77 | la cruz
Luna había tenido demasiada experiencia en el departamento médico, siendo responsable de atender a JJ cada vez que llegaba a su casa con nuevas lesiones, por lo que todos estuvieron de acuerdo en que ella era la mejor persona para ayudar a Heyward cuando vieron la forma en que estaba. JJ agarró un botiquín y Luna limpió la herida sangrienta en la frente de Heyward, pidiéndole ayuda a JJ cuando necesitaba algo.
—Dime si te hago doler —dijo Luna.
—No, estoy bien —respondió Heyward—. Gracias, querida.
—Papá, ¿qué pasó? —preguntó Pope.
—Debí estar más atento —respondió Heyward—. Vino cuando estaba por cerrar. Me tomó por sorpresa. Me tiró al suelo, me puso la rodilla en el pecho y me preguntó por la llave del dibujo que me mostraste. Y, en caso de que te lo preguntes, no le dije nada. ¿La encontraste?
Luna y Pope compartieron una mirada antes de que Pope hable—. Sí, en el departamento de la abuela.
—Deberías haberme dado esto —respondió Heyward—. No habría tenido que recibir una paliza. ¿Por qué es tan importante si no vale nada?
—No lo sé —respondió Pope—. Primero recibí una carta que decía que debía ir a Charleston. Allí, una mujer rica quería que le dé una llave que ni siquiera sabía que estaba en mi familia.
—Nada de eso tiene sentido —dijo Kiara.
—Bueno, no se queden aquí lloriqueando —dijo Heyward—. Descúbranlo.
—No —replicó Pope—. Voy a darle la llave a esa mujer. No vale...
—No, no, no, ¿te crié para huir de una pelea? —preguntó Heyward.
—No señor.
—Bueno, está bien —asintió Heyward—. No lo había pensado antes. Lo admito. Pero ahora — señaló su frente—... ahora me interesa. ¿Dijeron por qué la querían?
—Algo sobre una vieja cruz —dijo Pope—. Creo que podría tratarse de un tesoro.
—¿Sabes con quién deberías hablar? —sugirió Heyward—. Con tu bisabuela, Tata.
—
Luna se sentó en la parte trasera de la caravana con Sarah, Pope y Kiara, y no iba a fingir que no podía sentir la incomodidad. Parecía que de todas las relaciones dentro del grupo, la de ella y JJ estaba demostrando ser la menos dramática, lo que los sorprendió tanto a ella como a JJ cuando hablaron de ello dada su historia.
Pope finalmente habló, alejando a Luna de sus pensamientos.
—Chicos, no creo que Limbrey haya querido que pasara de alto lo que dijo —dijo Pope—. Dijo que la llave conduce a la Cruz de Santo Domingo.
—Espera, ¿puedo verla? —preguntó JJ, alcanzando la llave.
—Supongo que es un artefacto histórico de gran importancia —respondió Pope.
—Bueno, según internet, fue un regalo de Nueva España para el rey español —dijo Kiara, leyendo desde su teléfono.
—¿Nueva España? —preguntó JJ—. ¿Hay una vieja España?
—Mierda, vaya regalo —dijo Luna, encontrando una imagen en su teléfono y mostrándosela a sus amigos—. Miren eso. Parece que hay una persona al lado.
—Entonces, ¿es una cruz gigante? —preguntó JJ.
—En esa época, se consideraba que era el tributo más extravagante de las provincias —dijo Kiara—. Se perdió frente a la costa de las Bermudas en 1829.
—¿Dijiste Bermudas? —preguntó JJ.
—No el triángulo —dijo John B.
—Sí, todo conduce al triángulo —dijo JJ—. Cada vez que algo es raro, es Bermuda.
—¿Qué tiene que ver la llave que encontraste con todo esto? —preguntó Kiara.
—¿Dónde entramos nosotros? —preguntó Luna.
—No lo sé —respondió Pope—. Esa es una buena pregunta.
Cuando llegaron al hogar de ancianos, JJ salió de la camioneta para abrir la puerta trasera, y después de que Pope salió, Kiara hizo ademán de seguirlo.
—Oye, creo que voy a hacer esto solo —dijo Pope.
—¿Estás seguro? —preguntó Kiara.
—Sí, puedo manejarlo —respondió Pope—. No los necesito realmente, así que...
—Oh, somos una gran familia feliz hoy, ¿no? —preguntó JJ sarcásticamente—. Sabes, es una locura que Luna y yo tengamos la relación más estable de todos nosotros.
—¡Oye, te buscamos en un rato! —le dijo John B a Pope, quien cruzó la calle y entró en el hogar de ancianos—. ¿Adónde, muchachos?
—Me muero de hambre —dijo Luna—. Quiero comida.
—Entonces vamos por comida —respondió John B.
Luna agradeció salir de la camioneta cuando estacionaron, y ella, Sarah y Kiara fueron a buscar comida mientras JJ y John B permanecían en la camioneta. Mientras miraban los estantes de la tienda, Luna se volvió hacia sus amigas.
—Bien, ¿qué diablos les pasa? —preguntó—. Y no me mientan, porque no soy tonta.
Con un suspiro, Sarah y Kiara comenzaron a descargar sus problemas en Luna. Kiara, hablando sobre su relación fallida con Pope y cómo odiaba lastimarlo pero no sabía lo que quería. Sarah, sobre cómo ella y John B se habían "casado", pero no se lo dijo a Topper y él había estallado por estar cerca de él después de todo. Luna trató de ofrecerles un consejo, y después de que pagaron la comida y salieron de la tienda, se quedaron afuera por un rato más, hablando de las cosas.
—Por supuesto que le di las gracias a Topper —dijo Sarah—. Me salvó la vida, y ya le hice pasar por mucho. Y lo hace parecer como el crimen del siglo.
—Dímelo a mí —respondió Kiara—. Estamos atravesando una locura, y Pope está super distante conmigo por no estar enamorada de él.
—Y nosotras somos las dramáticas —dijo Luna, sacudiendo la cabeza.
—Sí, claro —dijo Kiara, riendo.
—Bueno, al menos tú y JJ parecen estar bien —dijo Sarah, golpeando a Luna con su hombro.
Ella se encogió de hombros—. Sí, estamos bien. Creo que todo el asunto de casi ahogarme realmente nos acercó.
Sarah se rió—. Sí, supongo.
—Oye, ¿trajiste lo mío? —preguntó JJ, asomándose a la ventana mientras se acercaban.
—Sí —asintió Luna, arrojándole a JJ una bolsa de papas fritas.
—Gracias, te amo —dijo, abriendo la bolsa.
—Bien, volvamos por Pope —dijo John B.
Cuando lo recogieron, Pope subió a la camioneta en silencio, y luego de un segundo de tensión, Luna preguntó—: Entonces... ¿cómo te fue?
—Esto se volvió mucho más personal.
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