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if you say

— ¡Momo, ya estoy en casa!

Eran las cinco de la tarde y Nayeon sentía que ya iban con retraso. La movilidad de la empresa pasaría por ellas a las ocho, a pesar de las insistencias de Momo para que la dejen conducir. La japonesa había tenido la mañana libre, así que se apareció en el fansing de Nayeon con un carrito de snacks para ella y el equipo, y la acompañó hasta que su novia la mandó a casa a descansar y alistarse para la noche. Horas después, mientras la rubia iba de regreso al departamento, no podía quitarse la sonrisa tonta de la cara que le causaron los mensajes que recibió en las horas que estuvieron separadas.

"Te veías increíble, no sabes lo difícil que fue no subir al escenario y besarte"

"Estoy leyendo los comentarios en Instagram, ves que no soy la única que piensa que eres una real life Barbie?"

"Ya te extraño"

"Estoy siendo pesada, cierto?"

"No puedo esperar a que sea más tarde y jugar con mi muñeca favorita"

"Mi Barbie preciosa y consentida"

"Te amo <3333"

"Ya ahora sí te dejo trabajar en paz"

"Byyyyyeeeeeee ):"

"Dobby se comió tu pantufla pero ya te compré otro par, solo que no hay entregas hasta el lunes, no te enojes): te dejo las mías este fin de semana"

Entró a la sala y dejó todas sus cosas en el sofá. Momo no tardó en salir a su encuentro, despeinada, con un sostén deportivo y pantalones de buzo con manchas de agua, y cara desconcierto.

— Pensé que llegabas a las seis, amor.

— ¿No te alegra verme?— Nayeon puchereó, y se acercó para echarle los brazos al cuello y besarla con suavidad.

— Estaba terminando de prepararme...

La rubia la miró de arriba a abajo.

— Yo te veo lejos de terminar.

— Graciosa. Estaba preparando las cosas para ti— susurró, con las mejillas rojas.

Nayeon recordó lo que le había prometido dos noches atrás y tembló en anticipación. Con el apuro que tenía en el trabajo, casi no tuvo tiempo de pensar en eso. Momo nunca había tomado las riendas en poner en práctica una fantasía con ella, y estaba ansiosa por descubrir ese lado de su personalidad.

— ¿La ropa? No te preocupes. Primero me tengo que ir a bañar, todavía te dejo tiempo...

De repente, Momo la sujetó por debajo del trasero y la levantó en brazos, animándola a que enrede sus piernas en su cintura. La miró con adoración mientras la llevaba a la habitación.

— No, de eso nada. Eres mi muñeca ahora.

— Bueno, tu muñeca está sudada y no quiere apestar en el evento.  

— Por eso la tengo que bañar yo— susurró con los labios sobre su cuello.

Nayeon se estremeció. Su novia la dejó sobre la cama mientras llevaba algunas cosas al baño. Cuando Momo le dijo que quería su completa obediencia pensó que se limitaría a vestirla a su antojo y probablemente a darle de comer en la boca, pero nunca se le pasó por la cabeza que querría manejarla también en algo así. No era la primera vez que tomaría una ducha con Momo, pero si seguía el patrón de sus anteriores sesiones con este juego de Barbie, ya sabía que era ella la única que estaría desnuda. Eso no le importaba, pero necesitaba un poco de juego previo para entrar en confianza consigo misma y exponer su cuerpo. Estaba nerviosa, pero cuando Momo entró nuevamente en la habitación y vio amor puro en sus ojos, supo que no tenía por qué sentirse insegura. Aquella chica se desvivía por verla feliz y hacerla sentir cómoda.

— Ven, preciosa. Vamos a dejarte limpia para tu mommy.

La mayor jadeó con sorpresa ante las palabras de su novia. La siguió hasta el baño, y notó que había preparado la bañera con agua temperada y espuma, tal y como Nayeon disfrutaba. Se quedó de pie mientras la pelinegra cerraba la puerta, indecisa sobre qué hacer.

— ¿Qué esperas para entrar?

— Yo... mommy no me ha dado órdenes, y yo quiero ser obediente.

Los ojos de Momo se encendieron al ver que la mayor tomaba iniciativa en el juego. Había estado indecisa sobre si a Nayeon le gustaría todo eso, pero escucharla dirigirse así a ella le dio el empujón de confianza que necesitaba para continuar.

— Qué muñequita tan buena— susurró, mientras se colocaba detrás de ella y la rodeaba con sus brazos para desabotonar la corta blusa que llevaba—. Déjame desvestir a mi Barbie, no queremos que su ropa se arruine con el agua.

Nayeon asintió con timidez. Los hábiles dedos de Momo desabrocharon su ropa. La japonesa se aseguró de rozar su piel más de lo necesario, y la mayor tembló cuando sus ajustados jeans fueron bajados junto a su ropa interior. Con la intención de provocarla, Momo se agachó para retirar las prendas de sus tobillos y subió sus palmas por la cara interna de los muslos de su novia. Retiró sus manos justo antes de llegar a su intimidad depilada, y caminó para quedar frente a ella y darle un inocente beso en la mejilla mientras llevaba una de sus manos a su espalda y le desabrochaba el sujetador con la destreza de una experta.

— Preciosa— susurró a la vez que acariciaba su cintura con delicadeza. Nayeon la miró a través de sus pestañas, con las mejillas encendidas y los labios entreabiertos, esperando otra indicación de Momo. La menor subió con toques suaves hasta su cuello, donde tocó con delicadeza el pequeño collar con dije de corazón que le había regalado a los pocos días de comenzar su relación. Pasó su vista por los pechos, y no pudo evitar sonreír al notar los pequeños pezones erectos, como si le pidieran un poco de atención—. Ven al agua, mi amor.

Nayeon dejó que Momo la guíe de la mano y la meta en la bañera. La situación era un poco confusa para ella, pero nada desagradable. La intimidad que estaban compartiendo iba mucho más allá del sexo, y su corazón se sintió lleno al percibir el amor de Momo en cada toque.

— ¿Cómo me quieres?

— Siéntate y dame la espalda. Voy a lavar tu cabello.

Con la mayor suavidad del mundo, la menor lavó y cepilló el cabello rubio de su novia. No mentía cuando le prometió hacerla sentir como una reina. Nayeon estaba cómoda y relajada, disfrutaba de las caricias, de los esporádicos besos en el cuello y de los halagos que le daba su chica. Cuando terminó le pidió que se voltee, tomó el jabón entre sus manos y comenzó a pasarlo por el cuerpo desnudo.

— ¿Se siente bien?— susurró Momo mientras frotaba con cuidado los brazos. Nayeon asintió—. Me encantaría que puedas verte en este momento. Realmente eres una muñequita preciosa.

Pasó el jabón por el pecho, ignorando a propósito los duros pezones, cosa que hizo que Nayeon aguante la respiración para disimular un gemido de frustración. Dentro de todo, sabía que Momo estaba jugando con ella. Algo le decía que si bien le iba a dar todas las atenciones del mundo esa noche, también la iba a provocar hasta el cansancio, y al final sería ella quien esté rogando por los toques de su novia. La mano que la limpiaba se deslizó por su estómago y bajó por sus piernas, para luego subir y empujar entre los muslos que se encontraban cerrados con fuerza.

— Abre.

La mayor se puso roja y su cuerpo no le respondió. Momo sonrió, complacida por las reacciones, y se inclinó para darle un pico en los labios.

— Tranquila, muñeca. Solo voy a limpiarte. Abre, preciosa.

Los muslos temblorosos se relajaron y Momo pudo separarlos con facilidad. Nayeon aguantó la respiración cuando Momo frotó su palma sobre sus labios mayores. Fiel a su palabra, solo cumplió con pasar jabón y luego enguajar, y Nayeon estaba temblando, con expectativa de algo más. La menor sabía que se estaba poniendo nerviosa, lo podía sentir por la ligera humedad que nada tenía que ver con el agua de la bañera, pero no le iba a dar más hasta la hora en la que regresen a casa. Faltaban más de ocho horas para eso, y sabía lo que las lentas provocaciones harían en su novia. No podía esperar a verla rogar, y no iba a parar hasta conseguirlo.

Terminó de enjuagarla y la envolvió en una bata de baño. La llevó nuevamente a su habitación, cerró las cortinas y sacó unas cajas rosadas envueltas con grandes lazos. Las dejó al lado de la rubia y la animó a abrirlas, con una sonrisa emocionada en su rostro.

— Para mi princesa— se inclinó para atrapar sus labios en un corto pero posesivo beso. Jaló su labio inferior entre sus dientes y se alejó para darle espacio y que pueda abrir sus regalos.

Nayeon estaba anonadada con lo detallista que estaba siendo Momo con ella. Se suponía que todo este juego era un regalo para la menor, pero resultó ella quien estaba recibiendo todas las atenciones. Tomó la primera caja y la abrió. Dentro encontró una minifalda a la cintura, de tela gruesa y rígida, de color fucsia. A juego había un saco de mangas largas y largo hasta los muslos, y un top de tiras blanco. Exactamente lo que se esperaba. Sabía que Momo no iba a perder la oportunidad de vestirla como su Barbie personal, y aunque era un color que ella no se habría atrevido a elegir, le parecía un conjunto muy bonito. La segunda caja contenía unos botines blancos con tacón, que sacaron un chillido de emoción de sus labios. Llevaba semanas queriendo esos zapatos, y Momo sonrió al verla alegrarse con el regalo.

Quedaban solo dos cajas pequeñas. Momo le alcanzó la primera, y dentro encontró una vincha gruesa cubierta de pedrería brillante, dos pequeños aretes de piedras brillantes rosas, y un collar con un corazón hecho con la misma piedra preciosa. Nayeon suspiró al ver todo eso. Sabía que Momo había gastado mucho dinero en ella, y se sentía culpable por recibir tantas cosas.

— Amor...

Momo se inclinó para besarla. Nayeon estaba tan sorprendida que no pudo responder bien.

— Zafiros para mi muñeca— susurró antes de meterse el labio inferior de su novia a la boca. Llevó una de las delgadas manos hasta sus labios y le dio un suave beso—. Lo mejor para ti.

— Esto es...

— Dije que sin peros. Déjate consentir. ¿Te gusta?

— Sí...

— ¿Sí, qué?

— Sí, mommy— susurró con una sonrisa tímida.

— Abre la última caja.

Con dedos temblorosos, Nayeon obedeció. Cuando retiró la tapa y vio el contenido, su rostro se puso rojo al instante. Momo había escogido para ella un set de lencería rosado, en tela transparente, con un sujetador tipo corset sin tiras y unas bragas pequeñas que cubrían lo estrictamente necesario. Nunca se había puesto nada de ese estilo. Lo máximo a lo que había llegado era a sorprender a Momo con un par de bragas reveladoras, pero nada más. Solo habían sido utilizadas para los encuentros entre ambas, y jamás había usado algo así para salir de casa.

Momo sabía que eso era algo nuevo para su novia, así que observó su rostro detenidamente y estudió su reacción. Tenía un plan B en caso la mayor no se sintiera cómoda, pero decidió que no perdía nada intentándolo.

— ¿Qué te parece?

— Yo... nunca he usado algo así.

— Lo sé. No estaba en mis planes, pero lo vi y no pude evitar pensar en ti...

Nayeon la miró a los ojos.

— Es bonito...— susurró.

— En ti se vería aún más hermoso— Momo le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja y dejó que su mano caiga para acariciar sus mejillas y labios—. Pero si no quieres, no pasa nada.

La mayor suspiró, nerviosa.

— ¿Qué tanto te gustaría verme usarlo?

