009: Sanar este noble corazón.
No hace falta decir que después de eso, la mano de Ann golpeo mi mejilla derecha fuertemente. Prácticamente casi me vuela el rostro y no exagero. Ella tenia una mano dura.
¿A que jodidos venia eso? No tenia una respuesta, pero lo único que si podía responder era que se había convertido en una desagradable manía eso de golpearme.
— No vuelvas a besarme Justin, hablo enserio. — Y paso una mano sobre sus labios. — Lo de olvidar todo, también iba muy enserio.
— ¿Me vas a sentenciar solamente por un estúpido mensaje? Por que estas siendo demasiado inmadura y exagerada Ann. — Respondí algo molesto. Mi paciencia tenia un límite y ya estaba alcanzando el máximo.
Si me gustaba Ann, si quería que fuera mi chica, pero ¿para que seguir insistiendo con algo que ella ni siquiera quería entregarme? Le había dicho lo que sentía actuando como el protagonista de una cursi película romántica y ella solo lo había ignorado. ¿Por que Nicholas Sparks u otro novelista o director no menciono que esto podía pasar en sus tramas?
— ¡No son solo los mensajes!
— ¿No? ¿Entonces que es? Por que no entiendo nada. Te digo que me gustas, que te quiero para mi y ¿lo único que consigo es una cachetada? — Sin mencionar el ardor que sentía en mi mejilla por el golpe propinado.
— Y es lo único que conseguirás si sigues intentando poner tus sucios labios sobre los míos.
— Ja, excuse me. — Me aleje de Ann finalmente, para poder hablar con claridad. — Nena, mis labios son todos menos sucios, la mitad de las mujeres mueren por poder tenerlos. — Finalmente mi lado nena se había ido para dar lugar a la personalidad que me caracterizaba y que tanto extrañe.
— Bueno, ¿entonces que sigues haciendo aquí? ¡Ve y bésalas! Y a mi déjame en paz de una vez. — Pinky comenzó a elevar su voz. — Ya ni siquiera quiero ser tu amiga.
— Ya ni siquiera me interesa ser amigo de una loca como tu. — Por que la verdad nunca me intereso ser su amigo. — ¿Y sabes que? Te haré caso e iré a besar a cada chica que se me crucé.
— ¡Bien!
— ¡Bien!
— ¡Vete ya entonces!
— Me iré pero no por que tu me lo dices. — Fui hasta la puerta, pero antes le saque mi lengua. — Espero que Ryan valga la pena, por que realmente yo quería intentar convertirme en el chico que te mereces.
¿Ese había sido yo? ¿Acabo de soltar una cosa tan ròmanticamente empalagosa como esa?
Di vuelta a la manilla y no, está vez no nos quedamos encerrados como ustedes quisieran. La puerta se abrió con facilidad y una mujer de unos cincuenta años estaba esperando afuera, con el papel higiénico en mano.
— ¿Uste.. — Ni siquiera alcanzó a formular la pregunta, cuando instale mi boca contra la suya, mirando a Ann fijamente. ¿Ella quería que besara a cada mujer que se me cruzara? Bien, lo estaba haciendo.
El Justin que ella había conocido en el baño la primera noche, había regresado. Bueno eso sonó bastante danger, pero ustedes mi querido publico saben a lo que me refiero.
— Buenas tardes. — Le dije inmediatamente después de soltar sus labios con una sonrisa. La señora parpadeo repetidas veces, antes de devolverme la sonrisa.
— ¡Yo también quiero! — Al escuchar la voz, recién me di cuenta que ella tenia compañía. Le sonreí a la mujer de mas o menos la misma edad que la anterior y tomé su rostro entre mis manos para darle un pequeño beso.
— ¡Oh Dios mio! — Chillo moviendo su mano para darse aire ella misma.
— ¡Oh yo también quiero eso!
— ¡Soy completamente voluntaria! — Hablo una anciana. Mire a Ann quien estaba gruñendo por lo bajo, y se alejo por el pasillo cabizbaja. Debería sentirme mal, pero ella se lo merecía.
Que vaya con Ryan y sus estúpidas cosas ñoñas.
Observe nuevamente a la anciana que pedía por un beso y detrás le seguían mas o menos quince mujeres mas. No estaba exagerando.
— Lo siento ladies. — Retrocedí un poco. — Pero este bombon debe retirarse. — Di una media vuelta para ir hasta la salida.
— ¡Atrapenlo! — Alguien grito y como si fuera una orden, las 18 mujeres incluyendo la anciana y las dos mujeres que había besado anteriormente, fueron corriendo detrás de mi.
¿Era posible que una mujer de la tercera edad corriera a esa velocidad?
— ¡Se escapa! — Gritaron mas fuerte. Vi la puerta de salida y tranquilidad me envolvió en un cincuenta por cierto. El otro cincuenta estaba concentrado en arrancar de las féminas que me veían como un pedazo de carne.
La otra parte de la clientela, estaba viendo la situación tan sorprendidos como yo. Es decir, sabia que era caliente, pero jamás me había pasado algo como aquello.
Sali por la puerta hasta llegar al estacionamiento, pero aún así ellas no se detuvieron. ¿Es que que pasaba con estas tipas?
— ¡Miren ese trasero! ¡Guaaaaaau! ¡Ven aquí papeh! — Dijeron y toque mi trasero, dándome cuenta que mi pantalón se había caído mas de lo normal, dejando mis pompis transparentadas en los boxers.
Si Ann me miraba el trasero, no me importaba, pero que estas mujeres lo estuvieran admirando me incomodaba.
Una distracción o mas bien el pensamiento de Ann inundando mi mente, basto para tropezarme con uno de los basureros y caer en el piso fuertemente. En segundos, las palabras, apapachos y caricias de las mujeres me rodearon.
— Oh bebé, ¿te has golpeado muy fuerte? — Una muchacha de unos veinte años me pregunto. Era algo guapa, pero el exceso de maquillaje me asustaba. Lucia como un payaso.
— Uhmm, nada me ha golpeado tan fuerte como la chica que rompió mi corazón. — Quizàs debía aprovechar está oportunidad que me habían enviado.
— ¿Quien es esa perra?
— Ella no es una perra. — Le corregí. — Ella es la chica mas bonita y graciosa que pudieras conocer. — Hice un puchero. — Pero rechaza mi amor y eso que yo tengo mucho para dar. — Di un suspiro y mire al piso.
— Oh pobrecito, ¿quieres que vayamos por ella?
—¡Si vamos por ella!
— ¡No! No quiero que le hagan nada, solo necesito que mi corazón este bien.
—¿Como podemos hacer eso? ¿Quiere algo? Tengo unas galletas en casa que estoy segura que te gustaran. — La mire.
— Eso me gustaría mucho, para sanar este noble corazón. — Toqué mi pecho y los suspiros de las chicas se escucharon como eco.
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