Capítulo 41: La noticia
Septiembre de 2020
Elena jugaba con su pequeña hija, a quien tenía sobre su regazo. La niña había cumplido cuatro meses esa misma semana, y era hermosa y saludable. ¡Se parecía tanto a Álvaro! La pequeña tenía su sonrisa y sus ojos grises, de Elena parecía haber heredado tan solo el cabello oscuro, pero ella era feliz de que fuese la viva imagen de su padre.
De Álvaro continuaba sabiendo noticias únicamente de manera indirecta. Mari Paz llamó en varias ocasiones para preguntar por ellos, y la respuesta para su tranquilidad era la misma: estaban bien. En Cuba los contagios por Covid 19 eran bajos comparados con Europa y parte de América Latina, pero todavía representaban un riesgo. Los aeropuertos continuaban cerrados desde el mes de marzo, razón por la cual ella aún no le había dicho del nacimiento de su hija.
Para su familia y Mari Paz, ella alargaba el asunto lo más posible, alegando que no era adecuado dar una noticia de esa naturaleza durante una pandemia, que Álvaro no podía viajar, y que no era el momento más oportuno para hacerlo. En realidad, se moría de miedo: hacía tanto que no se veían, que no hablaban, que no sabía cómo hacerlo…
Por otro lado, estaba Blanca, ¿se suponía que Álvaro le dijese a su esposa que viajaba a La Habana para conocer a la hija que tuvo con su amante? Aquella situación le torturaba, así que optó por la opción que le pareció mejor: no decir nada todavía.
Elena tomó a la niña en sus brazos y la colocó en la cuna; se había quedado dormida luego de amamantarla y era el horario de su siesta. Hacía un año que había regresado de España, y la vida le había dado un giro inesperado. Estaba muy orgullosa de ser madre, pero jamás esperó que luego de tanto tiempo, el recuerdo de Álvaro siguiera siendo tan fuerte en su corazón.
La joven salió a la terraza para observar el mar. Esa tarde estaba sola en casa, y disfrutaba de la tranquilidad que le brindaba la vista desde su balcón. La brisa batía de manera muy agradable, mientras observaba a un barco entrar a la bahía.
El sonido de su teléfono la sobresaltó. Lo primero que pensó es que había olvidado ponerlo en vibración, pues la melodía podía despertar a su niña, que por lo general tenía un sueño liviano. Por fortuna, no había sido así.
Frunció el ceño al ver que se trataba de Mari Paz. Había hablado con ella el día anterior y su videollamada la tomó por sorpresa. Solían hablar dos o tres veces en la semana, pero aquella tarde no la esperaba.
—Hola —le sonrió luego de aceptar la conferencia.
—Hola —le contestó su amiga—. ¿Cómo está mi pequeña sobrina?
—Durmiendo su siesta —respondió—. ¿Cómo están ustedes?
—Estamos bien, justo en un rato vamos a cenar…
Elena advirtió que algo le sucedía a Mari Paz. Su expresión evidenciaba que había algo que no le estaba diciendo, lo cual la hacía sentir muy incómoda.
—Me encanta que hayas llamado —le dijo Elena—, pero siento que hay algo que no me estás diciendo… Te pido que no lo demores más. ¿Qué sucede? ¿Todos están bien?
Mari Paz suspiró.
—Todos estamos bien, pero estás en lo cierto al sugerir que hay algo importante que tengo que decirte.
—¿Qué es? —por alguna razón entendió que el asunto guardaba relación con Álvaro y eso la inquietaba sobremanera.
—Mi madre vio a Álvaro hoy —comenzó—. Hacía mucho tiempo que no se encontraban y no tenía noticias ni de él ni de Blanca desde antes de la pandemia.
Elena comprendió que algo había ocurrido.
—Mi madre le preguntó cómo estaba Blanca, y Álvaro le confesó que había fallecido unas semanas atrás.
La expresión de sorpresa y tristeza de Elena fue genuina. ¡Sabía que Blanca tenía una condición delicada de salud, pero no esperó recibir esa noticia!
—¿Pero cómo…? —apenas podía hablar.
—Al parecer su hermana Cristina les contagió el Covid 19.
—¿Cristina? —la mano con la que sostenía el móvil le temblaba.
Su amiga asintió.
—Hacía meses que Cristina no visitaba a su hermana. Álvaro se lo tenía prohibido por los riesgos que la enfermedad podía suponer para Blanca, si se veía expuesta. Cristina aprovechó que Álvaro ese fin de semana había viajado a Barcelona a ver a Ali, y Cristina se presentó en la casa. Insistió en ver a Blanca y la enfermera no tuvo cómo rehusarse… Unos días después Cristina supo que era positiva y Blanca también, casi al mismo tiempo, pues la enfermedad en ella se desarrolló de manera más rápida y enseguida tuvo síntomas… De inmediato la llevaron a urgencias, pero estuvo un solo día… No resistió…
Elena sentía mucho dolor al escuchar aquel desenlace, y cómo fue su hermana la responsable de su muerte.
—A Cristina le pesará para siempre en su conciencia lo que ha hecho… —murmuró.
—Fue descuidada durante el verano. Confió en que los casos habían bajado y se contagió…
—¿Cómo está Álvaro?
—Álvaro también se enfermó, pero por fortuna la enfermedad en él fue leve, al igual que en Cristina.
Elena se llevó una mano a los labios, para ahogar la expresión de dolor que sentía.
—¡Es terrible! —exclamó—. ¿Pero no hablaste con Álvaro hace un tiempo?
—Hace casi un mes —respondió su amiga—, al parecer esto sucedió después. Pensaba llamarlo en estos días, pero mi madre lo vio hoy casualmente y no dudó en contarme.
Ya Julia estaba informada de que Elena había tenido una hija con Álvaro, pero no le correspondía a ella decírselo a él.
—¿Y doña Graciela? ¿También enfermó? —preguntó asustada.
Mari Paz negó con la cabeza.
—Por fortuna Álvaro la había dejado en Barcelona con Ali. Cuando se contagió, doña Graciela continuaba en casa de su hija.
Aquello le tranquilizó.
—¡Álvaro debe estar muy triste con lo sucedido! —meditó Elena.
—Mamá así lo notó. Está más delgado y muy abrumado por lo que sucedió. Es muy reciente todavía. Sin embargo, creo que es momento de que lo llames y le digas la verdad. Ya Blanca descansó, y él merece la alegría de saberse padre de tu hija. No creo que exista ya ningún impedimento para abrirle tu corazón.
Elena asistió, estaba muy nerviosa, pero sabía que había llegado el momento.
—¡Ánimo! —le confortó su amiga con una sonrisa—. ¡Él se sentirá dichoso de saberlo, y tú con la satisfacción de habérselo confesado al fin!
—Espero que pueda comprender mi silencio por tanto tiempo y me perdone…
—El verdadero amor no necesita perdonar —le recordó Mari Paz.
—Lo dices como si Álvaro me amara todavía, después de un año de separación… No lo creo. No me ha llamado ni escrito, ni siquiera después de… —recordó a Blanca con pesar—. Tenemos una hija, es una lazo importante y permanente, pero me temo que sea el único.
—Yo no pienso así…
Mari Paz quiso confortarla, pero Elena ya no podía confiar en que su amor se mantuviera incólume a pesar de la distancia. Tan solo podía pensar en la gran tarea que tenía por delante: decirle la verdad.
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