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Día 2: Kaminari × Mina ♡

Tema: Retos.

Advertencias: La verdad, creo que nada. Aquí mucho fluff. Adolescentes siendo adolescentes.

Te reto a...

El bullicio típico de los parques de skate se podía escuchar desde la parada de autobuses y Mina no dudó en sacudir a Denki de los hombros, llena de emoción, después de que bajaron del transporte público. Era la primera vez que conseguían el "sí" de Aizawa para salir en una cita.

Con tantas clases, prácticas y proyectos, el mayor se había negado a dejarles ir tan fácilmente, más cuando ambos eran alumnos en riesgo de reprobar, pero cuando las calificaciones del último trimestre llegaron, no tuvo más opción que ceder a las súplicas del par. Kaminari no iba a negar que había llorado un poquito cuando vio la sonrisa orgullosa y exasperada de su maestro.

— Dios, estuve esperando mucho tiempo por esto — balbuceó la pelirrosa, mientras apretaba en sus manos los tirantes de la mochila en la que llevaba una pequeña bocina y patines —. Comenzaba a cansarme de las "citas" en nuestros cuartos. 

Denki frunció el ceño y volteó a ver a Mina.

— ¿Huh? ¿Eso qué significa? — cuestionó, de pronto sintiéndose ofendido por el comentario. Él se divertía mucho con Ashido, independientemente del lugar. Ella rió con fuerza, como siempre solía hacer, y tomó la mano del rubio para comenzar a jalarlo hacia el parque.

— Significa que había estado rogando por poder tener una cita real contigo. No es lo mismo pasar el rato en el cuarto de alguno de los dos que salir a divertirnos a un lugar en el que ambos podemos pasárnosla bien, ¿sabes? — explicó muy feliz, dedicándole al más alto una dulce sonrisa. Denki cerró los ojos con fuerza y dejó escapar un quejido.

— ¡Ah, eres muy linda! — lloriqueó, antes de dejarse llevar por sus instintos y abrazar a la chica, que solo gritó divertida y correspondió.

— Y tú muy tierno — declaró, antes de darle un beso en la mejilla a Denki —. ¡Ahora vamos! ¡Vamos, vamos, vamos!

Tras apresurar a su novio, ambos corrieron sin soltarse hasta la entrada del lugar. Era asombroso. 

Mina chilló de alegría y apretó la tela de su pantalón cargo en la mano que tenía libre. Había unos cuantos chicos usando las rampas con patinetas iguales a la que Kaminari iba cargando bajo su brazo izquierdo. Cerca de una esquina, un grupo de adolescentes estaban bailando al ritmo del hip hop que Mina siempre escuchaba.

— Bien, ¿qué quieres hacer primero? — preguntó Denki, casi vibrando de la emoción al lado de su novia. Ashido frunció los labios y las cejas como si estuviera pensando muy profundamente, pero al cabo de unos segundos, el gesto fue reemplazado por una sonrisa maliciosa.

Soltó la mano de su novio y cruzó los brazos.

— Te reto... — comenzó e inmediatamente Kaminari puso atención a las palabras. Era un continuo juego que llevaban desde los inicios de su relación, en donde, para combatir el aburrimiento de estar encerrados en Heights Alliance, se desafiaban mutuamente a hacer las cosas más ridículas que se les ocurrieran. Ninguno se negaba, jamás —. A que hagas un pivot

Kaminari hizo una trompetilla con los labios, acompañando esto con un gesto de manos.

— Pan comido — aseguró, antes de bajar su skateboard al suelo y subirse a esta para avanzar hasta la piscina. Una vez en la orilla, se volteó a la pelirrosa para guiñarle y después se dejó caer sobre su patineta para cumplir el reto, con uno de los trucos más fáciles para él.

Cuando lo completó, alcanzó a quedarse en la orilla y Mina le aplaudió con una sonrisa dulce. 

— No esperaba nada menos — halagó a su manera. Denki bufó divertido y se acercó a la chica. Se bajó de la tabla y señaló esta con sus manos.

— Te toca — anunció —. Te reto a hacer un drop in en el quarter pipe.

Mina respiró hondo, pero asintió decidida. La única vez que había hecho semejante cosa, había terminado con un raspón en el hombro. Ella y Denki le habían pedido a Todoroki hacer una pequeña rampa de hielo, pero en el momento no se les ocurrió que tal vez no era el mejor material para deslizarse con una patineta. Igual se rieron mucho. 

Caminaron hasta la rampa cóncava y subieron a esta por la pequeña escalera de metal. Ashido sacudió los brazos y le pasó su mochila al rubio, para después tomar el skateboard y colocar este a la orilla. Puso los pies en la posición que le había enseñado Denki y tragó saliva, antes de recargar su peso hacia adelante. Sorpresivamente, esta vez no cayó y alcanzó a mantener el equilibro hasta que la patineta perdió la velocidad a unos metros del quarter pipe

Escuchó a Denki gritar desde donde estaba, celebrándole, y alzó los brazos victoriosa, antes de bajarse de la tabla. Se giró para ver a su novio y notó a este deslizándose por la rampa para alcanzarla más rápido.

— ¡Eso fue increíble!

— ¡Lo sé! — respondió ella, igual de emocionada. 

Por el siguiente par de horas, se dedicaron a retarse entre sí, cada vez pensando en algo más divertido que el desafío anterior, hasta que acabaron con la ropa llena de polvo y el cabello bañado en sudor. 

Kaminari había tenido que tratar de patinar haciendo una parada de manos y lo intentó unas siete veces hasta que se cansó de caer sentado en el suelo cada vez. Mina había casi logrado subir el vert usando sus patines, pero terminó resbalándose y se quedó acostada en el suelo un buen rato, hasta que Denki fue a levantarla a la fuerza; ella relajó su cuerpo por completo hara ser peso muerto y frustrar en broma a su novio. También se habían unido al grupo que estaba improvisando pasos de break dance y aceptaron los retos de los chicos en el círculo de baile. Mina sin dudas fue la mejor de los dos, pero Denki aprovechó a presumir a su novia con los demás adolescentes ahí, que veían a la pelirrosa como si estuvieran desarrollando un crush en ella.  El rubio no pudo evitar actuar de forma creída, fanfarroneando sin parar. Esa chica talentosa que nadie podía dejar de ver era su novia. Oh, sí.

— Los pies me están matando — se quejó Mina, sentada en el suelo. Había llevado un par de zapatillas deportivas nuevas, pero no había tomado en cuenta lo rígidas que estas estarían en la primera puesta y ahora sentía que sus pies iban a explotarle. Kaminari se sentó junto a ella y recargó su cabeza en el hombro ajeno, observando cómo Ashido tomaba uno de sus pies, para comenzar a moverlo en círculos; después observó sus propios pies y sus zapatos desgastados.

— ¿Quieres los míos? — preguntó. Sacudió suavemente sus pies para hacer énfasis.

Mina giró un poco su cabeza para verlo, pero él seguía enfocado en los pies de ambos.

— ¿En serio?

— Sí, ¿por qué no? — Kaminari se enderezó y alzó los hombros. Giró un poco su cuerpo para ver a la otra y le sonrió con cariño —. Calzas solo medio número menos que yo y prefiero tener zapatos apretados a que tú te lastimes más.

Mina sintió que el corazón se le saldría del pecho con lo lindo que era su novio.

— Eres una dulzura — susurró, antes de tocar suavemente la punta de la nariz de Denki con la yema de su dedo índice —. Te lo agradecería mucho.

— No se diga más.

Denki se sacó los zapatos enseguida y, para ayudar a Mina, le quitó los zapatos con cuidado. Ella soltó un suspiro cuando sus pies quedaron libres y echó su cabeza para atrás. Podría quedarse un rato descalza. No pretendía moverse en un buen rato y seguramente Kaminari también agradecería el descanso.

Observó al chico ponerse las zapatillas verde neón que no combinaban ni un poco con su ropa. Se veía adorable.

Se acomodaron contra la pared en una de las esquinas vacías del parque y se recargaron en el otro con un suspiro relajado. Kaminari tomó la mano de Mina y comenzó a jugar con sus dedos, subiéndolos y bajándolos en un patrón que solo él entendía, de vez en cuando trazando con sus uñas un pequeño dibujo sin sentido en la suave y rosácea palma ajena. Mina cerró los ojos y sonrió complacida.

Decidió disfrutar de la lista de canciones americanas que Denki había colocado en su bocina en cuanto los dos detuvieron sus locuras un momento para recuperar energías. Los cálidos rayos del sol de la tarde eran grandiosos también.

Pasado un rato, Denki comenzó a moverse más y más y Ashido rió. Tenía al novio más inquieto del mundo.

— Oye — llamó la atención ajena y los ojos dorados de Kaminari se posaron en los suyos al instante —. Te reto a bajar por la rampa más alta sentado.

Mina se separó de él para estirar su cuerpo, en un intento por relajar un poco mejor sus músculos después de bailar por casi una hora sin parar. Gruñó cuando sintió su espalda tronar y después se inclinó hacia adelante, encorvándose. Denki rió y tomó su patineta.

— Si llegamos con un raspón o un brazo roto, Aizawa nos va a matar — mencionó sin verdadero interés a la consecuencia. Honestamente habían hecho cosas peores estando dentro de los edificios en los que vivían y, de algún modo u otro, seguían intactos.

Kaminari se subió al quarter pipe más alto en el parque después de esperar a que Mina se colocara los zapatos que le había prestado. La pelirrosa decidió que lo esperaría abajo cuando sintió sus muslos arder. Iba a amanecer tremendamente envarada, ya podía sentirlo, pero no le importaba ni un poco. Estaba teniendo el mejor día de su vida junto a Denki, quien, por cierto, ya estaba sentado en su patineta, a la orilla de la rampa.

El rubio le dedicó un pulgar arriba y ella se lo regresó, con la sonrisa más grande que podía ofrecerle. Estaba completamente lista para reírse de él (y con él) en cuanto se cayera del skateboard o la velocidad le tirara.

Denki colocó sus manos en la orilla de su tabla y se dejó caer por la rampa. Inmediatamente se arrepintió, pues ganó más velocidad de la que esperaba, y soltó un grito que denotaba la misma cantidad de nervios y emoción de hacer algo estúpido y riesgoso, pero divertido. Ashido, en solidaridad, chilló de la misma forma y observó al chico salir de la rampa, directo hacia unos barandales usados para hacer trucos. Abrió sus ojos al darse cuenta.

— ¿¡Cómo giro así!? — exclamó el rubio, lleno de pánico, y ella corrió a ayudarlo.

Al ver que sería imposible pararlo de frente sin que ella acabara recibiendo el impacto de lleno, o por atrás sin que Denki sintiera un efecto de látigo, hizo lo primero que se le ocurrió: se aventó al otro por su costado derecho para empujarlo fuera de la patineta, segundos antes de que llegase a impactar contra las barras de metal. 

Los dos terminaron rodando por el cemento, a lo mucho medio metro, y Mina acabó encima de Kaminari, que solo sacar un quejido en forma de risa adolorida.

— Dios, lo siento — murmuró Ashido. Colocó sus codos a cada lado de la cabeza del rubio para recargar su peso en estos, pero pronto soltó una risilla incrédula —. No pensé que algo así pasaría — confesó.

Denki exhaló una risa y abrió sus ojos para admirar a la belleza que estaba sobre él, a contraluz de los rayos del sol. Mina se veía hermosa siempre, no era nada nuevo, pero sintió que esa nueva vista le sacó el aire que el golpe no había podido quitarle.

Ella sonrió apenada y, sin explicar por qué o cómo, los dos comenzaron a reírse a los pocos segundos. 

Tal vez era la euforia de haber tenido su primera cita oficial. Tal vez era la tontería que acababan de hacer. Tal vez era la libertad de ser adolescentes enamorados, atolondrados y estúpidamente osados. Tal vez era todo eso y más. Era fascinante sentirse tan vivos en la cercanía del otro, sentirse en el lugar correcto incluso estando en la posición más incómoda posible y con esperados dolores en ciertas partes del cuerpo después de chocar contra el suelo de un parque.

Nada de eso importaba, porque, estando ahí, escuchando sus risas mezclarse en un mismo sonido, sintieron que el tiempo se detenía para dejarles disfrutar de un día sin preocupaciones ni la presión de crecer, madurar y dejar atrás esos pequeños placeres de la vida que llegaban con cumplir y poner retos ridículos. Aún eran jóvenes dispuestos a cometer los actos más peligrosos y excesivos, sin pensar en nada más que en el presente, con tal de crear nuevas experiencias; estando juntos se sentían invencibles y, como si se tratara de un shot de adrenalina, se llenaban de todo ese coraje característico de aspirantes a héroes, preparados para realizar lo que fuera. Y así estaba perfecto para ambos.

Poco a poco fueron calmando sus carcajadas y el tiempo pareció volver a fluir con la misma rapidez que siempre. La vida no iba a detenerse más que eso, pero estaban bien con eso. Kaminari alzó sus manos para acariciar las mejillas redondas de su novia y sintió que el corazón se le derretiría cuando ella le dedicó una sonrisa coqueta.  

— Oye, Mina — susurró Denki, pasando una mano por los rebeldes mechones rosas que caían hacia el frente. Eran muy pequeños para acomodarlos detrás de la oreja ajena, pero no importaba. Mina se veía perfecta con ese estilo despeinado.

— ¿Mhm?

Ella enfocó esos ojos hipnóticos en él y Denki sintió que nunca necesitaría algo tanto como necesitaba la atención de Mina sobre él.

— Te reto a besarme.

Bueno, ninguno se negaba a un reto, jamás.

¡Listo el segundo día!

Honestamente, el kamimina se me hace de lo más tierno. Cada vez que pienso en ellos, esto es lo que me imagino, un par de adolescentes enamorados viviendo su juventud como lo que son: chicos descuidados aprendiendo a vivir y disfrutar todo lo que hacen, muy a su manera. Pienso en bailar sin parar, reírse de lo que sea e intentar todo lo que se les ocurra. Vivo por esa dinámica.

¡Espero les haya gustado!

Hasta mañana ♡

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