Capítulo 2
Louis' POV
De alguna manera había acabado sentado en la silla de un café del centro de Londres. Harry había pedido un taxi que nos había traído hasta aquí. Y ahora se encontraba sentado frente a mí, inclinado hacia atrás en su silla, bebiendo su café negro lentamente.
-No entiendo cómo puedes soportar el sabor de esa cosa- dije, arrugando la nariz.
Sus ojos nunca habían dejado de mirarme atentamente, estudiándome, pero en ése momento chispearon con algo de diversión.
-Y yo no comprendo cómo puede gustarte el té- respondió tranquilamente, dando otro sorbo al oscuro líquido.
-Pero... es que ni siquiera le has puesto azúcar- dije.
-Podrías compararnos con nuestras bebidas; yo oscuro y amargo... y tú dulce y suave- contestó.
Mis mejillas adquirieron un ligero tono rosado.
-Ahora sería mejor compararte con un smoothie de fresa- añadió.
Me sonrojé aún más.
-Y ahora con uno de frambuesa.
Mis mejillas ardieron en llamaradas que se extendieron por todo mi rostro.
-Ya, si sigues sonrojándote, tendré que compararte con ponche, niño.
Cubrí mis mejillas acaloradas con mis manos.
-Si dejaras de decirme esas cosas, podría dejar de sonrojarme- me quejé.
-Me gusta el ponche- sentenció.
Cerré mis ojos fuertemente.
-¡Harry! ¡Ya deja de hacer eso!- grité por debajo de mis manos.
No obtuve ninguna respuesta hasta unos segundos después.
-¿Hacer qué?- preguntó su voz suave y ronca a centímetros de mis manos, las cuales seguían en mi cara.
Las retiré y me encontré sus enormes ojos esmeralda mirándome fijamente, ardientes.
-Eso- respondí con voz pequeñita.
Una sonrisa de lado me dejó apreciar un pequeño atisbo de sus perfectos dientes blancos.
Volvió a retirarse y se inclinó nuevamente en su silla.
-Háblame sobre ti, niño- dijo sin despegar su mirada de mí.
-¿Sobre qué quieres que te hable?- pregunté, sintiéndome escrutado por él.
-No lo sé, dime algo simple... por ejemplo... mi color favorito es el rojo oscuro.
Fruncí el ceño.
-¿Rojo oscuro? ¿Por qué no simplemente rojo?- pregunté.
Un matiz de oscuridad centelleó en sus ojos.
-No querrías saberlo... si lo hicieras, huirías de mí- dijo con voz dura y seca. Luego de unos momentos, volvió a ser el mismo de hace unas horas-. Te he preguntado por algo sobre ti y he acabado diciéndote algo sobre mí, eso es muy descortés de tu parte, niño.
Mis ojos buscaron algo de inspiración en lo que nos rodeaba. Los aromas de la cafetería, los dulces y pasteles que se exhibían en un mostrador de cristal, los meseros y meseras que se movían por el lugar con agilidad y gracia...
-Ya sé, puedo decirte con seguridad que nunca sería un buen mesero- afirmé, volviendo a mirarlo.
Una leve sonrisa se dibujó en su rostro por unos segundos, revelando la sombra de unos hoyuelos, antes de volver a desaparecer, tan pronto como apareció.
-Yo seré médico forense- dijo con total convicción.
-¿Qué?- pregunté en broma- ¿Te gusta abrir a la gente en canal?- sonreí un poco, sin dientes.
Mi pequeña sonrisilla se esfumó al ver su rostro serio.
-L-lo siento...- musité avergonzado.
-No importa- dijo con voz oscura y trémula. Sacó su Iphone del bolsillo de su chaqueta y miró la hora. Sus ojos volvieron a mí- ¿Quieres algo más o podemos irnos?- preguntó.
-N-no, gracias... no quiero nada más.
-Perfecto- dijo. Llamó a una mesera que se encontraba desocupada para que cobrara el café y el té y pudiéramos irnos a una... ¿zona rosa? No, no, había dicho zona roja.
-Harry...- llamé su atención- ¿Qué es una zona roja?
