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Capítulo único

Los gritos de mis compañeras, provenientes del recibidor, me alertaron para salir corriendo desde la oficina de mi padre para ayudarlas, o al menos comprobar qué estaba originando tanto escándalo.

—Señor, ya le hemos dicho que no puede recibirlo hoy, entienda que deberá esperar hasta el lunes. —La voz de Kagami retumbaba por todo el pasillo principal, cosa que ya indicaba la seriedad del asunto al que se estaban enfrentando.

—Y yo os he dicho que necesito menos de dos minutos para entregarle un sobrecito de nada y me voy.

La intervención de una voz masculina, bastante familiar para mí, fue el detonante para que acelerase la carrera. Es más, podría asegurar, sin riesgo a equivocarme, que había dejado de notar el peso de las largas horas dedicadas a ayudar con la organización de las infinitas montañas de documentos.

Al llegar al vestíbulo me encontré con una escena cómica y sorprendente a partes iguales. Una cabellera alocada, de color rosa claro y peinada de forma demasiado peculiar como para olvidarla, se zarandeaba con brusquedad por los esfuerzos que su propietario de gafas y piel morena hacía en el inútil intento de pasar.

—Por cuarta vez, señor, nosotras podemos dárselo cuando su jornada laboral haya finalizado. —Esta vez fue la voz de Tateno la que se escuchó intentando hacer entrar en razón al hombre.

—¿Dárselo a ella o a la trituradora de papel? —La desconfianza que se podía percibir junto al tono elevado que tenía al hablar me hizo soltar una carcajada imposible de contener. Justo en ese momento, su cabeza se giró hacia mí y su sonrisa se ensanchó. —¡Zaizen, cuánto tiempo! Eres más difícil de ver que una buena ola. —Hizo el amago de acercarse, pero ni Tateno ni Kagami estuvieron dispuestas a permitírselo, acción que puso una divertida mueca de fastidio en su rostro.

—Tsunami. No puede ser que estés aquí. —Di varios pasos hacia delante, sin llegar a creerme que estuviera viendo algo real en lugar de un sueño. —Según las noticias, se suponía que ahora mismo estabas camino de Okinawa para participar en un evento de la secundaria Oumihara.

—Ah, ¿Te refieres al festival de deportes acuáticos? —Al hablarle, su cara volvió a mostrar rápidamente su típico ánimo. Movió su mano izquierda en el aire varias veces. —Bah, no te preocupes por eso, tengo tiempo de sobra hasta la semana que viene. Nunca pensé que diría esto, pero ahora el mar no es lo principal. Lo importante ahora mismo es que tenemos una reunión importante a la que asistir este fin de semana, ¿verdad?

—¿Cómo que una reunión importante? —Sus palabras me provocaron tal ataque de nervios que tuve que repasar mentalmente todos los compromisos que tenía, sin poder encontrar ninguno que coincidiera, razón por la que miré a mis compañeras esperando que ellas tuvieran alguna información adicional, aunque parecían estar igual de sorprendidas y alteradas que yo. —¿Qué ha desvelado ahora el departamento de mediación sin avisarnos antes?

En ese momento, Tsunami aprovechó el desconcierto que había provocado para pasar a las dos guardias que le bloqueaban el paso y acercarse a mí, poniendo sus manos en mis hombros y así llamar mi atención.

—Perdón, perdón, error mío por no ser más claro, no me refería a nada relacionado con trabajo. —Mostró una sonrisa nerviosa en la que enseñaba sus dientes como muestra de vergüenza por la escena que había causado. —Parece que tenían razón, estás tan ocupada que no has podido ni leer el grupo, pero no pasa nada, para eso he traído esto. —Sacó del bolsillo de su chaqueta azul marina un pequeño sobre, con mi nombre escrito a mano con pulcritud, que me tendió. —Con esto, ya no tienes excusa que valga para faltar a la quedada de antiguos miembros del Raimon, toda la información la tienes escrita aquí.

—¿Cómo que de antiguos miembros? —Mis ojos se abrieron por la sorpresa.

—Sí, estaremos todos los que en su momento jugamos en el Raimon, aunque también vendrán algunos compañeros de la selección: Hiroto, Fudou... incluso Urabe ha confirmado que vendría. Así que, como no parecías responder, pensamos que sería más fácil informarte en persona y para eso estoy aquí. —Mostró sus dientes en una amplia sonrisa

En ese momento un relámpago recorrió mi cuerpo, dejando un agradable sentimiento de calidez en cada centímetro de este. Que ellos hubieran pensado en mí, incluso cuando la mayoría de las veces ni puedo leer los mensajes, me había emocionado tanto que inmediatamente mis labios se curvaron hacia arriba mostrando una sonrisa acompañada de un "muchas gracias", aunque sentía que esas palabras se quedaban muy cortas en comparación con la inmensa felicidad que aquella muestra de aprecio me había dado.

Cuando tomé el sobre, el rostro de Tsunami se suavizó, para girarse unos segundos después hacia mis compañeras, que se habían quedado en la puerta, y pasar tranquilamente por el hueco que ambas habían dejado.

—¿Veis? Sólo he tardado un par de minutos. —Se detuvo unos instantes entre las dos. —Espero verte este sábado, Touko. —Tras un gesto de despedida, en el que levantó la mano salió del recibidor sin esperar una respuesta.

Todo había quedado en silencio. Mis ojos se mantenían fijos en el sobre, mientras que las miradas acusadoras de mis compañeras se dedicaban a observarme con lo que parecía ser cierta intención de reproche.

—Señorita Zaizen. —Tateno me llamó, aunque yo sólo hice un pequeño ruido para que supiera que la estaba escuchando. —¿No me diga que piensa ir?

—Mejor déjalo, ya ves que es bastante obvio que quiere ir. —Dijo Kagami. —Y que no tendrás forma de convencerla de lo contrario.

—"Tendrás", ¿vas a dejar que me enfrente sola a una misión tan difícil?

—Bueno, piensa que hace mucho tiempo que no ve a sus compañeros y que la señorita ya es lo suficiente mayor como para cuidarse sola, es una batalla perdida incluso antes de comenzar. Además, puede que termine con un escolta. —Unas risas se escucharon durante sus últimas palabras.

—¿Ni siquiera voy a poder ver a mis amigos sin tener que llevar un guardaespaldas? —Levanté la cabeza de golpe.

—No estaba hablando de eso exactamente.

—¿Entonces a qué...

—No importa, no supondrá una molestia para su día a día. Sentimos haberla distraído de sus labores con todo el alboroto. —Se acercó a mí y puso una mano en el hombro. —Diviértase con sus amigos.

Dejé a las chicas en la entrada y regresé a la oficina de mi padre, donde conseguí sobrellevar toda la parsimonia y tranquilidad de la rutina gracias a que mis pensamientos se dividieron entre las fechas, e importancia, de todos los documentos pendientes por organizar y la esperanza de que Tsunami irrumpiera otra vez en el edificio, para continuar hablando animadamente sobre los detalles del encuentro el resto de jornada o ponernos al día sobre los diferentes aspectos de nuestras vidas.

Podían haber pasado meses, o incluso años, desde la última vez que lo vi, pero la actitud del chico de pelo rosa no había cambiado ni en el más mínimo detalle: a pesar de conservar parte de su carácter despreocupado y tranquilo, también parecía estar rebosante de esa inagotable energía que tan bien lo caracterizaba; además de sus referencias al mar, que nunca faltaban en una conversación con él.

Sin embargo, eran el resto de temas de conversación los que más me preocupaban. Ellos habían mantenido cierto contacto entre los demás miembros, mas yo no había podido mantener esa misma cercanía con una gran parte de estos, principalmente por las horas que debo dedicarle al trabajo y al entrenamiento.

Finalmente, el sábado había llegado y, con ello, el día en el que podría volver a encontrarme con muchas de mis amistades, que si no se habían vuelto unas personas completamente ajenas para mí era gracias a la breve sección de las noticias deportivas que se dedicaba a contar las anécdotas más destacables de la vida de los jugadores más famosos.

Escurrí la espalda en la pared de la bañera para que mi cuerpo se hundiera en el agua y sacudí mi cabeza varias veces bajo esta durante el tiempo en el que mis pensamientos se relajaban. Si ya estaba así incluso antes de verlos, no quería imaginarme cómo reaccionaría al tenerlos delante.

Salí del baño cubierta con un par de toallas y llegué a mi habitación, donde comencé a arreglarme, encontrándome con la bochornosa situación de quedarme parada frente al armario, buscando un atuendo que no me hiciera parecer ni una espía ni una princesita en una fiesta de clase alta. Sin embargo, como ya iba un poco apurada en ese momento, opté por las prendas que me darían mayor libertad de movimiento.

