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4.- Débil


La tranquilidad se le acabó.

Fue lanzada fuertemente contra la pared, chocando su espalda dolorosamente con la dura construcción y sintiendo como se raspaba los brazos por eso.

— ¿Quién diablos te crees que eres para acaparar la atención de Sasuke-kun?

Ahora no eran chicos quienes la molestaban.

Ella sabía el porqué de su enojo. Ninguna de ellas ha podido estar con Sasuke como ella, lo entendía, pero no había razón para llegar al punto de agredirla. Si alguna de ellas quería ser cercana a él simplemente tenía que esforzarse, aunque conociéndolo sabía el Uchiha era demasiado amargado para dejar que alguien, aparte de su madre, entrara en su corazón, así que entonces no era problema de ella, sino de él.

La Hyūga no acaparaba el tiempo del chico, simplemente era el descanso y salida. Quien sí que ocupaba su tiempo era su entrenamiento, la idea de ser más fuerte que nadie, y su madre, nada más.

Entendía que los niños Hyūga la molestaban por la mala influencia del clan, por las malas palabras de sus padres respecto a sus defectuosos e impuros ojos. Era difícil quitar el mal pensamiento que tu propia familia te implantó, diciéndote que así deben ser las cosas, sino todo es malo.

Pareciera que está justificando el maltrato que aquellos chicos le hacen, pero la razón que ellos tienen para molestarla le parecía más razonable que la de ellas. Hacerlo por algo tan tonto como el amor hacia una persona que no te corresponde creyendo que, no sólo te pertenece a ti, sino a todas las chicas, poniéndose ridículas reglas entre ellas para no acaparar la atención del chico, así ninguna tendría la preocupación de que él está interesado en alguien, protegiendo sus lamentables y egoístas corazones del rechazo y dolor.

Aventó a la chica lejos de su espacio personal, ocasionando que ella y las dos niñas que la acompañaban se enojaran, empezando así una pelea.

El azabache estaba sentado en una banca cerca del edificio de la Academia esperando por la Hyūga, mientras tanto fulminaba con sus ojos a los chicos que siempre la molestaban, ellos se encontraban no muy lejos de él, platicando nerviosamente al sentir la peligrosa mirada del Uchiha sobre ellos.

La larga cabellera obscura de la chica pasó rápidamente frente a él haciendo que despegara la mirada de odio que les dirigía a aquellos Hyūgas, parándose y yendo a alcanzar a la chica, poniéndose frente a ella e impidiendo siguiera caminando.

— ¿Qué diablos te pasó? -preguntó con el ceño fruncido.

Pequeños rasguños por toda su cara y cuello eran visibles, su ropa completamente sucia de tierra y su cabello despeinado, era claro que había estado en una pelea.

La chica miró a otro lado, enojada.

— No me molestes ahora. -dijo en un murmullo, apretando los puños y tratando de seguir su camino pasando por su lado, pero él era más rápido y, previendo eso, dio un paso a la derecha, quedando nuevamente frente a ella para impedir que se fuera.

— ¿Quién fue? -dijo serio, mirándola para que le respondiera.

La chica mantenía la cabeza gacha y los ojos en otro lugar que no fuera en él. Podía sentir la intensa y oscura mirada del chico, siendo insistente de esa forma para que le respondiera, pero ella no quería.

Le agradecía que la ayudara, que la protegiera de los maltratos de sus familiares, pero no quiere seguir ocultándose detrás de él. Es una futura kunoichi, tiene que aprender a resolver sus problemas ella sola, ya no es una niña pequeña.

Voces femeninas se escucharon detrás de ella. Sabiendo que aquellas chicas eran las únicas que quedaban adentro, el pánico de que la vieran con Sasuke la invadió y hecho a correr a las áreas verdes, escondiéndose en los arbustos, dejando demasiado confundido al pelinegro.

— ¡Sasuke-kun! -cerró los ojos, cansado y hastiado.

Miró al grupo de tres chicas que se acercaban felizmente a él, todas de su salón.

— ¡Vamos a casa juntos, Sasuke-kun! -le decían.

No pasó por alto su ropa sucia, llena de tierra y rasguños en sus brazos, comprendiendo todo.

— ¿Qué les pasó? -preguntó tranquilamente.

— Oh, no te preocupes Sasuke-kun. -dijo una castaña- Un molesto insecto. -respondió con una sonrisa.

Dejo salir un tranquilo sonido de su boca y caminó sin ninguna prisa a los arbustos bajo la atenta mirada de las tres niñas.

Naoki logró ver cómo es que el Uchiha se acercaba a su escondite y lo maldijo. Sí ellas se daban cuenta de que estuvo con él otra vez mañana la estarían molestando nuevamente, le gustaban sus días tranquilos donde no la andan golpeando o insultando por tonterías, no quería más estúpidos problemas.

Pudo ver cómo los pies del chico se posicionaban al lado de ella y la idea de pellizcar una de sus piernas pasó por su mente, pero antes de si quiera mover su mano para hacerlo sufrir, aunque sea un poco, sintió como era tomada del cuello tarsero de su chamarra, siendo alzada, quedando a la vista de las chicas.

— ¿Se refieren a ella? -la chica palideció sintiendo la horrible sensación de traición por parte del Uchiha.

Tomó la muñeca de la mano con la que la agarro tratando de zafarse de su agarre, pero él era muy fuerte para ella, parecía una estatua, ni un cabello se movía.

— ¡Sí, ese insecto! -dijo la chica castaña, señalando con burla a la Hyūga.

— ¡Lo sabía! -gritó otra- Sabía que a Sasuke-kun tampoco le agradaba. -comentó, refiriéndose a que el chico saco de su escondite a la pelinegra, refiriéndose indirectamente a ella como un insecto por las palabras de las chicas.

Comenzaron a cuchillera sus hipótesis del por qué su amado estaba con la chica, mientras Sasuke sintió como la pelinegra a su lado dejaba de luchar, por lo que la miró de reojo.
Sus ojos estaban bajos, pero él alcanzaba a ver su mirada, la cual reflejaba tristeza y vergüenza. Se quejó por lo bajo, sintiéndose culpable a pesar de que él no planeaba causar eso en ella.

Las tres chicas dejaron de parlotear, sintiendo una pesada mirada sobre ellas. El pelinegro las miraba severamente, reflejando enojo como única emoción en él.

— Odio a las chicas como ustedes. -les dijo enojado.

Fue un golpe directo en el corazón para ellas. Su amado chico les decía que las odiaba, palidecieron ante aquello.

— ¡Cobarde! -le gritaron a la Hyūga quien seguía siendo retenida por Sasuke- ¡Niñata más tonta, yendo a decir mentiras y acusándonos con Sasuke-kun!

De inmediato soltó a la chica y camino hacia ellas, quedando frente a frente.

— Dime que no fueron ustedes. -le ordeno con voz lúgubre- Dilo.

Los intensos ojos del Uchiha, llenos de enojo hacia ellas, pusieron nerviosas a las tres chicas. Él era indiferente, tranquilo, no se metía en problemas y evitaba a todo mundo, jamás habían visto esa mirada en él, y eso que lo observaban mucho.

— E-ella está mintiendo. -contestó una ocasionando que el ceño del Uchiha se frunciera más.

— ¿En serio? -siguió hablando con un tono neutral y tranquilo, eso sólo lo hacía ver más tenebroso. Su voz no reflejaba lo mismo que sus ojos.

Ella asintió, sudando. Siempre había deseado que él la mirara, pero no así. Ahora mismo no soportaba los ojos obsidiana del chico.

— ¡Fueron ellas! -gritó una.

— ¡Mika! -las dos restantes la miraron impresionadas y enojadas, reprochándole por decir la verdad.

— ¡Yo no le hice nada, fueron ellas! -dijo señalándolas.

— ¡Bien que estuviste de acuerdo! -le gritó la castaña.

— ¡En asustarla, no en rasguñarla y jalarle el cabello! -tenían su atención en la discusión que la chica más pequeña ocasiono, pero tras ella decir eso se quedaron calladas y voltearon de inmediato al chico, quien se veía más enojado.

— Me están molestando.

— ¡Lo sentimos! -gritaron las tres para luego salir corriendo.

El azabache trono la lengua, molestó por encontrar un peor problema. Una cosa era evitar que la fastidiaran golpeando a los chicos que la molestaban en las tardes, otra muy diferente es tratar con chicas histéricas llenas de feromonas con una idea equivocada del amor. Por suerte ellas entendieron el mensaje, pero no sabe que pasará con las que restan, no tiene idea qué hacer al respecto sin que tengan una idea equivocada sobre la relación que tiene con la Hyūga.

Giro su cuerpo no viendo a la chica donde la había soltado, pensando que, mientras el metía miedo en las chiquillas, ella aprovecho para escapar. Pero la idea desapareció al observar sus pies, deduciendo que se encontraba sentada en el suelo, recargada en el viejo árbol. Al acercarse se dio cuenta de que tuvo razón.

— Es hora de irnos. -le dijo como si nada de lo de hace unos momentos hubiera pasado, parado frente a ella, mirándola desde arriba.

La chica negó con la cabeza sacando un cansado suspiró por parte del azabache, quien se agacho, poniéndose en cuclillas frente a ella para estar a su altura. Logró ver su rostro, mejillas levemente infladas, ceño fruncido y mirada afligida.

Conocía esa expresión, estaba molesta con él.

Volvió a sacar otro suspiro seguido de sentarse en la tierra, pretendía esperar que el enfado de la chica se le pasara y así poder ir a su casa.

La pequeña Hyūga tenía las manos hechas puños, enojada, harta, avergonzada de que alguien más la tenga que proteger, sintiéndose diminuta y débil, justo como su orgullosa familia murmura que es.

— Odio ser débil. -dijo después de unos momentos, logrando que la mirada cansada y desinteresada de Sasuke se posara en ella.

Comprendía un poco como es que se sentía. Diminuta, frágil, presa de personas más fuertes, propensas a hacerle daño sin ella poder defenderse.
Recordó esa noche, como sintió el miedo, la impotencia y el enojo de no poder hacer nada para defender a sus padres de aquella espada. Cerró fuertemente los ojos, no entendiendo que tenía que ver su sensación de esa noche con la situación de la chica. Lo de él fue algo mortal, traumatizante y lamentable, y lo que ella está pasando ahora no se compara en nada a eso.

El que hayas perdido a solo una persona o a más de miles y por la razón que sea no hace tu sufrimiento más grande o importante que el de los demás, Sasuke.— Las palabras que Hana le dijo la noche que se conocieron resonaron en su cabeza.

Es verdad que tanto Naoki como él perdiendo a alguien importante. Su familia no se preocupa por ella, es como si no tuviera, estando sola como él. El sufrimiento de soledad que él sufre también lo tiene ella, de maneras diferentes, pero ambos lo padecen, lo único que cambia es que ella está siendo golpeada y maltratada injustamente, sin nadie que la ayude, sola.

Cerro los ojos y suspiró, pensando que se estaba involucrando demasiado, pero por alguna razón no podía parar cundo se trataba de ella. No le agradaba que fuera débil, no le gustaba las personas así y por lo regular las hacia menos o las ignoraba, pero con Naoki era extraño. La ira de verla ser lastimada más el enojo de verla siendo tan débil se juntaban, creaba algo raro que no podía entender, pero lo que ganaba más era el no soportar que la dañen, por alguna razón aquello hervía su sangre. Poco a poco entendió que aquella ira no tenía que ver sobre la culpa que siente por quitarle a su madre, había algo más que se le estaba escapando y no lograba entender.

Aprenderás a defenderte. -captó la mirada de la chica, quien lo observó sin entender- De eso me encargo yo. 





Perdonen cualquier falta gramatical o de ortografía. Sí hay una, favor de decirme y lo corregiré.
Las estrellas y comentarios son más que bienvenidos.

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