15 | a bucear
Cuando llegaron a la casa de John B, Kiara y Pope ya estaban allí. Luna se alejó instantáneamente de JJ, dirigiéndose junto a Kiara mientras JJ se sentaba afuera en la mesa del jardín.
—Miren, lo cancelo, ¿de acuerdo? —dijo John B—. Peterkin dijo que si me mantengo fuera del pantano, me ayudará con Servicios Infantiles.
—¿Y le creíste? —preguntó JJ.
—Sí, le creí, JJ —respondió John B.
—Le creíste a un policía, John B —dijo JJ.
—Solo tengo que quedarme fuera del pantano unos días y ella me ayudará —dijo John B—. Y no ayuda que hayas disparado un arma.
—¿Sabes qué debí hacer? Dejar que Topper te ahogara —dijo JJ.
—Claro, porque Topper me iba a ahogar —dijo John B.
—Eso parecía —respondió JJ—. ¿Te miraste en el espejo?
—Sigue —dijo John B—. Cuéntame más.
—Siempre ganan, ¿no? —dijo JJ—. Kooks contra Pogues. ¡Siempre ganan!
—Está bien —intervino Kiara, mientras JJ golpeaba la boya que colgaba del porche.
—¡No, no está bien! —exclamó JJ—. No está bien. No quieren que bajemos al pantano. Eso significa que hay algo valioso ahí, y lo sabes. Sé que sí —luego miró a Pope—. Y entiendo por qué no quieres ir. Eres el chico mimado. Tienes demasiado que arriesgar. Y tú —se volvió hacia Kiara—. Quiero decir, ya eres rica como la mierda. ¿Por qué molestarte?
—JJ —dijo Luna.
—Pero tú y yo —dijo JJ, volviendo su atención a John B—. Y Luna también, no tenemos nada que perder. Realmente. Y sé que no solía ser así para ti.
—No quiero hablar de esto —dijo John B.
—¿Así que eso es todo? —preguntó JJ.
—Apártate de mi camino —dijo John B, empujando a JJ.
—John B, escúchame —dijo JJ—. Tengo un plan. Tienes la llave del barco de Cameron, ¿verdad?
—No, JJ —dijo John B.
—Tiene equipo de buceo —dijo JJ—. Lo tomamos prestado y bajamos al naufragio esta tarde, y eso es lo que te salvará. No ves que los chicos ricos vayan a hogares de acogida, ¿no?
—JJ, no deberíamos —respondió John B, pero Luna pudo escuchar en su tono que estaba tratando de convencerse a sí mismo en lugar de a JJ.
—Vamos —suplicó JJ—. ¿Por favor?
John B lo pensó antes de suspirar—. Bien.
—Ese es mi chico —dijo JJ, sonriendo—. Vamos a bucear.
Unas horas más tarde, Luna se sentó en el HMS Pogue con sus amigos. Kiara estaba revisando el equipo.
—Este está vacío —dijo Kiara, señalando uno de los tanques—. ¿Tomaste tanques vacíos? —comprobó el otro tanque—. Este tiene un cuarto. Basta para uno de nosotros.
—Me encanta cuando un plan sale bien —dijo Pope.
—¿Alguien sabe bucear? —preguntó Kiara, recibiendo un silencio—. ¿Alguien?
—Es un deporte Kook —dijo JJ.
—Leí sobre el tema —dijo Pope.
—Genial, Pope leyó sobre eso, alguien morirá —dijo Luna.
—Mira, ponte la cosa en la boca y respira —dijo JJ—. ¿Qué tan difícil es?
—Si subes rápido, el nitrógeno va a la sangre y tienes descomprensión —respondió Pope.
—Osea que te descomprimes y...
—La descomprensión te mata —dijo Pope.
—Yo bucearé —ofreció Luna.
—Puedes bucear —dijo JJ, sonando bastante abatido mientras hablaba—, siempre y cuando no mueras.
—¿Desde cuándo puedes bucear? —preguntó Kiara.
Luna se encogió de hombros—. Mi papá me llevó una vez cuando tenía 14 años. Un Kook cuyo coche arregló le ofreció la oportunidad y él dijo que sí. Lo haré, está bien.
—Déjame hacer algunos cálculos muy rápido —dijo Pope—. Ese barco está a unos 9 metros. Tomará 25 minutos a esa profundidad. Significa que debes hacer la parada de seguridad a unos 3 metros. ¿Bien? Durante 2 minutos.
Luna asintió—. Sí. 3 metros, 2 minutos. Entiendo.
Kiara saltó del bote y se metió en el agua. Pope levantó la vista del papel—. ¿Qué fue eso?
—No sé, pero me gustó mucho —respondió JJ.
Luna le dio un golpe en el brazo y JJ se aclaró la garganta—. Cuando estés abajo, busca la bodega —sostuvo una especie de llave—. Mete esto adentro, gira y jala, ¿de acuerdo?
—Entendido —dijo Luna.
—Mi papá movió peso en otra época —dijo JJ.
—Oye —gritó Kiara desde el agua—. Até mi camiseta a la cadena del ancla a unos 3 metros. Es donde necesitas hacer la parada de seguridad.
Luna se quitó la camiseta y los pantalones cortos, dejándola solo con su bikini, que inmediatamente llamó la atención de JJ. A él siempre le gustaba ver las bikinis de Luna, porque había uno de dos piezas marrón que JJ pensaba que se veía increíble en ella. La mitad de las bikinis de Luna eran de Kiara, pero JJ siempre pensó que se veían mejor en Luna.
Ella chasqueó los dedos debajo de su nariz—. Tierra a JJ.
Sacudió la cabeza y la miró—. ¿Sí?
—¿Me ayudas con esto? —preguntó Luna, señalando el equipo de buceo.
Mientras JJ ayudaba a Luna a ponerse el equipo de buceo, Pope tomó un lector de oxígeno de mano—. Vigila esto —dijo Pope, entregándoselo a Luna—. Debes asegurarte de tener suficiente aire para descomprimir.
—¿Cuánto necesito? —preguntó Luna.
—No está claro —respondió Pope—. Respira lo menos posible.
—¿No está claro? —preguntó JJ—. ¿Esto es seguro?
—JJ, estaré bien —dijo Luna—. He hecho esto antes, ¿de acuerdo?
—Sí, con el tanque lleno. Solo no te ahogues —respondió JJ.
—Si nos atrapan aquí, básicamente estamos jodidos —dijo Pope—, así que...
JJ tomó la mano de Luna y la apretó suavemente—. Ten cuidado.
—Siempre —respondió Luna—. De todos modos tengo que volver a subir. Si me pierdo la cena, mi padre me asesinará.
—Muy bien —dijo JJ—. ¿Te zambulles?
—Me zambullo —respondió Luna, cubriéndose la cara con la máscara de buceo.
Saltó al agua, permitiendo que su cuerpo se adaptara a la temperatura antes de hundirse. Nadando hasta los restos del naufragio, se agarró a la barandilla para mantenerse sumergida, mirando a su alrededor en busca de la bodega.
Estar bajo el agua era sereno. El silencio que la rodeaba no se parecía a nada que Luna hubiera experimentado, y mientras observaba los pequeños peces que nadaban alrededor de los restos del naufragio, sonrió para sí misma.
Vio la bodega de la que hablaba JJ y se sacó la llave del cuello. Haciendo lo que le dijo, abrió la escotilla. En el interior, encontró una bolsa de lona negra y, sin comprobar qué había dentro, se colocó la correa alrededor del cuello y se sumergió un poco más en el naufragio, palpando la bodega para ver si había algo más.
Un poco de dinero empapado salió flotando, y Luna lo agarró antes de que pudiera subir más, metiéndolo en la parte superior de su bikini para mantenerlo a salvo. Aparte de eso, la bodega estaba vacía, al igual que, al parecer, el resto del barco.
Con la bolsa de lona firmemente alrededor de su hombro, partió de la cubierta del barco y nadó hacia la superficie. Se detuvo cuando vio la camiseta de Kiara atada a la cuerda, la agarró y la sostuvo durante los dos minutos que Pope le había dicho.
Al levantar la vista, vio que el HMS Pogue ya no estaba solo y que había otro barco justo al lado. Los ojos de Luna se agrandaron mientras revisaba el tiempo para ver cuánto tiempo le quedaba, y cuando quedaba poco más de un minuto en el reloj, rezó en silencio para que sus amigos pudieran deshacerse del segundo bote antes de que se quedara sin aire.
Casi tuvo un ataque al corazón cuando alguien la agarró del brazo y giró su cabeza para ver a John B a su lado. Después de un momento de confusión, Luna se dio cuenta de que el segundo barco debía ser la policía, y si John B hubiera sido capturado por ellos, perdería la ayuda de Peterkin con Servicios Infantiles. John B hizo un gesto a su boca y luego a la máscara de Luna.
Con una respiración profunda, Luna se quitó la máscara y se la entregó a John B, dejándolo tomar un poco de oxígeno antes de devolvérsela.
Cuando quedaban diez segundos en el cronómetro, Luna vio una figura mirando al agua sobre ella y se dio cuenta de que no era ninguno de sus amigos. A estas alturas ya sabía que lo más probable era que fueran policías, y mientras el cronómetro continuaba la cuenta regresiva inquietantemente, inhaló todo el aire que pudo y contuvo la respiración, devolviéndole la máscara a John B justo antes de que el cronómetro llegara a cero.
Observó cómo el bote se alejaba lentamente, y por mucho que sus pulmones le gritaran que saliera a la superficie, aguantó unos segundos más, asegurándose de que el bote estuviera lo suficientemente lejos como para que no la vieran aparecer.
Con una última patada, Luna dejó que su cuerpo flotara hacia la superficie junto a John B. Lo primero que vio cuando reapareció fue la luz del sol que brillaba en las gafas que todavía tenía en la cara, que se quitó para jadear. Luego escuchó a sus amigos.
—¡No nos asustes así! —dijo Pope.
—¿Cómo te fue? —preguntó JJ.
—¿Estás bien, Lu? —preguntó John B sin aliento, sosteniendo su cintura mientras flotaban—. Perdón por asustarte.
Ella asintió con la cabeza y dijo—: Está bien —mientras nadaba hacia el costado del bote con John B, agarrándose a la escalera por un momento para recuperar el aliento.
JJ se arrodilló sobre ella—. ¿Encontraste algo?
—¿Si encontré algo? —dijo Luna, sacando la bolsa de lona del agua.
Él vitoreó—. ¡Sí, eso es! ¡Esa es mi chica!
—Cielos —rió Pope.
—¿Estás bien? —preguntó Kiara.
Luna asintió—. Sí, me quedé sin aire.
—Me asustaste mucho —dijo Kiara.
—Sí, vino la policía, pero nos encargamos de ellos —dijo Pope.
JJ tiró la bolsa de lona a un lado y le tendió la mano a Luna, sacándola del agua y subiéndola al bote—. ¿Estás segura de que estás bien?
—Sí —respondió Luna, mientras John B trepaba tras ellos—. Solo necesito un minuto para recuperar el aliento. Ah, también encontré esto.
Metió la mano en la parte superior de su bikini y sacó el dinero arrugado. Bajo el agua, no había tenido tiempo de comprobar cuánto había, pero ahora que estaba a salvo, vio que eran billetes de cien dólares.
—Cielos —dijo JJ—. ¿Cuánto hay ahí?
Luna contó el dinero—. Uh... 720 dólares.
—Dios mío —dijo John B en voz baja, envolviéndose en una toalla.
JJ ayudó a Luna a quitarse el equipo de buceo y la ofendió con una toalla—. Aquí.
—Gracias —dijo Luna en voz baja, dejando que JJ le cubriera los hombros con la toalla—. ¿Tienes agua?
Cuando JJ fue a buscar una botella de agua, Kiara habló—. Oigan, chicos. Gente a las dos.
—¿Reconoces ese barco? —preguntó Pope, mirando el barco que se acercaba rápidamente a ellos.
—Nunca lo vi —respondió Kiara—. ¿Qué están haciendo aquí? El pantano está cerrado.
—No lo sé, pero no nos quedemos a averiguar —dijo JJ, arrojándole a Luna una botella de agua.
—JJ, toma la bolina —ordenó John B.
—Sí —dijo JJ, saltando a la parte delantera del barco.
—¿Los esperamos? —preguntó Pope.
—Claro que no —respondió John B—. Ve por la popa.
—¿Es un chiste? —preguntó Kiara—. JJ, date prisa.
—Chicos, no me esperen —dijo JJ frenéticamente—. Vamos.
—¡Vamos! —insistió Kiara.
—Saca la popa —dijo Pope.
—Esto no me gusta —dijo Luna, levantándose para mirar el bote.
—Vamos, vamos, vamos —insistió JJ.
—Ve al pantano —dijo Luna.
—¡Vamos! —dijo Kiara.
—¡Voy! —replicó John B.
—Actúen con naturalidad —dijo Pope.
Mientras John B conducía el bote hacia el pantano, Luna se volvió para ver dónde estaba el otro—. Oigan, chicos, nos siguen.
—Esto no es bueno —dijo Pope.
—Tienes que ir más rápido —dijo JJ.
Mientras John B aceleraba, Luna tropezó levemente con JJ, quien le rodeó la cintura con un brazo y la mantuvo erguida. Cuando el bote dobló una curva en el pantano, un disparo hizo que todos se agacharan. JJ jaló a Luna hacia la cubierta con él mientras Kiara y Pope también caían.
—¡Mierda, chicos! —exclamó Kiara.
—John B, agáchate —dijo JJ, mientras él y Luna se agachaban lo más bajo posible.
Se escuchó otro disparo y Luna jadeó—. Dios mío, vamos a morir.
—Estamos bien —dijo JJ, mientras miraba a Luna—. Estamos bien.
Kiara se puso de pie y agarró la red de pesca, dirigiéndose a la parte trasera del bote. Otro disparo precedió a los gritos de John B—. ¡Agáchate, Kie!
Kiara arrojó la red de pesca y cuando el bote que los seguía se atascó en ella, le dio al bote la oportunidad de escapar. Con un último disparo resonando detrás de ellos, el barco dobló otra curva y salió disparado hacia el muelle.
—¡Sí! —vitoreó JJ, mientras ayudaba a Luna a ponerse de pie—. ¡Vida de Pogue, viejo!
—Fue una locura —dijo Kiara.
—Pensé que íbamos a morir —dijo Luna, riendo—. ¿Alguien sabe qué hora es?
—Casi las cinco —dijo Pope, mirando su reloj.
—Mierda —jadeó Luna—. John B, ¿puedes dejarme en mi casa? Mi papá me va a matar si llego tarde.
—¿No quieres ver lo que hay en la bolsa? —preguntó JJ.
—Me encantaría, pero no puedo llegar tarde —dijo Luna—. Lo siento, chicos.
—Está bien —dijo John B—. Te dejaremos en tu casa.
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