24: Un día de Spa con harina
Maratón 3/3
Harry realmente se había lastimado la espalda luego de la caída que había recibido con Maddie en la pista de patinaje, fue por eso que dos días después retomó las citas que tenía planeadas con ella.
"Siento que esa caída nos haya atrasado, pero estoy seguro que este lugar te va a encantar". Aseguró el rizado mientras no apartaba la vista de la carretera. "A todas las mujeres les gusta".
Maddie dejó una emisora donde sonaba Closer de The Chainsmokers para luego prestarle atención a su acompañante.
"¿Es una tienda de chocolate?"
"No". Harry rió deteniéndose en un semáforo en rojo. Aprovechó la oportunidad para soltar su cabello que lo tenía amarrado con una goma. "¿Quieres jugar a adivinar? ¿De verdad?"
"Sorprendeme entonces".
Tres canciones y algunas malas notas después, ambos se bajaron del auto para entrar a lo que sería un...
"¿Spa?"
"No cualquier Spa". Afirmó Harry admirando las estructuras ecológicas del lugar, y es que la mayoría estaba hecho de ramas de bambú y barro. "Aquí te atenderán el cabello, te arreglarán las uñas y todo ese tipo de cosas que a ustedes las mujeres les gusta, yo por mi parte voy por un buen masaje". Estiró sus brazos hacia el cielo y movió su cuello intentando quitar el dolor que sentía. Había dormido mal. "¿Qué? ¿No dirás nada?"
La sonrisa franca que tenía el chico en su rostro le daba entender a Mad que él hablaba en serio, ¿qué chico acompañaba a una chica a un spa?
"¡Me encanta la idea!" Harry sonrió aun más comenzando a caminar hacia la entrada del local. "¿Cómo supiste de este lugar?"
"Hubo una temporada en la que Cole y yo fuimos recreadores para fiestas infantiles".
"¿Qué?" Maddie comenzó a reír de tan solo imaginarse a Harry, vestido de payaso y saltando para hacer reír a los niños. "No te creo".
"Pues créelo porque es verdad, y aunque te burles, nos pagaban bastante bien".
"¿Tenían que disfrazarse de payaso?"
"Dios no". Él rodó los ojos. "Nosotros éramos los encargados de hacer los juegos, de escoger la música y animar a los niños, no para aterrarlos con un horrible disfraz".
"Eso me suena a payasos". Harry le lanzó una mala mirada a lo que ella levantó sus manos en señal de rendición.
"De acuerdo, no eran payasos".
"El punto es que en una de las tantas fiestas a las que nos contrataron, se nos ocurrió jugar a la carrera de cabellos, adivina quiénes eran los caballos". Maddie soltó una carcajada. "Nuestra espalda dolió por días, casi no podíamos pararnos de nuestras camas, la madre de Cole nos agarró de las orejas y nos dijo que no inventáramos más". Harry se encogió de hombros. "Ese mismo día nos trajo a este spa e hicieron desaparecer nuestro dolor".
El rizado abrió la puerta permitiendo que Mad entrara primero, ella le agradeció con una sonrisa.
"Entonces... ¿qué quieres hacer primero?"
Maddie sonrió y, luego que Harry pagara por el full day, lo agarró de la mano y lo arrastró dentro de la peluquería.
(...)
"¡Aleja esas tijeras de mí!"
Mad mordía su labio para no soltar una sonora carcajada.
Desde que habían entrado, Maddie se había dado cuenta de la incomodidad de Harry porque todos los que atendían en la peluquería eran homosexuales. Ella decidió hacerse un tratamiento para su corto cabello mientras que a Harry lo intentaban persuadir para que lo dejaran cortarle el cabello.
"Solo serán las puntas". Dijo uno de ellos rociándolo con agua de una botella.
"Me gusta mi cabello largo". Gruñó Harry alejándose del hombre. Se acercó a donde estaba Maddie. "¿Falta mucho?"
"Harry, acabo de sentarme".
"Bien, me quedaré aquí sentado a esperarte, y luego iremos por unos merecidos masajes".
