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OO3 «Visión escarlata»

INICIO DEL PRIMER ARCO

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Es en las noches de diciembre, cuando el termómetro está a cero,
cuando más pensamos en el sol.

Victor Hugo,

Los Miserables.

15 de mayo, viernes

 Exasperación, impotencia, rabia... Todos esos sentimientos inundaban a SeokJin mientras veía como el equipo de la policía científica barría toda la casa buscando pistas, pero sabía que allí no encontrarían nada. El muy hijo de puta nunca dejaba huellas.

Los muebles estaban volcados, los cojines rotos y el inspector Kim en una esquina del salón, sosteniendo entre sus manos una fotografía. Aparecía su hermana, cansada y pálida pero rebosante de vida sosteniendo a un recién nacido. A HoSeok. A el que se había convertido en su todo, para al final arrebatárselo de sus brazos, matándola.

Jodida mierda. Otra vez estaba pasando. Y él ahí, sentado, observando como todos se movían por su hogar, cómo sacaban fotos, como hacían todo eso en vano. No encontrarían nada; no así. ¿Pero qué podía hacer él? Durante estos meses los asesinatos seguían sucediendo, sin parar, apenas unos días de enfriamiento. Ningún sospechoso relevante... No tenía nada, pero ahora algo había cambiado. Ahora era personal. No era el mejor inspector, pero era un experto en el estudio de las motivaciones y en interpretar el lenguaje no verbal. Era hora de que conocieran al verdadero inspector Kim.

Se llevó la pequeña fotografía a su pecho, intentando regular su respiración tratando de no pensar en el olor de la sangre que habitaba por todo el lugar. El Dokkaebi estaba jodido, se había metido con la persona equivocada, con su sobrino, y SeokJin iba a demostrarle a ese monstruo que podía ser peor que un grano en el culo cuando se lo proponía.

—¿Qué hace ahí tirado? Levántese, inspector.

Mierda. La subcomisaria Ahn estaba ahí de pie, mirándolo desde arriba con una mirada seria e intimidante. Se sorprendió por su vestimenta. Casi no parecía ella con su ropa gris deportiva y zapatillas de correr, todo lo contrario a los tacones y vestidos ajustados que usaba en la comisaría. Pero esa mirada de "o mueves el culo o te lo parto" era imposible de imitar.

El inspector Kim asintió a lo dicho por su superior, levantándose con reticencia y desconsuelo a partes iguales.

—Oh, subcomisaria Ahn, hace tiempo que no aparece en una e-escena.—Le había dolido. Dioses que había dolido decir aquello, como si su pequeño HoSeok estuviese ahí tirado con una sonrisa de sangre en el rostro y en el pecho aquella cicatriz... Como si estuviera muerto.

SeokJin se mantuvo firme. No podía afligirse ahora y menos con su superior delante. Pidió unos guantes a los policías científicos del lugar. Se los colocó con furia, aún sin mirar a su jefa que había permanecido callada todo ese tiempo, mirándole en silencio. Evaluándole, tomando notas de su comportamiento.

—Esta es una situación... Especial, por lo que quería verlo con mis propios ojos y no por fotografías, ya me entiendes.

No, la verdad es que no lo entendía. Por algún motivo la subcomisaria Ahn nunca había ido a la escena de algún crimen, o por lo menos eso pudo ver desde que lo trasladaron de Incheon y la conoció.

Simplemente asintió, estando en su propio mundo, caminando hacia la pared con aquel mensaje escrito. Sabía que muchos lo estaban mirando; la lástima, la tristeza y compasión se percibían en el aire mientras con sus guantes tocaba la sangre.

Seguía caliente.

Hizo un puño con sus manos, intentando aguantar el tipo y no derrumbarse otra vez. Sabía que estaban observando el perímetro y los alrededores del edificio, pero no se toparían con nada. Nunca había nada.

Excepto por esta vez. Por ese mensaje. Por ese nombre.

—¡Que alguien me traiga a TaeHyung cagando leches!

SeokJin recorrió la estancia, diciéndole a todos con la mirada a que se atrevieran a cuestionarle, pero la subcomisaria Ahn HyeJin no se amedentró; ella era superior a él, tenía más poder y podía mandarlo a la mierda con la facilidad con la que se cambiaba de tacones.

La subcomisaria llamó a uno de los nuevos reclutas que se encontraba temblando y con rastros de haber vomitado al ver la escena, aún usando el uniforme reglamentario a diferencia de ellos.

—Oficial de policía Kang, informe al comisario de que requerimos la presencia del criminólogo Kim. Es urgente—. YeoSang asintió, feliz de poder salir de allí con una escusa mientras hablaba por el walkie talkie con su superior.

No escuchó. Ahora no quería escuchar nada. SeokJin estaba sumido en las pistas que había en la estancia, en los objetos tirados. Casi podía ver la escena en su mente. Pero algo no cuadraba. HoSeok no abriría a un desconocido, y la cerradura no estaba forzada. Tampoco era posible entrar por la ventana al vivir en un sexto piso además de estar cerrada con cerrojo e intacta.

Todo en el escenario estaba mal. Todo había cambiado.

¿Porqué el bendito asesino se tomaría tantas molestias al cambiar su modus operandi? ¿Por qué HoSeok? ¿Por qué a él?

Y ese mensaje que no lo dejaba concentrarse le ponía los pelos de punta. ¿O era otra cosa lo que lo provocaba?

Era un olor. Apenas tangible con todas las personas allí metidas y la sangre por los alrededores. Parecía que nadie se había dado cuenta de la inusual esencia. Se giró hacia la subcomisaria, que no le había quitado un ojo de encima; retuvo un suspiro de exasperación al saber que no había ido allí para ver la escena como había dicho, sino para vigilarle.

—Subcomisaria, perdone que la interrumpa en su exhaustiva observación del lugar del crimen, pero ¿no huele eso?

HyeJin—ya entrando en confianza—frunció el ceño ante el cuestionamiento de su subordinado. Pensó que le estaba gastando una broma, ella no olía nada extraño o fuera de lugar. Por lo que simplemente negó con la cabeza; no estaba de ánimos para hablar.

El inspector Kim volvió a recorrer la estancia con la mirada. No, estaba seguro de que había un olor extraño. Uno que recordaba y lo hacía sentir melancólico y sombrío.

Se acercó a la mesita que había en medio del salón, ahí donde HoSeok hacía sus puzzles de superhéroes y jugaba con su plastilina.

No, aquello no estaba bien.

No había rastros de polvo ni de las manchas de lápiz que hizo Hobi por la mañana; tétricamente limpio.

Se llevó su mano enguantada manchada con un poco de sangre por la superficie y se acercó el olor a la nariz, y todas sus esperanzas se fueron a la mierda.

Un antiséptico. Un maldito aerosol antiséptico utilizado en los hospitales, en cuidados intensivos, para prevenir las infecciones. No solo mataba a las bacterias, sino que además, como efecto secundario destruía el ADN que pudiese haber en el sudor, en la piel o en el pelo. No pudo evitar sentir cierta admiración por la precaución, pero se sintió asqueado al instante.

SeokJin pensaba... Pensaba que al haber cambiado tanto su modus operandi a lo mejor se dejaría huellas, gotas de sudor; algo.

Los científicos al parecer todavía no se habían dado cuenta de ello, y él tampoco pensaba decírselo. Cada uno con su mierda, era su lema.

Pero no podía ocultárselo a la subcomisaria, que le observaba impasible esperando a que hablara. Le contó sobre su reciente descubrimiento, estando de acuerdo al poder percibir el olor más de cerca y con una idea de lo que era.

Le gustaría ver a los criminólogos intentar sacar algo de ahí. La ley de la ciencia forense de Locard dice "Todo contacto entre un perpetrador y el escenario de un crimen deja un rastro." Y ahora SeokJin ponía en duda esa frase al ver todo el lugar, en la que todo aquello que el asesino había tocado estaba bañado de antiséptico. De no ser por la sangre esparcida, otra cosa completamente fuera de lugar, sin sentido.

¿Limpiaban todo para no dejar rastro y después repartían sangre como caramelos?

Maldito enfermo.

Seguía sumergido en sus pensamientos, hasta que una voz a su espalda lo distrajo.

—¡Mira quien está aquí, mi vaquita preferida!—Matthew había entrado al ordenarle su jefe que fuera y ver si podía recolectar alguna pista, sin esperarse que la subcomisaria se encontrase allí. Sonrió, marcando un pequeño hoyuelo en su mejilla derecha—Venga, di "muuu" como los de tu especie, ya sabes.

El lugar se quedó en silencio, todos atentos a la conversación entre jefe forense y subcomisaria. Sin embargo en este caso HyeJin no podía hacer nada, ella no mandaba en el área de los forenses y Matthew Kim tenía más respaldo que ella.

SeokJin ni pestañeó. Estaba acostumbrado a las barbaridades del forense cuando veía a la subcomisaria, todo porque ésta tenía un pequeño problema de vitíligo, que hacía que por su piel morena rondaran manchas blancas por sus manos y parte de la cara.

Ni puta gracia la verdad.

—Jefe forense Kim, estamos en una escena del crimen, tenga un poco de respeto.

—Lo siento querida, pero por lo que yo creo, sin cuerpo no hay crimen. No sé que hago yo aquí, la verdad, pero bueno, hay que obedecer al de arriba.—El forense señaló hacia lo alto, como si alguien estuviese allí.—Venga, vaca gorda, aparta y déjame hacer mi trabajo.

Aquello parecía una broma. SeokJin se llevaba bien con Matthew, pero cuando hacía bromas de ese calibre tenía ganas de tirarlo desde el río Han. Suspiró, intentando relajarse sin atreverse a mirar a la subcomisaria. Por el tiempo que había podido trabajar con ella sabía que no dejaba salir ningún sentimiento y que su vida era su trabajo. Admirable y sin piedad, así era.

—Llegué tarde, llegué tarde, llegué tarde...—TaeHyung había llegado.

Un cuerpo flacucho y con la mirada perdida entró en la escena, desvariando, abriendo y cerrando sus manos 28 veces, como siempre hacía cuando estaba en la fase de transformación, como él lo llamaba.

SeokJin no esperó un solo segundo cuando lo cogió del brazo fuertemente y lo llevó en frente de ese mensaje que lo tenía con la sangre hirviendo.

«Bebo vuestro ser, escupo su corazón y me baño en tu sangre. Seré un Rey sin corona, pero con todos vosotros a mis pies. Kim TaeHyung, estoy aquí, intenta atraparme.»

—No, no, está mal. Las reglas cambiaron, no debería, esto no está bien. SeokJin, esto está mal, mal, mal.

El inspector Kim tenía que mantener la calma para no perjudicar aún más a TaeHyung. Hizo a un lado el que lo llamara por su nombre, sabía que ahora él no estaba ahí realmente, sino en su escritorio revisando todos los casos e intentando averiguar porqué el perfil parecía haber cambiado.

—Mira TaeHyung, ¿tú conoces a JungKook? Matthew ya te dijo que él es el Dokkeabi.

Pero el criminólogo lo miró a los ojos, con sus iris grises titilando furiosamente, en llamas. Por esa reacción sabía que seguía interpretando el papel de HyeonJu, el chico transexual donde se había encontrado el semen del modelo. Pero TaeHyung seguía ahí, nunca se iba de todo, su alma de perfilador siempre presente.

—JungKook no es el Dokkeabi. Me esperaba más de ti, SeokJin. ¿Con simplemente encontrar su semen en la chica ya es el asesino? No, no, no. JungKook me amaba, puedo sentirlo. Le entregué todo mi ser... En bandeja de plata.—SeokJin se había perdido en cuento TaeHyung abrió la boca, pero el perfilador hizo un gesto de sorpresa absoluta mientras abría sus ojos de manera desvordante, dándose cuenta de algo.

»SeokJin hyung, a HyeonJu no la mataron, se suicidó. Y JungKook la ayudó.

Estaba tentado a reír, pero por experiencia sabía que no debería tomarse a broma las palabras de TaeHyung. Se puso serio, sabiendo que la subcomisaria los oía a ambos a una distancia prudente.

—TaeHyung, haz el favor de explicarte. No estoy para adivinanzas.

El perfilador ya había dejado su transformación, ahora solo era Kim TaeHyung, el mejor criminólogo de todo Seúl.

—Las marcas, el modus operandi, la sonrisa... Sí, la mató el Dokkeabi, pero porque ella así lo quería. Recuerda que para muchos ese asesino es un héroe que mata a violadores, asesinos y perpetradores. Pero después mata a niños inocentes, haciendo que la gente no sepa qué pensar de él. Creo... Creo que JungKook fue un intermediario. Además el psiquiatra de HyeonJu escribió en su informe que tenía síntomas de depresión severa. Cuando ponemos eso en la ecuación, todo encaja.

La verdad es que a SeokJin le costaba un poco seguir el hilo de TaeHyung. Aquello parecía una locura. Además, ¿cómo se podría relacionar a un transexual con un súper modelo? ¿Un suicidio cuando iba a cambiarse de sexo? Venga ya, no podía ser suicidio.

—5064

—¿Eh?¿Qué es eso?—dijo SeokJin al escuchar esos números salir de TaeHyung.

—No estoy seguro, pero no pueden ser números al azar. Mira.

Sorpresivamente SeokJin no se había dado cuenta de que debajo de aquel mensaje sangriento—literalmente— estaban escritos esos números, pero de una manera muy apresurada, apenas se podía entender qué clase de dígitos eran.

Al agacharse para poder mirar mejor esas cifras aparentemente sin sentido, todo su mundo se paralizó y gotas de sudor frío le empezaron a recorrer. Sabía, por la forma particular del 0 con cara y pequeñas rayas alrededor simulando un sol quién había escrito esos números.

—Esto... Esto lo escribió HoSeok.

Hacía tiempo que no se sentía así. Miles de emociones le embargaban sin piedad, pero la única importante, aquella que lo movía, era la rabia. Hacia ese monstruo que se llevó a su sobrino y, sobre todo, hacia sí mismo. Los recuerdos lo estaban destruyendo lentamente. Y aquellos alegres se sentían como una bala en el corazón.

Y ahora, mirando cómo pasaban las calles, las personas, el tiempo, yendo de copiloto en el coche patrulla, se permitió cerrar los ojos y pensar, recapacitar y recriminarse por sus acciones. Torturarse a sí mismo, como cada vez que abría los ojos y empezaba a recordar.

—Inspector Kim, pare ya.—La subcomisaria Ahn es la que conducía, con su rostro neutro y sin despegar sus ojos de la carretera se dirigió a SeokJin, que seguía mirando por la ventana.—Se lo que estás haciendo. No lo hagas.

El inspector, con un fulgor renovado en sus ojos, miró a su superior a pesar de que ésta no podía verle.

—No estoy haciendo nada, subcomisaria, así que con todo respeto cállese y conduzca.

—Sí. Se en lo que estás pensando. Por qué te pasa esto a ti, qué has hecho para merecer esto, por qué a tu sobrino, si estará a salvo, si seguirá vivo. Se toda la mierda en la que estás pensando, así que con todo respeto le pido que mantenga la mente ocupada en otras cosas.—Aquello no era una petición, ambos lo sabían.—Te necesito lúcido, no muerto en vida.

—A sus órdenes subcomisaria...

El resto del trayecto se mantuvo en un silencio glacial.

Después del descubrimiento del mensaje de HoSeok, SeokJin apenas podía distinguir lo que era real de lo que no. La cólera, la impotencia y la furia remplazaron todo pensamiento consciente de su mente. Solo recordaba a EunWoo cogiéndole de los hombros fuertemente y sentarlo en el coche en el que ahora se encontraba.

Tampoco pensaba preguntarle a la subcomisaria, bastante bochorno había tenido ya al explotar así en una escena del crimen; no fue muy profesional y sabía que más tarde le vendría una buena amonestación por su comportamiento.

—Inspector Kim, ya hemos llegado, no le hagamos esperar.

De vuelta al profesionalismo, HyeJin paró el coche cerca de un callejón. El inspector se preguntó qué hacían ahí. Era uno de los peores barrios de Seúl, donde el mal acechaba en cada rincón y el dolor era el pan de cada día.

Sin embargo, solo siguió a su superior. Sabía que en esos momentos lo mejor era obedecer y las preguntas serían respondidas por sí solas.

—Disculpe inspector, pero he de advertirle algo—.La subcomisaria siguió caminando, intentando no tocar los vidrios rotos e ignorar a los vagabundos que pedían comida desesperadamente—Nos encontraremos con una persona muy importante, por eso le aconsejo que guarde toda su paciencia para con este sujeto; no es alguien fácil de tratar, así que sea amable.

—Lo intentaré, subcomisaria, pero bien sabe que la paciencia no es una de mis virtudes.

HyeJin asintió escuetamente, limitándose a no perderse entre todo el gentío que los empezaba a rodear.

Varias chicas pasaron cerca de él, pidiéndole dinero, diciendo que solo querían comer un poco; pero SeokJin supo por los pinchazos en sus brazos que para ellas la comida, aquello que las mantenía con vida, era la droga. Sabía lo que se sentía; esa necesidad de dejar de pensar y divertirse. La adrenalina que recorría tu cuerpo al sentir un pequeño dolor en tus venas, y en unos segundos una sensación gloriosa y excitante embargaba tu cuerpo. Las personas no eran adictas a la droga, sino a lo que los hacía sentir. Poder escapar de su vida de mierda y vivir aunque sea un día, a pesar de que al día siguiente no llegasen a despertar.

—Inspector Kim, despierte de su letargo, ya hemos llegado.

Frente a él se encontraba un pequeño local hecho pedazos. En primera instancia pensó que estaba abandonada, pero el cartel en la puerta que ponía "Estamos cerrados, fuera puto" dejaba en claro que seguía siendo habitada. Por alguien un tanto mal hablado, pero él no era quien para quejarse.

—La casa de Hipnos.—leyó SeokJin en la pequeña pizarra al lado de la puerta—Oh no, subcomisaria, no me diga que...

Como se estaba empezando a hacer costumbre, HyeJin pasó por su lado sin contestar y abrió la puerta, dejando en el aire el sonido de un tintineo por culpa de la campanilla que colgaba en la entrada.

Apretando los puños y exhalando un amplio suspiro, siguió a su jefa, sin sorprenderse por la poca higiene del lugar, además de la humedad y las trampas para ratas esparcidas por ahí, hacían el lugar mucho más acogedor de lo que ya era.

—¡Pero mira que chica más sexy ven mis ojos! Cada día estás más buena, amiga mía. Si solo tuvieras pene... Aish, una pena, vaya que sí.

Y en ese momento supo que su jefa tenía razón. Ese chico que abrazaba a la subcomisaria tenía una tez morena y unos bonitos hoyuelos en ambas mejillas, contando con un pelo inusualmente morado y su ropa marca hipster: Era todo lo contrario a SeokJin. Cuando el desconocido puso su mirada sobre él advirtió un brillo casi felino en aquellos ojos marrones. Esperando, contemplando a su siguiente presa.

—Santo Job, ayúdame a salir vivo de aquí.—susurró antes de poner un último pie al lado de esos dos que se abrazaban como viejos amigos.

—Vaya, vaya HyeJin, ¿a quién me traes aquí?—. El desconocido se relamió los labios observando al hombre frente a él que no dejaba salir ninguna expresión de su rostro.—Eres precioso, pero lo estarías aún mas en mi cama, guapo.

—NamJoon, este es mi compañero, el inspector Kim. Así que te pido que dejes de buscar a alguien con quien follar por un momento y vamos al grano, ¿quieres?

SeokJin no daba crédito al lenguaje de ese hombre llamado NamJoon. Solo lo miró, impasible, esperando, a pesar de su poca paciencia.

El moreno sacó un paquete de cigarrillos de su pantalón acampanado, encendiendo un pitillo delante de sus narices y dejando salir el humo directamente en su cara, a lo que SeokJin frunció el ceño, aguantando las ganas de pegarle un puñetazo.

—Señor NamJoon, ¿no?, absténganse de expulsar ese humo tóxico en mi cara, haga el favor.

El contrario formó una cara de fingida sorpresa, poniendo una mano en su pecho mientras reía.

—Oh, pero inspector Kim, como bien dijo Sigmund Freud, mi gran modelo a seguir, fumar es indispensable si uno no tiene nada que besar. Así que si me da un besito... Tal vez piense en apagar este cigarrillo.

Inhala, exhala, inhala, exhala.

Ahora todo cobraba sentido. El nombre de la tienda, la mención de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Y de la hipnosis.

—Subcomisaria, no me diga que esto es una tienda de hipnosis, por favor.—dijo afligido y furioso encarando a su superior, sin importarle la mirada obscena de aquel hombre sobre su cuerpo.

Su jefa solo asintió, sin atreverse a mirarle. Cómo no.

—Disculpar amigos míos, pero ¡sigo aquí! creo que puedo presentarme por mí mismo.—se dirigió a SeokJin con una sonrisa coqueta que no sirvió de nada por su horrible olor a humo que asqueaba al inspector. Y aún así, NamJoon cogió la mano del contrario y le plantó un beso en el dorso de la palma, sin cortar el contacto visual.—Encantado hermoso, soy Kim NamJoon o tu futuro esposo, como quieras. En esta tienda practico el arte de la hipnosis y ayudo a todo aquel que tenga dinero, sino, que se largue.

Aguanta SeokJin, no explotes.

—NamJoon, sabes por lo que hemos venido, así que deja de jugar.—Pero ninguno pareció escuchar a la subcomisaria, ambos retándose con la mirada.

El inspector, poniendo todas sus fuerzas en contenerse retiró la mano de aquel hombre, dándole la peor mirada de su repertorio.

—¿Hipnosis, es enserio? Solo eres un puto timador que engaña a las personas rotas y susceptibles. ¿O vas a hacerme saltar como un canguro con tus poderes de hipnosis? Por culpa de personas como tú, la gente muere.—Lo había dicho, y no se arrepentía de nada a pesar de la mirada cargada de advertencia que le dirigió su jefa.

NamJoon, dejando de lado su sonrisa y poniéndose extrañamente serio se acercó a SeokJin, aún más cerca de lo que ya estaban el uno del otro. El inspector no sabía qué estaba sucediendo, ¿y porqué la subcomisaria veía aquello con una sonrisa? ¿Se estaba burlando de él?

Entonces el timador —como lo había apodado SeokJin— se acercó a su oído. Por un momento tuvo la extraña idea de que iba a morderle, pero solo se quedó ahí, quieto, aspirando el olor natural del cuello de SeokJin, mientras el inspector estaba a punto de dejar de lado la educación y plantarle cara, pero el sonido de la respiración de NamJoon en su oído lo aturdía a niveles que no creía posibles.

—Te apuesto, hermoso, a que si estoy cinco minutos a solas contigo puedo hacer a tu pene saltar como nunca antes.

Y lo que la subcomisaria había temido, ocurrió.

SeokJin, con sus ojos abiertos a más no poder y la ira burbujeando en su interior, empujó a NamJoon, haciendo que cayera al suelo, situándose él encima. Con fuerza y rabia agarró la chaqueta de cuero que poseía el imbécil y aplastó su cara contra la desgastada madera del suelo.

—¡Mira pedazo de gilipollas! Yo no tengo nada en contra de los gays, homosexuales o como carajo prefieras. ¡A mí solo me importa mí sobrino! A ver si te entra algo en esa cabeza de aerostático. ¡Mi sobrino, el chico que crié desde los cuatro años, está desaparecido! ¿Y que hago yo? Aguantar a un hijo de puta que solo piensa con la polla. Así que ahora mismo nos vas a decir lo que sabes sino quieres que te corte ese aparatito que tienes entre las piernas del que tanto alardeas, ¿quedó claro, parásito de mierda?

Que bien se sintió soltar todo eso, joder.

Por un momento no hubo respuesta. Ambos hombres observándose intensamente, con la rabia fielmente reflejada en sus pupilas. Ninguno estaba dispuesto a dar su brazo a torcer, por lo que con furia NamJoon le propinó un rodillazo al esternón de SeokJin, para así poder liberarse y dejar atrás toda esa tensión que se había acumulado entre ellos.

—Podías haberlo pedido por favor, ¿sabes?

El inspector Kim no se molestó en escucharlo mientras se levantaba intentando quitar el polvo de su traje de franela. Acababa de llegar y ya estaba harto. No sabía el motivo por el que la subcomisaria lo había traído ahí, a parte de reabrir viejas cicatrices.

También estaba la pregunta de qué información podría tener ese muerto de hambre que la policía no, cosa imposible porque se estaba intentando evitar dar mucha información a la prensa. Las personas querían ver sufrimiento para sentirse mejores consigo mismos, el morbo los hace sentir bien; pensar que su vida ya no es tan mierda después de todo, ¿pero qué pasaba cuando una de esas víctimas es de tu familia, tu padre, tu hermana o tu hijo? Eso ya era una historia distinta.

La subcomisaria se había quedado de lado en toda la discusión, vigilando con una pequeña sonrisa que no pasaba desapercibida. Pero siempre alerta, estudiando al contrario, evaluándole con la mirada. Anotando en su mente sus debilidades, memorizando sus características. Siempre observando.

—No me ha gustado tu método, pero no puedo poner en duda su efectividad.—esperó. Sabía que había más; no se libraba de la bronca.—Sin embargo, si vuelvo a ver una explosión de ira así tendré que realizar un informe y avisar al comisario para que te saque del caso, y no nos podemos permitir eso SeokJin, lo sabes, eres demasiado valioso para esta Unidad como para que tus sentimientos te nublen. Así que deja de lloriquear sobre la leche derramada y ponle huevos, haz el favor.

El inspector, un hombre hecho y derecho, quería gritar y decir que él no era el culpable de esa ira, sino el otro hombre con pelo morado y sonrisa retorcida. Pero, como siempre, asintió a lo dicho por su superior y esperó a su lado, escuchando un gran jaleo venir de otra sala contigua a esa.

—¡Oppa, le dije que no toque mis inventos! Imbécil...—y de repente, apareció una niña en su campo de visión. Parecía bastante joven, pero su maquillaje exagerado y ropa oscura y rasgada la hacían ver más mayor de lo que era.

—Si es que serás estúpida, te dije que tenemos invitados.—NamJoon se asomó detrás de aquella niña desconocida. Mirando a sus invitados con una sonrisa ladeada.—Ya conoces a HyeJin, pero ese hombre que está a su lado va a ser tu cuñado; aunque ni su nombre sé.

La recién identificada como la hermana de el pelo de mora, pisó el pie de su hermano con fuerza acompañada de una expresión de enfado latente.

—Oppa, sea amable.—la chica, con una sonrisa forzada se dirigió hacia sus invitados, haciéndoles una extensa reverencia totalmente innecesaria, ya que ambos detectives estaban más entretenidos viendo como NamJoon lloraba cogiendo su pie izquierdo, adolorido.—En este lugar me conocen como WonYoung, así que dime así, como sea que te llames, y nos llevaremos bien.

A pesar de que esa cría debería tener sobre quince años, su sonrisa y mirada filosa eran atemorizantes. SeokJin asintió, aún descolocado con todas las preguntas que abordaban por su mente, y por la imponente presencia de esa niña.

—H-HyeJin, mejor vamos al trabajo, ¿no?—pidió NamJoon con una mirada compasiva desde el suelo, observando a la subcomisaria con piedad.—Además, hay nueva información que he descubierto sobre ese bastardo.

Aquello había captado la atención del inspector; se decidió a solo escuchar por ahora, viendo como la subcomisaria ayudaba a ese hombre a levantarse y se iban hacia otra sala. ¿Debería seguirlos o quedarse ahí a esperar?

—Ey, sin nombre, no te quedes ahí parado, vamos a la guarida.

Con enfado mal disimulado SeokJin hizo lo pedido por la mocosa entrometida, siguiéndola y atravesando unas cortinas descoloridas para llegar donde estaban los dos adultos, sin siquiera imaginarse con lo que se encontraría allí.

Aquello debía ser originalmente una sala de estar, pero remodelada para que entrasen todos esos dispositivos electrónicos esparcidos por el suelo y las paredes. No sabía donde empezaba un cable y terminaba otro. Había tantas pantallas brillantes que lo empezaron a cegar, o tal vez fue aquella pizarra con una foto en medio lo que de verdad lo aturdió.

Ni siquiera se atrevió a abrir la boca cuando vio todas esas fotografías. Eran las víctimas del Dokkaebi. No estaban todas, estaba claro, eran muchas más, pero todas ellas se centraban en una. En la foto de en medio, la de un chico. Uno que conocía.

—Inspector Kim, creo que es hora de que le presente al verdadero Kim NamJoon—la subcomisaria se había movido silenciosamente hasta posicionarse al lado de SeokJin, siendo seguido por ese cabeza morada que ahora portaba unas gafas negras que lo hacían ver más intelectual.—NamJoon es, actualmente, uno de los mayores hackers que habita en Corea del Sur. Nos conocimos cuando él intentó sumarse a la Sección Central de Delitos en Tecnologías de la Información, pero con solo posar mis ojos en él supe que ese trabajo no era para él. Por lo que trabaja extraoficialmente para mí y me ayuda con mis casos.

Vaya, aquello no se lo esperaba.

—Y menos mal, esta chica me salvó de ser un lame culos, nunca se lo podré pagar.—subió sus gafas para que descansasen en el puente de su nariz.—Pero respecto a el caso Dokkaebi, ya estoy al tanto de todo. De hecho, se quien es.

Teniendo en cuenta que su sobrino había sido secuestrado por ese monstruo, tuvo la suficiente fuerza para calmarse y no saltar encima de él y exigirle a base de patadas una respuesta. Porque estaba claro que la persona de aquella fotografía no podía ser. Era imposible.

SeokJin, con miedo y un temblor desconocido haciendo acto de presencia en su cuerpo, se giró lentamente, quedando en frente de aquella imagen donde se mostraba a un joven rubio, sonriente mientras recibía el premio como mejor presentador televisivo.

—Sí, es Park JiMin. El asesino es Park JiMin.

—¿Cómo lo sabes, eh?—no pudo evitar saltar a la defensiva. No cuando no tenían pruebas.

Y se hizo un silencio. SeokJin solo había hecho una pregunta, entonces ¿por qué esa tensión en el ambiente?

Con desconfianza pudo detectar las miradas que se daban NamJoon y WonYoung, viendo como esta última negaba sutilmente con la cabeza. ¿Qué se estaba perdiendo?

—Intuición, es todo.

El inspector Kim no daba crédito. Y la subcomisaria no estaba negando lo que salía de la boca de ese loco. Park JiMin era el ser más dulce, genuino y agradable del país. No por nada tiene su propio Show donde entrevistaba a famosos. Da apoyo a ONG's, da dinero a los más desfavorecidos... Es un puñetero ángel.

—La verdad, eso lo descubristeis gracias a mí, no me dejéis fuera, estúpidos.—exclamó WonYoung con un rostro de pasiva indignación, mirando directamente a NamJoon, pidiendo crédito. De un momento a otro, se giró hacia el inspector, mostrándole su sonrisa amarillenta.—En el mundo hacker me conocen como SilverBear, encantada. 

No pudo hacer nada más que asentir, intentando aminorar su ira interna.

—Inspector Kim, hágame caso, confíe en estos dos engendros. Son los mejores, a mi pesar.—No. Esa no era la subcomisaria que él conocía; que hablaba con tanta familiaridad y cariño de otras personas.

No contestó. No quería hacerlo. No podía...

—¡Oh, ya está listo!—WonYoung dio una palmada al aire, entusiasmada mientras corría hacia la fotocopiadora que acababa de sacar una imagen.

Los tres adultos se quedaron en silencio, observando como la adolescente cogía un poco de celo y colocaba la imagen en una esquina de la pizarra.

Y cuando el inspector Kim la vio de cerca, su alma escapó de su cuerpo por un segundo.

—¿Q-qué?¿Cómo?

Allí, entre esas fotografías de cadáveres, de adultos y niños con aquella macabra sonrisa sangrienta, habían colocado una foto de HoSeok. Aparecía con su gorro amarillo con la cara de un pollito y con sus mejillas sonrojadas ; miraba a la cámara con una sonrisa, abrazando el peluche de un caballo. ¿Cómo era posible que su HoSeok, ese niño tan lleno de vida, esté al lado de esos cadáveres, de esas personas muertas? Porque no, su sobrino no estaba muerto. No lo estaba.

—La verdad, inspector, hay que ser idiota para poner una foto de tu sobrino en Instagram donde se le ve el rostro perfectamente. Y de fondo se puede ver un parque. Solo me ha llevado tres minutos saber qué lugar era, y teniendo en cuenta su escaso tiempo como agente de policía debieron de ir a un parque cerca de su casa, pero da la casualidad de que por ese lugar solo hay cuatro edificios que estén lo suficientemente cerca del parque y de la estación de policía donde trabaja. Podría seguir y decir exactamente en qué piso y calle vives, pero veo que has pillado la indirecta.

Atónito. Sin palabras. ¿Todo eso había descubierto esa adolescente por una simple fotografía? ¿En qué mundo vivía?

—Y-yo... Eso de igual, ahora solo quiero saber porqué está la fotografía de HoSeok aquí. ¡Él no está muerto! ¡No está muerto!

El único que se atrevió a mirar al inspector fue NamJoon. Casi no hubo necesidad de palabras. Los ojos del contrario parecían decirlo todo.

—Mira, no soy poli ni nada parecido, solo un simple friki solitario de los ordenadores. No quiero hacerte daño, a pesar de la apariencia hijo de puta que llevo, no me gusta herir a nadie, pero es necesario. Nuestras emociones son lo de menos en estas situaciones. Y por lo que se, teniendo en cuenta el mensaje ese que me dijo HyeJin...—tristeza, compasión y piedad era lo que reflejaban los ojos de NamJoon, todos esos sentimientos dirigidos a SeokJin, que se veía impasible y estoico cuando se estaba rompiendo por dentro. Hasta que NamJoon bajó la cabeza y miró al suelo; dándole el pésame.— Por lo que se, le faltará poco a tu sobrino para que sea uno más de estas fotografías. De estas personas muertas.

Quería llorar, pegarle en la cara para dejar escapar su rabia, decirle que se equivocaba, pero no podía, porque tenía razón. Tenía toda la maldita razón.

Pero el camino de sus pensamientos se detuvo, al escuchar el sonido característico del walkie talkie. Era el de la subcomisaria. 

—Subcomisaria Ahn al habla, ¿qué sucede? Corto.—el corazón de SeokJin se detuvo; su mente se empezó a nublar. Un mal presentimiento le llenó el alma.

—Al habla el Oficial de policía Noh, subcomisaria. —el saludo, siempre el saludo correcto y lo importante después, los modales primero, claro.—Verá, hemos encontrado un cuerpo envuelto en una bolsa en el río Yangjaecheon. Corto.

—¿Y porqué me habla a mí? Debe saber que ahora estoy en un caso importante, no puedo tomar más casos, ni tampoco quiero. Corto.

Los otros dos adultos y la adolescente se quedaron quietos, con la mirada fija en lugares distintos, atentos a la conversación que mantenía la subcomisaria.

—Sí, lo sé subcomisaria, pero creo que es otra de las víctimas de el Dokkaebi. Tiene las marcas, solo faltaría que el forense dictaminara la causa de la muerte, pero por lo que veo, es otra víctima de él. Corto.

Un escalofrío. Un mal presentimiento.

—¿Y por qué me habla de él tan temprano? Podía haber esperado a que llegáramos a comisaría. Corto.

Temor, desconsuelo, angustia...

—Creo que esta víctima es especial, subcomisaria. Hay... Hay una nota. Dice que es un regalo para el inspector Kim. La víctima... La víctima es un niño castaño, de unos ocho o nueve años. Corto.

Muerte.

CONTINUARÁ...

¿Por qué siento que este capítulo es una mierda? ( T ʖ̯ T)

Con "arcos" me refiero a partes de la historia. Según calculo habrá en total tres arcos (partes) donde en cada uno se centrará en un tema en específico. Este es el inicio del primero, espero que haya quedado claro.

VAMOS DESPACIO GENTE. HAY MUCHO QUE DECIR.

No tenía pensado publicarlo hoy, ¡pero es el cumple de bebé Kook! OtZea, es especial.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS BEBUUU! i lof yu~

La frase de Locard la saqué de un libro, solo me pareció interesante compartirla con vosotros amores. De hecho os animo a que investiguéis sobre él, es muy interesante.

Palabras que a lo mejor no entendísteis:

Cagando leches: Es una expresión bastante utilizada, que indica "rápido o te mato"

Modus operandi: Es el conjunto de métodos utilizados para la planificación y ejecución de actos delictivos donde se tienen en cuenta las características del delincuente, las técnicas empleadas y la descripción de las herramientas utilizadas para cometer el acto delictivo. (Gracias Google, te loveo ♡)

Vaquita: Diminutivo de vaca.

Vitíligo: Es una enfermedad de la piel que se caracteriza por la aparición de manchas blancas (sin coloración) de menor o mayor extensión y en diferentes partes del cuerpo. (Créditos a Google papuh)

Hipnos: Dios de la mitología griega; la personificación del sueño.

Santo Job: En la Biblia, es el Santo de la paciencia.

Follar: Forma considerada vulgar del llamado "tener sexo"

Gilipollas: Estúpido, imbécil, mal nacido, etc.

Polla: Pene, así de claro.

Ahora, mirar estas hermosuras que hice con amor uwu


Amé la última, jshjssjjaaja.

Apreciar estas reconstrucciones:

El mensaje que al parecer hizo HoSeok. Más o menos como me lo imaginé, sorry. ❀

El cartel fuera del establecimiento del Dios NamJoon. El aburrimiento puede conmigo papuh.

Ahora, pregunta súper seria, ¿queréis NamJin? (˵ ͡° ͜ʖ ͡°˵)

¿Sois mejores ligando que NamJoon? Darle unos consejos al pobre, así no va a pillar cacho en la vida. ('。;ω;')

Para la personalidad de WonYoung me basé en mí (toma dato innecesario) , además de que ella va a ser muy importante aquí. ¡En el siguiente capítulo sabremos más de ella y de su relación con NamJoon!

Ahora sólo falta que aparezca YoonGi~
El YoonMin se dará lento, pero se dará, obvio.

¿Qué pensáis de JiMin? ¿Y de JungKook? ¿Lo de HyeonJu fue un suicidio a pesar de las evidencias? ¿Ese niño que han encontrado muerto será HoSeok? :0

CHAN, CHAN, CHAAAAAN~

Ya lo veremos.

¡Muchos besos mis amores, nos leemos pronto! ♡♡

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