manos.
-¿Tiene que ser ahora, jefe?- pero esta queja hecha por uno de los grandulones invirtió s sonrisa.
-Siguen cansados luego de haber movido esos explosivos a la fábrica, ¿No cree que debe darles un momento de descanso?
Harley al estar a su lado susurró un "Oh, oh" por ver la expresión de descontento que tenía su pálido rostro porque es igual a que pronto van a rodar cabezas por el suelo.
Pero cuando se giró lentamente para ver al que protestó, ahora sonreía de medio lado enarcando una ceja siendo un gesto no menos atemorizante que su sonrisa "normal"
-Entonces dices que les sobre exijo mucho a todos, ¿No?- al dirigirse a Hawk, Hank retrocedió varios pasos tragándose un nudo que se le formó en la garganta.
-¡NO, NO, NO! ¡No es lo que quise decir, jefe! Es... ¡Es por la eficiencia! Porque mientras más descansados estén, más rápido y mejor podrán llevar a cabo sus geniales planes- quiso excusarse sudando a chorros agitando las manos.
-¿Sabes algo? Tienes razón- tanto él, su colega y la payasa se impresionaron cuando dijo esto de forma comprensiva -últimamente les he exigido más de la cuenta, casi dándoles el látigo a todos ustedes sin considerar todo el sudor y sangre que derraman por mis caprichos- lo quiso calmar al ponerle una mano en el hombro.
-Por lo que va siendo hora de que todos descansen y vayan a tomarse unas merecidas vacaciones con las que recuperaran todos los ánimos y energías, ¿No lo crees?
-Lo... ¿Lo dice en serio, jefe?- por unos instantes creyó que hablaba con honestidad.
-¡Claro que sí! Es más, pensaba en que tú justamente serías el primero que mande a descansar por todo tu esfuerzo y dedicación- lo seguía sujetando del hombro con la mano derecha y con la izquierda tomó la flor de su chaleco.
-Oh, jefe... no... no sé qué decir, ¡Muchas gracias!- ilusamente creía que si lo iba a recompensar.
-¿No soy el mejor jefe del mundo? Por eso te enviaré a descansar... ¡AHORA MISMO!
Presionó su flor que escupió un gas verde que dio en toda la cara del matón que caminó de espaldas tosiendo fuertemente llevándose una mano a la garganta y agitando la otra.
-Buen viaje, fue un placer conocerte- Harley agitó la mano despidiéndose, sonriendo al saber muy bien lo que iba a ocurrir.
Por unos segundos no pasó nada, hasta que Hawk comenzó a reír.
Al inicio parecía ser una simple risa pero que segundo a segundo se convirtió en una carcajada que aumentó a una inhumada intensidad, tan fuerte, que parecía ser que sus cuerdas bocales iban a rasgarse en cualquier instante.
Comenzó a golpearse desesperadamente los costados de la cabeza en un intento por controlarse mientras las pequeñas venas de sus ojos se hincharon haciendo que soltase lágrimas de sangre, sus labios se ensancharan hasta ser casi tan grandes como los de su jefe también expulsando ese líquido carmesí y su dentadura pasó a tener un insano color amarillento.
Hasta que se llevó las manos al pecho como haría alguien que sufre un infarto y se desplomó en el suelo teniendo la mirada perdida y una también casi literal sonrisa de oreja a oreja.
-Mándale saludos a ese odioso gorrión de mi parte- su asesino reía complacido por lo que hizo -¿Alguna otra queja al respecto?- miró fijamente a Hank tanteando esa peculiar arma homicida.
-¡Ninguno, Señor Guasón! ¡Ahora mismo le digo al resto que se prepare para trabajar enseguida!- aterrorizado, salió corriendo como alguien que es perseguido por la Muerte misma.
-Así me gusta- literalmente usó como tapete al secuaz que acaba de matar al pasarle por encima y dirigirse nuevamente al mapa de Ciudad Gótica.
Sí así es como trataba a sus subordinados, ¿Qué podría hacerle personalmente a cualquiera de sus desafortunadas víctimas?
-¿Lo usará para dejarle una de sus pistas al tonto murciélago o lo guardara para el gran final?- a su asistente poco le importó ver morir así a uno de sus colegas y también lo trató como alfombra.
-Que lo metan en la nevera hasta que se me ocurra que hacer con él. Ahora debo pensar en si mañana pintarle el ojo derecho o la nariz a la cara sonriente.
Clyde necesitará de un auténtico milagro si quiere predecir sus movimientos o dar con su paradero antes de que gente inocente muera por la sorpresa que tanto anhela regalarle.
¿Qué estará dispuesto a hacer?
Capítulo dos completado el 12/04/2024.
Y hasta aquí quedó el segundo capítulo. Tal vez no tuvo la acción del capítulo anterior, pero no todo en una historia de súper héroes se trata del bueno pateando traseros por ahí y por allá y debía mostrar más de su forma de ser y lo que sentía.
Junto también a los aliados y enemigos que posee. Porque como vieron, aquí el viejo gruñón del Director Huggins tiene el rol del Comisionado Gordon y Howard hace el papel de Alfred; vaya que no se esperaban que pusiera a uno de los padres del Clyde Canon de TLH como su fiel mayordomo, ¿Eh?
En realidad, mi idea original era que justamente Harold y Howard fuesen los papás de él y que al ser asesinados en el callejón fuese por precisamente ser una pareja gay y todo lo que eso puede conllevar, pero de haberlo hecho cambiaría mucho el significado del asesinato de los padres de Batman (O sea que una pareja de inocentes fue asesinada por un maleante cualquiera como es representado en la mayoría de las versiones de ese suceso)
Pero, si se dieron cuenta del sueño que tuvo Clyde, habrán notado que su mayordomo y su padre tenían cierta... conexión especial dando a entender que Martha era una "santa cachona" (Si saben a lo que me refiero XD) y Howard sigue ejerciendo el rol de figura paterna.
Porque antes de ser Batman, Clyde en este Crossover era pues... ¡Pues como el Clyde Canon! Un pelele con los cojones de un gatito recién nacido y un sobreprotegido temeroso.
Pasando a lo más importante del capítulo: El Guasón (No lo llamo Joker porque de chico siempre lo he llamado Guasón y no cambiaré algo que ya es intrínseco de mí)
Tuve algunos problemas con eso porque batallé sobre en qué versión de él basarme para el Guasón de esta historia llegando incluso hacerlo al estilo de Heath Ledger, pero mejor decidí hacerlo más parecido al Guasón de la vieja serie de Batman de los años 90 (Porque me gustaba mucho esa serie) Y... creo que también es más que obvio quién interpreta a Harley, ¿No? :P
¿Y quién lo interpreta a él? De momento lo dejaré a la imaginación del lector como parte de ese misticismo que siempre rodeó al payaso sobre sus orígenes y quién fue antes de terminar con el cabello verde y más pálido que Michael Jackson.
¿Entonces qué tiene realmente ideado en su retorcida cabeza? ¿Clyde podrá detenerlo antes de que asesine a muchos inocentes? Naturalmente eso lo sabrán más adelante ;D
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