4. Ruminate
"Te diría que si,
Pero jamás preguntaste"
"Pensar en algo profundamente"
...
De, Hermione Granger.
"También me gusta Elena Poe, pero no lo habría plagiado."
Para, Ronald Weasley.
Ron miraba a Arcadia, quienes ambos estaban en las escaleras que se movían cuando se les pegaba la gana. Arcadia leía detalladamente la carta y sonrió al ver lo hermoso que es la letra de Granger.
— Claro, ahora ¿dime quien es Elena Poe y por que le copiaste? — preguntó Ron casi tirando humo por sus orejas. Arcadia rasco su nuca fastidiada de la presencia de Ron.
— No le copié a nadie. — respondió Arcadia leyenda una y otra vez la respuesta de Hermione.
Ron frunció su ceño y molesto soltó; — Si, busque el significado de "plagio".
— Tal vez me inspire en ella. — admitió Arcadia apoyando su quijada en su mano.
— ¡Estoy perdido! — exclamó Ron, y viendo como otros que pasaban cerca de ellos, la mayoría de Gryffindor, se les quedaban viendo y murmuraban cosas entre ellos. — ¡Ahora jamás se fijará en mi!
— Que poca autoestima. — murmuró Arcadia mientras doblaba la carta.
Ron la miraba con curiosidad, esperando ansioso escuchar lo que Arcadia quería aportar. Arcadia respiró hondo antes de comenzar, su mirada fría se planto en Ron y soltó el aire que retuvo en sus pulmones.
– Esta novia tuya... no pensé que fuera tan cerebrito. – murmuro Arcadia y rodó los ojos fastidiada. Ella se levanto – Escribiré otra carta, supongo que no me inspirare en Poe.
Arcadia caminaba con paso firme por los pasillos de la escuela, su expresión impasible y sus ojos fijos en el suelo. Sus manos escondidas en los bolsillos, no había rastro de emoción en su rostro, y su aura parecía envuelta en un manto de indiferencia. Era como si estuviera en un mundo aparte, ajena a todo lo que la rodeaba, pensando en qué escribir.
De repente, sin embargo, su pie tropezó con algo en el suelo y perdió el equilibrio, tambaleándose hacia adelante. Antes de que pudiera caer, una mano firme la sujetó por el brazo, deteniéndola en seco.
– ¡Cuidado! – exclamó una voz femenina, llena de preocupación. Sin embargo, no se fijo bien en quién la sujeto.
Arcadia levantó la mirada para encontrarse con los ojos de Artemisa, una compañera de clase que siempre parecía irradiar calidez y amabilidad. Y por supuesto la personas cual gusta de ella. Su rostro estaba lleno de preocupación genuina mientras sostenía a Arcadia para evitar que cayera.
– Gracias. – murmuró Arcadia, su tono de voz inexpresivo como antes nunca, se acomodo ahora parada y la miro de reojo.
Artemisa frunció el ceño ligeramente, notando la falta de emoción en la respuesta de Arcadia. – ¿Estás bien? Parecías un poco distraída.
Arcadia asintió, apartando la mirada y desviando el tema. – Estoy bien, solo fue un tropiezo tonto. Gracias por ayudarme.
Artemisa asintió con una sonrisa suave, aunque podía sentir la frialdad que emanaba de Arcadia. – De nada. Si necesitas algo, aquí estoy.
Con eso, Artemisa se alejó, dejando a Arcadia sola en el pasillo una vez más. A pesar del gesto amable de su compañera de clase, Arcadia no pudo evitar sentirse aún más confusa y desconectada del mundo que la rodeaba. Sus emociones permanecían ocultas bajo una máscara de indiferencia, y no parecía haber nada capaz de romper esa barrera.
– Maldita Scamander. – murmuro Arcadia mirando con frialdad a Artemisa cual se alejaba caminando con torpeza.
Ella siguió su camino hasta llegar frente a una puerta, según escuchó, había un nuevo profesor de DCAO.
— ¿Entrarás? — preguntó la voz de Hermione detrás de ella. Ella se volteó mirando a Hermione acomodar una parte de su cabello detrás de su oreja.
— Por supuesto. — murmuró Arcadia y abrió la puerta. No había nadie, solo varios pupitres. Arcadia se acercó y se sentó en los asiento de la primera fila.
Hermione la miraba detalladamente, mientras perseguía sus pasos, se sentó a un lado de la rubia. Ella sacó su pluma y pergamino preparándose para la clase.
— Y... — se iba a arrepentir por esto. — ¿Has hablado con Ron?
Hermione frunció el ceño y la miró, sus mejillas se tornaron de un color carmesí suave y bajo su mirada. — Bueno... algo así... solo me saludo de la mano.
— Wow... te saludo de la mano. — murmuró Arcadia sarcástica.
— Por cierto, te vi esta mañana con el en las escaleras con una carta. — informó Hermione mirando a la rubia. — Que creo pensar que es la carta que yo le envié...
— ¡Oh, eso! — y Arcadia y rio nerviosamente sin saber que decir. — Si... no era la carta que tú le enviaste... no para nada...
— Hola chicas. — saludo Ron llegando junto a Harry.
— ¿De qué hablaban ustedes dos esta mañana en las escaleras? — preguntó Hermione, sin haber sido informada por Arcadia.
— ¡Discutíamos sobre su horario!
— ¡Planificamos una cita!
Hermione alzo su ceja mirando a ambos, sin saber a quién creerle. Arcadia miró disgustada a Ron y se limitó a asentir.
— Si... íbamos a... salir... — murmuró Arcadia y bajo su mirada asqueada.
Hermione flaqueó por un segundo, sus ojos de movieron de Arcadia a Ron y de Ron a Arcadia. La Ravenclaw casi deseó tener la torre de astronomía al frente suyo.
Vio a Hermione asentir algo deprimida.
— ¡Recibí tu carta! — soltó Ron de la nada, muy alto para el gusto de ambas.
Arcadia lo miró como si fuera el mayor estúpido detectado en toda la maldita historia. El chico trago fuerte y Hermione alzo sus cejas.
— Perdón, creo que fue muy alto. — dijo Ron ahora rojo de la vergüenza. — Y-Yo recibí tu carta.
— Lo sé, me lo acabas de decir. — dijo Hermione riendo suavemente.
Arcadia rodó sus ojos algo desinteresada sobre la plática de ambos. Ella se sentó en su lugar que con vergüenza tendría que compartir con Hermione.
Ojo loco sentó en el salón, y todos le miraron de reojo sin atreverse a verle. — Guarden sus libros. Alastor Moody, Ex cazador ministro inconforme y su nuevo maestro de Defensa contra las Artes Oscuras. Vine porque Dumbledore me lo pidió, Fin de la historia. Adiós, no más preguntas.
— Cuán amigable. — murmuró Arcadia con su mirada baja en sus manos, y recibiendo una mirada inconfundible de Hermione.
— ¿Alguna pregunta? — con el tono que estaba utilizando, nadie se atrevió a confrontarlo o siquiera preguntarle algo. — Bien. Cuando se trata de artes oscuras aplico el método práctico. ¿Alguien puede decirme cuantos maleficios imperdonables hay?
La mano de Hermione voló tan rápido en los aires, que chocó fuertemente con el rostro de la chica. Arcadia soltó un quejido casi queriendo mentarle la madre a Hermione, pero se contuvo.
La mayoría en la clase, por no decir todos, no se sorprendieron al ver que Hermione alzo su mano como la lista de la clase.
— Tres, Señor. — contestó Hermione cuando recibió una mirada casi disgustada del profesor Moody.
— ¿Por qué se llaman así?
— Y yo pensé que era de Ravenclaw... — murmuró Arcadia casándose al instante cuando casi toda la clase volteó a mirarla.
— ¿Dijo algo, señorita Delaney? — preguntó el profesor dejando la tiza blanca a un lado, junto sus manos y miró con burla a Arcadia.
— Solo respondía su pregunta. — comentó Arcadia dándole una falsa sonrisa al señor Moody.
— ¿Y bien...?
— Se les llaman "imperdonables" por qué si algún mago las usara...
— Se ganaría un boleto directo a Azkaban, correcto. — terminó el maestro por ella. Arcadia selló sus labios en una línea recta y se mantuvo callada. El maestro pareció recorrer el salón, su ojo se movió tan rápido como lo hace una mosca. — iEl ministerio dice que son muy jóvenes para saber sus efectos, pero yo digo lo contrario! ¡Necesitan saber a que se enfrentan! ¡Y creo que necesita otro lugar para poner su goma de mascar señor Finnegan!
— Vaya, creo que ese loco puede ver de espaldas... — murmuró Seamus, un chico de Gryffindor a la cual Arcadia conocía por qué una vez hicieron un trabajo de posiciones juntos y ella casi lo mata por hacerla explotar.
— ¡Y escuchar todo lo que dicen! — exclamó el profesor lanzándole un borrador a Finnegan.
— ¿Por cual comenzamos? ¡Tu, Weasley! — el pelirrojo se encogió de hombros en su asiento acobardado al escuchar su apellido.
— ¿Si? — murmuró el chico encogiéndose cada vez más en su asiento, y Arcadia tuvo que tragarse la carcajada que quería soltar.
— ¡De pie, ahora! — Ron le hizo caso de inmediato, temblando como un animal recién mojado. — Menciona un maleficio.
— Mi...mi padre me había mencionado uno... el maleficio Imperius. — respondió Ronald con los nervios de punta. Arcadia sintió la mirada nerviosa del chico sobre ella y Arcadia solo levantó su pulgar apoyando al chico.
— Si. Tu padre lo conoce muy bien... hace año tuvo problemas en el ministro a causa del maleficio. Tal vez esto demuestre por qué. — Ojo loco se acercó a su escritorio y sacó un frasco con una araña adentro. — Engorgio. — la araña se hizo algo más grande y varios estuvieron atemorizados. — Imperio.
La araña se empezó a mover al paso que la varita de ojo loco, era obvio que estaba siendo controlada. Movió la araña por todo el salón, saltando por mesas y cuando estuvo a un lado de Arcadia, ella tuvo las agallas de acariciar su ahora no tan pequeña cabeza. La araña volvió a saltar y cayó en el rostro de Ron, con Draco y Medora riendo desde atrás. Pero ambos se alteraron cuando la araña quedó cerca de ambos y comenzaron a gritar.
Lonan Ross era uno de los mas tranquilos, la capucha de su capa estaba sobre su cabeza y su mentón apoyado en la palma de su mano y casi apunto de caer dormido.
– Que clase mas aburrida. – murmuro Ross con los ojos cerrados, y junto a el Artemisa quien lo miro con una sonrisa ladina.
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