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「Pasado」

Pasado

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❥〜 Golpes seguidos y bruscos sonaban en la puerta de la muchacha que había estado durmiendo tranquilamente hasta escuchar el escandalo en su puerta.
Se levantó con pesadez, corriendo algunos tarros desechables de ramen, envolturas y basura de sus pies para abrirse camino y recibir a aquel.  pelinegro enojado detrás de la puerta.

— ¡Haruka!.— le gritó Obito ni bien la vio, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, como un padre retando a su niño... Aunque tenían la misma corta edad.

— Es muy temprano Obito-kun...— chilló la de orbes avellana, tallando su ojito y bostezando.

— Ayer no fuiste a comer, ¿por qué?.— preguntó sin ponerle importancia a su reclamo. Haru, al escucharlo, bajó un poco la mirada, pensando en qué contestar y si debía ser sincera con él, algo avergonzada.

— Tú no viniste a buscarme... ¿cómo podría ir por mi cuenta?.— se excusó acariciando uno de sus propios brazos, con nervios y haciendo que Obito pierda los estribos.

— ¿Solo por eso no fuiste en todo el día, Harubaka?.— volvió a decirle, incrédulo. — Eso quiere decir que no desayunaste, ni almorzaste y siquiera cenaste.— la regañó nuevamente. Es verdad que Haru sentía hambre y no había comido nada ya que era huérfana y no tenía dinero.
No hacia mucho tiempo que su hermano ma había abandonado y dejado a la deriva, sin saber cómo seguir o qué hacer, sin tener un camino marcado. Una triste y pobre niña que ni entendía nada sobre el mundo real y sólo debía adaptarse y sobrevivir.
A veces conseguía comida y la racionaba pero no quería mendigar.
Cuando el hokage trataba de ayudarla, ella no recibía el dinero que le mandaban... No valía la pena, no le veía el sentido a cuidar a una niña buena para nada y que ni siquiera... quería seguir viviendo.

— Un perro como yo no merece nada de eso.— murmuró y pronto recibió un gran golpe de una suave bolsa en su pecho. Obito le estaba dando una bolsa que había traído desde su casa y había mantenido en el suelo hasta ese momento.

— Ten, calla y toma.— gruñó el Uchiha, haciendo de cuenta que no había escuchado tal estupidez que decía y cambiando de tema.

— ¿Qué es?.— preguntó la niña tomando la bolsa y revisando con la vista su exterior.

— Ropa.— contestó él, simple. — Mi abuela dijo que estaba en buen estado y creía que es de tu estilo... Que te verías bonita.— al momento de decir eso, las mejillas de los dos niños enrojecieron violentamente. Haru estaba sorprendida, con sus ojos abiertos a tope mientras Obito estaba con mala cara mirando a otro lugar, muy apenado por las palabras que había dejado escapar.— Cambiate, yo te esperaré.— ordenó, cruzando sus brazos y apoyándose en la pared, como si nada.

— ¡Si!.— la sonrojada niña asintió y entró nuevamente a su casa para probarse la ropa nueva que la abuelita de su amigo le había dado.

▸▹

Luego de arreglarse, mirarse en la ventana y sentirse satisfecha salió, encontrando a su amigo jugando en el suelo con una roca.

— Y-ya está... Obito-kun.— anunció Haru y él levantó la vista luego de bostezar. Le echó un vistazo y asintió, como si estuviera afirmando sus propios pensamientos.

— La abuela tenía razón, es de tu estilo y te ves bonita.— dijo tranquilo y de repente el corazón de Haru se sintió como si hubiese dando un gran brinco y quisiera huir de su pecho. Al notar la asombrada mirada de su amiga y volver sobre sus propias palabras, Obito negó rápidamente.— ¡L-la abuela lo dijo! ¡Q-que te verías bien!.— trató de excusarse, Haruka asintió apenada aún con el corazón muy acelerado y bajó la mirada. Obito gruño, sintiéndose un tonto— Ven Haru, comamos algo.— ordenó, comenzando a caminar y tratando de borrar la tonta escena. Ella lo siguió.

▸▹

Los dos niños estaban sentados en una de las bancas mientras comían sus recién comprados dangos. Obito reía orgulloso al ver cuán emocionada y desaforada comía su amiga.

— Si que te gustan los dangos Haru.— comentó él, con cierto tono de burla. La castaña asintió de acuerdo, con sus mofletes inflados y sus ojos casi lanzando brillitos de felicidad.

— Si, siempre soñé con tener mi propio puesto de dangos.— habló con la boca llena y casi escupiendo al Uchiha que reia y pronto tomaba una servilleta para limpiar delicadamente los restos de comida en el rostro de su amiga.

— ¿Solo dangos? ¿Nada de sake?.— cuestionó al terminar y puso una de sus manos sobre la cabeza de la castaña para terminar despeinandola, mientras ella se dejaba.

— Si tú deseas que venda sake, lo haré.— afirmó alegre y decidida. Obito se sorprendió al principio por sus palabras pero luego volvió a reír.

— Me gusta oír eso... Aunque dicen que no es muy bueno emborracharse
— recordó las palabras que su abuela alguna vez le había dicho.— Cuando seamos mayores, emborrachemonos juntos.— pidió, dejando el palillo del dango a un lado y mostrando su dedo meñique frente a los ojos de Haru, queriendo hacer un juramento. Ni bien la castaña comprendió, también dejó su comida de lado y elevó su meñique para entrelazarlo con el contrario.

— ¡S-si!.— exclamó y luego los dos soltaron algunas risitas traviesas.

Aquellos niños se habían conocido por simple casualidad en una tarde de lluvia donde Haruka había estado sentada bajo la lluvia, muy triste, y Obito le llevó un paraguas. Esa tarde donde el Uchiha había ayudado y acompañado a la niña que solo lloraba muy desconsoladamente.
Aquellos niños poco a poco se conocieron y casi inmediatamente se hicieron amigos. Se complementaban y llevaban muy bien.
Desde que se conocieron, Obito ayudaba a Haruka de todas maneras posibles, le daba comida, la invitaba a dormir o pasar tiempo en su casa, le daba vestimenta gracias a su abuela, la cuidaba de los maltratos, le ensañaba lo que sabia y la llevaba a entrenar consigo para cuando fueran admitidos en la academia.
Eran inseparables.

▸▹

Los dos niños estaban sentados en los columpios, columpiandose muy suavemente y viendo como el parque comenzaba a llenarse de padres en busca de sus niños que corrían felizmente a sus brazos y se marchaban con ellos.

— Oye... Obito-kun...— lo llamó Haru en un murmullo, desanimada.

— ¿Mhm?.— ahora fue Obito quien murmuró, en señal de que la oía.

— ¿Qué se sentirá tener padres?.— preguntó inocentemente viendo cuantos rostros llenos de felicidad los rodeaban y aumentando su curiosidad cada vez más.

— Pues... no lo sé... quizás algo así como la abuela.— se encogió de hombros el Uchiha, sin darle mucha importancia. Ni él ni Haruka tenían ni habían conocido a sus padres por lo cual se sentía un poco más acompañado, aunque él no le tomaba mucha importancia a ese asunto ya que su abuelita lo acompañaba.

— ¿Qué se siente tener una abuela?.— susurró esta vez Haru para sí misma, aún sin comprenderlo.
La castaña no podía estar tan tranquila como su amigo.
¿Qué era tener padres? ¿Qué era tener una abuela?
¿Por qué su hermano la abandonó?
No lo entendía, era incomprensible en su mente.

— ¡Papá!.—  se escuchó el grito de un alegre niño que corría hacia el adulto recién llegado. Curiosamente los dos niños miraron atentos aquella escena.

— ¿Te divertiste pequeño?.— preguntó el hombre, dándole la mano a su pequeño. La cabeza de Haru se ladeo con confusión mientras veía al niño que desbordaba admiración y alegría en su mirar. Aquella mirada le pareció tremendamente bella y tierna, como si pudiera entender al menos un poco de sus sentimientos y recordando a su hermano mayor y los momentos lindos a su lado. ¿Ella lo miraba de esa manera?

— Haru, ya es hora de la cena, vamos antes de que nos regañen.— Obito se había levantado del columpio y comenzado a estirar su cuerpo mientras le hablaba a su amiga sumergida en pensamientos.

— Se ve tan feliz...— susurró viendo con atención al padre y su hijo marchar mientras conversaban y aquella bella aura los rodeaba. ¿Ella podría tener un padre alguna vez? O al menos alguien que la quiera de esa manera. ¿Por qué la vida había decidido quitárselo? ¿Qué había hecho mal?

— ¡Vamos Haru!— el Uchiha había comenzado a marchar para casa y meneaba su mano, llamando a la niña que recién salía de su transe y asentía para levantarse e ir tras él.

— ¡Si!.— quizás no tenia un lazo sanguíneo ni nada de eso pero, indudablemente, sentía a Obito como parte de su familia.

Él era su familia.

El anuncio anterior era viejo.

Estoy guardando y publicando todo nuevamente, tomando precaución y demás por unos cuantos problemas.

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