Luna y JJ yacían despiertos en la oscuridad de su dormitorio. Estuvieron un rato tranquilos, tan silencioso que ambos pensaron que el otro se había quedado dormido.

—Te amo —dijo JJ, lento y silencioso.

—Yo también te amo —respondió Luna.

—Y lamento haberte hecho daño —dijo JJ.

—Está bien —respondió Luna—. Lo arreglaste bastante bien.

—Nunca volveré a hacer algo tan tonto —dijo JJ—. No te dejaré ir de nuevo.

—Yo tampoco —respondió Luna—. No hablar contigo después de lo que pasó fue la peor sensación del mundo.

—Lo sé —dijo JJ—. Pope estaba tan enojado conmigo. Me llamó idiota y me dijo que si no tenía cuidado lo arruinaría todo, no solo lo que tengo contigo.

—¿Y lo escuchaste? —preguntó Luna.

JJ sonrió—. Sí, por primera vez Pope tuvo la idea correcta.

—Sabes, tu sonrisa es más brillante que todas las estrellas en el cielo —dijo Luna en voz baja, lo que hizo que la sonrisa de JJ creciera—. Solo verte sonreír me hace sentir bien.

—Gracias —susurró JJ—. Tu sonrisa también es muy linda. Tienes estos hoyuelos en tus mejillas y son tan adorables.

—No lo son —rió Luna—. Oye, ¿quieres ir a hacer algo divertido?

—¿Qué tienes en mente, princesa? —preguntó JJ.

—No lo sé —dijo Luna—. Quiero decir, todavía tengo el dinero del bote de Scooter. ¿Podríamos gastarlo?

—¿En qué? —preguntó JJ.

—Algo divertido —replicó Luna, incorporándose—. Vamos, JJ. Mientras Kie y Sarah resuelven sus diferencias, hagamos algo. Además, no hemos tenido una cita real.

—Y eso es lo que quieres hacer a las —JJ miró el reloj de Luna—... ¿diez de la noche?

—Sí —respondió Luna, asintiendo con la cabeza.

Así fue como terminaron vistiéndose y escabulléndose por la ventana de Luna, por si su papá estaba de regreso y no lo habían escuchado. Se subieron a la motocicleta de JJ, la empujaron hacia la carretera donde pensaron que no se oiría y se dirigieron hacia la ciudad. Mientras JJ manejaba, Luna mantuvo sus brazos alrededor de su cintura, pensando en todo lo que había sucedido.

JJ había sido tan cariñoso y gentil, atendiendo sus necesidades antes que las suyas. La había hecho sentir tan amada, y Luna podía acostumbrarse a ese sentimiento. No era un desperdicio ser virgen hasta los 16 años, porque Luna había encontrado a la persona adecuada y felizmente se quedaría con JJ hasta el día de su muerte.

Una vez en la ciudad, descubrieron que la mayoría de los lugares estaban cerrando, pero un letrero de neón llamó la atención de Luna y agarró la mano de JJ—. ¡Vamos a hacernos tatuajes!

—¿Tatuajes? —preguntó JJ—. ¿Estás segura?

Luna asintió—. No enormes, unos pequeños. Podríamos hacer que coincidan.

—Ese es un gran compromiso —dijo JJ—. ¿Qué? ¿Quieres que nos tatuemos el nombre del otro en nuestras nalgas?

—No, idiota —rió Luna—. Quiero decir, siempre quise hacerme un tatuaje porque mi papá tiene algunos muy buenos.

—¿Sí?

—Sí —respondió Luna—. Algunos son tontos, como el dragón en sus costillas, pero tiene mi nombre tatuado en su corazón y una pequeña luna al lado.

—Nunca me contaste esto —dijo JJ.

—Supongo que nunca surgió —dijo Luna—. Le dije a Kie por qué me llamó Luna.

—¿Por qué?

—Porque mi papá siempre dice que la luna siempre está cambiando, pero pase lo que pase, siempre estará ahí —dijo Luna—. Incluso cuando está nublado y no puedes verla, todavía está allí, en el cielo. Dijo que eso es lo que significa ser una buena persona. Incluso cuando es difícil y las cosas se ponen turbias, sigues ahí.

—Eso es profundo —comentó JJ.

—Sí —dijo Luna—. Pero es lindo. Si hubiera sido un chico, papá dijo que me habría llamado algo tonto.

JJ se rió—. Está bien. Tengo una idea para el tatuaje.

—¿Sí? —preguntó Luna.

—Sí —respondió JJ—. ¿Querías unos que coincidan?

Luna asintió.

—Entonces créeme, princesa —dijo JJ—. Tengo la mejor idea.

—Si confío en ti, no me vas a tatuar algo tonto en mi brazo, ¿no? —preguntó Luna.

—Ten algo de fe —dijo JJ—. No soy tan malo. Creo que te gustará, solo confía en mi.

—Está bien, confío en ti.

Se dirigieron al salón de tatuajes y fueron recibidos por una chica con docenas de tatuajes y pelo azul. Les preguntó qué querían y JJ tomó las riendas de la operación. A Luna le vendaron los ojos con el pañuelo de JJ, lo que la puso un poco nerviosa, pero cuando sintió las manos de JJ en las suyas, se tranquilizó un poco.

—Confío en ti —dijo Luna en voz baja.

—Todo estará bien —respondió JJ.

Cuando se hizo el tatuaje de Luna, no se le permitió mirar hasta que JJ se hubiera hecho el suyo. Prácticamente rebotaba de anticipación, esperando ansiosamente que JJ terminara. Cuando terminó, y la tatuadora les dio todos los detalles sobre qué hacer ahora que tenían los tatuajes, los dos abandonaron el salón y se dirigieron a la motocicleta de JJ.

—¿Podemos mirar? —preguntó Luna.

JJ asintió—. Está bien, sí.

Luna se quitó con cuidado el vendaje para mirar el tatuaje, y cuando vio las estrellas en la parte superior del antebrazo izquierdo, jadeó—. JJ, es tan bonito.

La idea del tatuaje de JJ fue una serie de estrellas salpicadas por su antebrazo, cubriendo un pequeño parche de piel cerca de su codo. Había cuatro estrellitas, cada una de distintos tamaños, y cuando Luna las vio no pudo evitar sonreír.

—Espera, no has visto el mío —dijo JJ, quitándose el vendaje.

En el brazo derecho de JJ, exactamente en el mismo lugar que el de Luna, había una pequeña luna creciente. Ella sonrió—. Coinciden.

—Sí —dijo JJ—. Se me ocurrió la idea por lo que dijiste sobre mi sonrisa, tu papá y la luna.

—Eso es tan... hermoso —dijo Luna.

—Y cuando juntamos los brazos se forma un pequeño cielo nocturno —dijo JJ—. El cuál es mi momento favorito del día.

—El mío también —respondió Luna, besando la mejilla de JJ—. Valió la pena.

—Bien —sonrió JJ—. Me alegra que te gusten.

—Los amo —respondió Luna—. Casi tanto como te amo a ti.