Capítulo 2: Buenos amigos. Salvaje.
Cuando la música comenzó a sonar de nuevo supo que venía el otro pretendiente, tragó saliva y espero a que fuera hacia el, no pasó mucho para que fuera.
Chisaki era alto, mucho más alto que el, apenas si podía rozar su cabeza con su hombro, el alfa le tomó de la una mano y puso la otra en su cintura, guiando el baile.
Estuvo un poco rígido al principio pero, después se relajó.
—¿Disfrutas de la fiesta?- preguntó el pecoso dudoso, pero le sonrió.
—Sí, es aceptable.- respondió el mayor sin interés, e Izuku no lo supo cómo interpretar.— háblame de ti.
Izuku asintió sintiéndose cómodo en ese tema, solo habló de lo que le gustaba y lo que hacía para pasar el rato, descubrió que Chisaki es un poco controlador y era también un fanático de la limpieza.
Cuando supo que era la mitad de la música empezó a soltar su aroma y Chisaki también dejó salir el suyo.
Cuando lo aspiró sintió su garganta apretarse, como si el aroma fuera tan denso para no pasar más de ahí.
Pequeñas lágrimas se asomaron a la comisura de su ojos y una tos le invadió, llevó su mano rápidamente a su boca y la trató de minimizar.
—Que mal.- Chisaki murmuró al ver como el pecoso trataba de contener sus estornudos, rápidamente ocultó su aroma para no fatigarlo.— a mí me había encantado tu aroma. Aunque parece que el mío no te gusta.
Izuku se disculpó apenado, aunque fue algo difícil por la tos, el pecoso pidió a Ochako un poco de agua, ella inmediatamente se la dió. Cuando el Omega miró hacia atrás pudo observar los rostros algo decaído de su madre y padrastro.
Suspiró para tomar nuevas fuerzas, la música empezó a sonar de nuevo y esperó por el último pretendiente. Pero por lo que pasó antes con el hijo de Enji no estaba seguro si habría algo de conexión.
Cuando Shoto llegó y le tomó de la mano para bailar, supo realmente que el Alfa no quería estar allí, aunque su rostro fuera inexpresivo, sus ojos le decían todo.
—¿Éste lugar no es agradable para ti, verdad?- preguntó en voz baja para que solo él pudiera escuchar.
—Lamento ser descortés, pero la verdad tengo ya alguien que me gusta, solo estoy aquí porque mi padre me obligó.- Shoto le respondió con sinceridad y miró de reojo a la alfa Momo que estaba bailando con otra persona.
—Lo supuse,- Izuku por su parte estaba aliviado, no podría entrometerse entre el amor del joven Todoroki.— no hay problema sabes, espero que puedas flechar el corazón de la persona que te gusta. Momo es alguien muy amable, estoy seguro que algo sabrás hacer para que caiga a tus pies.
Izuki sonrió divertido cuando el rostro del Alfa se puso rojo al ser descubierto, y bajó un poco la cabeza sintiéndose apenado.
—¿T-tú crees?- preguntó el bicolor inseguro.— la conozco desde que somos niños, pero nunca le eh mencionado nada.
—Estoy seguro que si.- el pecoso le animó dándole su mejor sonrisa, al parecer era un buen muchacho después de todo.— por cierto, eres el hijo menor ¿No?
Izuki estaba curioso, sabía que Enji tenía varios hijos, aunque no había conocido a más que Shoto y algunas veces oyó mencionar sobre una hermana.
—Soy el menor de cuatro en realidad, Touya escapó en cuanto tuvo la oportunidad, Natsu está es un caballero, y mi hermana Fuyumi ya tiene su propia familia.- comentó el Alfa con cierto desagrado.— si no fuera por Momo yo hubiera seguido los pasos de Touya. Ser hijo de Enji es sofocante.
Izuku sintió su corazón encogerse, el vivía sofocado y eso que Yagi no era alguien quién lo presionara, pero los deberes de la alta sociedad aplastante por si sola.
—Comprendo un poco, ser hijo de un señor también es complicado,- el pecoso le sonrió.— aunque no me comparó contigo, se que los alfas tampoco lo tienen fácil.
Shoto agradeció la hospitalidad del Omega, era alguien con quien se podría desahogar, aunque no le dijera todo, y el pecoso tampoco preguntó más.
Cuando acabó la música se separaron y se dieron una pequeña reverencia.
—Esperp seamos buenos amigos, Shoto.- dijo el pecoso sincero y el Alfa por fin le dió una leve sonrisa.
—Lo mismo digo, Izuku.- dijo el Alfa dando un asentamiento con la cabeza.— si el viejo pregunta, dile que no te agrada mi aroma.
Pidió el bicolor, e Izuku rió como niño que cometía una travesura.
—De acuerdo.- el pecoso se despidió y fue devuelta con sus padres.
El Omega vió como sus padres estaban esperanzados, pues estuvo riendo mucho con el hijo de los Todoroki, además de jugarían que el alfa se sonrojó en medio baile.
Cuando Izuku se sentó negó con la cabeza y miró a sus padres fingiendo algo de tristeza.
—No habrá segunda cita,- eso confundió a los mayores.— pero seremos buenos amigos, aunque no soy compatible con ninguno.
Inko suspiró derrotada y Yagi asintió levemente, ya habrá otras oportunidades.
Eso pensaron los tres casi al unísono.
Días después, el pecoso estaba en la ciudad, había salido junto a Iida y Ochako, a la plaza, allí habían variedad de productos y servicios.
Aunque realmente no quería nada en especial, solo quería salir un rato de la mansión, podría ser grande pero aún así se sentía encerrado en ella y se aburría.
—¿Desea comprar algo joven amo?, Puedo conseguirlo para usted si quiere.- Iida le preguntó mientras miraba los puestos por si encontraba algo que le pudiera interesar al pecoso, conocía un poco de sus gustos.
—No, solo...- el pecoso se quedó a mitad de la oración al escuchar algunos gruñidos provenientes de la parte un poco más alejada de la plaza.
Se dirigió hacia allí para saber que era, y lo que miró le impresionó mucho.
—¡Vamos, muévete maldito!- los gritos de dos soldados alfas, hacia otro al cual jalaban con unas cadenas.
El alfa atado se resistía y gruñía de forma admirable.
Aunque Izuku no entendió, el porqué su corazón se apretó mucho con aquella escena.
Mirar como dos alfas arrastraban a una pobre persona herida no era algo bonito.
El pobre estaba maltratado, sucio y parecía que en cualquier momento iba a morir, y más si era tratado de esa forma.
Su cabello rubio estaba sucio, tenia puesto un problemático bozal de cuero en la boca, una cadena en el cuello y sus brazos, junto a sus manos estaban atadas en su espalda con otras cadenas gruesas.
Y lo peor de todo, el alfa estaba herido, tenía una venda mal puesta en su abdomen, sucia y ensangrentada. Lo arrastraban como si fuera un animal y el alfa trataba de reusarse, y gruñía, pero no podía hacer mucho debilitado.
Ver esas injusticias le daban rabia, tenía ganas de tirarse encima de esos alfas y arrancarles el cuello.
Ignoró el llamado de Iida y Ochako, se acercó a los alfa y dejó que su aroma amargo por el enojo saliera sin ningún detenimiento.
—¿¡Que están haciendo!?- rugió haciendo que los alfas lo miraran.
Los demás que estaban alrededor e ignoraban completamente la situación, pararon lo que estaba haciendo para mirar lo que ocurría.
—S-señor,- habló uno de los alfas confundido por verlo allí.— ¿Ocurre algo? Solo estamos llevando a éste bárbaro al calabozo de esclavos.
"¿Bárbaro?"
Se preguntó internamente y miró con más detalles al alfa encadenado, no notó antes por el sucio, pero en uno de sus antebrazos, casi llegando al hombro, había un tatuaje extraño que no conocía, además de unos collares hechos con lo que parecían colmillos colgaban de su pecho.
—¿Acaso él hizo algo, por qué lo hirieron?- preguntó algo inseguro, tampoco quería defender a un criminal.
Conocía la reputación de los bárbaros, no era muy buena que digamos. Eran conocidos por ser salvajes y saqueadores, aunque estaba seguro que no todos eran así, pero algunas tribus tenían su mala fama.
—Ya estaba herido, lo encontramos así en una cueva de las tierras del Señor.- le respondió uno de los alfas y el aroma del pecoso se volvió más amargo.
—Me están diciendo que, encontraron a una persona herida y en vez de ayudarla, ¿Solo lo arrastran como un animal sin importarle su estado, a lo que sería su perdición?- Izuku sabía la mala vida que llevaban los esclavos.
Pero mayormente los esclavos eran criminales, personas que le hacían daños a otras. Era un castigo para los que se pasaban de la raya, internamente estaba algo orgulloso de eso, ya que los asesinos llevaban una peor vida que solo pudrirse en una celda.
Además, nadie sabe el porqué estaba el alfa herido en una cueva, quizás alguien lo atacó o alguna bestia salvaje fue le perseguía y buscó refugio en la cueva, alguien que corre por su vida no presta mucha atención a donde va.
Los alfas se miraron entre sí, incómodos por la situación, además, tenían un poco de miedo. Sabían que el Omega tenia el poder suficiente para hacer que perdieran su trabajo.
Los demás solo murmuraban una que otra cosa, algunos estaban un poco indignados por la acción de los alfas, pues sabían que los bárbaros podían causar estragos por buscar alguno de los suyos, y que esos dos alfas actuarán sin pensar era algo de que enojarse.
Izuku cerró los ojos y suspiró colocando una mano en el puente de su nariz, buscaba calmarse un poco, a su nariz llegó un aroma de alfa que lo hizo suspirar más, e inmediatamente su cuerpo se relajó.
Abrió los ojos encontrándose con una mirada carmesí en su persona, el bárbaro parecía haber recuperado algo más de conciencia y lo miraba fijamente con sus ojos rubí intenso.
Sintió un pequeño escalofrío en su cuerpo, el bárbaro parecía absorto en el, y no le apartaba la mirada.
Ochako se acercó a su lado mirando con preocupación al alfa también, de verdad estaba muy herido, y parecía increíble que aún estuviera consciente, era alguien fuerte.
—¿Que piensa hacer ahora joven amo?- la Omega le preguntó sin apartar la vista del alfa encadenado.
—Llevenlo con Chiyo.- la respuesta salió de su boca antes de siquiera pensarla.
Ochako jadeó de sorpresa y los demás también se sorprendieron. Chiyo era la conocida doctora de cabecera de Yagi, solo los miembro de la familia y la mansión eran tratados por ella, y que un bárbaro lo fuera era algo impensable.
—Joven amo con todo respeto, no creo que deba hacer eso, puede que el señor Yagi se moleste.- Iida le regañó moviendo sus brazos de maneras extrañas, pero solo le miró de manera decidida haciéndole saber que no cambiaría de opinión.
—Hagan lo que les dije, yo hablaré con mi padre.- ordenó antes de irse, sabía que los alfas llevarían al bárbaro a la cabaña de Chiyo que estaba cerca de la mansión de Yagi.
A Izuku no le gustaba mucho usar su estatus o el nombre de su padrastro, solo pasaba en ciertas ocasiones como esa, nadie podía objetar sus órdenes, y no se aprovechaba de ello, incluso el mismo Yagi se sorprendía de eso, había mencionado que otra persona en su lugar ya habría echo una que otra cosa.
Se fue con la compañía de Ochako e Iida de vuelta a la mansión, izuku pasó directamente al despacho del Alfa mayor para hablar con el de lo sucedido.
Tocó la puerta un par de veces de forma suave, y esperó a que le diera el permiso para entrar. Un "adelante" se escuchó desde dentro y abrió la puerta.
—Oh, ¡Izuku, ¿Que necesitas muchacho?!- para Yagi era muy inusual que el joven Omega le interrumpiera en su trabajo, pues al pecoso no le gustaba mucho molestarlo.— ven, siéntate.
Izuku hizo caso y fue hasta la silla que estaba el frente del escritorio del Alfa rubio, tragó saliva un poco nervioso, no sabía cómo reaccionaría el mayor cuando le contara.
—Pues verá p-padre,- el peli-verde tragó el nudo en su garganta, y suspiró.— hoy encontré a dos alfas que arrastraban a un bárbaro que estaba herido...
Izuku vió como Yagi arrugan el entrecejo confundido, sin saber a dónde llevaba exactamente la conversación.
—Era un muchacho, no mucho mayor que yo, creo.- el pecoso informó haciendo que un ligero sonrojo apareciera en sus mejillas, nervioso, el Omega jugaba con sus dedos y tenía la vista baja, nada pasó desapercibido para el rubio.— está muy herido e hice, yo bueno, lo mandé con Chiyo para que lo tratarán, iba ser enviando al calabozo de los esclavos, pero el bárbaro fue encontrado ya en mal estado en una cueva, y me pareció injusto y yo...
El peli-verde ya habia empezado a divagar como le era costumbre, siempre ocurría cuando se concentraba mucho en algo o estaba muy nervioso, Yagi solo rió por lo bajo haciendo que el Omega detuviera su monólogo y le mirara.
—No pudiste detener a tu blando corazón y quisiste ayudarlo ¿No?- Yagi se recostó en el respaldo de su silla con lo brazos cruzados, miraba al Omega con media sonrisa y una ceja alzada.
Izuku solo siguió jugando con sus dedos y bajó de nuevo la mirada, Yagi le intimidaba, además de que le miraba como una verdadera figura paterna, le hacía crecer su respeto aún más.
—No estoy molesto si es lo que crees, pero los bárbaros son algo salvajes, y eso lo sabes.- ni siquiera fue una pregunta.— pero para que intervinieras de esa manera tuvo que estar muy grave de verdad, a menos que haya sido por otra cosa.
Lo último lo murmuró, pero fue escuchado por el Omega, quien sólo alzó una ceja sin entender, Yagi solo agitó una mano restándole importancia.
—Deja que Chiyo lo sane pero, tendrá algo de vigilancia, no estamos seguros de que fue lo que pasó y no podemos fiarnos de él.- Yagi razonó la información, y miró como el Omega daba un pequeño suspiro de alivio.
—Si lo sé, gracias padre.- Izuku se levantó de la silla y dió una pequeña reverencia ante el rubio para salir.
Pero cuando estuvo a punto de salir fue detenido por la voz del alfa, e Izuku se volteó para mirarle.
—Dije, cuídate, iré a verlo en cuanto termine éste trabajo.- Yagi le sonrió de manera brillante y el pecoso salió de su despacho. En cuanto se fue, el Alfa rubio soltó un suspiro.— ¿Será posible?
Se preguntó, recordando como el se había enamorado a primera vista, de cierta Omega con cabellos verdes una vez que fue al mercado.
.
Izuku fue seguido por Ochako una vez que salió del despacho de Yagi, ella solo caminaba en silencio trás él sabiendo a donde iría.
El pecoso salió de la mansión y fue por el enorme jardín trasero, casi al final de éste se encontraba la cabaña de Chiyo, cerca de la mansión por si se presentaba alguna emergencia.
La cabaña era algo grande, con cuartos para atender a los que llegaban allí, quienes eran los sirvientes de la mansión y los dueños, ellos.
Tocó la puerta y no pasó mucho para que Tsuyu, la ayudante de Chiyo, le abriera.
—Joven amo.- saludó ella sin cambiar de expresión, rara vez lo hacía.— pase.
Tsuyu sabía la razón del porqué estaba allí el hijo del señor Yagi, y era mejor no decir nada, después de todo, tampoco era de su incumbencia.
—¡Tsuyu-chan!,- saludó el pecoso con el mote que la misma beta había pedido ser llamada.— ¿En donde están?
Preguntó y la Omega de cabellos verdes señaló un pasillo a su derecha.
—En la segunda habitación del frente.- informó ella, y el pecoso le agradeció dirigiéndose allá.
Izuku sentía los nervios correr por su sistema con cada paso que daba, se sentía extraño y eso le parecía raro en el.
Nunca había estado así, ni siquiera cuando tuvo que estar en la fiesta que dio su padrastro para conocer a sus pretendientes.
Abrió la puerta de la habitación indicada con cuidado, encontrándose con la imagen de Chiyo moliendo algunas plantas y el bárbaro dormido en la cama junto a ella.
El alfa se miraba mejor, solo un poco, ya no estaba tan sucio, la venda mugrosa había sido cambiada por una más limpia y mejor puesta.
—Me das trabajo muchacho.- le habló la anciana con un pequeño eje de molestía.— mira que mandar a un joven herido y débil de esa forma.
—Lamento que haya sido así de improvisto, pero lo vi muy mal en el mercado, sabía que usted podría tratarlo rápido.- Izuku se disculpó dándole una sonrisa suave, miró de nuevo al bárbaro dormido y no pudo evitar que una mueca de disgusto.
—Él está bien, perdió mucha sangre y se encuentra algo débil.- Chiyo habló al ver como el Omega miraba preocupado al alfa dormido, ella solo siguió haciendo el enguento con las plantas.— no le pasará nada, sabes cómo son los alfas, en dos días ya estará completamente sano.
Izuku miró como la anciana se acercaba al rubio para aplicarle la pomada en algunos golpes que tenía en el cuerpo. Los brazos del bárbaro se miraban maltratados, con marcas de las cadenas en ellos, su corazón se encogió al pensar en doloroso que tuvo que ser al estar amarrado de esa forma, como había estado encadenado aquel alfa.
—Me alegra saber eso, entonces volveré mañana, quizás esté despierto y pueda preguntarle lo que pasó.- Izuku se despidió de la médica y ella solo lo sermoneó un poco más antes de que se fuera.
El Omega estaba más tranquilo al saber que el alfa se encontraba bien, por el momento le dejaría descansar y recuperarse, cuando él estuviera consciente le preguntaría la razón por la cual fue encontrado casi muerto en las tierra de su padrastro, además también podría preguntarle sobre su tierra y tribu.
Tenía curiosidad por saber cómo vivían ellos por allá, quizás incluso se puedan hacer amigos de ellos, pero primero lo primero.
Debía esperar a que el alfa estuviera sano por completo, seguro que en la tribu del rubio le esperaba su familia, sus padres e incluso quizás le esperaba su pareja. Por eso debían de ayudarle en lo que sea necesario.
(...)
—¡Izuku!- la voz de Inko le hizo dar un pequeño brinco en su puesto, ya se había enterado.— ¿Como es eso de que ayudaste a un alfa de ser esclavo?
Izuku sabía que no era buena idea alterar a una embarazada, por eso mismo debió decirle el mismo en primer lugar de lo sucedido, pero ese pequeño detalle se le olvidó.
El Omega suspiró y bajó el libro que tenía en la mano ese momento, se aseguró de ponerle el separador para no perderse.
—Eataba siendo tratado injustamente, además de que estaba débil y herido. No podía solo ver algo así. - el pecoso le respondió de manera suave, no quería ponerla más ansiosa.
—¡Es un bárbaro!- Inko exclamó con su voz llena de preocupación.— son salvajes y saqueadores, aunque esté en mal estado no deja de serlo.
—Mamá, él ya estaba herido cuando lo encontraron, no se sabe que ocurrió o si alguien le espera en casa.- Izuku atacó en un punto bajo y lo sabía, pero no podía razonar con su madre de otra manera y menos cuando estaba tan sensible y protectora por su estado.
El pecoso vió como el rostro molesto de su madre cayó a uno de culpa, y aunque el también se sintió culpable por manipularla de esa forma no cambió de expresión.
—Bien, entiendo tu punto pero, ¿Que harás una vez el despierte, y si ataca?- preguntó la Omega mayor con miedo al final de su oración.
Izuku quedó en silencio un momento, no había pensado en eso, solo quería que el alfa estuviera bien y sanara.
—No, No creo que los bárbaros sean tan salvajes como dicen,- el pecoso dijo dándole el beneficio de la duda al bárbaro dormido.— cuando despierte hablaremos con él, y además incluso nos puede contar de como es su vida en las montañas.
Inko suspiró sabiendo que no podría hacer cambiar de opinión a su hijo, lo conocía demasiado bien como para saber que no dejaría al bárbaro en paz hasta saber que estaba completamente bien.
—Solo, ten cuidado ¿sí?- murmuró acariciando su vientre de forma suave con una mano, aún tenía preocupación en su sistema, pero sabía que Yagi no dejaría que nadie les hiciera daño, además de que el pecoso sabía cómo defenderse.
—Estaré bien mamá, no te preocupes demás.- Izuku sonrió de forma cariñosa para tranquilizar más a la mayor, Inko solo bufó por lo bajo y salió de la biblioteca, necesitaba en ese momento bañarse en el aroma de su alfa, solo él podría calmarla del todo.
Cuando Izuku se vió solo en la biblioteca de nuevo suspiró profundamente tratando de calmarse, una parte suya estaba preocupada también, pensar en que había cometido un error en ayudar a ese bárbaro le ponía los pelos de punta.
Sacudió su cabeza y se llevó el libro con el cuando salió también de la biblioteca, fue a su habitación para descansar, era algo temprano para dormir pero estaba cansado, le habían ocurrido muchas cosas en ese día.
Al otro día, después de su clase con Nemuri, fue a la cabaña de Chiyo, Tsuyu lo recibió al igual que el día anterior, y la mayor estaba preparando algunas infuciones de plantas, lo que requería la ayuda de la beta.
—¡Buenos días señora Chiyo!- saludó de manera energética y aún con un ligero sonrojo en las mejillas, causado por su anterior clase.
—La juventud de hoy en día, siempre llenos de mucha energía.- murmuró la mayor mientras seguía con su trabajo, ella alzó su vista de las plantas y le sonrió de manera cálida.— buenos días muchacho. Él sigue dormido, no ha despertado y tal vez no lo haga hoy.
Comentó la mayor sabiendo exactamente para que había ido el pecoso a ese lugar, era algo obvio. Izuku asintió entendiendo la situación, quizás el alfa necesitaba recuperar aún más fuerzas.
—Entiendo, pero si no es mucha molestía, quisiera verlo un momento.- pidió de forma amable, sabía que Chiyo era algo quisquillosa con sus pacientes.
Pero la anciana solo asintió mientras seguía con el trabajo de sus plantas, Izuku le sonrió dándole las gracias antes de perderse en los pasillos, en dirección de la habitación en donde se encontraba el alfa.
Abrió la puerta de manera lenta, sin hacer ruido alguno, quizás estuviera dormido, pero no por eso iba a entrar en el cuarto como si fuera dueño del lugar. Caminó hasta quedar al lado del rubio.
La ventana estaba cubierta por una ligera cortina que le dejaba entrar buena iluminación a la habitación, podía ver con claridad cada rasgo del alfa.
El desconocido solo estaba arropado hasta un poco más arriba de su pelvis, dejando a la vista las vendas que cubrían su abdomen. Notó como los raspones, y golpes que tenía antes ya se le habían desaparecido, los alfas tenían buena capacidad para sanar sus cuerpos de forma muy rápida, incluso un poco más rápido que los omegas, eso era para asegurar su poder.
Antes, cuando los alfas peleaban a dientes y garras por lo que era suyo, mientras más rápido sanaran sus heridas de pelea mejor, pues mientras lo hacía más rápido, podría seguir defendiéndose.
Izuku se quedó mirando con curiosidad el tatuaje del alfa, el que estaba a su vista, quizás tenía otros pero no los podía ver.
Era una K, en medio de líneas circulares a su alrededor, además tenía otras líneas en su antebrazo que le rodeaban por completo.
No supo en que momento terminó tocando con las yemas de sus dedos aquellas líneas, siguiendo el patrón con delicadeza.
Miró el cabello del alfa, y se preguntó si era tan rústico como se veía, tampoco le había dado orden a su mano para que lo tocara, pero allí estaba, metiendo sus dedos entre aquel espinoso cabello.
Comprobó que si era suave, más lo que parecía, sonrió sumergiendo un poco más su mano en el cabello rubio, le acariciaba con suavidad, casi que con cariño y algo más, la verdad era que ese bárbaro era el alfa más apuesto que haya visto jamás.
Sin previo aviso, una mano más grande que la suya, tomó su muñeca cubriéndola sin esfuerzo. Quedó de piedra un momento y siguió por el antebrazo al dueño de esa mano, un par de ojos rubí le miraban fijamente, con el acompañamiento de un ligero ceño fruncido.
(...)
Saben? Es bueno dejar a los demás en suspenso, Keilaaaaaaa, espero te esté gustando de verdad, me dices qué tal eh?
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Hasta la próxima.
Zaorycast. ✨✨
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