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Lección 33 || Los girasoles crecen en invierno (al menos los más hermosos)

_Candybar esto era para ti, disfruta :3


*

Y es que, es extraño ¿No? La forma en la que las personas, que jamás han tenido estabilidad son capaces de caer en una especie de normalidad dentro de situaciones, que simplemente no son normales, situaciones que no son normales en lo absoluto.

Sin embargo, aquí estaban.

—No quiero dejarlo solo —Tim le dijo a Jason en voz baja, mientras Dick, Damián y la nueva adquisición del grupo se refugiaban en la habitación en la que habían dormido.

Dick estaba en la esquina más alejada de la cama con Damián entre sus brazos, mientras la otra criatura se hallaba pegada a la ventana de la pared opuesta, lejos de todos, sentado aun en las mantas que Tim lo había convencido de usar para dormir. El cabello del nuevo estaba revuelto, sus ojos invidentes perdidos y su expresión seria.

Tim tragó, mirando al sacerdote para dar énfasis a lo que pedía. Ellos estaban hablando entre susurros en el umbral de la puerta, y Jason se hallaba tan descansado como uno se podría figurar, con ojeras bajo sus ojos y cara de haber dormido mejor cuando dormía entre cestos de basura en su adolescencia.

Aun así, él asintió.

—Entiendo, Timbo —dijo, entendía—. Y, no te estoy pidiendo que lo dejes por su cuenta, solo... estaremos aquí por un tiempo ¿De acuerdo? Y, no pueden estar encerrados en esta habitación solamente. Hice un trato con Bruce esta mañana, él reforzó la seguridad de la mansión, mientras se queden aquí, estarán seguros —y, la paciencia con la que habló fue tan impropia de él.

No obstante, el rostro de Tim no se impresionó.

—¿Seguros... o atrapados? —replanteó lentamente, recordándole a Jason lo mucho que él desearía que su mente y la de Tim no funcionaran de la manera tan parecida en la que lo hacían.

Sin embargo.

—Es lo que hay por ahora —fue lo único que pudo decir al respecto porque, una vez más, era cierto.

Timothy pareció comprender.

—Bien —dijo—. Entonces... ¿Deberíamos ir a desayunar? Es decir ¿Haremos todo como si estuviéramos en el orfanato? —inquirió.

Jason se rascó la nuca.

—Por ahora, supongo que es lo mejor que podemos hacer. Bruce envió a alguien para suplirme en el orfanato y a personas para mentir sobre nuestro paradero al clero. Cuando todo esto termine, estaremos de vuelta como si nada de esta jodido pesadilla hubiera ocurrido ¿Bien? Incluso te dejaré tomar un poco del vino de la hostia para celebrar.

Y, aunque a Tim le hubiera gustado agregar algunas clausulas a esa promesa, él decidió que este no era el momento. Y es que, al final, los huérfanos como él están acostumbrados a este tipo de cosas; a la falta de estabilidad por culpa de adultos idiotas, acostumbrados a la sensación de siempre estar temporalmente en todos los sitios, sin tener nada fijo, nada a lo que aferrarte, excepto...

Él asintió.

—Bien —aceptó—. Yo los llevaré a la cocina a desayunar, entonces. Tú ve y arregla lo que tengas que arreglar para sacarnos de aquí. Recuerda que ahora somos cuatro huérfanos y no tres —porque, con los años, uno aprende que hay una cosa a la que puedes aferrarte y eso es a aquellos que son como tú.

Tim no saldría de ese lugar si no era tomado de las manos de sus hermanos, y la nueva criatura que, ahora, era también uno de ellos.

Y, aunque Tim no lo supiera, Jason estaba de acuerdo con ello, no obstante, en lugar de decir eso, él solo le regaló una sonrisa ladina, mientras soltaba:

—¿Siempre has sido tan mandón? —y, bendito sea su humor negro y facilidad para burlarse de la desgracia a tan corta edad, Tim le sonrió de vuelta.

—Era peor antes de que llegaras al orfanato —replicó—. Las monjas me llamaban Sor Timothy.

