5.- Hyūga
La noche cayó y con ella las lecciones de la futura heredera del arcaico clan terminaron. Como futura cabeza de la familia Hyūga era su deber asistir a innumerables clases, tanto de conducta como de pelea, las ultimas no yéndole muy bien.
Movió su cuello de un lado a otro tratando de aliviar el dolor hasta que se topó con alguien frente a ella, deteniendo su caminata hasta su casa.
Los ojos claros y aperlados chocaron contras los obscuros, ambas impresionadas.
— Hinata-sama. -saludo Naoki, regalándole una leve reverencia.
— Naoki-san. -saludo de igual forma.
Ambas eran primas directas, Neji junto con otro chico eran por parte de su padre, Naoki es por parte de su difunta madre.
La pelinegra miró a todos lados cuidando que nadie la mirara platicar con Hinata. Si alguien las descubre estaría en problemas, después de todo tenía prohibido hablar con ella.
— Yo, em. -comenzó su prima tratando de encontrar las palabras para decirlo, siendo invadida por la vergüenza- Me gustaría que me ayudara en algo.
Jamás habían entablado conversación, y Naoki, respetando el alto rango que la chica tenía en la familia, le habla de usted, con educación.
— Claro. -dijo confundida, pero al mismo tiempo alegre la de corta cabellera.
Siempre había querido acercarse más a su prima, pero no se le tenía permitido y eso la deprimía. Ella siempre se veía sola y triste, quería de alguna forma alegrarla, pero el castigo sería para Naoki sí las vieran juntas.
— Me gustaría aprender el Jūken. -soltó rápidamente las palabras.
Hinata se sorprendió por eso, más aún que se lo estuviera pidiendo a ella, a alguien débil peleando, que le enseñara un estilo de pelea.
Los Hyūgas no consideraban a Naoki como igual, no la veían como parte de la familia, por lo que jamás fue instruida en el estilo de pelea del clan; y su madre estaba demasiado ocupada en no prestarle atención como para enseñarle.
El día siguiente pasó con normalidad y sin ningún incidente, ni por parte de los Hyūgas ni de ninguna de las fanáticas del Uchiha.
A la hora de la salida ambos lograron escabullirse de las chicas que siempre los seguían cuando iban a casa, desviando su camino a una parte abandonada del campo de entrenamiento la cual no se usaba al estar ya repleta de árboles y plantas, pero seguía teniendo un pequeño lugar libre de ellas, perfecto para pelear.
El Uchiha no entendía como es que la chica había avanzado tanto en la Academia. Contra cuatro niños ella jamás podría sola, pero parece ser que contra las tres chicas pudo defenderse un poco, los rasguños en ellas se lo decían.
Empezaron calentando un poco, seguido de comenzar a pelear. El chico se dio cuenta de que ella era muy buena esquivando, lo más probable es que hubiera agarrado practica tratando de evadir los golpes que aquellos niños le daban quien sabe desde hace cuánto tiempo, pero no tenía buena fuerza para golpear.
— ¿Por qué tienes tus manos así? -le preguntó, extrañado.
Ella miró sus extremidades, percatándose de que hablaba del cómo desviaba muy bien sus golpes con las palmas de sus manos extendidas, desviando los puños o su brazo para que no le dieran. Con la misma forma trataba de golpearlo, pero la fuerza era muy mínima.
Hinata había aceptado ayudarla. Recordó las miles de veces que vio a los demás Hyūgas pelear, la forma de sus manos, así que ella desde que en la Academia les instruyeron a mejorar en la pelea, lo hizo con las palmas extendidas queriendo pelear como sus familiares, y desde ahí se acostumbró a luchar de esa forma.
— Secreto de familia. -le dijo.
Para Sasuke no pasó desapercibida la actitud emocionada de la chica, más animada que de costumbre, hasta le hablaba sin mirarlo con odio. No se quejaba, pero le parecía sospechoso, aun así, no hizo pregunta alguna.
No se quedaron mucho tiempo, caminando nuevamente en silencio hasta su casa donde la primera en entrar fue Naoki, seguida después de unos minutos por el Uchiha, quien como siempre entraba a escondidas, siendo recibido calurosamente. La mujer Hyūga no se percató por estar cocinando alegremente una pequeña cena para el niño, pero él sí que se percató de la sombra que pasó cerca de la ventana, distinguiendo de inmediato quien era al ver un destello rojo entre una capa larga de hebras azabaches.
No era tan tarde, el sol apenas estaba bajando comenzando a colorear el cielo de un bonito y agradable tono naranja. Las niñas se quedaron de ver en un lugar escondido no muy lejos de las edificaciones, en los bosques que hay dentro del límite de la aldea, el cual es bordeado por murallas que la protegen.
La pelinegra estaba frustrada, no lograba sacar chakra de sus palmas y eso la deprimía, sabiendo lo que eso significaba.
— No se logra a la primera. -le comentó Hinata- Se tiene que tener un buen control de chakra, así que toma tiempo poder dominar el Jūken.
Naoki asintió, dispuesta a no desistir y pensar tonterías sólo porque no lo logró a la primera.
Los días pasaron nuevamente sin ningún altercado contra la Hyūga de ojos obscuros, la cual se pasaba las tardes entrenando con el Uchiha, seguido de escapar desde su casa para ir con su prima, sin ser vista o si no habría castigo.
Sasuke le insistía en dejar de pelear de esa forma, por más que fuera una buena técnica para desviar ataques no lo era para golpear, apenas y lo lograba empujar gracias al aumento de fuerza por el arduo entrenamiento, pero no lograba dañarlo, y eso es lo que buscaban. Por más que se lo dijera ella se negaba, por lo que él termino desistiendo.
Con Hinata las cosas también iban mejorando. Logró rápidamente tener un buena manipulación y control del chakra, obteniendo al fin el resultado que quería en sus palmas. Tanto era su esfuerzo que lograba no sacar aquella expulsión de chakra con el Uchiha, sabiendo lo que pasaría si en algún momento da un golpe en un lugar crítico, no lo quería lastimar.
La mayor de cabello corto y azulado se despido de ella, dando por finalizado su buen entrenamiento. Ella es siempre la que se iba antes para que no fueran vistas llegando al condominio juntas.
Naoki estiro sus brazos y cuerpo, feliz con los resultaos que estaba obteniendo, al fin comenzaba a sentirse un poco más fuerte y menos inútil.
Un golpe en su espalda la mando a la tierra, logró poner a tiempo sus manos para que su cara no recibiera el impacto. Volteo su cabeza para ver que sucedía eh hizo amago de levantarse, pero algo sobre su cuerpo la impidió pararse, junto con un fuerte agarre en su cabello que no la dejo voltear a su espalda, sacando un alarido de dolor por parte de la niña.
—Es mentira que puedes usar el Jūken. -dijo sombríamente. De reojo pudo a ver a uno de aquellos cuatro familiares que hace tiempo no dejaban de hacerle la vida imposible. Su cara era de terror y nerviosismo- ¿Sabes lo que pasaría si Hiashi-sama se entera de eso? -estrello la cara de la chica contra el piso, haciendo presión para que no pudiera levantarla- ¡Quitarían a mi familia de su lugar! -gritó.
Lo sabía. Sin ella en su camino al no ser considerada parte de la familia los padres de aquel niño, llamado Keishi, pasaban a subir de jerarquía, teniendo privilegios, asistiendo a juntas, siendo parte de la realeza del clan y disfrutando de los privilegios de tener un alto lugar en la rama principal.
— ¡Hiashi-sama no puede enterarse! -gritó otro niño, reconociendo la voz de Kowa, entendiendo que no estaba solo.
— No. -dijo temblorosamente el niño sobre ella, aguantando su ira- No lo hará.
Su corazón salto de miedo. Lo que ella estaba tratando de evitar a toda costa sucedió, la habían visto entrenar con Hinata. La mano de Keishi hizo más presión en su nuca, era como si quisiera enterrar su cara en la tierra.
Recordaba los golpes y el dolor que ellos cuatro le causaban, aunque ahora sean sólo dos la seguían superando en número. No tenía idea de si con lo aprendido les podía hacerles frente, quería intentarlo, pero tenía miedo. Aún los recuerdos de ellos dos lastimándola y humillándola aplastaban su fuerza y espíritu, la hacían dudar y actuar sumisa. Cerró los ojos mientras lagrimas empezaban a salir de ellos, sabía lo que le harían, sabía que dolería y no estaba él para protegerla.
Pero, ¿Sasuke siempre estará a su lado para ayudarla? Ella empezó a entrenar por la impotencia de no poder cuidarse sola, era hora de probar si podía.
Recordar aquellos salvajes y obscuros orbes del Uchiha le dieron el valor para mover su brazo derecho con fuerza y encestar un codazo en la cara de Keishi, quitándoselo de encima mientras el rodaba en el suelo del dolor.
— ¡Me rompió la nariz! -gritaba con la voz amortiguada por las manos en su cara- ¡La maldita me rompió la nariz!
Kowa miraba impresionado a su primo sin creer lo que Naoki había hecho, ella jamás les había contestado con un golpe, sólo eran algunos intentos hasta que se hartaba y se dejaba molestar.
Regresó la mirada a su prima y se congeló. Sus ojos siempre le habían parecido opacos, aburridos y asquerosos, pero ahora cambió. Había furia, por un instante la confundió con Sasuke, dando un paso hacia atrás.
— Estoy harta de ustedes. -dijo enojada- ¡Sólo por un prestigioso estatus me han hecho la vida imposible!
— ¡Porque no eres una Hyūga! –gritó Keishi, levantándose mientras cubría su nariz con una de sus manos, brotaba sangre por el tremendo golpe- Sólo un Hyūga de sangre pura puede usar el jūken, ¡¿Qué maldito truco estás usando?!
Era cierto, sólo un Hyūga tiene la habilidad de sacar chakra mediante las aperturas que hay en sus manos, lo expulsan en forma de aguja logrando hacer un gran daño interno con el más mínimo y suave toque, todo sin dejar marcas físicas.
— ¡No es ningún truco! -le respondió en un grito- Soy una Hyūga, ¡Por eso puedo usarlo!
— ¡No importa! -le dijo- Si Hiashi-sama se entera es el fin de mis padres.
Estaba la gran posibilidad de que sí la cabeza del clan, su tío Hiashi, se enterara de que puede usar ese estilo de pelea entienda que lo único anormal son el color de sus ojos, no sus habilidades, las cuales puede ir despertando si se le da el entrenamiento adecuado. Eso pondría por debajo a los padres del chico ya que su sangre es más directa que la de ellos, quitándole privilegios al ya no estar pegados a la familia principal.
Kowa no parecía ya tan convencido de pelear contra ella, el que ella haya respondido con un buen golpe y que sus ojos transmitieran tanta furia lo habían acobardado. Keishi lo miro enojado, sabía que ya no quería entrometerse, pero era demasiado tarde.
— No le digas a nadie que lo usas. -habló por fin Kowa intentando no hacer una pelea- Hazlo, promételo. -le insistió.
La pelinegra apretó sus labios, tentada, tampoco quería pelear. Tenía una posibilidad si él castaño volvía a mostrar aquella actitud reacia a la pelea dejando solo a Keishi contra ella, pero puede que también termine uniéndose a él, contra los dos no podría. Miró a ambos lados tentando la posibilidad de huir, ella era más rápida que ellos, lo sabía por todas las veces que había logrado escapar de ellos, pero estaba harta de escapar.
— Soy una Hyūga. -sentenció, les dio a entender que no tendría su boca sellada.
— Tu sola has decidido esto, maldito monstruo. -habló el de la nariz rota, quitando su mano de ella revelando los daños que le causo, estaba desviada y con sangre, el morado apenas se hacía visible, lo más probable es que mañana tenga un horrible y feo moretón. El cuerpo de la chica se tensó cuando su primo saco un kunai- Basta de golpes, ya no sólo te dejaremos la piel morada, ahora tendrás cicatrices y sólo así aprenderás tu inferior lugar.
Su cuerpo tembló de miedo, ahora estaba dudando de su valentía al enfrentarlos. Kowa percibió aquella vacilación en sus ojos ocasionando que su determinación y bravuconería volvieran, también saco un arma filosa y fue ahí cuando Naoki no dudo en echar ah correr. Lo que no sabía es que esta vez iban demasiado en serio, no estaban jugando, el que en un principio quería evitar la pelea resultó que era más rápido que ella y la logró alcanzar, agarrando su largo cabello negro y tirando de él para que callera de espaldas. Keishi llegó casi de inmediato y se posiciono encima de ella observando con una sonrisa su rostro llenó de miedo.
El día empezaba como de costumbre hasta que dio la hora del almuerzo, Sasuke no encontró a la chica donde siempre. Por más que buscó no logró encontrarla ni a la hora de la salida. Logró escabullirse como siempre en el condominio Hyūga, pero esta vez llevándose la sorpresa de que no había nadie en casa, algo demasiado extraño.
Salió de aquel enorme y lujoso lugar volviendo a la enorme entrada, preguntándose si estaba bien o no tocar como una persona decente y preguntar por Hana.
— Sasuke-kun. -la baja y chillona voz hicieron que el chico despegara sus ojos de el gran portón viendo a Hinata Hyūga, una de sus tantas compañeras de salón, caminando hacia él, lo más probable llegando de entrenar o cosas así- ¿Estás buscando a Nao-chan?
Se extraño por el apodo utilizado en ella y también por que preguntara eso, aunque era normal. Todos ya sabían que de vez en cuando pasaban tiempo juntos así que la chica supone vino a verla a ella.
— Si. –no planeaba contestarle, pero lo hizo para saciar su curiosidad- ¿Por qué no asistió? -le preguntó refiriéndose a que la chica no fue a la Academia.
La triste mirada de la chica lo hicieron fruncir el ceño.
— ¿No te enteraste? -preguntó tensando al chico, esa pregunta no presagiaba nada bueno.
— ¿Enterarme de qué?
— Nao-chan está en el hospital.
Perdonen cualquier falta gramatical o de ortografía. Sí hay una, favor de decirme y lo corregiré.
Las estrellas y comentarios son más que bienvenidos. ❤
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