Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Lección 11 || We Fight And We Fight For You

ADVERTENCIA: Por favor, recuerden que esto es un AU (Alternative Universe) lo que significa que, básicamente, escribo lo que salga de mi corazón usando a los personajes, pero no necesariamente siguiendo lo que dice en los cómics. 

*

Tim observó a los mocosos alrededor de Damián y, por un momento, pensó que el pequeño demonio había hecho lo que nunca creyeron posible, y ahora tenía amigos fuera del orfanato.

Uno de los escuincles dijo algo, los demás rieron. Damián se quedó serio. Tim arrugó el ceño con preocupación, entonces, observando desde el final de la valla del parque, a unas cuantas manzanas de la parroquia. Todos los niños que rodeaban a Damián eran más altos que él, probablemente eran incluso más altos y corpulentos que Tim también –no que eso fuera algo complicado–.

De nuevo, el mocoso que parecía ser el líder dijo algo, solo que esta vez, el comentario pareció venir acompañado de un empujón, a lo que los demás fenómenos vitorearon. El ceño de Tim se arrugó más profundamente, esos idiotas no eran amigos.

***

–Ya déjame en paz, Brandon –Damián murmuró, despreciando con cada fibra de su ser lo baja y reluctante que sonó su voz en ese momento.

El imbécil de Brandon, en el centro de su séquito, se río.

–¿O qué? –escupió– ¿Vas a decirle a tu mamá? ¡Ah, es cierto! Tú no tienes –dijo y soltó una carcajada, a la que los demás simios reunidos ahí le siguieron.

Damián se encogió de manera involuntaria sobre sí. La bolsa con ropa usada fuertemente sujeta en su mano izquierda. La señora Toña, una amable anciana que vivía a las afueras de la ciudad, había llamado a la capilla para que fueran por las prendas. La señora Toña tenía un mundo de animales en el patio trasero de su casa. Ella y Damián eran amigos.

–¿Qué traes ahí? –Brandon inquirió.

Por instinto, Damián trató de esconder el objeto tras su espalda.

–Justin –Brandon indicó a uno de los idiotas a su lado.

De pronto, Damián sintió como un par de manos se acercaban para arrebatarle el preciado paquete. Él trató de resistirse, pero, ellos eran más grandes. Tan grandes. Damián apretó los dientes. Su abuelo siempre dijo que era un inepto. Y, por más que lo odiara, Damián tenía que admitir que aquel despreciable anciano había tenido razón.

La bolsa fue apartada de sus manos y los tipos comenzaron a hurgar en su contenido, antes de soltar pequeños bufidos y risitas burlonas.

–¡Mira, Brandon, una tanga! –uno de los tarados exclamó y los demás rieron– ¡Oh, no es una tanga, lo siento! Es solo que esto tiene tantos agujeros...

–¡Mira, mira esto! ¿Qué se supone que son estas cosas? Todo apesta a basura –alguien más comentó.

Damián tomó aire, tratando de erguir sus hombros con la mirada furiosa posada en el suelo.

–Ya dámelo, Brandon –dijo lo más alto que pudo y sus pequeñas manos trataron de alcanzar la bolsa con el contenido que los otros simios no habían tirado en la acera aún. Sus ojos índigos quemaban en lágrimas por dentro.

Ni se te ocurra llorar, se reprendió.

–Oh ¿La quieres? –Brandon inquirió–. Tómala, entonces –dijo, haciendo como si fuera a entregar el paquete en manos de Damián, antes de dejar caer todo el contenido a sus pies en el asfalto. Los demás hicieron lo mismo. Damián solo observó la ropa caer, inerte– ¿Qué pasa? ¿No la quieres?

Damián apretó los labios. Claro que la quería, en el orfanato se estaban quedaban sin ropa. Entre las cosas que la señora Toña les había conseguido, había un suéter que podía quedarle a Neil, una falda como la que Alondra había anhelado hace tanto tiempo. Además, la señora Toña se había esforzado tanto por conseguir esas donaciones, ella no tenía hijos o nietos que le permitieran recolectar prendas tan fácilmente, ella las buscaba por todo Gotham para poder dárselas. La barbilla de Damián se partió. En cambio, él. Él era una persona tan inútil.

