Capítulo uno: es un suicidio social
( Cada vez que salgo, es suicidio social)
Isabella sí creía en las energías, en todas las cosas buenas; y era muy conocida por estar conectada con su espiritualidad, por eso asumió que no era difícil verla buscar por todos lados su púa de la suerte.
—Isabella, tenemos prueba de sonido en dos minutos ¿qué haces acá?—preguntó alguien desde la entrada.
—No encuentro mi púa de la suerte.—confesó Isabella casi soltando un grito de frustración.
La pelinegra volteó para mirar a Maurin Hernández, la líder y vocalista principal de la banda.
Conoció a la morena con afro hace más de tres años en la academia de música, cuando ambas aspiraban ser famosas y poder comprarse toda la ropa de marca que quisieran. Venía de una familia llena de artistas y, aunque siempre pensó que se dedicaría al diseño de modas, algo despertó en ella que se inscribió en clases de canto a los veintidós años.
Maurin rodó los ojos.—La buscaremos después, niña. Mejor ven que no tenemos tiempo y los chicos deben de ensayar después de nosotras.
Isabella no pudo pensar bien antes de sentir la mano de la morena sobre ella y como le arrastraba hasta el escenario.
La pelinegra sabía que adoraba a Maurin; pero no en esos momentos donde sentía que sería el peor día de su vida si no tocaba con su púa de la suerte.
Cuando llegó al escenario recibió su guitarra eléctrica con rápidez y se colocó frente a su micrófono del lado izquierdo del escenario.
—¿Alguna de ustedes ha visto mi púa de la suerte?—preguntó la pelinegra mientras se subía el tirante de su top que no dejaba de caerse a cada segundo.
Laura, quien estaba un poco lejos en su batería, ladeó la cabeza. —¿No estaba en tu estuche de guitarra?
Isa negó.—La saqué para el ensayo pero fui al baño unos segundos y, cuando regresé, no estaba ahí.
—Eso pasa por ser desorganizada.—comentó en voz alta Chanel desde el lado derecho del escenario.
—¡Yo no soy desorganizada!—exclamó frustrada Isa mientras miraba a su compañera, y luego se calmó. —¿La viste si o no?—pero Chanel solo negó con la cabeza.—¡Ugh! Odio este día.
Maurin, quien estaba en el centro del escenario, sonrió de forma burlona.—No decías eso ayer.
Isabella apretó los labios mientras ajustaba su micrófono. Eso era cierto. No pudo dormir de la emoción al saber que serían teloneras del grupo musical MonaLisa; una de las bandas favoritas de la pelinegra.
Había conocido a la banda cuando tenía quince años en una actividad escolar con su sencillo "Cuando las estrellas sueñan con la luna" y, desde entonces, no había dejado de escucharlos desde entonces. Estuvo en todos los conciertos que había hecho la banda en la isla, y ya había tenido la oportunidad de conocerlos hace unos años pero, de eso a tener la oportunidad de tocar para ellos, ... Era un giro grande en la trama.
—Ya, vamos a comenzar.—dijo Chanel desde su esquina.—Antes de que Isabella comience a ser delulu, otra vez.
Isabella abrió su boca ofendida por el comentario y miró a Maurin, quien le guiñó un ojo a la pelinegra antes de dar con el primer acorde.
Stardust, como se había nombrado la banda hace dos años ya, se dedicó por un tiempo a hacer covers de rock a canciones populares, o las favoritas de las chicas, hasta hace seis meses que fue cuando las chicas comenzaron a componer sus propias canciones y a lanzarlas en las plataformas de streaming.
Y este concierto era tan importante para ellas que decidieron irse por sus inicios, cantando tres covers de canciones populares entre el público que estaría presente en par de horas, y otras dos de su autoría.
Maurin era la voz principal porque cantaba como los ángeles; podía hacer muchos tipos de notas altas y algunas bajas que dejaban a muchos sin habla. Y, aún así siendo voz principal, es la bajista del grupo.
Por otro lado Chanel era la pianista de las cuatro. Había aprendido a tocar el instrumento desde los cinco y, veinte años después, seguía con el mismo entusiasmo de siempre.
Laura comenzó a ser baterista gracias a su ex-novio de cuando tenía quince años. Dijo que quería tener una excusa para hablarle, así que decidió ir a las mismas clases de batería que él y ahí se forjó su primera historia de amor.