Ya preparada, bajé a la entrada, en la que estaba aparcado el coche que utilizaría para desplazarme, cosa que me resultaba bastante rara, pues no suelo conducir fuera de mis horas de trabajo. Sea como fuere, era muchísimo mejor la sensación de extrañeza y el tener que pensar constantemente que no me dirigía a las oficinas principales del primer ministro, que estar acompañada y, por tanto, vigilada, por alguno de mis compañeros.

Realicé gran parte del trayecto con la radio como único sonido de fondo, hasta que llegué al parking del tan célebre instituto Raimon, nada extraño teniendo en cuenta los orígenes del grupo tan variado de personas que nos reuniríamos esa tarde. El lugar estaba bastante lleno, así que quizás la mayoría ya habría llegado.

Cuando conseguí aparcar, unos golpes me alertaron de que no era la única en esa zona.

—¡Rika! —Al girarme pude ver a la chica de pelo cian con sus nudillos apoyados sobre la ventanilla. Su boca se movió, pero sólo escuché un rumor sin sentido.

Abrí la puerta, con cuidado de no darle un golpe, y me lancé hacia ella para darle un abrazo, acción que le provocó un sobresalto.

—Vaya, parece que no es mentira aquello de que el tiempo cambia a las personas. —Comenzó a reírse a carcajada limpia. —Pienso recordarte este momento cada vez que me mires con una cara extraña por saludarte con un abrazo. —Sus palabras se intercalaban con las risas, pero aún se podían comprender.

—Mensaje recibido: no darle nunca más abrazos a Urabe Rika. —Empecé a reírme también.

—No digas eso, mujer, ¿Con lo que te he echado de menos, me vas a privar de los abrazos? —Dijo dejando un poco de lado el tono bromista con el que había iniciado la conversación, para después devolverme con cierta fuerza el abrazo.

Entonces, escuchamos unos gritos a lo lejos, por los cuales nos miramos entre nosotros y salimos del aparcamiento, en busca de aquellas voces. Aquellas palabras, que cada vez lográbamos escuchar más cerca, nos guiaron hacia un campo de fútbol, al que se accedía bajando unas escaleras en la parte delantera del edificio principal.

—Anda, mira, pero si parece que ya están todos. —Comentó en voz baja la chica de piel morena. —Touko, ¿qué te parece si...? —Se acercó a mi oreja y me propuso lo que ella misma definió como "entrada triunfal".

—Ay que ver, cómo te gusta dar la nota. —Le respondí también entre susurros. —Pero me apunto al plan, no puedo decirle que no a revivir la mejor aparición de nuestra juventud. —Le sonreí con complicidad.

—Dicho así parece que somos un par de ancianas, no nos pongas décadas de más. —Me dio un golpe en el hombro mientras me regañaba. —Ey, cuidado, parece que van a chutar. —Señaló al campo. —¿Lista?

Asentí a modo de respuesta. Cuando Gouenji chutó a portería, Tachimukai consiguió desviar el balón hacia nuestra dirección, situación que nosotras aprovechamos para correr hacia el balón con nuestras manos entrelazadas.

—¡Butterfly dream! —Gritamos al unísono, enviando el balón al otro lado del campo, tiro que Kabeyama detuvo sin problemas.

—Bueno, no ha estado nada mal para el desastre que podría haber salido. —Mi compañera me mostró la palma de su mano, a lo que yo respondí chocándola con la mía.

—¡Holaaaa, Zaizen, Rika! —Gritó Endou, desde la portería más lejana, con sus manos alrededor de su boca. —¡Se nos ha alargado un poco la partida de espera, pero os podéis unir a la lista de rotaciones! —Señaló a Natsumi y Haruna que sostenían un par de carpetas.

Las dos nos acercamos a los dos grupos, en los que estaban divididos mientras esperaban sus respectivos turnos, para saludar de forma un poco más personal y apuntarnos en las solicitadas listas de rotación. En ese momento tuvimos que separarnos, para que la organización de los equipos fuera exacta. Sin embargo, la situación no resultó incómoda en ningún momento, pues la mayoría de comentarios que se hacían eran sobre el desarrollo del partido.

El cielo naranja iba tomando poco a poco un color más oscuro; por tanto, las dos exgerentes interrumpieron el partido como si de un entrenamiento se tratara. Acto seguido, nos guiaron al llamado "edificio fútbol", donde Fuyuka y Aki habían estado preparando, en un largo pasillo con el que este se conectaba al edificio principal, varios snacks y una inmensa cantidad de carne y verdura que estaba lista para comenzar a ser cocinada en varias barbacoas portátiles.

—Oooooi, Fuyuka, Aki. —Gritó Endou a las dos chicas. —No hace falta que os encarguéis de todo vosotras. —Estaba a punto de acercarse para ayudarlas cuando Natsumi lo agarró del hombro.

—Espera, si vamos a ayudar, antes tenemos que lavarnos las manos, sobre todo tú. —Le dijo Natsumi, desviando el trayecto de ambos hacia el interior del edificio, camino que todos seguimos por mantener la higiene.

Los primeros en salir, encendieron las parrillas y prepararon las primeras tandas, dejando a las dos chicas, que hasta entonces lo habían gestionado todo, la libertad para que pudieran charlar sin ninguna preocupación más allá de divertirse.

—La verdad es que ha sido muy divertido prepararlo todo. — Comentó Fuyuka. —Casi parecía que todavía éramos gerentes. —Cubrió su sonrisa parcialmente con la mano.

—La verdad es que durante el partido también parecía que no hubieran pasado los años. —Intervino Haruna con cierta nostalgia

—Es verdad. —Añadí yo emocionada. —Han jugado con tanta ilusión que incluso me pareció ver por unos instantes que volvían a ser unos adolescentes.

—¿Es que hoy todas os habéis levantado con morriña? —La chica de piel morena se llevó las manos a su cadera y nos miró a todas con una ceja levantada. —Si nos hemos reunido es para pasarlo bien ahora, no para quedarnos estancadas en el pasado. —Por el gesto que hizo, parecía que había recordado algo. Entonces me miró con una sonrisa pícara. —Aunque si tanto quieres hablar del pasado, lo podemos arreglar rápido, ¿qué hizo Tsunami para informarte de la quedada? En el banquillo, le hemos preguntado y no ha soltado prenda, ¿verdad? —Miró a la chica de gafas, la cual asentía energéticamente.

—La verdad es que fue muy gracioso: vino a darme la información en persona a las oficinas del Primer Ministro, pero dos compañeras no le dejaron pasar y formaron un escándalo impresionante entre los tres. Tendríais que haberlos visto a los tres cuando llegué. —Comencé a reírme al recordar la situación en la que me los encontré.

—Ya veo. —Dijo Haruna apoyando una de sus manos en su mentón. —Cada vez tiene más sentido que insistiera tanto en decírtelo él, ¿pero sólo fue para decírtelo y ya? Necesitamos muchos más detalles. Seguro que te tuvo que extrañar que fuera él en vez de alguien que viva más cerca.

—Sí, pero me dijo que no le importaba apartar los preparativos del festival de deportes con tal de asistir a la reunión. —Rápidamente las dos se dieron las manos ilusionadas, motivo por el que ladeé la cabeza confundida. —Chicas, cada vez me dais más miedo.

—Touko. —la delantera puso una de sus manos en mi hombro —Parece mentira que estemos hablando de la misma persona.

—Eso, eso. —Haruna imitó su acción en mi otro hombro. —El hombre de mar dispuesto a dejar de lado un festival en el mar del que ha estado hablando por el grupo durante los últimos dos meses por ver a una persona. —Ambas se giraron hacia mí.

—¡Qué? ¿Tanto tiempo? Vaya, no pensaba que le hiciera tanta ilusión que el festival saliera bien.

—¿Lo ves? Hay demasiadas dudas. —Respondió Rika. —Aunque, podemos salir rápido de dudas. —Miró en la dirección en la que se encontraba el centro de nuestra conversación. —¡Tsunamii! —Lo llamó mientras se acercaba corriendo hacia él. Este se giró, para poner, a los pocos segundos, una cara de fastidio bastante notoria.

—Ay que ver. —Resopló al tenerla justo en frente. —Os he dicho hace unas horas que no os pienso contar nada de eso.

—Ah no te preocupes por eso, ya nos han puesto al corriente de eso. —Señaló en mi dirección y yo me di con una mano en la frente, pues con su grito también había llamado la atención de varias personas.

—Entonces, ¿cómo es que has corrido sin estar en el campo de fútbol? —La miró con una sonrisa de oreja a oreja, riéndose por su propia broma.

—Muy gracioso, hombre de mar, o quizás debería decir palomita mensajera.

—Al menos veo que sí tengo más gracia que tus apodos. —Continuó riéndose, pero a los segundos se detuvo y cambió su semblante a uno más serio. —Entonces, ¿qué pretendes con esta conversación?

—Pues la verdad es que esperaba que alguno de los dos se delatara de alguna forma, pero Touko ni se ha movido de su sitio cuando me ha visto venir hacia aquí y tú tampoco pareces muy dispuesto a hablar con ella. Así que continuad con vuestro paso de tortuga. —Dicho aquello, se giró hacia nosotras y se acercó otra vez al grupo.

En ese momento, el lugar parecía haber quedado en silencia. Sentí que mis mejillas se volvían rojas, quién sabe si por las palabras de mi amiga o por las miradas que se habían clavado en ambos. Por su parte, Rika, cuando ya estaba frente a Haruna, cruzó miradas con ella y levantó los hombros resignada.

Comenzaba a hacerse tarde. Las horas habían pasado con bastante tranquilidad y algunas personas ya se habían marchado, despidiéndose en voz alta y deseando que se planificaran más quedadas como esta en un futuro, acciones que yo también repetí cuando vi que el reloj marcaba la 01:30 de la noche. Sin embargo, tras la despedida que realicé de forma general, Tsunami se ofreció a acompañarme al aparcamiento, cosa que no rechacé.

El camino hasta el coche transcurrió en completo silencio sin que ninguno de los dos se atreviera a decir ni una palabra, pero esto terminó en cuanto llegamos al lugar, ahora más vacío que cuando llegué.

—Tsunami, muchas gracias por aparecer en las oficinas de mi padre.

—Al contrario, soy yo el que debería agradecerte que hayas hecho un hueco en tu agenda para venir. Lo de ir a verte fue más un capricho mío que otra cosa.

—En realidad, no hablaba sólo de avisarme sobre el encuentro, cuando te fuiste de allí, el día se hizo bastante más ligero y tranquilo a pesar de todo el trabajo ¿Quién sabe si hubiera tenido el mismo efecto al recibir el aviso por mensaje? Además, parece ser que no soy la única que ha hecho algún sacrificio para venir, ¿cierto?

—No digas tonterías, lo que he hecho no es nada comparado con lo que has hecho tú, y menos con la inmensidad del mar. De todas formas, me alegro de que mi "sacrificio" haya merecido la pena. —No había demasiada luz, pero su sonrisa se podía distinguir a la perfección. —Bueno, quería también comentarte una cosa. —Se rascó la nuca. —Aunque no sé si querrás hablar del tema después de la intervención de Urabe.

En ese momento me llevé las manos a la boca para contener la risa. Debo reconocer que justo cuando sucedió quería que la tierra me tragara hasta llevarme al núcleo y no salir nunca más. Sin embargo, ahora que lo pensaba, unas horas después, queda una situación bastante cómica y absurda.

—Supongo que ahora es el mejor momento, no tienes a nadie que pueda interrumpir.

—Entonces perfecto. —Después de una risa nerviosa, tomó aire y lo expulsó. —Quiero que sepas que una sirena de bañera, como tú, siempre tiene reservada una parte de océano en los mares de Okinawa. —Chasqueó su lengua y movió su cabeza a los lados. —Quiero decir, que me gustaría que pudiéramos vernos con más frecuencia, aunque siendo tú quizás sea más fácil escucharnos que vernos. —Se llevó la mano a la parte posterior de la cabeza mientras reía con nerviosismo. —No es que quiera imponerte nada, pero... —A los pocos segundos de quedarse en silencio, soltó un fuerte suspiro. —Aagh, cuando te imaginas este tipo de situaciones parecen mucho más fáciles de lo que en realidad resultan ser.

—A esta sirena de bañera le encantaría visitar el mar abierto cuando le fuera posible. —Me lancé hacia él para darle un abrazo.

El cuerpo de Tsunami se destensó y correspondió mi gesto estrechándome también entre sus brazos.

—Te estaré esperando.

¡¡Aquí concluye el one-shot!!

Espero que haya sido una lectura de tu agrado y que no se haya vuelto pesada.

Finalmente, me gustaría recordar que, como dice la descripción, la imagen de la portada pertenece a conoha.

Muchas gracias por haber llegado al final de esta historias autoconclusiva.

Y recuerda:
“Todas las sirenas de bañera tienen su trocito de océano reservado aquí”

🛁Nos leemos🧜

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