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𝟬𝟭𝟬 mother's daughter


capítulo diez
hija de mi madre

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      Cuando pierdes a alguien, esa persona no se va realmente. Sus fragmentos quedan atrás, derramados a tu alrededor como nieve fresca. Su canción favorita suena en la radio y lo recuerdas. Accidentalmente encuentras una de sus prendas de ropa y lo ves usándola. Aún puedes sentirlo. A veces puedes escuchar su voz o su risa. Recuerdas la vida que compartió contigo – su historia. Izzy Windsor recordaba pedazos y piezas de su madre. A veces, los recuerdos le traían felicidad como un golpe de aire fresco, pero la mayoría del tiempo traían dolor.

      No podía recordar la primera ves que miró un artículo de ropa que solía pertenecer a su madre, con solo pudiendo sentir un dolor cortante en su pecho. Solo pasó un día. Tal vez era por eso que quería librarse de toda la ropa que una vez le había pertenecido a Julia Windsor... y aún no podía convencerse a hacerlo. Se sentía culpable al entregar piezas de su madre. Como si fuera a dar mucho, y entonces se olvidaría de ella por completo. E Izzy no quería olvidar a su madre, solo deseaba poder recordarla sin sentir dolor.

      A veces Izzy olvidaba lo que había sucedido y se entumecía. Estar atontada era peor que sufrir dolor. Pero entonces, la golpearía. Un segundo, su madre era un pensamiento en el fondo de su mente, entonces Izzy recordaba entrar al hospital y correr hasta la sala de trauma. Recordaba pelear contra los doctores para llegar a su mamá, y recordaba el arrepentimiento que embargó sus sentidos cuando vio toda la sangre. Y entonces, entonces sentiría el dolor que venía con todos esos recuerdos. La consumía. Izzy se preguntó si la tragaría entera.

      Fue recordada de aquella sensación en la mañana cuando pasó caminando frente al espejo en su habitación y vio de reojo el rostro de su madre. Todo se derrumbó en cuestión de un par de segundos, y no podía creer que casi lo había olvidado. Se sentía atrapada al observar su reflejo en el espejo y vio el cadáver mirándola de vuelta.

      Era el aniversario de la muerte de Julia Windsor. Un año atrás, Julia había muerto; había estirado la pata; había saldado su deuda... cómo sea... ella murió. E Izzy casi lo había olvidado. Recordó los días posteriores, pero no hoy. Mierda. Se sentía mal del estómago.

      Izzy pestañeó a su reflejo y desvió su mirada hacia su atuendo. Llevaba un vestido de verano celeste con un corte bajo. Era de su madre. También había olvidado eso, hasta que se vio a sí misma usándolo. Pero no le quedaba igual. Sino, que el vestido se tragaba a Izzy por completo y la hacía lucir como si tuviera que crecer dentro de el. Casi era como si Izzy nunca podría llenar el vestido. Nunca luciría tan linda como su madre lo hacía cuando solía usarlo en los viajes a sus restaurantes favoritos. Porque, honestamente, Izzy nunca sería su madre.

      Una parte de ella no quería ser la rubia fallecida. Era la parte de ella que quería escapar a Venecia y pintar hasta que sus huesos se convirtieran en polvo. Era la parte que escondía de su padre; la parte que quería mantener en secreto pero también deseaba liberar. Pero siempre había una parte de ella que sentiría la necesidad de llenar los zapatos de Julia. Odiaba ese lado de ella, pero no podía evitarlo. Había sido integrado en ella. Suponía que siempre estaría persiguiendo la imagen de perfección que había ligado al recuerdo de su madre.

      Era la hija de su madre después de todo. Suponía que la gente solo esperaba que actuara como Julia. Prácticamente era una copia de carbón de ella, de todas formas. Izzy suponía que también lo veía. Suponía que, cuando sonreía, cuando realmente sonreía, se parecía a su madre un poco demasiado. Pero siempre notaba las diferencias que todos a su alrededor ignoraban.

      Si miras de cerca, verías que Izzy no era su madre. Su piel era más pálida y era propensa al acné. Sus mejillas tenían marcas de acné y un par de granos que ella desesperadamente intentaba ocultar con maquillaje. Sus ojos eran un verde apagado en lugar de un esmeralda vibrante, y tenía círculos oscuros debajo de sus ojos para recalcar la diferencia. A una parte de ella le gustaba esas diferencias. Era por qué fue tan lejos a teñirse el pelo en un tono blancuzco en lugar de tener el rubio miel con el que había nacido. También se había operado la nariz y los labios. Así que, en realidad, si prestabas atención, Izzy no lucía en lo absoluto como Julia. Pero a nadie le importaba lo suficiente como para enfocarse en los detalles; solo veían a Julia en Izzy.

      En completa verdad... sin importar lo que Izzy hiciera o cuántas veces hiciera una escena, el mundo la miraría una vez y decidiría que era la hija de Julia – la hija de su madre.

      Izzy liberó un suspiro con aquellos pensamientos aún en su mente. Se sentía más pesada ahora. Se preguntó si el peso empujando sus hombros la hundirían en el suelo. Entonces, realmente sería la hija de su madre... siendo comida por gusanos y todo. Pero Izzy no se hundió; no se convirtió en el cadáver al que se parecía. En su lugar, permaneció sobre la tierra, y fue forzada a observar su reflejo. Se sentía atrapada.

      Su teléfono vibró sobre la mesa, apartándola de sus pensamientos. Pestañeó rápidamente, entonces soltó un suspiro pequeño antes de acercarse y tomar su celular. Era un mensaje de su papá, e Izzy se encontró queriendo arrojar su teléfono al otro lado de la habitación. Pero no lo hizo, por el contrario, lo desbloqueó y seleccionó el mensaje para leerlo.


Papá: Isadora, Rose me informó que intentaste despedir a uno de nuestros guardias de seguridad por un chico. Esto es extremadamente inapropiado, especialmente cuando aparentemente este chico es el mismo que llevó el arma en esa desgraciada fiesta. No estoy complacido contigo, y espero que te disculpes con los Camerons por avergonzarnos a todos con tu comportamiento. Hazlo mejor.


      Izzy resopló al mensaje. Eso era todo. ¿Estás bromeando? Era el aniversario por la muerte de su madre, y todo lo que su padre podía decir es "hazlo mejor". ¿Qué mierda? Izzy quería llamarlo y mandarlo a la mierda. Desearía poder sacarlo de su mente, pero él siempre estaba allí. Su voz siempre la atormentaba, y probaba que era una perdedora. No era la hija de su madre a los ojos de él. Solo era una niña que estaba relacionada con él por sangre.

      Y claro, la sangre es más pesada que el agua, pero la sangre no significaba nada para William Windsor. De lo contrario, Izzy solo era su peón. No significaba nada para él. Sus mensajes solo amplificaban el hecho.

      Y como si eso no fuera suficiente, la voz de su padre resonaban en su cabeza, repitiendo las palabras "házlo mejor" como un mantra. Entonces habían más voces. Escuchaba todo lo que la gente había dicho alguna vez en relación a su madre. Casi como si fuera una broma de mal gusto, escuchó cada vez que su padre le dijo lo decepcionada que estaría Julia si estuviera viva. Escuchó cada vez que alguien la llamó Julia por error, o mencionó lo mucho que lucía como ella. Lo escuchó todo, y la consumió. Quería gritar. Quería olvidar. Oh, Dios, solo quería olvidar todo por un minuto. Un minuto de felicidad ignorante era todo lo que quería.

      Pero, entonces, escuchó la voz de Julia... y fue recordada de un recuerdo en específico que creyó haber enterrado junto con el cadáver de su madre.



      Detrás de las puertas cerradas de la residencia Windsor, la Izzy Windsor de catorce años marchó sobre sus puntas de pies hasta la habitación de su madre con un esmalte de uñas en su mano. Su padre había llegado temprano del trabajo esa noche, y había peleado con su madre. Hubo gritos, y algunos platos fueron arrojados. Julia se había retirado a su cuarto un par de minutos atrás mientras William se subió a su auto y se fue por esa noche. Aclamó que iba a dormir en un hotel, y entonces se fue. Era una ocurrencia común. Pero Izzy ya era mayor. Sabía que el amor no existía. Y sabía que su padre no iba a un hotel.

      Así que, Izzy empujó sus propios sentimientos y forzó una sonrisa para su madre. Ya era una rutina ahora. Izzy lo había estado haciendo por dos años. Sabía cuándo su mamá la necesitaba. Y adivinó que necesitaba ser animada, y el esmalte de uñas siempre era la respuesta. Tal vez verían un par de películas mientras se pintaban las uñas. Pero cuando Izzy abrió la puerta de la habitación de su madre, descubrió que ésta ocasión era distinta.

