✘ Capítulo XIV. ✘
⚠️ ADVERTENCIA⚠️
Capítulo con contenido violento algo explícito. Están avisados.
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Quiero entrar a la muerte
sin máscaras
sin miedo.
Quiero entrar a la muerte
sabiendo y no sabiendo.
Quiero morir
enfrentarme sereno
olvidar mis recuerdos
desprenderme
nacer de nuevo.
Quiero morir...
Pero no muero.
— Claribel Alegría.
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— Te atrapé.
Muchas veces a lo largo de su adolescencia, HyunJin se había llegado a cuestionar su propia existencia.
Tantos días pensando en buscar un arma, ponerla en su boca y jalar el gatillo, sin remordimientos. Tantos días intentado duramente en hacer un correcto nudo en la soga que planeaba ponerse al cuello. Tantos días viendo la filosa navaja, tentado a crear ríos rojizos que bajasen como una cascada por sus brazos.
JeongInnie...
Por lo mismo, se le hacía extraño que ya, bastante tiempo después cuando se supone que todo eso había sido superado, se viese aceptando su muerte en manos de esa chica cualquiera. Incluso había una sonrisa en su rostro.
— ¡HitJinnie!
No entendía la razón y, tal vez, jamás la entienda o sepa con certeza.
Bang.
Y a pesar de que el disparo fue efectuado, que su olfato pudo percibir el característico olor del diminuto proyectil abandonando a gran velocidad el arma, que el sonido hizo pitar sus oídos y acelerar a una velocidad irreal su pulso cardiaco, HyunJin...
No sintió nada.
El tiempo se detuvo justo ahí; Hwang se mantuvo así mismo, como congelado, con sus ojos cerrados.
¿Así era morir? ¿Tan rápido? ¿Tan... Tranquilo?
¿Dónde estaba el dolor? El chico pensó que lo sentiría, así sea un milisegundo antes de abandonar del todo el mundo terrenal, como alguna especie de efímera agonía y, después, el frío le golpearía. Pero él no había percibido nada de eso, no, de hecho, se sentía todavía demasiado vivo, si se podía expresar de alguna forma.
Fue la bala que dio comienzo a una caótica masacre...
Entonces, de golpe regresó a la cruda realidad. Un helado viento le abofeteó con fiereza y le hizo abrir sus pesados ojos de inmediato, presenciando así como la que se encargaría de llevarse su vida ahora era tumbada al suelo, gracias a que JeongIn se le había lanzado encima, desviando el tiro.
¿Qué cuando apareció? HyunJin creyó que ese no era el momento para pensar eso.
La pistola cayó al suelo, no muy lejos, en tanto ella gritaba tan fuerte que les dolieron los oídos. Parecía un maldito gato en agonía, demonios, y si antes tenía ganas de callarla a punta de golpes, ahora sí que tenía razones para ello.
JeongIn fue empujado por la muchacha, quedando a un costado, y sin poder reaccionar a tiempo sintió como un peso se le instauraba encima. Lo siguiente fue la calidez de unas pequeñas pero callosas manos rodeando su cuello, apretándolo. Su respiración se cortó. El miedo se incrementó. Una sobrecarga de adrenalina, terror y desesperación azotó con violencia su cuerpo, en un segundo. Pataleó con fuerzas, enterró sus uñas en la piel de la chica, pero no logró nada.
Su vista se empezó a tornar borrosa.
Para su fortuna, su salvación llegó en el momento correcto; precisamente cuando ChangBin apareció por la puerta, seguido de Felix, HyunJin ya se había alzado y pateado la cara de aquella tipeja con tanta fuerza que la mandó a volar a unos metros considerablemente lejos. JeongIn volvió a sí de inmediato y se tomó con suavidad la tráquea, tosiendo, inhalando muy profundamente. Sus pulmones exigían oxígeno, ardiendo como si se quemase por dentro.
— ¡HackerIn! —era el grito de Seo, provocando que voltease a verlo, aún intentando calmarse por completo—. ¡El arma! ¡A tu derecha!
Girando su cabeza, todavía medio atontado, la visualizó al fácil alcance de su mano, por lo que gateó solo un poco con gran rapidez hasta ella e intentó tomarla. Más disparos sonaron y por poco su mano era atravesada por uno de los balazos. El miedo le inundó de nuevo y, asustado, se vio a sí mismo retrocediendo a la par que sus ojos se dirigían directo a la causante; Yeri, reconocida por la información que les dio BangMind, estaba ahí de pie con una glock calibre 40 S&W en su zurda y una mirada inexpresiva.
Yang mordió su labio inferior, ahora huyendo evidentemente espantado, y por supuesto que ella no perdió el tiempo. Cuatro sonidos más de balazos se agregaron a la lista, en dirección al despavorido chico; dos de dieron en su pantorrilla, haciéndole soltar un alarido de inmenso dolor que le desgarró la garganta mientras caía al suelo.
Sus compañeros de gang perdieron la razón.
En el mismísimo momento que HitJin iba a atacar, HanShot hizo por fin hizo acto de presencia y se le adelantó, tomando y zarandeando la mano de la femenina que sostenía la glock. Una batalla por quien poseería ésta inició, un par de disparos hicieron eco por cuarta vez en esa inestable guarida. HyunJin ahora si corrió, en socorro a JeongIn, y se refugiaron como antes tras el sofá.
— ¿Duele mucho? —inquirió aunque era obvio, recibiendo muchísimos asentires del pelinegro que lloraba sin parar. Nunca más se quejaría de otro dolor en su vida, puesto no tenían comparación con esto—. Oh, JeongInnie...
Por otro lado, Joy se levanta con velocidad al ver a la más pequeña de su gang y ese chico que continúan luchando, dispuesta a ir contra él y defenderla cuando un jalón en su muñeca la desestabiliza, ocasionando su caída de espaldas al suelo. El golpe y rebote de su cabeza contra el suelo le aturdió y apenas pudo abrir sus ojos, colmados por la confusión, para el instante que recibió un poderoso puñetazo que le hace perder los sentidos y volver a cerrarlos. Felix está sobre su estómago y, mandando la piedad al carajo, empieza a propiciarle una inescrupulosa golpiza a la azabache.
PlayerBin imita las anteriores acciones del menor de la gang y se abalanza sobre YeRim, quien había intentado dispararle, fallando miserablemente por el forcejeo que mantenía con HanShot. Los dos caen al suelo y JiSung, que ya había conseguido el arma, le apunta para dispararle cuando de manera sorpresiva pero certera ella le da una fuerte patada en la entrepierna.
Todo se le nubla mientras se inclina, retrocede y se toma sus partes privadas entre lloriqueos y lamentos. El manipulador no pierde el tiempo y, sacando una daga, le da una puñalada en el abdomen. La chica gime del dolor, retorciéndose, a la par que sus furiosas pupilas le asesinan de un y mil formas. ChangBin extrae la daga, con todas las de volver a enterrarla incluso más profundo en cualquier parte de su tórax o, incluso, níveo cuello, cuando ella le da un arañazo que le arranca un gruñido y le desconcentra por completo, poniendo una mano en sus sangrantes heridas.
Las consecuencias de su distracción las siente, y de que cruel forma, al segundo que ella agarró lo que antes le hería y le usaba en contra de su propio portador. La tela y piel fueron traspasadas con tal facilidad, que Bin no pudo asimilarlo. La miró y ella a él. Tan cínica. Tan despiadada. Rió sin humor en lo que ella sacó con brusquedad la daga solo para ingresarlo una vez más, el doble de rápido que antes, el doble de profundo y, ahora, hiriéndolo más.
— ¿Últimas palabras, pedazo de mierda? —masculló con odio ella. Era la tercera vez que introducía esa daga y ya puntos negros le distorsionaban la vista, pero esa sonrisa burlona no se iba de su rostro.
— Sí —apenas dijo, riendo como podía al mismo tiempo que su mano se levantaba, temblorosa, con las pocas energías que aún tenía; su dedo de en medio era dedicado enteramente a la chica, justo en toda su cara—. Vete a la mierda, maldita zorra.
La oyó carraspear y observó como sus facciones se volvían más fruncidas, gracias al enojo. De pronto, su mano estaba en alto y su objetivo era su cuello, lo sabía, lo veía en sus ojos, hambrientos de venganza y desprecio. Pero su querer no fue cumplido ya que una bala le atravesó el cráneo, justo entre ceja y ceja.
ChangBin, casi sin aliento pero tampoco quitando la misma sonrisa de antes, se volteó.
— Buena puntería.
JiSung solo soltó un par de risitas, metiendo la pistola tras su espalda, dentro del pantalón pero sobre su ropa interior, antes de bajar su mirada al pecho del mayor y...
— Oh, mierda —arrodillándose a un lado, puso una de sus manos sobre las heridas que no paraban de sangrar. La mancha carmesí cada vez se hacía más y más grande en la camiseta de Bin, y por lo visto, no pararía—. Esto... Esto es-
— Tranquilo —con sus ojos entrecerrados, le palmeó el hombro al rubio, como si nada pasase cuando en realidad podía sentir la vida yéndosele tal cual agua entre los dedos—. He estado en peores...
— Binnie...
Ambos voltearon al oír esa ronca voz, presenciando a un Felix con puños ensangrentados y mirada preocupada. Sus ojitos brillaban por la fina capa de lágrimas que ahí se iba acumulando.
— LixBoomie...
— Lo siento, lo siento —se disculpaba, sin parar, sentándose a un lado mientras parpadeaba varias veces, deseando ahuyentar las lágrimas—. Lo siento tanto...
— ¿Y por qué te disculpas? —le estiró una mano que Felix no dudó en tomar, apretándola muy fuerte—. Anda, Felix...
— D-debí estar más atento... —murmulló, con la voz rota—. D-debí protegerte, debí...
— Pero seguro le diste la paliza de su vida a esa, ¿o me equivoco? —sus ojos se alinearon y pese a todo, asintió. En realidad esa había sido la paliza de la vida de SooYoung, pues acabó con la misma—. Entonces deja de disculparte y de ser un tonto...
Asintiendo otra vez, el pecoso le regaló su mejor sonrisa. ChangBin se la devolvió y JiSung suspiró, ladeando su cabeza hasta que sus ojos se toparon con aquel individuo que toda la escena "azucarada" frente suyo le hizo recién recordar.
— ¿Minnie...?
Pero, su mirada... No sabía describirla con exactitud; era entre una expresión de perplejidad, desbarajuste y miedo, oh, cuánto miedo. Y el corazón de Han latió con mucha fuerza de pensar en la nueva perspectiva malévola que su novio tendría de él luego de verlo hacer todo lo que cometió, sin titubeos, como si fuese algo cotidiano.
Bueno, casi lo era.
— Minnie... —se alzó, dejando a ChangBin en el regazo de Felix, y corrió hasta él. Sin embargo, Lee mayor sacudió su cabeza de lado a lado atemorizado, cohibiéndose en su silla, tensando su cuerpo—. Amor...
— N-no me toques... —expresó, en palabras que travesearon como flechas venenosas el corazón de JiSung, no solo por lo que claramente significaban sino, más que nada, por el tono empleado. Estaba tan roto y aterrorizado...
De él.
Nunca creyó que eso ocurriría.
— Solo... Sá-sácame de aquí, por favor... No puedo... Yo no puedo...
Obediente, producto de la culpa que le carcomía desde muy dentro en su fibra sensitiva, se dirigió hasta el castaño y empezó a desatar cada uno de los nudos más veloz que antes. Y una vez librado, MinHo intentó pararse y caminar por su cuenta, pero un agobiante dolor de cabeza conjunto a un mareo y sus piernas temblándole como gelatina no fueron la mejor mezcla, así que terminó cayendo.
El suelo iba a ser quien le recibiese rudamente, de no ser porque los brazos de JiSung lo atajaron antes, atrayéndolo a su cuerpo como impulso de protección.
Lee coreano no tuvo fuerzas ni ganas de alejarlo, honestamente, aunque su lado racional le gritase que lo hiciese. Únicamente se apretó contra él y jadeó de dolor. Cada hueso y célula de su ser gritaba por descanso, por una cómoda cama, comida deliciosa y sus gatitos, que por todos estos infernales días estuvo extrañando a morir.
Y esperaba que se encontrasen bien...
— Han... —HitJin, que cargaba a JeongIn al estilo nupcial, observó al sub-líder con una seriedad que no era propia de él, pero para estos momentos era requerido—. Debemos irnos. JeongIn y ChangBin están mal, muy mal. Tenemos que-
— Lo sé —el rubio le vio con la misma firmeza, boqueando—. Minnie también está muy mal...
— P-pero... —JeongIn intervino, con su mirada cargada de preocupación—. ¿Y BangMind? No podemos... No podemos irnos y dejarlo nada más... Ni siquiera sabemos si...
El silencio se instó, interrumpido al final por el sonido que soltó JiSung. Una especie de suspiro que acabó en gruñido.
— Lo buscaré. Pero primero debo poner a Minnie a salvo. Es más, ustedes también deberían venir, así que síganme —indicó, caminando hasta la entrada de la casa. HyunJin le siguió y Felix también, ayudando a ChangBin a caminar. El frío, más helado que antes, les recibió fuera—. Se quedarán en el carro mientras que HitJin y yo volvemos para buscarlo e irnos de esta maldita pocil-
Sus palabras fueron cortadas por una patada en el estómago que le hizo retroceder, tropezar y caer de trasero al duro y sucio suelo. Ahogó un quejido que saldría como grito y abrió muy grande sus ojos, presenciando así como una mano de dedos largos le arrancaba, de manera literal, a MinHo de sus brazos. El enojo burbujeó en su interior cosa que le llevó a sacar su arma, sin pensarlo dos veces, y apuntarle a esa pelinaranja que socarronamente le veía.
Apretó el gatillo pero nada salió. El sonido que se produjo le delató lo que que para él era una sorpresa; ya no tenía balas.
De verdad que no podía creer su jodida mala suerte esa noche.
Ellas se carcajearon, estruendosamente, al mismo tiempo que una de ellas se hacía con su pistola, muy confiada, y le daba un disparo en el hombro. MinHo gritó en tanto la pistola sin carga que sostenía JiSung cayó al suelo y el rubio no dio la autorización, pero aun así su cuerpo expulsó una agonizante exclamación de lo más profundo de su garganta, tomando la zona afectada mientras.
La sangre manó tal cual caudal riachuelo, ensuciando su camiseta. Pero eso no le importaba, no, lo único que le importaba era su novio, tan pequeño, frágil, destruido por esas manos que nunca deberían ponerle ni un solo dedo encima, como ahora, que le mantenían apresado mediante un brazo alrededor de su cuello y la pistola puesta en su cabeza. Irene, la líder, era quien lo tomaba. SeulGi era la otra, su acompañante, su siempre leal compañera, apuntando a cualquiera que atraviese a moverse en su contra.
— De verdad que son todos unos imbéciles... —se burló la pelinegra, viéndolos a todos y cada uno de ellos a la vez que apretaba su brazo en la garganta del castaño oscuro. Jadeó y lloriqueó, rogando por clemencia que nunca obtenía—. Estúpidos, ¿creían que sería tan fácil?
— Dé-déjalo, por favor... —en ese momento, quien suplicaba era JiSung, viéndolas de rodillas. Se sentía humillado, doblegado, pero esto era otra cosa que no importaba si era por MinHo—. Él no tiene la culpa, él no es... N-ni siquiera mata a una mosca. No ti-iene nada que ver, así que... Por favor, por favor... Suéltenlo...
Más risas de sus partes. Luego negativas.
— Lo hubieses pensado antes, cariño —Irene pateó el rostro de Han, desorientándolo y haciendo que quedase acostado del todo en el piso. Acto seguido caminó unos cuantos pasos hacia él y, notando sus intenciones de volver a tomar el arma, pisó su mano como si de una asquerosa cucaracha se tratase—. Eh, eh. Ni siquiera lo intentes.
— Y tú tampoco —HyunJin gruñó en lo que fue descubierto, planeando correr hacia la otra pistola que si estaba cargada. No podía arriesgarse, no con JeongIn todavía en brazos, por lo que iba a dejarlo antes de empezar a ejecutar su plan, de no ser porque fue detenido antes. Malditas arpías—. Pero que ternurita —mencionó SeulGi con una obvio falsa dulzura al presenciar como In, dejándose llevar por el terror, se acurrucaba en el pecho de Jin en busca de reconforte—. Si es que son todos unos asquerosos maricas...
— No se puede esperar menos. Dan asco. Su reputación, el supuesto "peligro" que son... Por favor —su pie se presionó más contra la mano de JiSung, sacándole otra exclamación dolorosa—. Ninguno vale el peso de esas palabras, ninguno...
— Felix... —y mientras ellas seguían hablando, en una humillación con la que se regocijaban megalómanas, ChangBin llamó en un susurro al pelirrojo que le sostenía con delicadeza, captando su atención rápidamente—. ¿Ves la pistola de allá?
Asintió.
— Debes ir... Correr, tomarla, y dispararles, justo en sus huecas cabezas.
Lee frunció el ceño, no muy convencido de aquello.
— ¿Y si me disparan?
— Créeme. No pasará. Están tan distraídas, cegadas por el poder que ahora creen tener, que ni siquiera lo notarán cuando ya las habrás matado.
Apretó sus labios. Seguía sin gustarle la idea.
— Yo... No soy bueno en eso, Binnie, lo sabes. Voy a fallar.
— No lo harás. Vamos, Lix... —la mirada intensa que le dedicaba ChangBin le estremecía, le hacía sentir transparente. Y le daba escalofríos el solo imaginar que el chico descubriese la verdadera razón de su terror—. Yo no puedo, tan solo mírame, soy un desastre. Nadie más puede, todos estaban limitados, menos tú. Debes hacerlo. Debes hacerlo o moriremos todos aquí, en tan solo pocos minutos...
Sus dientes se hincaron con fuerza en su labio inferior; si no hacía nada, los asesinarían, igual que a simples animales. Pero si se atrevía a moverse, a cumplir el plan de ChangBin, había un probabilidad, aunque sea diminuta, de que todo saliese bien y se salvasen. De que su Binnie se salvase.
De que estuviesen bien.
Ah... Maldita sea, ¡maldita sea! Sabía que se arrepentiría de esto, algo se lo decía, desgarrando en su interior. Pero no tenía otra opción, realmente, no la había. Era un deber, una obligación hacer aquello. Así que, quitándose muy lentito a Seo de sobre sus muslos, vio el arma, después a las féminas, de regreso al arma. Tragó. Era ahora o ahora.
Uno, dos y...
El tres estalló en su cabeza como cuando empiezas una carrera. Sus piernas se movieron más veloces que en alguna otra ocasión en toda su maldita vida, con sus ojos colocados nada más en la dichosa pistola.
Lejos y de repente cerca. Solo un parpadeo y ya estaba en sus manos, pesando, mucho, muchísimo. Pero eso no le hizo retroceder, no con tanta adrenalina corriendo por sus venas, haciendo que su corazón golpease con su caja torácica desenfrenadamente. La levantó, apuntó y disparó.
Bang, bang, bang, bang, bang.
Un grito. Entre el segundo y el tercer balazo había cerrado fuertemente sus ojos temblando como gelatina, y cuando los abrió de nuevo, orando porque hubiese dado correctamente, su asombro y decepción fueron impresionantes.
Ni uno, ni uno solo había dado.
Bajó lentamente la pistola, con sus ojos y boca bien abiertos. Carajo, lo sabía. Falló. Los huecos alrededor de ellas se lo dejaron más que claro, por si dudaba, al igual que sus miradas asombradas que no tardaron en pasar a unas socarronas.
Se burlaban de él, de sus errores, de su mala puntería, su mala visión.
Expuesto, así se sentía, era exactamente la palabra indicada. Frágil otra. Transparente, vulnerable...
— ¡Pero qué osado eres, cabeza de fósforo! Veamos algo —SeulGi se giró, quedando frente a frente con él. La boca del arma ahora estaba puesta en el abdomen de Lee coreano, que no paraba de llorar—. Dispara, ahora —se le acercó un poco más, quedando a solo dos o tres metros no era demasiado lejos, ¿cierto? Pero igual él no...—. ¡Dispara ya, inútil de mierda! Si me matas, es todo tuyo... Pero sino... ¡Le destrozo las entrañas! ¿Te parece?
No respondió. No sentía las fuerzas, ni la confianza para hablar, mucho menos para cumplir su petición. La desesperanza lo consumía al igual que el miedo. La presión recayendo en sus hombros, la responsabilidad de todo...
— LixBoom... —carrasposo, oyó a JiSung hablar. Descendió su mirada y lo miró, aún yacía en el suelo, dedicándole una mirada que gritaba en silencio «Por favor, no la arruines». Rechinó sus dientes y regresó a los oscuros orbes a la pelinaranja que, expectante, esperaba por él—. Por favor...
— Dispara, ¿qué esperas?
«Debes hacerlo, debes hacerlo y bien.»
— Ahora... Es tu oportunidad, servido en bandeja de plata.
«Ellos confían en ti. La tienes ahí, tan fácil, tan accesible...»
— Hazlo... ¡Hazlo ya!
Acató.
Muy concentrado esta vez, con una expresión determinada y sus pupilas viéndola en todo momento, disparó. El proyectil salió a una velocidad demencial, pero eso ni la inmutó, ya que no dejaba de sonreír, no dejaba de verle como si pudiese saborear ya la victoria. Y eso ponía a Felix en tantos niveles distintos de molestia e impotencia...
Mucho más al momento de ver como la bala acaba incrustada en la pared de atrás, ni un poco cerca de SeulGi. La decepción lo abatió, lo sacudió violentamente y las lágrimas se acabaron acumulando en sus oscuros ojos. No podía creerlo, ¿cómo es que había fallado? Si tan sencillo se la había opuesto...
Era algo demasiado insólito.
— Increíble... ¿Y así es que se hacen llamar los más temidos? ¿Peligrosos? ¿Indestructibles? —se burló ella, volviéndose de nuevo a JiSung. El chico estaba boquiabierto, viendo al pelirrojo en extremo de decepcionado pero, más que eso, molesto, airado—. Son solo una bola de inservibles, buenos para nada. Su fama... No la merecen, ninguno. Por eso es que hoy les haremos un favor y los aniquilaremos, así dejan de pasar tanta vergüenza, y nos haremos con el poder que no merecen. Pero antes de eso...
Irene volvió a presionar su pie contra la palma de Han, ganándose de su parte un grito de dolor y frustración a la vez. Él le tomó de la pierna, con la intención de actuar, hacer lo que sea para liberarse, pero ella le apuntó con su pistola y sabía que de intentar lo mínimo, sería en vano.
— Mira, hey, tú —giró su cabeza a SeulGi y la boca se le secó; MinHo estaba con sus ojos entrecerrados, el cuerpo tembloroso, su piel toda moreteado y dañada, la sangre bajando de su cintura para abajo En su cabeza, la glock se colocaba. Un disparo que sería el fin del inocente chico. Sollozó—. Así... No cierres tus ojos, no los apartes. Debes presenciar el momento exacto en que toma su último aliento —Irene enredó sus manos en su clara cabellera, obligándolo a no voltear ni desviar la vista. SeulGi hizo lo mismo con MinHo, que ya ni lloraba. Se sentía seco, sin nada más que soltar, solo ese líquido escarlata que poco a poco le quitaba su vitalidad—. Obsérvalo. Observa cómo le voy a volar los sesos, como sus ojos perderán brillo y no quedará más que un cuerpo inerte. Desaparecerá. Por y para siempre. Y todo... Por ti.
Las lágrimas no paraban de bajar por sus redondos mofletes, incontables, humedeciendo todo su rostro y cuello. Su Minnie no merecía nada de esto. No mereció los golpes, el abuso, el dolor, el sufrimiento. No mereció que, debido a su amor, viviese tan horrible experiencia. Y por supuesto, no merecía la muerte.
¿Qué sería de él sin MinHo? ¿Sin su dulce e ingenuo chico?
No podía imaginárselo.
— No... Por favor... Te lo imploro.
— Me lo imploras... —la fémina se carcajeó, negando con la cabeza luego—. No. Es muy tarde —posó el arma, más segura y decidida—. Así que... ¿Una última cosa que decir?
— Mi-Minnie... Mi Minnie, yo... Nunca quise... Lo sie-
Balas. El sonido ensordecedor de ellas, inundando la atmósfera. Fueron dos, disparos certeros que sacudieron levemente el cuerpo de SeulGi. Sus párpados, entonces, se abrieron de par en par y su boca dejó que una pequeña porción del poco aire que había en sus pulmones saliese.
Su último aliento.
Cayó y MinHo con ella. Un poco apartados pero en igual de condiciones. Ninguno se movía.
— Que lamentables últimas palabras, Kang SeulGi —el corazón de todos saltó, pero, en especial, el de JeongIn. Era Chan, estando ahí, parado, con la cara arañada, llena de rojeces y moretones, el belfo inferior partido, brotando sangre, y el pecho moviéndosele errático. Sus manos también estaban enrojecidas por sangre, su mirada, tan seria como siempre, con esos profundos ojos azulados, ceño fruncido y labios formando una disgustada línea recta. Por mera inercia, y porque su corazón así lo dictaba, Yang sonrió—. ¿Cuáles van a ser las tuyas?
Ahora apuntaba a Irene, que recién salía de su bruma de sorpresa y dolor. Ella también dirigió su pistola a Bang y este, como si se tratase de alguna especie de chiste, libró un par de risillas al compás que la pistola que tenía en manos libraba otros disparos. Disparos que fueron directamente al tórax de la chica, produciendo no únicamente su estrepitosa caída al suelo, sino, además, una vociferación de dolor altísima.
Se acercó.
— Vamos —ella tosió y la sangre salió de su boca, en cantidad, manchando sus labios, mentón y camiseta. Se ahogaba en ella. La garganta le ardía, el pecho le ardía, le quemaba, le dolía. Chan solo puso la pistola en su frente en tanto JiSung se levantaba y corría hasta su pareja, lloriqueando desesperado—. Dame una buena razón para no matarte ahora mismo.
— Maldito seas, infeliz de mierda, ojalá te pudras en el jodido infie-
Su índice apretó el gatillo y ella enmudeció, con su vida deshaciéndose en un chasquear de dedos.
Chan resopló justo en el momento que una llovizna comenzó a caer. Era apenas un suave rocío que comenzó a tomar fuerza con el pasar del tiempo.
— Que poco creativa —murmuró—. Ya he escuchado esa.
Y se sentó en el suelo, volteándose. Todos los chicos le veían, menos JiSung, que se aferraba al cuerpo de MinHo mientras sollozaba, y ChangBin, que solo estaba en el suelo, viendo el cielo.
Felix fue hasta él, preocupado, lanzando la pistola lejos. Estaba odiándose tanto en ese momento, odiando a esas malditas armas y su vista asquerosa, causa de todas sus desgracias.
— Binnie... —lo ayudó a enderezarse y el bajito no alcanzó a retener un largo quejido, al tiempo que llevaba una mano a las laceraciones en su abdomen—. ¿Estás-?
— Lo hiciste bien... —lo oyó balbucear—. Lo hiciste... Bien. No pienses que no...
Sus ojitos volvieron a llenarse de lágrimas.
— No fue así... —lo abrazó pero ChangBin no correspondió. En cambio, su cuerpo se había hecho pesado, más de lo debido—. ¿Bin...? —vio su rostro. Tenía los ojos cerrados y una expresión serena. El corazón se le detuvo—. ¡Binnie!
Así que, así fue como llegaron aquí...
— ¡Minnie! —vociferó JiSung, besándole constantemente, ahogado en un mar de saladas lágrimas—. ¡Minnie! ¡No, mierda! ¡Despierta, despierta!
— No, por favor... —Felix tomó la mano del ChangBin, acunándole en su pecho mientras temblaba y sollozaba—. No nos hagas esto, no me lo hagas a mi...
BangMind tragó grueso, levantándose y yendo hasta el sub-líder, tomando su hombro sano al estar a su lado para capturar de inmediato su atención.
— HanShot...
— Debemos ir a un hospital... —encontraron sus miradas y Chan arrugó su entrecejo, como si Han le hubiese hablado en ruso o árabe—. ¡Debemos ir a un puto hospital! ¡No va a soportar mucho más, Bang! ¡Mira nada más como está! ¡Él solo-!
— Cálmate, maldición —le interrumpió. Y lo hizo de nuevo cuando vio que el rubio iba a volver a abrir su boca, dispuesto a hablar con exaspero—. No podemos ir a un hospital... Sabes que nos preguntarán qué pasó y somos menores de edad. Nos meteríamos en muchísimos más problemas, y no necesito más de esa basura.
— ¡Pero...!
— No. Lo siento —suspiró—. Vamos a la guarida. Lo resolveremos. Tú y yo tenemos demasiado conocimiento en esto, podremos sanarlo. Va a estar bien. Solo confía en mí.
JiSung quería negarse, quería gritarle de nuevo e ir contra sus malditas indicaciones, pero sabía que no lograría nada con eso. Antes lo hizo y todo acabó terriblemente mal, agregando al caso que lo que decía era verdad. Los médicos seguro preguntarían la causa de toda esa agresión y sus mentiras necesitaban de bases o evidencias que no existían.
Así que se resignó. Se resignó y con desanime se levantó, cargando el inconsciente cuerpo de MinHo entre sus brazos a pesar de que le costaba, pero no importaba. Ni el dolor de su hombro ni el de sus brazos importaba. Solo MinHo. Siempre importó él y nada más el. Su chico.
Chan le indicó a HyunJin su ida y el chico afirmó, llevando a JeongIn consigo. Y, por una pequeñísima fracción de segundo, los irises JeongIn y los del destrozado azabache se encontraron, solo para que este último terminase negando y yendo hasta donde Felix. El pobre pecoso luchaba para lograr cargar a ChangBin.
— LixBoom, no puedes.
— Si puedo —gruñó, forzando sus piernas, temblando, rezongando pero alzándose. Y si, pudo, pero tan solo dos pasos antes de caer. Gritó sintiéndose, otra vez, inmensamente inútil—. ¡Maldita sea!
— Yo lo haré —dijo el ojiazul, en tono de orden más que de sugerencia. Pero Felix lo ignoró y trató, duramente, una segunda vez.
Un rayo partió el cielo al tiempo que él lo alzaba, solo para acabar de una manera idéntica a la primera vez.
— LixBoom... No lo repetiré de nuevo.
— Esta bien —cedió, solo porque sabía que un tercer intento no valdría de nada y su orgullo ya estaba por el subsuelo. No valía más la pena.
Chan acabó cargando a Bin y caminó al auto, con la victoria declarada aunque, algunos, teniendo el amargo sentir de derrotada en sus corazones.
Esperaste demasiado. Ahora, te hundirás muy hondo en el mismo hoyo oscuro y profundo que ellos, para nunca salir.
***
HOY ESTOY ACTUALIZANDO TEMPRANO WUUUUUUUUUUUUUUUUH.
CAPÍTULO MAMALÓN. ¿Les gustó? Sé que hay cosas que no van a entender, pero pronto van a ser explicadas.
Por cierto, ¿desean que ponga tipo narrativa lo que pasó con Chan y Wendy, o que simplemente lo mencione? Ya que es algo que solo quedó ahí, en el aire gsjdh. Lo que ustedes prefieran, recuerden decirme acá.
Ya, eso es todo. Cuídense mucho, tomense su agüita, ejercitense, coman bien y no sé trasnochen que eso hace mal al cuerpo djfhjf.
Les amo. Gracias por leer y votar. 💓💓
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