Jason se río apenas. Sus ojos azules posados en los pálidos de Tim. Y es que, a pesar de ser humano, Timothy lucía tan como Dick, tan como el niño nuevo.

<< Es porque también lo rompieron >> una voz mordaz y cruda en su cabeza le recordó. Jason tragó, combatiendo el impulso asesino que lo invadía solo de pensar en lo que había ocurrido con Timmy, aun y si él ni siquiera tenía todas las piezas de la historia en ese momento.

Jason sacudió el cabello de Timothy.

—Bien, tengo que irme ahora sí —anunció.

Timmy se dejó hacer.

—Bien. Cuídate ¿Okay? Tú eres parte de los huérfanos que tiene que volver sano y salvo si no quieres que cometa un genocidio en esta mansión, que obviamente necesita que la aspiren —advirtió de manera cínica, pero el sentimiento en sus palabras era claro: No quiero perderte. No me hagas hacerlo.

No obstante, ninguno lo mencionó. Jason sintió como su pecho se llenaba de algo incómodamente cálido, que era peligroso para personas como él, como Timmy.

Aun así.

—Como ordene, Sor Timothy.

Y, con una última sonrisa burlona y cansada, él se fue.

Tim lo miró andar por el pasillo un momento antes de girarse hacia los presentes en la habitación. Él suspiró.

—Bien, bola de metiches que obviamente estaban escuchando, ya lo oyeron: Vamos a desayunar —anunció, tomando las mantas dobladas que había estado sosteniendo cuando Jason llegó, colocándolas a los pies de la cama de manera ordenada, sobre las sábanas recién tendidas.

Damián chasqueó la lengua, elevando de manera arrogante su mejilla.

—No es ser metiche, si escuchas pasa que escuchas solo porque las personas en la conversación son tontas y no saben susurrar —replicó, parándose de la cama para después ofrecerle su pequeña mano a Dick para levantarlo.

Una vez de pie, los ojos del Talon se posaron en Tim, dando una mirada pequeña a la otra criatura antes de hablar en lengua de señas.

—Él también ¿Verdad? Desayuno para él también —clarificó, su mirada tornándose en algo que se debatía entre la preocupación y la esperanza al preguntar.

Y es que, Dick no entendía mucho de lo que estaba pasando, pero... lo que sí sabía era reconocer a alguien herido cuando lo veía; y es que a pesar de algo tan similar a lo que él mismo era, la criatura era tanto como los niños del orfanato también. Pequeña, vulnerable. Dick comenzaba a preguntarse si él mismo también lucía así.

Tim frunció el ceño.

Por supuesto, Dick. Él está con nosotros ahora, lo vamos a proteger —le prometió, sin embargo, al momento de ser dichas, las palabras pesaron con aplomo en los hombros de Timothy porque ¿Cómo se suponía que harían eso?

Él tragó. Algo se les ocurriría, por ahora...

Tim se giró hacia la otra criatura.

—Hey, amigo —llamó al joven pelirrojo, que había permanecido inmóvil en el suelo, mientras ellos hablaban. Tim se acercó un poco, haciéndose pequeño, tal cual Damián había hecho con Dick en tantas ocasiones—. Vamos a que comas algo ¿Sí? Debes estar hambriento.

Pero, la criatura no respondió. Su rostro sin ver apuntando a dónde Dick se hallaba, mientras olfateaba el aire.

Damián comprendió.

—Debe reconocer el olor de Dick —masculló—. Debe creer que somos iguales a los ineptos que los tenían antes.

Y, eso hizo que Tim se alarmara un poco. Su rostro girándose de vuelta hacia la criatura en algo similar a la náusea, que él no podía controlar.

—No somos como ellos —le juró, sintiéndose un poco desesperado porque le creyera—. No vamos a lastimarte ¿Okay? Nosotros solo queremos que tú y Dick estén bien, queremos mantenerlos a salvo.

La criatura inhaló apenas en respuesta, sus piernas haciendo un movimiento que a Tim le partió el corazón, cerrándose por instinto para repegarse a su cuerpo, tratando de hacer más complicado el ser sujetado y arrastrado lejos.

Tim apretó los labios, tragando. Él conocía la sensación.

