𝟬𝟬𝟱 people are stories
capítulo cinco
las personas son historias
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Cuando las personas mueren, se convierten en historias. Todas las pequeñas cosas que hicieron durante su vida se convierten en cosas grandes y son colocadas en una cápsula del tiempo en los corazones de quienes los aman. Cada vez que alguien abre esa cápsula, sus historias son contadas y es como si la persona siguiera con ellos. E Izzy Windsor creía que las personas solo eran historias al final. Nada más, nada menos.
Su madre, Julia Windsor, era una de las historias que siempre la atormentarían, recordándole que nunca sería tan increíble como ella. Julia era una estrella joven. El reflector la encontraba, ella no lo buscaba. Las personas simplemente la adoraban. Amaban escuchar todo sobre su vida, e Izzy no podía culparlos. Quería ser justo como Julia. Al menos, quería serlo cuando la mujer seguía viva. Pero después de que murió, las historias de su madre ya no la inspiraban a ser como ella, en su lugar, la atemorizaban. El deseo de querer ser como su madre rápidamente se transformó en una guía de quién se esperaba que fuera, y de repente toda la presión fue puesta en convertirse en una copia de carbón de la modelo fallecida.
Izzy había intentando por tanto tiempo después que su madre murió hacerle juicio a su memoria. Intentó peinarse como ella y usar su ropa, pero se sentía perdida. Intentó preocuparse por las reuniones de porristas, pero ir solo la hacía quererse arrancarse el pelo. No le importaba, y se percató que nunca le importó. Se dio cuenta que muchas cosas que hacía las hacía por su mamá y, cuando ella murió, la inspiración para hacerlas se apagó.
No quería ser esta persona. No quería caminar por las pasarelas ni atender galas, quería quedarse en su habitación y pintar. Eso era lo que Izzy quería hacer en su vida. Quería pintar, pero su padre quería que fuera su madre. Solo había un problema – la historia de Julia había terminado mientras Izzy seguía escribiendo la suya.
Nadie lo entendía. Nadie la entendía y estaba segura de eso. Sin importar a quién se lo dijera, todos la miraban como si hubiera dicho una blasfemia. Ellos querían que ella fuera Julia. Querían que hiciera lo que le decían hacer. Querían controlarla. Pero Izzy odiaba cambiar su personalidad cada vez que se acercaba a alguien distinto. Odiaba ser su marioneta. Solo quería ser libre de la presión que la sofocaba.
Su estado intoxicado solo intensificaba sus sentimientos mientras se dirigía a la fiesta, intentando encontrar el camino a su auto. Creyó que su auto era el ejemplo perfecto de un acto de rebelión. Era un auto viejo y feo – un convertible Mercury Comet 1963. Su madre se lo había pasado, y ella lo adoraba. Su padre decía que era absurdo, lo que solo hacía a Izzy amarlo más. Podría tener un Cadillac, pero eligió este auto. Ésta era su decisión, y descubrió que le gustaba tomar sus propias decisiones.
Izzy no tenía permitido tomar sus propias decisiones. Su padre no lo permitiría. Pero esta noche, Izzy había descubierto su amor olvidado por decidir. Casi había olvidado lo liberante que era, y no quería nunca que esa sensación se fuera de su consciencia. Pero Izzy era un racimo de emociones jodidas, y debería haber sabido que esa sensación no duraría para siempre.
Intentó enfocarse en esa sensación de libertad mientras se alejaba de Rafe y tropezaba escaleras arriba, pero el sentimiento pesado en su pecho sobrepasó sus otras emociones. Tuvo problemas para abrirse camino en la casa, empujando cuerpos cálidos fuera de su camino mientras caminaba hacia la entrada del frente. Llegó a la puerta, abriéndola solo para que aire caliente la golpeara en el rostro. Caminó a través del calor, dirigiéndose a su auto – su lugar seguro. Cuando cerró la puerta detrás de ella, se mantuvo sentada por un momento, ahogándose en sus pensamientos. Sabía que debería haberse sentado y esperar hasta que volviera a estar sobria, pero tenía esta sensación de hundimiento en su pecho que, si se quedaba, se arrepentiría más.
Con lágrimas corriendo por sus mejillas, Izzy encendió el motor y se alejó. Aceleró por la calle principal, dando lo mejor de sí para no desviarse, pero terminó golpeando un par de buzones de correo y tachos de basura. Sabía que debería parar, pero no podía poner su pie sobre el freno, solo siguió andando sin importar lo mucho que llorara.
