capitulo 3
Al día siguiente, martes, seungmin fue a eso de las dos de la tarde al garaje, llevando en su mano
el abrigo del más alto y en la otra un paraguas, había comenzado a
llover hace unas horas y, probablemente, no pararía hasta la otra semana.
-Te lo juro, fue muy
vergonzoso...- Rió,
hablando con jeongin con el manos libres. Contigo
no, porque ya no tengo vergüenza. Pero él... ¡Aaah! Que lo recuerdo y quiero llorar.
-No seas idiota, min, deberías dormir más. Ese
proyecto lo diseñé yo y sabes
que es para el año
que
viene.
-Faltan dos meses para el
año que viene, i.n -. Lo
regañó.
Y es que, ambos se complementaban, porque jeongin hacía todo muy tarde y él muy temprano. Cuando trabajaban juntos, siempre terminaban entregando las cosas a la mitad del tiempo
propuesto.
-Vamos a comenzarlo en
febrero, aún tienes cuatro
meses. Tómalo con calma,
idiota.
-Tú eres un puto flojo, no sé ni como hiciste para recibirte -. Bufó.
-Corrección, soy un genio. Como sea, debo terminar unos papeles de mi esperado divorcio, nos vemos luego, mi medio amigo.
-¿Por qué medio- -Fue interrumpido.
-Porque eres pequeño,
entonces eres la mitad de un
amigo. Le colgó.
Y seungmin rodó los ojos, aunque ya lo extrañaba. Hace algo así como tres meses que no lo veía porque se había ido a vivir a Nueva Zelanda por una temporada en busca de creatividad y despejarse
de lo caótico de su vida
amorosa.
Suspiró antes de meterse a la parte del garaje, ya que hoy día las puertas estaban abiertas. Eso le pareció raro, pero aun así
se encogió de hombros y se metió.
-¿Hola? ¿Hay alguien?
-Aquí abajo - -. Se escuchó desde uno de los autos.
-Oh, allí -. Rió –. Traje tu abrigo...
-¿Cuánto costó tu saco? -Preguntó de repente, sin dejar de sonar tosco.
-Algo así como ciento
cincuenta mil wons. Creo
que aquí serían cientoveinticinco dólares o
algo así -. Se encogió de
hombros.
-Bien. Voy a devolverte
ese dinero -. Respondió
rápidamente.
-¿Uh? ¿Qué pasó- -Fue
interrumpido?
Sentía que la gente e
interrumpirlo iban de la
mano.
-Mi perro se comió tu saco
-. Salió de abajo del auto
Ahora soy yo quien lo siente
y estâ avergonzado -. Bufó.
-Oh, si es por eso no hay
problema –. Contestó -.
Tranquilo, puedo comprar
otro -. Apoyó el paraguas contra la pared -. Pensaba
renovar mi guarda ropas de
cualquier manera.
Comprar esto, comprar lo
otro, no te hagas problema
por el precio, el dinero no
es problema...
Bang bufó,
¿Qué acaso sus padres no le
ponían límites?
-¿Acaso tus padres son
millonarios o algo? Vas a
acabar con todas sus tarjetas
-. Terminó por decir, de
forma impulsivay un tanto
grosera-.
De seguro has
gastado más que yo en mis
veintiséis años de vida -.
Rió sarcásticamente.
-Es mi dinero -. Seungmin lo
miro confundido.
-Que esté en tu tarjeta
no lo hace tuyo, menos si
es el sacrificio de otros -.
Suficiente de aquello, bang
tenía un severo problema
con quienes botaban dinero
porque sí.
-Mira, chan, no estoy
entendiendo que quieres
decir, pero todo el dinero
que tengo es mío -. Se había
puesto firme.
-Yo creo que eres
demasiado joven, deberías
Volver a casa y decirles a
tus padres que rompiste su
auto -. Lo miró fijo.
Allí seungmin entendía a que
se refería aquel pelinegro
lleno de aceite. Y su rostro
se puso rojo, hace un tiempo que no le sucedía
algo así.
-¿Quién demonios te crees
que eres para hablarme
así? -Lo señaló -.
Para tu
puta información, tengo
veinticinco malditos años
y tengo todo lo que tengo
gracias a mi esfuerzo y a mi
trabajo. ¡Esa puta carretera
que ves afuera la hice yo,
también el supermercado
que está a dos cuadras de tu
taller, y arreglé el maldito
puente por el que pasa la
maldita carretera!
-Incluso
había tocado su pecho
varias veces.
Y lo que más jodia a seungmin,
era el hecho de que no
estaba a su altura parapoder abofetearlo.
Maldito
poste de mierda, pensó para
sus adentros.
Mientras tanto, chan
no sabía dónde meterse,
había sido grosero sin
razón alguna y había hecho
enojar al enano. Reconoció
al instante que había sido
un imbécil y se sintió un
poco mal, como pocas
veces, el calor subió a sus
mejillasy estuvo a punto
de responderle cuando él
volvió a hablarle.
-Y toma tu maldito saco
-. Se lo arrojó con fuerza,
dejándolo colgado en su
cabeza -.
Me llamas cuando
esté mi auto -. Hizo énfasis
en el mi antes de darse media vuelta e irse.
Dejó atrás a un perplejo
y asombrado chan,
quien no creía que el
chico gardenia tenía tanto
carácter.
-Demoios, bang, ¿Por qué
eres tan idiota?
-Bufó
limpiándose el sudor
con la parte limpia de su
antebrazo.
Mientras, el pequeño
pelicastaño volvía pisando
fuerte a su casa entre
bufidos y maldiciones.
-¿Quién se cree que es para
tratarme así? A mí!
-Sus
manos se volvieron puños y
luego volvió a maldecir.Pronto, volvió a sentir
gotas de agua mojando
su cabellera y recordó un
importante detalle.
-¡Mi maldito paraguas!
-Comenzó a hacer una
rabieta en medio de la calle
-. Eres un imbécil, seungmin-.
Gruñó.
Realmente podrían
cuestionarle cualquier
cosa, menos su trabajo. Se
había esforzado estudiando
durante toda su juventud
para llegar a donde estaba.
Caminó y se jaló el cabello
hasta que sintio que
estaba sobre un charco y
volvió a decir groserías,
por milésima vez en loque iba del día. Luego, su
estomago sonó y recordó
que no había desayunado ni
almorzado.
Como nota mental, se
dijo que debía ser más
cuidadoso con su cuerpo,
porque saltarse comidas
y horas de sueño no era
bueno.
Pero no lo hacía a
propósito, de verdad
que no.
Simplemente se
olvidaba porque siempre
encontraba algo mejor
que hacer. Suspiró, odiaba
ser de aquella forma;
no
solo porque no era sano,
sino también porque era
agotador a largo plazo.
El día se había puesto
horrible luego de aquel
encontronazo que
había tenido con su
mecánico.
Sumado a que
un arquitecto, de otro
proyecto, lo había llamado
porque se le había ocurrido
remodelar toda una planta.
Realmente su cerebro era
una mierda porque aün
seguía dándole vueltas
al asunto y, cuanto más
trataba de no pensarlo, con
más intensidad lo hacía.
-Lo peor de todo es que me
estaba regañando... Como
si yo de verdad fuese un
niño! -Gritó sobre el cojín
de su sofá-. ¡Maldito poste
prejuicioso! ¡Ugh! -Golpeó el cojín.
¡Yyo pensando que
podríamos ser buenos
conocidos, o incluso
amigos! Ugh, idiota.
Ojalá
no me tope con más gente
como él. Solo quiero
conocer a quienes sean
como Adeline y Gerard.
Nuevamente, volvió
a quedarse dormido,
derramando lo poco que
quedaba dentro de su cajita
de jugo en el piso, junto a
las migajas del sándwich
que acababa de comer.
Les esta gustando esta adaptacion?? Porfis diganme en los comentarios
Bye
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