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Lección 00 || Los Buenos también Mueren... and They Die Young


Jason estaba preocupado.

-Solo es un resfriado, voy a estar bien -Tim aseguró, luciendo como la reverenda mierda anémica que
era, solo que dos niveles más arriba-. De verdad, siempre es así en esta temporada del año.

Damián chistó.

-Lo dices como si cada año se hiciera menos molesto -se quejó, al tiempo que tomaba un paño y lo
humedecía en agua tibia para colocarlo sobre la frente de Tim. En este punto, además de las madres,
Damián era la persona más familiarizada con los cuidados que Timothy requería cada que enfermaba (o
sea, todo el maldito año). Ellos se conocían... bueno, desde... siempre.

-Y no tenemos ni un centavo para los medicamentos -Jason pasó una mano por su cabello, tirando de
él levemente, en frustración.

-Oye, es enserio, estoy -cof-cof-... estoy bien -Tim hizo un gesto, su voz se extinguía. Respirar era
complicado-. Dami... -logró gemir apenas.

-Voy -Damián se apuró a traer el vaso de agua del mueble a un lado de la cama, para ayudar a Tim a
que bebiera.

Justo ahora, estaban en la habitación del padre, en una especie de cuarentena improvisada para evitar
que el resto del orfanato se contagiara de lo que fuera que Tim había pescado esta vez.

-Es así desde que era un niño -la madre Aurora comentó, colocando una frazada realmente vieja sobre
los pies del joven muchacho-. Es como su talento; si hay alguna enfermedad en el aire, es seguro que él
la va a pescar. Su madre era igual, por eso... -se quedó callada.

Jason desvió la vista. Era casi gracioso lo seguido que olvidaba de la verdadera de razón por la que todos
los niños en esa parroquia estaban ahí. Se inclinó sobre Timothy y retiró la colcha que la madre había
colocado sobre él sin decir nada.

-Jay... -Tim comenzó, su voz cada vez más ronca.

-Tenemos que bajarte la fiebre primero -dijo porque, bueno, él era médico.

-¡Es verdad! ¡Tú eres doctor! -y Damián pareció recordarlo. Sus ojos grandes y azules, miraron al
sacerdote con una extraña mezcla de ánimo, decisión y autoridad, al tiempo que ordenaba- ¡Vamos,
sirve de algo y cura a Drake!
Jason apretó los labios, tratando realmente duro de ofenderse por las palabras del menor.

-¡Vamos! -Damián apremió, y molestarse para Jason fue imposible.

-No puedo hacerlo -musitó.

-¿Qué dices?

-Digo -replicó, obligándose a sí mismo a alzar la voz ligeramente-. Que. No. Puedo. Hacerlo.

Damián arrugó el ceño, dando un salto hacia él.

-¿Por qué? -inquirió en una posición que le decía que, si bien aún no estaba listo para pelear, lo estaría
si no le daba una buena explicación en ese momento.

-Porque no tengo medicina aquí, y los recursos del orfanato están congelados por las elecciones.

Incluso las donaciones de Empresas Wayne, todos los fondos fueron utilizados para reparar peligros
potenciales en las instalaciones, y para comprar comida...

-Pero...

-Justo ahora, tratar de controlar la fiebre es lo mejor que podemos hacer para evitar que convulsione,
al menos hasta la semana entrante cuando llegue la nueva tanda de víveres y...

-Pero, se va a morir -y esa frase, dicha en un tono sorpresivamente suave, bastó para cortar bastante
bien el discurso del padre por la mitad. Damián repitió: - Timothy va a morir si no lo curas ahora -
insistió.

Jason se quedó sin palabras.

Tim intervino.

-Oye, no digas eso -dijo y trató de aclararse la garganta para sonar lo mejor posible-. Ya sabes cómo
es: Llega el invierno, pesco una pulmonía y en primavera soy su saco de boxeo personal otra vez -sonrió,
y eso fue demasiado.

Jason sintió algo extraño en la boca de su estómago. Realmente, Tim no estaba consciente de lo cercana
que su recurrente enfermedad estaba de una pulmonía.

La madre Aurora colocó sus manos sobre los hombros de Damián en una especie de consuelo que a
Jason no se le pudo antojar más convaleciente. Ella también lo sabía.

-Timmy siempre mejora porque tú lo cuidas muy bien, Damián -le aseguró dulcemente-. Solo tienes
que hacer lo mismo este año y él estará mejor dentro de poco.

-Cuando llegue la primavera...

-Cuando llegue la primavera -ella asintió. Sus ojos pequeños viajaron para encontrarse con los del
padre, quién solo la miró preocupado ¿De verdad iban a prometerle eso al niño? -Tenemos que tener fe
-ella dijo más para el joven sacerdote y para ella, que para los chicos.

Jason asintió, pero no lo creía.

Y es que la fe como tal era una materia que nunca se le dio bien en el monasterio.

-Madre Aurora, por favor ayúdeme con la comida de los niños, yo voy a revisar a Tim para dar un
diagnóstico más completo -le pidió a la mujer.

Ella asintió. Le plantó un beso en la frente a Damián y se inclinó para darle a Timothy uno en la mejilla.

-Van a estar bien -dijo-. Ambos van a estar -prometió de nuevo y les regaló una sonrisa, antes de salir
de la habitación.

Jason esperó a que los pasos de la madre se alejaran, hizo el chequeó y, como temía, se percató de que
no, Tim no iba a estar bien.
El padre tomó aire sin observar a ninguno de los chicos realmente, su mano estaba en la espalda de
Timothy sintiendo cómo sus pulmones luchaban por inflarse una y otra vez. El viento helado golpeó la
ventana, casi burlándose de ello.

-Vamos a necesitar antibiótico y, quizás, una operación -anunció. Su tono era ligeramente diferente al
que los chicos estaban acostumbrados; más clínico, frío, impersonal. Más como el de un médico-.
Tenemos que ver cómo progresa la enfermedad en estos días.

-Pero... ¿Qué es lo que tiene? -Damián inquirió, apretando de manera inconsciente el borde del pijama
de Tim.

-Hay un virus creciendo en sus pulmones, ataca los bronquios y le dificulta la respiración -dijo y se giró
hacia el más joven entonces-. No vas a poder quedarte con él así -indicó y las palabras pesaron como
plomo en el pecho de Damián apenas ser dichas.

-¿A qué... a qué te refieres? -preguntó- Yo soy el que cuida de Tim, solo yo sé qué hacer cuando él está
enfermo.

-¿Es contagioso? -Tim intervino básicamente jalando las palabras fuera de su boca. Sus ojos claros
miraban con preocupación a Jason- ¿Es contagioso? -preguntó de nuevo con su voz temblando.

Jason asintió.

-Si es el virus que creo que es, sí. Mucho -Tim se apartó de Damián tanto como pudo de inmediato,
arrastrándose en las sábanas. Damián le miró confundido-. Claro que aun tendríamos que hacerte
análisis... maldita sea, estúpido presupuesto... -Jason farfulló.

-¡Eso a mí no me importa! -Damián exclamó, mirando alternativamente al padre y a su hermano, con
los ojos vidriosos- ¡Yo tengo buena salud! ¡Dile, Drake! ¡Dile a este pedazo de mequetreque que yo
tengo buena salud!

Tim miró a Damián con tristeza, luego, se dirigió hacia el padre.

-¿Puedes ver que ninguno se acerque a la habitación? -le pidió- A veces, se escabullen para traerme
comida.

Jason asintió.

-Claro.

-Drake...

-Dami, mi madre murió porque la contagié de neumonía, mi padre se suicidó tres meses después de
eso -dijo y tomó aire. Estaba tratando tan duro de respirar-. Tú... tú eres lo único que me queda. No
puedo perderte también... no puedo...

-Pero... pero, yo tengo buena salud, de verdad... usaré cubre boca... -Damián insistió.

¿Hace cuánto que conocía a Drake?

Siempre, se respondió. Él había estado ahí cuando Damián ingresó al orfanato. También estuvo ahí en su
primer cumpleaños como huérfano, con su cara de amargado y sombrero que lo hacía ver realmente
ridículo, mientras intentaba que los demás mocosos no arruinaran su pastel. De verdad, Damián y Tim...
ellos se conocían desde siempre.

-Voy a tratar de conseguir medicina lo antes posible -Jason trató de amenguar-. Tengo varios
contactos en el monasterio...

-Gracias -Tim asintió.

Jason trató de tomar a Damián de los hombros para guiarlo hacia la salida. Las pequeñas manos de
Damián trataron de aferrarse a la cama.

-No...

-Vamos -Jason apremió, ejerciendo un poco de fuerza en el agarre del menor, y Damián no tuvo más
que avanzar.

*

*

*
Lo siento.

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