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Mas fuerte que Dios

Miguel Bakunin estaba frente al televisor viendo un recital de la banda Sweet. De pronto se quedo dormido. Eran las 12 de la noche. Los antisicoticos comenzaban a hacerle efecto. Era una fría noche de octubre.

Miguel se vio a si mismo mas delgado, sin barba. Evidentemente había retrocedido en el tiempo. Miguel era ya un adolescente de 16 años. Estaba sentado en una plaza cerca de su casa.  Los árboles comenzaron a mover sus ramas con el viento. La tarde estaba muriendo. Miguel se dirigía a su casa a escuchar algún CD de los Sex Pistols o de los Ramones quizás. Su padre se encontraría viendo las noticias o tal vez estudiando algún libro sobre leyes. Era una noche como cualquiera del año 2008. El tiempo volaba. Todo dormía en completa armonía.

De pronto Miguel Bakunin se vio en un lugar misterioso pero que de alguna extraña forma le parecía familiar. ¿Era una cárcel?, ¿era un psiquiátrico?, no, sin duda era algo mucho mas peor. Todo le sabía familiar. De pronto vio a un niño de unos 13 años. Aquel niño le recordaba mucho a alguien que quizás había conocido antes en algún lugar. O más bien era alguien que había visto en algún sueño. Aquel misterioso niño tenia la mirada perdida, no lloraba, más bien parecía un alma rota. Se encontraba sentado cerca de una escalera con la mirada fija en la nada. Si. Si. Aquel muchacho de la mirada triste era el mismo. Miguel había retrocedido en el tiempo una vez más.

El muchacho escribía desesperadamente en una croquera, escribía, escribía y reescribía. Bakunin se acerco a el e intento leer lo que escribía. El joven escribía rápido y en un ritmo frenético.

-"Hiéreme, calcina mis venas,
Tortúrame, soy más fuerte que Dios,
Hiéreme, rompe mis brazos,
Destrúyeme, soy el perdedor de la historia."-Después de terminar de leer estos versos, Bakunin miro al cielo. Estaba oscureciendo. Estaba cerca de algún mar pues había mucha agua a su alrededor. Quizás era un río. Empezó a llover. Sin embargo hacia calor. Luego miro hacia algún lado. Habían pequeños edificios que se asemejaban a alguna rustica prisión. Dentro de esas mazmorras habían niños pequeños, mujeres, ancianos. Estaban muy hacinados dentro de los calabozos. Sin duda Miguel estaba en Camboya. Eran tiempos de monzones. Miguel se vio de pronto ante un muchacho vestido con ropa militar y un pañuelo rojo sobre su cuello. Le apuntaba con un fusil. El muchacho era un jemer. Miguel gritaba por dentro pero su voz no era más que un duelo de trinos sórdido e ininteligible. Quería correr y huir lejos de aquel horrible lugar mas al intentarlo sus piernas se hacían pedazos. Miguel lloraba y gritaba por dentro. Nada podía hacer. Nada podía hacer.

Miguel Bakunin se dirigió por el balcón de la casa de gobierno hacia las masas de iracundos y eufóricos chilenos que gritaban su nombre. Bakunin se dirigió a ellos haciendo uso de su uniforme militar su boina color marrón y de esa forma pronuncio su discurso.

-"Queridos camaradas:

Esta patria necesita de ustedes. El pueblo, los obreros, los artistas, los militares, todos ustedes. El cáncer marxista debe ser erradicado. Es por eso que se ha llevado a cabo la limpieza total de inmigrantes. Ellos lo tienen todo en cambio ustedes. Nada. Esta patria florecerá y se pondrá en pie en aras del progreso desde sus cenizas. Tengo fe en Dios y en ustedes en que el cáncer marxista será erradicado. ¡Viva la patria!,¡vivan los obreros!,¡viva la raza!"-Luego de pronunciar el discurso ante miles de chilenos, Miguel Bakunin, Se dirigió a su despacho. Quedo observando su retrato colgado en algún extremo de su oficina. Fue en ese entonces cuando despertó. Todo había sido un sueño. Bienvenido a la cruda realidad otra vez. Miguel ya no tenía ni el poder ni el control total sobre la gente. Otra vez era un don nadie que escribía patéticos poemas y leía libros que a nadie le interesaban. El recital de Sweet había terminado. En el televisor veía ahora un recital de la banda Napalm Death que recién comenzaba. Eran las 3 de la madrugada. Miguel se fue a dormir a su habitación. Su peluche, Kroll, lo miraba con sus ojos saltones y cosidos desde una repisa. Se dirigió hacia la pequeña biblioteca, cogio un libro, se llamaba "El Libro Del Alma". De esa manera se quedo dormido mientras las aves comenzaban a canturrear. Una vez mas Miguel Bakunin era un don nadie. Un N.N. Una vez mas Miguel lograba aterrizar de nuevo a tierra y descubrir cuanto le hacia falta tener el control de si mismo y del mundo entero.

Por la calle alguien cantaba una canción en un ingles mal hablado. Se oían risas y más risas. Unas botellas se estrellaron contra el suelo. Risas. Más risas. 

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