El rizado se sentó en un mueble donde podía observar lo que le hacían a Maddie en el cabello, y al pasar los minutos, terminó hablando con uno de los chicos que ahí trabajaba sobre carros, deportes y otras trivialidades que los chicos encontraban interesantes.
"Lista".
La castaña interrumpió su pequeña charla y Harry le sonrió levantándose de su asiento.
"Tu cabello brilla".
"Gracias por notarlo". Ella le guiñó en forma de broma a lo que el rizado rió.
Después de despedirse, salieron de la pequeña peluquería para dirigirse hacia el salón de masajes.
Ambos entraron y de inmediato les explicaron las instrucciones, les dieron unas batas y toallas y se dirigieron a unos baños individuales donde podrían dejar sus pertenecientes y colocarse lo que les habían entregado. Tanto a Harry como a Maddie le harían los masajes en el mismo cuarto ya que ellos querían conversar.
Maddie salió en bata con un bikini de tela blanca por debajo, mientras que Harry salió con una toalla amarrada a su cintura y con unos shorts debajo de esta.
"Tus tatuajes". Apuntó Maddie en cuanto estuvieron juntos señalando a su cuerpo en general.
"¿Por qué te llaman tanto la atención mis tatuajes?" Preguntó el ojiverde con curiosidad. Ella se encogió de hombros.
"Siempre me han gustado los tatuajes, pero la verdad es que nunca me haría alguno".
Mad se acercó más a él para admirar la tinta sobre su piel.
Ella siempre había pensado que el tatuarse implicaba casarse con un sentimiento, nunca te hacías un tatuaje porque sí, así estuvieses borracho, si elegiste un tatuaje fue por algo.
Un tatuaje era para toda la vida.
"Golondrinas". Susurró repasando las aves de su pecho con su dedo índice.
Un escalofríos recorrió la espalda de Harry.
"¿Qué significan?"
Él tomó la mano de Maddie sujetándola del lado derecho de su pecho.
"Una significa lealtad". Movió su mano hacia el lado izquierdo para dejarla justo sobre su corazón. "Y esta significa amor".
Embobada, pensó Maddie. Y es que esa era justo la palabra que la definía en esos momentos.
"¿Maddie?"
"¿Sí?" Él separó sus rosados labios para hablar.
"Buenas tardes, chicos". Entró una adorable señora haciendo que ellos se separaran rápidamente. "Perdón por la interrupción, pero es hora de su masaje".
El sonrojo en ambos fue inevitable y fue casi imposible calmar a sus alborotados corazones.
(...)
"Me siento revitalizada". Maddie soltó un suspiro estirando sus brazos. El ojiverde colocó uno de sus brazos sobre sus hombros.
"Te lo dije, incluso tengo sueño".
"¿Ya vamos a casa?" Preguntó levemente desilusionada.
Si debía ser sincera... quería seguir compartiendo el día con él.
"Aun nos falta una parada". Besó su cabello riendo. "Dime, ¿te gusta cocinar?"
Cuando Harry le dijo que hacía falta una parada y que si le gustaba cocinar, sinceramente no se imaginaba que la llevaría a un curso de cocina, es decir, él mismo sabía (por altercados pasados) que no era muy buena cocinando.
"Vamos a... ¿cocinar?"
"¡Vamos a preparar un delicioso pie de manzana!"
Harry le permitió la entrada de primero (como el tierno caballero que era) y en cuanto entró, el olor a deliciosos postres se filtró por sus fosas nasales.
"Harry, debo advertirte que no soy la mejor..."
"¡Styles!" Ambos dirigieron la mirada hacia el hombre que había llamado al ojiverde. El aludido sonrió al ver a su antiguo profesor.
"¡Dominique!" Se dieron un abrazo con una fuerte palmada en la espalda.
"Tenías tiempo que no venías por acá, ¿qué tal está ese rubio rebelde?"
"Ya sabes, cocinándole a las chicas para impresionar". Ambos soltaron una carcajada.
