46 | robarle a un traficante
John B no quería sacar el tema de su padre pero JJ estaba yendo demasiado lejos. Luna no podía hacer mucho para calmarlo, así que John B había sido el siguiente votado para entrar y tratar de razonar con su mejor amigo.
Cuando JJ salió de la casa, miró dentro de la bolsa—. Muy bien, estamos viendo 5000 para cada uno de compensación por hacernos pasar por esa mierda. Lo siento, chicos.
—¿Eso hacemos ahora? —preguntó Kiara—. ¿Les robamos a los traficantes?
—Este Barry se va a enterar —dijo Sarah—. Y vendrá por nosotros.
—Sí, lo hará —dijo Pope—. No es el momento de alocarse.
—¿Les gusta que les apunten con un arma? —preguntó JJ.
—Relájate —dijo John B, empujando ligeramente a JJ hacia atrás.
—Te apuntó aquí, hermano —dijo JJ.
—Mira. Debemos conseguir el oro, ¿sí? —respondió John B—. Dame esa mierda. La vamos a devolver.
JJ golpeó a John B contra el costado de la camioneta y Luna jadeó—. ¡JJ, detente!
—Te sientes un tipo rudo, ¿no? —preguntó John B—. ¿Qué vas a hacer cuando venga por nosotros?
—Lo golpeamos con todo.
—Sí, buena idea, JJ —replicó John B.
—No lo voy a devolver —dijo JJ, subiendo a la camioneta—. ¿Vienen o qué?
Nadie se movió.
Luna no pudo ocultar el hecho de que estaba asustada por JJ. Lo había visto listo para explotar solo un par de veces, pero nunca de esa manera. JJ finalmente estaba a punto de romperse como lo haría cualquier cosa si hubiera sido estirado más allá de su límite y liberado. No estaba pensando con claridad, y por mucho que quisiera, Luna sabía que incluso tratar de calmarlo resultaría en algo aún mayor.
JJ volvió a salir de la camioneta—. ¿Qué?
—Estamos hartos de tu mierda —dijo John B.
—¿Mi mierda?
—Sí. Tu mierda.
—Sí —agregó Kiara—. Le apuntas a la gente con un arma.
—Estás actuando como un maníaco —dijo Pope.
—¡Pope, me culpé por ti, viejo! —gritó JJ—. ¿Sabes cuánto dinero debo por ti?
—Te devolveré el dinero, y ni siquiera te pedí que hicieras eso —replicó Pope.
—¡Pero lo hice! —replicó JJ—. Págalo. Aquí mismo, ahora mismo. ¿Saben qué? Es exactamente lo que voy a hacer —JJ agarró la bolsa—. Me voy solo.
—JJ —dijo Luna—. ¡JJ, espera!
—Oye, espera —dijo John B, colocando una mano en su hombro.
—Déjalo ir —dijo Sarah.
Luna se volvió hacia John B—. Espérame.
Luego corrió detrás de JJ, alcanzándolo relativamente rápido. No había pensado en lo que le iba a decir, pero cuando lo vio se sintió abrumada por las emociones y lo empujó levemente. Las lágrimas nublaron su visión.
—¿Qué diablos fue eso? —preguntó Luna mientras él se volvía para mirarla.
—¿Qué fue eso? —preguntó JJ en una voz tan baja que Luna casi se encogió de sorpresa—. Te puso una maldita pistola en la cabeza, Lu. ¿Crees que voy a dejar pasar eso?
—JJ, no puedes hacer esto —dijo Luna desesperada—. Esto es una locura. Tienes que devolver ese dinero. Todavía tenemos el oro; estamos vivos. ¿Por qué hacer esto?
—¡No lo entiendes! —espetó JJ—. ¡Ninguno de ustedes lo hace! Ninguno de ustedes ha tenido que lidiar con la mierda con la que me he enfrentado. Ninguno de ustedes sabe lo que es estar aterrorizado de entrar por la puerta de tu propia casa. Ninguno de ustedes sabe lo que es ser tratado como si fuera... nada. Como si fuera un pedazo de mierda. Bueno, estoy cansado de eso. Estoy cansado de que me traten como una mierda y que me den por sentado. ¿Esta? —levantó la bolsa de dinero—. Esta es mi manera de vengarme de todos los que me jodieron. Mi papá, Barry, Rafe, Topper, Kelce, todos los que alguna vez me han jodido. Si puedo hacer algo para que todo desaparezca, es esto.
—¿Y qué pasa cuando Barry venga tras nosotros? —preguntó Luna—. ¿Qué pasa cuando venga por todos nosotros por algo que tú hiciste?
—No lo hará —respondió JJ.
—¡No lo sabes! —exclamó Luna—. No sabes una mierda sobre este tipo, aparte del hecho de que te apuntó con una pistola en la cabeza y estás enojado por eso. Bueno, escucha esto, JJ. ¡Yo también! Estoy enojada por toda esta situación, pero no me ves robándole a la gente. No tienes que hacer esto.
—¡Deja de intentar cambiarme! —gritó JJ—. Deja de intentar convertirme en una mejor persona. Soy quien soy y si no puedes aceptar eso, entonces ¿por qué estás conmigo? ¿Por qué me estás hablando ahora mismo?
—Porque te amo —respondió Luna—. Y no estoy tratando de cambiarte. Solo intento ayudarte.
—No necesito ayuda —espetó JJ—. No he necesitado la ayuda de nadie en toda mi vida. Puedo cuidar de mí mismo.
—JJ —susurró Luna, mientras JJ giraba sobre sus talones—. JJ, por favor...
—Y otra cosa —continuó JJ, volviéndose hacia Luna—. Sé que probablemente pienses que soy un adolescente roto que se puede arreglar con un poco de amor de la persona adecuada, pero no necesito que me arreglen. No me pasa nada. Eso está más claro que nunca.
—No te alejes de mí —dijo Luna en voz baja.
—¿Por qué? —preguntó JJ—. Hemos terminado aquí, princesa.
Sus palabras fueron cortantes y su tono era desagradable, así que cuando el apodo salió de sus labios, Luna retrocedió visiblemente, contenta de que JJ le diera la espalda y no la haya visto. Volvió a sentir lágrimas en los ojos y se las secó con la mano.
—¡JJ, vuelve! —dijo Luna, pero él pareció no escuchar—. ¡JJ, por favor!
JJ no se detuvo.
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