No sabía a dónde iba. Al principio, creyó que su casa era la respuesta más obvia, pero lo más que manejaba, lo más que se concientizaba de que iba por la misma calle en la que su madre había perdido su vida. La realización solo la hizo acelerar.
Cuando llegó a la calle, colocó su pie sobre el freno y observó el semáforo. La luz verde la miraba de vuelta, burlándose. Su madre había pasado una luz roja por ella y ahora ya no estaba. Fue solo una. Izzy había pasado por esa misma luz rojas varias veces y nada pasó. No era justo. Era su culpa. ¿Por qué el mundo no podía darle un descanso y desquitarse con ella? El karma era una perra. Lo sabía. Solo se preguntaba cuándo se encargaría de ella. Después de todo, se lo merecía. Arruinaba todo en su vida, siempre lo había hecho.
La luz brilló amarilla e Izzy colocó su pie sobre el pedal de gas. Se preguntó qué pasaría si la chocaban. ¿Moriría? ¿Qué historia dejaría atrás? ¿Sería una de la que estaría orgullosa?
Unos pocos segundos después, la luz se tornó roja e Izzy estampó su pie contra el acelerador, causando que las ruedas chillaran contra el pavimento mientras aceleraba. Se preparó para el impacto pero, en el fondo, sabía que no venía nada. Su corazón latía contra su pecho, acelerándose mientras pasaba luz roja tras luz roja. Hubiera seguido, pero notó a un grupo de personas cruzando la calle e inmediatamente pisó el freno. El impacto la forzó hacia delante, pero debido a su estado intoxicado, no sé atajó. Su cabeza golpeó contra el volante, haciendo su cabeza girar.
—¿Qué mierda, Izzy? ¿Otra vez? —una voz masculina le gritó, pero su voz sonaba ahogada en los oídos de ella. Su corazón bombeaba en su cabeza, gritándole—. ¿En serio tanto me quieres muerto?
Izzy no se molestó en levantar la cabeza para ver a quién casi había atropellado, estaba demasiado ocupada intentando ordenar sus ideas. Gimió al despegar su cabeza del volante y masajeó sus sienes. Sangre goteaba por sus dedos debido al pequeño corte en su frente pero, además de eso, estaba bien. Se percató, entonces, que tal vez este era su karma. Tal vez estaba obligada a ver cosas malas pasar a su alrededor sin que realmente le pasara a ella. Tal vez ella era la villana en su propia historia. Después de todo, se lo merecía.
Este era el precio que tenía que pagar. Este no era su purgatorio, sino que su infierno. No había forma de librarse de esto. Incluso el dinero no podía enmendar sus errores.
—Jesús, ¿estás bien? —la voz masculina volvió a preguntar, excepto que sonó más cercana, como si la persona estuviera acercándosele.
Izzy dejó de mirar la mano manchada de sangre y miró de reojo a quién casi había atropellado. No la sorprendió ver a JJ Maybank de pie frente a ella con sus cejas alzadas y con la preocupación escrita en su rostro mientras sus tres amigos, John B, Kiara, y Pope se levantaron detrás de él. No estaba segura de por qué él lucía tan preocupado... después de todo, él la odiaba. Debería haber estado agradecido.
Un gemido abandonó los labios de Izzy—. Vete. Oh, por Dios, solo vete —lloriqueó, estampando sus manos contra el volante. Quería estar sola. No podía soportarlo.
—¿Qué haces afuera tan tarde, princesa? —preguntó JJ. Había una sonrisa en su rostro, pero había preocupación enlazada a sus palabras.
Izzy lo miró mal—. No me llames así —desbloqueó la puerta del auto y tropezó afuera, intentando asegurarse de no haber dañado el vehículo. Incluso si era un pedazo de mierda y las bolsas de aire probablemente ya no funcionaran, amaba ese auto. No podía dañarlo y arriesgarse a tener que reemplazarlo. Sería como intentar remplazar una parte de su madre.
JJ se acercó y colocó ambas manos en sus antebrazos, enderezándola—. Bien, claramente estás borracha y —pausó, mirando de reojo su frente, de dónde estaba sangrando. Gentilmente, posó sus dedos sobre el corte y limpió la sangre con sus dedos—, estás sangrando.
Izzy lo empujó por el pecho, intentando librarse de su agarre—. Vuelve a tocarme y te mato —murmuró, arrastrando las palabras.
—No puedes ni caminar —comentó JJ, agarrándola con más fuerza para que no cayera—. Dudo que puedas ver mi rostro.
Izzy cruzó sus brazos por sobre su pecho—. Sí puedo.
JJ musitó un sonido afirmativo en respuesta y colocó una mano frente a ella, alzando un dedos—. ¿Cuántos dedos tengo? —preguntó, alzando una ceja.
Izzy entrecerró los ojos, intentando enfocar su visión, pero solo empeoró, distorcionando la imagen de sus dedos. Un gemido escapó de sus labios y empujó su mano lejos—. Púdrete.
—Eso no es un número —se burló JJ, una sonrisa descansando sobre su rostro.
La molestia cruzó el rostro de Izzy mientras le enviaba una mirada en blanco. Intentó volver a empujarlo, pero él solo la acercó a su costado, asegurándola contra su pecho. Izzy soltó un suspiro de irritación, pero no se movió. Estaba demasiado borracha como para moverse, demasiado cansada. Le permitió sostener su cuerpo al lado del de él con su mejilla reposando contra su pecho. Sus ojos se cerraron y, por un segundo, creyó que caería dormida.
—Kie, ¿puede pasar la noche en tu casa? —preguntó JJ a su amiga, su voz vibrando a través del cráneo de Izzy. Sus Pala dad hicieron eco en su cabeza, pero descubrió que no le importaba. Se sentía más calmada, casi como si pudiera caer dormida.
—Mierda, no —expresó Kie, su voz áspera y agria.
—Kie —rogó JJ.
Un corto silencio le siguió después de que habló, creando tensión en el grupo. Izzy podía escuchar la respiración de JJ, y casi envolvió sus brazos alrededor de su cintura, pero se contuvo, recordándole que odiaba a este chico con cada hueso de su cuerpo. Casi se separó ante el pensamiento pero, por alguna razón, su cuerpo se mantuvo pegado al de JJ. Le echó la culpa a estar demasiado borracha y cansada como para moverse.
Finalmente, uno de los chicos rompió el silencio—. JJ, llévala a casa —dijo alguien (ella creyó que era Pope), su voz cortando la tensión que sofocaba al grupo.
—Sí, bueno. Nos vemos en la mañana —dijo otro (probablemente John B)—. No llegues tarde.
Con eso, Izzy escuchó pasos dispersándose, notificándole que ahora eran solo ella y JJ en la oscuridad. Debería haber estado molesta (y lo estaba) pero, por alguna razón, no le molestaba tanto. En realidad... sentía que el vacío en su pecho estaba decreciendo por su presencia.
Otro segundo de silencio pasó antes que JJ comenzara a acompañarla hacia el asiento del acompañante. Fue entonces cuando Izzy finalmente se percató de lo que estaba pasando y el miedo brotó en su pecho. No le gustaba que otras personas manejaran. Ella tenía que ser la que manejaba. Tenía que controlar la situación.
Izzy se liberó de su agarre—. No, tengo que manejar —aclamó, su voz en pánico. Lo miró, ésta vez con una pizca de vulnerabilidad en sus ojos.
JJ la miró confundido por un segundo antes de negar—. A menos que quieras que los dos terminemos en el hospital porque chocaste será mejor que yo maneje —explicó antes de percatarse de su error.
El corazón de Izzy cayó. Estaba pensando en su madre otra vez.
Un suspiro dejó los labios de JJ cuando dio un paso adelante—. No quise--.
—Como sea —Izzy lo interrumpió. Su voz era seca, casi hostil. Sabía que lamentaría haberse subido al auto, pero también entendía su punto. Izzy estaba borracha, y los borrachos causaban accidentes. No estaba pensando antes, pero ahora sí. Y a pesar de sus acciones, en el fondo, Izzy Sabía que no quería morir. Sabía que en la historia en que se convertiría no sería una que ella querría que fuera contada. No quería tener dieciséis eternamente. Así que, ignoró su naturaleza testaruda y se forzó a subirse al asiento del copiloto, cerrando la puerta detrás de ella.
El chico Maybank la miró una última vez antes de dirigirse al lugar del conductor y subirse al auto. Encendió el motor al girar la llave, mirando de reojo a Izzy una vez más antes de dirigirse a la calle en dirección a la residencia Windsor.
El silencio los consumió un segundo después. Izzy suspiró y ajustó su cinturón antes de acomodarse y reposar su cabeza contra el asiento. Estaba agradecida de que estuviera oscuro, así JJ no podía ver las lágrimas que escaparon de sus ojos. Rápidamente las secó y, en su lugar, enfocó su visión en el chico manejando.
Tomó toda su fuerza de voluntad el no mandarlo a la mierda para que la dejara conducir, pero por alguna razón, confiaba en él incluso aunque fuera solo un poco. Se dejó dar un paso más y analizó sus facciones. Su cabello rubio era un desorden, saliendo por debajo de la gorra de béisbol, y llevaba una remera blanca manchada con tierra. Lucía como un desastre, pero no era mal mirarlo. Izzy recordó un momento cuando solía mirarlo y pensar que sus ojos azules eran los más reconfortantes que alguna vez había visto. No lo admitiría, pero solía gustarle. Solía gustarle mucho, pero eso fue antes que su padre le dijera que ella tenía que estar con alguien como ella, y se percató que JJ no lo era. Se dio cuenta que JJ era justo como su padre – un don nadie. Y no se suponía que Izzy Windsor estuviera con un don nadie.
—¿Por qué haces eso? —inquirió JJ de repente, apartando a Izzy de sus pensamientos. La miró por un corto momento antes de suspirar y volver a mirar el camino.
Izzy frunció el ceño, y enderezó su postura en su lugar—. ¿Hacer qué?
Su mandíbula tembló—. Pasar las luces en rojo... noté que hiciste eso la toma vez —murmuró mientras agarraba con más fuerza el volante. Parecía estar perturbado por sus acciones, lo que ella no comprendía realmente. Tal vez estaba enojado porque ella no había dado un paso más y no había estrellado su auto contra un semáforo—. Realmente no estabas intentando matarme, ¿huh?
Izzy soltó algo que se encontraba entre una carcajada y un resoplido. Él de verdad creía que ella le contaría todo sobre su vida, y era para reír. Izzy había levantado demasiadas paredes para encerrarse, creando una barrera entre ella y el mundo exterior. Intentó tanto ser perfecta y, aunque ya no quería serlo, de ninguna forma iba a dejar que JJ, de todas las personas, vieran a través de su fachada—. Cerebro de algas, el día que te diga algo de mí vida, es el día en que el mundo termina —dijo, vagamente moviendo su mano en el aire para enfatizar su punto.
JJ asintió, mordiendo su labio inferior como si estuviera intentando detenerse a sí mismo de hablar. Pero parecía que su boca tenía otra intención—. ¿Por qué estabas bebiendo? —cuestionó.
—¿El mundo terminó? —inquirió Izzy. Ella miró su manicura y rascó su esmalte.
—¿Qué?
Izzy aclaró su garganta—. No, no lo hizo, así que cállate —escupió, alzando su mentón para mirar el costado de su rostro. Tal era por su estado de intoxicación, pero con la luz de la luna iluminando su rostro, él lucía algo atractivo. Ella sacudió su cabeza, liberándose de esas ideas—. No voy a contarte una mierda.
JJ mojó sus labios, una pequeña sonrisa formándose en su rostro mientras miraba de reojo a la chica a través del rabillo del ojo—. Supongo que estoy esperando el apocalipsis, entonces.
Izzy se encontró sintiendo. Extrañaba esto. Espera, no, no lo extrañaba. No podía extrañar esto. No se permitiría hacerlo. Así que estuvo agradecida por la oscuridad de la noche que cubría la sonrisa de su rostro antes de controlarse y reemplazar la expresión con su mueca usual.
El récord demostraba que Izzy Windsor no extrañaba a JJ Maybank en lo absoluto. No había forma que ella se permitiera extrañar a alguien como él, pero sí extrañaba la forma en que se sentía a su alrededor. Solía sentirse más libre, como si pudiera cualquier cosa. Extrañaba no preocuparse por lo que las personas pensaban de ella. Y, por un segundo, se permitió preguntarse si él la extrañaba.
Ella sacudió su cabeza, intentando olvidar el pasado—. Así que, ¿estaban afuera? —se encontró preguntando.
JJ giró el volante, pasando una curva—. Uh... fuimos a buscar algo y supongo que el tiempo pasó así que fuimos a lo de Kie. Al, uh, el Wreck —explicó él, manteniendo sus ojos en el camino.
Izzy zumbó en respuesta. Sus ojos seguían posados sobre el lado del rostro de JJ mientras estudiaba la pendiente de su nariz. Se percató que había olvidado que el restaurante de Kie se encontraba en la misma calle en la que su madre había muerto. Casi había olvidado que fue el padre de Kie, Mike Carrera, quién llamó a la ambulancia para que buscaran a Julia. Casi había olvidado que Kie fue la primera en el hospital, esperando a que Izzy se derrumbara en sus brazos. Hizo a Izzy darse cuenta que había olvidado muchas cosas desde que su vida se había convertido en un enorme borrón. La hacía sentirse culpable porque, solo un poco tiempo después de eso, ella abandonó a Izzy como si no fuera nadie para ella.