      Su madre no estaba recostada sobre su cama y mirando el techo, roja de la ira. Reposaba sobre su costado, con los ojos cerrados mientras lloraba contra sus manos. Era una visión horrible para su hija, pero Izzy ya estaba acostumbrada. Debía estarlo. Una parte de ella estaba enojada porque debía reconfortar a su madre y lidiar con todo sola. Pero no podía pensar así. No dejaría que su mamá se sintiera peor. Estaba claro que Julia ya se culpaba a sí misma por todo lo sucedido... se lo había dicho un par de veces a Izzy antes.

      Izzy liberó un suspiro y colocó el esmalte de uñas sobre el cambiador antes de gatear sobre la cama y acostarse al lado de su mamá para que pudieran mirarse a la cara. Presionó su frente contra la de su madre y tomó su mano, apretándola. Sus ojos se cerraron y exhaló a través de su nariz, dejando que el silencio los consumiera.

      A veces (más seguido que no) era lo que pasaba cada vez que sus padres peleaban. Su madre descubriría algo nuevo sobre los escándalos de William siendo infiel, y ella lo cuestionaría al respecto. William, por supuesto, no admitiría nada y, en su lugar, le gritaría y aclamaría que estaba arruinando su vida. Entonces se separaron e Izzy iris a buscar a su madre. Izzy solía contarle a su mamá qué había hecho en el día para distraerla, pero últimamente, hablar era demasiado difícil. Así que, recientemente, solo descansaban juntas hasta caer dormidas para dejar que la mañana siguiente las alcanzara.

      Era una rutina. Izzy debería estar acostumbrada. Y lo estaba. Pero seguía doliendo, y seguía enojada... con todo.

      Izzy estaba tan enojado que no sintió el apretón de su madre para captar su atención. No se percató que su mamá la necesitaba hasta que escuchó su voz.

      —Izzy, necesito que me prometas algo —dijo su madre suavemente, su voz apenas un susurro.

      Izzy abrió los ojos, entonces movió su cabeza y asintió—. Bueno —murmuró, intentando evitar que su enfado plagara su voz. Para distraerse, enfocó su visión en las lágrimas que manchaban las mejillas de su madre. Su corazón apretó en su pecho, y estiró su mano para limpiar las lágrimas saladas del rostro de su madre.

      Una pequeña sonrisa débil se levantó en el rostro de Julia. Rodeó con su mano la de Izzy, y la sostuvo contra su mejilla. Lágrimas comenzaron a picar en sus ojos al exhalar suavemente, su labio inferior temblando—. La gente va a decirte quién tienes que ser toda tu vida. Intentarán convertirte en alguien que no reconozcas... y vas a odiarte cuando te des cuenta —susurró mientras buscaba los ojos de su hija—. Así que necesito que me prometas que serás tú misma. Necesito que seas mejor que toda esta gente. Necesito que seas mejor que yo.

      Izzy frunció el ceño. No entendía. Su madre era fuerte. Era valiente y hermosa, y la mejor persona que conocía. Izzy solo podía esperar ser la mitad de la mujer que ella era—. Pero quiero ser como tú —murmuró ella, su voz débil ahora.

      Las lágrimas nublaban los ojos de Julia—. Y necesito que lo hagas mejor.

      Izzy sintió sus ojos llenarse de lágrimas, pero no dejaría que caigan. Su madre estaba lidiando con suficiente; no necesitaba la mierda de Izzy. Así que tragó sus sentimientos y suspiró—. ¿Eso enorgullecerá a ti y... a papá? —cuestionó. No quería que le importe lo que su padre pensaba, pero le importaba.

      El ceño de Julia se frunció. Llevó una mano al rostro de su hija y acarició su mejilla—. A la mierda con lo que tu padre piense —murmuró, su voz dura—. Sin importar lo que hagas, siempre estaré orgullosa de ti. Siempre. Pero... necesito queestés orgullosa de ti.

      En ese par de segundos, Izzy intentó integrar las palabras de su madre en su cerebro, pero no podía librarse de la necesidad de ser suficiente para su padre. Lo intentó. Créele que lo intentó, pero no pudo. Pero su madre no necesitaba saberlo. Por lo que Izzy forzó una pequeña sonrisa y asintió—. Está bien... lo prometo —balbuceó.

      Julia sonrió débilmente—. Ven aquí —dijo, acercando a Izzy a ella y rodeándola con sus brazos. Izzy envolvió a su madre con sus brazos y enterró su rostro en el hombro de Julia. Julia peinó el cabello rubio de su hija con sus dedos, entonces presionó su mejilla contra el costado de su cabeza—. Eres lo mejor que he hecho, ¿sabes?

      Una lágrima se deslizó por la mejilla de Izzy, y esperó que su madre no la notara. Necesitaba estar bien. Simplemente debía estarlo. Así que, fue entonces que Izzy decidió, con solo catorce años, que nunca dejaría a nadie verla llorar. Su madre necesitaba que fuera fuerte; necesitaba que ella fuera mejor que ella. Izzy Windsor necesitaba ser perfecta, sin importar cuánto dolor le trajera.



      Izzy pestañeó para traerse de vuelta a la realidad, solo para encontrarse observando el reflejo de un cadáver. Apretó la mandíbula y apagó el teléfono, arrojándolo a la cama. No quería más mensajes. No podía soportarlos. Sino que se olvidó por completo de las redes sociales y toda esa mierda, y volvía a mirar el espejo. Mientras observaba su reflejo, no vio las diferencias, solo vio a su madre. Y entonces vio las estrellas manchando sus mejillas. Estaba llorando, y se odiaba por eso.

      Las chicas bonitas no lloran, Izzy intentó recordarse, pero justo ahora, no se sentía como una chica bonita.


──────────────


      Izzy no tenía idea cómo se había encontrado en su auto estacionado en la calle donde su madre había encontrado su final exactamente un año atrás. El techo de su convertible estaba bajo, así que era fácil mirar las luces, pero eso no importaba. No se suponía que estuviera allí en primer lugar. Ese era el verdadero problema. Debería estar visitando la tumba de su madre, o hacer cualquier otra cosa que no fuera intentar matarse, pero no. Fue detenida justo frente al semáforo que su madre se había pasado y, entonces, fue atropellada por alguien que justo estaba tomando. Una serie de eventos desafortunados, si le preguntabas a Izzy. Era una mierda. Izzy se sentía como una mierda.

      Solo quería que esta sensación pesada se fuera a la mierda. Solo quería que el mundo se detuviera por solo un minuto, para que pudiera recuperar su respiración. Pero no lo hizo. Seguía pasando a su alrededor en un borrón como un chiste asqueroso. Solo le hizo darse cuenta que éste era su infierno. Sabía que se lo merecía. Fue su llamada la que provocó la muerte de su madre. Era su culpa. Se merecía este dolor, pero seguía siendo una mierda.

      Mierda. Sentía lástima por sí misma otra vez. No quería hacer eso, no cuando era su culpa. Ella era la fuente de todos sus problemas. No podía sentir pena por sí misma. No era correcto.

      Izzy sacudió su cabeza y desvió su mirada por un segundo. Pero a medida que sus ojos se movían, notó algo en el asiento trasero a través del espejo retrovisor. Miró por sobre su hombro y vio los pompones azules y blancos de cuando era una porrista, y de repente sentía que se estaba hundiendo. Era casi como si alguien los hubiera puesto ahí para torturarla; para recordarle que su madre estaba en camino a recogerla de una práctica de porrista cuando pasó.

      Había solo una cosa que Izzy sentía mientras observaba los pompones – ira. Quería quemarlos. Quería quemar todo lo que la relacionara con su vieja vida. Y los observaría convertirse en cenizas con una sonrisa en su rostro. Solo le recordaban de sus fracasos, y le decían que ella no pertenecía entre el resto de las porristas. Odiaba lo que representaban. Tal vez quemarlos la ayudaría a olvidar en qué se había convertido. Tal vez si giraba el auto y volvía a casa para quemarlos, entonces la sensación de estar hundiéndose evadiría su vida. Tal vez sería libre de toda esta mierda.

      Pero no avanzó para irse.

      Izzy no giró los neumáticos para volver a casa, ni manejó lentamente a través de la luz verde sin causar una escena. En su lugar, su mirada volvió al semáforo. Se percató que había perdido la primer luz roja, y tendría que esperar a la siguiente. Eso la molestó. Solo quería terminar con todo. Tal vez no necesitaba ser libre. Tal vez esto era suficiente. Estaría bien con solo suficiente.

      El hundimiento en su pecho solo se intensificó ante sus idea. Preparó su pie sobre el acelerador, y observó la luz verde. Habían más semáforos a continuación en la calle, pero a Izzy no le importaban. Éste semáforo era el que su madre se había pasado. Probablemente era lo último que su madre había visto antes de dar su última respiración.

      La luz brilló amarilla, y todo lo que Izzy sintió fue el fuego en sus venas. La consumía tanto, el humo salía por sus orejas y no podía escuchar los pasos apurados que se le acercaban. Pero escuchó a alguien gritar para que parara, causando que su atención cambiara para ver a JJ Maybank corriendo hacia ella.

      JJ la alcanzó a tiempo, y golpeó sus manos contra la ventanilla del copiloto. Atrapó su atención, y la observó con el ceño fruncido—. ¿Por qué haces esto? —cuestionó él mientras buscaba en sus ojos una respuesta.

      Izzy solo apretó la mandíbula y desvió su mirada de vuelta hacia la luz amarilla. Cambiaría en cualquier segundo.

      —¿En serio? —resopló JJ—. Creí que éramos... —se interrumpió a sí misma y exhaló por la nariz. Miró cortamente la luz amarilla del semáforo antes de murmurar una maldición bajo su respiración, y abrió la puerta del pasajero, deslizándose adentro y cerrando la puerta detrás de él.

      La rama de púas alrededor del corazón de Izzy se ajustó y su pulso se aceleró—. Si fuera tú, saldría de aquí ahora —murmuró.

      JJ sacudió su cabeza—. No hasta que me digas qué está pasando.

      —No quieres morir, JJ —escupió Izzy mientras apretaba su agarre sobre el volante, sus nudillos volviéndose blancos.

      JJ exhaló por la nariz—. Tú tampoco.

      Entonces, la luz cambió a rojo.

      La chica Windsor inhaló cortamente y empujó su pie contra el acelerador. Los neumáticos chillaron contra el asfalto al acelerar, pasando luz roja tras luz roja. Podía escuchar a JJ diciéndole que se detuviera, pero no podía pisar los frenos. Solamente siguió. El viento pasó entre su cabello, y sintió que estaba dirigiéndose a su muerte. Su ritmo cardíaco se aceleró ante la idea cuando alguien tocó la bocina y la esquivó. Entonces, ella vio la última luz roja de la calle y contuvo la respiración al pasarla. Rápidamente pisó los frenos, causando que fuera impulsada hacia delante y que soltara el aire atrapado en sus pulmones. Parpadeó un par de veces antes de percatarse que seguía viva, y entonces estacionó a un lado de la calle.

      A su lado, JJ exhaló cortamente—. Iz...

      Izzy no lo miró. No sabía si podía. En su lugar, se quedó sentada en su lugar, intentando pelear contra las lágrimas que picaban sus ojos. No llevaba maquillaje, así que esperaba que él no pudiera ver a través de ella—. Hoy murió un año atrás —murmuró incluso antes que supiera lo que estaba diciendo.

      —¿Tu mamá? —preguntó JJ tranquilamente.

      Izzy asintió un par de veces, entonces apretó sus ojos cerrados para que ninguna lágrima se deslizara por sus mejillas. Inhaló cortamente y se dejó soltarse por solo un momento—. Estaba en camino a buscarme más temprano de la práctica porque fui una perra demasiado sensible como para solo soportarlo... y le dije que se apurara. Así que, lo hizo —explicó. No sabía por qué le estaba diciendo esto, pero tampoco paró—. Se pasó una luz roja y todo terminó para ella. Fue solo un maldita semáforo. Yo me los paso todo el tiempo, y nunca pasa nada. No es justo.

      JJ observó el perfil de su rostro, estudiando sus facciones—. No, no lo es —balbuceó, su voz suave.

      Hubo silencio por un segundo, e Izzy sintió que la estaba consumiendo por completo. Lo odiaba—. Puedes bajarte ahora —murmuró, rompiendo el silencio. Sus ojos se abrieron y se forzó a mirar a JJ a los ojos. Era más difícil alejarlo cuando la estaba mirando así—. Lo soportaré. Está bien. No soy suicida ni nada. Lo juro.

      JJ buscó sus ojos por un momento, pero antes que el silencio los envolviera en su agarre frío, él negó—. No.

      Izzy frunció el ceño—. ¿No?

      —No me voy a bajar —dijo JJ firmemente.

      —Eres un estúpido —resopló Izzy. Giró su cabeza para enfocarse en la calle frente a ella. Simplemente no podía mirarlo. Sentía que él podía mirar a través de ella, y odiaba eso.

      Un minuto pasó antes que JJ volviera a hablar—. ¿Quieres decirme por qué la llamaste? —inquirió, sonando incómodo. Era claro que no tenía idea de qué hacer en situaciones como en la que encontraba.

      —. No —soltó Izzy rápidamente, y cruzó sus brazos por sobre su pecho. Pero entonces, las palabras parecieron brotar en su garganta, atentando con verter todos sus secretos. No sabía por qué se sentía de esa forma. No estaba segura si quería saberlo, pero igualmente abrió la boca y, entonces, las palabras cayeron—. Me peleé con Sarah. Dijo que la estaba sofocando con todos mis problemas. No la culpo. Yo hubiera hecho lo mismo. Pero me molestó, y no quería llorar frente a todo el equipo de porristas, así que llamé a mi mamá —pausó y se dejó hundir en sus pensamientos.

      Recordaba el día claramente. Estaba tatuado en su mente, aterrorizándola cada hora. A veces se preguntaba qué pasaría si ella seguía el mismo camino que su madre y tenía hijos con un hombre que no la amaba de verdad. Se preguntaba si a aquellos niños les importaría si ella moría en un accidente trágico. Se pregunta cómo se sentirían. ¿Se sentirían tan mal como ella? No lo sabía. No sabía si quería averiguarlo. Pero sí sabía que algunas mujeres no estaban hechas para ser madres. Y algunas mujeres no estaban hechas para ser hijas. Izzy estaba segura que ella no estaba hecha para ser ninguna. Ya no era una hija. No le pertenecía a nadie. Solo era un alma solitaria, atravesando la vida sola. Y estaba decidida a nunca convertirse en madre. O les daría una vida sin amor, o los haría pasar por la misma mierda que ella estaba pasando.

      Porque, el asunto era que: Izzy Windsor no estaba destinada a ser una hija ni una madre. Algunas personas estaban mejor solas, y ella era una de ellas. Estaba segura de eso. La muerte de su madre solo se lo recordaba.

      Izzy se encontraba peleando contra sus sentimientos e intentando alejar sus pensamientos. Su corazón apretaba contra su pecho, y sus ojos dolían con lágrimas, pero aún no las dejó caer. Pero por alguna razón desconocida para ella, continuó—. Ella dijo que estaba ocupada pero yo, obviamente, no la escuché. Le dije mucha mierda horrible. Le dije que era su culpa porque fuera así. Dije debería haberse divorciado, en lugar de intentar salvar algo que ya estaba roto desde el principio... entonces no estaría tan jodida. Le dije que yo no le importaba, y era por eso que no iba a ir a buscarme —escupió, su voz temblando.

      JJ se removió en su asiento—. Izzy, no sabías que ella iba a--.

      Izzy negó, interrumpiéndolo—. Esa ni siquiera es la parte que está jodida —murmuró—. Cuando murió, hubo un segundo en que estuve aliviada... porque ya no iba a tener que lidiar con toda la mierda que ellos me hacían pasar. No iba a tener que escuchar a mis padres peleando. No iba a tener que limpiar los platos rotos antes que el staff lo viera. No iba a tener que lidiar con ella llorando cada día. No iba a tener que ser su jodida psicóloga. Me sentí aliviada —sacudió su cabeza, su labio temblando—. Eso es tan jodido.

      JJ rozó el brazo de ella con la punta de sus dedos, casi como si dudara en tocarla. Ella solo lo empujó lejos y desvió su mirada hacia el edificio en la distancia.

      —Pero como sea —escupió Izzy, encogiéndose ligeramente—. Eso no importa. El punto es que es mi culpa que ella estuviera afuera. Es mi culpa que se pasó la luz roja. Le dije todas esas cosas horribles, ella vino a buscarme, y entonces murió —una lágrima se derramó por su mejilla. Mierda—. Lo último que le dije fue lo horrible que fue como madre. Murió creyendo que mi mierda era su culpa. Eso es mi culpa.

      JJ aclaró su garganta y suspiró—. Mira, no soy bueno con las palabras, pero sé que amaste a tu mamá. Ella también lo sabía —dijo suavemente—. Ya no tienes que sentirte así. No es tu culpa —dudó por un momento antes de estirar su mano para limpiar la lágrima de la mejilla de Izzy. Entonces movió su mano para colocar su cabello rubio detrás de su oreja, y suavemente dejó su mano allí como si ella fuera de vidrio y él temiera romperla.

      Fue entonces que Izzy se obligó a mirarlo a los ojos. Un sollozo brotó de su garganta, amenazando con escapar de sus labios. Y ella solo lo observó mientras un par de lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Intentó limpiarlas, pero seguían cayendo. Entonces dejó de intentarlo... y ya no estaba pensando. No estaba pensando, se estaba moviendo. Ni siquiera sabía qué estaba haciendo hasta que envolvió sus brazos alrededor del torso de JJ y hundió su rostro en su pecho.

      Y entonces algo raro pasó. JJ colocó sus brazos alrededor de ella, asegurándola contra su pecho, e Izzy se percató de lo mucho que necesitaba ser sostenida por alguien. Se percató del tiempo que había pasado desde que alguien la había tenido entre sus brazos, reconfortándola. No sabía si le gustaba, pero lo necesitaba. Y fue esa revelación la que la rompió y la lideró a sollozos violentos.

      Después de un rato, JJ suspiró y colocó su cabeza contra ella—. Um... ¿estás bien? —preguntó, incómodo.

      Izzy casi se rió. Se sentía tan estúpida. Pero no rió, solo lloró con más fuerza—. Ya no quiero sentirme así —confesó antes de poder detenerse a sí misma—. No. quiero llorar. Solo quiero ser alguien de quién ella estaría orgullosa. Quiero ser perfecta.

      JJ aseguró sus brazos a su alrededor con más fuerza. No hizo un comentario. Solo la sostuvo, e Izzy se percató que la rama de púas alrededor de su corazón se había esfumado.

      Un par más de minutos pasaron antes que Izzy rápidamente se separara de él, limpiando sus mejillas con sus uñas manicuradas. Aclaró su garganta y lo miró mal—. No le cuentes a nadie sobre esto.

      Las esquinas de los labios de él se alzaron ante aquello—. No lo sé. El código de chicos dice--.

      Izzy le disparó una mirada—. Voy a matarte.

      JJ medio sonrió, entonces suspiró—. Por cierto... sigues siendo sexy, incluso así —admitió, dudando. La miró como si estuviera buscando su aprobación. Ella solo le disparó una mirada, y él rió—. Estoy bromeando. En realidad no, pero cómo sea. Solo... ya sabes... hay mucho más de ti además de eso, ¿bien?

      Eso hizo a Izzy sentirse como la mierda. No porque sus palabras la lastimaran, pero porque se percató de la perra total que había sido con él los últimos dos años. Sus palabras en realidad eran dulces. Él era dulce... y ella una perra.

      —Perdón —soltó Izzy de repente.

      JJ rió bajo su respiración y sacudió su cabeza—. No tienes que disculparte por llorar, Iz.

      Izzy frunció el ceño—. No, quiero decir que lamento toda la mierda que te hice —dijo, sus palabras genuinas—. He sido una perra contigo por algo que ni siquiera hiciste. Tú no eres así. Sé que no. Eres... bueno.

      Una expresión de sorpresa cruzó el rostro de JJ, y él la observaba como si no supiera qué decir. Izzy estaba segura que él no esperaba que ella finalmente no fuera una perra y realmente se disculpara. Así que él solo la miró hasta que se obligó a abrir la boca—. Oh... uh... bien, gracias —murmuró, incómodo.

      Izzy le dio una pequeña sonrisa, entonces torció su cabeza para poder mirar el cielo. Deseó que estuviera oscuro. Entonces podría ver las estrellas, y no se sentiría tan expuesta.

      —¿Iz? —preguntó JJ, apartando a Izzy de su mente.

      Izzy alzó sus ojos a su rostro—. ¿Sí?

      —Yo nunca —JJ rápidamente se interrumpió y sacudió la cabeza—. Uh... olvídalo. ¿Amigos entonces, princesa? —estiró su mano en su dirección, gesticulando para que ella la estrechara.

      Izzy miró entre su mano y su rostro por un momento, antes de exhalar por la nariz y encogerse de hombros—. Oh, como sea, amigos, Cerebro de Algas —mencionó, tomando su mano y estrechándola.

      JJ llevó su mano de vuelta a su cuerpo con una pequeña sonrisa en su rostro—. ¿Así que hay más pactos suicidas de los debería saber? —preguntó, mojando sus labios—. Podría darme una advertencia.

      Izzy mordió su labio en contemplación—. No voy a saltar de ningún acantilado por ahora, pero —se estiró hasta el asiento trasero y tomó los pompones; aún quería prenderlos fuego... y lo haría—, quiero quemar esta mierda.

      —Caótico, Windsor —remarcó JJ, sonriendo ligeramente. Hundió su mano en su bolsillo y sacó un encendedor, agitándolo de un lado al otro—. Tengo un encendedor. Tenme en cuenta —se estiró para quitarle el pompón a Izzy.

      Izzy rodó los ojos y lo empujó—. Bueno, no los voy a quemar aquí, idiota —escupió—. Tengo una hoguera en mi casa. solo vamos a quemar esto, no mi jodida casa, ¿entendido? No confió en ti con esa cosa.

      JJ chasqueó la lengua y volvió a guardar el encendedor en su bolsillo—. Y yo que creía que íbamos a quemar el mundo entero —murmuró él amargamente bajo su respiración—. ¿Qué pasó con la anarquía?

      —Tal vez otro día —comentó Izzy—. ¿Qué te parece el martes?

      JJ hizo una mueca y negó—. No puedo el martes. Tengo un compromiso. Depilación con cera de cuerpo completo. No me la puedo perder.

      Izzy esnifó. Ella nunca esnifaba—. Cállate.

      JJ alzó las cejas—. Crees que estoy bromeando, pero te aseguro que no.

      Es un idiota, pensó Izzy. Pero es lindo—. Entonces, ¿te gusta depilarte el cuerpo completo con cera? —preguntó, arrugando la nariz en disgusto—. Puede que tenga que volver a reconsiderar esta amistad.

      JJ asintió un par de veces y frunció el ceño—. ¿Cómo más voy a meterme en mi traje de baño? —inquirió—. Y sacármelo es una historia completamente distinta.

      Izzy rodó los ojos. Se sentía mejor—. Eres tan dramático.

      —Cuando te enseñe a surfear, te arrepentirás de tus palabras —remarcó él, riendo ligeramente.

      Izzy alzó las cejas. ¿Planeaba enseñarle a surfear?—. Oh, ¿en serio?

      —Mhm —murmuró JJ, recostándose en su asiento y observándola. Un segundo después, sus ojos se abrieron y se levantó—. Oh, mierda, ¿hablaste con Sarah hoy?

      Izzy frunció el ceño y arrugó los labios. Lo había apagado más temprano, y lo dejó en su casa porque no quería que nadie la molestara. No era como si alguien fuera a llamarla, de todos modos. Como mucho, su padre le enviaría otro mensaje brutal, y eso solo la haría sentirse peor—. No, yo, uh, apagué mi teléfono —soltó ella rápidamente antes de perderse en sus pensamientos.

      JJ mojó sus labios, entonces apretó la mandíbula—. ¿Entonces no escuchaste?

      Ella estaba empezando a entrar en pánico. ¿Alguien se lastimó? ¿Sarah? ¿Kie?—. ¿Escuchar qué, JJ? —cuestionó, su voz débil.

      —John B está en el hospital —murmuró.

      Mierda—. ¿Y no empezaste con eso por qué? —preguntó Izzy, entrando en pánico. Sarah debía de estar tan preocupada... e Izzy no había estado allí. Sabía cómo se sentía tener a alguien que te importa en el hospital. Lo sabía. Probablemente era la única persona que la entendería, y aún no estaba allí para ella. Y JJ... ¿cómo estaba bien con esto? A menos que... no lo estuviera.

      Eso la hizo sentir como una mierda.

      —Digo, ustedes no son amigos —espetó JJ. Tenía razón, pero aún—. Pero él está bien.

      —Bueno, ¿y qué? ¿Qué le pasó? —Izzy se aceleró. Un segundo después, una mirada cruzó su rostro—. Oh, mi Dios, ¿le disparaste con tu estúpida arma? ¿Sigues teniendo esa cosa? Realmente deberías librarte de ella.

      JJ resopló suavemente—. Tenme un poco más de fe, Windsor. No soy estúpido.

      Izzy alzó una ceja y frunció los labios—. No estoy de acuerdo —murmuró, mirándolo de arriba a abajo.

      JJ entrecerró los ojos sobre ella—. ¿Quieres que te diga? ¿O quieres que salga de tu auto? —preguntó, señalando hacia atrás.

      —¿Quieres que responda? —respondió Izzy, honesta.

      —Bien, ¿sabes qué? Te lo diré en el camino —murmuró JJ.

      Izzy asintió y arrojó los pompones al asiento trasero—. Lo que digas, princesa.

      JJ resopló, pero una carcajada escapó de sus labios y lo delató—. Creo que eso es bullying —remarcó.

      Izzy tuvo que morderse el labio para evitar sonreír. Arrancó nuevamente el motor de su convertible, y lentamente avanzó por la calle hacia su hogar. Pero la sonrisa aún amenazaba con consumir su rostro. Todo lo que sabía es que... le gustaba bromear con JJ. Raro.

      Un rato después, JJ volvió a hablar—. Oye, Iz... supongo que el mundo terminó, ¿huh? —remarcó con una sonrisa arrogante en su rostro. (Se refería a la vez que él la llevó de vuelta a su casa cuando estaba borracha. Era extraño que lo recordara. Huh.)

      —Cállate —rió Izzy, y rodó los ojos. Pero no pudo evitar pensar que tal vez le hubiera agradado a su madre. Tuvo que pelear contra las ganas de sonreír ante la idea.

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