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〖El café de papá〗#4

Obito y Haru se habian ido directo a la cocina de la pastelería para tener un poco de "privacidad".
La cara de la castaña era la de un mismo demonio, estaba furiosa de ver que ese idiota paseaba sus narices por ahí como si nada, como si siguieran siendo los mismos amigos de siempre.

— Recuerdo haberte dicho que...— la castañita iba a comenzar a darle un gran sermón de aquellos que nunca callan pero Obito la cortó en seco, sabiendo que, si la dejaba hablar, eso terminaría muy mal.

— Lo sé y no tengo ningún derecho a estar aquí.— dijo él, entendiendo que aparecer de repente con Rin en su pastelería, frente a ella y en un mal momento no había sido la mejor opción.

— Afortunadamente lo sabes.— rió sarcásticamente y veloz borró cada rastro de sonrisa, por más irónica que fuere, de su rostro.— Y ni siquiera vienes solo.—recalcó, lamiendo la punta de sus dientes con rabia y mirándolo fijamente.— ¿Ella se convirtió en tu novia?.— movió suavemente la cabeza en dirección al exterior donde Kakashi y Rin habían quedado, señalando con ese ademán y dándole a entender a Obito de quién estaba hablando.

— Ah... si.— él afirmó sin poder decir nada más pues no había nada razonable para decir y no mentiría.— ¿Él es tu novio?.— preguntó para desviar el punto de la conversación pero solo logró que aquella cara endemoniada se vuelva aún más severa.

— No es algo de tu incumbencia.— musitó entre dientes y Obito resopló.

"Imbecil" se repetía en la cabeza de Haru al tan solo ver a Obito. Apostaba un dineral a que en ese momento estaba lanzando espuma por la boca y humo por las orejas de la rabia que ver su cara le ocasionaba. Sentía su sangre hervir y las burbujas de ésta reventarse bajo su piel.

— Que extraño como resultaron las cosas.— dijo el pelinegro aún con los ojos fulminantes de la castaña encima, que en ese instante se cruzaba de brazos.— Al final él es la expareja de Rin y tú mi...— quiso comentar pero fue remotamente interrumpido.

— Jamás tuve nada que ver contigo.— ella aseguró, como si apenas lo conociera.

— Haru, lamento decirte que estuvimos comprometidos.— Obito dejó salir cierto sarcasmo al ver que ella trataba de ningunearlo, bastante inoportuno y estúpido de su parte.

— ¿Sabes qué? Es cierto y hubiese preferido que me abandones en el altar a tener que verte como una imbécil teniendo sexo.— al escuchar aquello la expresión de Obito reflejó cierto arrepentimiento el cual Haruka no se tragaba y no pensaba tener ningún tipo de compasión.

— Lo sé, yo...— su mano viajó hasta su cabeza la cual rascó, tratando de encontrar las palabras justas que no enojaran más a la castaña pero ella rápidamente le impidió el habla.

— Y aún así eres tan descarado de mostrarte ante mí.— alzó una de sus cejas y cruzó sus brazos.— ¿Es por lo de tus amigos? ¡¿Por el estúpido anillo?! ¡Si mi hermano te viera rompería tu cara en pedacitos!.— aseguró con sus dientes casi rechinando por la manera en que los apretaba gracias a la ira que la carcomia hasta el hueso.

— Lo sé, sé todo eso y lo siento muchísimo pero escuchame, es importante.— él trataba de calmar las aguas y decir lo que venía a decir pero cada intento era en vano.

— ¡No quiero oírte! ¿No lo entiendes? Ve y sé feliz con tu novia, olvidate de mi existencia.— Haru ya estaba absolutamente cansada de eso, su expresión de corderito le daba asco y que se hubiera atrevido a llegar así como si nada lo empeoraba todo.

— Realmente es una casualidad... Sabía que estabas viviendo por aquí pero jamás creí que las cosas se tornarían de esta manera.— no mentía, si tenía que hablar con Haruka hubiese preferido por un millón que las cosas no fueran de esta manera pero ya estaba aquí, ya estaban así y debía afrontrarlo.

— ¿Acaso te olvidaste de mi apellido? ¡Es el maldito nombre del local!.— Haruka no podía tratarlo mejor ni pensaba hacerlo, no se lo merecía y no le creía ninguna palabra que salía de su boca. Le había mentido antes cuando era su prometida, ¿por qué no lo haría ahora?

Mientras ambos peleaban y disctuian sin fin, fuera de aquel cuarto tan pequeño, dos pares de ojos observaban la puerta por donde la jefa y el pelinegro habían desaparecido.

—Así que... ¿él es el ex novio de Haruka-san? ¿El que le pidió matrimonio y la engañó?.— preguntó Kakashi preocupado por el bienestar mental de su nueva amiga que había desaparecido con una expresión irreconocible y cargada de muchas emociones.

—Huh... Si, así es.— Rin asintió y corrió un mechón de pelo de su rostro. Se sentía un poco incómoda pero trataba de no hacerlo notar.

— ¿Y tú estás con ese tipo?.— el peliplata preguntó nuevamente entre asombrado e incrédulo.

— De hecho... yo soy la mujer con la que la engañó.— dijo ella, sin palabras ni expresiones de más, sin nada que agregar. Kakashi tardó un poco en entenderlo pero ni bien lo hizo y repitió un par de veces aquello en su mente, sus ojos fueron directamente a ella.

— ¿Y lo dices como si nada? ¿Sabés acaso que ella dio un gran giro en toda su vida por esa infidelidad?.— su tono de voz sonó un poco más elevado de lo normal pero sin sobrepasarse. Estaba siendo correcto y claro, quería hacerle saber que, en caso de que no lo supiera, había hecho algo bastante grave.

— Si, y estoy totalmente avergonzada pero ¿qué puedo hacer? No puedo devolver el tiempo atrás y...— Rin hablaba como sí realmente fuera imposible hacer algo que alivie un poco el dolor de Haruka, como si realmente sus manos estuvieran atadas, y a Kakashi le impresionó saber que en realidad no conocía para nada a esa chica frente a sus ojos a la que alguna vez amó como si su vida dependiera de ello.

— Pedirle disculpas, como para empezar por algo.— rápidamente le interrumpió sus excusas y le dio la posibilidad más obvia y a la vez más efectiva. Rin calló y lo observó en silencio por unos segundos, como si analizara su rostro. Juzgando muy por adentro sus palabras.

— Siempre fuiste de esa manera...— murmuró con una sonrisa leve y dolida.— Crees que las cosas pueden arreglarse con la moral, como si todos tuviéramos mecanismos completamente iguales.— dijo y suspiró.— ¿Crees que si yo voy a pedirle perdón a esa chica ella escuchará algo de lo que diga? Ya lo has dicho tú mismo, lo que hicimos es algo por lo que deberíamos estar completamente avergonzados y ni aunque rogaramos compensariamos todo el dolor que siente o sintió pero sé que Obito-kun tiene asuntos importantes que atender, por eso es que vino. Si todo tuviera arreglo entonces esa muchacha y Obito-kun seguirían juntos, tú y yo seríamos aun pareja.— habló con la máxima  obviedad que podía y por inercia el peliplata frunció el ceño.

— Tú no dejaste que lo arregle...— balbuceo casi inaudible, sintiéndose efectivamente tocado ante esa última declaración y trayendo el pasado nuevamente al presente, pero no pasó desapercibido para los oídos de Rin.

—¿Por qué te empeñas en echarme la culpa de todo?.— preguntó con cierta frialdad en su voz y suspiró cuando vio que Kakashi había quedado mudo y atónito.— ¿Mañana si podrás traer a Naruto-kun? Me gustaría verlo.— preguntó, cambiando totalmente el tema de conversación y Kakashi fruncio el ceño ante la petición.— No te preocupes, es solo para saludar.— aseguró ella y él devolvió su mirada hasta la puerta donde aún discutían los dos faltantes.

— Veré qué puedo hacer.— contestó, inseguro acerca de toda la situación y Rin asintió comprensiva.

— Llámame.— pidió, sabiendo que él aún conservaba du número y el Hatake asintió sin más.

De pronto Obito salió del cuarto con la mitad de su rostro enrojecido y una expresión decepcionada.

— Es imposible.— le dijo a Rin ni bien llegó junto a ellos y su mirada fue hasta Kakashi.— Nos vemos.— lo saludó y estiró su brazo para estrechar la mano de Kakashi quien correspondió el saludo con duda pero sin querer parecer maleducado.

— Adiós.— luego de aquel saludo la pareja se retiró y Kakashi solo se quedó allí esperando que la puerta frente a sus ojos volviera a abrirse.

A su vez las chicas en el mostrador se veían enfurecidas mientras esperaban que esos dos crucen la puerta para llenarlos de maldiciones.

— Debe ser duro para ella volver a verlo... Considerando que salieron por mucho tiempo y solían ser muy buenos amigos.— Shizune cuchicheo con las otras dos, para Kakashi fue inevitable no escuchar al estar tan cerca del mostrador.

— Ese idiota, solo la hace llorar. No solo fue engañada por su prometido sino que su mejor amigo le clavó una estaca al corazón, todo junto.— Anko dejaba notar su enojo y rabia, era claro cuanto odiaba a aquel muchacho.

— Regresen al trabajo chicas, Haru-chan necesita un poco de tiempo.— Kurenai mandó a las otras dos que pronto asintieron y regresaron a sus deberes. La pelinegra entró al cuarto donde Haru aún seguía encerrada y no tardó en salir y dirigirse hasta el Hatake que no podía irse así.— Hatake-san, Haru-chan quiere verlo.— dijo y él enseguida asintió y fue al cuarto casi de inmediato.
Sus ojos no tardaron en encontrar a la muchacha de espaldas, sentada en silencio como si tuviera mucho en qué pensar. Era cierto, de seguro tenía mucho en qué pensar.

— ¿Haruka-san?.— la voz de Kakashi salió con cierta consideración, suavemente y sin apresurarse. Ella volteó y a él no se le hizo difícil notar sus ojos enrojecidos al igual que su nariz.

Haru se levantó y fue hasta él.

— Lo siento Kakashi-san, tuvimos un día increíble hoy pero ahora mismo no creo que pueda atenderte correctamente.— se disculpó sintiéndose terriblemente culpable por la situación en la que ambos habían quedado.— Esto es para Naru-tan, espero que las disfrute, y perdón por mostrarme en este estado.— ella le extendió un paquete prolijamente cerrado y preparado y sonrió muy levemente sin brillo en sus bellos orbes avellana.

Kakashi negó, sabiendo perfectamente que nada de eso era su culpa y nunca lo iba a ser. No le gustaba verla de esa manera pero a su vez no sabía qué hacer para consolarla

— No, no te preocupes...— trató de sonar lo más normal posible para no preocuparla aunque quisiera preguntarle de todo y demostrar su apoyo.— Espero verte mañana y por favor, no desgastes tus preciosos ojos con lágrimas.— una leve pero tierna y avergonzada sonrisa se apoderó de su rostro.

— Gracias.— agradeció de corazón sus esfuerzos por hacerla sentir mejor.— Por todo esto y lo rara que termino nuestra cita, ¿no le gustaría mañana cenar en mi casa? Con Naruto-kun.— de pronto y sin previo aviso lo invitó, tomando desprevenido a Kakashi que no se lo esperaba pero que a su vez no dudó.

— Me encantaría.— aseguró sin más y ambos se sonrieron.

Cuando Haruka llegó a casa en medianoche, cansada y agotada física y mentalmente, buscó vagamente a su hermano que muy seguramente estaba preparando la cena o llenando alguno de sus reportes policiales.

— Llegué a casa, Tetsusu.— lo saludó y aquel castaño ahora cuatrojos quitó un momento la vista de su notebook para saludar a su hermanita con una tierna sonrisa.

— Bienvenida a casa.— contestó él y volvió a teclear con rapidez.— ¿Cómo estuvo tu día?.— preguntó ahora sin sacar la vista de la pantalla y sin notar la mueca de disgusto en la cara de la menor que se había sentado a su lado.

— La mañana fue completamente genial, el resto dejó que desear.— comentó sin ánimos de dar mucho detalle y antes de que su hermano pudiera indagar, preguntó.— Mañana no estarás, ¿cierto Tetsusu?.— él la miró con curiosidad y una ceja alzada por un par de segundos.

—Creo que no, estaré de guardia en la estación según lo que sé.— dijo, recordando que el día siguiente iba a ser de mucho trabajo.— ¿Por qué?.— ahora él fue quien preguntó.

— Mañana haré una pequeña reunión y quería ver si debía cocinar para ti también.— explicó con sencillez mientras se levantaba para ir a la cocina en busca de comida.

— Ah, está bien, pasala bien entonces.— sonrió suavemente y luego de terminar escribir la siguió a la cocina.— Te ves desanimada y demasiado pensativa, ¿algo te preocupa?.— él notó que su hermanita no tenía la mejor expresión y eso le parecía bastante raro puesto que desde hace mucho tiempo que no la veía así y jamás desde que se mudaron se había visto preocupada ni nada.

— Ah no, tuve una pequeña discusión pero no fue nada de qué preocuparse.— dijo con tranquilidad y volteó para regalarle una pequeña sonrisa para demostrarle que no tenía porqué preocuparse y la cuál su hermano compró.

— Está bien, te creo.— dijo sin más y rió levemente.— La cena está en el horno.— avisó y volvió  a su lugar de trabajo mientras Haru buscaba su comida.

Lo único que ella pensaba en ese momento era en ver a sus personas favoritas mañana.

Es gracioso porque literalmente me tomé un año sabático sin avisar porque mi vida se había vuelto más o menos un desastre. No sabía si iba a volver porque en cierto momento sentí que esto se había vuelto una obligación y quería que ese sentimiento pasara. Debo decir que me mantuve leyendo cada comentario en mis historias que dejaban, me reí y emocioné mucho y decidí tratar de volver a escribir porque creo que es tiempo de volver a disfrutarlo. Seguro creían que no volvería, eh... Yo lo vi muy lejos también jajsj pero acá estoy y espero poner en rumbo mi escritura. ¡Gracias por permanecer conmigo!

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