— No tienes una idea. Serías la Barbie más perfecta que existe— Momo tomó ambas piezas y las dejó sobre los muslos descubiertos de su novia—. ¿Y sabes lo mejor? Que es solo para mí. Mi muñeca preciosa vestida como una diosa, y solo yo puedo verla. ¿Quieres eso, mi amor?

Nayeon vio el deseo brillar en los ojos de Momo, y en su mente se encendieron las posibilidades. Adoraba sentir que su novia la deseaba y fantaseaba con ella. 

— Está bien, mommy.

La sonrisa de la japonesa creció rápidamente.

— Deja que vista a mi muñequita.

Momo la tomó de la mano y la puso de pie. Con movimientos rápidos y seguros le quitó la bata de baño y la dejó desnuda frente a ella. La piel pálida reaccionó al instante por el frío y los nervios y se erizó, por lo que la menor pasó sus manos por los brazos de su novia, en un intento de tranquilizarla. Antes de vestirla se tomó su tiempo para pasar sus palmas por todo el cuerpo de la rubia y acariciarla con delicadeza y adoración. Tomó sus pechos entre sus manos con suavidad y pasó los pulgares por los pezones duros. Nayeon jadeó bajo, y Momo llevó su rostro al cuello de la mayor sin dejar de acariciarle los pechos.

— Eres perfecta— susurró mientras dejaba un beso húmedo—. ¿De quién es esta muñeca tan hermosa?

— De mommy.

— Solo mía, ¿cierto?

— De nadie más. Solo mommy puede tocarme así.

— Así me gusta, preciosa, que tengas eso muy claro.

Dejó un beso rápido en sus labios y tomó el sujetador. Lo pasó por el delgado torso de Nayeon y lo abrochó en su lugar. Cuando estuvo puesto correctamente tomó las bragas y se arrodilló frente a su novia. Nayeon jadeó ante la vista. 

— Vamos, pasa las piernas.

Momo acomodó la pequeña prenda y la subió por las piernas de la rubia mientras cubría los muslos con suaves besos. Nayeon se retorcía, ansiosa y sensible ante todas las lentas provocaciones. Cuando llegó a su entrepierna su novia se inclinó y, antes de que pueda reaccionar, le pasó la lengua superficialmente por su intimidad. La mayor jadeó y por instinto llevó una de sus manos a enredarse en el oscuro cabello. Momo soltó una risa, acomodó las bragas en su sitio y se puso de pie, con una mano en el trasero de la mayor para pegarla a su cuerpo. Recibió un puchero decepcionado.

— Mala.

Al instante Nayeon recibió una nalgada.

— ¿Qué dijiste, muñeca?

— Perdón, mommy.

— Si eres buena recibirás lo que quieres más tarde. Pero para eso, mi muñequita me tiene que demostrar que se lo merece, ¿entendiste?

— Pero...

— Nada de peros. Ahora sube a la cama y enséñale a mommy lo bien que te queda esa lencería.

Nayeon gimió ante la orden y obedeció con movimientos temblorosos. Si bien los gestos de Momo eran duros, su mirada estaba llena de amor, y la estaba tratando con la dulzura suficiente para que Nayeon se sienta animada a seguir. Se arrastró sobre el colchón y miró con duda a su novia.

— ¿Cómo...?

— Sobre tus manos y rodillas, preciosa— Momo dio las indicaciones con cuidado, atenta a las reacciones de la mayor. Sabía que ante el más mínimo rastro de incomodidad se detendría y volvería a los tratos suaves. Quería saber hasta dónde podía llegar con ese juego. 

Para su sorpresa, Nayeon obedeció. Sus mejillas ardían y sus labios entreabiertos rogaban ser besados. La expresión de su rostro alternaba entre confusión y excitación, y en conjunto se veía como una inocente muñequita, con los ojitos brillantes a la espera de que se le indique qué hacer. Momo llevó una mano a acariciar su rostro y dejó que su pulgar se deslice sobre los abultados labios. La mayor reaccionó al instante y recibió el pulgar en su boca, chupó con esmero mientras miraba a los ojos a su chica, lista para recibir otra indicación.

— Muñequita hermosa— susurró la japonesa, y retiró el dedo de la boca contraria. Caminó alrededor de la cama para poder ver el cuerpo de su novia desde todos los ángulos. La mayor se quedó inmóvil mientras Momo se la comía con la mirada.

— Mommy...

— ¿Sí, princesa?

Nayeon se meció hacia adelante y hacia atrás, curvó ligeramente su espalda y empinó su trasero para darle una mejor vista a Momo de su centro cubierto.

— Mommy, por favor...

Momo rio.

— Ya te dije que tienes que esperar. Las niñas buenas obtienen sus recompensas.

— Pero...

Una nalgada la silenció.

— ¿Escuché una queja?

— No, mommy.

Momo subió a la cama y la tomó de las manos para que se siente a su lado. Con dulzura acomodó su cabello por detrás de sus hombros y le dio un beso suave en los labios.

— No tienes que hacer nada más que portarte bien. Mommy no te ha comprado esas bragas tan bonitas para que las arruines en cinco minutos, ¿cierto?— Nayeon asintió con el rostro completamente colorado—. Si mi muñeca puede comportarse y no mojarse hasta la noche va a recibir su premio. ¿Entiendes, mi amor?

La mayor asintió.

— Usa esa boquita.

— Sí, mommy.

— Ahora ven que te voy a poner tu ropa.

Momo la terminó de vestir en silencio. Nayeon colaboró y no protestó más, aún cuando la había dejado sensible y con una sensación incómoda entre las piernas. Dejó que su novia le coloque las joyas mientras la llenaba de halagos, y le cepilló el cabello hasta que el timbre del departamento sonó. La mayor se sobresaltó, no esperaba a nadie. Momo salió del papel por un momento, esbozando una sonrisa tímida.

— Te contraté una maquilladora. Ya tiene indicaciones, pero si algo no te gusta puedes cambiarlo... aunque no es nada del otro mundo. Es más o menos lo que te suelen hacer— Nayeon asintió—. Me iré cambiando porque luego me toca maquillarme. ¿Está bien si las dejo un momento?

Nayeon se acercó a darle un beso tierno. Momo había sido perfecta hasta ese momento. La había sorprendido gratamente con esa mezcla precisa de dulzura y rudeza, y no podía esperar a ver más de esa faceta de su novia.

— Sí, mi amor.

La noche en el evento iba de maravillas. Momo había elegido un vestido elegante y ceñido rosa claro con tacones aguja, y lucía bella e imponente con el cabello negro recogido en una cola alta. Nayeon, por su parte, era la representación exacta de lo que sería Barbie si fuera coreana. El maquillaje elegido por Momo resaltaba sus mejillas y labios, le daba un toque inocente pero sin perder el lado sexy que bien sabía manejar. Los ojos de todos los presentes estaban puestos en ambas idols, que habían regresado a actuar como las mejores amigas de siempre apenas habían puesto un pie en la camioneta que pasó a recogerlas de casa. Nayeon se tomó la libertad de ser un poco más juguetona con su novia, pero un par de miradas duras le recordaron su posición esa noche, y regresó a dejar que la japonesa tome por completo el mando. Había dejado que la lleve del brazo, le cargue sus cosas y le tome todas las fotos que quiso, y estaba disfrutando de ver a su novia tan entusiasmada con cada detalle de la fiesta. Cuando la prensa las entrevistó y le mencionaron a Nayeon que se veía como Barbie, pudo ver el esfuerzo grande de Momo por disimular su sonrisa orgullosa y engreída.

Luego de unas cuantas entrevistas breves y fotos para los medios, Nayeon y Momo pudieron pasar a servirse unos cocteles y sentarse entre los demás invitados. Ya habían cumplido con sus deberes como idols, el resto de la noche era de ellas para disfrutar de la fiesta. Momo se acercó al bar y pidió dos piñas coladas mientras Nayeon la esperaba sentada en una mesa cercana.

— Están suaves, ¿está bien?— Nayeon levantó una ceja. La japonesa solía disfrutar del alcohol y de los efectos que tenía en ella y en sus amigas—. Me gustaría que estemos lo más sobrias posible— susurró con las mejillas rojas, y la mayor lo captó al instante. Recibió su bebida y le dio un sorbo.

— Todo esto está muy lindo. Me encanta ver que te lo pases bien.

Los ojos de Momo se iluminaron al instante.

— ¿No es preciosa la caja tamaño real de la Barbie? Creo que mis sueños de toda la vida se han hecho realidad. ¡Y la alfombra rosa fue perfecta! Creo que casi me muero cuando pusieron Fancy. ¿Verdad que parece canción de Barbie? 

Nayeon rio ante la repentina emoción de su novia. Momo siguió hablando de todo lo que le gustaba del evento, hasta que su manager se acercó a ellas acompañada de Yuna. La menor tenía una evidente expresión de fastidio en el rostro, y su acompañante parecía estar exasperada.

— Les dejo a la niña. Suerte— se dio media vuelta y se perdió entre la multitud, antes de que Yuna pueda protestar.

— Que no soy una niña... perdón por eso, unnies. 

La coreana mayor sonrió, enternecida, y la invitó a sentarse con ellas.

— ¿Pasó algo?

Yuna suspiró y se llevó las manos al rostro.

— Las chicas y yo pedimos unos tragos, pero nos vieron, alguien me acusó y me querían mandar a casa. Yo no quería arruinarle la noche a las demás, pero también me quería quedar, y no confiaban en dejarme con ellas, así que me dijeron que tengo que estar con ustedes o me voy. Perdón por incomodarlas, unnies— explicó con la mirada baja.

— No nos incomodas, Yu. Nos encanta que pases tiempo con nosotras.

Momo asintió.

— Pero no entiendo, tienes diecinueve años. No tendrían por qué impedir que bebas.

— Porque este evento viene con directivas de Estados Unidos y no se le puede dar alcohol a menores de veintiuno.

— No tiene sentido, estamos en Corea.

— ¡Lo sé!— la menor levantó las manos, exaltada—. Pero me dijeron que así era y que si no me gustaba me podía ir a casa. Ya estoy harta de que me vean como a una niña. Pensé que con el debut de NMIXX las cosas iban a cambiar, pero nada.

Nayeon miró de reojo a Momo con una sonrisa cómplice. La verdad era que para ellas, Yuna era una niña. Tal vez una niña menos chica que las demás, pero una niña al fin y al cabo. Tenía una edad cercana a la de ellas cuando debutaron, y se sentían en la responsabilidad como sunbaes de protegerla y evitar que pase por las dificultades que tuvieron que pasar ellas. Momo le puso una mano en el hombro para tratar de animarla.

— No importa lo que ellos digan. Aquí no hay nada que podamos hacer, pero te invitaremos a beber en casa la semana que viene, ¿de acuerdo?

Los ojos de Yuna se iluminaron. Admiraba mucho a las mayores, y le hacía ilusión cada vez que podía compartir personalmente con ellas.

— ¿De verdad, Momo unnie?

— Claro, sabes que siempre eres bienvenida en nuestra casa.

— ¿Y Sana unnie estará de acuerdo con eso?

— Ella ya no vive con nosotras— Nayeon le dio un sorbo a su trago—. Los perros la sacaron de quicio. Ahora somos Momo y yo.

Yuna sonrió.

— ¿Solo las dos?— Momo asintió, y una sonrisa pícara se formó en el rostro de la menor— Si no las conociera y no fueran tan buenas amigas, diría que hacen buena pareja— Nayeon se atoró con su bebida, los ojos de Momo se abrieron como platos mientras intentaba sostener el vaso de su novia para que no se lo voltee encima, y Yuna se dio cuenta de que había tocado territorio sensible—. Perdón, estoy hablando pavadas.

— Qué cosas dices, Yuna...

La coreana menor no aguantó y soltó una risa.

— Perdón, perdón. 

— No, no te preocupes. Somos tus unnies, puedes bromear con nosotras.

Las tres se quedaron en silencio. Luego de unos segundos, Yuna intentó cambiar de tema.

— Nayeon unnie, pareces una Barbie. El rubio te queda muy bien.

La mayor se sonrojó.

— Lo hice para mi solo. Momo tiene el crédito, ella me ayudó a escoger la ropa.

— ¿De verdad?

— Sí, ella es la experta en Barbie. Yo no tenía ni idea y dejé que ella decida por mí— tal vez no era cien por ciento cierto, pero se acercaba a la realidad. Momo tenía una sonrisa engreída en el rostro.

— ¿Cierto que parece Barbie?— la japonesa no pudo evitar sumarse a los halagos—. Yo dije lo mismo.

— Hiciste un buen trabajo. Me encanta el outfit— Yuna suspiró, ajena a los comentarios con doble intención de la pareja.

— ¿Tú que piensas, unnie?— Momo miró a Nayeon— ¿Te gusta lo que escogí para ti?

La voz melosa resonó en Nayeon y su primer instinto fue asentir y decirle que sí a todo.

— Sí, mom...— esta vez fue Momo quien se atoró con su bebida, y el repentino caos alertó a la mayor del error que estaba cometiendo—. Momo. Sí, Momo, me gustó la ropa, gracias. Te pediré consejos más seguidos.

Más tranquila, la japonesa sonrió. Le parecía adorable el rostro sonrojado y asustado de su novia.

— Te puedo dar consejos siempre que quieras...

La piel de Nayeon se erizó ante la mirada penetrante de Momo. No sabía cómo responder a eso, y Yuna la salvó de repente.

— ¿A mí también me puedes dar consejos, Momo unnie?

Momo se puso roja y lo disimuló tomando lo que quedaba en su vaso de golpe. Nayeon se echó a reír y puso su mano sobre el brazo de la idol menor, distrayéndola y dando oportunidad a Momo para recomponerse.

— Claro, Yu. Para eso están tus unnies, cuenta con nosotras para lo que necesites.

Yuna sonrió ampliamente, encantada con tener la atención de dos de sus unnies favoritas. Momo le dirigió una mirada cómplice a su novia sin que la menor lo notara, y Nayeon sonrió, enternecida. Conversaron un rato más hasta que Yuna les pidió ir a tomarse fotos, y dejaron que la menor se adelante. La japonesa puso una mano en la cintura de su novia y, luego de asegurarse de que nadie les estuviera prestando atención, la atrajo hacia ella para susurrarle al oído.

— Estás siendo una muñequita perfecta y muy buena.

— ¿Lo soy?— Nayeon batió sus pestañas con gesto inocente. Momo suspiró para retener sus ganas de besarla.

— Una Barbie preciosa y bien portada. Sigue así y te premiaré cuando lleguemos a casa.

En un movimiento fugaz bajó su mano por su cadera y le dio una nalgada. Nayeon soltó un chillido y entró en pánico por unos segundos antes de que se diera cuenta de que nadie lo había visto. Iba a quejarse, pero cuando abrió la boca vio la mirada dura de Momo sobre ella, y recordó que las protestas no estaban permitidas. La japonesa notó el cambio de expresión y sonrió con orgullo.

— Eso es. Bonita y obediente para tu mommy, ¿verdad?

Nayeon asintió, muerta de vergüenza. Momo se veía como si nada sucediera, y eso la puso más nerviosa aún, porque no sabía cuál sería su siguiente movimiento.

— Vamos con Yuna, nos está esperando. Tenemos una hora más antes de irnos a casa. Vamos a estar con los demás, pero diez minutos antes de irnos me vas a acompañar al baño y te asegurarás de que nadie nos siga, ¿entendido?

— Sí, mommy.

— Buena chica. Vamos, mi amor.





al final esto tendrá cuatro caps para que este no sea un testamento, se volvió mini fic, si veo muchos comentarios en la historia lo subo prontito <3















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