𝟬𝟬𝟲 i can't handle rejection
capítulo seis
no puedo soportar el rechazo
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A Isadora Windsor le gustaría dejar algo en claro – no le gustaban muchas cosas. Como su nombre, por ejemplo. Creía que sonaba pretencioso (lo que, ok, bueno, la describía perfectamente), y también la hacía sonar como una abuela durante el siglo diecinueve. Quería ser una flapper, no una vieja dama tomando té y comiendo galletas por diversión. También tenía un disgusto por los gatos sin pelos, porque nadie en sus cabales quiere abrazar a un pedazo de piel flácida. No le importaba lo rica que fuera o cuántos gatos esfinge de cien mil dólares podría comprar con sus fajos de dinero, de ninguna manera iba a comprar uno. No se sorprendería si resultaran ser la reencarnación de la maldad. Y por último pero no menos importante, absolutamente odiaba que le dijeran que "no" o la rechazaran de cualquier forma.
Tal vez se sentía de esa manera porque, desde el día que había nacido, había sido alimentada con una cuchara de oro y usaba solo las fábricas más costosas. Tal vez el hecho que había tenido todo lo que quería la había marcado. Tal vez su padre no debería haberle comprado una pequeña ciudad en Nueva York en su nombre para su octavo cumpleaños. Tal vez eso hubiera evitado que la chica pensara que todo le pertenecía y que obtendría todo lo que pidiera.
Si Izzy Windsor no fuera tan... bueno... Izzy Windsor, entonces tal vez ella no se encontraría manejando hacia el Wreck para almorzar porque había pasado toda la mañana intentando convencer al mecánico en la tienda de autos para que reparara su auto. Tal vez no habría estado tan enojada con el chico por haberla rechazado. Pero no podía culparlo. Después de todo, un par de semanas atrás, ella y Rafe se habían metido al patio de salvamento para besarse porque estaban aburridos, y fueron atrapados. El chico las había tenido contra ellos desde entonces, así que obviamente rechazó sus plegarias cuando fue a pedirle que reparara su auto. También mencionó algo sobre un grupo de adolescentes colándose en el lugar un par de días atrás, pero Izzy no le prestó atención a lo que dijo, ella solo lo escuchó decir "no" y de repente estaba consumida por flamas.
Ya ves, el detalle era que, esa mañana se despertó y se subió a su auto, solo para descubrir que su motor no arrancaba. Sospechaba que eso tenía algo que ver con JJ ya que se lo había prestado. Supuso que lo había roto, y eso la molestó. Así que fue a la ciudad en otro de sus autos estacionados en su garaje, y había pasado el resto de la mañana intentando convencer al hombre del patio de salvamento para arreglar su auto, pero se rehusó. Ahora estaba enfadada, hambrienta y cansada, así que supuso que ir al Wreck para almorzar arreglaría sus problemas. Solo esperó que Kiara no estuviera allí y la echara. (Hubiera ido a otro lugar, pero el Wreck era el único lugar en que confiaba que le serviría algo bueno. Llámala mimada y picky, pero no le importaba.)
Con vapor prácticamente escapando por sus orejas, Izzy ignoró las luces de tráfico que la miraba mientras estacionaba y salía del auto, cerrando la puerta detrás de ella. Sus Birkenstocks resonaron sobre el pavimento bajo sus pies mientras entraba al restaurante con una mueca plagando su rostro. Fue a la parte del restaurante donde las comidas ya preparadas se encontraban y observó los distintos productos. Terminó eligiendo una caja llena con fruta y tomó una botella de agua antes de dirigirse a pagar.
Izzy se percató que debería haber vuelto a su hogar sin almorzar porque, cerca de la caja registradora, se encontraba Kiara, quién intentaba prevenir a JJ de meter un par de sorbetes de plástico en su nariz. Izzy rodó los ojos, pero se colocó sobre el mostrador y golpeó la campana, un timbre haciendo eco por el restaurante.
Kiara miró por sobre su hombro, sus cejas oscuras bajas en su rostro. Sus ojos aterrizaron en Izzy e instantáneamente se nublaron con ira—. No, vete —escupió. Colocó una mano sobre su cintura, y señaló a la puerta con un dedo—. No voy a servirte a ti.
Izzy rodó los ojos y arrojó los productos sobre el mostrador—. Mira, no voy a quedarte. Solo quiero comprar esta mierda y entonces me voy.
Kiara arrastró sus ojos por el rostro de Izzy, apretando la mandíbula mientras la analizaba. Después de un segundo, soltó un suspiro irritado y se acercó a la caja registradora—. Bien. Te cobraré y, entonces, te vas —dijo mientras tomaba los artículos del mostrador y los tipeaba en la registradora.
Izzy alzó una ceja—. Como si quisiera quedarme.
El silencio las tragó. Izzy no le prestó atención al sonido del teclado, en su lugar, dejó que sus ojos viajaran por el restaurante. No había estado allí desde que su mamá había muerto. Ese solitario pensamiento la hizo querer abrazarse a sí mismo, pero entonces, sus ojos aterrizaron sobre JJ, quién la estaba mirando, confundido. Cuando sus ojos se encontraron, las cejas de él se alzaron en su rostro y una pequeña sonrisa tiró de sus labios al alzar su mano para saludarla. Izzy solo arrugó su rostro en disgusto y rodó los ojos.
—¿Por qué estás aquí, de todas formas? —cuestionó Kiara de repente con un tono amargo, ganando la atención de Izzy—. ¿No deberías estar con el estúpido de tu novio?
Izzy arrugó sus labios. No quería hablar sobre Rafe. Había sido un completo idiota con ella la otra noche y, claro, había ido a su casa el día anterior y le dijo que no lo dijo en serio, pero ella seguía molesta. Aunque no podía mostrarlo. Ya había mostrado suficiente la otra noche. Debía controlarse—. Está haciendo ejercicio... —dijo, en lugar de soltar lo que ocupaba su mente.
Kiara resopló con burla—. Por supuesto. Solo tiene carne en la cabeza, después de todo —alzó su mano, gesticulándole a Izzy para que le pasara su tarjeta de crédito. Izzy buscó en su bolso y sacó la tarjeta de crédito de su bolso pequeño, y entonces la colocó sobre la mano de Kiara. Kiara la pasó y esperó a que el recibo fuera impreso.
Izzy inhaló y entonces suspiró. Colocó sus pensamientos sobre su novio a un lado y pensó en su auto. Solo necesitaba que una cosa saliera bien. Arreglar su auto lo sería pero, aparentemente, ni siquiera podía tener eso—. Vine a buscar a alguien para que arregle mi auto, pero aparentemente eso no va a pasar —replicó.
Un gesto de entretenimiento cruzó el rostro de Kiara al abrir la boca para responder, pero antes que pudiera hacerlo, JJ se acercó, reposando contra el mostrador. Se deslizó hacia Izzy, observando su perfil—. ¿Problemas con el auto, princesa? —musitó, su voz tan suave como la seda.
Izzy inspiró y lo observó. Él era increíble. Casi estaba segura que le había hecho algo a su auto a propósito y ahora se estaba burlándose a su cara—. Sí, no gracias a ti —escupió ella—. Probablemente lo rompiste a propósito.
Las esquinas de la boca de JJ se alzaron. Estudió su rostro por un momento, sus ojos desviándose al corte en su frente. No lucía tan mal como lo hacía un par de días atrás, pero aún ponía a Izzy incómoda al mirarse al espejo. Izzy instintivamente cubrió su frente con su cabello y se giró hacia él.
Kiara aclaró su garganta y rompió el silencio—. ¿Cuándo tomaste prestado su auto? —preguntó, su voz llena de fuego.
JJ arrancó su vista de Izzy y miró a su amiga, rascando su barbilla mientras buscaba una respuesta en su cerebro—. Como hace dos días —dijo, encogiéndose de hombros.
Todas las emociones abandonaron el rostro de Kiara mientras arrastraba sus ojos por su rostro. Negó y apretó la mandíbula—. Eres increíble —murmuró—. Llevar su trasero borracho hasta su casa fue suficiente, pero eso... eres un idiota, JJ —deslizó la tarjeta de crédito y el recibo por sobre el mostrador, entonces se giró y caminó hacia la habitación trasera donde solo el staff podía ingresar.
Un resoplido abandonó los labios de Izzy mientras tomaba un recibo y la arrojó dentro de su bolso de mano. Tomó la botella de agua y la caja de fruta y también las colocó en su bolso antes de lanzar su cabello por sobre su hombro y se giró para observar al chico a su lado—. Me alegra ver que no solo me molestas a mí —remarcó, su tono burlón mientras las esquinas de sus labios se alzaban.
JJ desvió su mirada hacia el rostro de Izzy—. Qué graciosa.
Izzy arrugó su rostro, escaneando su atuendo. El cuello de su remera estaba manchado con sudor, lo que la hizo preguntarse dónde había estado toda la mañana. Pero no se molestó en preguntar. Tenía otras cosas que hacer, como descifrar cómo convencer a una de sus mucamas de arreglar su auto. Tal vez una de ellas podría mirar videos. Si no, iba a tener que llamar a su papá y ella no quería—. Como sea —escupió—. Adiós, Cerebro de Algas. Tengo mejores cosas que hacer —se giró para salir del restaurante, pero una mano sobre su brazo lo evitó.
JJ caminó frente a ella, bloqueando su camino hacia la salida. Izzy bufó en respuesta. Eso hizo la expresión de JJ cambiar, una sonrisa entretenida tirando de sus labios. Él buscó sus vacantes ojos verdes antes de abrir su boca para hablar—. ¿Qué tiene tu auto exactamente? —inquirió él.
Izzy hizo una mueca—. ¿Parece que lo sé?
Algo entre una carcajada y un resoplido escapó de los labios de JJ. Negó su cabeza por un momento antes de acomodar su gorra de béisbol, girándola para que la visera estuviera hacia atrás—. Es que... tal vez puedo ayudar.
Eso sorprendió a Izzy. El cell fruncido que normalmente residía en su rostro cayó y fue reemplazado por una expresión suave llena de confusión. Pestañeó un par de veces, intentando descubrir si estaba atrapada en una realidad alterna. Cuando él no desapareció después del tercer parpadeo, ella aclaró la garganta y arrugó los labios, intentando encontrar una respuesta en su mente—. Uh... no lo sé. Supongo que el motor o algo está roto —murmuró, buscando en sus ojos sus verdaderas intenciones. No había manera de que él estuviera dispuesto a arreglar su auto si nada a cambio. Nadie hacía nada a no ser que obtuvieron algo. Lo que era por qué ella aún intentaba descifrar por qué él la había ayudado la otra noche—. No encendió y, luego, empezó a salirle humo. Eso es todo lo que sé.
JJ asintió y soltó un suspiró—. Sí, tu motor está sobrecalentado —informó.
Izzy gimió. Genial, justo lo que necesitaba.
Eso casi hizo sonreír a JJ, pero él mismo se detuvo de hacerlo—. Puedo ayudarte si quieres —se encontró ofreciendo. Era claro por la perplejidad que cruzó sus facciones que no tenía idea qué estaba diciendo. Pestañeó, sacudiendo su cabeza antes de aclarar su garganta—. Mi papá me enseñó un par de cosas por su trabajo en la tienda... antes que lo despidieran.
Izzy sintió el insulto en la punta de su lengua, pero se obligó a no alimentar el fuego que había comenzado años atrás. Se percató que, si lo insultaba, entonces no tendría a nadie para arreglar su auto, y probablemente tendría que llamar a su papá. Y no iba a hacerlo—. ¿Cuál es la trampa? —inquirió, en lugar de burlarse sobre su padre y su incapacidad de conservar un trabajo incluso aunque fuera para salvar su vida.
Esta vez JJ sí sonrió... bueno... era más una media sonrisa—. Me conoces tan bien—, musitó, su voz suave. Deslizó su lengua por sus dientes mientras contemplaba el precio por su trabajo. Chasqueó los dedos cuando una cantidad apareció en su cabeza—. Uh, cien dólares.
Izzy frunció el ceño—. ¿Qué? No —escupió.
JJ rió—. Literalmente eres millonaria--.
—Billonaria —corrigió Izzy.
JJ resopló, casi como si fuera un instinto—. ¿Cómo podría olvidarlo? —dijo, su tono amargo por un segundo. Lucía como si estuviera contemplando algo pero, antes de que pasara mucho tiempo, suspiró y sacudió la cabeza para liberarse de sus pensamientos—. Mi punto es que eres rica como la mierda, te sobran cien dólares.
Izzy le dio esta mirada – algo entre estar molesta y confundida. Colocó sus gafas Chanel sobre sus ojos y alzó una ceja—. Pero no quiero —espetó, cruzando sus brazos por sobre su pecho.
JJ se encogió de hombros—. Arréglate sola —acomodó la tira de su mochila alrededor de su hombro, y entonces enterró sus manos en sus bolsillos y avanzó para caminar alrededor de la rubia.
Pero antes que ninguno de ellos pudiera procesarlo todo, Izzy colocó su mano manicurada sobre su pecho, deteniéndolo de moverse. Le dedicó una mala mirada, y rodó los ojos con tanta fuerza que le dolió—. Bien —escupió, tensando su mandíbula—. ¿Cincuenta?
JJ retrocedió, mirando al techo como si estuviera pensando la oferta. Un segundo después, negó—. Noventa.
Izzy iba a matarlo—. Sesenta.
—Ochenta.
Para este punto, Izzy quería ir y arreglar su jodido auto. Pero sabía, realísticamente, que pasaría el resto del día intentando descubrir cuál era el problema. Y entonces, tendría que llamar a su papá, y William Windsor no era la persona más encantadora. Así que, volvió a intentar y ofreció—. Sesenta y cinco, y agregaré una bebida gratis.
Eso hizo a JJ sonreír—. Trato —estiró su mano hacia ella, ofreciendo estrecharla como forma de sellar el trato entre ellos.
Izzy hizo un gesto de disgusto mientras miraba entre su mano y su rostro—. No, ew, no voy a tocar tu mano —dijo honesta—. No tengo idea de dónde estuvo.
JJ rió y se paró a un lado—. Lidera el camino, princesa —dijo, gesticulando hacia la salida—. Oh, espera, ¿te gustaría que te abra la puerta? ¿Eso complacería a la Alteza Real?
Izzy arrugó los labios—. Eres un idiota —escupió antes de colocar su cabello detrás de su oreja y salió por la puerta, dirigiéndose a su auto. Podía escuchar a JJ caminando detrás de ella, y podría haber jurado que él se estaba riendo para sí mismo, pero no le importaba lo suficiente como para mirar sobre su hombro y fijarse.
Cuando alcanzaron su auto (este era un Mercedes G-Wagon), una carcajada genuina brotó de los labios de JJ. Izzy se giró y lo observó—. ¿Qué es tan divertido? —escupió, su nariz arrugada con enojo.
—Tienes otro auto —espetó JJ—. Uno increíble, por cierto.
Izzy alzó una ceja, confundida—. ¿Y?
JJ frunció el ceño y tornó su atención a ella. Se tomó un par de segundos para mirarla... realmente mirarla, antes de mojar sus labios y abrir la boca para hablar—. Y te estás quejando porque uno de tus... ¿qué? Quince autos... ¿está roto? —preguntó retóricamente, negando ligeramente como si no pudiera creer las palabras cayendo de su lengua—. La gente rica es jodidamente rara.
Izzy no se lo tomó bien. Sabía que era súper privilegiada y que siempre lo sería, pero no le gustaba la forma en que él la había desacreditado de esa forma. Sabía que sonaba ridículo que estuviera quejándose sobre su auto roto cuando tenía otros en su casa, pero ese auto era diferente. Era el de su mamá y, cuando Izzy lo manejaba, sentía que su mamá seguía allí.
El punto era que – Izzy podía intentar librarse de todo lo que le recordaba a Julia; podía hacerse tantas cirugías plásticas como quisiera para diferenciarse de su madre, pero una parte de ella siempre la necesitaría. Una parte de ella siempre se sentiría reconfortada por el aroma del perfume de su madre, justo como una parte de ella se aferraba a ese auto como si fuera un salvavidas porque, sin esos recuerdos, temía olvidar a su madre por completo. Y a pesar de lo que quería creer, Izzy no quería olvidar a su madre sin importar lo mucho que doliera recordarla.
Izzy libró su mente de aquellas ideas—. Como sea —ladró, pero su tono fue diferente, casi melancólico—. ¿Tienes transporte o voy a tener que prestarte otro de mis quince autos para llevarte a tu... dónde sea que duermas?
JJ soltó esta carcajada extraña – algo entre un resoplido y una risa ligera—. No te preocupes. Tengo una motocicleta.
—Genial, espero que no te caigas —fulminó Izzy antes de desbloquear su auto y entrar al lugar del conductor, cerrando la puerta. Arrancó el auto y colocó sus manos sobre el volante pero, antes que pudiera moverse, JJ decidió que no había terminado de molestarla.
El chico Maybank se adelantó y descansó sus antebrazos sobre el alféizar de la ventana del conductor, ligeramente apoyándose contra el auto—. ¿Sabes qué? Es divertido, pero en realidad iba a preguntarte cómo estabas. ¿Más mocos cayendo por tu cara? ¿Huh? —inquirió, su voz amarga. Era claro que Izzy lo había provocado—. Solo – espero que tengas suficientes dólares por ahí para poder limpiar tus lágrimas.
Izzy pestañeó. No sabía qué decir, solo sintió su corazón hincharse en su pecho. Sabía que se lo merecía, y no debería haberle molestado, pero lo hizo. Odiaba que sus palabras la afectaran—. Idiota —escupió. Estaba llena hasta el borde con ira, preguntándose cuándo finalmente explotaría y prendería el mundo en llamas—. Para que sepas, hubiera aceptado ochenta dólares pero, ya sabes... disfruta tus sesenta y cinco dólares. Ojalá no lo gastes todo en alcohol como tu papá.
Eso pareció irritar al chico, lo que Izzy encontró entretenido. Le gustaba poder afectarlo tanto como él la afectaba. Pero JJ era mejor en esconder sus emociones y, al siguiente segundo, la mueca en su rostro había sido reemplazada por una sonrisa—. ¿Eso significa que puedo tener ochenta? —preguntó.
Izzy entrecerró los ojos, formando rendijas—. No, cabeza de mierda.
JJ rió ante su insulto, sacudiendo su cabeza de un lado al otro. Desvió su mirada de su rostro y miró el interior del auto. Sus ojos descansaron sobre el pendiente de estrella que colgaba del espejo retrovisor—. ¿Qué es esto? —preguntó al estirar su mano para tocarlo.
Izzy inmediatamente golpeó su mano—. No toques eso.
JJ alzó sus manos en rendición. Izzy se giró con un ceño fruncido en su rostro. Miró a través del espejo retrovisor y lo ajustó, pero sus ojos permanecieron en su reflejo. Quería mirar a otro lado, pero antes que pudiera hacerlo, sus ojos se dirigieron hacia el corte en su frente, y una sensación de incomodidad la embargó. Alzó su mano para tocarlo, pero rápidamente se detuvo y desvió su mirada.
—Oye —llamó JJ tranquilamente, su voz como un susurro al oído de Izzy. Se estiró y tocó su brazo gentilmente, ganando la atención de sus ojos entrecerrados—. ¿Cómo está tu novio?
—¿Por qué? ¿Ustedes tienen alguna relación secreta que debería saber? —remarcó Izzy, su voz monótona.
Una sonrisa estiró los labios de JJ—. Sí, ¿cómo lo supiste? —inquirió con humor.
Eso casi hizo sonreír a Izzy, pero no lo hizo.
La sonrisa cayó del rostro de JJ—. No, uh, supongo que solo me estaba preguntando si... ¿te hizo algo?
Izzy frunció el ceño—. Ya te dije que no.
JJ la estaba mirando extrañado ahora, como si quisiera decir algo más pero no podía encontrar las palabras correctas. Pero entonces habló—. Sí, estaba allí, pero también recuerdo que me dijiste que debería haberle disparado.
Izzy solo se encogió de hombros—. Estaba borracho. No lo dijo en serio.
JJ soltó una carcajada sin humor—. Y yo tengo una barra de oro metida en el trasero.
Izzy hizo una mueca—. ¿Bien por ti?
—No, Iz... —suspiró JJ. Por un momento cerró los ojos, antes de volver a abrirlos y sus miradas se conectaron. Una mezcla de emociones pasearon por sus ojos, casi como si le estuviera rogando a Izzy que admitiera la verdad—. Solo responde.
—No, Rafe nunca me lastimó —afirmó Izzy—. Él no es así —mordió su labio para prevenirse a sí misma de decir algo más.
—¿Estás segura? —presionó JJ.
—¿Por qué? —bufó Izzy, arrojando sus manos al aire—. ¿Crees que es capaz de eso?
JJ mojó sus labios—. Es una bala perdida.
Izzy rió burlona, disparándole una mirada dura—. Dijo el idiota que llevó un arma a una fiesta —escupió, su voz llena de veneno.
Algo se movió en los ojos de JJ cuando esas palabras fueron registradas en su cerebro. Lucía como si estuviera contemplando decirle algo. No pasó mucho antes que inflara las mejillas y exhalara—. Golpeó a Pope en la cara, ¿sí? —admitió, apretando la mandíbula.
La confusión golpeó a Izzy—. ¿Qué? —inquirió, su voz apenas saliendo en un susurro. Durante todos los años que había conocido a Rafe, él nunca había colocado un dedo sobre nadie. Claro, los provocaría, pero nunca había infligido dolor físico... al menos... no que lo haya visto. Había creído que él no haría eso. Debía creer que JJ estaba mintiendo—. No, él no haría eso.
JJ resopló, negando—. Bueno, lo hizo, Iz. Ni sé qué quieres que diga. ¿Quieres ir a ver la cara de Pope? Porque debo decir que luce como la mierda.
—¿Por qué Rafe...? —Izzy vaciló, tragando sus palabras. Alzó la mirada hacia el rostro de él, la confusión nublando su mente—. ¿Por qué querría hacer eso?
Un rastro de culpa plagó el rostro de JJ al retroceder y bajar la mirada a sus manos—. Uh... yo no...
Izzy se dio cuenta de la razón—. Por ti —ladró. Sacudió su cabeza y tensó su mandíbula—. No deberías haber apuntado a Topper.
JJ alzó sus ojos para encontrar los de ella—. No iba a disparar —se defendió.
—¿Cómo sabes eso? ¿Cómo puedes estar tan seguro? —preguntó Izzy—. Porque, sí, claro, tal vez tú crees que no lo harías, pero un movimiento equivocado y podrías haberlo hecho. Si tu dedo se hubiera deslizado... Topper estaría muerto y tú estarías--.
JJ la interrumpió—. No sabes nada sobre mí —escupió. Se acercó a su auto y apoyó contra el—. Como dijiste, no somos amigos, Iz. Pero puedo decirte justo ahora que no iba a tirar del gatillo —una mirada de enojo oscurecía su rostro mientras apretaba su mandíbula para controlar sus emociones—. Cree lo que quieras, pero nunca quiero lastimar a nadie.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —cuestionó Izzy. Su voz apenas era un susurro ahora.
Sus ojos se desviaron hacia el corte en su frente de reojo antes de encontrarse con los ojos de ella. Sus ojos azules se unieron con los verdes y, por un segundo, todo estaba bien, hasta que no lo estuvo—. ¿Por qué te pasas las luces en rojo? ¿Por qué estabas borracha? ¿Huh? ¿Vas a responder esas preguntas? —escupió JJ. Sus fosas nasales estaban abiertas y su mandíbula tensa mientras buscaba en el rostro de ella una respuesta que nunca encontraría—. Eso creí.
Izzy colocó sus gafas de sol sobre la cima de su cabeza así el chico podía ver el fuego que brillaba en sus ojos—. No sabrás eso sobre mí —siseó.
Un resoplido abandonó los labios de JJ—. Ese es tu problema. Crees que eres mucho mejor que los demás. Tú y todos tus amigos Kook —dio un paso atrás y se encogió de hombros.
Eso molestó a Izzy. Sus venas corrieron con magma, incinerando su piel. Sentía que podría explotar—. Uno: no me conoces —ladró, su voz alzándose una octava con cada palabra—. Dos: no me conoces. Y tres: no me conoces, mierda, así que deja de actuar como si lo hicieras.
JJ le disparó una mala mirada—. ¿En serio? ¿No te conozco?
Izzy arrugó los labios—. Eso es lo que dije.
Un ceño fruncido se colocó sobre el rostro de JJ al tomar sus palabras. Asintió un par de veces para mostrar que lo estaba procesando. Pero entonces se detuvo y se adelantó para que Izzy pudiera ver sus emociones nublando sus ojos azules, haciéndolos parecer más oscuros—. Estás equivocada —comenzó—. Sé que odias tu nombre porque crees que te hace sonar como una vieja dama. Sé que no te gustan esos gatos sin pelo porque te hacen sentir extraña. Sé que odias el océano porque tus padres nunca te enseñaron a nadar. Y sé que no te gusta borracharte debido a lo que le pasó a tu mamá, lo que es por qué no puedo descifrar porqué estabas manejando borracha el otro día.
—¡Cállate, JJ! —escupió Izzy, la desesperación en su voz. No le gustaba lo incómoda que la hacían sentir sus palabras.
JJ lucía como si estuviera esperando sus palabras, pero no dejó que le afectaran—. Tal vez no tengo idea por qué te pasas todas esas jodidas luces, pero sí te conozco —murmuró—. No sé todo sobre ti, pero solíamos ser amigos. Elijas recordarlo o no, pasó y no puedes cambiarlo.
Izzy se encontró con su mirada. Un rastro de vulnerabilidad cubría sus ojos, atravesando el corazón de Izzy con una sensación que había olvidado. No le gustaba la forma en que hacía que su corazón se hundiera. Así que, al verdadero estilo de Isadora Windsor, escondió el sentimiento y lo reemplazó por fuego que cruzaba por su sistema nervioso—. Nunca fuimos amigos —murmuró—. No significas nada para mí. Ni siquiera existes en mi mente.
JJ tensó su mandíbula—. ¿Entonces por qué fui yo el que te llevó a casa, y no ese novio tuyo al que estimas tanto?
Izzy pestañeó—. Se lo dices a alguien y te arrancaré las cuerdas vocales —murmuró severamente, pero sus palabras sonaron forzadas, como si no lo dijera en serio.
—Seguro, princesa, tus deseos son mis jodidas órdenes —replicó JJ. La ira cubría su rostro, pero contenía sus emociones y respiraba con pesadez—. Pero para que sepas, voy a arreglar tu auto por el dinero, no por ti —con eso, se giró y caminó hasta donde había dejado su vehículo.
Izzy lo observó marcharse, sus ojos se entrecerraron sobre su espalda mientras se acercaba a su motocicleta (o lo que sea que fuera; Izzy no le prestó atención a los detalles). Sus ojos se mantuvieron sobre su espalda mientras se montaba sobre la moto. No se colocó un casco, lo que Izzy pensó que era estúpido pero honestamente no podía hablar debido a su récord de acelerar en las luces rojos. Y justo cuando Izzy estaba a punto de mirar a otro lado, JJ miró por sobre su hombro y le envió una mirada dura antes de acelerar y atravesar el estacionamiento. Entonces, llegó a la calle, dirigiéndose a la residencia Windsor.
Cuando Izzy ya no pudo ver su figura, ajustó su agarre sobre el volante y maldijo bajo su respiración. Sus palabras habían golpeado algo en el fondo de su garganta que creía que ya había enterrado. No sabía exactamente qué era, pero la ira floreció en su pecho cuánto más pensaba sobre lo que JJ le había dicho.
El enojo encendió la epidermis de su piel al intentar descifrar por qué sus palabras la habían molestado tanto. No le gustaba saber que JJ tenía piezas de su alma escritas en su cerebro. Odiaba que él supiera que tenía miedo del océano y un disgusto por los gatos sin pelos. Odiaba que supiera que no se emborrachaba. Pero mayormente, odiaba que a pesar que supiera todo eso, aún no quisiera tener nada que ver con ella. Solo la estaba ayudando por el dinero, y eso dejaba un poncho amargo en su pecho.
Eso era lo que la molestaba – le importaba lo que pensaba. Porque había una parte de ella que deseaba atención y validación de las personas a su alrededor. No podía lidiar con el rechazo. Había sido integrado a su interior. Debía ser adorada. Y normalmente obtenía exactamente lo que quería y era la imagen de lo que toda chica quería ser, pero con JJ era diferente. Él siempre estaba allí para romper las piezas de su fachada, forzando sus verdaderos colores a aparecer.
Y esos eran los verdaderos colores de Izzy Windsor: feos.
Tal vez, la persona que había ocultado bajo toda la ropa de diseñador y cirugías plásticas era lo único feo de ella. Izzy sabía que era bonita con o sin maquillaje. Debía serlo. Había nacido para serlo. Pero la persona escondida bajo todas las comodidades superficiales era realmente fea. Su corazón era un pedazo de carbón, plagando todo su cuerpo.
Izzy Windsor era una perra sin corazón. Eso era lo que todos decían. La temían por esa misma razón.
Su rostro de perra era suficiente para que alguien caminara en la dirección opuesta solo para evitar cruzársela. La hacía sentir como si estuviera en control de su propia vida. Y le gustaba saber que las personas la miraban solo una vez y ya decidían que ella era demasiado buena para ellos.
Tal vez eso era por qué ella siempre se encontraba volviendo a JJ Maybank. Tal vez una parte de ella quería que él la adorara como el resto. Y tal vez una parte de ella odia a que cuando él la miraba, la observaba con odio en sus ojos, una clara señal de rechazo. Porque honestamente, Izzy Windsor no podía lidiar con el rechazo de las personas como él.
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