Cara a Cara
2:43 pm Whatsapp
Hola.
Disculpa por mi actitud tan áspera y tenaz, en realidad es que no sé expresarme ni comportarme de otra manera, han sido tantos los señalamientos a mi actitud de malandro que ahora yo mismo me creo una mala persona. No te respondí los mensajes, porque quería olvidarme de tí, pensé que contigo ocurriría lo mismo, pero no fue así.
No quería enamorarme, eso no era ninguna de mis determinaciones,
pero ahora mírame. No te asustes, no quiero hacerte daño, Nunca te hablé en el pasado ni te miraba porque pensaba que eras odiosa y te creía del montón, ahora no sé porque
en mí se ha despertado este interés tan enorme por tí, tu siendo tan dulce, inocente y de tu casa y yo siendo una
persona callada, inexpresiva, carente de amor y amargada.
Déjame demostrarte que no soy eso que todos dicen que soy. Dame una oportunidad Mi Gorda.
“Tu Admirador no tan Secreto”
Misel Richel.
I
No me gusta que me llamen por el diminutivo de mi nombre, es algo que detesto en realidad. La palabra “Barbarita” me resulta chocante, pero que me digan “Mi Gorda” ¡Ay Dios mío mátenme! Eso me emociona y me pone la piel de gallina, me encanta cuando me llaman así, desde ese día el me empezó a decir así y yo le fuí agarrando el gusto. En realidad yo hubiera querido que todo hubiera pasado distinto, no sé en qué manera
pero igual me hubiera gustado no ser tan reservada con mis sentimientos y ser más directa en mis determinaciones.
Este mensaje después de casi 4 años aun lo tengo guardado, y cada
vez que lo vuelvo a leer siento la misma sensación de pánico, de ansiedad, de miedo, terror y Amor, a mí me aterraba el amar, sencillamente porque le estaba dando toda la autoridad a una persona para que me hiciera daño cuando quisiera, y no quería ser infeliz.
¿Actualmente soy infeliz?
Hubiera respondido que algunas veces, pero por amor nunca, eso era una patraña de cuentos de hadas…
Pero el cuento de hadas es Cierto, El
Diablo existe, Dios existe, y mi destino estaba enmarcado en quien yo decidiera seguir. Estando en el Reino de los Cielos tenía que ir a la Cueva del Diablo, y eso me emocionaba, nunca antes había tenido un enamorado, nunca antes había tenido
tantas ansias de aventura, Solo quería vivir mi propio cuento de hadas, e ir a ver al Diablo nuevamente, quería convertirlo en mi Ángel Guardián.
—Si…
—¿Sí que? — siempre se hacía el gracioso.
—Si quiero salir contigo.
—¿Enserio…?
—Enserito Enserito. ¿Dónde nos veremos?
—En la plaza de la esquina.
—¿Pero no puede ser en un lugar más retirado?
—¿Por qué?
—Porque si mi familia se entera que me voy a ver contigo me matará.
—Jajajaja…
—No te rías Richel.
—No lo he escuchado de tu voz, pero me encanta que me digas por mi segundo nombre.
—Enserio por favor, dime, ¿dónde te voy a ver?
—Hazme caso y ve, mañana en la mañana a las 9Am, si no he llegado espérame.
Y No me respondió más los mensajes, era tierno, pero muy maleducado al dejarme con las palabras en la boca.
En realidad me estaba de dando cuenta de la locura que me causaban sus mensajes, y mi sonrisa tan boba que trataba de contener en casa. Esa tarde No estudié, no tenía ganas, estaba tan emocionada, solo contaba las horas para volverlo a ver, no
quería hacer nada más mañana, quizá, hasta faltaría a la
Universidad sino fuera porque necesitaba pasar el curso introductorio por mi mal rendimiento.
Población, ecosistemas, leyes, constitución… eran términos
que tenía que estudiar, pero solo en mi mente había cavidad para Misel. No era emoción, era una euforia desenfrenada, no era Elocuencia, era Locuacidad, estaba loca, en realidad aun lo estoy, pero no me importa aún así todas las personas que me rodean me aman…
¿Pero y si Misel no me amaba?
¿Si solamente me quería hacer daño? ¿Si solamente me veía como un juego o un pasatiempo? ¿Me va a dejar plantada? ¡Me va a dejar plantada mañana! ¡Lo presiento! Creo que mejor no iré…
Ya mi subconsciente estaba creando una rivalidad de opiniones.
—¡Bárbara Anthony! Levántate de esa cama que si irás, considéralo una cita, no te va a dejar plantada, ten seguridad y ponte bonita.
¡Bonita! ¡Dios mío no había pensado en eso! Necesito arreglarme, lo necesito…
Zzzzzz...
II
Había dormido profundamente, las horas habían aparecido minutos.
Ya amaneció, me he probado toda mi ropa y nada me queda bien, ¡Me quiero morir! Nada me queda bien, me veo fea, me siento fea… Creo que mejor me quedo aquí en mi casa
y le digo que estoy enferma, o que tengo que estudiar…
Suena el Teléfono.
¿Es él?
No, era mi alarma, la hora se está acercando, ya el reloj va a dar las 9Am. Voy a llegar Tarde, me moriré sin verte Misel pero moriré de la tristeza y no de la pena.
No, necesito verte Chico Lindo de amargada sonrisa, conmigo
no serás callado, conmigo vas a hablar, yo te haré hablar, necesito escuchar tu voz, ya me la imagino, tal vez no sea como el ruido de un trueno, me la imagino dulce, ronca, oscura, tan así como tú.
Salgo por la puerta, extraños pensamientos inundan mi mente.
Sus labios secos llenan mi cabeza, ¿Qué se sentirá besar? ¿Se puede besar a alguien con quien no has cruzado ni siquiera una palabra? ¡Obvio! Si los dos quieren… ¿Pero el querrá besarme? Él una persona de tantas vivencias y yo con enorme
inocencia de niña de casa. Sus musculosos brazos impregnados de tatuajes me colman de risas indiscretas, Dios mío no puedo, mejor me voy a regresar y me pongo a realizar mis quehaceres...
NO, ¡SIGUE BARBARA ANTHONY!
La guerra de opiniones e indirectas la ganó mi euforia.
Llevo 2 horas esperando y nadie aparece, todo esta tan solo, tengo puesta una ropa común y corriente, tal vez me hubiera quedado mejor el vestido rojo transparente… En realidad ya estoy perdiendo las esperanzas, no va a venir, solo esta ese estúpido guardia de la Caseta policial viéndome como camino
de un lado a otro, No debí venir, no debí confiar es ese idiota, no debí ilusionarme, soy una maldita ilusa, me voy a mi casa.
Alguien me toca el hombro.
Era el.
—Perdón por la tardanza, no quería hacerte esperar, ¿Me puedo sentar?
Siéntate, abrázame, bésame, haz conmigo lo que quieras mi amor, soy tuya. Había venido, había cumplido esa promesa, y yo no sabía que decir. Me convertí en estatua de mármol otra vez.
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