"Sería mejor para nosotros, que simplemente se lo diéramos de comer a los lobos" su abuelo había dicho, mientras Thalia se inclinaba para tratar de enmendar las heridas de su hijo. Damián había sido malo otra vez. Así que, Damián había recibido un castigo "Todos estos años esforzándome por dar prestigio a esta familia y vienes tú y me das... esto; Un pobre lastre, que no puede hacer nada bien".

–Patético –Brandon escupió, al tiempo que observaba cómo Damián lentamente se arrodillaba para ir juntando toda la ropa que había caído. Brandon se giró hacia sus compinches–. Miren esto –dijo, malicioso, al tiempo que, levantaba una de sus botas por encima de la cabeza de Damián y tomaba impulso.

Damián levantó la mirada. Sus ojos observando por un momento agonizantemente lento lo que ocurriría, antes de que las cosas se salieran por completo del control.

Saliendo de la nada, Drake le dio a Brandon un gancho derecho con su puño anémico y pálido, luciendo el catéter de la intravenosa con la que había amanecido esa mañana, en un verde brillante.

–Lo siento –Drake soltó, mientras Damián se apartaba–, me pareció que tenías algo en la cara. Estupidez, creo que le dicen.

Los demás mocosos se giraron hacia él, mientras Brandon trataba de recuperar el equilibrio. De verdad ellos eran más altos que Timothy, más corpulentos también. Drake ni siquiera pestaño.

–Vas a pagarlo –volviéndose con el labio roto, Brandon siseó con los ojos llenos de lágrimas como todo un bebé.

Tim bufó.

–¿De verdad? ¿Y quién va a hacerme pagar? ¿Tú y tus bubis de silicona?

Damián dudaba que Brandon supiera siquiera lo que la silicona era –Drake era pésimo haciendo chistes–pero, el comentario sobre sus bubis pareció dar justo en el blanco de su inseguridad, porque, sin pensarlo demasiado, sus manos hinchadas se tornaron violentas hacia Tim, tratando de golpearlo.

Timothy dio un paso atrás, tres a un lado y dos al frente, esquivando grácil los golpes, mientras sus ojos azules permanecían burlones en el inepto frente a él. La expresión en el rostro de Drake lucía cansada, sus ojeras relatando la nueva enfermedad que había contraído en la semana, mientras se inclinaba un poco para tomar impulso y soltaba, así como así, un golpe directo a la nariz de gorila que tenía enfrente, haciéndolo chillar.

–¡Maldito! –Justin exclamó a su lado, reaccionando al fin para meterse en la pelea.

Damián dio un pequeño paso sobre sí, asustado, pero, Tim intervino. Su mano escuálida sujetando el antebrazo larguirucho de Justin, evitando que el golpe llegara y apretando en una dirección antinatural a la posición del codo, haciéndolo lloriquear de igual manera.

–Suelta, suelta, suelta, por favor... –Justin suplicó.

Tim arqueó una ceja. Pálido, casi verde, exhausto.

–Ya que insistes –dijo y dejó ir a Justin solo para estrellar su cabeza con su rodilla, cuando este se inclinó para coger aire de nuevo.

Asustado, el sequito de mocosos comenzó a escapar del loco "cara de zombie", que les había aparecido. Con el pantalón a media nalga, Brandon trató de hacer lo mismo, no obstante, Drake, lo tomó por el cabello.

–Ah, ah, no lo creo –advirtió–. Tanto que presumes de tener una mamá ¿No te enseño esta que lo que tiras lo levantas? –cuestionó.

Brandon gimoteó algo sin mucho sentido, sonando adolorido. Tim usó su propio y monumental peso para dejarlo caer de rodillas al asfalto, frente a la ropa que Damián había estado tratando de recoger hace un momento.

–¿Qué esperas? –Tim inquirió, y Brandon hizo ademán de comenzar a recoger las cosas. Si en este punto no estaba orinado sobre sus pantalones, Damián estaría muy sorprendido–. Ah, ah –Tim intervino–, así no –dijo–. Con los dientes.

