「Soy capaz de herir a un amigo」
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Pasado.
Obito caminaba por el bosque de la aldea de Konoha, buscando con su mirada que paseaba por cada pequeño rincón que se cruzara y alrededor de este a la persona con la que quería toparse hace ya un largo rato. Mientras descansaba de su caminata y soltaba un bufido y algunas inocentes maldiciones, escuchó a lo lejos una melodía, en el fondo del bosque donde los árboles se multiplicaban. Rápido y lleno de intriga corrió hasta el lugar donde se oía, cautivado pero con precaución pues no sabía qué podía encontrarse y en verdad sus habilidades no era tan buenas como para defenderse de algo que no fuese una indefensa mascota o niños.
Acercándose paso a paso, sigiloso, pudo identificar la melodía de una flauta de bambú y una dulce voz que comenzaba a cantar con tal delicadeza que lograba calmar cada parte intranquila de su alma.
— La amabilidad fue su habilidad, el dragón de gran bondad... se hundió.— Obito al sentirse ya lo suficientemente cerca, se escondió detrás de un arbusto y trató de hacerse lugar para lograr ver a aquella dueña de la bonita voz.— La oscuridad lo llenó de hostilidad... Su alma traicionaba a quien lo cuestionaba...— al encontrarse en el lugar perfecto y estar a tan solo un par de metros, Obito pudo ver de entre un hueco en las hojas aquellas dos coletas que reconoceria en cualquier lugar y sus ojos se abrieron con asombro.— Seiryu se marchó y a Byakko abandonó...— la boca del Uchiha formaba una pequeña "o" mientras veía a su talentosa amiga cantar con tal sentimiento que lo inquietaba y la vez no lo dejaba siquiera reaccionar correctamente.— Entre lágrimas y miedo, el tigre exclamó...— ella estaba parada sobre la punta de una roca y a su lado habia un clon de sombra, su expresión era extraña, como si tan solo al verla algo dentro de tu pecho doliera.— "¿Por qué me han dejado aquí?"...— aún así, ignorando todo sentimiento de tristeza, el pelinegro definitivamente estaba impresionado. En todo ese tiempo que llevaba conociéndola nunca se enteró que la niña cantaba y tocaba tan bien, y además... ¿cuándo aprendió a hacer un clon?.— Jamás lo entendió, ¿por qué su hermano huyó?.... "¿Por qué ya nadie va a volver?"~.— pronto la voz calló y la flauta también. Haru suspiró, dándole fin a la canción.
Cuando Obito pudo volver al mundo real, un sonrisa se extendió a lo largo de su rostro.
Unos aplausos provenientes de unos arbustos hicieron que la niña pronto se sobresaltara y asustara hasta la médula, el clon desapareció rápidamente dejando una nube de humo detrás.
Ella guardó la flauta detrás suyo antes de que quien quiera que sea lo viera, sus manos temblaron y por su cabeza pasaron miles de formas de escapar de allí lo más rápido posible.
Los arbustos a un lado se movieron y Haru bajó de la roca para retroceder, lista para todo.
De un saltito, una cabellera oscura salió de las verdes hojas.
— ¡Woah Harubaka! No sabía que cantabas y tocabas tan bien.— Obito de pronto salió de su escondite y la castaña, al ver la sonrisa de su mejor amigo, pudo volver a respirar normalmente, aunque su rostro habia enrojecido completamente.— Mira, ¡hasta le has dado un espectáculo a los pájaros y puedes cantar y tocar con un clon! Eres maravillosa.— la alabó, sin ocultar lo asombrado que se encontraba en ningún momento.
Ella bajó su mirada y jugó con la flauta en sus manos, riendo levemente.
— ¿Qué haces aquí, Obito-kun?.— preguntó Haru tímidamente. Era inevitable no ponerse así cuando el Uchiha estaba frente a ella y además alabándola.
— Estaba buscandote, creí que sería bueno ir a entrenar.— él explicó, acercándose un poco más a su amiga y de paso sacándose las hojas del arbusto que se habian pegado a su cuerpo.— ¿Esa canción la has escrito tú? Es acerca de ti, ¿verdad? Recuerdo que dijiste que "Byakko" es tu apellido...— curioseo pero al ver el miedo e incomodidad en los ojos y expresión de la niña, sus palabras callaron sutilmente.— Me gusta.— aseguró rápidamente viendo como la calma volvía al cuerpo de su amiga.
Ella era bastante transparente y predecible. Cuando algo no le gustaba o le incomodaba, sus ojos lo dirían pero no su boca no atrevería a hacerlo. Obito no entendía porqué Haru era así con él, ella jamás lo contradecía o lo insultaba, no lo regañaba ni le expresaba su molestia de mala manera y eso era extraño para él pues quería que su amiga realmente confíe en él con todo su corazón, jamás podría ofenderlo.
Después de un par de segundos de pensar y de sentarse sobre una roca a su lado, Obito volvió a hablar.
— ¿Puedo escuchar un poco más?.— preguntó amablemente, con una sonrisa traviesa que hizo que los ojos de Haruka se abrieran a tope. Antes de que ella pudiera hablar, el volvió hacerlo.— Quiero que cantes y toques un poco más, ¿si?
— P-Pero...— Haru tragó grueso. Quería negarse por completo, no quería hacerlo, tenia miedo.
Se conocía.
Quizás recién no haya pasado nada, quizás logro mantenerse cuerda pero... ¿y si no volvía a lograrlo?
Las manos de la castaña temblaron levemente.
— ¡Por favor Harubaka!.— en cambio las manos del Uchiha se unieron dando un aplauso y sonriendo nuevamente él le rogó a la niña a la que ni siquiera le salía la voz.— ¡Sé que puedes!.— la animó y el corazón de la pobre se estrujó con tal intensidad que dolió como si miles de intensos remolinos estuvieran atacandola.
Lo pensó bien por algunos minutos aún con la mirada de Obito encima.
De repente un clon volvió a aparecer y los dientes blanquecinos del pelinegro se dejaron ver.
Haru levantó su flauta y se la dio a su clon quien pronto la posó cerca de sus labios para luego cerrar sus ojos suavemente y comenzar a tocar, ella estaba lista para cantar.
El pacifico sonido de la flauta volvió a estremecer a Obito como la primera vez que lo habia escuchado, hace unos minutos, y pronto le brillaron los ojos, maravillado.
Haru, un poco avergonzada, bajó la mirada, cerró sus ojos y comenzó con suavidad.
— Solo... en la oscuridad... Seiryu perdió su bienestar. Triste y desesperado, deshumanizado, no supo reaccionar...— decidió cantar otra de las canciones compuesta por ella pues, a diferencia de las que ella no habia hecho, esperaba que las suyas no hicieran ninguna clase de daño.— Un engaño y un eterno adiós, Byakko se esmeró y luchó... pero eso no bastó... "Tal vez esperar pueda ayudar" así fue que el tigre se engañó. Dirá "todo fue mentira", Seiryu se arrepentirá.— el sonido de la flauta y de su voz creaba una sensación inexplicable en Obito, como si quisiera arrodillarse ante ella y enfrentarse a cualquier cosa, obedecer cada orden, mantenerla a salvo.— En lo despiadado del mundo creyó que en la proxima vida tendría armonía.— su cabello volaba junto con el viento y el sentimiento que transmitía su lenguaje corporal sólo provocaba que el Uchiha quisiera seguir escuchando. ¿Era eso normal? Sentirse hipnotizado y a la vez sometido.
Por otra parte, el lado dominante del alma de Haruka, quién ni siquiera entendía lo que en esos momentos sentía, se encendía cada vez más gracias al resentimiento y tristeza que sentía, lo que causaba que su chakra comenzara a desestabilizarse y formara parte de su melodía.
Mientras Obito se regocijaba de jubilo, al mismo tiempo, la flauta que hace momentos sonaba pacíficamente ahora cambiaba drasticamente su rumbo y reproducía una melodía siniestra que erizaba cada vello de la piel de aquel que pudiera oírla. Los ojos de Haru se abrieron repentinamente con rapidez dejando ver sus pupilas amarillas brillando con intensidad y una espesa...¿niebla negra? recorría su cuerpo lentamente, volviendose más abundante en cada nota.
Obito se extrañó. El sentimiento de satisfacción y paz desapareció, siendo reemplazado por uno atemorizante.
La expresión de Haru le pareció siniestra y esa neblina no le daba buena espina.
— ¿Haru...?.— murmuró inquieto. Pronto se paró de su asiento pero sin aviso previo sus piernas fallaron y lo hicieron caer de cuclillas. Arrodillándose frente a la niña en contra de su propia voluntad, con cada extremidad comenzando a doler.
— El tigre blanco solo e invisible, en soledad decidió que se haría invencible...— la mirada de Haru cayó sobre su amigo, derrochando desprecio e ira, helaba cada hueso del Uchiba que comenzaba a sentir un inmenso dolor. — Nadie, nunca más, se atreverá a mentirle...— Obito sostuvo su estómago, sintiéndose completamente mal, como si alguien apretara sus intestinos.
La nariz de Haru comenzó a sangrar y al Uchiha le sorprendió que su clon aún siguiera allí. ¿Cómo podía mantenerlo? ¿Ella era la causante de tal dolor?¿Por qué se veía tan terrorífica?
— Matará a quién quiera herirle.— su voz angelical se había distorsionado y en ese momento el niño sintió como si dentro de su cuerpo una daga fuese clavada con profundidad, lo que hizo que tosiera y escupiera sangre.
Lágrimas salían de los ojos perdidos en la nada de la castaña mientras más sangre salia de su nariz, manchando su reluciente ropa blanca.
— ¡Ha!... ¡Haruka!.— aquel grito desesperado hizo reaccionar inmediatamente a la pequeña sumida en odio y a la cual ni bien vio a su amigo herido, cambió totalmente su expresión. Sus ojos dilatados volvieron a hacerse de color de las avellanas, la neblina desapareció y su dulce rostro ni bien vio el estado del Uchiha detonó la culpa de su ser al ver lo que había hecho.
— ¡O-Obito-kun! ¡¿Fui yo?! ¡¿Te herí?!.— preguntó alarmada pero cuando quiso correr hasta su amigo, el clon desapareció y su cuerpo se congeló.— Ngh-.— fue lo ultimo que pronuncio hasta que sus pupilas desaparecieron y cayó de cuclillas al suelo, quedando inconsciente en un santiamén al igual que Obito que también perdió la consciencia con tan profundo dolor.
(...)
Los dos despertaron en el mismo lugar pero al parecer todas sus heridas estaban completamente bien. Obito fue el primero en despertar y ni bien recuperó la consciencia y verificó en dónde estaba fue hasta su amiga que seguía desmayada a su lado.
— ¿Haru...?.— él la zamarreó un poco para lograr que despertara y pronto vio su ceño fruncirse y sus ojos temblar suavemente.
— ¿Obito-kun...?.— murmuró ella un poco confundida cuando logró ver el rostro frente suyo y se reincorporó, aún adolorida.
— ¿Éstas bien? ¿Qué fue todo eso? ¿Qué nos pasó.— preguntó el niño preocupado y también muy extrañado por lo ocurrido. Al parecer y por la expresión oscurecida en el rostro de la castaña, ella estaba recordando lo ocurrido.
Inmediatamente se acomodó y se postró de rodillas frente a Obito, apoyando su frente en el suelo y haciendo leves reverencias una y otra vez.
— ¡Lo siento tanto! Perdoname por favor Obito-kun.— dijo una y otra vez mientras él estaba aturdido sin entender porqué se disculpaba y lloraba.— Por favor, te lo suplico, no se lo digas a nadie.— le rogó entre sollozos, derramando miles de lágrimas al sentirse tan culpable por dañar a su mejor amigo. Él jamás la había visto de esa manera pero estaba seguro de algo...
Estaba aterrorizada de ella misma.
— Tranquila.— fue lo único que pudo decir, tratando de que ella dejara de inclinarse ante él.
Definitivamente ocultaba algo y Obito jamás sería capaz de traicionarla.
Fue desde ese momento en el que ella decidió no usar nunca jamás las enseñanzas de su hermano.
Bueno, no sé porqué este libro últimamente habla más de Obito pero bueno, quería explicar la historia. Ya saben que si no les agrada las trama principal pueden simplemente ignorar un par de one shots, pronto volveremos a la programación habitual jjkkas
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