La hora de la cena había llegado, y aunque quisiera de verdad quedarse en su habitación a estar tranquilo y descansar un poco sabía que su madre no se lo permitiría, así que prefirió ahorrarse todo el drama y sus posibles regaños.

La mesa más grande del comedor era ocupada por más de quince personas, de las cuales sólo conocía a su familia y a otras cuántas.

Miraba a su plato con aburrimiento, la carne ya estaba fría de donde no había probado bocado y sólo revolvía, y su copa de vino estaba vacía.

— Harry — Oyó la voz de su madre al frente, así que volteo para verla.

— ¿Si?

— ¿Por qué no llevas a Greta a ver como quedó el jardín? — Le agrando los ojos en una señal de amenaza para que siquiera le hiciera caso a la chica a su lado, pero no quería.

— Hace frío mamá, se puede enfermar.

— Pero si quiero verlo Harry, sería muy bonito que platiquemos un ratito ahí — Dijo la chica, haciendo ojitos hacia él y enredando en un dedo un mechón de cabello rojo.

Es muy buena actriz.

Harry suspiró ante el carraspeo y la mirada intimidante de su madre y se levantó de la mesa, caminando hacia el jardín trasero sin importarle realmente si la pelirroja lo seguía o no.

Se dio cuenta que sí cuando sintió sus manos agarrarle un brazo para aferrarse a él y pegarse a su costado.

— Ya estaba esperando que estuviéramos solos — Greta habló, sonriendo cuando estuvieron en el jardín alumbrado por las lucesitas de noche y el fondo de la alberca.

— Greta quítate, mis padres malentienden la situación por esto — Le dio un pequeño empujón y la chica se lo devolvió.

— Y los míos piensan que estoy saliendo contigo, creen que puedo conseguir un novio por mi cuenta, y tus padres no sabrán que te van los chicos, ambos ganamos.

Comenzó a quitarse las zapatillas que le cansaban y las lanzó a unos arbustos lejos, Harry rodó los ojos.

— Ya van dos pares que encuentro tuyos por la casa.

— Serán tres.

Ambos se sentaron en un sofá columpio sin decir nada.

Greta era hija de uno de los socios de su padre, tenía dos años menos que él y ante los ojos de los adultos ellos iban a terminar por casarse de lo "bien" que se llevaban.

Lo cierto que a Harry no le agradaba y le parecía una chica rara y peligrosa tan solo por saber su pequeño secreto, el cuál ella había jurado no decir nada solo si la ayudaba a fingir que al menos tenía interés en ella frente a sus padres.

—... Te he dicho que esa bandana en la cabeza te hace ver como un vagabundo — La pelirroja intentó quitarle la tela de la Cabeza pero él no se dejó, dándole un manotazo.

— A ti que te importa, yo no te digo que el maquillaje te hace ver como bruja — La chica bufó y se giró para mirar a otro lado — Me tengo que ir — Harry vio la hora en su teléfono, eran las doce con treinta de la noche y Louis estaría apunto de llegar por él.

— ¿A dónde?

— A dormir, Greta, tengo moretones por todo el cuerpo de la clase de hoy.

— ¿Puedo verlos? — Preguntó, alzando una ceja.

Harry caminó lejos de ella y le enseñó el dedo medio, Greta abrió la boca ofendida y le lanzó un cojín del columpio, mismo que el rizado esquivó con una sonrisa y desapareció dentro de la casa.

Paso con cuidado por los pasillos y subió silencioso las escaleras hasta llegar a su habitación.

Suspiró y movió su cabeza para destensar su cuello y relajarse. Se vistió por una ropa que no fuese tan fina y se puso otra más simple pero abrigadora. Se sentó en la cama a esperar un mensaje de Louis.

Pasaron al rededor de veinte minutos cuando su teléfono vibró, y por la pantalla se leía un:

Estoy abajo, corazón.

Se asomó por su balcón y vio a Louis casi desapercibido abajo, esperándolo.

Le hizo una seña con los dedos para que esperara y fue a cerrar la puerta de la habitación con seguro y a poner almohadas bajo las mantas simulando su cuerpo, solo por si las dudas.

Apagó la luz y salió por el balcón buscando la cuerda que escondía el ojiazul y comenzó a bajar.

Louis lo sostuvo de la cadera cuando lo alcanzó y lo hizo soltar la cuerda para cargarlo, perdiendo un poco el equilibrio pero sonriendo.