Brandon se le quedó viendo. Tim arqueó ambas cejas, traía puesto un suéter que olía sospechosamente como el incienso que el padre Todd encendía todas las mañanas dentro de la parroquia para preparar la misa.

–¿Y bien? –presionó.

Brandon tomó un respiro raquítico, observó un poco más a Tim y, luego, se giró hacia Damián como rogando que él hiciera algo para evitar semejante humillación. Sin embargo, aturdido, Damián solo pudo quedarse de pie. Él sabía que Timothy había crecido en un barrio poco amigable, sabía que su padre había sido negligente, que, antes de morir, su madre tomaba fotos inapropiadas suyas para venderlas a tipejos pervertidos en internet. Sabía que Tim había aprendido a amar a sus progenitores de cualquier manera. A ellos y su retorcida idea del amor. Sin embargo.

Sin embargo, nunca había conseguido traer eso a la realidad hasta ahora.

Al darse cuenta de que nadie intervendría para su salvación, Brandon comenzó a lloriquear, mientras se inclinaba hacia el frente como un puerquito y comenzaba a levantar la ropa y tratar de ponerla en la bolsa. Los ojos de Drake observaron por un segundo a Damián y, cuando Brandon iba por la segunda prenda, él y su anémica anatomía se acuclillaron a su lado.

–No es agradable ser humillado ¿Cierto? –inquirió en un siseo–. Es peor aún cuando no tienes a nadie que te defienda.

Brandon chilló, sorbiendo sus mocos, mientras negaba con un calcetón entre los dientes.

–Bien, dejaré que te vayas por hoy, y quiero que recuerdes esto la próxima vez que quieras comportarte como un imbécil –dijo–. Mi hermano no está solo y, si te le vuelves a acercar, será tu propia ropa la que vas a recoger con los dientes, desnudo, por toda la autopista ¿Estamos claros? Después de todo, tú lo dijiste, yo no tengo una mamá para que me castigue por hacer algo así.

Brandon gimió, parecía estarse golpeando a sí mismo dentro de su cabeza al estar viviendo las consecuencias de sus propias palabras en voz alta.

–¿Estamos claros? –Tim repitió. Brandon asintió efusivo–. Bien, fuera de mi vista, entonces –concluyó y Brandon no necesitó que se lo dijeran dos veces. Escupió el calcetón de sus labios y, a trastabilles, salió corriendo de ahí.

Tim esperó a que estuviera lo suficientemente lejos para exhalar. Su cuerpo se inclinó sobre sí, y sus hombros perdieron toda la fuerza que habían proyectado hace un momento.

–Dami, agárrame, creo que voy a desmayarme –pidió a su hermano, al tiempo que extendía una mano hacia él.

Damián se apuró a sujetarlo, permitiendo que Tim se apoyara sobre él en lo que este recuperaba su respiración con los ojos cerrados y una expresión concentrada en el rostro, como si sus pulmones estuvieran resolviendo una compleja ecuación en lugar de solo tratar de coger un poco de aire.

–¿Estás bien? –sin embargo, se las arregló para preguntar a Damián, todavía con los ojos cerrados.

Damián hizo un sonido afirmativo con la garganta, mientras posaba su mirada en el frente.

–¿Tú estás bien? –devolvió la pregunta, sintiendo que su voz estaba tan fuera de lugar como su presencia.

A su lado, la bahía de Gotham se teñía de naranja dorado, mientras el sol se ponía. El agua era gris, igual que siempre, y el sonido de las olas contra las rocas tenía este toque nostálgico, que se perdía entre los barcos aparcados a lo lejos en el muelle del otro lado de la ciudad. Damián trató de concentrarse en eso mejor, justo ahora, no quería pensar en lo patético que él era.

–Bien –Tim respondió con esa monosílaba, aun intentando y fallando miserablemente el respirar como un ser humano normal– ¿Podemos...? –señaló la banqueta.

Damián asintió enseguida.

–Vamos –dijo, al tiempo que ayudaba a su hermano a acercarse a la orilla del asfalto para tomar asiento. Tim abrió los ojos para andar, sus orbes estaban arrugadas en esfuerzo, dentro, el iris era azulado, blanco casi. Sus ojos tenían esta extraña condición de dejar de producir melanina cada cierto tiempo debido a la falta de nutrientes.

Con cuidado, Damián sujetó bien el antebrazo de Drake para evitar que se cayera, mientras doblaba sus rodillas y se sentaba como un anciano en el filo de la banqueta, contra la baranda del otro lado del puente. Damián lo observó, consternado, mientras se inclinaba un poco sobre él.

–¿Mejor? –preguntó.

Tim asintió varias veces, mientras cerraba los ojos de nuevo. Luego, palpó el lugar a su lado.

–Ven... –gimió.

Damián pensó en decirle que su tarjeta de "Petición de Moribundo" no funcionaba con él, pero, al final, decidió guardar silencio, mientras se sentaba. Drake abrió un ojo en su dirección.

–Wow, es la primera vez que mi tarjeta de moribundo frecuente funciona contigo –dijo después de un rato, cuando su pecho parecía inflarse con más facilidad.

Damián soltó un bufido bastante digno.

–No te acostumbres –replicó, sus rodillas contra su pecho, mientras apoyaba la barbilla y los antebrazos encima de estas.

Tim sonrió un poco, con el gesto desapareciendo en segundos, al tiempo que posaba su vista en el frente.

–Sabes que es cierto lo que dije ¿No es así? –preguntó finalmente–. Sobre que no estás solo, quiero decir. Sabes que es cierto ¿No?

Damián guardó silencio, comenzando a jugar con sus dedos en la acera a un lado de él.

–No empieces con tus cursilerías, Drake, por favor, o seremos dos enfermos del estómago –soltó, pero, Tim lo conocía lo bastante bien como para guardar silencio y esperar lo suficiente. Realmente, con Damián todo se trataba de saber esperar lo suficiente–. De cualquier forma ¿Por qué querrías estar conmigo? –el pequeño demonio inquirió– Mi abuelo tenía razón, todo estaría mejor si solo me hubieran dado de comer a los lobos cuando nací –y aquello último fue dicho en un murmullo tan bajo.

Sin embargo, Tim logró oír y se encontró a sí mismo formando un gesto de disgusto total al hacerlo.

–¿Él de verdad dijo algo como eso? –porque, Tim también sabía. Sabía que Damián había sido el hijo bastardo de una familia acaudalada, sabía que servicios infantiles había tenido que sacarlo de ahí cuando estuvo a punto de morir por tantos golpes distribuidos en su pequeño cuerpo.

Damián se encogió de hombros.

–¿Y qué si lo dijo? –inquirió–. Es cierto.

–No, no lo es –Tim terqueó al instante, arrugando el ceño, estupefacto.

–Claro que sí –Damián replicó–. Además ¿Qué vas a saber tú de cualquier forma? Hay fotos tuyas por toda la red pornográfica, eso no te da la mayor credibilidad –y, aunque sabía que eso era un golpe bajo, Damián tuvo la necesidad de mencionarlo de cualquier manera, en un intento de mantener a Drake a raya. Estos no eran sus asuntos.

Sin embargo, de nuevo, Tim conocía demasiado a Damián como para saber mejor que eso.

–Sí, pues, puedo ser una estrella porno –soltó (porque, luego de un cierto grado de trauma eso es lo que haces. Normalización, le dicen) antes de continuar–, pero, aun así, sigo teniendo mayor credibilidad que el anciano loco que le dijo a su nieto de cinco años que quería hacerlo croquetas para lobo, después de medio matarlo a golpes con un bastón. Y eso hasta tú lo tienes que admitir.

Damián arrugó el ceño.

–No hables así de mi abuelo –exigió, enfurruñado.

Tim suspiró, no era ajeno a ese sentimiento. Se quedó callado un instante, sopesando el mejor movimiento.

–Lo siento –dijo finalmente–, es solo... Él se equivocó, Dami. Y sé que lo quieres, así como quieres a tu mamá. Yo también quiero a la mía, pero, ellos, nuestros padres... Ellos se equivocaron. Nos hicieron daño.

Damián apretó sus rodillas más contra sí mismo. El atardecer era solo naranja ahora en sus ojos índigos, mientras estos se llenaban de lágrimas sin que lo pudiera evitar. Con furia, él apretó el entrecejo, conteniéndolas.

–Dijo que soy patético –comentó–. Brandon y mi abuelo, ambos dijeron que yo... Es decir, ni siquiera puedo defenderme. Tú eres una pobre excusa de persona y mírate, sabes pelear al menos. En cambio, yo... –dejó la frase en el aire y sorbió su nariz, discreto.

Tim bufó.

–Brandon es un tarado con más bubis que cerebro, así que, vamos a dejar su opinión de lado por ahora –atajó en esa parte del argumento, con cuidado de dejar a su abuelo fuera de la ofensa, mientras negaba–. Tú no eres patético, ni un poco. Ibas a recoger la ropa, aunque te estaban humillando, e ibas a hacerlo por nosotros. Eres valiente, Dami. Muy valiente.

Damián tragó. Su pecho estaba demasiado cargado de un algo con lo que, la verdad, no sabía lidiar.

–No negaste que fueras una excusa de persona –señaló, como si no hubiera escuchado todo lo demás que le había sido dicho.

Tim arqueó las cejas.

–También eres odioso –añadió–. Valiente y odioso, eso eres tú. Igual, puedo enseñarte a pelear si quieres, no tiene tanta ciencia. Además, tengo el presentimiento de que es algo que se te daría bien.

Damián bufó, pero no declinó la oferta. Ambos hermanos se quedaron en silencio.

–Lamento haber mencionado lo de las fotos –Damián dijo, después de un rato, jugando con sus dedos entre las rodillas por encima del suelo.

–Está bien –Tim le quitó importancia.

–No, no lo está –Damián replicó, sus ojos índigos buscando a los de su hermano.

Timothy bajó la mirada entonces, apretando los labios.

–Supongo que no –reconoció al fin.

Más tarde, ambos hermanos recogieron la ropa y comenzaron a caminar hacia la parroquia. Jason iba a reñirlos como una ama de casa de telenovela cuando llegaran, y haría que Timothy no viera la luz del día en toda la siguiente semana, pero, esto estaba bien.

–¿Sabes? Creo que no fue tan buena idea hacer que el "Bubis Locas" recogiera las cosas con los dientes –Tim comentó, al tiempo que ambos caminaban por el muelle despacio. Por una vez, Damián no le reprochó que anduviera como un anciano–. Es decir ¿Oliste su aliento? Ahora tendremos que poner a remojar todo esto en cloro por un mes al menos.

–Tal vez con un poco de ácido...

***

Jason y el Talon observaron a los dos hermanos acercarse a la esquina en la que estaban ocultos, y el padre tomó la cabeza del Talon para obligarlo que se escondiera de nuevo tras el muro, mientras comenzaban a avanzar para no ser vistos.

Y es que, había que estar loco para pensar que Jason dejaría que Damián fuera realmente solo al otro lado de la ciudad en busca de donaciones. Y más loco aun para creer que el padre no se daría cuenta de que cierto puberto anímico le había seguido.

–¿Quién diría que la pequeña mierdita sin sistema inmunológico sabía pelear tan bien? –preguntó para sus adentros, al tiempo que sonreía sintiéndose orgulloso.

El Talon levantó una daga tentativa frente a su rostro para llamar su atención, mientras le miraba interrogante con sus grandes ojos amarillos y el suéter de colores que traía puesto, como hace un rato cuando el niño de las bubis de melón había estado molestando a Dami.

–¡Baja eso! –Jason exclamó– ¡Ya te dije que no puedes apuñalar a alguien cuando hay testigos! 

*

*

*

Espero que este cap sea de su agrado, acepto sugerencias y pedidos, lamento las actualizaciones tan lentas, pero pues aquí seguimos ¡Gracias por leer, los amo! :3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro