—Cuéntamelo una vez más —dijo JJ.

—Bien, justo ahí —dijo John B, señalando el mapa en las manos de JJ—. Ahí lo llevan. Ese es el sitio del ídolo.

—Apuntaste solo a Sudamérica, ¿entiendes? —dijo JJ.

John B asintió—. Sí.

Luna, desde el asiento trasero de la camioneta, dijo—: Eso no ayuda mucho.

—¿Eso es todo? —preguntó JJ—. ¿Un lugar en Sudamérica?

—¡Por eso vamos a lo del profesor! —dijo John B—. Estaba en el lugar.

—Bien. Me alegra tener el mapa —dijo JJ sarcásticamente—. ¡Espera! ¿Iremos a una casa con un cadáver? ¿Ahí vamos?

—Sí —dijo John B.

—Si aparece la policía, ¿sabes cómo nos vemos? —preguntó JJ.

John B asintió—. Sí.

—Bien, solo quería asegurarme —dijo JJ.

—No soy tan fanática de ser acusada de asesinato —comentó Luna, desde donde estaba recostada—. ¿Podemos hacerlo rápido? Solo entrar y salir.

—Puedes vigilar si tienes miedo —dijo JJ.

—Mmm, no —respondió Luna—. ¿Y dejarles a ustedes toda la diversión? De ninguna manera.

Cuando llegaron a la casa, Luna siguió a JJ y John B al interior, manteniéndose cerca de JJ mientras avanzaba. Entrando lentamente por la casa, llegaron a la cocina.

—Su cuerpo no está —dijo John B.—. Sowell estaba aquí.

—Y Sowell era...

—El profesor —dijo John B.

—Bien. Sé lo que pasó —dijo JJ—. Ya han estado aquí, John B. Ya limpiaron la escena del crimen, ya no debe quedar nada. Deberíamos salir de aquí.

—Tal vez haya algo —protestó.

—Bien, ¿qué buscamos entonces? —preguntó Luna.

—Cualquier cosa que tenga que ver con una excavación arqueológica —respondió John B.

—Gracias John B, eso lo simplifica —dijo JJ.

John B suspiró—. Lo estoy intentando.

—Bien. Cualquier cosa —dijo JJ—. ¿En serio?

Luna se movía por la habitación, mirando los diversos diagramas y notas escritas a mano pegadas con cinta adhesiva en las paredes. Entonces JJ dijo—: ¡Espera! No dejes tus huellas, hermano. Esta es una escena del crimen.

John B estaba rebuscando entre cajas de expedientes. Luna puso los ojos en blanco—. O déjalas por todas partes.

—Sí, voy a buscar en la cocina —dijo JJ—. Nadie revisa el refrigerador.

—Sí, hazlo —respondió John B.

—Iré contigo —dijo Luna.

Ella y JJ se aventuraron a entrar en la cocina y miraron a su alrededor mientras avanzaban. Luna sabía que probablemente no encontrarían nada, pero JJ estaba revisando el refrigerador buscando bocadillos. Luna hizo una mueca cuando lo sorprendió comiendo.

—Ew, JJ, vamos.

—¡JJ! —dijo John B—. ¡Luna!

JJ se sobresaltó y se dio la vuelta.

John B preguntó—: ¿Qué? ¿Es hora de comer? ¿Qué haces?

—¿Sabes qué? Me siento muy juzgado en este momento —dijo JJ.

—Claro.

—¿Sí? Hay un ave aquí que se desperdiciará —argumentó JJ—. No dejaré que eso suceda. No lo estoy robando. Nadie más se lo comerá. ¿Sabes qué? Comeré los nutrientes de esta ave. No he podido comer nada en las últimas horas.

—JJ, oye —intervino John B.

—¿Encontraste algo? —preguntó Luna.

—Sí —dijo John B, sosteniendo un recorte de periódico—. "El equipo de expedición se dirige a Sudamérica".

—¿Uno de estos tipos es Sowell? —preguntó JJ.

—Justo ahí —dijo John B, señalándolo—. Mierda.

—¿Qué? —preguntó Luna.

—Neville —respondió John B.

—¿Qué?

—Neville —dijo John B—. Lo último que dijo Sowell fue: "Neville".

Luna frunció el ceño—. Neville, es decir...

—Ahí —dijo John B.

—Neville Persaud —dijo JJ—. Guía de expedición.

Cuando se dio cuenta, John B dijo—: Sowell dijo: "Cinco personas".

—Sí —dijeron JJ y Luna.

—Tres murieron —dijo John B—. Lo que nos deja dos.

—Sowell, —dijo JJ, colocando un dedo de John B por cada uno de los nombres que pronunció—. Neville.

—Es el último con vida —dijo Luna.

—Sí, creo que Sowelll me estaba diciendo que le advirtiera —dijo John B.

—Necesitamos encontrar a Neville —dijo JJ.

Luna asintió—. Vamos.

—

—Bien, déjame entenderlo —dijo John B—. Como conoces a un tipo con el apellido de Neville crees que son parientes. ¿Ese es tu plan maestro?

—Sí —dijo JJ.

Estaban siguiendo las instrucciones de JJ, llevándolos hasta un hombre que creía que estaba relacionado con Neville. Su búsqueda los había llevado a un huerto en medio de la nada, donde la gente trabajaba para cosechar sus productos.

—¿Cuántas personas conoces de apellido Persaud? —preguntó JJ—. Conocí a un tipo el verano pasado porque estábamos en el negocio de las parrillas. Sí. Apellido Persaud —JJ se detuvo—. ¿O era Percett?

—¿Es una broma? —preguntó John B—. Porque estamos hablando de la vida de mi papá.

—No, lo sé —dijo JJ, con las manos sobre los hombros de John B—. Conozco al señor Persaud. Confía en mí. Está bien —se volvió hacia un hombre—. Oiga, señor P, ¿no?

—¡Hola! —dijo.

—¡Sí, te lo dije! —JJ sonrió—. Sí, ¿qué onda, viejo? —chocó los cinco con el hombre—. Sí, hola. Estamos buscando a Neville. ¿Sigue aquí?

—No, está por allá —dijo el señor P—. Ha estado cerca de Doe Creek.

—¿Doe Creek? —dijo JJ.

—En su casa flotante —dijo el señor P—. Bien lejos.

JJ miró fijamente a John B.

Luna gimió—. ¿Por qué siento que tenemos que ir a nadar?

La corazonada de Luna era correcta. Ella, JJ y John B se dirigieron a Doe Creek y se adentraron en el agua cuando se dieron cuenta de que no podían llegar a ninguna parte sin un bote. La natación era la siguiente mejor opción.

—¿Por qué dudas de mí? —preguntó JJ.

—No, es sólo que la idea era un poco descabellada —dijo John B.

—Bien, estamos buscando... una casa flotante —dijo JJ.

Luna señaló una—. Esa parece una casa flotante.

—¿Creen que esté ahí? —preguntó JJ.

—No lo sé...

—Solo hay un modo de saberlo —dijo JJ, antes de gritar—: ¡Neville! ¡Oye!

—¡Basta! —espetó John B.

—¡JJ!

—Amigo, ¿qué?

—¿Qué haces? —preguntó John B.

—Cree que la gente está tratando de matarlo —dijo Luna—. Debe estar armado.

—Ah, bien. Es una trampa mortal —dijo JJ.

—Desafortunadamente, no tenemos otra opción —respondió John B—. Es el único hombre vivo que sabe dónde está mi papá.

—Entonces vamos a nadar —dijo Luna—. Debería haber usado trajes de baño más apropiados.