Y luego estaba Isabella, la guitarrista y segunda vocal del grupo. Ella no sabía el porqué, pero tenía un deseo grande de ser famosa y tocar para miles de personas así que, luego de una epifanía a sus veinte años, comenzó a tomar clases hasta que se convirtió en una muy buena guitarrista.
Pero lo de Isa no era solamente tocar la guitarra. Ver a Isa en el escenario era transportarse a otra realidad. Era muy versátil a la hora de dar una presentación; nadie se creería que es un amor de persona si se llevara solamente por como actúa en tarima.
Tal vez era la forma en que sus ojos verdes miraban a la cámara, o la forma en cómo se movía con su guitarra cuando tocaba, o los trajes que resplandecían sobre su piel, ... nadie sabía que era pero sin duda ella lograba transformar a las personas con sus presentaciones. Muchos decían que iban a ver al grupo solo para verla deslumbrar sobre el escenario con sus movimientos y persuasión visual.
Pero este ensayo fue fatal.
Maurin miró a Isa confundida mientras dejaban sus guitarras con los chicos de sonido.—Isa, ¿de verdad esto es por la púa?
Isa asintió.—Les dije que es mi púa de la suerte. Nunca he tocado en vivo sin ella y no pienso hacerlo hoy tampoco.
Laura quiso golpearse la cara con algo.—No puede ser, Isa. ¿Qué tan importante es esa púa?
La pelinegra se mordió el labio no queriendo confesar lo siguiente.—Fue la púa que me regaló José Carlos en su último concierto aquí, hace dos años.
Las caras de las tres pasaron de un sentimiento de confusión a una carcajada en menos de tres segundos. Isa rodó los ojos, sabiendo que se iban a reír por ello.
—¡Ugh! Digan lo que quieran pero es muy especial para mí y es la que siempre he usado desde entonces. La cuido con mi vida.
—Al parecer no porque, no aparece por parte.—le recordó Chanel.
—¡Ugh!—volvió a repetir la menor del grupo mientras se lanzaba al sofá con frustración.—Es que no hace sentido, eso estaba arriba de la mesa antes de salir. Y no creo que sea tan famosa como para que alguien quiera robarla.
Laura se colocó a un lado de ella.—¿Y por qué no vas donde José Carlos y le dices que te de otra?
—¡Es cierto!—le siguió la idea Laura.—Podemos ir y decirle. Después de todo, somos sus teloneras.
Isabella frunció su ceño y negó repetida veces.—Nooo. ¿Están locas?
—¿Qué tienes para perder?—preguntó la líder.
—Mi dignidad.—respondió Isa para atrás como si fuera obvio.—Sería un suicido social.—luego de una pausa, reflexionó.—¿Saben qué? Dejemos el tema ahí, usaré otra púa y daré lo mejor de mí, como siempre.
Laura entrecerró los ojos.—¿Es por no ir donde José Carlos a pedirle otra? Niña te digo que es una buena idea, el pana es un amor de persona.
Isa la detuvo ahí mismo.—Espera, ¿conocieron a los MonaLisa?
Laura asintió con una sonrisa.—Sí, esta mañana. No estuviste porque estabas en emergencias pero tuvimos la oportunidad de hablar un rato con ellos y, ....
Chanel le dio un golpe a Laura para que dejara de hablar. Era obvio que a Isabella le hubiese gustado estar ahí para conocerlos y hablar con ellos sin trabarse en el intento.
—Oh.—dijo Isabella.—Que bien suena eso. Ya tendré otra oportunidad para hablar con ellos.
Isa fue salvada por la campana cuando sus maquilladoras, Elaine y Marisol, y su estilista Natalie, entraron al camerino para prepararlas. El show comenzaba en cinco horas y cada una de las chicas podía durar hasta una hora en estar listas.
La pelinegra aprovechó que Chanel y Maurin fueron las primeras para buscar su púa por donde había dejado su guitarra.
Era fácil deducir cuál era la guitarra de Isa por los detalles en pedrería negra desde la base, degradándose a un rojo pasión. La había decorado ella misma hace un año en un arranque de aburrimiento.
Pero no estaba ahí.
Preguntó a varias personas si sabían dónde podría encontrarse aquel artefacto minúsculo pero nadie le dio respuestas positivas. Es como si se lo hubiese tragado la Tierra.
—Creo que vi lo que estás buscando en el camerino de MonaLisa.—le dijo un gaffer mientras pasaba de ella con una caja.
Isabella frunció el ceño.
¿Qué hacía su púa en el camerino de MonaLisa?
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