Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

you can touch


Obligatorio ver este Tiktok antes de leer para que tengan la imagen mental bien clara jeje https://www.tiktok.com/@maythu2607/video/7214322661231578369 e imaginen que el lanzamiento de Pop coincidió con el estreno de Barbie xd

Nayeon amaba vivir a solas con su novia sin tener que ocultarlo, pero últimamente no sabía si era premio o castigo.

Cuando Jeongyeon había dejado el departamento que compatía con Jihyo y Mina para vivir con su hermana, Sana no tardó ni dos días en recibir una propuesta de mudanza. Tanto la líder como la menor de las japonesas tenían un cariño especial por ella, y si era sincera, Sana estaba un poco harta de tener que sacar a Boo de su cama cada dos horas y de encontrar todas sus medias entre los juguetes de Dobby. Además, desde que Nayeon y Momo se dejaron de juegos y oficializaron su relación, se sentía un mal tercio. No había cambiado demasiado la dinámica entre ambas, la timidez de Momo y las pocas habilidades sociales de Nayeon les jugaban en contra, pero dejaron de ser amigas que se besaban (y de vez en cuando algo más) para admitir que tenían sentimientos la una por la otra, y a partir de ese momento comenzaron a descubrir cómo ser una pareja sin dejar de ser las mejores amigas de siempre. El primer mes fue divertido, Sana se moría de risa cada que Nayeon y Momo se avergonzaban mutuamente. El segundo mes fue un poco más extraño, en especial las dos veces que llegó temprano a casa y las encontró besándose con desesperación en el sofá que Sana se compró para ver televisión (¿ser atrapadas una vez no les bastaba para aprender a usar su habitación?). El tercero puso al límite su paciencia, la cual amenazó con acabarse el día en el que se encerraron en el cuarto de Momo a "ordenar las Barbies" y Sana pudo escuchar claramente los gemidos de Nayeon. A los tres días le llegó la invitación para vivir con Mina y Jihyo, y no lo pensó dos segundos antes de decir que sí.

Desde ese momento, Nayeon y Momo tenían lo más parecido a una vida de pareja que cualquiera de las dos había experimentado con anterioridad. Nayeon amaba poder entrar y salir de su casa de la mano de su novia, cosa que era habitual desde que ambas "mejores amigas" compartían departamento, y no tener que preocuparse por verse a escondidas con ella. Momo mudó a los perros al cuarto vacío a petición de la mayor, quien no soportaba escucharlos roncar a media noche, y ahora ambas chicas solían compartir la cama de Momo la mayor parte del tiempo. Fuera de los problemas habituales de la convivencia y del creciente desorden en la casa (que se ensuciaba a velocidades impresionantes ahora que no estaba Sana para poner orden), Nayeon y Momo disfrutaban de la intimidad que les daba tener un espacio solo para ellas.

Solo había un pequeño problema: Barbie.

Para nadie era secreto el gusto de Momo por la muñeca. Su colección era cada vez más grande, y el pequeño mueble que mandó a construir e instalar en su cuarto para exhibir a sus muñecas se había transformado en tres. Nayeon lo encontraba extraño pero dentro de todo, adorable. Se decía a sí misma que podía lidiar con eso, aunque a veces se cuestionaba si vivía con su novia o con una niña de cinco años.

La situación comenzó a salirse de las manos cuando el estreno de la película fue anunciado, y siendo de conocimiento público el gusto de la japonesa, los regalos de famosas marcas no tardaron en llegar. Primero fueron carteras, luego joyas, zapatos y ropa, todas cosas que Nayeon disfrutó ver en casa, sobre todo al ser testigo de la ilusión en el rostro de Momo al desenvolver cada obsequio. Luego, conforme la fecha de estreno se acercaba, las cosas fueron variando. Un par de espejos de cuerpo completo, cojines para la sala, adornos de centro de mesa, un set de vajilla, y lo peor de todo, un juego de sábanas y cubrecama que fue a parar directo a la cama de Momo.

Al inicio fue divertido, y Nayeon estaba dispuesta a ceder en todo lo que implique ver a Momo feliz, pero sus nervios se alteraron cuando se dio cuenta de que su casa cada vez parecía más Barbie Dreamhouse en vez de un departamento normal de una pareja de veintitantos años. Tuvo que aguantar un par de risas por parte de las miembros, pero se comenzó a incomodar cuando Tzuyu dijo que era igual a la pop-up store que había visitado, y Momo se alegró como si le hubieran hecho el mejor cumplido de su vida. Además, aunque lo intentaba disimular, era algo evidente el crush de la japonesa con Margot Robbie. En varias ocasiones había comentado que era la mejor elección para el papel porque era una Barbie de verdad, y Nayeon no podía evitar ponerse celosa, sobre todo cuando la foto promocional de la película se convirtió en el fondo de pantalla de su novia.

Aunque su lado racional le decía que era ridículo, no podía evitar sentir que tenía que competir con la muñeca por la atención de Momo, y se sentía en completa desventaja. Para empezar, Barbie no era coreana, no tenía la piel tan pálida, no medía 1.63 y no tenía el cabello oscuro. Momo parecía embelesada con todo lo que la muñeca representaba, y Nayeon no se sentía tan interesante como para competir con eso. La veía disfrutar genuinamente con cada objeto que se añadía a su colección, y tampoco quería ser ella quien le quite eso, pero sabía que si no le dejaba en claro a su novia que necesitaba tanta atención como la que le daba a un personaje ficticio, se iba a volver loca.

Nayeon estaba teniendo unas semanas difíciles. Los preparativos para el comeback grupal se habían sumado con el lanzamiento de su solo, las grabaciones para otro single japonés, y encima de todo, más Time To Twice. Cada vez tenía menos tiempo para estar en casa, solía llegar pasada la media noche, y eso significaba menos tiempo para estar a solas con su novia. Luego de una semana particularmente cansada, el equipo notó su falta de energía y la mandó a tomarse dos días libres, con la condición de dedicarse principalmente a descansar. Camino a casa, Nayeon sonreía de la emoción. Lo único que quería era meterse a la cama de la Momo y no salir ni para comer, y dejar que la japonesa se encargue de todas sus necesidades (alimenticias y de otra índole). Sabía que tenía que hacer algo con todo su estrés acumulado, y las ideas revoloteaban en su cabeza mientras llegaba a su casa.

Cuando llegó escuchó ruidos extraños provenientes del cuarto de Momo. Entre la música a todo volumen y los ladridos de los perros pudo distinguir el sonido de un martillo, y suspiró mientras se preparaba mentalmente para enfrentarse a lo que sea que su novia se traía entre manos. Dejó sus cosas en el sillón (rosado, por supuesto), se soltó el cabello y entró a la habitación de la menor.

— No puede ser.

Momo estaba colgando un set de tres cuadros con el dibujo lineal de Barbie en alto relieve. Los perros corriendo hacia Nayeon le alertaron de la llegada de su novia, y dejó su trabajo de lado para acercarse a recibirla. Le rodeó la cintura con las manos y la atrajo para un beso, cosa que Nayeon no le pudo negar.

— Hola, mi amor— saludó con una sonrisa y se inclinó para robarle un pico—. Te extrañé hoy.

La mayor resopló.

— Yo te veo ocupada.

Momo volteó a ver sus cuadros y sonrió ampliamente.

— ¿No son lindos? Pasé por una tienda saliendo de la práctica y...

— Amor— no la dejó terminar—. ¿No crees que ya es mucho?

— No— contestó entre risas y se inclinó para besarla de nuevo, pero Nayeon retrocedió el rostro. A Momo se le borró la sonrisas al instante.

— En serio, Momo... sé lo mucho que te gusta, pero creo que ya cruzamos el límite. Esta también es mi casa.

— Nay...

