07.-K-ink (jjk)
La recepcionista me mira desde su escritorio de cristal, como siempre: con falsa amabilidad mientras pasa las hojas de la revista de forma monótona.
"De verdad que odio a esta tía".
Bueno, el odio es un sentimiento muy fuerte, más bien lo que siento por ella es lo mismo que por el infinito número de chicas que van cada día al estudio en el que estoy: celos y miedo.
A ver, tampoco es que pueda culparlas; ellas ven lo perfecto que es, igual que yo, escuchan su voz y su risa, igual que yo... Pero solo yo soy su puta novia, cosa que parece que se les olvida a todas...
Mi novio sale de repente, abriendo la puerta sonriente, y cuando me doy cuenta de que a quién sonríe es a otra de esas niñatas que van cada poco tiempo a que les tatue alguna cosa minúscula y sin sentido solo para verle, me cabreo.
—Oppa, el próximo me lo quiero hacer aquí —dice la escuálida pelandrusca señalando su ingle con total descaro—. ¿Crees que me va a quedar bien?
—Esa zona es un poco dolorosa, te aconsejo que te lo hagas un poco más arriba. Aunque si es algo pequeño seguro que puedes aguantarlo.
La chica parece decepcionada, pero yo me hincho como un globo al escuchar como mi novio ha esquivado la preguntita de la niñata.
Puede que sea un poco insegura... quizás bastante más que un poco, pero cualquiera lo sería si su novio fuese el puto tatuador más solicitado de Seúl; aunque su fama sea bien merecida por el talento que tiene, va más allá de eso. Todos los días que voy a buscarle pasa lo mismo: me encuentro a chicas preciosas babeando por él, coqueteando, lanzándole indirectas y a veces, intentándo ligárselo sin escrúpulo alguno. Y a pesar de que sé que debo confiar en él, a pesar de que jamás me ha dado una sola razón para dudar de su fidelidad, hay días en que no puedo controlarlo y los celos me pueden, y ayer fue uno de esos días...
Cuando termina de despachar a la chica y la acompaña a la puerta, me fijo en que pasa por mi lado y ni me mira, cosa que me pone todavía más nerviosa de lo que estoy.
—Sunhee, ¿tengo alguna cita ahora? —pregunta, todavía sin mirarme.
—No hasta dentro de media hora —contesta la recepcionista, mucho más simpática que cuando me habló a mi.
Jungkook me mira por un momento, completamente serio y me hace un gesto con la cabeza para que le acompañe. Yo lo sigo, aterrada, porque parece mucho más enfadado que normalmente, y que anoche no durmiese en la casa que llevamos compartiendo poco más de tres meses solo hace confirmar el cabreo que debe tener conmigo.
Le sigo a pasos cortos, apretando mucho la chaqueta entre mis manos y una vez que pasamos al pequeño cuarto en el que tatúa, me quedo de pie junto a la camilla, con la vista fija en el suelo y casi sin respirar.
—¿Te quieres sentar o vas a estar ahí de pie?
—Estoy bien aquí —miento, porque ahora mismo no estoy bien de ninguna forma humana.
—Como quieras —contesta más seco que en su vida.
A mí se me encoge el estómago al escucharle, porque si sigue hablándome de esa manera tan seria me voy a echar a llorar en cualquier momento. Normalmente Jungkook es un amor; nos reímos juntos, jugamos, nos cuidamos, hacemos el amor todo el día... Sería una relación perfecta de no ser por su trabajo, o más bien, por mis jodidos celos.
—¿Por qué no dormiste ayer en casa? —pregunto, con la voz más estable que puedo.
—Si no recuerdo mal, fuiste tú la que dijo que no pisase esa casa. Bueno, eso y muchas más cosas...
—A-aun así...
—Si no querías que fuera a casa no me iba a presentar ahí sin más.
—Pero también es tu casa... —susurro, apretando los labios en cuanto termino de hablar.
Jungkook da un suspiro muy largo y me atrevo a levantar la mirada del suelo. Está de espaldas a mí, cambiando el papel transparente que cubre la camilla de tatuaje. Sé que no es el mejor momento para fijarme, pero no puedo evitar ver como su brazo derecho (ese que tiene tatuajes desde el hombro hasta casi la punta de sus dedos) se flexiona al tiempo que retira el plástico. Puede ser que sea porque llevamos más de una semana sin sexo y empiezo a estar muy necesitada, pero claro, las discusiones no ayudan a que el ambiente sea precisamente bueno para que hagamos nada...
—Si es mi casa también tal y como dices, ¿por qué me dijiste que no me pasase por allí si no quería, y cito textualmente, que me cortases los huevos y los tirases por la ventana?
Cuando dice esto último me pongo muy roja, porque me acuerdo perfectamente de la cara de susto que puso cuando se lo dije y me avergüenzo por haberlo soltado en medio del momento de furia.
—No lo dije en serio...
Jungkook se da la vuelta cuando termina con su tarea de cubrir la camilla del plástico nuevo y me mira al tiempo que se quita los guantes desechables negros que lleva siempre que tatúa. Por un momento, creo que lo hace para acercarse a mí, besarme, abrazarme y perdonar lo estúpida que soy, pero solo se los quita para alejarse de mí e ir a mesa que está al otro lado del estudio, con los botes de tinta y los dibujos que ha ido necesitando durante el día. Inmediatamente, coge los pequeños botecitos que va a usar y los empieza a llenar de los colores que va a necesitar para el siguiente cliente.
—A-a lo mejor me pasé un poco ayer, lo siento... —consigo decir al fin, tragándome las ganas de llorar que tengo.
—¿Un poco? —repite, dándose la vuelta para mirarme mientras frunce el ceño.
—Sí...
—Me llamaste idiota...
—Lo siento.
—Me dijiste que soy un calienta bragas...
—B-bueno un poco verdad sí que es... —digo en voz baja. Al ver como aprieta la mandíbula entiendo que no está para bromitas y sonrío con tensión—. Lo siento...
—¿Cómo te sentaría a tí que yo te dijese esas cosas? ¿Te gustaría que te castigase por algo que no es culpa tuya?
—¿A qué te refieres? —pregunto, acercándome un poco más a él, porque aunque esté enfadado y no quiera ni verme, necesito sentirle a mi lado para convencerme de que no todo está perdido. Pero el se aleja de mí al momento, haciendo como que busca algo en los cajones que sé de sobra que no necesita ahora.
—A que no es mi culpa si las clientas quieren ligar conmigo...
—Y Sunhee... —añado. Jungkook se gira de nuevo y suspira.
—¿Ves a lo que me refiero, Hana? No puedes seguir así, me haces sentir mal por hacer algo que me encanta hacer. Es mi profesión, no es ninguna tontería. Y si viene un cliente; sea un chico una chica o un orangután, yo tengo que atenderle.
—Lo sé... —digo en voz baja, con mucho dolor en la garganta.
—¿Entonces dónde está el problema?
—En que me da miedo, Jungkook. Me da miedo perderte porque conozcas a alguna chica mucho más guapa, mucho más joven y mucho menos loca que yo...
Ahora mismo noto como me estoy quedando sin aire, pero si respiro voy a romper a llorar y si hablo más, también, así que me callo y agacho la cabeza para no ver el enfado con el que me mira.
Los segundos pasan y Jungkook sigue completamente en silencio y, cuando estoy a punto de salir corriendo de allí, la puerta se abre.
—JK, ¿has terminado? ¿Nos vamos a tomar algo? —pregunta Tae, uno de los compañeros de trabajo de Jungkook, y otra de las razones de que la clientela sea femenina en su gran mayoría.
—No, no he terminado. Me queda otro cliente; de todas formas...
—Ah, Hana —exclama el chico al verme, sonriendo con cortesía—. No te había visto ahí escondida, pareces una figurita de cartón.
Intento sonreírle, pero la mueca tensa que hago sé que poco tiene que ver con una sonrisa de verdad. Aun así, Taehyung no parece extrañado porque esté tiesa como un palo, y vuelve a mirar a mi novio.
—Si quieres espero a que termines y nos vamos todos juntos a tomar algo, ¿no? —insiste Taehyung, sin parecer afectado por el ambiente lúgubre que se respira aquí dentro.
—No, no sé cuánto voy a tardar y no me apetece salir a ningun lado hoy.
—¿Y tú qué me dices, Hana?
—¿Yo? —pregunto, señalándome, porque jamás he salido con Taehyung sin que mi novio viniese también.
—Sí, tú. Que tu novio sea un aburrido no quiere decir que tú también tengas que serlo.
—Es que... —comienzo a decir, dedicándole una mirada fugaz a Jungkook, y observando que ha vuelto a darme la espalda—. P-pensaba esperar a Jungkook aquí, tenemos que ha...
—Vete con él —me corta—. Aquí no tienes que hacer nada.
Se me acelera el corazón al oirle decir eso. ¿Acaso está diciendo lo que pienso que dice? Que no tengo nada que hacer aquí... ¿o con él? ¿Quiere decir que se ha acabado? ¿Que se ha cansado de aguantar mi inseguridad y mis celos? Si es así...no puedo culparle, pero...
—¿Qué me dices? —pregunta Taehyung, dándome un suave codazo para sacarme de mis pensamientos. Al ver que no contesto, se acerca más y me mira agachándose ligeramente para poner su cara a mi altura—. ¿Estás bien? Parece que estás un poco pálida...
Quizás a causa de la frase del chico, mi novio (o ex novio) se gira al fin. Y cuando le miro a los ojos se me cae el alma a los pies.
Sin decir nada, agarro al chico frente a mí y salgo del cuarto, del estudio y del edificio en tiempo récord.
—Hana, tu entusiasmo me parece genial, pero tenía que coger la cartera y no me has dado tiempo para...
—No necesitas nada, yo te invito.
—P-pero... mis cosas...
—Después vuelves a por ellas, pero ahora vámonos a beber, por favor —susurro, aunque suena como una súplica. No sé qué clase de careto tengo que tener porque Taehyung abre mucho los ojos al verme la cara y asiente.
Al final, después de dos botellas de cerveza, varias copas de vino y un par de chupitos, acabo confesándoselo todo a Taehyung. El chico se ha pasado todo el tiempo escuchándome y bebiendo en silencio a mi lado, solo ha reaccionado cuando le contado como amenazé a Jungkook con cortarle los huevos para soltar una risotada que no me ha hecho sentirme precisamente mejor.
—Estoy loca, lo sé; puedes decirlo, no me voy a enfadar...
—El problema no es que estés loca, el problema es que ves todo lo bueno de Jungkook, pero no ves lo bueno en ti.
—¿En mí? —pregunto, como si al chico a mi lado se le hubiese ido la cabeza.
—Claro, ¿estás saliendo con Jk, no?
—Pues ahora mismo no sé qué decirte respecto a eso... —contesto amargamente.
—Si un chico que dices que es tan perfecto se ha fijado en ti, por algo debe ser, ¿no crees? —vuelve a preguntar, ignorando completamente mi frase.
—Supongo, no sé...
—De entrada, puedo decirte algo que me gusta de ti.
—¿De mí? —pregunto muy agudo. Desde luego, a este paso Taehyung va a pensar que soy tonta de remate, pero no puedo evitar dudar de lo que dice.
—De ti —repite, sonriente—. Eres muy intensa. Sé que eso es de las cosas que más le gustan a JK de ti y a mí también me gusta.
—¿Intensa como...?
—Como que eres pasional, con todo...
—Hombre, si me comparas con las chicas de aquí que son todas correctitas y modositas pues es normal que digas que soy intensa, pero ya te digo yo que...
—Para —me corta, de forma suave y con una sonrisa muy adorable—. Deja de pensar que no eres especial porque lo eres. Ya sea porque eres intensa, mona, divertida...
Escucho la cascada de halagos con la que me rocía Taehyung y sinceramente, me siento descolocada. A pesar de haber salido con él y desahogarme como si fuésemos amigos de toda la vida, en realidad no he estado con él más de tres veces contadas y casi no habíamos cruzado palabra hasta esta noche, por lo que no sé si me está engañando descaradamente para hacerme sentir mejor o simplemente se está quedando conmigo...
Por mucho que no me crea del todo las cosas que sigue diciendo de mí, debo admitir que me hace sentirme mejor, aunque sea un poco, y cuando pone su mano sobre la mía con mucha suavidad, todo lo bien que me estaba comenzando a hacer sentir, se desvanece
—S-será mejor que volvamos, ¿no crees? —pregunto, levantándome del taburete tan deprisa que me mareo.
—Claro, como quieras...
—Te acompaño al estudio.
Tras mi última frase, Taehyung me sonríe de esa forma tan particular que tiene para hacerlo, formando casi un cuadrado con sus generosos labios. A pesar de que la conversación se haya cortado de esa forma tan extraña, me siento mejor, o al menos con la confianza suficiente para sincerarme con Jungkook y enfrentarme a las inseguridades que me hacen cagarla a cada momento.
La vuelta al estudio se hace un poco más desastrosa que la ida, ya que parece que Taehyung no está muy acostumbrado a beber y va dando tumbos a mi lado. Yo, que tampoco estoy precisamente en mi mejor momento, voy agarrándole como puedo para que no se desplome y por fin, llegamos.
La verja de fuera está medio echada, lo que significa que el último cliente ya se habrá ido. Pero aún hay luz dentro, así que mi novio seguirá por ahí, recogiendo su sala de trabajo antes de acabar el día.
Taehyung me ayuda a subir la verja como buenamente puede, y cuando pasamos dentro, se oyen voces desde la sala de trabajo de Jungkook. Reconozco esa voz femenina al momento, no por nada llevo conociendo a esa insoportable recepcionista poco más de un año. De repente, toda la determinación que me había dado el alcohol y la charla con Taehyung se van a la mierda cuando la escucho reír, y la cosa va a peor cuando escucho la risa de mi novio acompañarla.
El estómago se me revuelve y cuando Taehyung se me adelanta y abre la puerta, los veo desde mi posición: Jungkook sentado en el taburete que usa para tatuar con una copa en la mano y Sunhee, sentada en la camilla.
Me reconforta un poco el encontrármelos vestidos y a una distancia prudencial uno del otro, pero el hecho de que mi novio haya decidido pasar de mí para quedarse a beber con ella, hace que el malestar vuelva inmediatamente; aunque no tan intensamente como antes.
Jungkook nos mira y, al momento, la sonrisa que le dedicaba a la recepcionista se borra de su cara.
—¿Ya estáis de vuelta? —pregunta, frunciendo el ceño al ver la cara con que lo miro.
—Me he dejado la cartera aquí —se excusa Tae—. Aunque Hana me ha invitado a todo, la necesito para poder pedir un taxi, no estoy como para conducir ahora mismo.
—¿Habéis bebido mucho? —pregunta Sunhee, clavándome la mirada al ver que Taehyung deja la escena.
—Más que vosotros, supongo —contesto, más seria que en mi vida.
Todo el miedo y los celos que sentía antes se han desvanecido de mi interior, pero lo que me controla ahora tampoco me hace ser precisamente racional...
—Hana, ¿estás bien? —pregunta Jungkook, levantándose del taburete para acercarse a mí. Yo doy un paso atrás inmediatamente y asiento.
—S-sunhee, ¿te importaría ayudar a Tae a encontrar su cartera? No creo que esté precisamente bien como para hacerlo solo...
—No hace falta que vayas tú, Sunhee —aseguro—. Pareceis muy cómodos aquí: charlando y bebiendo solos, así que puedo ir yo a buscar a Tae.
—¿Q-qué? —cuestiona el chico, parpadeando muchísimo cuando me mira. Me doy la vuelta inmediatamente ignorando a Jungkook, pero este vuelve a insistir a la recepcionista (con un tono mucho más lastimero) para que vaya donde Tae.
La aludida parece quedarse un momento en babia, mirándome, y se levanta finalmente con pesadez, dejando la copa sobre la mesita auxiliar de acero inoxidable en la que todavía descansa el material de trabajo que ha usado Jungkook con el último cliente; tras pasar entre nosotros (mucho más pegada él que a mí) desaparece tras la puerta contigua.
—Ven —me indica Jungkook, volviendo a sentarse en el taburete.
—Estoy bien aquí, gracias —digo, con la voz mucho más dura que cuando fui a verle hace unas horas.
Él me mira esta vez y en su cara no veo ni rastro del enfado que tenía antes, lo que si me encuentro es algo de tristeza y, siendo sincera, eso me da muchísimo más miedo que lo anterior.
—¿Podemos hablar? —pregunta en voz baja.
—No hace falta hablar de nada, ya sé lo que me vas a decir, así que te lo puedes ahorrar —mascullo, apartando la mirada de él. Aunque estoy hecha un flan por dentro, logro que la frase suene estable, controlando las ganas de llorar que tengo.
—¿De qué hablas? Hana, no es lo que piensas. Si dejas que me exp...
—¡Ya tengo la cartera!—exclama un Taehyung eufórico en cuanto sale de la puerta de su propio estudio, acompañado de Sunhee—. Venga, Hana: te llevo a casa. Es mi redención por haber tenido que invitarme a todo.
Cuando abro la boca para aceptar, siento la mano de Jungkook agarrando suavemente mi cintura desde atrás y, como siempre pasa cada vez que me toca, me quedo sin palabras.
—Ve tú Tae, nosotros tenemos que hablar —anuncia Jungkook. Sunhee y Tae nos miran de una manera un poco extraña y, antes de que pueda negarme a quedarme ahí para escuchar como Jungkook corta conmigo, vuelve a hablar—. Sunhee, ya termino yo de cerrar todo, ¿vale? Vete con Tae si quieres.
—V-vale —contesta la chica, sujetando a Taehyung para conducirlo poco a poco a la puerta.
Veo como se empiezan a ir y me entran ganas de salir corriendo con ellos, porque no estoy preparada para escuchar como Jungkook me dice que todo se acabado. Pero cuando por fin consigo dar un paso, ellos ya se han marchado y mi novio se me adelanta para echar la verja metálica en mis narices.
Cuando se da la vuelta, lo miro y me siento muy débil. No solo porque su simple rostro sea suficiente para hacer que me tiemblen las rodillas, sino porque parece que está más guapo que nunca; con su pelo negro cayendo en un flequillo a ambos lados de su cara, los numerosos pendientes en sus orejas, la sencilla camiseta negra de manga corta que se pega a su torso, los tatuajes que se dejan ver cubriendo su brazo derecho...
Empiezo a creer que el alcohol me está jugando una mala pasada, porque a pesar del momento serio y seguramente desastroso que estamos a punto de vivir, me estoy poniendo muy cachonda y, conociéndome, no es buena señal...
—¿Podemos hablar ya o sigues queriendo cortarme los huevos? —pregunta, cruzando los brazos. Y ojalá no lo hubiera hecho, porque sus músculos se tensan y puedo ver perfectamente como se marcan todos y cada uno de ellos.
—Podrías haber seguido hablando con Sunhee, parecía que te lo pasabas de fábula con ella mientras yo no estaba —mascullo, escondiendo lo mejor que puedo el temor y el calentón que me invaden.
—Solo estábamos hablando, Hana. No he hecho nada con ella, no me interesa en ese sentido...
Jungkook sigue hablando (no sé qué de lo que ha pasado antes) pero yo ya no puedo escucharle. Me dedico a mirar cómo sus pequeños labios rojos se abren al tiempo que habla, como su pelo largo roza con la curvatura de su mandíbula mientras lo hace y cuando suelta un suspiro y se pasa la mano por el pelo (esa que tiene llena de tatuajes) no lo aguanto más.
Jungkook parece un poco confuso cuando me lanzo sobre él para besarle, porque a pesar de que mis labios prácticamente lo empiezan a devorar en cuanto los rozo, los suyos reciben el contacto sin reaccionar en lo absoluto. Lejos de que me importe nada que no sea sentirlo en ese momento, comienzo a subir mis manos por debajo de su camiseta, notando inevitablemente su trabajado torso bajo mis dedos.
No tardo más de un minuto en deshacerme de la camiseta que lo cubre, mientras él se deja hacer, todavía sin parecer entender del todo el arrebato que me está controlando; aunque cuando me quito la chaqueta y prácticamente me arranco la camiseta, Jungkook parece unir los puntos inmediatamente.
Vuelvo a pegarme a él para besarlo, y sus labios reaccionan al momento moviéndose contra los míos con premura y agarrando mi cintura de la misma forma que lleva haciendo desde la primera vez: con firmeza, con fuerza, pero a su vez con una suavidad que me desmonta por completo.
Doy un pequeño salto, a sabiendas de que él va a reaccionar a tiempo y, una vez más, sé que no me he equivocado al hacerlo cuando sus manos abarcan mi trasero al completo para manetenerme sobre él. Enlazo mis piernas a su espalda y Jungkook comienza a caminar inmediatamente, repartiendo besos por mi cuello que me hacen sisear por la manera en que me está calentando a cada segundo que pasa. Las puntas de su flequillo rozan suavemente sobre mis clavículas y me maldigo a mi misma por no haberme dado cuenta antes de lo mucho que me gusta que se esté dejando crecer el pelo más de lo habitual.
A pesar de que casi no puedo pensar por culpa de Jungkook, al ver que me conduce a su estudio de trabajo, consigo formar unas pocas palabras.
—No, J-jungkookah, quiero aquí —pido jadeando, al tiempo que guío la cabeza de Jungkook para que mire el escritorio de cristal a nuestra derecha.
No sé que pasará por su mente en ese momento, pero sonríe levemente y pone rumbo al escritorio. En cuando se sitúa frente a este, me apoya sobre él y yo, en un gesto más que manido, tiro los papeles y revistas que reposaban sobre la superficie de la mesa. La risa de Jungkook resuena de repente a causa de mi acción y le devuelvo una pequeña sonrisa antes de guiarle conmigo al tiempo que me voy inclinando más y más hacia atrás.
Cuando mi espalda entra en contacto con el frío cristal, gimo, y eso parece acabar con la poca cordura que mi novio tiene, porque no espera un segundo para empezar a pelear con el cierre de mis pantalones. En cuanto consigue deshacer el botón y la cremallera, me los quita y los tira al suelo, posando sus manos en mis piernas desnudas y subiéndolas más y más por mis muslos.
—¿Has bebido mucho? —pregunta, casi ronroneando mientras me toca.
—Un poco... —confieso, cerrando los ojos para sentir sus caricias.
—La boca te sabe a alcohol. ¿Seguro que no has... bebido demasiado? —exhala de repente, subiendo sus grandes manos cada vez más; por mis caderas, mi cintura, mis costillas...
Jungkook suele ser mucho más cuidadoso y paciente que yo en el sexo, y por mucho que me gusten sus caricias, el estar más de una semana sin sentirle hace que desee acelerar el proceso lo más rápido posible, así que paro sus manos, me siento sobre la mesa y me deshago de mi sujetador.
Mis pezones están erguidos al extremo (en parte por la excitación que siento y en parte por el frío contacto del escritorio en mi espalda) y Jungkook no tarda un segundo en hundir su boca en ellos; succionando y lamiéndolos con devoción.
Gimo cada vez más alto por la maestría en que mi novio me explora con su lengua y me agarro a su pelo, para pegarlo más a mi y así acercarlo lo suficiente como para poder desabrochar su cinturón. Al tener solo una mano disponible para hacerlo, tardo más que de costumbre en deshacerme de este y de sus vaqueros, pero cuando finalmente lo consigo, no espero para colar mi mano dentro de sus calzoncillos.
Su miembro completamente duro me recibe; paso dos de mis dedos por encima de su punta, que da un respingo mientras Jungkook gruñe, muy alto, con la boca enterrada aún en mis pezones.
—J-jungkookah —suspiro desesperada—. Quiero comértela...
El movimiento de mi novio sobre mis pezones se para y, antes de dejarme ir del todo, muerde el izquierdo, haciéndome sisear más alto.
Me separo de él con intención de bajarme, pero Jungkook para mi movimiento.
—Quédate ahí, de rodillas... —susurra, sonriendo ladinamente.
Yo sigo su indicación y apoyo mis piernas en el escritorio. Me tengo que pegar bastante contra el cristal para estar en una postura que me permita llegar a su miembro, pero mi novio me ayuda al momento, acercándose más y recogiendo mi pelo alrededor de su mano al tiempo que mi boca se va acercando más y más a su pene.
En cuanto lo tengo suficientemente cerca, lo lamo de arriba abajo. Al momento de hacerlo, Jungkook suelta un gemido tan agudo y desesperado que mi vagina da la primera contracción de la noche, deseando sentir de una vez el miembro de mi novio penetrándome, pero eso va a tener que esperar un poco, porque llevo tanto sin sentir su cuerpo que necesito recorrerlo entero antes de que eso pase.
La polla de Jungkook me ahoga cuando intento meterla entera y él tira un poco de mi pelo para pararme. Estoy tan cachonda en este momento que no pienso contenerme por mucho que su pene amenace con asfixiarme, así que vuelvo a repetir la operación: posando una mano en su muslo izquierdo y bajando la otra por su torso y pubis hasta llegar a sus testículos, los cuales acaricio con suavidad al tiempo que mi lengua recorre las venas que sobresalen de la superficie de su miembro.
—Ha-na —gime muy alto. Noto como la mano que aprisiona mi pelo tiembla sobre mi cabeza, informándome del buen trabajo que estoy haciendo. Succiono la punta, comprobando como ese temblor crece más aún—. J-joder cariño, así... m-me matas...
Me río un poco sin querer por culpa de sus palabras y Jungkook gimotea de forma lastimera al notar las vibraciones que de seguro estoy provocando en la punta de su miembro, que empieza a palpitar en mi boca. Al momento que noto el amargor del líquido que abandona su punta, me preparo para rematar la faena, apretando un poco más sus testículos y acelerando la forma en que se la chupo, pero Jungkook me para antes de tiempo agarrando mi mandíbula con una de sus manos, con la derecha para ser más exactos.
—Ni se te ocurra pensar que voy a correrme así —dice jadeando.
Me extraña mucho que me pare, ya que normalmente Jungkook aguanta varias rondas de orgasmos sin despeinarse siquiera, pero no digo nada mientras comienza a rodear la mesa de cristal hasta ponerse a mi espalda. La anticipación me tiene temblando. Sus manos me obligan a juntar las piernas para deshacerse de mis bragas y no puedo evitar tensar todo mi cuerpo.
—Braguitas de conejitos, ¿eh? —me dice, y por su voz noto que sonríe—. ¿Es una indirecta?
—Idiota, n-no sabía que íbamos a acabar así —me defiendo, un poco avergonzada. Porque es verdad, lo último que tenía en mente era follar con él en su trabajo, y por eso mi ropa interior no es precisamente la idónea para excitarle; aun así, Jungkook no parece preocupado, porque empieza a acariciar muy poco a poco mis labios inferiores al tiempo que con la otra mano empuja el bajo de mi espalda para pegarme más contra la mesa.
—¿Lo de las braguitas es para llamarme conejo o para hacerme saber que quieres que te folle como uno? —pregunta lentamente, rozando dos dedos de arriba abajo en mi hendidura.
—P-para las dos... —jadeo.
Jungkook se ríe a mi espalda, y yo (lejos de estar tan divertida como él por la situación) gimoteo cuando esos dos dedos se abren paso en mi interior; separándolos en cuanto entran y comprobando así lo preparadísima que debo estar para que meta mucho más que eso.
—Tan pronto y ya estás lista para tres cariño... ¿Estás muy necesitada hoy, verdad? —pregunta con chulería mientras yo solo asiento.
Jungkook interna otro dedo en mi interior y mi vagina vuelve a contraerse más fuerte que antes al sentirlo. La otra mano de Jungkook (que hasta el momento acariciaba mi espalda) recorre mis hombros y sube por mi cuello hasta llegar a mi mejilla. Inmediatamente, mete un dedo en mi boca y lo chupo como si la vida me fuera en ello, porque necesito algo con lo que entretenerme mientras me penetra con sus dedos y él lo sabe de sobra.
Otro dedo entra en mi boca y arqueo la espalda cuando uno más lo hace también en mi vagina. Jungkook me obliga a incorporarme un poco y cuando lo hago, pega su pecho contra mi espalda, jadeando en mi oído en cuanto nuestras pieles entran en contacto.
Estoy a punto y él lo nota, porque en cuanto me tenso, me penetra con más intensidad, abriendo sus dedos lo máximo que le permiten mis paredes vaginales, que se contraen sin descanso alrededor de ellos.
—Así, cariño. ¿Quieres más? —pregunta contra mi oído, poniéndome todos los vellos de punta. Asiento muy rápido y muy desesperada y, solo entonces, Jungkook retira sus dedos de mi boca para llevarlos a uno de mis pechos y apretar el pezón con fuerza.
Mi novio muerde mi cuello, y yo ya no aguanto un segundo más por mucho que quiera; me corro gritando a los cuatro vientos, notando como las palpitaciones de mi vagina se pegan a los dedos de Jungkook de manera intensa.
Si no fuera porque me tiene sujeta, me habría desplomado sobre la mesa sin dudarlo por culpa del intenso orgasmo; y como Jungkook sabe de sobra lo débil que estoy en este momento, posa la parte superior de mi cuerpo sobre la mesa con mucho cuidado. Noto el frío cristal pegado a mi cara, a mis pechos y a mis antebrazos, pero todo eso pasa a un segundo plano cuando la lengua de Jungkook se interna en mi intimidad.
—J-jungkookah... N-no me hagas eso —me quejo con una voz débil que poco tiene que ver con la que tengo normalmente.
—Tengo que limpiarte un poco, cariño, tranquila... —susurra, antes de volver a pasar su lengua por mi hendidura.
Sé de sobra que su intención al pasar la lengua por mi resentido agujero poco tiene que ver con limpiarme nada, lo hace para tenerme lista de nuevo lo antes posible, y cuando succiona mi clítoris y gimo muy alto, se da cuenta de que no falta mucho para eso.
Antes de que pueda volver a quejarme de forma lastimera, sus manos agarran mis caderas y me empuja hacia él. Mis rodillas resbalan por la mesa hasta que mi culo alzado sale del borde y cuando consigo mirar atrás y veo la forma en que mi novio se masturba, con los ojos fijos en mi intimidad, me estremezco.
—¿Sabes lo que viene ahora, no? —pregunta, clavando sus ojos en mí. Asiento mordiendome los labios sin ser capaz de hablar—. Sabes que no voy a parar, ¿verdad? —Se acerca más y pega la ardiente punta de su polla en mi entrada. Emito un gemido que se ahoga por culpa de la posición en la que me encuentro y vuelvo a asentir. Las manos de Jungkook me empujan contra la mesa y mis pezones se pegan al frío cristal de esta—. Ocho días... ocho días sin metértela, espero que sepas que mañana no vas a poder moverte.
—¿E-eso crees? —cuestiono, con la poca chulería que me queda ahora mismo.
—¿Me estás retando? Porque no te conviene, cariño. Sabes bien de lo que soy capaz... —susurra comenzando a penetrarme.
—En eso discrepamos. —Consigo decir entre jadeos, al tiempo que el miembro de Jungkook se abre paso en mi interior más rápido de lo que puedo soportar—. Me conviene mucho que me enseñes de lo que eres capaz...
—¿Acaso se te ha olvidado? —pregunta, siseando fuertemente cuando se interna por completo.
—Pued-de ser...
—Tranquila, cariño... —susurra, dando un pequeño beso en mi hombro y apoyando las manos a ambos lados de éstos—. Te lo recuerdo en un momentito...
La primera estocada me hace gritar, porque estoy demasiado abierta de piernas y se mete mucho más que de costumbre, porque no ha sido precisamente gentil y porque todavía estoy un poco sensible.
La segunda es un poco más suave, pero que no haya gritado de la misma forma que antes no parece gustarle, porque gruñe contra mi oído y muerde fuertemente mi cuello para dar una tercera estocada que me deja gimoteando contra el escritorio.
—¿Pues aguantarlo, cariño? —pregunta suavemente, parando con las penetraciones para dar un pequeño beso en mi mejilla.
Sonrío sin querer y sin dejarle verlo, y asiento. A pesar de que todo el mundo se cree ese aspecto de tipo duro y chulo de Jungkook, a la mayoría de las chicas que están locas por sus huesos se les caería un mito si viesen cómo es realmente. El Jungkook de verdad (al que solo conocemos unos pocos elegidos) es dulce, sensible y tierno. Y a pesar de lo que diga o haga cuando nos acostamos, eso se debe al arduo año de relación que llevamos a las espaldas, en el que he tenido que esforzarme sin descanso porque aquel chico que temía darme un pequeño azote en el culo, se abriese, experimentase y se dejase llevar todo lo que quisiese cuando nos acostamos. Aunque hay momentos (como este) en los que me demuestra que en el fondo sigue igual, que para él, por encima de todo: está mi placer. Y que la versión del Jungkook que yo conozco y amo es la mejor de todas.
—J-jungkookah... —exhalo lo más fuerte que puedo—. Sigue, no te pares...
—Cuidado con lo que deseas, cariño.
Sus manos se apoyan de nuevo sobre el escritorio, a ambos lados de mis hombros. Solo puedo ver una de ellas, ya que tengo la cabeza apoyada contra la superficie de cristal, sin ser capaz de incorporarme lo más mínimo. De repente da otra estocada, y ya me tiene gimoteando de nuevo.
Jungkook se toma muy en serio lo que le he dicho, porque noto una de sus manos agarrar mi cintura muy fuerte, para mantenerme en la posición mientras me penetra.
Los gruñidos de mi novio a mi espalda me hacen saber la manera en que se tiene que estar conteniendo para no correrse inmediatamente, pero por más que me gustaría tener su aguante, yo sí que me corro, con un fuerte gemido abandonando mi garganta mientras Jungkook baja el ritmo al que se interna en mí.
—¿Tan rápido? —pregunta con una sonrisilla que noto perfectamente a pesar de no poder verle—. Cariño, te vuelves una blanda en cuanto pasamos unos días sin acostarnos, ¿eh?
Con la poca fuerza que tengo, le doy una pequeña palmada en el brazo que tengo a la vista para castigarle por meterse conmigo. Jungkook suelta una risotada suave y aniñada que me hace palpitar un poco más, de manera ligeramente dolorosa por culpa de mi reciente orgasmo.
Noto como va sacando su miembro de mí y, en cuanto sale del todo, suelto un suspiro ahogado.
—¿Satisfecha?—pregunta con suavidad. Yo niego con la cabeza, mintiendo. Porque aunque esté en el cielo mismo por los orgasmos que me ha dado, también necesito que él se corra como lo he hecho yo.
Me doy la vuelta en la mesa, pegando mi espalda al cristal y apoyando los pies al borde. En esta postura puedo mirar a Jungkook, y por la manera en que me devuelve la mirada, sé que es lo que necesita para correrse finalmente.
—¿A qué esperas, Jungkookah?—pregunto, con el tono de voz más inocente que poseo.
Jungkook sonríe un poco antes de acercarse más a mí y encorvarse sobre el escritorio para besarme, pegando su erección contra mi pobre vagina de nuevo. Alargo la mano entre nuestros cuerpos para colocar su pene de manera que pueda entrar sin dificultad y cuando muevo un poco las caderas para metérmela, él para el movimiento separándose levemente de mí.
—Tranquila, acabas de correrte. No quiero hacerte daño...
—Te odio—murmuro contra sus labios, provocando que me mire completamente confuso—. ¿Por qué tienes que ser así de perfecto? ¿No tienes nada malo?
—Que estoy enamorado de ti —contesta socarronamente—. ¿Te parece tan malo como a mí?
—Peor que eso... —respondo, sonriendo como una idiota—. Tienes que estar completamente pirado para enamorarte de mí. —Al tiempo que voy hablando, me he encargado de ir internando su punta en mí y por mucho que veo como Jungkook intenta parecer tranquilo, noto sus manos temblando en mi cintura.
Muerdo su labio inferior y Jungkook sisea; me doy cuenta como se contiene por lo tensados que tiene los músculos de los brazos, los cuales recorro poco a poco para subir a sus pectorales.
—¿Estás segura de que estás lista? —pregunta, incorporándose hasta que vuelve a estar de pie frente al escritorio, y por ende, frente a mis piernas abiertas.
—¿Por qué no lo compruebas por tí mismo? Métemela...
Jungkook se muerde los labios y sonrío satisfecha al comprobar mi efecto en él.
Su pene comienza a entrar de nuevo, poco a poco. Él sujeta mis rodillas flexionadas y conduce mis piernas para que se apoyen en sus hombros, dando un pequeño tirón hacia abajo a mis caderas para sacar mi cuerpo más de la mesa y tener más acceso al interior de mi vagina.
Cuando lo siento entero dentro de mí, me sujeto al borde del escritorio, deseándolo tanto en ese momento que noto como la cabeza me da vueltas. Su pelo se reparte en mechones pegados a causa del sudor por su cara, y sus brazos extendidos se encargan de apretar mis pezones.
Hay veces en las que pienso que podría correrme solo mirándole desnudo, y esta es una de ellas.
Al contrario que la vez anterior, Jungkook se toma su tiempo para empezar a moverse. La mete poco a poco y la saca con delicadeza, sin dejar de estimular mis pechos.
Normalmente, soy igual o más nerviosa e impaciente que él, y por mucho que me guste que la cosa se descontrole a veces y que follemos como salvajes, esto: la manera lenta y cuidada con la que me penetra, la forma en que sus ojos no se despegan de mi cara, la suavidad con que masajea mis pechos y da pequeños pellizcos en mis pezones... Me gusta tanto como lo contrario. Me derrite, me mata siendo tan delicado y cariñoso.
A pesar de que me lo hace muy lento y profundo, es igualmente peligroso, y al poco rato me noto al borde del orgasmo; porque se siente tan íntimo, tan personal, tan lleno de amor...
Jungkook deja descansar mis piernas sobre el escritorio otra vez y se inclina sobre mí para poder besarme.
—Jungkookah... —susurro bajo sus labios—. T-te quiero, muchísimo —tartamudeo, sin que tenga nada que ver con la agitación que siento, sino más bien con el hecho de lo mucho que me cuesta decirlo. Jungkook sonríe y aparta mi flequillo para dar un pequeño beso sobre mi frente.
Cuando sus labios bajan de nuevo a los míos, no puedo soportarlo más y me corro, clavando las uñas sobre su espalda y gimiendo bajo su boca. Siento su miembro palpitando con fuerza en mi interior, y Jungkook se separa de mis labios para mirarme y correrse al instante, respirando agitado mientras se derrumba sobre mis pechos.
—J-jungkook... ¿estás cansado?
—Mucho —responde jadeando, al tiempo que roza sus mejillas por mis pezones.
—¿Por eso estás todavía encima mía?
—Claro...
—Mis tetas no tienen nada que ver en qué todavía estés ahí, ¿verdad?
—No —contesta con una risilla, repartiendo pequeños besos sobre mis pechos.
Acaricio su pelo, sintiéndome más tranquila que en mi vida: notando su respiración sobre mí y la manera en que su corazón late sobre mi barriga. Y cuando creo que así es como debe sentirse el paraíso, el malestar vuelve a mí como si no hubiera desaparecido, como si solo hubiera estado esperando el momento idóneo para estallar de nuevo y hacerme sentir vacía.
—Jungkook... antes.... querías hablar conmigo, ¿no? —Mi novio emite un murmuro de afirmación y se me encoge el estómago—. Está bien, lo entiendo si quieres dejarlo, para ser sincera yo no me soportaría y tú no tienes por qué hacerlo, solo quiero que sepas que siento mucho todo lo que he hecho y que espero que la siguiente chica con la que estés no sea tan idiota como yo.
Al momento que lo suelto todo, el malestar que sentía se disipa un poco; por mucho que en el fondo me duela, Jungkook va a ser más feliz sin mí, y ese pensamiento me tranquiliza, porque, aunque sea una idiota y una egoísta, le quiero.
—¿Has acabado ya con el monólogo? —pregunta, mientras separa la cabeza de mis pechos y apoya los codos a ambos lados de mi cintura. Asiento torpemente y él se ríe sin vergüenza alguna—. No quería que hablásemos para dejarlo, idiota. Solo necesitaba que te tranquilizases un poco antes de acabar discutiendo otra vez...
—P-pero... ¿por qué no ibas a querer dejarlo? Es decir... soy insoportable.
—Sí, lo sé —coincide sonriente—. Pero también eres cariñosa, divertida, buena... eres perfecta para mí.
—P-pero...
—¿Tú quieres dejarlo? Por que parece que me estés tratando de convencer.
—¡No! —exclamo seria—. No es eso, es que... quiero que seas feliz, conmigo o sin mí...
—Hana... —susurra con suavidad—. Ya soy feliz. Estoy con la chica a la que quiero y por mucho que esté como una regadera... esa chica no tiene nada que temer. Solo espero que pueda entenderlo algún día.
—Siento estar como una regadera... —murmuro avergonzada. Jungkook se ríe y asiente mientras me ayuda a sentarme sobre la mesa. Una vez estoy frente a él, me abraza pegándome contra su cuerpo desnudo.
—Más te vale sentirlo, no sabes lo que me duele la espalda por haber dormido en la camilla —se queja, dándome un pequeño tirón del pelo.
—La próxima vez, yo dormiré en la camilla —ofrezco seriamente.
—¿Próxima? ¿Es que te vas a volver a enfadar?
—Claro, seguro que encuentras otra forma de enfadarme, se te da muy bien —aseguro, sonriendo un poco. La risa que me devuelve mi novio me relaja por completo.
—A mí todo se me da bien.
Una idea me asalta cuando veo su preciosa sonrisa frente a mi boca, y decido compartirla con él al momento.
—Jungkook, ¿me harías un tatuaje?
—¿Quieres? —pregunta un poco descolocado.
—¡Claro, vamos! —le insto, levantándome del escritorio.
—Espera... ¿lo quieres ahora? —Asiento emocionada y me interno en su sala de trabajo.
Cuando me tumbo en la camilla, todavía completamente desnuda, él entra y me mira de arriba abajo. Aquí has bastante más luz, cosa que parece encantarle, porque pega un buen repaso a mi cuerpo antes de sonreír con chulería y situarse frente a mí.
—¿Qué crees que podrías hacerme? —pregunto con un tonito falsamente inocente, que sé de sobra que le pone malísimo.
—A ti y únicamente a ti, cariño: lo que me pidas.
Veo que ha pillado en sentido de lo que quería sin dificultad alguna. Y mi novio (que ya no parece tan paciente, ni por la labor de aguantarse o contenerse) se desliza sobre mi cuerpo para comenzar a besarme.
Pase lo que pase ahora; bien me haga un tatuaje o simplemente follemos como conejos en celo, sé de sobra que lo voy a disfrutar más al no notar ni rastro de ese opresor sentimiento en el pecho.
Joder, si lo voy a disfrutar...
---
Bueno, queridas, otro relatito del Jk... de 7000 palabras...
La verdad es que solo he subido uno de él antes que este (cosa que considero un milagro), así que tampoco va muy descompensada la cosa de momento... DE MOMENTO.
Hoy tenía pensado subir una segunda parte de otro, pero quería subir este para una personita en especial je je je. De todas formas, actualizaré la segunda parte que tenía pensada esta misma semana.
Espero que el relato os haya gustado. Lo tenía escrito desde hace meses (literal creo que 2-3 meses) y estaba ahí en el olvido. Ojalá lo hayáis disfrutado mucho mucho.
Nos vemos en poquito, amores. PY <3
---
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro