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「Cerdo」1/?

✦ːꦿ

❥〜 Sal con alguien más y ahí sabrás si realmente te gusta Kakashi o no.

Kakashi estaba frente a la puerta de Haru, esperando a ser atendido por su amiga que al parecer estaba bastante ocupada para tomarse la molestia de abrirle la puerta, como siempre.
Al cansarse de esperar, este decidió dar la vuelta e ir hacia la ventana de la habitación. Con mucha sencillez la abrió y entró, encontrando a la castaña frente al espejo, arreglándose.

Llevaba un vestido bastante pegado al cuerpo y resaltando sus curvas. Su pelo estaba suelto y traía un poco de maquillaje junto a unos accesorios, nada parecido a la infantil y desarreglada chica de siempre.

— ¿Dónde vas?.— preguntó el intrigado Kakashi luego de cerrar la ventana detrás de él sin sacarle la vista de encima. Estaba muy formal para ir a un bar o a la noche de karaoke que siempre tenía con sus amigas, eso no podía ser.

— Tengo una cita.— dijo sencilla, acomodando uno de sus aretes y haciendo una pose bastante tonta frente al espejo. El peliplata inevitablemente fruncio el ceño.

¿Una cita?

— Pero la otra vez rechazaste a...— iba a decir el muchacho, recordando cuando había rechazado al otro shinobi que se le había confesado días antes, pero Haru lo cortó.

— Fue por está cita que lo rechace, Bakakashi.— explicó obvia, volteando hacía él.— ¿Cómo me veo?.— preguntó, dando una vuelta y posando para él que, aunque creía que se veía preciosa tal y como una diosa, no pudo hacer más que sentirse molesto.

— ¿Vas a salir con el muchacho que te gusta?.— preguntó, ignorandola.— ¿Ese en el que estas interesada?.— volvió a hablar, con un deje de ironía. Era evidente que estaba comenzando a sentir celos, aunque quisiera negarlo. Ella bufo y cruzó sus brazos.

— Bakakashi, ¡yo no controlo con quién duermes!.— gritó fastidiada de su actitud tan borde. Los ojos del peliplata casi se salen de su eje al escucharla.

— ¡¿Dormiras con él?!.— vociferó, perdiendo la cabeza por su frase anterior. Haru golpeó su propia frente y negó, Kakashi estaba actuando más tonto de lo normal.

— ¡Sabes que no!.— fruncio el ceño y volvió a suspirar.— Ni siquiera me interesa dormir con nadie, era una forma de decir.— agarró una chaqueta y fue hasta él para ponerse de puntitas y pellizcar su mejilla.— Te estas metiendo mucho, chismoso, y eso es inusual en ti.— reprochó mientras su amigo siquiera se quejaba.

De cerca se veía aún mas hermosa, sus ojos, su nariz, su piel y sus labios... Todo lo llamaba y tentaba a pedirle que deje esa cita de lado, se olvide de todos los otros hombres y mejor se quedara con él.

— ¿Realmente tienes que ir? Si quieres podemos quedarnos aquí y luchar hasta que te canses.— intentó convencerla, actuando como si no estuviera muy interesado pero la realidad era otra. Haruka alzó una de sus cejas, pensándolo.

— Una oferta tentadora...— admitió para luego negar y bajar la máscara del contrario.— Pero no puedo, lo prometí.— dijo y se acercó a besar su mejilla aunque terminó besando el lunar de su barbilla pues aún no se había puesto los tacos y no alcanzaba a más.— Estaré en un restaurante cerca de aquí, buscame si me necesitas.— le guiño un ojo y luego de ponerse sus zapatos, alzó su mano en forma de saludo para salir y dejarlo allí, solo en su propia casa.

Kakashi decidió ir a tomar algo con sus amigos que había cruzado al salir de casa de Haruka y lo invitaron. En realidad iba a ir a casa o quizás interrumpir por accidente la cita de la castaña pero sus amigos insistieron en que vayan todos juntos. Ahora todos estaban reunidos, comiendo ramen en Ichiraku.

— ¿Y Haru-san?.— preguntó Iruka cuando ya estaban cómodos y comiendo.

— En una cita.— habló un serio y despreocupado Kakashi, tratando de no pensar mucho sobre esa cuestión que no podía sacarse de la cabeza. Las cejas del moreno se alzaron y los otros también se sorprendieron cuando escucharon.

— ¡¿Eeeh?!.— pronunció extrañado y asombrado el menor.— Ni siquiera... lo mencionó...— murmuró,  desanimado porque su amiga no le habia informado. Kakashi siguió concentrado en su ramen y su libro.

— Haruka se guarda todo últimamente.— dijo por lo bajo, molesto pero nadie llegó q escucharlo.
Primero "esa persona especial" que tenía y ahora una cita tan repentina con un tipo que ni siquiera conocía.

Aún teniéndolo a él al lado...

▸▹

Haru estaba incómoda. Ese tal Na-chan con el que Anko le habia recomendado salir era muy extraño y actuaba como si estuviese nervioso todo el tiempo. Supuestamente era un hombre muy famoso y venía de visita a la aldea pero la castaña no le veía nada especial. Su corazón no hacía doki doki... La oferta de Kakashi era más divertida que esta tonta cena.

Se arrepentía completamente de haber salido en esta cita pero, la razón por la que había aceptado ir en primer lugar le preocupaba aún más pues el hecho de que Kakashi, su amigo, estuviera ocupando sus pensamientos todo el día era más horroroso que cualquier cita.
Jamás lo había pensado seriamente pero él era amable, galán, divertido, considerado y muy guapo... Claro que era un poco tonto, pervertido y despreocupado pero ella ya lo conocía... ¿Por qué lo tenía ocupando su mente la mayoría del tiempo? Sentía que solo quería pasar tiempo con él, caminar de su mano por las calles, cocinarle montañas de comida y demostrarle al mundo lo unidos que eran. Lo pensaba con mucho anhelo y desesperación y eso comenzaba a molestarle... Él era la persona en la que estaba interesada.

Luego de disculparse con su cita, Haru fue al baño y al estar un tiempo frente al espejo, supo que ella no era el tipo de chica que saca un clavo con otro clavo... Así que se decidió por terminar esa farsa e ir a casa, para enfrentar de una vez todo lo que estaba sintiendo.

— Na-chan, creo que ya es hora de ir a casa...— anunció, dando a entender que la cita no había sido un éxito y que era mejor parar. El muchacho frente suyo se sorprendió pero luego asintió, comprensivo.

— O-oh... entiendo.— asintió inocentemente y luego levantó su copa de vino.— ¿Terminamos esta copa y nos vamos?.— propuso con una sonrisa amigable y ella aceptó, feliz de no haber herido los sentimientos ajenos.

▸▹

Luego de salir del bar y terminar la bebida que había compartido con aquel muchacho, Haru había comenzado a sentirse muy mal, tan mal que debía sostenerse del cuerpo masculino para poder seguir. Estaba adormilada y débil, como si estuviera por desmayarse, sintiendo mucho calor y como si el suelo se temblara.

— N-no... me estoy... sintiendo muy b-bien...— le avusó al muchacho que la sostenía de la mano y la llevaba a un lugar que Haru no estaba viendo ya que toda su concentracion iba a intentar mantenerse de pie y caminar.

— Tranquila, pronto lo harás.— había dicho él. La chica notó su mirada oscura y la malicia recorrer su expresión, su inocente voz del principio sonaba extraña pero ella creyó solo estar alucinando.

El tipo después de unos minutos la llevó hasta un callejón oscuro, profundo y donde no había ningún otra alma rondando.

— Na-chan... ¿q-qué... hacemos a-aquí?.— cuestiono confundida, quedarse en un callejón no ayudaría en nada. Él la tomó del brazo con mucha fuerza a medida que una sonrisa tenebrosa se ampliaba en su rostro.— O-oi... M-me lastimas.— se quejó ella, tratando de sostener la mano del contrario para que deje de hacer presión pero él sostenía cada vez con más fuerza.

— Vamos Haru-tan, no te quejes.— ordenó, estampando de repente y brutalmente a la chica contra la pared del callejón y acorralandola con sus brazos y piernas. El mundo de Haru daba vueltas y sabía que estaba muy próxima a perder la conciencia pero aún seguía de pie, aquel golpe la habia hecho sentir aún peor y más perdida.

— ¿Q-qué... estás.. ha-aciendo?.— gruñó cuando sintió las manos del chico comenzar a recorrer su cuerpo mientras lo miraba desafiante y trataba con mucho esfuerzo no perder la conciencia.

— Me has dicho que jamás saliste con alguien, esta era tu primer cita... eres muy bella Haru-tan, ¿cómo sigues virgen?.— decía el descarado, pasando su lengua por la piel de la castaña que sentía asco y repulsión con una mezcla de cosas en su mente que procesaba muy lentamente todo.

¿Qué era toda esa situación tan de repente?

— ¿Q-qué... me has.. hecho, maldito?.— la castaña juntaba todas fuerzas posibles para mantenerse y empujarlo, alejar su asqueroso cuerpo lejos del de ella, pero sus piernas flaqueaban y sudaba mucho. Poco a poco fue dándose cuenta de que aquel tipo había hecho algo para que se encontrara así y aprovecharse.

— Sabía que mi plan funcionaría, eres ingenua, confianzuda y muy linda, algunos contactos me hablaron sobre laschicas aquí y tú eras la primera en la lista...— dijo, relamiendo sus labios y viéndola descaradamente.— Me dijeron que tenías el poder de un tigre si te enojabas pero mirate, solo pareces un gatito mojado.— se burló, haciéndola enojar. Estaba jugando con su cuerpo y su vida, como si fuese una cosa cualquiera.

— ¡¿Q-Quién carajo eres?!.— vociferó nuevamente la muchacha, haciendo fuerza para sacarlo de encima.

— Soy un simple negociante que busca diversión en las aldeas mientras hace su trabajo ¿está mal?.—  habló muy calmado, disfrutando de la situación.— Quiero tener sexo contigo Haru-tan, y lo conseguiré aunque no quieras.— afirmó volviendo a acercarse a ella y besar su cuello y clavículas sin problema alguno, como si le perteneciera.

Haru luchaba por escapar mientras trataba de pensar en algo que la ayude a escapar de ese infierno.

Sin que el tipo se de cuenta, logró sacarse su propio taco y mientras él la besaba y tocaba, ella, juntando mucha fuerza y con toda rabia posible, le clavó el taco en su mano, haciéndolo gritar y que la soltara.

— ¡Maldita desgraciada!.— gritó, con su mani llena de sangre. Increíblemente Haruka había logrado clavarlo aún estando terriblemente débil.

— ¡Eres un cerdo!.— gritó ella esta vez para comenzar a cojear aunque ni siquiera pudo mantenerse de pie, por lo que tuvo que arrastrarse. El idiota que aún gritaba de dolor vio lo que intentaba hacer, se sacó el taco clavado y se levantó enfurecido.

Haru se arrastraba por el suelo. Su cuerpo estaba a nada de colapsar por completo y aunque intentaba de todo, no tenía fuerzas. En el suelo logró encontrar una botella y cuando él se acercó a querer agarrarla otra vez, ella la rompió en pedazos en su cabeza. Al parecer la adrenalina la mantenía despierta...

Aunque el degenerado quedó desorientado unos segundos, ni bien pudo volvió a ir hacía la indefensa muchacha que seguia luchando por salir de ese callejón, y la tomó para tirarla aún más adentro, con mucha violencia y sin preocuparse de herirla o no.

— Dejame o te asesinare.— amenazó la castaña, tratando desesperadamente de salvarse y no caer ante eso efectos extraños de su cuerpo. Él estaba frente a ella, muy enojado.

— ¿Podrás, escoria?.— el chico la había tomado nuevamente del cuello, levantandola y ahorcandola contra la pared.— Voy a marcar mi territorio en ti, imbécil.— Haruka no se rendía, no tenía oxígeno, su cuerpo entero temblaba y tenía mucho calor pero lucharía con todas sus fuerzas hasta el final.

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