"Vienes a cocinar, ¿cierto?"
"Venimos". Se acercó a Mad colocando un brazo en su cintura acercándola a él. "Te presento a Maddie, chef".
"Un gusto, señorita".
"El gusto es mío". Ambos estrecharon manos.
"La clase está por empezar, será mejor que no perdamos tiempo".
Una gran sonrisa con hoyuelos se plantó en la cara de Harry.
"Estamos listos".
La competitividad entre las personas es clásica.
Cada persona quiere demostrar que es mejor que la otra en cualquier ámbito, por supuesto que en mayores proporciones si ese ámbito lo conoce a la perfección.
Harry era muy buen cocinero aun cuando quisiera negarlo.
Y Maddie... Maddie daba lo mejor que podía de sí misma.
"¿Le echaste suficiente leche?"
"Sí, Harry".
"¿Huevos, azúcar, harina?"
"Ya te dije que hice todo lo que el chef dijo". Respondió malhumorada viendo como su pie parecía comida de... cerdo. Y vaya que estaba ofendiendo a los cerdos y a su sustento.
"¿Y le echaste...?"
"¿Sabes qué? Estoy sintiendo como la magia de los masajes se va por el desagüe".
"No te desanimes". La alentó. "Estoy seguro que no sabe tan mal".
Luego de estar unos minutos observando el... pie de Maddie. El rizado decidió buscar un tenedor para probar un poco.
"Estoy segura que las rodajas de manzanas ayudaron". Él asintió intentando no ser pesimista e intentando darle una oportunidad a su criterio.
Pero la verdad era que Harry nunca había probado algo más asqueroso en su vida. Se le había pasado hasta lo que no se pasa.
"¿Y? ¿Qué tal sabe?" Los ojos ilusionados de su acompañante lo dejaron con la lengua paralizada.
¿Cómo decirle a una persona que su comida no es apta para ser ingerida sin herirla?
"Las manzanas están ricas".
El ceño de Mad se frunció para luego asentir lentamente.
"Te dije que era mala cocinando". Sus labios formaron un puchero colocando a Harry en alerta.
"Espera, ¿vas a llorar?"
"No voy a llorar"
"Anda, Maddie, no llores".
"¡Que no voy a llorar!"
Por supuesto que si iba a hacerlo.
"Pero tienes un puchero, y tus ojos están cristalizados y haces muecas muy raras y..."
"¡Harry!"
Descontrol, decepción e irritación hicieron que ella estrellara su mala imitación de pie de manzana en el pecho del rizado.
"No hiciste eso".
"Chicos, ¿todo en... orden?"
"No, chef". Susurró Harry sin apartar la vista de Mad. Agarró un puñado de harina y la tiró justo en su rostro. "Ahora sí". Admitió con una sonrisa.
La castaña abrió su boca asombrada por su atrevimiento y sin pensarlo dos veces reventó un huevo sobre el cabello rizado de su acompañante.
"¿Pero qué...?"
"¡Guerra!"
Ingredientes desperdiciados, algunos insultos de kinder y gritos por parte del chef después, ambos estaban sentados en la acera frente al auto de Harry.
"¿Por qué siempre terminamos sentados en la calle?"
La pregunta de Harry hizo que Maddie soltara una sonora carcajada para que luego él la acompañara.
"¿Nos comemos mi pie?" Ella ralentizó su risa para luego asentir. Harry sacó un tenedor que había guardado en su chaqueta antes que el chef los botara a ambos de su cocina y comenzaron a comer. "Si algún día nos casamos... Yo seré el que cocine, ¿de acuerdo?"
Una nueva risa brotó de la garganta de Mad, ella como pudo asintió.
"Completamente de acuerdo".
Ese par, era único.
*******
Holaaaaaaaaa
Espero estén bien, y disculpen por subir esta última parte del maratón tan tarde. Sé que soy una irresponsable, mentirosa, e ilusionadora...
En fiiin... No sé ustedes, pero yo ODIO que me tomen fotos, soy tipo así:
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