No quería admitirlo, pero Izzy extrañaba a Kiara Carrera. Extrañaba cuando ella vendría y se harían tatuajes la una a la otra de tortugas o alguna mierda. Extrañaba los abrazos cálidos y el aroma de su cabello. Extrañaba la forma en que la hacía sentir. Todo había ido en picada desde que Izzy reemplazó las relaciones con dinero y amigos por conveniencia.
No era que ella había querido dejar a Kiara. Le gustaba mucho estar con ella pero, después que su madre murió, seguía pensando que la vida de Kiara era mucho mejor que la suya. Sí, Izzy tenía más dinero, pero Kiara aún tenía a su madre. Kiara tenía padres que le decían que la amaban en lugar de darle tarjetas de crédito como regalo de cumpleaños. Cada vez que la miraba, veía la vida que se le había sido robada. Odiaba estar con Kiara y observarla tener todo lo que quería. Encontró más sencillo quedarse con Sarah ya que ella tampoco tenía a su madre. Claro, tenía a Rose, pero Sarah odiaba a esa mujer. Las dos formaron un vínculo entre base a eso. No podían hacerlo con Kiara.
A medida que llegaban al lugar, Izzy se percató de lo perra que era. Se dio cuenta que había lastimado a Kiara, pero no podía preocuparse por eso. Tenía demasiadas cosas de las que preocuparse, no podía comenzar a pensar sobre la chica con la que había dejado de ser amiga un año atrás. Simplemente no podía.
Un segundo después, el auto estacionó en la residencia de Izzy. Izzy tuvo que colocar el código para desbloquear las rejas que rodeaban su hogar y, después de eso, manejaron hasta la gran entrada que los llevaba a su destino. JJ colocó el vehículo en el estacionamiento y apagó el motor, sacando las llaves y metiéndolas en su bolsillo. Cuando el auto se apagó, Izzy se estiró hacia la puerta, intentando salir del auto antes que JJ la molestara aún más esa noche. Solo quería estar sola sin importar lo difícil que fuera lidiar con el vacío en su pecho cuando no había nadie cerca para ocuparlo.
JJ giró su cabeza a tiempo para ver a Izzy tropezar fuera del auto. Gimió con molestia y se levantó de su lugar, cruzando la distancia para atraparla antes que cayera al suelo—. Izzy. Izzy —exclamó mientras intentaba rodear su cintura con un brazo—, mierda, ¿podrías–?
Izzy lo interrumpió al empujarlo por el pecho—. Vete —siseó mientras intentaba estabilizarse contra el costado del auto.
Un sonido salió de la garganta de JJ mientras él la miraba con desaprobación. Izzy lo encontró divertido. Señaló su rostro con un dedo y rió. Él se estiró para tomarla, pero ella se removió entre sus brazos, causando que él perdiera su agarre. Ella se separó de él y arregló su crop top de leopardo.
JJ pasó una mano a través de su cabello rubio, empujando hacia atrás los mechones caídos—. ¿Debes ser tan jodidamente testaruda todo el tiempo?
Izzy sonrió y se encogió de hombros. Esto animó a JJ a rodear su cintura con sus brazos, sosteniéndola antes que pudiera protestar. Uno de sus brazos estaba debajo de sus piernas, y el otro sostenía su espalda como si fuera un novio cargando a su novia. Izzy se quejó un poco, pero igualmente rodeó sus brazos alrededor de su cuello y lo dejó cargarla hasta la casa.
La puerta no estaba cerrada con llave. Nunca lo estaba. Así que JJ abrió la puerta con facilidad e ingresó a la casa vacía con Izzy en Sus brazos. Cerró la puerta detrás de él. Resonó antes de cerrarse, haciendo eco a través del lugar. El área era grande, adornada con una larga alfombra renacentista y un reloj de caja junto con otros muebles acordes a la sala. Si alzaba la cabeza, vería un candelabro de cristal colgando sobre ellos. Había visto el interior de la residencia Windsor tantas veces cuando era un niño, pero había olvidado lo grande que realmente era. Lo hacía sentir pequeño.
JJ miró a Izzy de reojo, quién estaba jugando con las arrugas de su remera, y la observó en silencio. Izzy sintió sus ojos sobre ella y alzó cabeza para ver a JJ observándola. Su corazón instantáneamente golpeó contra su pecho. Supuso que realmente necesitaba dormir para escapar de su estado intoxicado. Pero antes que pudiera mencionarlo, se encontró observando los ojos de JJ un poco más de lo que debería haberlo hecho.
Recordaba que sus ojos eran de este brillante color azul como las olas del océano que solía obligarla a mirarlo surfear. Pero mientras lo observaba en ese momento, descubrió que no solo eran azules. Había un poco de verde escondido en sus irises, y atraían a Izzy. Sentía que estaba flotando en ellos mientras él la sostenía, evitando que se alejara.
—Tus ojos —balbuceó Izzy antes de que siquiera supiera lo que estaba diciendo.
JJ frunció el ceño—. ¿Huh?
Tal vez era por el alcohol en su sistema, pero se encontró aceptando sus pensamientos—. Tus ojos —volvió a comenzar—. Creí que solo eran azules, pero tienen un poco de verde.
Una mezcla de emociones cruzó el rostro de JJ—. Oh —la observó por un momento más antes de sacudir su cabeza y desviar su mirada de su rostro. Aclaró su garganta y preguntó—. ¿Dónde está tu habitación?
Izzy alzó una ceja. Recordaba que los dos solían pasar el rato en su habitación todo el tiempo cuando él solía venir con su padre—. ¿No lo recuerdas?
JJ negó, manteniendo sus ojos en cualquier cosa menos Izzy.
Izzy suspiró—. Escaleras arriba, por el pasillo, la última puerta a la derecha —explicó, apuntando vagamente las escaleras que llevaban al segundo piso.
El silencio los envolvió mientras se dirigían a la escalera. El agarre de él se endureció sobre su cuerpo, y la acercó a su pecho cuando alcanzaron la cima de las escaleras. Giró en el pasillo y caminó hacia su habitación. Abrió la puerta con el pie e ingresó antes de acercarse a la cama y dejar a Izzy sobre el colchón. Comenzó a quitarle sus tacones Valentino Garavani, así estaría más cómoda. Pero Izzy lo empujó y se quitó el calzado en cuestión de segundos. Rápidamente trepó debajo de las sábanas de seda y posó su cabeza sobre la almohada.
JJ interrumpió su paz—. ¿Tienes un kit de primeros auxilios o algo como eso?
Izzy apuntó al baño conectado a su habitación. JJ siguió la dirección de su dedo y desapareció dentro del baño. Un par de minutos después, salió con una venda, peróxido, y un par de curitas adhesivas. Se sentó en el borde de la cama y comenzó a destapar la botella de peróxido.
Fue entonces que Izzy se percató de qué estaba haciendo—. No, no vas a tocarme con eso —protestó, levantándose en su cama para alejarse de él.
JJ vertió el peróxido en la venda y la miró—. Estás sangrando —mencionó. La miró expectante e intentó acercársele.
Izzy arrugó su rostro—. ¿Y?
—Va a infectarse —espetó, sabiendo que haría a Izzy escucharlo.
Izzy arrugó los labios y entonces suspiró, acercándose más a él para que tuviera acceso a la herida en su frente. No podía arriesgarse a que se le infectara el corte en su rostro. Eso sería asqueroso, y sabía que no tenía idea de cómo lidiar con eso. Su rostro era su mejor cualidad (y había costado mucho dinero). No quería arruinarlo.
Un segundo después, JJ se estaba acercando. Llevó una mano para acariciar su mandíbula para poder torcer su rostro y acceder al corte. Presionó la toalla húmeda sobre el corte e Izzy se encogió, pero se forzó a mantenerse quieta. Él continuó encargándose de su herida, limpiando toda la sangre. Después de no mucho tiempo, la sangre ya no estaba y JJ se movió para secar el área antes de colocar una venda sobre la frente de Izzy, cubriendo el corte.
Izzy lo observó quitarle el cabello de su rostro y colocarlo detrás de su oreja. El gesto la hacía sentirse cálida—. ¿Cómo sabes hacer eso? —se encontró preguntando.
Sus ojos se encontraron y JJ se alejó. Pero Izzy logró captar la pequeña vulnerabilidad en sus ojos antes de desviar la mirada y comenzar a juntar los materiales—. Uh... por surf... supongo —explicó, pero su respuesta dudó, casi como si no le estuviera diciendo la verdad por completo.
Izzy rió, pero sonó como si se estuviera burlando—. ¿Qué? ¿Realmente te caes? No recuerdo haberte visto caer nunca.
—Bueno, eso es porque cuando me viste surfeando —la miró, una media sonrisa en su rostro—, estaba haciéndolo para impresionarte.
Izzy entrecerró los ojos—. Es por eso que tu cerebro está lleno de algas —musitó—. Cerebro de algas. Estúpido —una pequeña sonrisa se alzó en su rostro mientras se estiraba y golpeaba su cabeza con sus nudillos.
Una sonrisa se estiró en el rostro de él, pero lucía diferente, genuina—. La sonrisa te queda bien, princesa —dijo, su voz apenas un susurro mientras sus ojos se conectaban con los de ella.
—No te acostumbres —advirtió Izzy. Alzó una ceja y arrugó los labios.
JJ la miró, pensando profundamente, y ella podría haber jurado que lo estaba viendo tener una conversación consigo mismo en su cabeza. Pero antes que pudiera preguntar, él negó ante lo que sea que estuviera pensando y suprimió una carcajada—. No soñaría con hacerlo —mencionó, su voz era casi melancólica.
La conversación cayó, JJ rápidamente juntó el resto de las cosas y las llevó al baño. Volvió de allí con unas toallitas desmaquillantes entre sus manos. Izzy notó que él no sabía realmente que eran, pero debía haber leído el título y unir los puntos. Volvió a sentarse en la cama al alzar una de las toallitas, y se acercó a Izzy.
La confusión golpeó a la chica como una cachetada, congelada y perpleja mientras JJ liberaba a su rostro del maquillaje corrido y las manchas de rímel en su rostro. Sus movimientos eran suaves y gentiles, casi como si tuviera miedo a rajar su piel si presionaba demasiado fuerte. La confundía. No sabía por qué era tan gentil. Nunca había sido tratada así, y por alguna razón hacia que su corazón se hundiera en su pecho.
—¿Pasó algo? ¿Con Rafe? —JJ preguntó de repente mientras limpiaba el rímel que manchaba la piel debajo de sus ojos.
Izzy tragó la sensación de su corazón hundiéndose y negó—. No —soltó. Pero algo había pasado. Él la había rechazado; él la había alienado y apestaba. Pero él no hizo nada particularmente malo, solo estaba siendo necio—. Rafe no es así. No me lastimaría. Es bueno si le das la oportunidad.
Una carcajada burlona abandonó los labios de JJ—. Rafe y bueno en la misma oración no existe —escupió bajo su respiración. Se le acercó, colocando su mano sobre la nuca de ella para poder limpiar el maquillaje que había manchado su cuello. Por un momento, su mano descansó cercana a la manzana de sus mejillas, pasando su pulgar por el apex. La noción fue corta, no fue detectada.
Izzy rodó los ojos—. Él no es tan malo.
Sus miradas se conectaron. La ira circulaba en los ojos de JJ—. Te llamó una zorra —murmuró, negando.
El corazón de Izzy cayó hasta su estómago, rasgando sus órganos. No quería admitir que tenía razón, pero la tenía. Rafe incluso la había llamado así esa noche y no pensó nada al respecto. Probablemente ni siquiera se disculparía. Tal vez todo sería sido mejor si las balas soltadas al aire en el Boneyard hubieran sido lanzadas hacia Rafe—. Deberías haber tirado del gatillo —murmuró antes que pudiera detener las palabras de caer de su lengua. Casi jadeó ante sus palabras. Rápidamente negó, e intentó liberarse de aquellos pensamientos. Sabía que no quería a Rafe muerto. Podría no amarlo, pero aún se preocupaba por él—. Quiero decir... como sea. Está bien, JJ.
Una expresión de sorpresa cruzó el rostro de JJ por un momento antes que sacudiera su cabeza y continuara limpiando las manchas borrosas de labial alrededor de labios de Izzy—. Mira, solo —se interrumpió a sí mismo con un suspiro pesado—. Creo que te mereces algo mejor que él.
Izzy rió con burla, negando—. Tú no puedes decidir eso por mí —escupió, sus palabras como veneno—. No somos amigos. No tengo amigos. Nunca seremos amigos, ¿entendido?
—Sí, dejaste eso bastante claro —murmuró JJ.
La sensación de estar hundiéndose regresó e Izzy se sintió su víctima nuevamente—. ¿Por qué te importa? Me odias, ¿recuerdas? —escupió. Se separó de él y se movió debajo de las sábanas. Cerró los ojos, esperando que JJ desapareciera si lo ignoraba.
Lo escuchó reír con burla—. Sí, te odio, Izzy. Esa es la razón —siseó bajo su respiración.
Sonidos ahogados provinieron desde donde JJ residía, señala si que estaba teniendo problemas con las toallitas desmaquillantes. Debió de haberse levantado para tirarlas ya que el peso de su cuerpo había abandonado la cama. Pero entonces, ella escuchó sus pasos acercándosele y el peso estaba de vuelta solo que... más cerca. Izzy se movió bajo las sábanas, pero mantuvo sus ojos cerrados mientras se preguntaba por qué JJ no se había ido. Un par de segundos después, sintió una mano pasando por su cabello, moviendo los mechones fuera de su rostro.
Izzy frunció el ceño—. ¿Qué estás haciendo? —preguntó. Sus ojos seguían cerrados, por lo que no podía ver la expresión en su rostro.
—Estaba intentando sofocarte —explicó JJ, una pizca de humor enlazada a sus palabras.
—Ah, sí, suena correcto —musitó Izzy.
Una carcajada fuerte brotó de los labios de JJ. Sonaba cálida, tal vez Incluso genuina—. Buenas noches, Iz.
Esperaba que el peso desapareciera de su cama, y esperaba escucharlo salir de su cuarto, pero él nunca lo hizo. Izzy abrió los ojos para ver a JJ observando el techo, sumido en reflexión. Se levantó, posando su peso sobre sus brazos, y lo observó con una ceja alzada.
JJ enredó sus dedos en su cabello rubio—. Mierda.
Izzy lo miró escépticamente—. ¿Qué?
El chico se giró para mirarla a los ojos—. Acabo de darme cuenta que no tengo manera de ir a casa.
La culpa golpeó a Izzy, hundiéndose en su piel. Era su culpa que él estaba atascado allí sin un vehículo. Lo odiaba, no la malentiendas, pero sabía que él nunca querría quedarse con ella, especialmente cuando estaba garantizado que ella sería una perra con él en la mañana. Así que se forzó a sí misma a mostrar un poco de amabilidad—. Solo toma mi auto —ofreció aunque fue difícil mencionar las palabras.
JJ frunció el ceño, mirándola confundido—. ¿En serio?
Izzy se encogió de hombros—. Sí, solo devuélvelo tan pronto como sea posible —dijo. Amaba ese auto más que a nada pero, por alguna razón, confiaba en JJ lo suficiente como para que lo cuidara. No podía explicarlo, pero sabía que él nunca lo dañaría intencionalmente. Porque, tal vez, el chico que había conocido cuando eran niños antes que todo se entrometida y jodiera su vida seguía allí. Tal vez él no había cambiado tanto—. Pero si no lo traes de vuelta, te arrancaré la piel.
Una media sonrisa se alzó en el rostro de JJ—. Gracias, princesa —buscó en sus bolsillos las llaves del auto, y entonces se levantó y se dirigió a la puerta.
Izzy se sintió sonreír. No estaba acostumbrada a la sensación de calidez en su pecho, y no tenía idea de lo que significaba, pero por alguna razón la hacía querer detenerlo para que no se vaya. Quería decirle que podía quedarse si quería, y no tenía idea por qué se sentía así—. ¿JJ? —se encontró preguntando antes que pudiera comprender lo que estaba diciendo.
JJ se giró para mirarla, sus cejas alzadas y sus ojos azules abiertos—. ¿Sí?
Las palabras estaban justo allí en su lengua. Querían salir y pedirle que se quedara, pero había esta pared que Izzy había colocado, forzando las palabras a quedarse atrapadas en su mente—. Solo... —vaciló, colocando su labio inferior bajo sus dientes—. Solo asegúrate de no estrellar mi auto.
—No te preocupes, me aseguraré de chocar tu auto —JJ la molestó y le guiñó un ojo.
Izzy espetó—. JJ, no es divertido.
Una sonrisa apareció en su rostro—. Creí que lo era.
Izzy lo miró mal, negando—. Te odio.
JJ alzó las manos en rendición—. Bueno, bueno. Juro solemnemente que no chocaré tu auto —prometió—. Pero--.
Izzy lo interrumpió—. Sal de mi casa antes que cambie de opinión —esculpió mientras apuntaba a la puerta con su dedo.
JJ rió, el sonido ocupando la habitación antes que él desapareciera por el pasillo. Izzy sacudió su cabeza hacia el pasillo vacío dónde el chico solía estar de pie y se encontró a sí misma sonriendo. No sabía por qué, simplemente estaba sonriendo. Alejó esos sentimientos y se derrumbó sobre su cama, cerrando los ojos, pero la sonrisa permaneció en su rostro. Quería saber por qué no la dejaría descansar. Después de todo, JJ Maybank era solo un idiota. No había forma que él fuera el único propósito de la calidez creciendo en su pecho, reemplazando el vacío que desgarraba su carne. No había forma que eso fuera posible.
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