— Hola príncipe, su salvación a llegado — Y lo besó.

°°°

La noche estaba bastante fría para el gusto de Harry, él prefería el calor y ropa descubierta, mientras que Louis parecía tener un espíritu Ruso en su interior que con sólo una delgada sudadera era suficiente para tiempos helados.

— Podemos tomar un taxi... Lo pagaré yo, Lou — Ofreció de nuevo el rizado, caminando con pasitos de pingüino al lado del ojiazul.

— Ni si quiera hace tanto frío, además, ya casi llegamos.

— Faltan como veinte cuadras, y van a ser las dos de la mañana — Bostezo — Debería estar dormido justo ahora.

— Dieciocho, para ser exactos — Recalcó Louis — Y no te preocupes, prometo regresarte temprano... Mas o menos.

Harry rodó los ojos pero sonrió, y se acercó más al cuerpo de Louis, que lo abrazó y le frotó el brazo, le dio una sonrisa y le besó el cabello esponjado mientras le platicaba como había sido su día en la cafetería.

No era que quería que el menor pasara frío, pero si era sincero, odiaba tener que dejar siempre a Harry a cargo de gastos de los taxis y la mayoría de las veces los restaurantes, a pesar que Harry siempre le recordaba que el dinero no era en lo mínimo un problema para él, seguía sin sentirlo justo.

—... Desearía un Capuccimo caliente justo ahora — Dijo el rizado, con sus dientes tiritando por el frío.

Louis sonrió de lado y asintió, eso sí podía comprárselo.

Entraron a una tienda de veinticuatro horas y Harry jadeo al sentir el calorcito del lugar cubrirlo por fin, yendo directamente a prepararse una bebida.

— Me gusta la espumita del café — Bebió un trago y le quedaron unos bigotes de espuma, Louis río y le pegó una servilleta en la boca, escuchando un quejido por parte del menor a sus espaldas cuando caminó para pagar.

Harry lo alcanzó en la caja y sacó su tarjeta de crédito para dársela al cajero, pero Louis le empujó la mano.

— Yo los pagaré, Hazz.

— No, lo haré yo, yo fui el de la idea.

— Pero es mi deber invitartelo cuando te saque de tu casa de madrugada.

— Es mi deber ignorar lo que creas — Empujó al ojiazul con su cadera aún lado para darle la tarjeta al cajero con rapidez, que ya los miraba bastante serio, y cobró.

Louis rodó los ojos y guardó la billetera que había sacado antes, saliendo de la tienda con Harry detrás que notó de inmediato que se había molestado.

— Lou, lo siento — Se disculpo detrás, sosteniendo el café con sus dos manos. Vio al chico suspirar y mirarlo por encima del hombro con una sonrisa cálida.

— Lo siento yo Hazz, es... Solo un café, gracias.

Ninguno dijo nada ya por el resto del camino, solo se entrelazaron de las manos y terminaron por llegar a la casa de un amigo de Louis, la famosa cochera de Shane.

La puerta del garage estaba entreabierta, así que solo se inclinaron un poco para entrar y ver el desastre común que ya había.

— ¡Hey, llegó el alma de la fiesta! — Grito Shane, un chico alto con cabello casi rapado y tatuajes en los brazos.

— Lo sé amigo, no pueden vivir mi — Louis abrió los brazos para saludarlo pero Shane lo paso de largo para ir a chocar puños con Harry.

— A ti no te conozco, lo siento.

El ojiazul rodó los ojos y fue a saludar al resto, Niall; un rubiecito con gafas bastante tímido y que sólo sabía desenvolverse con ellos cuando jugaban videojuegos.

Zayn, su mejor amigo y roomie de hace algunos años.

Y Said, un chico rellenito que se había unido hace unos meses después de conocerce en la escuela por un castigo.

— Bien, solo los esperábamos a ustedes, eh... Nini se nos adelantó a jugar — Apuntó al más chico, que movía euforicamente sus dedos sobre la consola — Ya lo perdimos — Susurró lo último.

Harry vio a los amigos de Louis (y ahora de él) borlotear por todo el lugar, comer pizza, arrastrarse por el suelo o beber cerveza tranquilamente sin preocuparse de nada.

Sonrió y sintió que por fin respiraba, ¿tanto era pedir vivir ese tipo de momentos el resto de su vida sin ser a escondidas?

[…]

Ya voy a actualizar más seguido por aquí, yo creo ajajs. Les llama la atención este fic o no??? :')