17 | intrusos
—Y, luego, estábamos afuera así —decía JJ, apoyado contra la pared—. ¡Y todo lo que escuchamos es PUM, PUM! ¡Le quitaron la pintura a la pared! Desde adentro. Y lo miro como... espera, primero, miren esta mierda.
JJ inclinó la cabeza hacia adelante y se sacudió la pintura del pelo. Kiara y Pope estaban escuchando la historia de lo sucedido, y cuando JJ sacudió su pelo, Kiara hizo una mueca.
—Es caspa —dijo Kiara—. Asqueroso.
—Miren eso —dijo JJ—. Es pintura. En ese momento, estaba... esperaba la muerte.
—Para nada dramático —dijo Luna en voz baja.
—Bueno, entonces, viste a los tipos que nos dispararon, ¿no? —preguntó Pope.
—Sí.
—¿Puedes describirlos bien? —preguntó Pope.
—Sí, todo es útil —dijo Kiara.
—¿Algo que podamos decir para una denuncia? —preguntó Pope.
—Fornidos —respondió JJ.
—¿Fornidos? —preguntó Pope.
—Sí. Como...
—No es de mucha ayuda —dijo Kiara.
—Bueno, no, como el tipo de hombre en el garaje de mi papá —dijo JJ—. Saben que escondió carga para traficantes de drogas —Kiara asintió con la cabeza, y JJ continuó—. Entonces les digo con toda confianza. Estos chicos, estos asesinos... son traficantes.
—¿Son traficantes como narcotraficantes? —preguntó Pope—. ¿Como el traficante Pablo Escobar?
—Sí —respondió JJ.
—Chicos, no todo es una película de capos —dijo Kiara.
—Bien, ¿cómo se ve este traficante específicamente? —preguntó Pope—. ¡Porque aparentemente no sabes qué buscar!
—¡No estabas ahí! —gritó JJ—. No estaba tomando Polaroids mentales todo el tiempo. Estaba bajo presión, ¿de acuerdo? Pero te digo —JJ hizo una pausa para respirar profundamente—... que, por cómo gritaba la Sra. Lana, estos tipos dan mucho, mucho miedo. Es una vibra muy pesada.
—JJ —dijo Luna, poniéndose de pie—. JJ, necesitas tomar un respiro.
—No me gusta mucho esto —dijo JJ.
—¿Por qué querrían la brújula? —preguntó John B.
—Es una porquería —dijo Pope—. No podrías empeñarla ni por 5 dólares si quisieras —luego miró a John B—. No te ofendas, John B.
—La oficina —dijo John B.
—¿Qué? —preguntó Luna.
—La oficina de mi papá —respondió John B—. Mantenía la oficina cerrada porque le preocupaba que le robaran la investigación del Royal Merchant.
—Recuerdo que solíamos reírnos de él como si fuera a encontrarlo —dijo Luna.
—Sí, exacto. Pero ahora que no está, yo... la mantuve como estaba —dijo John B.
—Sí, para cuando regrese —dijo Kiara.
—Sí.
John B abrió la puerta, y Pope dijo—: Dormí aquí como 600 veces y nunca vi esta puerta abierta.
—Aquí, miren —dijo John B, sosteniendo un tablón cubierto de fotografías—. Este es el dueño original.
—De acuerdo, Robert Q. Routledge —leyó Kiara—. De 1880 a 1920. Ahí está la brújula de la suerte.
—De hecho, le dispararon después de comparla —dijo John B—. Luego enviaron la brújula a Henry. Henry murió mientras fumigaba y tenía la brújula. Después de morir, le dieron la brújula a Stephen. Stephen tenía la brújula cuando murió en Vietnam.
—Déjame adivinar, murió en acción, ¿no? —preguntó JJ.
—Algo así —respondió John B—. De hecho, lo mató un camión de banana... en el campo. Después de eso, Stephen le pasó la brújula a él, mi papá.
—Parece que hay un tema recurrente —dijo JJ.
—Sí, tienes una brújula mortal —dijo Pope.
—No, claro que no —respondió John B.
—Deshazte de ella —dijo JJ—. Está maldita y volvió a ti.
—Miren, mi papá solía hablar de este compartimiento —dijo que John B—. Los soldados escondían notas secretas.
John B desenroscó la brújula y la agitó levemente. Kiara señaló algo en la tapa—. ¿Qué es eso?
—Eso no estaba —respondió John B, mirando la inscripción en la brújula—. Es la letra de mi papá.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Pope.
—Porque hace estas erres raras con... ¿ves? —preguntó John B.
—¿Puedo verlo? —preguntó JJ, tomando la brújula. Trató de leer la inscripción—. Red... Rout... creo que es una A.
—Dice Redfield —dijo Luna.
—Claro —dijo JJ.
—Bueno, ¿qué es Redfield? —preguntó Kiara.
—¿Además del nombre más común del condado? —preguntó Pope.
—Tal vez sea una pista —dijo John B—. Tal vez sea una pista de dónde se esconde.
—¿Una pista? —preguntó Pope—. Vamos, eso —se calló cuando Kiara lo miró—... si es una pista, ¿tal vez sea un anagrama?
—¡Sí, perfecto, un anagrama! —dijo John B—. Necesitas papel. Toma.
Mientras Pope agarraba un bolígrafo, el gallo cantó—. ¿Cómo te concentras con esa cosa que te canta?
—JJ ama al gallo —respondió John B.
—Yo también amo al gallo —dijo Luna.
Mientras intentaban resolver posibles anagramas, John B revisó las pertenencias de su padre. Luna se acercó a la ventana y, cuando notó una camioneta negra tocó a John B en el hombro.
—¿Conoces esa camioneta? —preguntó Luna.
—No —respondió John B—. ¿Chicos? —no recibió respuesta—. ¡Chicos! ¡Hay alguien aquí!
Dos hombres salieron de la camioneta y Kiara preguntó—: Chicos, ¿son ellos?
—John B, te lo dije —dijo JJ, caminando de un lado a otro—. ¿Por qué siempre...?
—JJ —dijo Luna—. Mírame. Respira, ¿de acuerdo?
—¿Dónde está el arma? —preguntó John B.
—¿El arma? —tartamudeó JJ.
—¿Dónde está el arma? —preguntó John B de nuevo.
—¿La única vez que necesitamos el arma no la tienes? —preguntó Kiara.
—Estaba en mi mochila, y luego...
—En el porche —dijo John B.
Cuando JJ salió para intentar recuperar el arma, Luna escuchó una voz que gritaba—: ¡John Routledge! ¡Sal ahora! ¿Dónde está la brújula?
JJ volvió corriendo a la oficina y cerró la puerta cuando Luna preguntó—: ¿Y el arma?
—Están en el porche, chicos —dijo JJ.
—¡Ven aquí! —gritó otra voz.
—¡Routledge! —gritó el otro—. ¿Dónde estás, chico?
—Chicos —dijo Kiara—. La ventana.
Cuando JJ y Pope intentaron abrir la ventana, Luna se paró con John B junto a la puerta.
—¿Qué pasa? —preguntó Kiara—. ¿Por qué toma tanto?
—Está sellada por la pintura —dijo Pope.
Luna rebuscó en un cajón y encontró un abrecartas—. Bien, chicos. Yo me encargo.
Mientras Luna intentaba abrir la ventana, escuchó un golpe en la puerta, seguido de una voz que decía—: ¡Será mejor que no estés ahí!
—Luna, más rápido —susurró JJ.
—¡Lo estoy intentando! —siseó Luna, finalmente abriendo la ventana.
Un disparo la hizo sobresaltarse, abriendo la ventana con la ayuda de JJ—. ¡Chicos, está abierta!
—Vamos —susurró JJ, mientras salía por la ventana.
Luna fue tras él, cayendo al suelo mientras JJ la agarraba por la cintura para estabilizarla. Cuando el resto de sus amigos se les unieron, se escondieron en el gallinero, tratando de mantenerse fuera de la vista. Cuando los hombres salieron de la casa con cajas de Big John en sus brazos, el gallo cantó de nuevo.
—¡Haz algo, Pope! —siseó JJ.
—¿Qué puedo hacer? —preguntó Pope.
—Acariciarlo o hablar con él, ¡no lo sé! —respondió Kiara histéricamente.
—JJ —susurró Luna, cuando vio a JJ lanzarse hacia el gallo, inmovilizándolo mientras luchaba violentamente.
Con un crujido repugnante, Luna escuchó el chasquido del cuello del gallo y se tapó la boca con las manos, tratando de no dejar escapar el sollozo que se estaba acumulando en su garganta. JJ soltó el gallo y miró a Luna, que tenía lágrimas en los ojos y parecía muerta de miedo.
Con cuidado se acercó a ella y ella dejó que la tomara en sus brazos, sosteniéndola contra su pecho con sus brazos apretados alrededor de ella—. Te tengo, princesa.
Cuando estuvieron seguros de que los hombres se habían ido, salieron del gallinero y Luna empezó a caminar de un lado a otro, pasándose las manos por el pelo—. Dios mío.
—Luna —dijo JJ en voz baja, acercándose a ella—. Luna, está bien.
—Dios mío, casi morimos —susurró Luna—. Tenían una pistola, JJ. Nos habrían matado.
—Estamos bien —le dijo JJ gentilmente, dejándola envolver sus brazos alrededor de su cintura—. Estamos bien.
Kiara miró a su alrededor con nerviosismo—. ¿Ahora qué?
John B miró su brújula—. Ahora averiguamos qué significa Redfield.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro