El Renacimiento De Mi Luna
Bárbara Anthony ha pasado toda una temporada sola, ha aprendido a adaptarse a la vida y a superar sus problemas; aunque a veces tenga que consultar con su Hermana Luna alguna que otra inquietud.
Sí, Luna ha fallecido, pero recuerden que en los sueños todo es posible.
Nadie conoce su pasado amoroso con su "Ángel Guardián" o mejor dicho, ella pensaba que nadie lo sabía. Ahora trata de empezar una nueva vida, pero el recuerdo de Misel Richel González aún sigue pisándole los talones, todas sus relaciones terminan en el fracaso, simple y llanamente porque aún no quiere dejarlo ir; hasta que una serie de acontecimientos inquietantes le harán darse cuenta que él y su hermana Nunca la han olvidado.
Si el amor es verdadero, se sigue demostrando en la otra vida.
...
Promete que serás feliz,
Te ponías tan guapa al reír,
Y así, solo así
Quiero recordarte.
Fragmento de LOVG
(Historia de un Sueño)
...
I
Los pensamientos inundan mi cabeza con total incertidumbre, la lista enorme y gigante de carreras por escoger la veo en todos lados y me llena de ansiedad porque en realidad no sé qué hacer, no sé para dónde agarrar. Y muchos se sorprenden
porque para ser una excelente estudiante con un buen promedio
académico, no fijé una meta clara ni definida que me llevara al camino del éxito.
Ingeniería, educación, derecho, leyes,
abogacía... son muchas opciones que me llevan a ser algo que no quiero ser: una mujer práctica. Solo estaba estudiando Derecho porque mi Padre así lo quería, y no porque en realidad yo lo deseara. Y lo peor del caso es que si elijo algo informal y sin nada de seriedad todos van a salir a
acusarme solo porque tome una decisión que para todos en la
menos correcta e indigna para mí.
Comunicación Social, siempre me encantó la Oratoria, el arte de hablar con elocuencia, con eficacia para agradar, conmover o convencer.
La Palabra tiene un gran poder pero al final no logra por terminar de convencerme, aunque me apasiona y me pueda ayudar a perder el miedo a socializar, no estoy enteramente
satisfecha...
Mi última opción es Medicina.
¿Medicina?
¿Sangre? eso es lo que se ve en la sala de operaciones o en el lugar de trabajo de un patólogo. Pero hay algo que me impide terminar de acceder... ¿Será que no estoy destinado a tener
Educación Universitaria? ¿O simplemente son puros caprichos
de niña mimada? ¡No lo sé! y si lo supiera no estaría en este
momento escribiendo con total sarcasmo en este papel que tal vez cuando yo vuelva a leer en 5 o 6 años ya este amarillento y me ría de mi imprecisión.
Solo me queda descansar, está de moda una frase que muchos
dicen "Déjame consultarlo con la almohada" voy a hacer caso a tal aforismo a ver si es verdad que la mente funciona más de noche que de día.
Ahora me pierdo entre suspiros y ronquidos, entre la subordinación de mi subconsciente, que solo me lleva a
la puerta de los sueños que parecen locuras destartaladas que
no me ofrecen ningún sentido.
Solo veo un fondo negro, infinito,
no le veo un final, simplemente sigo caminando, o tal vez volando por aquel túnel que al parecer no tiene luz al final ¡La luz al final del túnel! es algo optimista que todos queremos
escuchar, y que cuando no tenemos fuerzas para continuar nos salva de la perdición.
Me encuentro frente la puerta ¿Qué es lo que debo hacer? ¿Mi Obligación? sí, sí... pero no es mi obligación abrir esa puerta desconocida la cual no me causa ninguna confianza... tengo
una voz en la cabeza que me repite incansablemente, "La vida
se trata de riesgos" ¿Quién me lo dijo? no lo recuerdo pero tenía razón.
La puerta hace una mueca burlona mientras yo, armándome de un valor inusitado para la ocasión me interno en mi mundo interior que siempre me aterró, y no porque me encanten las películas de terror, sino por la sencilla razón de que nunca me gustó confrontarme a mí misma.
II
Me encuentro rodeado de una oscura aura, es como el lugar donde vivo, pero más lindo en realidad, los árboles están verdes y brillosos que se asemejan a los artificiales, las casas
están llenas de luces de navidad que parpadean al son de la música de Barlovento, pero no escucho nada, solo veo a la gente bailar y
divertirse al son de mutismo, porque todo está silenciosamente calmado.
En casa hay una mesa con mucha comida y los colores que predominan por todas partes es el negro, el rojo y
el verde. Me doy de cuenta que llevo algo en las manos ¿Es una carpeta? No, no lo es, es un libro donde hay un montón de papeles, los cuales no me atrevo a mirar, por la sencilla razón
de que en los sueños nada tiene importancia y que la mente siempre juega malas pasadas.
Sigo caminando por las calles
alumbradas y coloridas por donde yo vivo ¡Si tan solo los sueños se hicieran realidad! ¿No creen?
Al llegar a un cruce alguien me llama, la voz me era conocida, y no me causó nada de miedo, yo volteé inmediatamente y me encontré con una faz tan linda de una persona que nunca creí volver a ver, salvo en fotos.
Era ella, ¿En realidad era ella? ¿Sí o no? es un sueño ¿Los Sueños se hacen realidad? algunos sí, y otros no.
Estaba radiante, sana, rozagante, y estaba acompañada de su esposo, su hija y su Hermana. Eran un cuarteto muy conmovedor, digno de una foto familiar. Estaban en el porche
de una casa cercana a la mía, ella estaba sentada en una mecedora mientras que los demás estaban como distraídos y ni siquiera notaban mi presencia, el fondo de la casa era muy
blanco, extremadamente blanco, tal vez nunca en mi vida había visto un color tan puro con ese que me llenaba de serenidad.
Ella me sonrió, y me hizo señas para que me acercara, hay reacciones para todos los momentos de la vida, y la mía no la puedo describir con palabras, solo puedo decir que no tuve miedo y accedí a su invitación.
Llevaba una camisa extremadamente impregnada de color Rojo, que combinaba con el aura de navidad, su cutis brillaba de tal manera que pareciera que no tuviera poros, aún
conservaba en mi memoria su cuerpo vestido de blanco en el ataúd de donde fue a parar al cementerio, más en ese momento tal imagen no tenía cavidad para tan curioso encuentro.
Cada paso se hacía más liviano, hasta que me la encontré de frente y me hizo una pregunta con una graciosa expresión risueña:
—¿Para dónde vas Hija? — nunca dejó de sonreír.
—Buenas Noches ¿Cómo está? — Es extraño, yo respondiendo con una evasiva y de paso hablando conmigo mismo, ya que ni siquiera sabía para donde iba.
—Eso no responde a mi pregunta — Esa risa tan característica de ella siempre me pareció escucharla en muchos lugares después de su fallecimiento.
Yo solo sonreía y permanecía en éxtasis, no podía creer que estaba hablando con ella.
—Ya casi estás por graduarte, yo lo sé — Su afirmación era cierta — y me
alegra muchísimo me imagino que ahora vas a hacer la inscripción para otra Universidad. Porque tú quieres cursar otra carrera muy distinta a esta.
Y señaló los papeles que tenía en las manos, como un secreto bien guardado que no tenía la más remota idea de que era.
Eran documentos, yo lo sé.
Nunca dejó de sonreír, extrañaba mucho aquella sonrisa que me incentivó a tocar el piano aquella vez, y, que gracias a tanta insistencia, aprendí con mucho amor.
—Pues sí, tiene razón — No entendía porque la trataba de usted, era algo absurdo, lo único que quería era correr a abrazarla y mi maldita timidez me lo impedía.
—¿Que vas a estudiar mi Gorda? — Dijo mi nombre, ya era casi imposible no llorar, quedé un largo rato pensando, me hizo una pregunta de la cual no sabía la respuesta, o tal vez si la sabía pero no tenía seguridad de su convicción.
Aun el recuerdo en su lecho de muerte, había sufrido una trombosis, algo que la dejó inmóvil, exánime, y solo podía pronunciar pocas palabras, la mayoría ininteligibles acompañadas de lágrimas que inundaban su perdida mirada. El día de su muerte era mi cumpleaños... ¿Cómo no sentirme culpable? hace un mes atrás me había dicho entre risas y abrazos luego de un feliz reencuentro que nunca la olvidara, y yo solo pude decirle con la misma sonrisa con la que me dijo tal insinuación que Como la iba a olvidar si tanto me había ayudado conmigo mismo... La Abracé y...
¡Nunca más la volví a ver así! sino triste, hinchada, haciendo múltiples esfuerzos por hablar y decir un "Te quiero mucho" y con los ojos colmados de tristeza y lágrimas que resbalaban por sus mejillas.
...
—Bárbara, Nunca me vayas a olvidar — y aquí su risa característica.
—¿Como la voy a olvidar Abuelita? — y la abracé con fuerza, si hubiera sabido que ese sería el último abrazo que le daría entre risas y risas me hubiera quedado mucho más.
...
Mutismo, solo reinaba el mutismo; la miré a los ojos y le dije lo primero que se me ocurrió:
—Medicina...
¿Medicina? sí, lo había dicho, lo había declarado como cuando los ministros dan sus importantes decretos en sus
podios y la gente llena el auditorio de aplausos.
En ese momento no sabía que decir, mi mente estaba como una hoja virgen, esperando al incauto estudiante que nunca llegaría en épocas de vacaciones.
—Me encanta esa elección Mi niña, imagínate una puerta que tenga un bufete que diga "Dra. Bárbara Anthony, Médico General" ¿Te lo imaginas? de verdad te felicito, serás una excelente médico y lo mejor de todo es que podrás mostrar tu espíritu altruista a muchas personas que están en peligro de muerte.
"Peligro de muerte" si tal vez los médicos hubieran podido hacer algo por tí, estuvieras aquí conmigo, ayudándome y compartiendo mis logros contigo. Este sentimiento de culpa lo tendré que cargar como la Cruz de Jesucristo, sé que no soy un
santo o un mártir pero es lo que merezco, fuí un incapaz y lo peor de todo fue que te deje morir.
Silencio, infinito silencio...
El Abrazo, Mi Abrazo, no puedo irme sin el... ¡Pídelo! ¡Pide el Abrazo! Todos necesitamos un amigo, todos necesitamos un cálido abrazo.
—Gracias por sus lindas palabras, Señora Álida ¿Le puedo pedir algo? — Me parecía estar haciendo algo indebido, no hallaba donde poner las manos y solo pensaba si tal vez saldrían de mi boca las palabras para aquella petición.
—¿Qué Hija mía? — Nunca paras de Sonreír, ese fue tu gran don.
—¿Me puede dar un Abrazo? — Traté de contener las lágrimas que ya están hacinaban en mis ojos, algunas de
escaparon sin que me diera cuenta.
—Claro hija acércate.
Mis pasos eran cansados al principio, yo como una niña que corre a los brazos de su padre me aferré a ella y empecé a llorar, lloré, pude soltar la tristeza y el sentimiento de culpa que
tanto tenía contenido dentro de mí.
Y cerré mis ojos y te Ví, a tu lado estaba mi Querida Luna saludando como en los cuentos infantiles de Hans Christian Andersen. Fugazmente te veía, Tu allá feliz en el cielo brincando entre las nubes regañándome como siempre y reprochándome porque lloraba tanto, si ya no sufrías y estabas en un lugar lleno de luz.
—Déjame descansar vale, hablas demasiado y lloras mucho más, así no voy a poder estarme tranquila, ve a leer, ve a jugar, ve a distraerte y deja la ladilla que tengo muchos lugares del cielo que conocer.
Y desde allí veía como su silueta se iba desapareciendo entre su risa tan caprichosa que siempre tengo en mi mente.
Al abrir mis ojos ví a su esposo, a su hija y a su hermana acompañándome en el llanto, el silencio reinaba; cuando emprendí mi camino hacia mi desconocido destino me despedí
de ella tal y como lo hizo Luna en mi visión: Saludándonos hasta que ya crucemos la esquina, gritándonos un "Buena suerte y pasa a hacerme una visita" y con las sonrisas que nunca están fuera de lugar. Con los Ojos llorosos sigo mi camino y con mi
meta ya fijada, y sobretodo tratando de imitar esa sonrisa que tantos años me animó en mi camino hacia el éxito.
...
Mi abuela tenía razón: nunca debemos abandonar nuestros sueños por un hombre.
¡Si tan solo le hubiera hecho caso!
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