52 | "se busca"
Los cuatro amigos se refugiaron en un depósito de chatarra viendo como un avión volaba por el cielo sobre ellos. Luna sintió que su corazón se hundía cuando se dio cuenta de que era el avión de Cameron el que había despegado, llevándose el oro y todo por lo que habían trabajado los Pogues.
—Ahí va el oro —dijo JJ, alejándose de Luna y apretando los puños—. ¡Mierda!
—¡CARAJO! —gritó Pope, tirando una silla vieja a la mitad de la habitación.
JJ se estremeció y Luna retrocedió sorprendida—. ¡Pope!
—¡Maldita sea! —gritó Pope, agarrando un viejo bate de béisbol antes de destrozar todo lo que tenía a la vista—. ¡Mierda! ¡Carajo! ¡Mierda!
—¿Deberíamos detenerlo? —dijo Luna.
—¡Pope! —gritó Kiara—. ¡Pope!
Se derrumbó contra una silla vieja y Luna caminó hacia él—. ¿Pope?
—Sí, viejo —dijo JJ—. Me preguntaba cuando pasaría esto —sacó un porro—. Aquí tienes, jefe. Un poco de marihuana nunca lastima a nadie.
—JJ —dijo Kiara con reproche.
—Relájate, Kie —dijo JJ.
—Sabes que no fuma —dijo Kiara.
—Bueno, quizá no hasta hoy —dijo JJ, sentándose al lado de Pope.
—Pope —dijo Kiara de nuevo—. Sí, ¿en qué ayudará?
—Perdí mi beca —dijo Pope—. Salí en medio de la entrevista. Se fue. No va a pasar.
—¿Lo hiciste por nosotros? —preguntó Kiara.
—No, por nosotros no —dijo Pope—. Por nada.
—Estoy aquí para ti, Pope —dijo JJ, envolviendo sus brazos alrededor de su amigo—. Bienvenido a mi mundo.
—JJ —dijo Kiara.
—¿Qué, Kie? —espetó JJ—. Tiene razón. Ya no importa.
—No tienes que hacerlo —le dijo Kiara a Pope.
—¿Qué te importa? —preguntó Pope.
Luna escuchó un movimiento detrás de ella y se giró para ver a John B. Dejó escapar un grito ahogado y corrió hacia él, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello.
—Dios mío —jadeó Kiara—. John B.
—¿Es tuya? —preguntó JJ, al ver la sangre cubriendo las manos de John B.
—¿De quién es esa sangre? —preguntó Luna.
—Oye, ¿estás bien? —preguntó Pope.
—¿John B? —preguntó Luna.
Oyeron sirenas y se pusieron a cubierto cuando pasó el coche de la policía. Luna se volvió hacia John B, tomando su rostro entre sus manos y obligándolo a mirarla a los ojos.
—¿Qué pasó? —preguntó Luna en voz baja, mientras se arrodillaba frente a su amigo.
—Rafe le disparó a Peterkin —susurró John B—. Ella le iba a disparar a Ward pero Rafe... se llevó a Sarah.
—Mierda —murmuró Luna, abrazando a John B—. Mierda, ¿estás bien?
—Estoy bien —respondió John B—. Necesitamos ir a la policía. Necesitamos decirles lo que pasó.
Luna asintió mientras se alejaba de John B—. Sí, vamos.
Caminaron de regreso a casa de Kiara, donde se apiñaron en su auto y se dirigieron a la estación de policía. Luna estaba en el asiento trasero entre JJ y Pope, lo cual no era exactamente cómodo. Pope siguió fumando el porro, pasándoselo a Luna y luego a JJ. Después de todo lo que había sucedido, Luna necesitaba el alivio.
—John B, ¿qué hacemos en la estación de policía? —preguntó JJ.
—Alguien debe decirles lo que pasó —respondió John B.
Pope empezó a toser y JJ hizo una mueca—. Tranquilo, jefe.
—Tómalo con calma —dijo Luna, mientras Pope le entregaba el porro.
—Bien —dijo JJ, dándole una palmada en el hombro a John B—. Seré sincero contigo ahora. Podrías terminar en la guarida del león, pero no vas a propósito. Es básico. Como siempre dijo mi viejo, nunca debes confiar en la policía, sin importar las circunstancias.
—Tu viejo es un mentiroso abusivo —dijo Luna con amargura.
—Coincido con JJ —dijo Pope—. Al carajo con la policía.
—¿Vas al lado oscuro? —preguntó Kiara.
—¿Cuándo nos ayudó la policía? —preguntó Pope.
—Peterkin me cuidó, ¿sí?—interrumpió John B—. Al menos, lo intentó. Necesitan saberlo.
Cuando salió del coche, Luna dio otra calada al porro. Kiara la miró—. Eres tan mala como JJ.
—Nada de malo con un poco de hierba —dijo Luna—. Incluso mi papá fumaba.
—"Fumaba" es la palabra clave —dijo Kiara—. Ya no lo hace. ¿Entiendes?
—Oye, me dijo que mientras tenga cuidado y no haga nada tonto, entonces está bien —dijo Luna—. Pero considerando la cantidad de tonterías que hemos hecho recientemente, fumar es el menor de nuestros problemas.
—Estoy de acuerdo —dijo Pope, señalando el porro—. Por arruinar nuestras vidas.
—Amén —dijeron Luna y JJ.
—¡KIE! ¡ENCIENDE EL AUTO!
—¿Qué diablos es eso? —preguntó Luna, volviéndose para ver a John B corriendo hacia ellos por la ventana trasera.
—¡Enciende el auto, Kie!
—¿Qué? ¿John B? —gritó Kiara.
—¡Solo enciende el auto!
—John B, ¿qué hiciste?
Un policía apareció en la ventana y los ojos de Luna se agrandaron—. ¡Kie, conduce!
—¡Ya voy! ¡Lo siento! —gritó Kiara.
—¡Para el coche! —gritó el oficial.
—¿Qué hiciste? —gritó Luna.
John B abrió la puerta de un empujón y tiró al suelo al oficial. Cuando estuvieron fuera de su alcance, Luna se dejó caer en su asiento.
—¿Qué diablos pasó? —suspiró Luna.
—Creen que yo lo hice —dijo John B—. Creen que le disparé a Peterkin.
—Mierda —susurró Luna—. Alguien tiene que decirles que...
—¿Crees que no lo sé? —preguntó John B—. ¿A quién le van a creer?
—Definitivamente a Ward.
—¡JJ! —dijo Luna—. ¡No ayudas!
—Sólo digo.
—Necesitamos encontrar un lugar donde escondernos —dijo Kiara—. Dios, que pesadilla.
Encontraron un lugar y estacionaron el auto debajo de una cochera abandonada, bien escondida entre los árboles. Pope se subió al asiento delantero, mientras John B, JJ y Luna inclinaban los asientos hacia atrás para poder descansar. Luna se acurrucó contra el costado de JJ, murmurando en voz baja. Estaba drogada, y cuando estaba drogada siempre se dormía muy temprano, así que JJ la dejó acurrucarse en su costado y ella se apagó como una luz.
Se perdió la charla entre sus amigos sobre qué hacer a la luz de sus circunstancias actuales, profundamente dormida en los brazos de JJ. La dejó dormir, sin saber cuándo tendrían la oportunidad de hacerlo de nuevo.
No se despertó hasta la mañana siguiente, durmiendo durante la discusión y el viaje al muelle, donde esperaban tomar un ferry para sacar a John B de la isla. Cuando finalmente se despertó, frotándose los ojos con cansancio, se sentó y miró a JJ.
—¿Qué pasa? —preguntó Luna.
—Nos vamos en el ferry —dijo JJ.
Los ojos de Luna se agrandaron—. ¿Qué? ¿Mi papá lo sabe?
—Es mejor que no lo sepa —dijo John B.
—Dios mío, me va a matar —dijo Luna, pasándose una mano por el pelo—. Hace días que no estoy en casa... ¿dónde está Pope?
—Ahí —dijo Kiara, señalando a su amigo.
Pope volvió al coche—. Está bien, no.
—Pope, ¿puedes actuar con naturalidad? —preguntó Kiara.
—Bien, malas noticias —dijo Pope—. El ferry está cerrado, y está esto.
Le entregó a Kiara un cartel de "Se busca" con la cara de John B. Le entregó el papel a Luna, cuyos ojos se agrandaron—. Mierda.
—¿Qué es eso? —preguntó John B—. ¿Qué es?
—Mierda —murmuró JJ—. Bueno, John B, es una buena foto tuya.
—Bien, toda la isla está buscando a John B —dijo Pope.
—Es mucho dinero —añadió Kiara.
—Felicitaciones —dijo Luna—. Ahora eres famoso.
—Chicos, vayamos por el HMS —dijo Kiara—. Algo pequeño, sin luces...
—Está en el Chateau, Kie —dijo John B.
—Y me pregunto si la policía tiene el lugar vigilado —dijo JJ—. Déjame pensar... sí. Sin duda tienen ese lugar cerrado.
—Entendido —dijo Kiara.
—Déjame pensar —dijo Pope—. Dame un segundo. JJ.
—¿Qué?
—¿Tu papá aún tiene ese barco? —preguntó Pope—. El de cigarrillos, el Phantom. Con el que corría.
—Quizá.
—Llegarías a la costa, sin problema —dijo Pope.
—No será fácil, Pope —dijo JJ—. No sé dónde están las llaves.
—Bien, mira. El oleaje va de tres a cuatro —dijo Kiara.
—¡Encuéntralas! —le espetó Pope a JJ, arrancando el motor—. ¿Por qué nadie avanza? ¿Qué pasa?
—¿Puedes relajarte? —preguntó Kiara—. JJ, ¿cuánta marihuana le diste?
—Chicos —dijo John B—. Tu auto esta aquí. En el cartel.
Pope tocó la bocina y Luna le dio un golpe en el hombro—. ¡No hagas eso, idiota!
—¡Mamá, mira! —gritó una voz desde fuera del coche—. ¡Es ese tipo!
—Mierda —exclamó Luna.
—Tenemos un soplón —dijo JJ—. Pope, enciende el auto.
—¡Recibiremos 25 mil dólares si lo encontramos! —gritó el chico.
—¡Dios mío, cállate! —gritó Luna.
—¡Oye! —dijo otro hombre, golpeando la ventana—. ¡Está ahí!
—¡Pope, tenemos que irnos! —dijo Luna.
—¡Pope, enciende el maldito auto! —gritó Kiara.
Pope aceleró el auto y JJ solo logró envolver sus brazos alrededor de la cintura de Luna antes de que ella volara hacia adelante a través de los asientos delanteros. La empujó hacia atrás y la colocó en su regazo, apenas había suficiente espacio con John B acostado con el asiento.
—¡Pope!
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