49 | estar bien
Se las arreglaron para sacar a JJ del jacuzzi y Pope apagó las luces que colgaban por todo el jardín de John B. Mientras Kiara y Pope se aseguraban de que el jacuzzi estuviera cubierto, Luna llevó a JJ al interior de la habitación que siempre reclamaba como suya cada vez que se quedaba en la casa de John B. Sentándolo en la cama, Luna se sentó en su regazo con las piernas extendidas sobre el colchón detrás de JJ mientras cuidadosamente le secaba el cabello con una toalla.
—¿Quieres decirme qué pasó? —preguntó ella suavemente.
Todavía no se había fijado en su rostro.
De hecho, ni siquiera la había mirado.
—Lo siento —susurró JJ, pasando sus brazos alrededor de la cintura de Luna, presionando su rostro contra su hombro—. Siento haberme enojado contigo. Siento haberme ido. Solo... quería hacer lo correcto.
—Lo sé —respondió Luna suavemente—. Apreciamos lo que has hecho.
—Kie y Pope no lo hacen —dijo—. Probablemente piensen que fue egoísta.
—No piensan eso —prometió Luna—. Lo prometo. Han estado tan preocupados por ti como yo. Dios, JJ, ¿dónde has estado?
—De compras —respondió JJ—. No sé, le llevé el dinero a mi papá y él habló sobre tratar de gastarlo en alguna mierda. Yo me enojé, él se enojó y luego él... me estaba golpeando y pateando y no puedo soportarlo más.
—Dios, JJ, lo siento mucho —susurró Luna, pasando sus dedos por su cabello húmedo—. Lo siento mucho, y me aseguraré de que nunca más tengas que volver a la casa de tu padre, ¿sí? Puedes venir a vivir conmigo.
—Lamento haberme ido —dijo JJ en voz baja.
—Me alegra que hayas vuelto —respondió Luna—. Eso es todo lo que me importa, ¿sí?
Los brazos de JJ se apretaron alrededor de la cintura de Luna, y cuando presionó los moretones que cubrían su torso, ella no pudo detener el siseo de dolor que dejó sus labios, arrepintiéndose del sonido tan pronto como lo dejó escapar.
JJ se congeló, quitando sus brazos de alrededor de la cintura de Luna—. ¿Te acabo de lastimar?
—No —respondió ella, agachando la cabeza para que el ala de su gorro cubriera su rostro.
—Luna.
—Estoy bien —dijo ella.
—No mientas —dijo JJ, colocando dos dedos debajo de la barbilla de Luna—. Mírame.
Luna levantó la cabeza a regañadientes y JJ tiró la gorra al suelo—. Estoy bien.
—¿Qué diablos pasó? —preguntó JJ. La vista de su chica luciendo como si hubiera pasado doce rondas con Mike Tyson lo había puesto sobrio muy rápido.
Luna negó con la cabeza—. Eso no importa.
—¿Esos son puntos? —preguntó JJ, mirando la fila de suturas sobre la ceja de Luna—. ¿Qué diablos pasó? Y no me des una excusa. Dime la verdad.
El labio inferior de Luna tembló—. Fue Barry.
JJ soltó una maldición—. Mierda.
—Me agarró cuando caminaba a casa —explicó Luna—. Dijo que quiere su dinero o... vendrá por mí de nuevo.
—Mierda —susurró JJ—. Debería haber estado allí.
—No —respondió Luna—. Te habría matado por ese dinero, JJ.
—¡Casi te mata! ¡Por mí! —exclamó JJ—. ¿Te has visto, Lu? ¡Nada de esto habría sucedido si yo no estuviera tan jodido!
—JJ, no...
—Ni siquiera puedo proteger a mi propia novia —despotricó JJ—. Sigo arruinando todo. No puedo hacer nada bien.
—JJ —dijo Luna, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y acercándolo a ella—. JJ, por favor, detente. Estoy bien, ¿sí? Ni siquiera duele. Estoy más preocupada por ti.
—Lo juro por Dios, lo voy a matar —susurró JJ—. Si te vuelve a mirar, lo mataré.
—No —respondió Luna—. No lo harás. No quiero perderte, JJ.
—Lo siento.
—Deja de disculparte —dijo Luna—. No fue tu culpa.
—¡Lo fue!
—Entonces fue mi culpa por no hacer más para evitar que te fueras con el dinero —replicó Luna.
—No juegues ese juego.
—No me obligues a hacerlo.
Las cejas de JJ se fruncieron y su rostro se arrugó en una expresión triste—. Ha sido un mal día para los dos, ¿no?
Luna asintió—. Sí. Me alegra que hayas vuelto.
—Lo siento.
—JJ, deja de disculparte —dijo Luna, tomando gentilmente su rostro entre sus manos—. Nada de esto es culpa tuya, ¿sí?
JJ asintió—. Igual lo siento.
—Estás borracho y necesitas irte a dormir —dijo Luna—. Vamos, acuéstate.
—¿Vendrás a abrazarme? —preguntó JJ, mientras se acostaba en la cama.
Luna asintió con la cabeza, arrastrándose sobre la cama de modo que estuviera recostada con la cabeza sobre el pecho desnudo de JJ—. Te amo, ¿lo sabes?
—Lo sé —respondió JJ—. Yo también te amo.
La besó en la frente y Luna sonrió suavemente. Sus ojos se posaron en los moretones que cubrían el torso de JJ y se sentó.
Él la miró confundido—. ¿Qué estás haciendo?
—Confía en mí —susurró Luna, mientras besaba con cuidado el moretón en las costillas de JJ.
Él respiró hondo mientras ella lo hacía, pero Luna tuvo cuidado de no lastimarlo. Colocó besos suaves en cada uno de los moretones, y cuando terminó, se volvió hacia JJ con una sonrisa en el rostro.
—¿Y eso? —preguntó JJ.
—Cuando era pequeña, mi papá siempre besaba mis rodillas magulladas —dijo Luna—. Decía que el dolor desaparecía. Es tonto, pero...
—No, lo entiendo —respondió JJ—. Es agradable.
—Sé que no quita el dolor —dijo Luna—. Pero lo que cuenta es la intención.
—Ven aquí —murmuró JJ, haciendo señas a Luna para que volviera a sus brazos—. Solo quiero quedarme aquí con mi chica.
—¿Recuerdas la primera vez que me llamaste tu chica? —preguntó Luna.
—Por supuesto que sí —respondió JJ—. Teníamos 11 años.
—Sí —dijo Luna—. Era nuestro primer día de clases...
—Y estabas usando esos anteojos grandes que no se ajustaban a tu cara...
—Y alguien me llamó "cuatro ojos" y me molestó un poco...
—Entonces lo empujé contra los casilleros y dije "Si le hablas a mi chica de esa manera una vez más te romperé la nariz" —finalizó JJ.
Luna rió—. Sí, me hizo sentir todo cálida por dentro.
—Cálida en la forma en que estoy pensando o...
—Asqueroso —dijo Luna—. Cálida como si tuviera mariposas.
—¿Te di mariposas?
—Aún lo haces —respondió Luna—. Cada vez que me llamas tu chica.
—Bueno, nunca dejaré de llamarte así —dijo JJ—. Porque eres mi chica. Lo has sido por mucho tiempo.
—Te amo, JJ —susurró Luna.
—Yo también te amo, princesa.
Yacían juntos en la oscuridad, no del todo curados de lo sucedido, pero poco a poco comenzaban a reparar los pedazos rotos. En los brazos del otro era donde se sentían más seguros, y mientras Luna y JJ se quedaban dormidos envueltos en el abrazo del otro, sabían que eventualmente, iban a estar bien.
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