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15: Inocentes Galletas

Cuando Maddie abrió los ojos, inmediatamente se alarmó del lugar en donde estaba. 

"Oh por todos los dioses". Murmuró al sentir un fuerte dolor de cabeza expandiéndose. Se sentó en la cama desconocida acariciando su frente soltando un suspiro al ver que poseía su ropa puesta. "No creo haberme ido con un loco". Frunció el ceño recordando que una vez al estar ebria un hombre muy guapo intentó persuadirla para que se fuera con él... Maddie lo golpeó.

Digamos que la chica era de mano suelta.

Ladeó la cabeza al fijar su vista en la mesa de noche encontrándose con una pastilla y un vaso con un agua, una pequeña tarjeta se encontraba al lado de ambas y decía: 'bébeme'.  

"Muy al estilo de Alicia*". La castaña se tomó la medicina (luego de verificar que no fuera alguna droga rara) y pasó al baño que estaba en el cuarto para arreglarse antes de salir a enfrentarse con no sabía quien.

Harry se encontraba limpiando su apartamento cuando la 'loca de los locales' salió de su habitación un poco retraída, sin embargo, en cuanto posó sus ojos en él, pudo captar como exhalaba para luego abrir paso a las preguntas. 

"¿Qué hago aquí, eh?"

"La alarma de incendios se activó ayer y todo el mundo comenzó a correr, tu y tu amiguita estaban muy ebrias así que yo te traje aquí ya que obviamente no sé donde vives y Cole llevó a tu amiga a su casa". Había llamado al rubio más temprano y le había comentando que la chica había logrado darle la dirección de su casa, dejándola sana y salva en ésta. 

Maddie hizo una mueca asintiendo lentamente. 

"Gracias". Harry sonrió de lado mientras dejaba el paño húmedo que estaba usando sobre el mesón de su cocina.

"Si... ayer también me agradeciste". Informó. "Y vaya de qué forma". 

"¿Disculpa?" El rizado soltó una risita negando haciendo que sus rizos se movieran y Maddie los viera embobada. 

"Nada, nada, ¿tienes hambre?"

"Debería irme a mi casa".

"Deberías comer, ¿qué tal si te desmayas? Anda, preparé huevos con tocino".

"¿Por qué eres tan amable conmigo?" Harry se encogió de hombros sirviendo la comida.

"¿Por qué no serlo?" Ella frunció el ceño dudando en qué hacer. 

Pero ya que estaba ahí...

Maddie se acercó a la mesa y ambos comenzaron a hablar sobre temas banales mientras comían.

"No puedo creer que tu madre te haya hecho eso". Admitió el rizado sin parar de reír. 

"Digamos que tenía una obsesión por el color verde". 

Era absurda la comodidad que sentían ambos, ¿cómo era posible algo como aquello entre dos desconocidos? 

"Hice galletas". Dijo Harry saliendo de la cocina con un plato y con varias galletas en ella.

"Cocinas de todo, ¿verdad?" 

"Se me da cocinar". Rascó su nuca un poco avergonzado por su revelación y Maddie no pudo más que verlo con ternura. 

Agarró una y la probó. Verdaderamente estaban buenas. 

"Oye, en serio están muy buenas". Se comió la primera y fue por la segunda. "No hay muchos hombres que sepan cocinar así de bien, te doy puntos por eso". Ambos rieron. Maddie rascó su cuello mientras Harry le daba otra galleta y ambos comían la tercera. 

"¿Tu que tal eres cocinando?" 

"Un desastre". Confesó. "Me inclino más por hacer el desayuno y la cena, pero ¿el almuerzo y postres?" Bufó rascando su brazo. "Soy horrible para eso".

"Podría enseñarte". Tanto Harry como Maddie abrieron los ojos con sorpresa ante aquel raro ofrecimiento. "Es decir, si quieres, no sé... tal vez quisieras probar algo más que comida congelada".

"¿Insinúas que solo sé freír comida congelada?" 

"No, bueno... acabas de decir que no preparas el almuerzo, así que asumí que o compras comida congelada o seguramente te comes la comida que quemas". La castaña abrió la boca indignada. Rascó su mejilla mientras se paraba del sofá.

"¡Eres un idiota!" Gritó enojada. "Que no sea una experta de la cocina no significa que queme la comida, por cierto, los huevos tenían un cabello tuyo, considera cortártelo, Tarzán".  Esta vez fue el turno de Harry de abrir la boca, molesto. 

"¡No digas mentiras!" Reclamó colocándose a su altura. "Eres una tonta niña inmadura, solo hice un comentario". 

"¡No son mentiras!"

"¡Sí, si lo son!"

"¡No lo son!"

"¡Sí lo son, loca de los locales que no sé su nombre!" Exclamó "¡Y deja de rascarte!"

"¡Me rasco porque puedo, quiero, y porque me da la gana, y... y..." 

De repente, le costó respirar. 

"¿Loquita? ¿Estás bien?"

Maddie agarró su cuello con ambas manos, sentía su garganta arder. 

"No puedo... no puedo..."

"¿Qué? ¿Qué no puedes? ¿Eructar? ¿Gritar? ¿Escupirme al hablar?" La castaña agarró un mechón del cabello del chico y lo haló con fuerza. Harry soltó una queja de dolor. "De acuerdo, de acuerdo, ¿qué sucede?"

"Aire". El rizado alarmado comenzó a abanicarla con una revista.

"Mierda, necesitamos una clínica". 

"¿Qué tenían... las galletas?"

"Solo lo normal, harina, huevo, leche, canela, manzanas..."

"¡¿Canela?!" El grito, no tan grito, alarmó aun más a Harry. La cargó en brazos, tomó las llaves de su auto y abrió la puerta de su apartamento bajando las escaleras apurado.

"¿Eres alérgica a la canela? ¿Quién es alérgico a la canela?" Maddie lo fulminó con la mirada. "No sé tu nombre, ¿me dirás tu nombre? Ya que posiblemente mueras necesito saber tu nombre".

"¡Idiota!"

"Eso cariño, grita, grita todo lo que puedas, no vayas hacia la luz". La chica intentó no reírse, ya que realmente le ardía la garganta y sería peor ya que tendría menos chance de respirar. 

El chico de ojos claros era un manojo de nervios, pero se veía muy tierno.

"Mi nombre es Ma..." Y su voz se esfumó, el cuello y la garganta comenzaron a picarle más y sus ojos se aguaron. Hacía tiempo que no pasaba por una crisis como aquella. 

"¿Ma? ¿Es una clase de apodo?" Preguntó intentando distraerla abriendo la puerta del carro. "Tranquila, pronto te sentirás mejor".

(...)

"¿Familiar de la señorita Harrison?"

"Soy el esposo, digo novio". Mintió pensando que si decía que no eran ni amigos, no le diría nada sobre su estado.

El doctor lo miró unos segundos para luego asentir.

"No puede dejar que su novia ingiera tanta cantidad de canela, pudo haber sido peor, le administramos un antialérgico vía intravenosa y una crema para los rosetones, puede pasar a verla, iré a conversar con ustedes dentro de unos minutos". Harry asintió como loco para luego entrar a la sala de emergencias. 

La chica más linda que había visto estaba sentada sobre una camilla haciendo un puchero mirando el suelo.

"Lo siento". Al escuchar la voz del rizado, Maddie alzó la cabeza para mirarlo. "Si hubiese sabido que eras alérgica, no te hubiese dado las galletas, son tan inocentes como yo". 

Ella sonrió un poco negando lentamente.

"No te preocupes". Aseguró con voz ronca. "Lo peor ya pasó, sé que no tuviste la culpa". Harry suspiró a la vez que asentía y se sentó a su lado en la camilla. "¿Cuál es tu segundo nombre?"

Harry sonrió haciendo que sus hoyuelos se marcaran. 

"¿Por qué quieres saberlo?" 

"Quiero intentar adivinar tu primer nombre, ¿qué te parece?" Él rió en respuesta.

"Bien, será divertido..."Colocó una de sus manos sobre la rodilla de ella jugando con un pequeño hilo que salía de su jean. "Edward".

"Mi segundo nombre es Alison". Harry asintió. "¿Te llamas Nathan?"

"¿Nathan rima con Edward?"

"¿Eso es un sí?"

"Es un rotundo no". Se rieron con total libertad y comodidad. 

Maddie apoyó su cabeza sobre el hombro de Harry y ambos se quedaron así... en calma el uno con el otro. 

*****

Muy al estilo de Alicia: Hace referencia a la película Alicia en el País de las Maravillas cuando ella consigue el frasco con la tarjeta que dice 'bébeme'. 

¡BUENAS BUENASSS!

Actualice rápidooo

No tengo mucho para decir hoy más que espero y les haya gustado el capítulo bc yo lo amé.

¡MUCHOS BESOS OBESOS!♥

pao, xx.

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