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12 | escena del crimen

Cuando llegaron al motel, JJ dejó escapar un silbido—. Pensé que el Chateau se veía mal.

—Este lugar es un desastre —dijo Pope.

—¿Un motel o un laboratorio de drogas? —preguntó Kiara.

—Decídelo tú —respondió Pope.

—No parece un lugar para alguien con un Grady-White —comentó Luna, contemplando el motel en ruinas que hacía que el Chateau pareciera un hotel de cinco estrellas.

—No. Parece un lugar donde asesinarían a alguien con un Grady-White —respondió Pope—. Aquí vamos.

—Les habla su capitán —dijo JJ—. El HMS Pogue va a atracar.

Con un grito de ¡Sí!, JJ saltó a la orilla y ató la línea de amarre para que el bote no se fuera a la deriva.

—¿Estamos bien? —preguntó Pope.

—Sí —respondió JJ.

—Muy bien. Aquí no pasa nada —dijo John B.

—Oye —dijo Luna, captando la atención de John B.

—¿Sí? —preguntó John B.

—No dejes que haga nada estúpido —dijo Luna, señalando a JJ.

—Lo haremos —respondió JJ con una sonrisa maliciosa.

—No prometo nada —dijo John B.

—Sí, lo sé —susurró Luna, señalando a JJ—. Ten cuidado.

—Siempre, princesa —dijo JJ con un guiño.

Kiara le entregó a John B la llave del motel—. Ten cuidado. Lo digo en serio.

Cuando los chicos se fueron, Luna miró a Kiara—. Entonces, ¿tú y John B?

—¿Tú y JJ? —replicó Kiara.

Pope se rió—. En serio, ¿qué pasa con ustedes siendo tan ajenas?

—¿Ajenas a qué? —preguntó Luna.

—Al hecho de que uno: JJ nunca te saca la mirada de encima, dos: tú nunca le sacas la mirada de encima a JJ, y tres: Kiara no le saca la mirada de encima a John B —respondió Pope.

—Esas son muchas miradas —comentó Luna—. Creo que estás imaginando cosas, Pope.

—No, de ninguna manera —dijo Pope—. No vas a librarte de esto.

—Tiene razón —dijo Kiara—. Sobre ti y JJ.

—Traidora. Pensé que estabas de mi lado —murmuró Luna—. ¿Qué quieren que les diga?

—Admite que crees que JJ es sexy —dijo Kiara.

—Claro que lo creo —dijo Luna—. Pero hemos sido amigos durante demasiado tiempo y conoces la regla.

—Esa es una regla tonta —dijo Pope—. Tú y JJ serían perfectos el uno para el otro.

Luna negó con la cabeza—. No.

—20 dólares a que estarán juntos al final del verano —le dijo Kiara a Pope.

—20 dólares a que estarán juntos la semana que viene —respondió Pope.

Los dos se dieron la mano, sellando su trato, y Luna se burló—. Estoy aquí.

—Lo sabemos —respondió Pope—. Nos estamos asegurando de que sepas que sabemos que ustedes son perfectos el uno para el otro.

—Sí, claro —dijo Luna riendo—. Ya saben cómo es JJ.

—Al menos sabes que tiene experiencia —dijo Kiara, empujando a Luna en broma.

—Dios, voy a saltar de este bote para evitar tener que lidiar con ustedes dos —dijo Luna, poniendo los ojos en blanco—. No hay nada entre JJ y yo, ¿de acuerdo? Somos amigos.

Ni Pope ni Kiara parecían convencidos, pero lo dejaron pasar.

Luna suspiró, buscando una distracción que alejara la atención de Pope y Kiara de ella y JJ—. De acuerdo. ¿Cuál es tu mayor aversión?

—¿Mayor aversión? —preguntó Kiara.

—Sí —respondió Luna.

—Es fácil —respondió Kiara—. Darle un 1% al medio ambiente.

—¿Qué tiene de malo? —preguntó Pope.

—Solo tenemos una Tierra, Pope —dijo Kiara—. Deberíamos darle un 100%, como mínimo.

—Claro, no es sensato desde el punta de vista impositivo —respondió Pope.

—Tampoco destruir el único planeta en el que vivimos —respondió Kiara.

—Oye —dijo Pope de repente, mientras las sirenas resonaban detrás de ellos—. La policía.

—Mierda —susurró Kiara.

—Llámalos —dijo Pope, agitando los brazos hacia Luna.

—No puedo —dijo Luna—. Se cayeron las torres.

—Si pierdo mi beca al mérito, voy a matar a alguien —dijo Pope, mientras Luna saltaba del bote y se escondía detrás del letrero del motel derrumbado—. Tal vez no suban. Quizá solo buscan una habitación.

—Mira, está señalando —dijo Luna—. Van a subir.

—¿Qué hacemos? —preguntó Pope.

—Manejamos esto a la antigua —dijo Luna mientras emergía de detrás del letrero.

—Luna, Luna, ¡espera! —siseó Pope—. ¡Vuelve!

Luna lo ignoró, corrió hacia el costado del edificio, de pie debajo de la ventana de la habitación en la que estaban John B y JJ. Pope y Kiara se unieron a ella, aunque de mala gana.

—Bien, haz algo —dijo Kiara.

—Está bien, retrocede —dijo Pope, recogiendo una piedra.

La tiró y se quedó corto, lo que llevó a Luna a mirarlo con incredulidad—. ¿Alguna vez jugaste béisbol?

—Era del equipo de matemáticas —respondió Pope.

—¿En serio? —preguntó Kiara, mientras tomaba una piedra y la arrojaba a la ventana.

—Fallaste —dijo Luna.

Luna tomó una piedra y la arrojó tan fuerte como pudo. Golpeó la ventana con un ruido sordo y rodó por el techo. Pope pareció impresionado cuando la piedra cayó al suelo frente a él—. ¿Cómo diablos hiciste eso?

—Jugué baloncesto —respondió Luna—. Ayudó con la fuerza de la parte superior de mi cuerpo.

John B apareció detrás de las persianas y los tres empezaron a pronunciar la palabra "policías" a sus amigos, con la esperanza de que entendieran el mensaje. Afortunadamente, John B entendió lo que estaban diciendo, y mientras Luna, Kiara y Pope corrían de regreso al bote, vieron que John B y JJ salían por la ventana y se balanceaban en el techo, agarrándose a la tubería de desagüe para evitar que se cayeran.

—¿Nos vamos? —preguntó Kiara.

—Nunca dejas a un Pogue —respondió Pope.

—No, en serio, ¿nos vamos? —preguntó Kiara.

—Tal vez —respondió Pope.

—No, no los vamos a dejar —dijo Luna, mirando a JJ y John B con los ojos muy abiertos.

Pope notó a JJ y John B en el techo y comenzó a gesticular salvajemente, diciendo en voz baja—. ¿Qué están haciendo?

JJ hizo un gesto de "shh" mientras él y John B se balanceaban en el techo. Sacó algo de su bolsillo trasero y lo dejó caer, viendo como golpeaba el techo con un ruido metálico que incluso Luna escuchó desde donde estaba sentada en el bote. Cuando vieron al oficial Shoupe aparecer en la ventana, ella y Pope se volvieron rápidamente, tratando de actuar con naturalidad. Afortunadamente, Shoupe no pudo ver a JJ ni a John B, y desapareció detrás de las persianas.

Cuando vieron a los policías salir de la habitación, JJ y John B se deslizaron por los desagües hasta el césped de abajo. JJ recogió el arma que soltó antes de unirse a ellos en el bote. Pope ya había encendido el motor, y cuando Luna desenrolló la línea de amarre y saltó de nuevo al bote, Pope no dudó en sacarlos de allí lo más rápido que pudo.

—Bueno, eso fue divertido —comentó JJ—. Podrían habernos avisado antes.

—Lo habríamos hecho, pero Pope estuvo en el equipo de matemáticas —respondió Kiara.

—¿En serio? —preguntó JJ.

—La policía tomó todo como si fuera una escena de un crimen —dijo Pope—. ¿Encontraron algo?

—¿Si encontramos algo? —preguntó JJ—. No, no creo —sacó un arma y un fajo de dinero—. Oh, sí, lo hicimos.

—¿Qué demonios? —jadeó Pope.

—¿Qué? —preguntó Kiara.

—Tranquilo —dijo Pope—. ¿Por qué la sacaste de la escena?

—Antes que la policía —respondió JJ.

—¿Hablas en serio? —preguntó Luna con incredulidad.

—Perderé mi beca al mérito —dijo Pope.

—Oye —dijo JJ, colocando el cañón del arma contra los labios de Pope—. Sh, sh, sh. Nos tienes a nosotros.

—Esto es una pesadilla —dijo Pope, apartando la mano de JJ.

—No me digas —dijo Luna.

—Alégrate, princesa —dijo JJ, todavía agitando el arma—. Es genial, ¿verdad?

—Guárdala, JJ —dijo Luna—. Antes de que alguien te vea.

JJ puso el arma en su mochila, fuera de la vista, y Luna se quedó preguntándose en qué estaban a punto de meterse.

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