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De artesanos, lanas y otras yerbas

   Buenas, acá estoy. Perdón por la tardanza, pero con Romynah anduvimos muy ocupadas tratando de recordar cómo había sido todo...

   ¿En dónde me quedé? Ah, sí, en que la gorda me cayó encima. Y nada de ofenderse porque le digo gorda, que ésta es del club G.A.P ya desde aquella época (G.A.P = Gorda Afloja con los Postres).

   En fin, me cayó encima y me dobló el tobillo, linda forma de hacer amigos. La pobre se deshacía en disculpas y yo no sabía cómo callarla. Cuando logré hablar le dije que la perdonaba si me explicaba cómo cuernos hizo para aparecer de la nada y caerme justo encima.

— Eso fue culpa de Candela, que no miró bien dónde abría el portal inter-Olimpo.

—¿El qué? ¿Qué yuyo raro te fumaste, nena?— Sinceramente no podía creer lo que me estaba diciendo.

—¡Ningún yuyo! ¡Que soy una de las diosas menores del Olimpo! por cierto, me llamo Romynah, con i griega y hache al final.

— Complicado el nombrecito ¿eh? Yo soy Naylén, solo i griega, voy sin hache. ¿Y qué se te dió por caerme encima? Digo, por venir a Argentina...

—No me lo vas a perdonar nunca ¿no? Me cansé del Olimpo. Mi viejo nunca tenía tiempo para mí así que decidí, como dicen acá, tomarme el palo y hacer la mía.

—¡Hablás tan igual a nosotros! ¿Es la primera vez que andás por acá?

—Sep, es la primera vez que me voy de casa, pero mi hermana Candela hace portales, y a veces los usábamos como ventanas para espiar a algunos de nuestros hermanos que están por acá... Y se me pegó la tonada ¿viste?

—¿¿Hay más de ustedes por acá??

—Y sí, si es re lindo por acá. El asunto es que necesito encontrarlos, los extraño mucho. ¿Te jode si te pido quedarme con vos hasta que encuentre a alguno de ellos?

—No, para nada, ayudame un poquito que todavía me duele el tobillo. Decime una cosa ¿vos no trajiste nada? Ropa, comida, un cepillo de dientes, un peine, ¿nada?

—La verdad que no, quise empezar de cero...

—Bué, no importa, después nos vamos a la feria a ver qué conseguimos

—¿Feria?

—A ver, ¿cómo te la explico? Gente que hace y vende cosas, algunos las hacen ellos mismos, y ponen unas mesitas con tolditos...

—¡¡Un ágora!!

—Ponele, pero acá no andan de vestidito y sandalias, acá hay que abrigarse... Vamos a casa.

   Nos tomamos un café y empezó a nevar. Romynah estaba maravillada, pero se estaba cagando de frío así que le busqué algo de ropa que era de mi mamá y por suerte le entró, sino se me iba a morir de hipotermia la olímpica ésta. La nevada duró unos cuantos días, pero en cuanto despejó nos fuimos a la feria.

   Ese día estaban todos, nunca la había visto tan llena. Los puesteros pregonaban sus productos, el olorcito a comida casera que había en el aire era glorioso y Romynah saltaba de un puesto al otro queriendo llevarse todo. Yo la tenía que estar frenando, casi arrastrando porque mucha plata no había, así que trataba de que avanzara, casi que la empujaba.

   En eso veo un puesto que me llamó la atención. Tenía un cartelito que decía: "Ilusiones"  Tejidos personalizados. Era la primera vez que este puesto armaba en esta feria, y con Romy nos picó la curiosidad. Había unos saquitos y sweaters preciosos, de un hilado muy fino pero parecía que abrigaban bien. Se sentían muy suaves al tacto y los colores eran divinos.

   Detrás de la mesita nos encontramos con una bonita pelicorta castaña, vestida con una blusa que dejaba ver sus hombros, repleta de collares, pulseras y aros largos y con una pollerita que parecía un top de tan corta. De piel blanca, pero con un extraño brillo dorado. Para mi gusto iba desabrigada, pero no parecía tener frío. Estaba tan concentrada en el tejido que  no se dió cuenta de que la mirábamos; o eso pensé porque sin levantar la vista nos dijo:

— Anda, mi niña, elige algo, que las loas no andan de humores pa' quien ve, toca y no compra TSK, TSK, TSK

   Romynah la miraba de arriba a abajo, hasta que le preguntó:

—¿Qué es ese aparato que estás usando?

—¿Qué aparato, nena? ¿No ves que está tejiendo?—le contesté riendo.

—¡Qué tejiendo ni qué nada! Tiene un aparato apoyado en las piernas, con una pantalla grande y está dale que dale al teclado, a ver, la pantalla dice Facebook ¿qué es eso?

   La vendedora se levantó de un salto, asustadísima

—¡¿Cómo es que puedes ver el laptop?!

—¿¿Tiene una compu?? —pregunté incrédula.

—¡Te dije que tenía un aparato!

— ¡Yo sigo viendo un pullover rojo y negro al crochet, Romynah!

—¿Romynah? ¿Minina?— Preguntó la vendedora.

—¿Minina? La única que me llamaba así era Lynnes... ¡Lynnes! ¡Ay! ¡Qué alegría encontrarte! Qué cambiada estás, te queda bárbaro. 

Y se abrazaron y saltaron tan fuerte que casi rompen el puesto.

— Naylén, esta es mi hermana Lynnes. Lynnes, ella es Naylén. Es la primera persona que conocí cuando caí acá.

—Caíste, literal. Un gusto Lynnes

—¡Encanta'  e' conocerte, niña! ¿Te ha dao' musho problema la pequeña?

— Nah, es re buena onda. Andábamos buscándole algo de ropa porque la bestia se vino con lo puesto desde el Olimpo.

—¡Me caigo y me levanto niña! ¿Le has plantao' cara a nuestro Padre?

—Fijate que sí, flor de bolonqui le armé, no sabés la cara que tenía

—Si Aimeé se entera...

—¡¿Aimeé también está acá??

— ¡Yo y mi boca! Sí, pero se ha mudao' pa' la montaña.

— ¿De acá también la exiliaron por rapidita?—se reía Romynah.

— No entiendo,¿de quien hablan?— pregunté mareada por la conversación de estas dos

— Otra hermana nuestra, Aimeé, que es irresistible, su poder radica en la seducción y encima le encanta ser así. La última vez que la exiliaron fue por fundar la zona roja de Amsterdam, imaginate.¿En serio la exiliaron, Lynnes?

— Quisiera negártelo, pero tú ya sabes...

— Vamos a visitarla,¡porfa! — rogaba Romynah.

—Espera un poco, que tengo que vender algo, hace falta dinero pa' sobrevivir aquí

— Yo te ayudo—dijo Romynah—. En seguida te traigo un par de clientes.

   Romynah aprovechó que venía un contingente de turistas brasileros y con solo tocarlos les hizo creer que estaba nevando fuerte, y que el único puesto que quedaba era el de Lynnes. Todos muertos de frío se acercaban y le iban pidiendo a Lynnes que un saquito, que un pullover, que un gorro y unos guantes... Y Lynnes, ni lerda ni perezosa les hablaba de lo hermoso que se les veían puestos, se los describía con lujo de detalles mientras se los acomodaba, eran unas creaciones preciosas. Cobraba y sonreía al mismo tiempo que alababa la belleza de sus tejidos; tejidos que ni bien los brazuca se subieron al micro desaparecieron, porque claro, Lynnes tejía ilusiones, de ahí el cartelito que me había llamado la atención. Romynah me explicó después lo que había pasado, porque al escuchar a Lynnes yo también había caído en el truco.

   En fin, juntamos todo y nos fuimos a la casa de Lynnes y cuando llegamos no lo podía creer ¡Era el hotel Llao-Llao!¡Y todo para ella!

—¿Cómo es que vivís acá?

—Una tiene sus recursos, niña, las loas han estado de mi lado.

—¿Qué son las loas?

—Uff, hasta que te explico, mejor te lees Fotos Olvidadas ¿No te parece?

—Pero...

—¡Calla! que se te acaban las tres páginas máximo del capítulo.

— Ok, Ok

   Dejamos las cosas y después de comer algo, mientras tomábamos un chocolate caliente Romynah no daba más de ansiedad, quería encontrar a Aimeé cuanto antes. Lynnes nos prestó abrigos y botas de montaña y partimos.

   Después de andar un rato largo llegamos al pie del cerro López, y empezamos a ver un resplandor azul que nos llamó mucho la atención. Nos fuimos acercando y grande fue nuestra sorpresa al encontrar un cartel con luces de neón que rezaba

                                     "Lechiguana's Cavern"

                            Arriba está lo bueno, papacitos.

— ¡Joder con esta Aimeé, no cambia más!

Bueno, espero que les haya gustado. Dedicado a Lynn por dejarme ponerla en la piel de Briggite por un rato jejeje

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