—No sé qué más decirle —masculló.

Y es que, por donde lo vieras, las circunstancias en el caso de Dick habían sido bastante más sencillas. Porque, al final, el orfanato no era ni de cerca tan intimidante como esta mansión, y no había más criaturas cuando él llegó, no había nada que pudiera hacer parecer que sus intenciones eran las mismas que las de aquellos a los que el chico de los bonitos cabellos zanahoria tanto parecía temer.

Dick miró la escena por un momento, mordiendo su labio inferior antes de acercarse finalmente.

—A-a salvo —y, su voz inhumana y rota por el desuso nunca dejaba de sorprender a Tim cuando la escuchaba sin previo aviso. Con cuidado, Dick se puso de cuclillas solo un poco más atrás de dónde estaba Tim. Sus orbes doradas gentiles, mientras prometía: —N-no, n-no jeringas aquí.

Y, oh, por el cielo, Timothy pensó en que eso era tan trágico de oír, tan terrible. Sus ojos azules se posaron en la criatura, entonces, esperando su reacción. El cabello, largo y desordenado, enmarcaba el rostro de muñeca de la criatura, mientras él parecía tratar de comprender.

El ceño del chico se frunció poco, su rostro ladeándose con sus labios entreabiertos, inocente.

—¿N-no jeringas? —repitió, y Tim tuvo que reprimir un jadeo al oírlo. La voz suave de la criatura era similar a la de Dick, rota, sin embargo, su timbre era más suave, similar a la que debió ser su voz cuando aun era humano, antes de que le hicieran... esto.

Dick se apresuró a afirmar, asintiendo con vehemencia aun cuando el muchacho no lo podía ver.

—Prometo promesa.

La criatura apretó los labios al oírlo. Las sabanas bajo él estaban hechas un nido, el pans y la camisa que vestía le iban naturalmente grandes. Él tragó.

¿Por qué? —y, era tan válido que él quisiera saber eso.

Y, ahí fue cuando, sin pensarlo, Tim intervino. Y es que, hay un límite en la cantidad de cosas que uno puede controlar, y las personas a las que queremos proteger no son una de ellas.

—Porque las jeringas duelen y tú eres un niño —soltó—. Nadie debería lastimar a los niños, no con jeringas a menos que estén enfermos, no con agujas, o sogas o lo que sea que hayan usado para herirte.

—Tim... —Damián trató de intervenir para que su hermano no fuera a asustar al otro chico, no obstante, Tim prosiguió, sus manos picando en un nudo sobre sus muslos.

Es enserio... —le prometió—. Escucha, sé que es complicado de creer, pero, estás a salvo aquí. Nosotros no dejaremos que te hagan daño, yo... yo no dejaré que alguien te ponga una mano encima de nuevo —y, eso fue tan visceral.

Timothy ni siquiera lo había pensado antes de hacer semejante promesa. No obstante, los ojos del chico eran tan dulces, su postura tan asustada, y su cabello tan... tan como una granja de zanahorias, como los girasoles que crecen en granjas que se acercan al invierno.

Tim apretó los labios ¿De dónde había salido ese pensamiento?

—Lo siento —dijo luego de un instante de silencio, aunque, siendo francos, él no sabía bien por qué se estaba disculpando.

Tim tragó, el rostro de la criatura pareciendo confundido por un momento, con sus ojos bien abiertos y grises, su nariz como una luna creciente apuntando hacia él antes de que, súbitamente, el chico se pusiera de rodillas, inclinando su cuerpo hacia Tim, al tiempo que olisqueaba en su dirección.

Por inercia, Timothy echó su propio cuerpo hacia atrás, tratando de tomar algo de distancia.

—Pero ¿Qué...? —él casi se asustó, no obstante, Damián intervino.

—Te está oliendo —dijo—. Creo que le caíste bien.

Y, ante eso, Timmy se quedó quieto, intentando regular su respiración. Si Damián tenía razón y le había agradado a la criatura, eso era algo bueno ¿No?

Aun así.

—E-espera, estás... muy cerca, yo... —pero, Tim no pudo terminar la oración.

Sin nada de pudor, el muchacho frente a él pegó la respingona nariz en su cuello, oliendo cerca antes de elevar el rostro hacia Tim una vez más.

—Hi-hielo —fue lo que sus labios partidos y rosas pálido como una fresa en la nevera musitaron—. Canela y hielo —se corrigió.

Timothy apenas soltó un respiro. El rostro de la criatura estaba imposiblemente cerca del suyo, inocente, pero, de alguna manera, un poco más consciente de lo que Dick había estado cuando recién llegó con ellos.

"Él... no debe tener mucho tiempo en ese lugar" fue lo que Timmy pensó. "O, al menos, no tanto como el que tuvieron a Dick", y ese era un pensamiento horrible y esperanzador al mismo tiempo.

Timothy tragó.

—Creo que eso es a lo que hueles para él —Damián explicó, sus ojos índigos observando con atención a la criatura, descifrando sus curiosos modos para los demás.

Por su lado, el chico del cabello zanahoria no asintió ni refutó lo que Dami había dicho, sus rebeldes mechones moviéndose en esa adorable maraña que se le había formado, mientras se quitaba de encima de Timothy, posicionándose completamente sobre sus rodillas una vez más.

—¿Qué está...? —Tim preguntó cuando vio como el chico ladeaba su cuello, dejándolo expuesto y al alcance de Tim, al tiempo que lo señalaba.

—Tú —fue lo único que la criatura dio como explicación, su rostro girado, mostrando su perfil curveado en todas las maneras correctas.

Tim frunció un poco el ceño.

—¿Perdón?

No obstante, para su buena suerte, Damián le tradujo una vez más.

—Quiere que lo huelas de vuelta —descifró con simpleza, haciendo que, con los nervios de punta, Tim se exasperara.

—Gracias, Damián, eso lo deduje yo solo, lo que digo es que no puedo... no puedo... —no podía, es decir—. Yo no tengo un sentido del olfato como el tuyo, solo estaré oliendo el jabón que usamos anoche si me acerco —trató de explicarle a la criatura, aunque, eso no era del todo cierto. Y es que, esto (la sensación que lo hacía no querer dejar sin explicaciones al joven frente a él, que lo hacía querer explicarle el mundo) era tan extraño de sentir, tan curioso. Él tragó—. Además... creo que ya sé a que hueles —y, una parte de su mente se preguntaba: ¿Por qué estaba diciendo esto? ¿Por qué...?—. Tú hueles a girasoles ¿No es cierto? Es decir, dime si me equivoco, pero... si yo soy hielo y canela para ti, para mí, tú eres girasoles creciendo en el invierno.

Y, ante eso, la criatura se quedó completamente quieta, sus labios entreabiertos, su respiración contenida y, por un momento, Tim temió haber dicho algo mal, hasta que...

—A salvo... —la criatura musitó aun sonando a que no podía creerlo, sin embargo, por la forma en la que brillaba su mirada aun sin ver, parecía que quería hacerlo. Él quería creer— ¿A salvo... aquí? —su labio inferior tembló un poco al decir aquello, al preguntarlo por segunda vez porque, en verdad, él necesitaba estar seguro.

Timothy asintió, sin dudarlo un momento antes de responder.

—A salvo —dijo, firme, convencido de que haría lo necesario para que eso fuera verdad—. A salvo.

Y, la criatura exhaló, sus hombros delicados aun un poco rígidos, pero comenzando a relajarse. Él se forzó a asentir.

O... kay —y , la más pequeña de las sonrisas se posó sobre sus labios.

Por su parte, Timothy lo miró; y es que, esto era tan extraño... su corazón latiendo de una manera desconocida a sus catorce años, mientras pensaba en lo bonita que era esa sonrisa. 


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A que esa no se la esperaban, o, tal vez, sí. No lo sé. En fin, no he muerto, pero en eso ando. Porfa dense una vuelta por mis otras historias. Me urge que alguien lea la que hice de Stray Kids y me diga qué hice mal como para que no enganche a nadie, ocupo retroalimentación jeje 

En fin, por lo demás, acepto sugerencias para esta historia también, les quiero, mis loquites del centro y nos leemos pronto :3

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