Otra de sus sonrisas de lado me puso de punta los pelillos de la nuca.
-Ya lo verás- dijo misteriosamente.
-Oh, vaaamoss... quiero saber...
En ése momento la mesera llegó y comenzó a coquetear descaradamente con Harry. Se enrollaba el cabello mal teñido en uno de sus largos dedos de arpía y hablaba sólo a él, dándome la espalda completamente.
-¿Qué necesitas?- preguntó con voz sugestiva y chillona.
Harry la miró desinteresadamente.
-La cuenta.
La mesera bufó por lo bajo y se retiró, no sin antes dirigirme una mirada asesina.
***************************
Harry's POV
-Ya no quiero saber qué es una zona roja, Harry... ya no quiero...- decía el niño mientras abrazaba fuertemente mi brazo... o lo más fuertemente que sus debiluchos brazos podían.
Nos encontrábamos caminando por Paradise Hall, una de las zonas rojas más grandes y pecaminosas de Londres. En todas las manzanas veías pubs llenos de gente borracha, colocada y empalmada, bares, burdeles y algunos moteles; en cada una de las esquinas habían al menos tres o cuatro prostitutas con cuerpos exuberantes y chaperos delgaditos y bonitos, muy follables, aunque ninguno más que el niño que se aferraba a mi brazo como un ancla. Las calles eran oscuras, difícilmente iluminadas por unas farolas destartaladas, habían botellas rotas en el suelo, gente ebria por doquier, y olor a sangre, vómito y sexo en los callejones.
En resumen, no era la gran cosa, pero era mi mundo, en el que había crecido de pequeño y en el que me sentía como un pez en el agua, libre. Sabía exactamente qué hacer o decir en cada situación que pudiera presentarse aquí, cuando ser sumiso, atacar, gritar, golpear, escupir a la cara, patear o huir; era una de las primeras cosas que aprendías siendo hijo de quien yo lo era.
Aquí era donde podía relajarme, encontrar a alguien con quien desahogar la ira a los golpes, buscar sexo del duro, emborracharme hasta perder la consciencia o simplemente ir y pasar el rato, caminando. Era extraño, sí, pero era lo que era.
-Nada va a sucederte, niño- le aseguré a Louis sin dejar de caminar.
-Vámonos... por favor, tengo miedo...- suplicó de nuevo.
Lo miré de reojo. Su cabeza estaba pegada a mi brazo, sus manos aferrándose a mi chaqueta como si le fuera la vida en ello, sus ojos abiertos con pánico y su respiración acelerada.
-No seas nena, niño- gruñí, sonando molesto.
-Yo no quería venir...- se quejó.
Esta vez lo miré ladeando la cabeza.
-Claro que sí, niño, estabas ansioso por venir- repliqué, notando la ironía de la situación ya que hace media hora había estado acribillándome con la misma pregunta "¿Qué es una zona roja?" con su voz ridículamente aguda y aniñada.
-¡Mentira!- negó- Yo quería saber qué era una zona roja.
Dejé de caminar y lo encaré completamente.
-¿Querías saber qué era una zona roja?- pregunté irritado- ¡Pues esto- abrí mis brazos, abarcando todas las cinco manzanas que ocupaba el oscuro lugar- es una zona roja!- respondí. Sentía las aletas de mi nariz dilatadas y mi voz más dura de lo normal.
-Me has traído engañado- dijo, cruzándose de brazos y volteando, dándome la espalda.
-Lo primero que debes aprender de éstos lugares...- gruñí y me acerqué a él por detrás- es a nunca darle la espalda a nadie...- pegué rápida y violentamente todo mi cuerpo a su espalda, tomando fuertemente sus hombros y empujándolo contra la pared llena de graffitis, haciéndole soltar una exclamación ahogada- niño.
Se volteó velozmente, apoyándose en la pared para recuperar el aire
-¿P-por qué demonios has hecho eso?- preguntó con cara de ofendido.
Mi cerebro maquinó a toda velocidad una respuesta que le hiciera callar. Sonreí de lado, antes de contestar:
-Porque quería hacerme una idea de cómo te verías apoyado en una pared... pero con menos ropa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro