01.-Niégame (kth)
—Hana, no hay nada en este mundo que esté hecho para romperse, ¿sabes?
—¿Y las piñatas? —preguntaste con superioridad.
—Mira... que te den...
—Vale, vale, ya paro; perdona —contestaste entre risas, agarrando a tu amigo de la mano, el cual se disponía a irse tras tu broma en medio de ese momento serio.
—Siempre haces lo mismo, cada vez que hablamos de algo serio empiezas con las bromitas. ¿Tanto te molesta haberlo dejado con ese idiota?
—Me molesta más haberme gastado un pastizal en su regalo de cumpleaños justo antes de enterarme que me estaba poniendo los cuernos, para serte sincera...
Taehyung alzó las cejas, dejándote ver que adivinaba tus intenciones de restarle importancia a la situación. Sonreíste de forma tensa y te apresuraste en volver a llenarte la boca de palomitas para cortar ese incómodo momento.
Como tu amigo bien decía, te molestaba (o más bien te dolía) haberlo dejado con "ese idiota" del que hablaba. Un idiota con el que llevabas dos años de relación intermitente, no por ti por supuesto. Esas "pausas" extrañas en vuestra relación las imponía él. Y ahora, después de que te lo encontrases metiendole la polla hasta el fondo a una de sus compañeras de clase, entendiste el porqué de ellas.
Siempre te dejaba antes de las vacaciones de verano, cuando se iba de fiesta con sus amigos durante meses, antes de las de invierno y algunos fines de semana sueltos.
Sinceramente, te sentiste como una verdadera idiota al no darte cuenta antes, a pesar de que Tae siempre te dejaba caer indirectas sobre lo extraño de esos cortes repentinos en la relación. Pero tú estabas cegada; no por amor, ahora lo entendías bien. Estabas cegada por la necesidad de que él te quisiese, aunque eso fuese inalcanzable.
No era nuevo para ti eso de desear cualquier cosa que supieras que no podías tener, se había vuelto algo tan normalizado que no te diste cuenta hasta haberlo dejado con él. Esa sensación de poder rozar con los dedos algo que creías imposible, era como una droga; pero cuando esta se acababa y te dabas cuenta de que una vez más, lo que creías inalcanzable, efectivamente, lo era: te sentías completamente vacía.
—Para de engullir de una vez, nos vamos a quedar sin palomitas antes de que empiece la peli... —reprochó el chico, arrebatándote el paquete de cartón.
—Berfón... —mascullaste torpemente con la boca llena.
Las sala de cine en la que os encontrabais comenzó a oscurecerse y te acomodaste quitándote las sandalias para subir los pies al asiento reclinable. Si tenías que tragarte el bodrio de película que Tae quería ver, qué menos que estar cómoda.
Por lo visto, el resto del mundo compartía tu opinión en cuanto a la dudosa calidad del film porque la sala estaba casi vacía, a excepción de unas pocas personas repartidas por los asientos de delante.
La película comenzó, y los subtítulos aparecieron al instante que una pareja (que hablaba en francés) se despedían en una estación de metro, entre lloros.
"Lo que me faltaba... Película lacrimógena de amor".
Miraste a tu amigo con rencor, pero este parecía demasiado enganchado a la trama después de dos escasos minutos de película.
Tae y tú erais diametralmente opuestos: tú preferías las películas de acción sin sentido, de superhéroes, de tíos que conducen coches a velocidades inverosímiles. Tae las de amores imposibles, las de romances de cuento y las comedias románticas. Y como vuestro gusto en el cine demostraba, érais así en absolutamente todo.
Él era un artista, tú estabas a punto de terminar la carrera de derecho. Tae había mantenido una relación estable con una chica maravillosa durante seis años, tú saltabas de capullo en capullo. Tae era delicado y sutil y tú te asemejabas más a las formas de un vikingo...
—¿Cómo coño hemos llegado a ser amigos tú y yo, Tae? —preguntaste casi sin querer.
—Me cogiste de la mano en el patio del colegio y me dijiste que seriamos amigos; me dabas demasiado miedo como para decirte que no —susurró sin mirarte.
—¿Te sigo dando miedo? —preguntaste, con sorna.
—A veces, cuando te pones en plan Hulk cuando bebes o cuando no te suben los pantalones...
—¡Oye, esos pantalones encogieron en la lavadora! —exclamaste sin querer en esa silenciosa sala.
Taehyung se apresuró en taparte la boca, disculpándose silenciosamente con los escasos expectadores que se había girado para mirarte, y reprochó tu actitud con una mirada afilada antes de dejar tu boca de nuevo a tu control.
—Hana, por si no te has dado cuenta estamos en el cine, así que baja el tono.
—Hini pir si ni ti is didi...
—Para —susurró con tono duro.
Te cruzaste de brazos para exponer silenciosamente tu enfado por la leve bronca, y no pasó más de un minuto hasta que se encargó de pegarte contra él para acurrucarse junto a ti. Tae era un blando, lo sabías de sobra. Siempre cedía y siempre acababa dándote lo que querías; aunque no lo pidieras. Era tu pequeño ángel en ese mundo de locos en el que habías crecido, en el que si no eras el primero, no eras nadie.
Te centraste en la película, oliendo las palomitas mezcladas con el aroma floral que desprendía el cuello de la camisa de Tae. En esos momentos, la chica del tren y el que se despedía de ella estaban discutiendo en un cuartucho de escobas. Todo sería normal si no fuera porque discutían mientras se besaban con ganas y se desnudaban a toda prisa. Cuando viste como aquél tío se metía el pezón de la chica en la boca, no pudiste mantenerte callada.
—Tae... ¿Qué coño de película me has traído a ver? ¿Es porno o algo?
—No, es una peli independiente. Tiene muy buenas críticas.
—No me extraña. Mira el tamaño de la polla de ese tío —Taehyung rió disimuladamente ante tu comentario, mientras la pareja francesa estaba envuelta en un polvo salvaje—. ¿Qué coño está pasando?
—Se han separado, pero se siguen queriendo. Por lo visto pasa algo con sus familias, y si te callas, me podré enterar de qué es...
—Excuse moi, monsieur —susurraste, burlándote de tu amigo.
Aunque Tae ignoró el comentario y siguió con los ojos pegados a la pantalla, te comenzaste a sentir incómoda.
Llevabas desde los nueve años acudiendo religiosamente todos los viernes al cine junto a él, pero nunca se había dado una situación tan explícitamente sexual en vuestras narices en ninguna de ellas. Era raro ver ese tipo de cosas con él a tu lado.
Un primer plano del culo en pompa de la tía, te hizo apartar la mirada y bajarla para observar el paquete de palomitas entre las piernas de Tae.
—¿Qué haces? —preguntó el chico.
—Joder Tae... Sinceramente, ver desnudos en una pantalla no era la idea que tenía en mente cuando me dijiste de ver esta peli.
—¿Te da vergüenza? —cuestionó entre risas.
—No, idiota. Es solo que... no sé, es raro.
—¿El qué es raro? Hacer el amor es perfectamente natural...
—No es eso, pirado. Es raro verlo contigo. —Taehyung emitió un murmuro que pareció de entendimiento, y cogió palomitas despreocupadamente mientras los gemidos a todo volumen hacían que tus mejillas ardiesen con ganas.
Por el amor de Dios, eras una adulta, no te ibas a sonrojar como una colegiala por una escenita de sexo. Levantaste la vista, y esos dos seguían dale que te pego, con unas ganas que te pusieron los vellos de punta.
Como todo en tu vida, el sexo había sido completamente carente de pasión o deseo. Simplemente, un acto programado que se suponía debías cumplir al embarcarte en una relación de pareja. Quizás te hubieras interesado más en el caso de que ellos hubieran mostrado algún interés en hacerte sentir el mismo placer que experimentaban; pero no había sido así. El único placer que habías sentido era el que te proporcionabas a ti misma. Y ver a esa pareja follando en la pantalla como si el mundo se fuera a acabar en cualquier momento, comenzó a hacer que un calor y hormigueos se instalasen en tus partes íntimas sin permiso, deseando internamente sentir algo parecido aunque fuese por una vez en tu vida.
Inconscientemente, comenzaste a frotar los muslos levemente, haciendo que tu clítoris recibiese el débil estímulo y tu calentura subiese sin remedio cada vez más.
Una vez la escena acabó y la pareja desaparecía de la pantalla para dar paso a un grupo de amigos, ya era tarde para ti. Te encontrabas completamente agitada, con el pulso disparado y las mejillas encendidas, con tus bragas mojadas bajo la falda negra y con una fina capa de sudor cubriendo tu frente.
—Hana... ¿estás bien? —Giraste la cabeza para mirar a tu amigo (en el que no habías reparado después de que la escena captase tu atención) y asentiste—. ¿Seguro? Estás sudando...
—Hace calor aquí dentro —murmuraste con voz débil.
—No creo que haga calor, ¿seguro que estás bien?
—Si Tae, si. Estoy bien, deja ya de dar el coñazo.
—Qué genio —reprochó, llevándose más palomitas a la boca.
No querías sonar lo dura que lo habías hecho, pero estabas en medio de un problema serio y lo que menos necesitabas era a Tae riéndose de ti en ese momento. Por suerte, la película continuó sin más desnudos ni escenas remotamente sexuales y conseguiste volver a relajarte un poco; no del todo, ya que la asfixiante sensación de calor en tu vagina seguía presente, pero al menos no tenías la imperiosa necesidad de enterrar los dedos en ella, lo cual era un paso.
—Voy a por algo de beber, me he quedado seco con las palomitas, ¿tú quieres algo? —preguntó, levantándose silenciosamente de la silla. Negaste con la cabeza y Tae se fue lentamente de la sala.
Comenzaste a comer de las pocas palomitas que el chico había dejado y como si el mundo entero estuviese en tu contra, la maldita pareja del demonio comenzó a follar de nuevo.
"Película independiente mis huevos. Esto es una porno diga lo que diga Tae...".
Cómo no, la pequeña relajación se esfumó, dando paso a una calentura cada vez más salvaje. Tenías que hacer algo, y darte una ducha fría no entraba en tus planes en ese momento.
Miraste alrededor con cautela y enterraste una mano disimuladamente bajo la falda, acariciando tu clítoris y dándote cuenta al sentir el envolvente placer, de que no ibas a aguantar mucho sin correrte en esas condiciones.
Seguías estimulando la zona, con la vista pegada a la pantalla, mordiéndote el labio inferior con fuerza para no dejar escapar el más leve sonido, y cuando estabas ahí: al borde del orgasmo, una voz ronca se dirigió a ti desde atrás.
—Lo sabía...
Te giraste horrorizada, comprobando que Taehyung se había colado de nuevo en la sala sin que te dieses cuenta y se había situado en el asiento trasero al tuyo. Te sonreía socarronamente, haciéndote sentir como una vulgar pervertida y sacaste rápidamente la mano que mantenías bajo tus bragas en un intento por parecer inocente.
—¿Q-qué sabías? —La maldita voz te traicionó, dejando ver lo agitada que estabas.
—Qué antes te habías puesto cachonda.
—¿De qué hablas idiota? No me he puesto cachonda.
—¿Ah, no? —cuestionó en un susurro. Negaste al instante endureciendo tu rostro como aviso de que parase con el tema, pero el chico pareció ignorar tu mueca amenzante por completo—. ¿Entonces qué buscabas ahí debajo? ¿Las llaves del coche?
—Qué gracioso eres —replicaste con sarcasmo—. Déjame en paz y vamos a terminar de ver esta mierda.
—¿Has terminado?
—¿Qué dices ahora? —preguntaste, sin atreverte a girarte para encararlo.
—Qué si te has corrido.
Aquella frase saliendo de los labios de tu amigo te dejó a cuadros por un momento, más aún al hacerlo susurando junto a tu oído.
—¿Q-qué mierda de pregunta es esa?
—Una de sí o no.
No tenías ni idea de lo que Tae pretendía al estar en el asiento tras del tuyo; con la cabeza asomando por un lateral para hablarte al oído con esa maldita voz grave y áspera, haciendo que tus vellos se erizasen y tu centro palpitase con desesperación ante la desconocida situación.
—No —contestaste secamente.
—Me lo imaginaba...
—¿Qué más te da a ti, idiota?
—Te pones insoportable cuando estás cachonda, así que vamos a terminar con esto de una vez.
—¡¿Cómo que "vamos"?! —exclamaste, ganándote siseos de los otros espectadores al momento que dos de los largos y finos dedos de tu amigos entraban en tu boca.
—Cállate de una vez y concéntrate en correrte —susurró de nuevo, con una voz demasiado atrayente.
El regusto salado a causa de las palomitas que desprendían los dedos de Tae invadió tu boca, y no pudiste evitar jadear mientras el chico los rozaba lentamente sobre tu lengua.
—T-tae... —Intentaste quejarte.
—No va a pasar nada, solo voy a echarte una mano, ¿vale?
No tenías idea si lo de la mano iba en sentido literal. Jamás te habías encontrado en una situación semejante, y que Tae comenzase a jadear sobre tu oído, no te permitía despejar la mente para darte cuenta de la clase de locura que estabais cometiendo.
Rozó la lengua por el cartílago de tu oreja, y pusiste los ojos en blanco ante la sensación. Era la cosa más rara que habías hecho en tu vida, pero a lo mejor el no poder ver la cara de tu amigo facilitaba las cosas; al igual que lo hacían los dedos que se llenaban de tu saliva en el interior de tu boca o los débiles jadeos que chocaban contra tu oído. El caso es que sin darte cuenta, ya tenías la mano enterrada de nuevo en tu intimidad, trazando círculos cada vez más rápidos y erráticos sobre tu clítoris.
Los sonidos de la pareja francesa resonaban por la sala acelerando las cosas para ti y por si fuera poco, la mano que Taehyung mantenía en tu boca se apartó para dirigirse a tu mandíbula , agarrando con fuerza de esta y levantando tu vista.
—Mira la pantalla —ronroneó contra tu oído—. Mira como follan.
Te querías quejar por la brusquedad con la que te agarraba, pero te encontraste queriendo quejarte aún más cuando dejó de hacerlo para comenzar a acariciar levemente tu cuello, bajando por tus clavículas.
Tu clítoris hinchado no dejaba duda alguna de que el climax estaba ahí, a la vuelta de la esquina. Taehyung parecía dispuesto a rematar la faena al morder tu cuello con fuerza, pero antes justo de que tu placer explotase, retiró tu mano del bajo de tu falda dejándote completamente confusa.
—T-taeee... —gemiste suavemente, quejándote.
—¿Ha sido demasiado fácil, no crees?
Ibas a preguntarle o a darle un golpe en la cabeza, una de dos; pero no te dió tiempo. El chico abandonó su posición y se dirigió a hurtadillas al asiento junto al tuyo, cogiéndo el paquete de palomitas y volviendo a comer de él como si nada, mientras tú te debatias entre la vida y la muerte: completamente ciega de pura excitación.
Le miraste sin entender lo más mínimo su actitud y justo cuando te disponías a decirle de todo por haberte dejado así, posó el paquete de palomitas a un lado, dejándote apreciar una erección demasiado abultada bajo sus pantalones anchos.
—Esto es culpa tuya y como no voy a correrme, tú tampoco vas a hacerlo.
—¿Q-qué?
—Lo que oyes.
Abriste los ojos al máximo al escucharle. ¿Desde cuándo Taehyung te hablaba de esa manera? ¿Acaso habías entrado en una dimensión paralela? Vale que la situación fuera nueva, al fin y al cabo jamás te habías masturbado delante de él, pero aún así te chocó en sobremanera que tu amigo te negase algo, encima algo que necesitabas con desesperación.
—Pues córrete... —ofreciste dubitativa, y él te miró.
—¿Cómo quieres que me corra?
—Pues igual que estoy haciendo yo...
—¿Quieres que me haga una paja aquí en medio? —Alzaste los hombros, esperando que fuese suficiente respuesta y el chico bufó, apartando la mirada de tí—. Estás como una cabra...
—¿A ver quién es el que ha empezado a susurrarme guarradas al oído y me ha dejado peor de lo que estaba?
—Joder... —masculló, mirando ahora su erección escondida bajo la tela—. Está bien, pero tú te apañas con lo tuyo y yo con lo mio.
—Vale —accediste, descolocada.
El chico escondió la mano bajo el pantalón y comenzó a bombear su miembro al instante. A ti la escena se te antojaba aún más erótica que la que se llevaba a cabo en la pantalla, y te encontraste masturbándote de nuevo mientras mirabas el bamboleo bajo los pantalones de tu amigo.
Taehyung no tardó en mirarte también y eso fue aún peor, ya que tu mente se adentraba cada vez más en un terreno peligroso, haciendo que te acercases más a él, hasta que sentiste rozar tus labios sobre los suyos; los jadeos entremezclándose, el calor, la humedad... y cerraste los ojos antes de dar un último empuje, cuando Taehyung agarró tu mandíbula como minutos antes, para apartarte de él.
—N-nada de acercarse. Tú a lo tuyo y yo a lo mío, ¿recuerdas? —preguntó de forma ronca. Asentiste, sintiéndote deseosa, sin parar de estimular tu hinchado botón por un segundo.
—P-pero, un poco...
—No —repuso con firmeza—. N-no estaría bien...
A pesar de sus palabras, miraba tus labios sin pestañear, aumentando el ritmo al que sacudía su miembro.
—Pues déjame verlo al menos.
Taehyung pareció dudar por un momento, pero apartó el agarre de tu mandíbula para bajar levemente la tela de los pantalones, dejándote ver por fin que ese bulto no mentía. Su pene era grande, más de lo que pudieras haberte imaginado viniendo de ese chico delgado y delicado. La punta tenía un color rosáceo que podías apreciar a ratos gracias a la oscuridad de la sala, y que se te antojaba de lo más apetitoso.
Gemiste sin poder contenerlo y Taehyung te acompañó, apresurándose en taparte la boca con la palma de la mano. Agarraste su muñeca y lo apartaste para dejarte oír.
—Tae...u-un poco, no va a pasar nada —susurraste, al borde de la súplica.
—H-hana, no podemos...
—¿No te gustaría metérmela? —cuestionaste, ardiendo ante el simple pensamiento.
—Joder Hana —exhaló, cerrando los ojos—. N-no te la voy a meter.
Aquella actitud (al contrario de lo que podría esperarse) estaba consiguiendo ponerte aún más cachonda. A esas alturas, tus piernas temblaban, y tu sistema nervioso estaba de fiesta, haciéndote sentir escalofríos a cada rato.
—Pero Taeeee....
—Joder, está bien.
Creíste que habías ganado, que por fin ibas a sentir ese grueso miembro entrar dentro de ti, pero los planes de tu amigo parecían estar lejos de ese punto.
Se acercó aún más a tu asiento y apartó el elástico de tus bragas; conduciendo tus caderas para que reposases más abajo y pudieses darle una imagen clara de tu húmeda intimidad, sin parar de bombear su miembro desesperadamente bajo su mano izquierda.
Observaste como su vista se paraba en tu hendidura mientras se mordía los labios con fuerza, apretando la mandíbula de una manera que jamás habías visto.
—¿Q-qué vas a hacer? —preguntaste, más por querer escuchar su voz ronca que por curiosidad.
—No te la voy a meter, cariño. Pero ya que quieres verme, yo también tengo derecho a poder ver este precioso coñito.
Gemiste ante su frase, provocando que una sonrisa socarrona se formase en sus labios y solo hicieron falta dos dedos (que se enterraron en tu interior con facilidad, dado a los fluidos que abandonaban tu vagina) para que una palpitación más fuerte de lo normal te dejase al borde del colapso.
Te sentiste a punto de desmayarte por puro gusto cuando Taehyung comenzó a mover esos dos dedos con fiereza en tu interior: sin limitarse a meterlos y sacarlos como acostumbraban a hacer tus exs, sino arqueándolos; abriéndolos en tu interior, moviéndolos sin descanso, y apretando un punto en concreto que hacía que te removieses en el asiento ante el salvaje placer.
—T-tae, me voy a c-correr —gimoteaste, haciéndole gruñir.
Tehyung apartó la mano de su pene e internó sus dedos mojados por su propio líquido preseminal en tu boca, sin dejar de masturbarte cruelmente con la otra y no pudiste aguantarlo más. Una última y profunda palpitación te hizo tensar todo tu cuerpo al momento, sin poder gritar lo que necesitabas a causa de los dedos metidos en tu cavidad.
Pusiste los ojos en blanco al momento que la tensión desaparecía y daba paso a unas tremendas oleadas de placer, haciéndote temblar de pies a cabeza mientras el orgasmo corría libremente por tu intimidad.
Cuando fuiste capaz de abrir los ojos de nuevo (aún con el cuerpo agitado) viste a Taehyung corriéndose en el interior del cuenco de palomitas, mientras te miraba fijamente. Tan solo escuchaste un gemido ahogado saliendo de entre sus labios, pero bastó para que tus rodillas temblasen por el enorme escalofrío que sentiste recorrer tu columna.
Tras recomponeros como si nada de eso hubiera pasado, seguisteis mirando la película mientras por tu cabeza pasaban mil preguntas que nada tenían que ver con la trama argumental.
—Ahora por tu culpa no me entero de qué está pasando, estarás contenta...
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Primer relato que subo, espero que sea de vuestro agrado.
Aviso desde ya que tiene continuación, y depende de si os gusta o no, decidiré si subirlo o dejarlo en la carpeta de relatos hasta el fin de los días.
Quiero dedicarle este relato a su primera lectora @DearWeirdMaria, gracias a ella me he animado a subirlo, así que los créditos a ella (para bien o para mal XD)
Purple you all <3
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