— Siento que lo único que te interesa es todo esto. Te digo que por fin tendré unos días solo para estar juntas, y llego a casa y te encuentro colgando esto.

— Se ve bonito— susurró con ojos de cachorro. Nayeon se sintió un poco mal, pero ya no había marcha atrás. Era una conversación necesaria.

— ¡Parece el cuarto de una niña de cinco años!

— Parece el cuarto de la Barbie— volvió a susurrar, la decepción se hizo visible en su rostro. No sabía que estaba incomodando a la persona que más amaba en todo el mundo.

Soltó la cintura de su novia y la mayor suspiró. Se quedaron en silencio unos segundos, y Nayeon retomó la conversación.

— Me desespera sentirme segunda en tu vida y frente a algo como esto. Siento que no te importa lo que yo opine.

— Pensé que te gustaba...— sus ojos se llenaron de lágrimas.

— Lo que me gusta es verte feliz, pero esto ya cruzó los límites. No puedo ni respirar sin cruzarme a una Barbie en mi propia casa. A este paso, la próxima semana el papel higiénico va a ser rosado también— suspiró—. Ni siquiera me siento cómoda haciendo lo que hacemos en tu cama con toda esa exhibición de muñecas mirándonos fijamente. Y ni hablar de las fundas de almohada de Fairytopia.

— Son juguetes...

— Tienes veintiséis años, Momo. Solo quiero sentir que mi novia se interesa por mí.

— Yo te amo, Nayeon.

— Yo también, y por eso es que te digo todo esto.

Se quedaron en silencio. Momo pasó el dorso de su mano por sus ojos para llevarse las lágrimas que amenazaban con caer, y suspiró pesado. Quería ser una buena novia para Nayeon y darle el descanso y relajación que se merecía. La mayor jugaba con sus manos con nerviosismo, y Momo agarró su cadera con algo de duda. Al no encontrar resistencia llevó su rostro al cuello de su novia y acarició con sus labios.

— ¿Puedo compensarte? Ven a recostarte conmigo, ¿sí?

Nayeon se dejó hacer, pero no se movió ni un centímetro. Al cabo de unos segundos suspiró y se separó con lentitud.

— Déjalo así. Estoy cansada. Voy a dormir en mi cuarto.

Nayeon se despertó después del medio día. Apenas recordó lo sucedido la noche anterior, se arrepintió. En su mente solo existía la expresión decepcionada de su chica, y se odiaba a sí misma. El lado racional de su mente le decía que había hecho lo correcto, que si no decía esas cosas la iba a terminar comiendo por dentro, pero su parte emocional solo quería volver el tiempo atrás y decirle que sí a todo con tal de verla feliz. Nunca había rechazado los avances físicos de su novia hasta esa noche, ni siquiera cuando eran solo amigas, y temía haber arruinado todo. Llevó sus manos a su rostro y suspiró con frustración. Se levantó de su cama y salió a buscar a Momo, dispuesta a pedirle disculpas, pero no la encontró. En su lugar, encontró una nota escrita a mano sobre el comedor.

"Quería despertarte pero necesitas descansar. Me llamaron temprano para grabar unas cosas para Instagram y tuve que salir. Luego de esto tengo el ensayo ya programado con Mina y Sana y creo que llegaré después de las once. Te cociné para el almuerzo y la cena, está en el refrigerador. Por favor, come. Si tienes más hambre mándame un mensaje y te enviaré delivery.

No me gusta pelear contigo, amor. Nunca he tenido una relación así de seria, pero te amo demasiado y quiero hacer que esto funcione. Voy a ser la novia que quieras que sea. Por favor, no te molestes conmigo. Yo daría todo por ti.

Llámame por cualquier cosa que necesites. Te amo. Me encantaría tenerte de vuelta en mi cama hoy, anoche no pude dormir sin sentirte junto a mí.

Momo"

Nayeon se sintió la peor novia del mundo y quiso llorar. Se odiaba por haber hecho que Momo se sienta mal. Levantó la vista, y vio algunas cosas diferentes en la casa. Los cojines volvían a ser blancos, y la alfombra rosada que parecía un gato peludo ya no estaba ahí. Volteó hacia el cuarto de Momo y pudo ver que el cubrecama había sido reemplazado por el anterior con diseño de flores. Eran pequeños detalles, pero el corazón de Nayeon se encogió y se ahogó de amor por su chica. No la merecía, y quería recompensarla por lo que le había hecho, y por toda su ausencia de las últimas semanas. Lo pensó unos segundos, hasta que recordó lo conversado con su estilista días antes sobre las propuestas de cambio de look para el debut en solitario, y antes de detenerse a pensarlo dos veces ya estaba marcando su número.

— Hola, sé que se supone que estoy descansando, pero ya tomé una decisión. ¿Podemos hacerlo ahora?




Momo abrió la puerta con cuidado de no hacer ruido. Sabía que eran altas las posibilidades de que Nayeon ya estuviera durmiendo, y lo que menos quería era interrumpir su sueño. Por mucho que quisiera que su novia la perdonara y volviera esa noche a su cama, sabía que en esos momentos lo más importante era que descanse, y no iba a ser ella quien le quite la oportunidad.

Boo y Dobby salieron a su encuentro. Se agachó para acariciarlos, y luego se dirigió al baño a lavarse las manos y la cara. Caminó de puntillas hasta el cuarto de la mayor y abrió despacio la puerta para comprobar si ya se había acostado, pero solo vio la cama vacía y tendida. Al instante se llenó de miedo ante la posibilidad de que Nayeon se haya ido de la casa. En el tiempo que llevaban como pareja no habían peleado ni una sola vez, por lo que Momo no sabía qué esperar. Agarró su celular y marcó el número de su novia, mientras planeaba pedirle perdón y que por favor vuelva a casa. A los pocos segundos un sonido la sobresaltó. La canción Barbie Girl comenzó a sonar, y el ruido provenía de su habitación. Pensó que era una broma de mal gusto de alguna de las miembros, y corrió a abrir su puerta sin colgar la llamada. Se imaginó que probablemente encontraría a Sana muerta de risa por haberla asustado, pero lo que vio la dejó sin palabras y borró todo pensamiento coherente de su cerebro.

Nayeon la esperaba sentada en el centro de su cama con una sonrisa traviesa. Tenía su celular en la mano, con la llamada de Momo entrando, y la colgó para detener la música.

— ¿Te gusta mi tono de llamada? Lo cambié esta tarde.

Momo tragó saliva.

— Nay...

La mayor sonrió, coqueta. Momo no podía creer lo que estaba viendo. Su novia estaba descalza, solamente con un minivestido strapless y ceñido al cuerpo de terciopelo rosado. La tela abrazaba sus curvas a la perfección y una gargantilla plateada jalaba su mirada hacia la piel pálida de su cuello, donde aún se podía ver el rastro de un chupetón hecho por Momo la semana anterior. El atuendo la hacía lucir como una verdadera muñeca, pero lo más impresionante era su cabello cayendo sobre sus hombros descubiertos. El castaño que la había acompañado toda su vida no estaba más, y ahora había sido reemplazado por un hermoso tono rubio. Nayeon se había maquillado ligeramente, sus labios rosados y llamativos lograron que Momo sea completamente invadida por los nervios. No podía unir las palabras que pasaban por su cabeza.

— Amor...

— ¿Me acompañas?— la mayor extendió la mano hacia su novia para invitarla a unirse a ella en la cama. Momo avanzó con pasos torpes hasta que la alcanzó, y la rubia se acercó para tomar su rostro suavemente entre sus manos—. ¿Me perdonas?— susurró, temerosa.

— Soy yo la que tiene que pedirte perdón.

— No debo reclamarte por las cosas que te hacen feliz— la voz de Nayeon tembló—. No fue la manera de decirte lo que pensaba.

— Yo estuve mal porque solo pensé en mí y en mis intereses. Esta casa es tanto tuya como mía— suspiró—. Pero mi corazón, ese sí es tuyo por completo. No quiero que pienses que tienes que competir con algo más porque no es así.

Nayeon sonrió ante lo tierna que era su novia y lo evidente que era su lucha por mirarla a los ojos y no bajar su enfoque hacia el resto de su cuerpo. En ese momento confirmó lo mucho que amaba a esa chica, y se llenó de deseos de esforzarse en ser para ella la novia perfecta. La empujó por los hombros para que se siente con firmeza y se acomodó para sentarse a horcajadas sobre ella.

— Yo quiero que seas feliz con lo que a ti te gusta— susurró, las manos de Momo tomaron su cintura con duda, y se meció un poco sobre su regazo para intentar darle más confianza—. Yo puedo ser tu Barbie. Yo puedo ser lo que tú quieras que sea— se inclinó y con suavidad tomó el lóbulo de la oreja de su novia entre sus dientes. La menor retuvo un gemido.

— Amor, esto es...

— Soy tu muñeca ahora. ¿Verdad que soy tu Barbie favorita?— le sonrió con ojos inocentes, y el corazón de Momo se aceleró. No podía hablar, así que solo asintió, y la sonrisa de Nayeon creció—. ¿Quieres jugar con tu Barbie?

— Sí.

— Claro que quieres. Puedes jugar a lo que sea conmigo. ¿Qué quieres hacer? ¿Qué quieres tocar?

Momo tenía las mejillas rojas y las manos calientes. No podía creer lo que Nayeon estaba haciendo para ella. No le entraba en la cabeza lo perfecta que era y la maravillosa novia que tenía. Se quería casar con esa chica.

Nayeon la miraba fijamente, a la espera de su respuesta. Realmente se veía como una Barbie. Momo no entendía cómo es que era tan afortunada de que una belleza así se haya fijado en ella, una nerd fanática de juguetes para niños. Quería besarla con desesperación y arrancarle ese lindo vestido, pero también quería tomarse su tiempo para jugar.

— Tu cabello...

— ¿Te gusta? Me lo pinté para ti, para ser tu muñeca. ¿Quieres peinarme?— Nayeon con confianza y parlanchina siempre lograba poner nerviosa a Momo. No la dejó responder, se inclinó para coger el cepillo (rosado, por supuesto) de la mesa de noche y entregárselo a su novia. Se dio la vuelta para sentarse de espaldas a Momo, tan cerca que su trasero se subía un poco sobre las piernas de la menor—. Puedes cepillar mi cabello.

Momo tomó el cepillo con manos temblorosas y lo pasó con sumo cuidado por la cabeza de su novia. Se tomó el tiempo de admirar el abundante cabello rubio. Era el cambio más arriesgado que Nayeon había hecho en toda su vida, y se veía más hermosa de lo que Momo jamás imaginó. Su novia tomó su mano libre y la colocó sobre su cintura. Momo tomó el gesto como una invitación y avanzó hasta colocar su palma sobre el estómago de la coreana y empujarla hacia atrás para pegar su cuerpo al de ella. Acomodó su cabello hacia un lado para dejar su cuello libre, y se inclinó para regalarle suaves besos que la hicieron suspirar. Nayeon disfrutó de la atención durante unos minutos y luego empujó las manos de su novia al cierre lateral de su vestido.

— ¿Sabes por qué soy la mejor muñeca que puedes tener? Porque puedes jugar conmigo como quieras— llevó una de sus manos hacia atrás para enredar sus dedos en el cabello negro de Momo y presionarla más contra su cuello—. Puedes desvestirme en donde sea, cuando quieras.

La japonesa obedeció la orden. Tomó el cierre y lo bajó, la tela del vestido se aflojó y cayó al instante hasta la cintura de la mayor, revelando los pechos firmes y redondos. Momo no aguantó más, le dio la vuelta y la jaló para recostarse sobre las almohadas con ella encima. Nayeon sonrió ante los movimientos rudos y desesperados, y se arrastró sobre el cuerpo de Momo hasta que le puso los pechos en la cara.

— Chupa, vamos. Prueba a tu muñequita.

Momo gimió y obedeció. Los juegos en la cama no eran comunes en ellas. Sus sesiones de sexo solían ser simples pero efectivas, llenas de amor, complicidad y unas cuantas risas. Siendo ambas tan tímidas no se habían aventurado a explorar más posibilidades en ese aspecto, y la menor estaba gratamente sorprendida de que su novia haya tomado la iniciativa. Bajó sus manos hasta su trasero y apretó con fuerza, mientras sus labios envolvían con delicadeza el pezón erecto que Nayeon le ofrecía. La mayor gimió y frotó sus caderas contra Momo.

— La Barbie más preciosa de mi colección— susurró la japonesa mientras cambiaba de pecho—. Una fantasía.

— Quítate la ropa— sonaba desesperada.

Momo negó.

— Estoy jugando con mi muñeca. Las muñecas no pueden dar órdenes.

Nayeon gimió al escuchar esas palabras. Momo no solía ser ruda, y esa era una fantasía que la mayor guardaba en secreto. Quería que su novia tome todo el control sobre ella y la maneje a su antojo. La menor mordisqueó los pezones y luego buscó la mirada de Nayeon.

— Pero, ¿sabes algo? Voy a ser buena y voy a complacer a mi juguetito. Dime qué quieres que te haga.

La rubia suspiró y volvió a dirigir el rostro de Momo a uno de sus pechos.

— Bésame aquí— susurró mientras tomaba una de las manos que la sostenían firmemente por el trasero y la llevaba debajo de su vestido, animándola a que explore más—. Tócame aquí.

Los dedos de Momo apretaron con rudeza la cara interna de los gruesos muslos, lo que arrancó un gemido de la garganta de su novia. Sin provocarla más palpó hasta que encontró el centro entre sus piernas, y Nayeon se restregó con fuerza al sentir la mano tocándola en su parte más íntima. El corazón de Momo se aceleró cuando sintió una diminuta pieza de tela que casi no le impedía tener contacto directo con la fuente de humedad, y pudo tocar casi por completo los labios mayores. Retiró su mano y en un rápido movimiento las giró, la espalda de Nayeon se apoyó sobre la cama y Momo quedó encima de ella.

— Necesito ver.

La rubia sonrió.

— No sé qué estás esperando, hermosa.

Los ágiles dedos tomaron el vestido y lo deslizaron por las anchas caderas de la mayor. Momo se comió con la mirada el cuerpo casi desnudo de su novia. La única prenda que aún tenía era una diminuta tanga rosada, transparente y con un lacito a cada lado. Nayeon nunca había utilizado lencería tan atrevida para ella, y su corazón se aceleró al pensar en lo mucho que amaba a esa mujer. La mayor tenía las mejillas encendidas, pero aún así se mordió el labio inferior y levantó sus caderas, en una invitación a la mayor a terminar de desnudarla. Cuando la dejó totalmente expuesta, se sintió más caliente que nunca. Estaba por completo entregada a su novia, como una muñeca. Ella seguía vestida y se veía totalmente complacida de poder manejarla a su antojo.

Momo se inclinó para besarla. Los gruesos labios de la mayor eran los más deliciosos que había probado en su vida, sobre todo cuando gemía tan rico en medio de un beso. Mordió con suavidad el labio inferior y llevó una de sus manos a acariciar con suavidad el pubis depilado.

— ¿Puedo tocar?— susurró sobre sus labios. Aunque llevaban varios meses juntas, siempre se aseguraban de preguntar. Nayeon sonrió en medio del beso por lo considerada que era su novia, aún cuando se había entregado a ella como un juguete.

— Puedes tocar— tomó la mano que la acariciaba y la llevó hasta la entrada de su vagina. Animó a los dedos a acariciar los bordes del agujero empapado y a frotar con delicadeza su clítoris—. Puedes jugar— dirigió uno de los dedos para que la penetre con cuidado, abrió las piernas y elevó la pelvis para que llegue más profundo. Momo retiró su dedo hasta la punta e intentó penetrarla nuevamente, pero fue detenida. Miró a Nayeon con una expresión confundida, y esta le devolvió la mirada con una sonrisa traviesa—. Sólo si dices que serás siempre mía.

— Tuya toda la vida. Yo solo vivo para ti.

Nayeon suspiró y levantó su rostro para besarla. Suspiró pesado cuando Momo le metió la lengua en la boca, y su vagina se apretó al sentirse vacía, solo con la punta del dedo dentro. Le rodeó la cadera con una pierna, abriéndose más para ella.

— Fóllate a tu muñequita.

La menor obedeció de inmediato. Se deleitó ante lo mojada y apretada que se encontraba la rubia, y la besó con mayor rudeza.

— Qué Barbie tan perfecta. Siempre tan lista para mí.

Nayeon gimió agudo cuando Momo aumentó la velocidad de sus empujes. Arqueó las caderas para que llegue más profundo, y se deshizo en sollozos cuando alcanzó su punto exacto de placer.

— Me lo haces tan rico.

— Todo para mi princesa.

Momo la folló con confianza y empeño hasta que sintió que las paredes interiores comenzaron a apretar. Se retiró de golpe, y Nayeon resopló con frustración al sentirse vacía. La japonesa la tomó de las manos para ayudarla a levantarse, y se tumbó de espaldas en el lugar que antes ocupaba su novia en la cama. La rubia se removió, buscando frotar sus pliegues sensibles sobre el cubrecama.

— Por favor... estaba tan cerca.

— Quiero que te sientes en mi cara. Voy a comerme a mi muñeca.

Nayeon no lo pensó dos veces. Con las piernas temblorosas gateó hasta que se colocó sobre su rostro y su vagina se abrió frente a la boca de su amante. Era una posición que no habían intentado antes, y ambas estaban algo sorprendidas ante lo fácil que les había resultado adaptarse a esta nueva dinámica. La mayor acarició el cabello negro debajo de ella y se meció ligeramente, mientras que con su otra mano separaba sus labios menores, ofreciendo su intimidad a Momo.

— Chúpame.

La japonesa obedeció al instante. La posición hacía que todos sus sentidos estén abrumados por el sabor y el olor de Nayeon, y le encantaba. Se sentía al completo servicio de su muñeca, y eso era lo que más quería. Se moría por demostrarle que podía ser la mujer ideal para ella. Chupó con empeño, rodeó el delicado clítoris con la lengua y se concentró en estimular su sensible nervio, mientras que una de sus manos se colaba entre los blanquecinos muslos para penetrarla sin aviso.

— Sí, sí— la mayor gimió desesperada—. Lo haces tan bien. Me voy a correr.

— Dámelo todo.

Momo succionó con fuerza mientras las caderas de Nayeon rebotaban sobre su rostro. Puso toda su concentración en no perder el ritmo de sus penetraciones, y disfrutó de ser la causante de los agudos gemidos hasta que su novia se corrió con un grito. Liberó más humedad sobre su boca y Momo recibió el premio con gusto, la chupó hasta limpiarla y luego la recostó con delicadeza a su lado. La rodeó con los brazos y le dio un suave beso.

— Te amo. Gracias por esto.

— ¿Me perdonas?— la voz de Nayeon sonaba tímida de nuevo, y Momo la encontró adorable.

— Tú eres quien me tiene que perdonar— susurró—. Llegaremos a un acuerdo, ¿bien? Te prometo que nunca más te haré sentir como si no fueras lo más importante en mi vida.

Nayeon asintió y la besó nuevamente.

— Te amo tanto.

— Te amo más, mi Barbie. Mi muñeca preciosa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro