✘ Capítulo IX. ✘
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Me lancé con confianza en mí.
Pero, ¿por qué estoy siendo influenciado?
Me lancé con confianza en mí.
Pero, ¿por qué estoy siendo herido?
Todos fuera de mi camino.
En realidad estoy...
Tengo razón.
... Asustado.
Espera y verás.
¿Puedo hacerlo?
...
Tengo miedo de no poder mantener estas palabras.
– Side Effects.
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Apenas iban entrando para cuando la mano de JiSung ya estaba sobre la pelinegra cabellera de JeongIn, obligándole así a caminar más rápidamente.
Llegados a la sala, entre muchos quejidos pobremente ahogados y gruñidos de odio para nada disimulados, el rubio haló mucho más fuerte de lo agarrado en un duro empujón que terminó con un JeongIn tropezando y cayendo toscamente al suelo.
Y apenas este se estaba intentando reincorporar con ayuda de sus temblorosas manos, el pie de Sung le hizo volver a estampar la cabeza en el suelo, arrancándole un grito cargado de dolor. El resto solo se quedaron quietos, algunos cabizbajos, otros atentos, alrededor del par.
— Ahora sí, maldito inservible de mierda, vas a saber lo que le hago a los inútiles parásitos como t...
— HanShot, para... —advirtió en un gruñido Bang.
— Oh, ¡no me vengas a joder, BangMind! —bramó airado el experto en armas, encarando a Chan fúrico mientras que su pie presionaba más fuerte el cráneo de quién tenía ganas de asesinar en realidad—. Sabes que este imbécil la cagó olímpicamente, ¡tiene que pagarlas!
— Ajá, si, pero tú no eres quien decide eso.
Entonces, todo el cuerpo del apedillado Han se tensó, su cara se volvió un poema y su pie dejó de ejercer tanta fuerza. JeongIn agradeció para sus adentros.
— Ah, ¿sabes algo? —rió maniático, negando—. ¡Me importan tres hectáreas de verga quien seas tú o quien lo decide! No voy a permitir que...
BangMind se le acercó, en eso, interrumpiendo su habla con un aura intimidante y mirada profunda. JiSung, a pesar de verse ligeramente cohibido, no lo demostró en lo absoluto, alzando su molesta vista con aires de rebeldía y superioridad.
— ¿Te tengo que recordar mi posicion? —carraspeó el de mayor edad.
— ¿¡Yo te tengo que recordar la mía!? ¡Soy el maldito sub-líder, idiota! Y tengo el puto derecho a...
— ¡No tienes derecho a nada, maldición, así que calla ya tu jodida boca!
Todos retrocedieron un paso, callados e incluso pareciendo que se aguantaban cada uno sus propias respiraciones.
— ¡Yo soy quien manda aquí y quien decidirá lo que se hará, como se hará y en qué momento se hará! ¡Fin del maldito asunto!
Y en medio de todas esas miradas gachas, JiSung mantuvo la suya siempre alzada; sus flamantes pupilas nunca se desalinearon de los claros orbes del castaño de más edad hasta que, y en medio de todo el silencio sepulcral, soltó un par de risillas irónicas.
— Muy bien, Bang Chan. Nos llevarás a todos a la perdición una vez más, yo solo te aviso.
El nombrado tan solo bufó, malhumorado, al mismo tiempo que el rubio quitaba su pie de la cabeza de In y se iba, decidiendo que ya había tenido demasiado estrés por ese día. Además, la pierna que había recibido el impacto de bala le ardía como mil infiernos y no podía soportar mucho más.
La sala regresó al mismo absoluto silencio de antes, donde nadie parecía saber qué decir o hasta que pensar...
— HitJin...
— No —el líder lo vio sin entender—. Yo... Ya sé lo que me vas a pedir y, no, lo siento —se abrazó a sí mismo, evitando ver el malherido y jadeante estado del que todavía se hallaba en el piso, su pequeño bro...—. No puedo...
— Pues si él no quiere, yo con todo el gusto del mundo si —se ofreció Felix, llevándose malas miradas de todos los presentes—. ¿Qué?
BangMind rodó sus ojos.
— Bien, hazlo —mostró un ademán con la mano de aparente desinterés—. Pero más te vale no sobrepasarte o acabarás igual o peor de lo que lo dejes a él —afiló su mirada, con el ceño duramente fruncido—. ¿Entendido?
Felix puso los ojos en blancos a la vez que se encaminaba hasta HackerIn, tomándole de un brazo y alzándole bruscamente. El pobre chico retuvo un quejido mientras amargas lagrimas empapaban su magullado y sangrante rostro. Tembló pues apenas y podía mantenerse de pie, gracias al miedo que le colmaba.
— Como sea... —es lo último que dice el pecoso antes de comenzar a arrastrar de mala gana a Yang hacia las afueras de su guarida.
Bang nada más suspiró, estresado y sumamente agobiado, acariciándose el entrecejo con los ojos cerrados para, acto seguido, salir a paso rápido de ahí y encerrarse en su habitación de un solo portazo.
ChangBin y HyunJin, los únicos dos que habían quedado en el mismo sitio de llegada sin atreverse a opinar en ningún momento, compartieron una mirada dolorosa y, entre exhalaciones desganadas, se fueron a descansar a sus cuartos, esperando que, ya luego, fuese mucho menos tenso y más tranquilo que ahora.
A JeongIn le dolía hasta el alma.
Dios, si, incluso cuando una de las hebras de su despeinada y sucia melena se movía, a causa de solo el viento, le causaba muchísimo dolor.
Bueno... ¡Okay! Tal vez estaba exagerando...
¡Pero de resto, todo era real y muy agonizante! A su punto de vista, resultaba la manera perfecta de dar una idea exacta de lo terriblemente doloroso que terminó siendo aquella golpiza de "castigo".
Si alguna vez pensó que la novatada que le hizo HyunJin a sus inicios de ingreso a la gang había sido la peor paliza que le pudieron haber dado alguna vez en su vida, la de Felix le arrebataba el puesto, con orgullo, coronita y todo.
— Mierda... —intentó levantarse, boca arriba, apoyándose en sus codos. Todo el cuerpo le temblaba y la cabeza le propiciaba intensos puyazos por aquí y por allá, haciéndole marear. Pese a ello, él parecía reacio a las órdenes de su mente que le imploraban el quedarse quieto, puesto donde se encontraba era realmente... Cómodo. Definitivamente no era donde LixBoom le había golpeado—. ¿Dónde estoy...?
Miró a su alrededor, identificando esas paredes, la mesita de noche vieja, la cama, las sabanas, la almohada...
La habitación de BangMind.
¿Otra vez allí? Tercera ocasión y aún seguía sin saber con certeza como es que siempre acababa en ese mismo lugar.
Suspiró mientras hacía memoria de lo último que su mente podía recordar; la tensión palpable, gritos yendo y viendo; cuando su sentencia fue oficializada, a pesar de la desaprobación del sub-líder, HanShot; LixBoom sacándole a rastras hasta afuera y el momento exacto en que su pesadilla dio inicio. No pudo soportar mucho más después de reiterados puñetazos en su ya de por sí maltratado rostro, sumándole los otros en otras zonas como estómago, espalda y piernas.
Solo, todo se volvió negro, frío, desolado.
Y ahora que despertaba... Apenas y podía ver, sintiendo uno de sus ojos muy hinchado, nublándole la visión. La cabeza le palpitaba, las costillas le crujían cada que tomaba una inhalación y su boca tenía cierto sabor metálico. Palpó su cara con la yema de los dedos de su diestra, sintiendo vendas y gasas. Lo habían curado, ¿acaso había sido BangMind?
Su corazón se aceleró de pensar que si, pero en esos instantes tenía mayores preocupaciones, como... ¿De qué forma se supone que iba a ocultar todo esto? ¿Qué excusa les metería esta vez a sus padres? Porque, créeme, que te golpee una puerta o caer de las escaleras no te deja así.
— Carajo, ¿será este el fin del hombre araña? —murmuró entre risillas, intentando levantarse de nuevo entre muchos quejidos y hondas respiraciones. Terminó, una segunda vez, recostado en la cama—. Bien, definitivo; es el fin del hombre araña.
La puerta se escuchó siendo abierta.
— ¿Pequeño bro?
JeongIn alzó su mirada enseguida, encontrándose a...
— ¿HyunJin?
— ¡Pequeño bro!
En un parpadear, el de más altura ya estaba frente a sí, envolviéndole con fuerza en un abrazo. El menor no pudo retener un alarido de dolor que claro asustó y preocupó mucho más a Hwang, haciendo que le soltase solo para posar sus manos en la cinturilla del pequeño.
— ¡Lo siento! No quería... —suspiró pesadamente, descendiendo la mirada. Algo dentro de JeongIn le decía que el joven pelinegro delante de él se sentía culpable, y mucho—. ¿Cómo... Cómo te sientes?
— Bueno, tú sabes, de lo más increíble —ironizó, viéndole obvio—. ¿No crees que me veo fabuloso? —e hizo –o intentó– una pose diva.
HyunJin le vio con el ceño fruncido y el rastro de una sonrisa divertida surcando sus labios, carcajeándose sin poder contenerse después.
— Te ves terrible.
— Ahí tienes tu respuesta.
Por un momento, ambos rieron, siendo interrumpidos otra vez gracias a un siseante quejido proveniente de Jeong.
— ¿Quién me trajo? —le preguntó al más alto.
— Yo —respondió este, sentándose a su lado.
— ¿Y tú... También me vendaste y eso?
HyunJin asintió y JeongIn se tuvo que abstener de hacer una mueca.
Sí, estaba agradecido por eso, sin embargo de verdad esperaba escuchar que fue BangMind quien lo había hecho, o siquiera lo había llevado ahí. Se había ilusionado tanto en tan poco tiempo con solo esa idea... Que de verdad era estúpido.
Muy estúpido.
— ¿No tienes hambre? ¿O quieres algo más? Puedo traerte lo que-
— No, está bien, no es necesario.
La habitación se sumió en completo silencio. Ninguno de los dos decía nada, ni se veían; JeongIn jugaba con sus dedos y HyunJin jalaba un hilo suelto de su camiseta.
Pero de pronto, el mayor se acercó y envolvió en un reconfortante abrazo a JeongIn. El menor no supo cómo reaccionar más que corresponder el gesto, y al notar lo cómodo que se sentía, se acurrucó en su pecho.
Y, wow, ¿eran ideas suyas o HyunJin era demasiado acogedor y cálido? Sentía que podía quedarse así largo rato e incluso dormirse, tranquilo y en paz. Oh. De verdad que lo necesitaba, por un momento, anhelaba tanto la monotonía y calma de su vida cuando por su cabeza aún no se había cruzado la "fantástica" idea de ingresar a una gang.
«¿Qué tan estúpido fui al creer que esto siempre sería fácil y divertido?» analizó con un deje de arrepentimiento. Sus párpados de a poco se iban cerrando y su cuerpo, por puro instinto, acurrucándose más contra el pecho impropio. «Antes estaba demasiado confiado, pero en estos instantes me siento preocupado más que confiado...»
— ¿JeongIn? —llamó el apedillado Hwang. Su voz sonaba muy inquieta, con el mismo timbre preocupado desde que lo encontró en tales condiciones—. O-oye, no. Si te me mueres, tendré que enterrarte y, bueno, sé enterrar cuerpos pero... No me gustaría enterrar tu bonito cuerpecito.
— Espera... ¿Qué? —el hacker sonrió agraciado, reteniéndose las ganas de reventar en risotadas que fueron generadas debido a la exageración de Jin—. HyunJin, no seas dramático.
— Solo quería escuchar esa bonita risa tuya.
Yang percibió como un calor intenso se instaba en sus mejillas, causando que escondiese su carita de nuevo, sumamente apenado. Escuchó a HyunJin reír y entonces le dio un golpecito en el pecho.
— Noda risa.
— Sida risa.
— Idiota.
— Así me quieres, ¿no pequeño bro?
JeongIn volvió a separarse para verle. ¿Quererlo? Por alguna razón, en su cabeza sonaba como una expresión muy fuerte. Apreciaba a HyunJin, le caía bien y siempre le hacía reír pero... ¿Lo quería?
No estaba seguro de eso. Para él, ese tipo de emociones era algo que todavía era muy pronto a expresar.
— Ehm... ¿Me podrías traer agua?
— Oh —JeongIn pudo ver cómo la animada expresión de su amigo se iba desvaneciendo, pero aún así asintió y se levantó, soltando al más joven—. Si, claro. Ya vuelvo.
El chico salió veloz y Yang se dedicó a esperarlo, con más fuerzas para ahora sí sentarse mejor en la cama con la almohada tras su espalda. De tal manera era más cómodo.
Escuchó pasos alejándose, silencio extendido y, después de alrededor de unos tres minutos, pasos de nuevo. Enseguida vio la puerta, esperando la entrada de HyunJin.
Lo que no pudo prever es que entrase con Bang Chan detrás.
A JeongIn se le salió el alma del cuerpo, estaba preparado para lo peor y todavía más por la endurecida expresión del mayor. A fin de cuentas, era él quien la había embarrado descomunalmente, ¿no es así?
— JeongIn —escuchó la carraspeante voz de Bang, haciendo que se enderezase enseguida—. ¿Cómo estás?
— Bien, creo...
— Mhm.
— Aquí tienes, pequeño bro —HyunJin le entregó un vaso de agua y una pastilla. Se sentía como un dejavú, solo que con Chan allí.
— Gracias, HitJin.
El peleador le sonrió y JeongIn ingirió ambas cosas, dejando el vaso hasta la mitad. El azabache mayor iba a volver a sentarse, pero el líder negó y le susurró algo al oído a lo que HyunJin muequeó pero, de todos modos, acató. Después de echarle un último vistazo a JeongIn, le sonrió con encanto y salió del cuarto.
Yang no tardó en alertarse por ello. Ahora solo estaban él y BangMind, y este le estaba viendo de una forma poco tranquilizadora.
— ¿Qué sucede...? —In le daba pequeños sorbitos al agua, los nervios se lo estaban comiendo vivo.
— Tú sabes lo que sucede —respondió, tomando lugar donde antes estaba HyunJin.
— ¿Es por lo de... Manzanita?
Chan suspiró. — Sí, por eso.
JeongIn puchereó y Bang únicamente se dio golpes mentales al verse a sí mismo pensando en besar ese precioso –a pesar de las pequeñas heridas que tenía el mismo– abultamiento labial.
«Regla número tres, regla número tres...»
— ¿Estás molesto conmigo? Tal vez... Frustrado o... ¿Decepcionado?
— No, no estoy molesto.
«No estoy molesto» se repitió cientos de veces en la cabeza de JeongIn, haciéndole remover algo en el pecho.
— Pero si decepcionado... —susurró muy bajo In, agachando la mirada con cero ánimos y dejando el vaso en la mesa de noche.
El otro negó con la cabeza.
— Tampoco estoy decepcionado.
— Mentiroso.
— No te miento.
— Claro que lo haces.
Volvieron a mirarse y, aunque el menor se sintiese intimidado, no mostró ningún indicio de ello y muy por en cambio, decidió mantenerse firme, sosteniéndole el fijo y quedado contacto visual.
— ¿Por qué razón lo haría? —interrogó Bang luego de un corto rato en que no hicieron más que observarse el uno al otro, silenciosamente.
— Porque... —quiso defender su afirmación pero, entre balbuceos y pensamientos que realmente no concluían en nada, calló.
Y el líder sonrió.
JeongIn siempre tenía la costumbre de querer contradecirle y nunca tenía la respuesta a sus 'por qué', a fin de cuentas.
— ¿Ves? No sabes qué decir porque no existe razón alguna. Lo que si sabes, y muy bien es que si lo estuviese, te lo hubiese dicho y ya. No me reservo nada de ese tipo, es algo característico de mí y que tú, mejor que nadie, conoce.
Yang exhaló, sacudiendo ligeramente su cabecita en un «Sí» con su vista de nuevo baja.
— Bueno... En eso tienes un punto.
— Ujum.
El silencio reinó por segunda vez, pero...
— Pero, oye, JeongIn...
... Chan se decidió por extinguirlo de nuevo, en esta oportunidad, no reteniéndose un par de cosas que desde hace un rato deseaba decir.
— ¿Si? —lo miró nuevamente, más tímido y temiendo escuchar cosas que realmente no deseaba y prefería ahorrarse el oírlas.
— Yo de verdad no estoy decepcionado de ti —soltó, palabras que captaron con rapidez el interés del menor de edad—. Solo... Supongo que había una pequeña parte de mi, como en todos, que realmente pensó que lo harías.
— Eso es decepcionarse.
— No, escúchame —demandó, con un tono más severo del que esperaba. El otro obedeció de inmediato, desviando su vista a cualquier parte, a pesar de que todo le llevaba al mismo que ahora no deseaba ver—. Cuando viniste a esta gang, te presentaste delante de nosotros como alguien que tenía muchas agallas, a pesar de ser solo un niño, uno muy estúpido, debo decir...
— Que sutil...
— Shh, cállate, cállate. Te dije que me escuches —JeongIn resopló, virando sus ojos y puchereando, por inercia. Chan únicamente desvió la mirada, porque sabía que si seguían así, las cosas no tardarían en terminar como lo ha estado queriendo evitar—. A lo largo de tu estadía aquí... No dejaba de verte y darme cuenta que esa actitud tan valerosa tuya que adoptaste al principio se mantenía, aunque no con la misma intensidad. Tenías y tienes tus momentos donde solo eres un adolescente normal o hasta un infantil niño, que no se toma nada en serio. Por lo mismo, siempre tuve cierta duda de si realmente tienes madera para esto, y en el momento que fuimos contra aquella otra gang, podría probarlo, verte en acción... Literalmente.
» Durante todo el plan, te mantuviste bien, al margen, por así decirlo. Pero en el momento que JiSung te tendió aquella pistola, pidiéndote acabar con la vida de aquel chico, lo noté; tu rostro palideció y te congelaste de pies a cabeza. Era obvio que estabas asustado, como un niño pequeño. Estabas tardando mucho en hacerlo hasta que finalmente lo dejaste ir, y todos quedamos boquiabiertos porque, honestamente, nos esperábamos más al JeongIn de ingreso a la gang que dijo sin titubeos estar muy seguro de asesinar a alguien, en lugar del temeroso JeongIn que desobedece y deja escapar a ese mismo alguien, quien fácilmente nos podría arruinar.
JeongIn estaba algo sorprendido de lo que decía su líder. El qué pensaba y cómo lo veía... No se imaginaba que fuese así.
— Entonces, eso significa...
— Significa sorpresa, no decepción. Esperaba más de ti, esperaba que agarreses el arma con decisión y lo hicieses, aunque a la vez no. No lo sé. Es raro de explicar...
— Para mí... —pasó saliva, tembloroso. La otra mano de Chan, de un momento a otro, estaba sobre una de sus piernas propiciando leves caricias y eso no podía ponerle más nervioso—. Para mí también es difícil explicar como me sentía en ese momento... JongHo en serio no se veía como alguien malo, nosotros incluso... Hablamos durante un rato sobre como cada uno acabó en una gang y eso, cuando lo teníamos de rehén aquí. Fue agradable, entonces creo que, sin quererlo de verdad, forme algún tipo de lazo con él. Me reflejaba en él, me veía cada vez más en él... Y... Y en el momento de tener que matarlo...
Hizo una mueca, a lo que el australiano se acercó más y acarició una de sus mejillas con sutil esmero, buscando calmarle.
— No pude. Era como asesinarme a mí mismo. No podía con él viéndome de esa forma, rogándome, llorando, abrazándome así de fuerte, yo solo... —en sus ojos las lágrimas se agolparon y pese a que lucho porque no saliesen y le hiciesen ver más débil de lo que ya de por sí se sentía, muchas terminaron surcando sus mofletes, hasta el mentón—. Us-ustedes no pueden entenderlo porque no estaban en mi posición, p-pero pude apreciar como nadie más ese miedo en sus ojos, el terror, la súplica... No solo en él, sino en mí por igual, porque también tenía mucho miedo, Chan... Entre la presión de ustedes, HanShot y la de JongHo... Era... Era demasiado y-y yo solo no podí-
Sus palabras, de pronto, se vieron pausadas cuando Chan unió delicadamente sus belfos contra los ajenos, teniendo especial cuidado ya que era consciente de las heridas en los labios impropios.
JeongIn, como acto de reflejo, abrió sus ojos de par en par auténticamente sorprendido de aquello, más solo bastaron unos pocos segundos para que terminase abrazándose a su cuello y correspondiendo. Chris lo tomó como algún tipo de señal por lo cual envolvió su cintura con ambos brazos y les juntó de tal manera que la distancia era inexistente entre ellos.
Su lengua hizo aparición, lamiendo apacible cada magulladura y arrancándole varios suspiros a Jeong que, avergonzado, trataba detener, pero su cuerpo parecía estar actuando por sí solo.
Sí, actuaba por sí solo cuando acariciaba cariñosamente las oscuras raíces existentes en la nuca de Chan. También actuaba por sí solo cuando se subió del todo a su regazo y acomodó sus piernas a cada lado del líder, y por supuesto que lo hacía al momento que le concedió el permiso de entrar en su boca, entreabriéndola un poco, y ambos se exploraron de tan exquisita manera. Sus sinhuesos envueltas en medio de una danza que pasaba de lo más suave a lo más demandante, en cosa de pocos segundos.
Yang fue quien deshizo el contacto labial en cuando sintió sus pulmones arder intensamente, gracias a la falta de oxigenación. Maldijo para sus adentros ya que, si fuese por él, se quedaría ahí, así, contra sus deliciosos labios, su cálido pecho y acogedores brazos...
Oh, si tan solo lo suyo no fuese tan prohibido...
— Tú... —volvieron a alinear sus miradas; pechos agitados y pupilas dilatadas. Labios hinchados, pero no satisfechos—. ¿Tú lo hubieses hecho? ¿Hubieses... Matado a JongHo?
Chan pareció desconcertarse un poco por la pregunta, su expresión lo delató. Pero el menor de la gang no se arrepentía de haberla hecho, de verdad quería saber cuál sería su respuesta a ello.
— Honestamente...
— No —respondió, muy seguro. Yang alzó sus cejas. Mentiría si dijese que no estaba asombrado—. No lo hubiese hecho.
— Bien —sonrió, sintiendo el pesar en su pecho y espalda desaparecer—. Bien...
Su atmósfera se volvió a tornar silenciosa pero, contrario a la otras veces que era realmente incómoda, en esta ocasión resultaba muy reconfortante para ambos. Sus pupilas, que no dejaban de observar al otro, y sus bocas, ansiosas, deseándose en silencio...
Entonces, volvieron a unirse; esta vez la iniciativa vino de Jeong, quién lo haló con sus manos las cuales se hallaban enredadas entre sus rizos, acariciándole y tirando suavemente. Chan únicamente consentía con una afabilidad inimaginable su curvatura favorita de In al mismo tiempo que sus labios se movían a un lento pero adictivo compás, más profundamente que con anterioridad. El coreano jalaba sus belfos, los lamía y delineaba, jugando ocasionalmente con la joya entre estos a lo que Chan suspiraba, cada vez más exasperado.
De un momento un momento a otro, Yang estaba sobre la cama, entre las desorganizadas sábanas y abarrotadas almohadas, con Bang encima solo que sin poder nada de peso. Se separaron y sus miradas chocaron, generando que una llamarada intensa se formase a base una simple chispa. El razonamiento lógico y poco juicio que les quedaba era obstruido ante la todos estos sentires, la fogosidad en sus cuerpos, las ansias, la cercanía que mantienen y que les permitía visualizar todo detalle del contrario, por muy diminuto que sea.
Y aunque las reglas dicen que no se pueden tener secretos, JeongIn tiene uno pequeño.
Chan es jodidamente hermoso.
Y otra cosa, no tan secreta...
Tiene total control sobre él.
Y no, no sabe qué tan peligroso es, no sabe que se está metiendo en la mismísima boca del lobo por cuenta propia, no lo sabe mientras vuelven a besarse por tercera vez esa mañana, más necesitadamente que antes, mucho menos lo sabe cuando las grandes manos del australiano le recorren entero, desde el pecho, a su cadera y espalda, apreciando su delgada fisionomía, y sus entrepiernas por impulso se aproximan y tienen un pequeño encuentro, sacándoles a los dos un suave jadeo.
No, no tiene ni idea cuando...
Pasos se escuchan.
¿Qué?
— Chan... —suspiró contra su boca y Bang sintió que estaba perdiendo la maldita cabeza. Pero otra cosa llama más su atención—. ¿Esos no son...?
— Pasos, alguien viene —se quitó de encima al menor y se sentó en el borde a una velocidad que desorientó totalmente a In, el cual, solo parpadeo tratando de acostumbrarse al repentino frío y lejanía del mayor—. Voltéate y finge estar dormido.
— ¿Ah?
— JeongIn, solo ha-
— ¡BangMind!
Repentinamente, la puerta se abrió y un JiSung muy desesperado y al borde de un ataque de pánico entró. BangChan frunció su ceño. No era normal ver al experto en armas así, a menos de que se trate de algo realmente serio y que influyese directamente contra él.
Este mismo, por otro lado, miró a Chan confundido. Luego JeongIn en la cama, dándole la espalda, "durmiendo". De nuevo, sus orbes puestos en el oriundo de Australia, el cual portaba una actitud tranquila y relajada haciendo... Nada.
— ¿Qué hace aquí? —señaló al menor con su mano libre. La otra sostenía un teléfono.
— HyunJin lo trajo luego de lo de Felix... Y se durmió —respondió simple, neutro. La tensión todavía era palpable entre ellos.
— Bueno... —pareció desconfiar, pero le quitó importancia en lo que recordó porque fue allí—. ¡A lo que venía! —mostró la pantalla del teléfono que recurrentemente usa toda la gang, su rostro deformándose por la preocupación—. ¡Es MinHo! ¡Mi MinHo! ¡Lo tiene una estúpida gang femenina!
Chan frunció el ceño, incrédulo.
— ¿Qué dijiste?
— ¡Que lo secuestraron! —se exasperó—. Mira...
En lo que enseñó el celular se pudo apreciar como, luego de dar un toque a la pantalla, un vídeo empieza; en este mismo se lograba apreciar al nombrado novio del rubio, atado a una silla de manos y tobillos, con moretones e hinchazones en su rostro, sangre escurriendo de su boca y cabeza caída, como si estuviera en un estado de inconsciencia. Después de unos segundos, aparecen cinco chicas que con un andar atrevido se acomodan alrededor de él. Todas cargan máscaras, escondiendo su verdadera identidad, hasta que solo una de ellas se la quita, mostrando una sonrisa socarrona.
« — ¿Dicen ser la gang más ruda de toda corea? Oww —la chica puchereó, haciendo una mueca triste que a Chan no pudo desagradarle más. Le recordaba a alguien y no precisamente eran los más bonitos recuerdos—. Pues atrévanse a poner un pie aquí y... —con una mano en la melena del golpeado MinHo, la agarró y con fiereza la haló hacia atrás, despertándole y causándole un fuerte grito de dolor, conjunto a una mueca de mucho sufrir. Realmente estaba mal, muy mal—... Sálvenlo. »
Justo ahí el pequeño filme se cortó y HanShot descendió el aparato tecnológico, con el cuerpo tenso.
Al castaño le dio una crisis existencial; cerebro en blanco, ojos mirando a la nada y boca entreabierta.
Y tanto JiSung como el 'durmiente' JeongIn esperaban una respuesta de la mente maestra.
— ¿BangMind?
— Está bien —reaccionó, sacudiendo su cabeza y analizando tan brevemente como podía la situación—. Esto... Ah, necesita tiempo, HanShot, y lo sabes —el otro muequeó—. Pero idearé algo e iremos por él lo más pronto posible, ¿okay? Estará bien.
— Okay —se vio más entusiasta y aliviado, incluso sonriente. Bang le devolvió el gesto—. Confío en eso.
— Confía en mí. ¿Cuándo te he defraudado?
Han rió.
— Nunca.
— Así es. Ahora, largo de aquí.
El otro asintió y, con una actitud más positiva, salió de la habitación.
JeongIn se sentó apenas escuchó la puerta cerrar, viendo atento a su líder.
— Parece que se les ha hecho costumbre interrumpirnos —rió bajito.
— Si... Creo que hasta se turnan para eso —Chan le acompañó en su risotear, ambos se miraron cálidamente.
JeongIn se ruborizó y bajó sus ojos a la cama, con una boba sonrisa. El de más edad también se coloreó de un fuerte carmín, así que solo apartó la vista, sintiendo ese extrañamente familiar cosquilleo en su estómago.
«Oh, mierda, no puede ser que...»
— ¿Ya se arreglaron ustedes dos? Ayer parecía que se matarían —preguntó el de cabellera oscura, causando que Bang abandonase, inmediatamente, todos aquellos otros estúpidos pensamientos
— Siempre que peleamos es así, regresamos a la normalidad al rato.
JeongIn asintió.
— ¿Qué sucedió?
— Al parecer unas tipejas se quisieron pasar de listas y tienen de rehén a MinHo para hacernos ir y... —se encogió de hombros—. No lo sé. Supongo que derrotarnos y así ganar notoriedad.
— Oh... ¿Y qué haras? O-o haremos...
— Planearé algo lo más rápido que pueda —terminó por levantarse, estirándose un poco. JeongIn se dedicó a contemplarlo en silencio, aprovechando para admirarlo de pies a cabeza.
No llevaba más que una camiseta sin mangas, dejando a la vista esos trabajados bíceps repletos de varios tatuajes que tanto a Jeong comenzaban a encantarle, más un pantalón de dormir, bastante suelto. Sus marrones y desordenados rulos iban en todas direcciones, unos cuantos rebeldes cayendo sobre su frente, y las venas de sus manos transitaban un marcado camino por sus, también, entintados brazos, desapareciendo de a poco. Labios hinchados, con ese piercing que le enloquece al momento de los besos. Ojos suavemente cerrados, haciendo de esa expresión seria, neutra, justo su encanto pues no podías descifrar, por mucho que lo intentases, que era exactamente lo que pasaba por esa entramada cabeza.
Misterioso era la palabra perfecta para definirlo, aunque también...
«Hermoso, sip, definitivamente, es completamente hermoso...»
— ¿Disfrutando de las vistas, Yang? —le sacó de su burbuja de ensoñación, con una sonrisa burlesca y mirada intensa.
El dichoso volteó la cara, haciéndose el desentendido. Sus labios se abultaron en un puchero y el entrecejo se le arrugó.
— No sé de qué hablas.
— Si, claro —Chan rió y JeongIn sonrió, sin poder evitarlo—. Anda, levántate. Tengo mucho que hacer.
— ¿Uh? —lo miro, con desilusión. ¿Qué tan iluso fue de pensar que... Lo que sea que hacían, iba a continuar? Por dios, ¡incluso se sintió un tonto hormonal!—. Oh, eh, si... —y con lentitud, bajó de la cama y se puso de pie. Al menos, ya se sentía mucho mejor... Como que esos besos con Chan fueron realmente senadores, bueno, todo con él siempre era mucho mejor—. Yo... ¿Qué hora es? Dios debo ir a casa o ahora sí mis padres me matan.
— Duh genio, lo sé, planeaba llevarte —ironizó, estirándole su mano—. Son las siete de la noche... ¿Vamos?
— Me arrancarán la cabeza.
El castaño carcajeó de nueva cuenta mientras que JeongIn sonreía.
Todo había sido mejor de lo que se había podido esperar, a pesar de que no continuó como deseaba. Su sonrisa alegre regresó y su mano agarró la ajena, entrelazando tímidamente sus dedos.
Una pequeña muy fría, otra más grande y confortablemente caliente. Siempre tan complementarios...
— Vamos.
Por favor, para, detente ahora, detente cuando aún no es tarde. ¿Crees que él será tu salvación? No puedes estar más equivocado...
***
¡Y aquí empieza la continuación!
Mis capítulos normalmente son muy largos por lo mismo que les dije; soy minucioso a la hora de narrar. Sin embargo, he estado adoptando un nuevo estilo de escritura más simple que en los próximos capítulos (después del XVIII) se notará más.
¡Ah! También olvide aclarar que soy horrible haciendo poemas JSHSJSHS. Así que habrá uno que otro poema mío y sino, un fragmento de una canción que pega mucho con el capítulo. Igual, siendo ese el caso lo aclaro.
2:30... Solo tendré tres horas de sueño. No sé cómo voy a sobrevivir a mi carrera a este paso. Terminaré vendiendo golosinas en los buses JSHSJSH, no mentira.
O tal vez sí (?
eN fIn. ¡Espero que les guste!
Recuerden tomar awita, comer bien, hacer aunque sea un poco de ejercicio y dormir 8 horas, no como yo que solo duermo dos o tres. Las ojeras me van a llegar al suelo.
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