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Capítulo 6 - Llévame a la iglesia

El día no pudo empeorar más.

Llegando al edificio, distinguió una ambulancia y varias patrullas de la policía parqueadas frente al inmueble. Descendió del vehículo y caminó hasta la entrada, donde un oficial lo retuvo:

_ No puede pasar.

_ ¿Disculpe? Yo vivo aquí... ¿Qué sucedió?

Antes de que el agente pudiera responderle, Ariel se vio abordado por Ronald, Odette y Luz:

_ ¡Ariel, cariño!_ chilló Ronald muy nervioso._ Al fin llegaste. Hemos tratado de contactarte tantas veces sin conseguirlo.

_ Mi teléfono se quedó sin carga._ contestó Ariel respondiendo mecánicamente a los abrazos de sus vecinos y amigos._ ¿Alguien puede explicarme qué sucedió?

_ Ay amiga, una desgracia. Una verdadera desgracia._ respondió Ronald llevándose una mano al pecho de forma dramática.

Odette entornó los ojos y contestó finalmente:

_ Todo indica que la señora Helena sufrió un infarto en la mañana. Luis Xavier y Emely la encontraron muerta en su apartamento.

La noticia fue como un puñetazo en el rostro de Ariel:

_ ¿La señora Helena? Pero... ¿Cómo? Justo ayer antes de salir le comprobé la presión, y estaba normal. Conversamos un poco y le prometí que le haría un pastel de arándanos en cuanto regresara.

_ Pues tendrás que hacer el pastel para mí,_ graznó Ronald,_ porque de lo que es ella, ya no podrá comer ni pastel ni más nada.

_ Ronald no hables así._ lo regañó Odette dándole una mirada acusatoria._ Ten un poco de respeto por los difuntos. Cierto que no ella era un angelito de bondad, pero murió y debemos ser respetuosos con su memoria aunque ella nunca lo haya sido con nosotros.

_ Solo espero que los pobres gatitos estén bien._ suspiró Luz de forma distraída, mirando hacia lo alto del edificio, como si no prestara atención a quienes platicaban a su lado.

_ ¿Qué gatos?_ se asombró Ariel.

Odette suspiró:

_ Luz está empeñada en que la señora Helena era una de esas mujeres solas que vive con un montón de gatos, y quiere salvar a los pobres animalitos.

_ Pues no tiene nada de qué preocuparse,_ respondió Ariel._ La señora Helena no tenía gatos porque era alérgica al pelo de cualquier especie animal. En el fondo lo que pienso es que no les gustaban los animales y punto.

_ ¿Estás seguro?_ preguntó Luz mirándolo con mucha calma._ De todas formas seguiré buscando. Nunca se sabe.

_ ¿Y dónde están Luis Xavier y Emely?

_ La policía los está interrogando._ contestó Ronald recuperando su nerviosismo de repente._ Espero que no vayan a creer que tuvieron algo que ver con la muerte de la momia.

_ Si te oyen refiriéndote a ella de esa forma de seguro que lo pensarán._ protestó Odette encogiéndose de hombros.

Denis llegó en ese momento:

_ Vine en cuanto pude zafarme de unos pendientes que tenía en el bufete... ¡Oh! No sabía que habías regresado, Ariel.

_ Casi en este mismo momento, igual que tú.

_ ¿Saben ya cómo murió?

_ Luis piensa que fue un infarto._ explicó Ronald y lanzó un chillido cuando vio a Emely y a su novio salir del edificio acompañados de un oficial de policía. Corrió hacia él dando saltitos._ ¡Amorcito! ¿Todo bien? No te llevarán preso ¿Verdad? Tranquilo, aquí está Denis y él será tu abogado defensor. Es el mejor y lo más importante es que lo hará de gratis.

_ Cálmate pastelito_ respondió Luis Xavier de modo cansino._ Nadie irá preso. Los peritos han comprobado que mi teoría era cierta. La señora Helena tuvo un infarto esta mañana.

_ ¡Ariel!_ exclamó Emely y corrió a abrazarlo._ ¿Cuándo llegaste?

_ ¿Vieron señal de algún gato mientras revisaban el edificio?_ preguntó Luz a los oficiales.

_ ¿Cómo fue que se dieron de que ella...?_ empezó a preguntar Ariel sin poder acabar la frase.

_ En la mañana ya la habíamos visto cuando salió con su carrito a hacer algunas compras seguramente. Luis y yo regresamos del trabajo y nos dimos cuenta de que la puerta de su departamento estaba abierta, lo que nos resultó raro, porque ella siempre estaba cerrada a cal y canto. La llamamos para saber si necesitaba ayuda en algo, y entonces la vimos tirada en el suelo. Luis le tomó los signos vitales y me dijo que no había nada que hacer. Entonces dimos parte a la policía.

Irán apareció toda alterada y preocupada, creyendo que algo malo le había sucedido a Emely. No mostró un ápice de consideración o respeto por la difunta:

_ ¿Qué? No me miren así. Era una bruja y lo saben. No perdía oportunidad de insultarnos. En lo que a mí concierne, considero que no es más que una homofóbica menos en este mundo.

El cuerpo de la señora Helena fue sacado del edificio en una camilla, envuelto en una bolsa de mortaja. Ariel la siguió con la mirada y un nudo en la garganta. Quizá no hubiera sido la mejor persona del mundo, y cierto que tenía un pésimo carácter, pero había llegado a sentir cierto aprecio por la señora Helena. En el fondo, era solamente una anciana solitaria, carente de comprensión y afecto. Una marginada tanto como él o cualquiera de los chicos:

_ ¿Qué pasará con el cuerpo?_ se dio prisa en ir tras los forenses.

Uno de ellos se volteó:

_ Permanecerá en la morgue hasta que un familiar vaya a reclamarlo._ respondió la mujer con expresión agotada.

_ Eso será imposible._ dijo Ariel mirando como subían la camilla con el cuerpo a la ambulancia._ Ella no tenía parientes. Estaba completamente sola en el mundo.

_ Pues en ese caso, habrá que esperar a que un juez dictamine el destino final del cadáver.

Ariel se quedó parado en la acera, con la mirada apagada, rodeado por sus amigos que habían alcanzado a escuchar la explicación de la experta:

_ Denis,_ empezó a decir Odette._ ¿qué pasaría con el cuerpo de la señora Helena si nadie lo reclama?

Denis se quitó los espejuelos para limpiarlos con un pañuelo:

_ En todo caso, un juez debe firmar la autorización para que sea sepultada por caridad. El ayuntamiento se encargaría de los gastos. Igualmente, con una orden judicial pueden destinar el cuerpo a alguna universidad para trabajos de investigación y prácticas reales.

_ ¿Puedes creerlo?_ chilló Ronald, abrazado a Luis Xavier._ Acabar tu vida siendo una rata de experimentos en una escuela porque a nadie le interesa tu suerte final. Eso es tan... triste.

Todos miraron a Ariel cuando le escucharon decir:

_ Ella quería ser cremada, y tener una misa conmemorativa en la iglesia de St. Miguel Arcangel.

Denis le puso una mano sobre el hombro:

_ Ariel..._ tanteó muy despacio._ ¿En qué estás pensando?

Ariel suspiró y se giró hacia ellos:

_ Me da igual lo que piensen, pero voy a reclamar el cadáver de la señora Helena y le daré digna sepultura. Nadie merece tener un final semejante. Es como si simplemente no hubiese existido, a nadie le importa que haya muerto.

Ellos se miraron entre sí, sorprendidos ante aquella decisión:

_ Si nadie va a decir algo, lo haré yo._ gruñó Irán._ ¿Te volviste loco, Ariel? ¿Tienes idea de lo caro que será todo eso? ¿Y por qué? O mejor dicho ¿Por quién? ¿Por esa momia que nunca nos trató bien?

_ Eso que se ve en aquella cornisa..._ señaló Luz de repente._ ¿Te parece que sea un gato, Odette?

_ ¿Puedes olvidarte de los malditos gatos?_ protestó la exuberante mujer._ Están pasando ahora mismo cosas mucho más importantes y delicadas que unos estúpidos gatos que ni siquiera existen. Ya te lo dijeron, la señora Helena no tenía gatos.

Ariel alzó la barbilla:

_ Como les dije, me da igual lo que opinen al respecto, y no les estoy pidiendo consentimiento. Haré esto porque es lo correcto, porque se trata de un ser humano al que conocimos, que vivía bajo el mismo techo que nosotros. Cierto, no era muy amable. No era amable en lo absoluto. Incluso a mí, que supuestamente me tenía alguna consideración, solía criticarme duramente. Pero en el fondo, solo era alguien amargada por la soledad. No tenía familia, no tenía amigos, porque todos ya murieron. Solo quedaba ella. Piensen en lo triste que resulta eso, que no haya nadie que haga un último gesto de aprecio por ti. Sé que entienden de lo que hablo, porque saben tan bien como yo lo que es que te den la espalda, que te hagan a un lado, que te desechen como basura._ la voz se le estranguló._ Nadie merece acabar así.

Odette avanzó unos pasitos hacia él, mirándolo con los ojos muy estrechos:

_ Cielo... ¿Está todo bien contigo? Porque me parece que esto no tiene solo que ver con la muerte de la señora Helena... ¿Qué ocurrió en el pueblo de tus padres exactamente?

Ariel cerró los ojos y sacudió despacio la cabeza. No estaba listo para hablar de New Heaven y todas las vivencias de las últimas horas. No en ese momento en que se sentía tan aplastado por tantas emociones juntas. Irán se cruzó de brazos y preguntó de forma cortante:

_ Muy bien, tienes razón al decir que no es problema nuestro lo que hagas o dejes de hacer referente a todo este asunto... ¿Pero ya pensaste en lo que dirá Braulio cuando lo sepa?

_ ¿Qué es lo que debo saber?

Voltearon los rostros ante aquella voz. Ariel corrió hacia su novio y se abrazó a él mientras estallaba en sollozos convulsos. Aturdido, Braulio dejó la maleta que acarreaba y se dio prisa en estrecharlo entre sus brazos, preocupado, buscando alguna respuesta en los rostros de sus vecinos, que parecían tan choqueados como él:

_ Cariño... ¿Qué pasa?... ¿Por qué lloras así?... Ariel... Dime qué tienes.

Pero Ariel no podía hablar. Era como si no hubiera llorado lo suficiente durante el trayecto desde New Heaven, como si no fueran suficientes todas las lágrimas que había derramado desde hacía diez años.

******************

Luz les había preparado dos teteras de té, una con té negro con menta y la otra con té blanco con hierbabuena, asegurándoles que luego de beberlos, Ariel se sentiría muchísimo mejor.

Braulio le retiró la taza cuyo contenido había conseguido que bebiera hasta la mitad, y la dejó cuidadosamente sobre la mesilla de noche. Acarició con mucho cariño los revueltos cabellos negros de Ariel, que hecho un ovillo bajo las mantas encima de la cama, le sostenía la otra mano de la misma forma en que lo haría un niño asustado con un adulto:

_ ¿Te sientes mejor?_ le preguntó en voz baja.

_ Me duele la cabeza._ contestó Ariel en un tono apagado.

Braulio lo besó cariñosamente en la frente:

_ Descansa. Cuando te sientas mejor podremos hablar más tranquilamente.

Intentó levantarse, pero Ariel lo retuvo con fuerza:

_ No. No te vayas. No quiero estar solo..._ lo miró, suplicante._ ¿Te acuestas conmigo y me abrazas?

Afirmó con una sonrisa, y descalzándose los pies, se acurrucó en cucharita tras el muchacho, envolviéndolo con sus brazos. La respiración de Ariel fue acompasándose poco a poco, hasta que, al cabo de unos minutos Braulio supo que su novio se había quedado dormido.

Se levantó de la cama tratando de hacer el menor movimiento posible que fuera a despertarlo. Salió del departamento y bajó al siguiente nivel. Llamó a la puerta de uno de los inmuebles. Denis se asomó. Llevaba un delantal con una gran fotografía de Tina Turner estampada, y traía un cucharón de madera. Debía estar preparando la cena:

_ Vaya, justo iba a llamarte para saber si Ariel y tú querrían acompañarme a cenar. Preparé suficiente para los tres... ¿Cómo está él?

Braulio se masajeó las sienes. Sus ojos carmelitas se entrecerraron y su rostro era una auténtica expresión de incomodidad:

_ Se pondrá bien. Logré hacer que se quedara dormido. Ahora, me gustaría saber exactamente lo que sucedió en ese pueblo de su familia al que fue de visita. Esa actitud suya no es solamente por la muerte de Helena. Todos sabemos que esa bruja le tenía algo de consideración, pero no dejaba de ser una maldita perra con todos nosotros. Aquí hay algo más, y me temo que tiene que ver con su viaje a ese pueblucho a donde fue... ¿Qué me puedes decir de eso?

Denis suspiró y se apartó, indicándole que pasara.

Como el resto de los departamentos del edificio, el suyo era un espacio agradable y cómodo, pequeño en comparación con el que ocupaban Braulio y Ariel, que era el más grande del inmueble y estaba en la cúspide. La estancia estaba repleta de estantes con libros y carpetas de papeles. Denis se acomodó en un confortable sillón y le señaló otro a Braulio, pero el hombre decidió permanecer de pie:

_ Odette y yo estuvimos comentando algunas teorías. Pensamos igual que tú. Algo tuvo que pasarle a Ariel en la casa de su familia. Pero lamentablemente tiene que ser él quien hable al respecto. Lo demás son puras conjeturas.

_ Quiere decir... ¿Qué ninguno de ustedes sabe nada?

Denis negó con la cabeza:

_ Ariel prácticamente acababa de llegar al edificio, y detrás aparecí yo, solo con minutos de diferencia. No hemos tenido tiempo de conversar sobre nada.

Braulio suspiró pesadamente y torció la boca:

_ Sabía que no era buena idea que fuera a ese lugar. Algo me lo decía. Pero él quería complacer a su hermano que vino a sonsacarlo. A saber lo que le hicieron esos malditos fanáticos religiosos...

_ No estaremos seguros de que algo malo le sucedió hasta que él se decida a hablar, Braulio. Estás anticipándote a las circunstancias.

Braulio estalló entonces:

_ ¡Tú viste como se descontroló! ¡Como se echó a llorar así sin más! ¡No me digas que me estoy anticipando! ¡Conozco a Ariel, y me parece que tú también! ¡Emocionalmente es la persona más fuerte que existe! ¡Su actitud fue un grito de alarma! ¡Si tú no lo viste así, entonces no sé qué demonios hago perdiendo el tiempo contigo!

Hizo amago de retirarse, pero Denis se puso en pie y lo detuvo, sujetándolo por un brazo:

_ ¿Quieres calmarte? Por lo visto Ariel no es el único que está alterado.

_ No soporto verlo así. No lo merece. Es demasiado bueno, y solo pensar que esa gentuza le haya roto el corazón me llena de un odio inmenso y deseos de...

_ ¿De qué, Braulio? No puedes hacer nada, aunque quieras. Lo que necesitas hacer ahora es calmarte, porque alterado como estás no servirás de ninguna ayuda para Ariel. Él te necesita ahora sosegado y con la sangre fría para afrontar lo que sea que quiera decirte luego, cuando esté listo para hablar.

Braulio frunció los labios, pero igualmente Denis sintió a través del brazo que aún sujetaba, como el hombre relajaba poco a poco su cuerpo:

_ ¿Quieres una taza de té? Luz me hizo una tetera completa. Creo que me dijo que es té azul, y me especificó que es efectivo en la lucha contra el cáncer, además de incrementar las defensas. Ayuda con el tratamiento de la obesidad. Previene las enfermedades cardiovasculares y colabora con la lucha contra el envejecimiento gracias a su contenido alto en antioxidantes. También estabiliza los niveles de colesterol.

Braulio unió sus espesas cejas sobre el puente de su recta nariz:

_ ¿Acaso le hizo una tetera de té a todo el jodido edificio?

Denis esbozó una sonrisa:

_ Ya sabes como es Luz. Siempre cuidando de todos.

_ Volveré al departamento. No quiero que Ariel vaya a despertar y no me vea a su lado.

_ En cuanto esté la cena les avisaré. Incluso la llevaré para que ustedes no tengan que bajar.

_ Gracias, Denis._ dijo Braulio dándole unas palmaditas en el hombro.

Cuando salieron al pasillo, vieron a Luz dejando un platillo con leche en el suelo:

_ Luz,_ empezó a decir Denis._ ¿Qué se supone que haces? ¿Para qué es ese plato de leche?

Ella sonrió tranquilamente:

_ Dejé uno en cada piso. Es por si aparecen los gatos de la señora Helena. Alguien tiene que cuidarlos ahora que ella ya no está entre los vivos.

_ Ay, no puede ser._ refunfuñó Denis volteando los ojos.

Braulio lo miró intrigado:

_ No sabía que la señora Helena tenía gatos._ dijo.

******************

La cena con Denis fue un momento ameno, independientemente de que Ariel apenas probó bocado, pero participó de la charla de ambos hombres y hasta llegó a reírse de algunos chistes del abogado. Braulio y Denis se conocían desde la escuela de leyes, donde habían estudiado juntos, graduándose, aunque tomando rumbos diferentes. Cuando la tía materna de Braulio murió, dejándole el edificio en herencia, Braulio se mudó al inmueble, en el que solo residían ancianos solitarios esperando por la muerte, incluyendo a la señora Helena, quien había sido la mejor amiga de su difunta tía.

Poco a poco los residentes fueron falleciendo, y Braulio rentó cada departamento. Denis fue su primer inquilino. Por él fue que acabó conociendo a Ariel, quien era el mejor amigo de una antigua pareja de Denis. Fue atracción inmediata, y no tardaron en mudarse juntos, para escándalo de los residentes del edificio, especialmente de la señora Helena.

Cuando se despidieron, tarde en la noche, Ariel se puso a recoger la mesa:

_ Deja todo eso para mañana._ le dijo Braulio bebiendo una copa de vino, recostado al borde de la puerta del comedor.

_ No, mañana debo ir a trabajar, y sabes que no me gusta dejar desorden antes de irme a la cama. Además, solo será un momento. Lo pondré todo en el lavavajillas y punto.

Braulio sonrió y apuró el contenido de la copa:

_ Denis me comentó lo que quieres hacer con respecto al cadáver de la señora Helena.

_ ¿Te molesta?_ le preguntó Ariel y se dio prisa en añadir._ No tienes que ocuparte de nada. Tengo unos ahorros y creo que será suficiente para cubrir todos los gastos que hagan falta.

_ Ese no es el punto, cariño._ dijo Braulio con mucha calma._ Es solo que me hubiera gustado que lo discutieras conmigo antes de tomar una decisión de ese tipo. Creí que éramos un equipo.

_ Y lo somos, pero esto es algo que deseo hacer yo. No quiero ocasionar molestias porque sé que Helena no era del agrado de ninguno.

_ ¿De ninguno?_ bromeó Braulio con una sonrisita cínica._ No era del agrado de nadie, de eso doy fe. Ni siquiera los vecinos que vivieron aquí antes la toleraban. No por gusto tuvo ese final, murió completamente sola.

_ Si, y es por eso que quisiera darle un funeral apropiado. Porque nadie debería irse de este mundo de esa forma... solo.

Braulio dejó la copa sobre la mesa. Fue hasta él y lo abrazó dulcemente:

_ ¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti? Lo compasivo que eres. Sin importarte lo hijo de putas que puedan ser las personas, tú te empeñas en ver lo bueno en los demás, aunque no tengan nada de buenos.

Ariel respiró su perfume, la colonia cara que siempre usaba luego de ducharse. Braulio era un hombre de cuarenta años, aunque luciera mucho más joven. Era alto y corpulento, varonil y elegante, y se desvivía por complacerlo y demostrarle cuanto lo amaba:

_ Ni siquiera te pregunte qué tal había sido tu viaje de regreso..._ hizo un puchero._ Y yo que quería prepararte una cena de bienvenida, y hasta le había dicho a los muchachos para que asistieran y celebrar juntos tu regreso.

_ No importa. Será en otro momento.

_ ¿Qué tal está tu familia? ¿Y tu padre?

_ Digamos que todos están bien. Excepto mi padre, claro, que sigue con un pie en la tumba y no vemos el momento en que acabe de poner los dos en ese lugar.

Ariel lo golpeó en el pecho. Odiaba cuando Braulio hacía esa clase de comentarios, sobre todo, refiriéndose a su propio padre:

_ ¿Y tú?_ preguntó Braulio acariciándole las mejillas con los pulgares de ambas manos._ ¿Algo que quieras contarme del viaje a la casa de tu familia?

Ariel bajó la mirada y negó con la cabeza:

_ Nada relevante. Nada que valga la pena ser contado.

Braulio lo tomó por la barbilla y lo obligó a mirarlo:

_ ¿Seguro?

Ariel se esforzó en asentir con la cabeza y los músculos de la cara le dolieron en un esfuerzo por sonreír:

_ Ya sabes, los típicos dramas familiares... ¿Quién no los ha vivido?_ soltó una risita que le sonó hueca, vacía._ ¿Sabes? A veces entiendo tu determinación a mantener tu sexualidad oculta de tu familia. No es algo que me agrade, y lo sabes, pero a veces simplemente tengo que darte la razón y decir que es mucho mejor que estén en la ignorancia.

Sus ojos se ensombrecieron al añadir:

_ Todo se va a la mierda una vez que lo saben. Nada vuelve a ser igual, y nunca más te vuelven a mirar igual.

Braulio no necesitaba que Ariel le confirmara con palabras lo que había sucedido en New Heaven. Aquella última frase hablaba por sí sola y daba la información necesaria para hacerse una idea. Tomó el rostro del chico entre sus manos y lo besó fieramente en la boca. Quería hacerle olvidar todo el dolor, quería que solo se concentrara en él y en todo el amor que tenía para ofrecerle:

_ No quiero que pienses en nada más._ murmuró contra su boca, mordisqueando su labio inferior y apretándole las nalgas entre sus firmes manos._ Quiero que esta noche lo olvides todo. Quiero que esta noche sea nuestra, y de nadie más.

Ariel gimió ante la pasión de aquellos besos. Enredó los dedos en los cabellos negros de Braulio, jadeando ante el ríspido contacto de la barba del hombre con la piel de su rostro y su cuello. Fueron hasta la habitación, dejando un rastro de ropas en el trayecto, sin parar de besarse. Braulio trepó a la cama, colocándose de rodillas sobre el colchón. Ariel se arrastró sobre las sábanas y engulló la enorme polla dura y gruesa que el hombre le ofrecía. Eran veintiocho centímetros de virilidad abriéndose paso a través de sus labios hinchados por tantos besos, pero disfrutaba su sabor y su textura, sin importarle que aquel descomunal tamaño le provocara arcadas y la sensación de atragantarse de vez en cuando. Chupó con ansias, sintiendo arder todo su cuerpo, gimiendo y respirando entrecortadamente mientras Braulio empujaba su cabeza, follando su boca, gruñendo. Se inclinó sobre él y masajeó su trasero, apretó sus nalgas, las palmeó con fuerza. Se mojó dos dedos en la boca y los deslizó a través del ya hambriento agujero de Ariel, que volvió a gemir con fuerza, sin dejar de succionar la polla entre sus labios.

Braulio lo hizo voltearse, y comenzó a lamerle el culo, mordiendo sus nalgas, mientras su mano derecha jugueteaba con la polla endurecida y goteante de Ariel, que se retorcía y chillaba de placer, y la boca de Braulio continuaba haciendo trizas su trasero, emitiendo sonidos húmedos y obscenos, y su lengua daba espacio a los dedos del hombre, y su boca atrapaba de repente sus apretujados testículos a punto de explotar de lo llenos que ya estaban.

Con una expresión ardiente en el rostro, Braulio golpeó las mejillas entreabiertas con su polla, antes de posicionarla y penetrarlo de golpe. Ariel dejó escapar un grito, pero de inmediato comenzó a gemir de placer cuando Braulio comenzó a follarlo contra el colchón, empujando su pelvis con fuerza, nalgueando al joven al que estaba sometiendo tan deliciosamente rico, sintiendo como su miembro se abría paso a través de él, una y otra vez. Ariel jadeaba y gemía, crispando las manos al apretar las sábanas intensamente.

Ariel estuvo a punto de protestar cuando Braulio se salió de él, dejándolo vacío. Braulio se recostó de espaldas sobre la cama y le hizo una señal de que se sentara encima. Ariel no dudó en obedecer y se acomodó sobre la polla, dejándola que se enterrara nuevamente dentro de él. Cabalgó unos minutos, y Braulio empujó su cuerpo hacia arriba, penetrándolo con fuerza. Luego se sentó sobre el colchón, con Ariel ensartado y recostado hacia atrás, apoyándose con un brazo mientras se masturbaba con la otra mano. Acarició sus muslos obscenamente abiertos para él, deleitándose en ver como su polla entraba y salía dentro de aquel agujero ensanchado. Empujó una y otra vez, con mayor rapidez. Volcó a Ariel de medio lado y lo penetró nuevamente, con movimientos que alternaban entre lentos y rápidos. Buscó su boca, aprisionándolo por el pecho y le besó, mientras Ariel seguía gimiendo y pidiendo más, con los ojos cerrados y gozando de aquel acto de entrega mutua.

Lo hizo voltearse nuevamente, esta vez, tumbado sobre su espalda, separándole las piernas, colocándolas sobre sus hombros mientras lo follaba con saña:

_ Mírame cariño..._ ordenó mientras lo embestía con fuerza.

Ariel abrió los ojos y sus pupilas se ensancharon. En la penumbra de la habitación, no era a Braulio al que estaba viendo erguido entre sus piernas. Era Abdías el que estaba encima de él, destrozando su culo a fuerza de embestidas. Ariel apenas pudo respirar, y sus manos se aferraron a su polla, masturbándose con ímpetu y alcanzando un orgasmo tan violento que lo hizo gritar como nunca antes.

Abrió los ojos, entre el deseo de recuperarse pronto y el pánico por lo que acaba de ocurrir. Braulio seguía bombeándolo y lanzó un gruñido profundo, mientras oleadas de placer sacudían su cuerpo y llenaban por dentro a Ariel. Lo besó largamente. Ariel apenas pudo responder al beso. Solo dejó que la lengua de Braulio recorriera el interior de su boca, y que luego se acomodara tras él, abrazándolo cariñosamente y roncando suavemente junto a su oreja, minutos después. Y él, solo no podía dejar de pensar en lo que había sucedido. Estaba teniendo un sexo fantástico con su novio, y así sin más, había imaginado por un momento que era Abdías quien le estaba follando... ¿QUÉ COJONES ESTABA PASANDO CON ÉL?????

******************

Denis le ayudó en los trámites para obtener la orden de un juez que les permitiera reclamar el cadáver de la señora Helena y llevar a cabo el funeral que Ariel tenía planeado.

Una semana después, se efectuaron las exequias de la señora Helena. Ariel se puso un traje negro que tenía para esa clase de ocasiones, y Braulio usó uno similar. Se paró tras Ariel, de pie ante el espejo de la habitación y le acarició los hombros:

_ ¿Estás listo, cariño?_ le preguntó, estampándole un beso en la mejilla.

Ariel asintió y se giró para mirarlo:

_ Si, no nos demoremos más. Nunca creí que te diría esto pero, ya es hora de irnos a la iglesia.

Se rieron juntos y salieron del departamento. Abajo los estaban esperando ya Denis, Odette, Luis Xavier y Ronald, Luz y Emely. Irán se había disculpado con Ariel por no estar dispuesta a asistir:

_ Odio las iglesias y todo lo que representan. Lo siento Ariel, pero no puedo simplemente ir y sentarme allí y escuchar hablar de un dios que se hace el desentendido y permite que sus seguidores nos humillen, acosen, y hasta asesinen; y de una mujer que solo tuvo palabras negativas para la comunidad gay. Lo siento pero no iré a ese funeral.

Denis vestía un sobrio traje de color marrón. Emely se veía muy dulce con su sencillo aunque elegante vestidito negro de gruesos tirantes sobre sus hombros desnudos, y había añadido un chal de seda a juego. Por su parte, Odette, lucía un rimbombante vestido negro cubierto de lentejuelas y pedrería que resplandecía cegadoramente al recibir la luz, con un pronunciado escote y una sugerente abertura en la falda ajustada a sus esculturales piernas. Calzaba unos descomunales zapatos de tacón, también negros y adornados con pedrería que la hacían ver mucho más alta de lo que era, sobresaliendo por encima del grupo, y para colmo llevaba un sombrero de iglesia igual de exagerado, en negro y con un gigantesco lazo de satín. Luis Xavier vestía un traje azul de Prusia muy sencillo, dejándose suelta la corbata gris, a diferencia de Ronald, que se había puesto un traje de un chillón tono melocotón y un corbatín rojo.

Braulio recorrió a Ronald y a Odette de arriba abajo:

_ ¿Si recuerdan que vamos a un funeral, cierto?

Odette se quitó los lentes oscuros que llevaba puestos:

_ Esto es lo único negro que había en mi armario. Lo siento.

_ Y yo ni siquiera tengo nada de color negro en el mío._ se justificó Ronald.

_ Tal parece que van a desfilar en el Mardi Grass._ se mofó Luis Xavier.

_ Pues a mí me parecen muy monos._ dijo Emely con una sonrisa tierna.

Odette suspiró muy horonda y volvió a colocarse los lentes ante los ojos:

_ Pues, comparado con ella..._ y señaló hacia Luz, que parecía fuera del mundo terrenal._ Estamos deslumbrantes.

Luz en verdad lucía única. Un sari de color naranja con estampados rojos y amarillos, sobre una falda violeta, y una choli de color verde fosforescente. Calzaba unas sencillas sandalias de cuero, y en la cabeza se había enrollado una especie de turbante hindú. Hasta tenía un tika rojo en la frente. En sus muñecas tintineaban al menos un centenar de pulseras, repartidas en ambos brazos. Luis Xavier estuvo a punto de escupir una carcajada al volver a mirarla. Luz suspiró, ajena a las miradas de sus amigos:

_ Tendría que haberme vestido de blanco. En la India, el blanco es el color del luto. Pero no tengo sari blanco.

_ Muy bien muchachos,_ anunció Braulio._ es hora de irnos.

Braulio abrió las portezuelas de su Jaguar negro para que Ariel y Emely abordaran. Luis Xavier, Ronald y Odette irían en el viejo Sedan gris de Denis. Durante todo el viaje, Ariel miró distraídamente por la ventanilla del coche. Sobre sus piernas, llevaba la urna cineraria en la que reposaban las cenizas de la señora Helena.

******************

A ninguno le sorprendió la poca presencia de fieles en el servicio fúnebre. Contando al viejo párroco, al diácono, a un par de jóvenes monaguillos y a la organista que interpretaba unos desgarradores acordes, solo había tres viejas beatas sentadas en uno de los bancos, y que se quedaron horrorizadas cuando vieron entrar a Ariel y a su camarilla de amigos.

La vieja iglesia de St. Miguel Arcangel, era un edificio gótico repleto de vitrales antiguos con representaciones funestas. En uno podía advertirse el momento de la decapitación de Juan el Bautista; en otro, al mártir Esteban siendo apedreado por los sumos sacerdotes y fariseos; en uno más, estaba Caín asesinando a su hermano Abel, golpeándolo con una roca en la cabeza:

_ Vaya,_ dijo Luis Xavier alzando una ceja._ había olvidado lo retorcido y sádico que podía ser el arte religioso.

_ Pues deja que veas aquel vitral de allí._ señaló Denis discretamente.

Ambos estaban enfocados en una obvia representación de Lot huyendo con sus hijas y su esposa mientras que del cielo llovían saetas de fuego sobre Sodoma y Gomorra:

_ Qué perturbador._ dijo Odette con una mueca.

_ ¿Creen que lleve tiempo puesto ahí o lo colocaron hoy precisamente porque veníamos nosotros?_ preguntó Ronald colgándose del brazo de Luis Xavier.

_ No digas tonterías._ le reprochó Denis y tiró de Luz, que se había detenido a saludar a las tres ancianas juntando las manos e inclinándose mientras les decía: Namaste.

Ariel y Braulio se habían adelantado para saludar al sacerdote y al diácono, quienes recibieron la urna y la colocaron en un pedestal ubicado ante los escalones que conducían al altar. Habían dispuesto un gran jarrón con rosas amarillas, según Ariel, las flores favoritas de la señora Helena, y junto al pedestal sobre el que descansaba la urna, un enorme retrato de la difunta, tan sombría en su expresión facial que casi era un acto de intimidación.

Se sentaron en el primer banco de la fila a la derecha del presbiterio, y contemplaron el inmenso vitral de fondo con una colorida y casi tenebrosa representación de San Miguel Arcángel arrojando a Lucifer al pozo de fuego del infierno. Ronald dejó escapar una exclamación de descontento mientras sus ojos rasgados se enfocaban en la organista:

_ ¿Alguien podría decirle a esa mujer que toque algo menos deprimente? Tengo ganas de suicidarme ahora mismo solo de escuchar eso que está tocando.

_ ¿Y qué esperas?_ preguntó Denis._ Es un funeral... No pensarás que interpretará algo de Judy Garland.

Ronald se encogió sobre el asiento:

_ Me conformo con algún tema de Lady Gaga.

Luis Xavier fue a decirle algo, pero se irguió de repente, con la mirada fija en el altar, donde un joven monaguillo con sotana roja y roquete blanco con bordes de encaje, encendía las velas de los candelabros. El chico tendría unos veinte años, y era en verdad apuesto en todos los sentidos:

_ ¿Quién es esa erección ambulante?_ preguntó Luis Xavier con los ojos brillándole de excitación.

_ ¡Luis!_ chilló Ronald, dándole un manotazo._ Estamos en una iglesia. Ten un poco de respeto por este lugar y por mis oídos vírgenes.

Odette se bajó un poco las gafas para mirarlo por encima de ellas:

_ Por favor... Conociéndote, apuesto a que en ese cuerpo tuyo no queda nada virgen, ni siquiera los oídos.

Denis, Emely y Luis Xavier se cubrieron la boca para no estallar en sonoras carcajadas. Ronald lanzó una mirada furiosa a Odette, que asumió una postura de reina, sentada en el banco:

_ ¿Vas a dejar que me insulte de esa manera? ¿No me vas a defender?_ graznó Ronald golpeando a Luis Xavier.

_ ¿Y qué quieres que le diga? Tiene razón.

Ronald quiso replicar, pero desde atrás alguien lo mandó a callar con un fuerte siseo. Era una de las tres ancianas, y los estaban mirando con sus arrugados rostros mostrando desaprobación:

_ ¡No me haga Ssshhh, señora!_ bramó Ronald._ Métase en sus propios asuntos y no me moleste.

_ Vas a hacer que no saquen a todos de aquí._ le advirtió Denis.

Por suerte, Ariel y Braulio regresaron junto a ellos y ocuparon el banco, anunciándoles que ya daría inicio la ceremonia. Luz, que hasta entonces se había mantenido en silencio y ajena a lo que sucedía a su lado, contemplaba el sitio con ojos ensoñadores, suspiró y dijo:

_ Hay tanta paz que me quedaría aquí por siempre.

******************

La ceremonia fue muy sencilla, aunque quizás el sacerdote exageró un poco durante el sermón, refiriéndose a la señora Helena como una dama compasiva, siempre dispuesta a ayudar al prójimo y a repartir amor y esperanza en el mundo. Odette y Denis intercambiaron miradas en ese momento:

_ ¿Estás seguro de que estamos en el funeral correcto?_ preguntó ella por lo bajo._ Porque de ninguna manera puede estar hablando de la vieja momia.

Luis Xavier, por su parte, estuvo todo el tiempo echándole miraditas al joven monaguillo, que por raro que pudiera parecer, también lo estaba mirando y sonriéndose de una manera pícara:

_ ¿Viste como me mira el monaguillo, pastelito?_ le preguntó a Ronald en susurros._ No quiero apresurarme pero creo que tendremos un invitado a jugar esta noche.

_ ¿Pueden callarse y mostrar un poquito de respeto?_ gruñó Emely.

El sacerdote invitó a Ariel a pronunciar unas palabras. Ariel subió al altar, arreglándose la chaqueta. Se paró ante el estrado, y carraspeó, mirando a los escasos asistentes al funeral:

_ Buenos días a todos... Gracias por venir... La verdad es que, con el perdón del reverendo, pero la señora Helena era alguien muy diferente a como la describió en su sermón... Era una mujer amargada, solitaria, que parecía odiar a todo el mundo... Pero supongo que estamos acostumbrados a la idea de que, a la hora de la muerte, todos somos buenos de una manera u otra. Particularmente tengo buenos recuerdos de Helena. Solo éramos vecinos, y aunque sé que ella no soportaba a los gais, conmigo siempre fue de alguna manera... amable. Por eso no podía dejar que su cadáver se quedara en una fría morgue y corriera, a saber, qué suerte. No sé si ella estará retorciéndose en su tumba, o quizás agradecida, porque fueron sus vecinos gais, los que hicieron posible que tuviera un funeral digno.

Se llevó una mano al pecho, y sonrió, dirigiendo sus palabras a su novio y a sus amigos:

_ Gracias chicos, por apoyarme en esta obra de humanidad. Gracias a todos.

Y regresó a su asiento. Hubo un silencio y todas las miradas se voltearon hacia Ronald, que se puso en pie, aplaudiendo, lanzando un chiflido y gritando:

_ ¡Bravo amiga! ¡Así se habla!

Luis Xavier tiró de él, haciéndolo sentar bruscamente.

Acabado el servicio religioso, se dirigieron al cementerio, donde habrían de colocar la urna cineraria en el columbario. Una vez sellado el nicho, retornaron al edificio. Mientras manejaba, Braulio miró a Ariel por un momento:

_ ¿Estás bien, cariño?

_ Si. Fue una ceremonia muy bonita. Creo que a Helena le habría gustado.

_ Me gustó lo que dijiste, acerca de que ella no era para nada como ese cura la describió. Fuiste muy valiente al hablar así.

Ariel sonrió y recostó la cabeza sobre el hombro de su novio. Braulio le dio un beso fugaz en la cabeza y se concentró en manejar. Casi llegando al edificio, aguzó la mirada para ver mejor a través del parabrisas:

_ ¿Con quién está sentada Irán en la acera? Parece ser alguien lastimado.

Ariel, que estaba distraído, miró en dirección a donde señalaba Braulio. Sintió un tirón en el pecho:

_ No puede ser._ dijo con expresión preocupada.

_ ¿Qué ocurre cariño? ¿Acaso lo conoces?

_ Si, es uno de mis hermanos.

******************

Ariel estaba demasiado nervioso, paseándose de un lado a otro como un animal enjaulado, así que Emely y Luis Xavier se encargaron de curar a Archie, recostado en el sofá de la sala del departamento de Braulio, que intentaba por todos los medios convencer a Ariel de que se sentara y tratara de calmarse. Archie estaba sucio, con la ropa desarreglada, como si llevara varios días sin bañarse. Tenía una herida diminuta en la frente, manchada de sangre seca, que Luis Xavier estaba suturando, mientras que Emely se encargaba de curar los rasponazos que lucía en ambos brazos, y en el hombro.

Odette, Irán, Denis y Ronald estaban de pie, contemplando la escena. Este último no podía apartar la mirada del tonificado torso desnudo del hermano de Ariel:

_ Vaya,_ susurró al oído de Denis._ no hay dudas de que en la familia de Ariel hay muy buenos genes. Su hermano es un galán.

_ Ronald,_ advirtió Denis._ no es el momento, y no creo que a Ariel le agrade la idea de que estés mirando a su hermano de esa forma.

_ Cierto,_ dijo Ariel con la mirada muy oscura tras los espejuelos._ no me agrada. Así que más te vale fijar tu atención en otra parte. Mi hermano es la fruta prohibida del Edén, y no hay Adán o Eva que lo toque... ¿Les quedó claro?

_ Yo solo..._ quiso explicar Ronald, sintiéndose ofendido.

_ Pastelito mejor cierra la boca._ ordenó suavemente Luis Xavier mientras terminaba de tratar la herida y se quitaba los guantes, arrojando gasas y algodones manchados de sangre en un cesto de basura dispuesto a su lado.

_ No le hagan caso a mi hermano._ intervino Archie entonces y sonrió desvergonzadamente._ Sé que soy lindo e irresistible, así que pueden mirarme todo lo que quieran. No tengo problemas con eso.

Ariel se le aproximó y lo acogotó violentamente:

_ ¡Au!_ se quejó Archie mirándolo._ ¿Qué haces? Estoy herido, no deberías pegarme así.

_ ¿Es que no tienes una gota de sentido común en la cabeza? ¿Crees que esto es un juego? ¡Pudieron haberte matado, Archie!

_ Pero no lo hicieron. Solo se llevaron mi maleta, mi teléfono, mi reloj, mi cartera con el poco dinero que traía encima y... bueno, me apalearon un poco, de paso.

Irán lanzó un respingo y dijo en voz alta:

_ Así están las cosas. La gente está más preocupada por la posible proliferación de la homosexualidad, pero les importa un carajo el nivel de violencia de esta ciudad que cada día se hace mayor.

Ariel se cubrió el rostro con las manos:

_ ¿Desde cuándo estás aquí?

Archie entornó los ojos:

_ Ya te lo dije, llegué anoche.

_ ¿Y por qué no viniste directo para acá? ¿Y cómo es que luces como si llevaras una semana sin bañarte?

Archie se señaló:

_ Me asaltaron... ¿Recuerdas?

_ ¿Puedes quedarte quieto para poder acabar de curarte estos raspones?_ le pidió Emely.

Archie le dedicó una sonrisa provocativa:

_ Como tú digas, princesa.

Emely alzó la mirada con una expresión casi divertida en el rostro, diversión que Irán no compartió:

_ Más te vale no poner los ojos en mi chica, galán, porque no me importará añadir nuevos golpes a los que ya tienes encima, aunque después Ariel no me perdone por ello.

_ Ay por favor, no te prives por mi causa. Golpéalo a ver si aprende a comportarse como un adulto._ exhortó Ariel encogiéndose de brazos.

Los avispados y hermosos ojos azules de Archie fueron de Irán a Emely repetidas veces:

_ Espera... Entonces... Eso quiere que ustedes dos son...

_ Sip._ respondió Emely dando por terminada su labor._ Orgullosas y felices lesbianas enamoradas.

Lejos de sentirse decepcionado, Archie parecía realmente admirado:

_ Vaya, nunca había conocido a unas lesbianas.

Odette desplegó un abanico de encaje negro mientras soltaba una risita:

_ Es una ternurita ¿No les parece?

Archie torció la boca en una sonrisa provocativa al mirarla a ella:

_ ¿Tú no eres lesbiana, verdad preciosa?

Odette, algo sorprendida ante aquel abordaje tan directo, cerró el abanico con un zumbido y parpadeó varias veces antes de responder:

_ No, querido, yo soy mucho más interesante. Créeme, estoy llena de sorpresas.

_ ¿Pueden callarse?_ ordenó Ariel de mal humor, y se giró a su hermano._ Y tú, deja ya de coquetear con mis vecinos.

_ No seas aguafiestas, Ariel._ bromeó Luis Xavier.

_ Si, aún faltamos nosotros._ se rió Denis.

Antes de que Ariel pudiera decirles todos los insultos que tenía planeado, Luz entró al salón trayendo una tetera humeante:

_ Preparé un té de jengibre para tu hermano, Ariel. El jengibre es muy bueno, sirve como antiinflamatorio y como analgésico.

_ Creo que a mí también me vendría bien una taza de té en este momento._ suspiró Emely.

_ Ah, puedes bajar a mi casa, dejé una buena cantidad. Este lo traje especialmente para el paciente.

Archie, que se le había quedado mirando fijamente, estudiando todo su estrafalario atuendo, no se privó de decir:

_ Vaya, tú sí que eres rara.

_ ¡Al fin alguien más que coincide conmigo!_ exclamó Irán.

_ Archie no seas maleducado._ le regañó Ariel.

Luz sonrió y se arrodilló junto al mueble ocupado por Archie. Sirvió una buena porción de té en una taza que traía también consigo:

_ Me gusta ser rara. La normalidad está demasiado sobrevalorada. Algún día los raros regiremos el planeta, seremos la especie dominante.

Lo miró directo a los ojos y alargó una mano para entregarle la taza, mientras con la otra, le apartó un mechón de cabellos de la frente:

_ Tienes unos ojos azules muy hermosos.

_ Si, me lo dicen muy seguido.

_ Este chico sí que es receptivo para los halagos._ opinó Denis alzando las cejas.

_ Y tu aura es muy bonita también. Tiene un color naranja muy nítido, lo que indica que eres una persona muy extrovertida, optimista y muy leal.

Archie pestañeó varias veces:

_ Perdón, pero no tengo ni idea de lo que estás diciendo.

Luz quiso darle una conferencia completa de lo que era el aura, pero Ariel se apresuró dando una fortísima palmada:

_ Chicos, en serio les agradezco toda la preocupación y su ayuda, pero mi hermano necesita descansar un poco, y antes de eso, tenemos asuntos familiares muy serios que tratar.

_ OK,_ dijo Luis Xavier._ eso se traduce de esta manera: Vámonos ya perras porque aquí estamos de más.

_ Si nos necesitas no dudes en llamarnos._ dijo Emely a Ariel.

_ Gracias, Em, y en verdad gracias a todos, en serio._ sonrió el joven con aspecto agotado.

Braulio los acompañó a la puerta. Ariel se paseó despacio alrededor de su hermano, y luego se sentó junto a él, sin dejar de mirarlo:

_ Ahora que estamos solos, vas a aclararme los motivos por los que estabas ayer en la ciudad, tarde en la noche, deambulando con una maleta. Y más te vale decirme la verdad, Archibaldo Arizmendi.

Archie estaba consciente de que si su hermano acababa de llamarlo por su verdadero nombre, era señal de que estaba realmente enojado, y en tal caso, era mejor no tentar demasiado a la suerte.

El teléfono de Ariel sonó y le hizo una señal de espera a su hermano mientras se ponía en pie. El número en la pantalla le era desconocido, pero aún así, respondió:

_ ¿Diga?..._ su expresión se transfiguró entonces en sorpresa._ ¿Anabel?

Al escuchar aquel nombre, Archie se movió con inquietud sobre el asiento. Su rostro se tornó más pálido de lo que ya estaba.

_ Imagino que Archie debe haberte dado mi número de teléfono... Anabel ¿Qué sucede? ¿Por qué estás llorando? ¿Le pasó algo a mamá o a papá?... Por favor, contrólate y habla despacio para poderte entender, pero dime ya qué pasa..._ hizo una pausa larga, escuchando atentamente lo que de seguro su hermana le estaba explicando. Sus ojos se clavaron de repente en la figura de Archie. Sus manos apretaron con fuerza el teléfono._ ¿En serio?... ¿Una semana? ¿Eh?...

Archie tragó en seco y miró hacia otra parte. Su palidez había sido suplantada por el rojo de la vergüenza:

_ Si, me imagino que deben estar devastados..._ Ariel se masajeó la frente._ Anabel, dile a mamá y a papá que no se preocupen, que Archie está bien. De hecho está ahora mismo aquí, conmigo... Si, estoy de acuerdo contigo en que es un idiota irresponsable...

_ ¡Oye...!_ intentó quejarse.

Ariel lo señaló con un dedo de manera amenazante y cubrió el teléfono para que Anabel no le escuchara decirle en apretujados susurros:

_ Tú mejor cierra la boca porque tienes muchas cosas que explicarme en cuanto acabe aquí de hablar con nuestra hermana y convencerla de que no tiene de qué preocuparse.

Volvió a la plática telefónica, asumiendo un tono de voz más calmado:

_ ¿Ana?... Mira, Archie tuvo un percance con su teléfono, y por eso es que no los pudo llamar, pero dile a mamá y a papá que estén tranquilos, que él está bien. Se está quedando aquí en mi casa, ya sabes, sacándome de quicio y todo eso...

Braulio regresó de despedir a los chicos y se recostó al marco de la entrada del salón, con los brazos cruzados sobre el pecho:

_ ¿Qué...? ¿Quieres que te lo ponga al teléfono para hablarle?

Miró a Archie pero este se dio prisa en negar con las manos y la cabeza. Ariel le dirigió una mirada asesina:

_ Ah... Creo que ahora mismo no podrá ser... Archie... Salió con mi novio a hacer las compras... Es que hoy vamos a tener una cena especial... Pero en cuanto llegue le diré que se comunique contigo y con nuestros padres... Pero por favor, ya dejen de estar preocupados... Vale, yo también te quiero hermanita. Un beso, y dile a mamá y a papá..._ se detuvo, tragó en seco, cerró los ojos, y al abrirlos, concluyó._ Mejor no les digas nada, solo que Archie está bien... Adiós. Un abrazo también para ti. Chao.

Colgó y se quedó tieso, de espaldas a su hermano. Braulio se le aproximó:

_ ¿Va todo bien, cariño?

_ Una semana..._ fue lo único que dijo Ariel con voz ronca._ Llevas fuera de casa una semana.

_ Antes de que vayas a reprocharme o a pegarme como me imagino que quieres hacer, te prometo que iba a decírtelo todo, solo que Anabel se adelantó llamándote por teléfono. En mala hora le di tu número.

Ariel se volteó entonces, con expresión furibunda:

_ ¿Te fuiste de casa hace una semana? ¿En serio? ¿Y dónde has estado metido todo ese tiempo? ¿Dónde dormiste o comiste?

Archie se encogió de hombros:

_ Por ahí.

_ ¿Dónde, Archibaldo?_ insistió Ariel alzando la voz.

_ En hospicios. No me alcanzaba el dinero para rentar una habitación en un hotelito modesto siquiera, así que fui a los hospicios y allí comía y dormía. Bueno, cuando alcanzaba un lugar. Varias veces tuve que quedarme en bancos del parque o en la estación.

Ariel se cubrió el rostro con ambas manos. Braulio intentó calmarlo colocándole una mano en un hombro:

_ ¿Y cuándo fue que te asaltaron?_ le preguntó a su cuñado.

_ Hace dos noches. Iba buscando un sitio en el que poder dormir, pues la policía me echó del parque en el que pensaba quedarme, y unos maleantes me atracaron cerca de un callejón.

_ No puede ser._ gimió Ariel con un gesto brusco.

_ Cariño, cálmate.

_ ¿Qué me calme, Braulio? ¿Cómo podría? ¿Acaso lo escuchas? ¡Nos mintió! Se fue de casa hace una semana, sin decirle nada a nadie de su paradero. Pudieron haberlo matado y ni siquiera nos habríamos enterado.

_ Pero ya está bien, y está aquí, con nosotros. Lo peor ya pasó y de nada sirve que ahora le reclames y te mortifiques.

Ariel suspiró y asintió levemente, aunque siguió mirando a su hermano con ojos cargados de reproche:

_ ¿Archie, cierto?_ preguntó Braulio._ Explícanos un cosa. Si llegaste hace una semana ¿Por qué no viniste directamente para acá?

Archie se humedeció los labios resecos. Tomó la taza de té y bebió unos sorbos. Sus mejillas estaban rojas:

_ Responde Archibaldo._ ordenó Ariel.

_ Ya deja de llamarme con ese nombre horrendo... Si no vine antes es porque me daba vergüenza. No quería molestarlos.

_ Eres tan imbécil cuando te lo propones y hasta cuando no._ masculló Ariel. Hizo una pausa, suspiró y acercándose a su hermano le revolvió los cabellos._ ¿Desde cuándo no comes?

_ Pues desde ayer en la mañana. Este té es lo primero caliente que me cae en el estómago. No está mal.

Ariel se inclinó para abrazarlo:

_ Te prepararé algo de comer. Mientras ve y dúchate, porque apestas.

_ Yo iré a buscarle algo que pueda vestir por ahora._ dijo Braulio._ Y mañana puedo llevarlo a comprarse ropa nueva. No tengo nada importante en el trabajo.

_ Gracias amor._ dijo Ariel abrazándolo y rozándole los labios con un casto beso.

Archie se puso en pie:

_ Es un placer conocerte al fin, cuñado. Ojalá y hubiera sido en otras circunstancias. Y no se preocupen, prometo que estaré aquí por poco tiempo. No quiero ser una carga para ustedes.

_ Cierra la boca y ve a quitarte esos andrajos y a darte un buen baño. Y no creas que hemos terminado. Todavía tienes mucho que explicarme y decirme por qué te fuiste de casa._ Ariel se dirigió a la cocina.

_ ¿Siempre es así de mandón?_ preguntó Archie a Braulio.

_ Casi siempre._ respondió Braulio con una sonrisa y un suspiro.

_ ¡LOS ESTOY ESCUCHANDO!_ vociferó Ariel desde el interior de la casa.

******************

Archie arremetió vorazmente contra el plato de pasta con albóndigas y champiñones que Ariel le puso delante:

_ ¡Hermanito...!_ exclamó Archie con admiración y la boca repleta._ No tenía ni idea de que eras tan bueno en la cocina. Esto está simplemente delicioso.

_ Lo dices porque estás hambriento._ dijo Ariel entornando los ojos y bebiendo de la taza de té que tenía enfrente.

_ Lo digo porque es la verdad._ asintió Archie sin dejar de comer.

_ Come despacio,_ se rió Braulio._ o no te hará buena digestión.

Cuando se hubo zampado tres platos completos, Archie estuvo finalmente dispuesto a contarle a su hermano las razones que lo habían empujado a marcharse del hogar familiar.

Durante la tradicional cena de cada sábado, luego de la puesta de sol, la familia se había congregado en la casa del tío Juan Alberto y la tía Fabiola. La abuela Mariana se había negado a asistir, alegando que se sentía indispuesta. Mientras cenaban y hablaban de cosas tontas e intrascendentes, Regina, la novia de Antonio, preguntó si habían vuelto a saber algo de Ariel. Nadie respondió, excepto Antonio, quien le manifestó, de muy malos modos, que ese era un tema de conversación bastante desagradable para sostener en una cena familiar.

Enojada, Regina encaró a su novio acusándolo de ser una persona cruel, muy alejada de los verdaderos valores cristianos que incluían el respeto, la consideración y el perdón. Por supuesto, la tía Juana y el resto de los adultos, a excepción de sus padres, intervinieron, poniéndose de parte de Antonio, manifestando que Ariel había dejado de ser parte de la familia desde el momento en que decidió darles la espalda a todos. Fue en ese momento en que Archie ya no pudo contenerse y los enfrentó, acusándolos de ser sepulcros blanqueados, que por fuera lucen muy hermosos pero por dentro están llenos de putrefacción, tal y como dijera Jesucristo en el evangelio de Mateo, capítulo 23, versículos 27 al 32.

Aquello provocó revuelo, sobre todo en Antonio que, como si se hubiera vuelto un portavoz de la familia en detrimento de la imagen de Ariel, le acusó de ser un defensor de la inmoralidad y la desvergüenza, y que de seguir así, por ese rumbo, no dudaba que acabara siguiendo los pasos de Ariel y de Nandito Espinoza. Fue suficiente y Archie, enfurecido, golpeó a su hermano en el rostro, y a su vez, recibió un bofetón de su padre, lo que lo llevó a marcharse de aquel sitio, ir a por sus cosas y largarse sin siquiera dejar una nota de despedida.

Ariel escuchó la narración en silencio. Sus labios temblaron cuando dijo, como si pensara en voz alta:

_ Papá nunca nos había levantado la mano, a ninguno de los cuatro.

_ Pues lo hizo conmigo, y todo por culpa del santurrón de Antonio. No puedo creer que se comporte de esa manera. Una cosa es que no apruebe tu forma de vida, pero otra muy distinta es que te menosprecie de ese modo, a veces actúa como si te...

Se detuvo, sin atreverse a continuar. Ariel soltó una risita tenue:

_ Como si me odiara, o se avergonzara de mí. Puedes decirlo. Es algo con lo que he aprendido a vivir todos estos años. No me sorprende esa actitud, ni en él, ni mucho menos en mis tíos, o incluso mis padres.

_ Sé que mamá y papá te quieren. Lo demostraron cuando te recibieron en casa, solo que para ellos es difícil, ya sabes... ¡Y no todos en la familia piensan como Antonio! Las trillizas también se pusieron de mi parte. No sé por qué pero desde que te vieron, te has convertido en una especie de ídolo para ellas. Las fotos que se tomaron contigo en sus teléfonos las subieron a las redes. Ya te puedes imaginar a la tía Juana, ella que no nos soporta a ninguno, y ver a sus hijas siendo partidarias tuyas... Isabel también te defendió. De Tamara no puedo decir lo mismo, ya sabes que ella es una pequeña arpía... Ah, y Abdías tampoco se quedó callado dejando que te insultaran. Salió en tu defensa.

El cuerpo de Ariel se tensó de inmediato:

_ ¿Abdías? ¿Qué hacía Abdías allí?

_ No sé si ya lo sabes o no, pero él y nuestra primita Isabel están de novios.

_ Si, si, me enteré con Verónica. Y luego la misma Isabel me lo dijo en persona, cuando nos vimos al otro día, antes de marcharme.

_ Bueno, Isabel llevó a Abdías esa noche a cenar con la familia, así que él estaba allí, disfrutando de nuestros conflictos. Si hubieras visto la manera en que se enfrentó a Antonio, diciéndole que su actitud no era para nada la de un cristiano, menos de uno que se estaba preparando para ser un ministro de la iglesia.

Ariel comenzó a hiperventilar. Sus ojos se movieron inquietos y la taza de té tembló entre sus manos, hasta el punto de casi dejarla caer:

_ ¿Cariño, estás bien?_ le preguntó Braulio, preocupado.

_ Si, si... es que todo esto... me atormenta de alguna manera..._ se puso de pie, haciéndose un lío con el asiento._ Disculpen, debo... debo ir al baño...

Y salió del comedor lo más rápido que pudo. Se encerró en el baño y se echó a llorar con dolor y desesperación. Dolor, al sentirse culpable de lo que entendía como la destrucción de su familia. Su decisión no solo le estaba afectando a él, sino también a sus hermanos. Ahora Archie era un paria, solo por el hecho de estar de su parte.

Y luego, la desesperación a causa de Abdías. Creía haber sepultado sus sentimientos adolescentes por aquel chico desde que se marchó de New Heaven. Incluso antes, cuando la amistad entre ambos se quebró. Había estado enamorado de Abdías durante mucho tiempo, hasta que se convenció a sí mismo de que aquel amor era imposible, un mero capricho infantil que solo le provocaría daño y decepción. Lo mejor era encerrarlo en un cofre, bajo siete cadenas reforzadas con siete candados cuyas llaves desaparecieran, y arrojar dicho cofre por un acantilado a lo más profundo del océano. Pensó que así había sido, pero era obvio que no. Y la prueba estaba en que, desde que había vuelto a verlo, desde que habían discutido en plena carretera a la salida de New Heaven, una semana atrás, no podía sacárselo de la cabeza. Conseguía dejar de pensar un momento en él durante unas pocas horas, y luego su recuerdo volvía, más vívido, más intenso. Cada vez que Braulio lo abrazaba, lo besaba o le hacía el amor últimamente, no conseguía concentrarse en la persona con la que realmente estaba, sino que sus ansias de que fuera Abdías quien estuviera en su lugar, se volvían dolorosamente insoportables. Y se odiaba por ello, porque Braulio no se merecía algo así.

Era su amante, su amigo, su sostén, su apoyo emocional. Se desvivía por cuidarlo y complacerlo, mientras él se deleitaba en pensar en otra persona. Una persona que no merecía su amor ni uno solo de sus pensamientos. Tal vez Abdías lo había defendido ante su familia, no le importaba saber las razones que lo empujaron a ello. De algo estaba claro, Abdías nunca volvería a ser alguien trascendental en su vida, porque lo cierto era que, en su opinión, Abdías del Olmo era como el resto de la mayoría de los cristianos que había conocido antes. Falsos e hipócritas.

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Archie se quedó unos días con Ariel y Braulio en el departamento. Por lo menos, según Ariel, hasta que recogieran un poco el antiguo piso de la señora Helena que ahora estaba vacío. Braulio había dado el consentimiento para que su cuñado se quedara allí mientras quisiera. Archie aceptó de buena gana, con la condición de que no lo haría de gratis. Buscaría trabajo y pagaría la renta como cualquier otro inquilino.

En solo unos días, Archie se ganó la simpatía de todos los vecinos, y no se limitaba a la hora de coquetear con cualquiera de ellos, principalmente con las chicas. Disfrutaba sacar de quicio a Irán, lanzándole piropos a Emely, y aún se negaba a creer que Odette fuera realmente transexual:

_ Tu hermano es demasiado liberal para ser un cristiano evangélico._ comentaba Braulio a Ariel de vez en cuando.

_ Si, Archie siempre ha sido de mentalidad muy abierta. En el fondo, creo que iba a la iglesia más por obligación que por convicción. Pero es una persona maravillosa, fiel a los que ama.

_ Igual que su hermano menor._ dijo Braulio dándole un beso en la mejilla.

Sin embargo, Ariel no dejó pasar por alto el vínculo que pareció crearse entre su hermano y Luz. Aunque la atención parecía más bien unilateral, ya que Archie mostraba mucho más interés en ella que ella en él. Luz lo escuchaba con la misma expresión abstraída que demostraba a todos:

_ ¿Te gusta Luz?_ le preguntó Ariel una tarde que regresaban de hacer las compras de víveres.

Archie reaccionó como si hubiese sido descubierto en algo ilegal:

_ ¿Qué? ¿Te refieres a esa loca extravagante que se hace llamar gurú?

_ No hables así de ella.

_ Disculpa. Pero es que no sé porqué me preguntas algo así.

_ Nada, curiosidad. Será una loca extravagante pero te he visto platicando con ella en más de una ocasión. Y la verdad es que me parecieron demasiado... íntimos.

Archie se echó a reír:

_ Preferiría intimar con Irán y Emely. No me van las locas.

_ Como tú digas._ sonrió Ariel sin ocultar el sarcasmo en su voz.

A la semana, surgió una novedad. Al llegar al hospital ese día, Emely, Luis Xavier y Ariel se encontraron a un compungido doctor Levinson. Cuando indagaron los motivos de su angustia, Otto les contó que su novia y él habían terminado, puesto que ella estaba viéndose con otro hombre, y en vistas de que el apartamento que ocupaban era de ella, él tenía que marcharse, y en dos días no había encontrado un sitio disponible, y su mayor temor era tener que regresar a vivir con sus padres.

Los tres se miraron, movidos por el impulso de una misma idea. Ariel llamó de inmediato a Braulio por teléfono y le planteó la situación:

_ Es una excelente persona, y es doctor... ¿Sabes lo bien que nos vendría la presencia de un doctor en el edificio?

_ Cariño, si ya lo decidiste ¿Para qué me consultas?

_ Porque al final el edificio es tuyo. Eres quien toma las decisiones.

_ A propósito de eso, recibí una oferta hace poco.

_ ¿Una oferta de qué?

_ Hay un sujeto interesado en el edificio. Quiere comprarlo para demolerlo y levantar un condominio en su lugar.

_ ¿Le habrás dicho que no, me imagino?

_ Por supuesto. Ese es nuestro hogar, nunca me desharía de nuestro hogar, ni por todo el oro del mundo.

_ Por eso es que te amo. Y con respecto a lo del doctor Otto... ¿Qué me dices? ¿Aceptas? He pensado que podría ocupar el apartamento de la señora Helena junto con Archie. Él podría pagar la renta y cuando Archie encuentre trabajo, compartirían el pago... ¿Qué opinas?

Braulio soltó una carcajada:

_ Cariño... Ya tienes todo resuelto. No necesitas mi autorización.

Ariel se despidió cariñosamente. Por ese motivo tenía que sacarse de la mente cualquier pensamiento parásito. No encontraría jamás a un mejor hombre que Braulio Vasconcelos. Con una amplia sonrisa fue donde estaban Emely y Luis Xavier, tratando de consolar y darle ánimos a Otto. Se paró ante ellos y dijo:

_ Otto, ¿Qué crees? Te tengo excelentes noticias.

******************

Otto se mudó al edificio justo al día siguiente. Para su sorpresa, al descender de su flamante Mustang, con el camión de mudanzas que había alquilado para transportar sus pertenencias parado detrás, encontró a un montón de estrafalarios personajes esperándolo para ayudarle a descargar las cajas. Archie estaba feliz de tener un roomie, ya que el apartamento de la señora Helena le resultaba demasiado solitario:

_ Habituado a vivir en una casa siempre llena de gente hablando y discutiendo, me siento demasiado extraño yo solo en ese piso. Será bueno tener compañía.

_ ¿Si te sentías solo porqué no nos avisaste cariño?_ bromeó Ronald.

_ Nosotros te habríamos cuidado muy bien._ se unió Luis Xavier a la mofa.

_ Ey,_ intervino Ariel._ ya paren los dos. Recuerden que están hablando con mi hermano. Mucho cuidado.

_ Bienvenido a su nueva casa, doctor._ sonrió Emely disponiéndose a tomar la primera caja.

Otto se limitó a dedicarles una tímida sonrisa.

Los primeros días no fueron fáciles para Otto. La convivencia con Archie fue mucho más complicada de lo que imaginó, independientemente del buen humor y la constante chispa del joven. Pero ambos eran tan distintos como el día y la noche. Archie era excesivamente desorganizado, mientras que el doctor Levinson era un obseso del orden, cuya máxima era un lugar para cada cosa, y cada cosa en su lugar. Mas, con Archie como roomie, lo mismo encontraba un calzoncillo en la sala de estar, que un zapato en la ducha.

Igualmente, aunque todos los residentes del inmueble hasta entonces habían sido muy amables, a veces le ponían nerviosos, como era el caso de aquella mujerona siempre vestida tan extravagante, que al mirarla mejor vio que no era realmente una mujer, sino un hombre, o mejor dicho, un trans.

Y ni que decir de Luis Xavier y su pareja. Esos dos tenían una libido en verdad elevada. Podía escucharlos claramente teniendo sexo al ser sus vecinos más próximos. Y vaya si tenían sexo y eran expresivos. A veces hasta con invitados incluidos. No entendía como era posible que Archie, proviniendo de una denominación religiosa, podía actuar tan natural y hasta divertido ante tamaña situación:

_ Es solo sexo, doc._ decía Archie palmeándole la espalda mientras del interior del apartamento vecino, salían los gritos, gemidos, jadeos y palabrotas más apasionadas, dignas de una película pornográfica.

Luego estaba la pareja de Emely, esa joven de actitud tan huraña. Otto estaba casi seguro de que Irán lo odiaba. Ariel se empeñó en calmarlo diciéndole que no se preocupara por ella:

_ Irán es así con todo el mundo. Ni siquiera entiendo cómo se hizo trabajadora social cuando repele tanto a las personas.

Y también estaba esa otra vecina tan rara, Luz. De entrada, el mismo día que llegó le obsequió una maceta con un pequeño cactus. Al segundo día, le dio otra maceta, esta vez con una planta de lavanda:

_ Mantendrá el apartamento perfumado, y no solo eso, también proporcionará un ambiente de relajación y purificación.

La manera en que esa chica hablaba, como si estuviera endrogada o algo parecido, le ponía los pelos de punta, y la forma en que miraba, como si realmente no lo estuviera haciendo. Siendo con ese aspecto de estar en el mundo y al mismo tiempo, andar divagando extra corporalmente por cualquier otro lugar:

_ Vaya doc, parece que tienes una admiradora._ le dijo Archie al tercer día, cuando Luz le dejó una tercera maceta, esta vez con una pilea.

_ ¿Qué?_ preguntó Otto de forma distraída y cayó en la cuenta de a qué se refería el muchacho._ Oh no. No, para nada. No lo creo.

_ Entonces... ¿Ella no le gusta ni un poquitín?

Otto terminó de meter unos documentos en su portafolio y miró su reloj. Se le haría tarde para ir al hospital:

_ Acabo de terminar una relación recientemente. En lo menos que pienso es en iniciar un romance ahora mismo. No estoy listo emocionalmente para ello.

Y menos con alguien que cada vez que le veía, solo sabía halagar la bonita aura violeta que, según ella, resplandecía a su alrededor. Su ex novia tenía ciertos desequilibrios. Ni en broma se enrolaría con alguien totalmente desquiciada. Por suerte para él, no tuvo que ocuparse de aquellas plantas. Archie lo hacía voluntariamente. Solo esperaba que Luz dejara de obsequiarle macetas o el apartamento pronto se convertiría en un jardín botánico.

******************

A la semana de estar viviendo en el edificio, Ariel convocó a todos a una cena especial en honor a los nuevos inquilinos, a modo de bienvenida oficial, noticia que fue recibida con mucho entusiasmo, ya que todavía estaba pendiente la cena que había prometido para recibir a Braulio al regreso de su último viaje de negocios.

El viernes en la noche se reunieron todos en el apartamento de Braulio y Ariel, luciendo, tal y como establecía previamente la invitación, sus mejores galas. Ellas lucían elegantes vestidos, Odette sobresaliendo por encima de todas, por supuesto, y mención aparte a Luz, que se había puesto una camisola amplísima con mangas larguísimas muy anchas que casi le cubrían las manos, de un tono verde muy suave matizado con un tierno color ciruela. En cuanto a ellos, incluyendo a Irán, llevaban trajes con chaqueta, y el doctor Otto hasta se puso corbata.

Ariel se había pasado el día entero cocinando y disponiendo todo para la ocasión. En el apartamento revoloteaba una mezcla deliciosa de aromas comestibles que ya tenía a todos impacientes. Braulio, como uno de los anfitriones, había comprado botellas de vino de calidad, y en ese momento estaba sirviendo copas para todos. Había música puesta en un reproductor, temas musicales de los años ochenta y noventa del pasado siglo XX. La música favorita de Ariel:

_ No hay dudas de que mi hermanito siempre tuvo un excelente gusto musical._ dijo Archie degustando el vino de su copa.

_ Si,_ suspiró Odette._ ya no se hace música como en ese entonces. Es que ni siquiera puede decirse que se haga música actualmente. Todo se resume a vulgaridad, sexo, misoginia y mal gusto.

_ Cuando era pequeño, como nuestros padres no nos dejaban escuchar esas canciones mundanas, Ariel se ponía los cascos y las escuchaba a escondidas. Cuando mamá le preguntaba qué estaba oyendo, él respondía que estaba aprendiéndose un nuevo himno para cantar en la iglesia.

Todos se giraron hacia Archie:

_ Espera..._ dijo Braulio._ ¿Tu hermano canta?

_ Si, ¿no lo sabían?_ Archie se quedó atónito al ver las expresiones perplejas de sus nuevos amigos._ No puedo creer que no les haya dicho nunca.

_ Llevo tres años conviviendo con él. Tu hermano no canta ni en la ducha._ especificó Braulio.

_ Bueno, no es que le gustara mucho tampoco. Ni siquiera él mismo sabía la voz tan hermosa que tenía, o que debe seguir teniendo, supongo. Pero lo que sí les puedo asegurar, es que daba gusto escucharlo cantar, y en la iglesia era la voz principal de nuestro coro. Juntos, sonábamos perfecto.

_ ¿Tú también cantas?_ se asombró Irán.

_ No, yo soy más especial. Yo toco el piano.

Odette tosió un poco, cubriéndose la boca con una mano enguantada con un largo manguito de terciopelo azul oscuro que le llegaba hasta los codos:

_ ¿Tocas el piano?

_ Y muy bien, de hecho._ se jactó Archie.

_ ¿Siempre eres tan autosuficiente?

Todas las miradas se volvieron hacia Luz, que había hecho aquella pregunta. Archie le ofreció la más encantadora y cínica de su arsenal de sonrisas:

_ La mayor parte del tiempo.

Luz suspiró y miró con desinterés hacia otro lado:

_ Bueno, ya sabes lo que dicen por ahí, eso de que dime de lo que presumes, y te diré de lo que careces.

Sonaron algunas risitas veladas. Archie enrojeció y estuvo a punto de responderle a Luz, cuando Ariel abrió las grandes puertas corredizas que conducían al comedor, diciendo con una amplia sonrisa:

_ Pueden pasar. La cena está servida.

Más de uno se quedó boquiabierto al entrar a la estancia en la que se habían dispuesto dos mesas que permitirían que los doce comensales se acomodaran. Al no contar con un número de sillas adecuado, Ariel había tenido que recurrir a buscar los restantes asientos faltantes, y era curioso como había ido ubicándolas de forma alterna, para que la disparidad resultara, de algún modo, agradable a la vista. Aún así, era una mesa digna de admirar y nada tenía que envidiarle a cualquier restaurante gourmet.

Sobre manteles de color beige con brocados dorados en los bordes, estaban los platos correctamente colocados, con las servilletas de tela finamente dobladas sobre los mismos. La cubertería reluciente puesta exquisitamente en cada sitio, juntamente con las copas para el agua, el vino tinto y el vino blanco.

Las fuentes rebosantes de comida ya estaban humeando en el centro de las mesas, y solo de verlas se le hacía a uno la boca agua:

_ Amiga te luciste esta vez._ exclamó Ronald abrazando ligeramente a Ariel.

_ Qué lindo luce todo._ suspiró Luz.

_ Y que bien huele._ se relamió Denis.

_ Y de seguro que sabe muchísimo mejor._ dijo Archie frotándose las manos.

_ Cada uno busque su puesto, acomódense y empiecen a servirse. Coman hasta hartarse.

_ No me lo tienes que repetir dos veces._ se apresuró en decir Luis Xavier hallando su lugar y sentándose en su silla.

Cada plato tenía una etiqueta con el nombre de cada uno de los invitados. Braulio y Ariel ocupaban las puntas de la mesa, en calidad de anfitriones.

La cena en verdad fue una delicia, entre charlas amenas, risas, y las suaves baladas que se escuchaban desde el salón, creando un ambiente de intimidad entre amigos.

El menú no pudo ser más aplaudido. Filete a la parrilla con salsa de manzana y hongos; pescado asado con salsa de limón y eneldo. Para Archie y Luz, quienes eran más de comidas vegetarianas, había preparado berenjenas rellenas con quinoa y verduras asadas, además de puré de patatas con trufas, risotto de champiñones y espárragos a la parrilla. Para el postre, había cheesecakes y tartaletas de frutas. Las copas que se vaciaban se llenaban de inmediato. Braulio parecía tener una cava de vinos instalada en el apartamento, porque sacaba una botella tras otra.

Luego del postre, Ariel ofreció café o té para los que así lo desearan:

_ ¿Tienes té rojo?_ preguntó Luz._ Es muy bueno para la digestión.

_ Lo siento Luz._ se disculpó Ariel con un mohín._ Solo tengo té de limón.

_ Está bien._ suspiró ella con indiferencia._ El té de limón me gusta.

Emely lo ayudó a distribuir las tazas entre los comensales. Odette preguntó entonces:

_ Ariel... ¿Por qué nunca me dijiste que tu hermano tocaba el piano?

_ Pues porque no pensé que te importara._ se asombró Ariel entregándole una taza de café al doctor Otto.

_ No gracias,_ se disculpó el joven médico rechazándola._ prefiero el té. El café en las noches me causa insomnio.

_ Cariño,_ intervino Braulio._ y nunca me hablaste de tu faceta como cantante.

Esta vez Ariel se irguió con violencia y miró a su hermano con reproche:

_ ¿En serio tienes la voz tan hermosa que dice el galán de tu hermano que tienes?_ curioseó Luis Xavier.

_ ¿Por qué no nos cantas algo?_ rogó Emely.

_ No, de ninguna manera. Esa faceta de mi vida quedó atrás hace mucho. Braulio fue hasta él y lo abrazó cariñosamente por la espalda:

_ Por favor cariño. Solo una canción. Me gustaría mucho oírte. Tengo una gran curiosidad.

Las súplicas no se hicieron esperar por parte de todos. Ariel frunció los labios y volteó los ojos:

_ Tengo un piano en casa._ dijo Odette entusiasmada._ Podemos ir y de paso escuchamos a tu hermano tocar, digo, si es cierto que sabe tocar.

_ Te lo demostraré, preciosa. Te dejaré con la boca abierta._ aseguró Archie tronándose los dedos de ambas manos.

_ Esta me las pagas._ le masculló Ariel mientras bajaban al departamento de Odette._ No sé porqué tenías que abrir la bocaza y hablar más de la cuenta.

_ ¿Qué piensas cantar?_ le preguntó Archie sin preocuparse del enojo de su hermano.

Ariel dudó un instante y se inclinó sobre él, murmurándole algo al oído. Archie sacudió levemente la cabeza y asintió con firmeza.

El apartamento de Odette era un lugar elegante, con una decoración muy vintage, poco iluminado, con lamparitas cubiertas por pañuelos de colores vistosos que daban una fluorescencia colorida en una penumbra de luces y sombras; lleno de cortinas de encajes y afiches de antiguas estrellas de cine y de la música popular. En el salón de estar, con añejos muebles y una gran alfombra persa en el suelo, había un antiquísimo piano cubierto de polvo. Odette lo sacudió con un plumero y levantó la tapa. Las teclas blancas estaban amarillentas por el tiempo y el obvio desuso:

_ Era del antiguo inquilino. Aún lo conservo por razones decorativas. Le da un toque muy bohemio al apartamento.

Odette miró el instrumento con cierta satisfacción en sus ojazos verdes por las lentillas que usaba. Archie arrastró un banquillo y deslizó los dedos sobre las teclas. La estancia se llenó de los acordes, dispersados en todas direcciones:

_ Está un tilín desafinado, pero aún así servirá._ dijo mirando a su hermano, de pie junto a él.

Los otros se había acomodados en los antiguos y confortables muebles. Luz se había sentado con las piernas cruzadas sobre la alfombra del suelo. Braulio y Denis se habían quedado de pie. Todos sostenían aun sus tazas de té o café, o en el caso de Denis y Braulio, copas de vino:

_ ¿Listo, hermanito?_ preguntó Archie con una sonrisa.

Ariel suspiró:

_ Empecemos y acabemos._ respondió con una mueca.

_ Que sea como en los viejos tiempos._ añadió Archie y sus manos comenzaron a recorrer con habilidad las teclas del piano.

Ariel cerró los ojos, respiró profundamente y abrió la boca:

♪...My church offers no absolutes, She tells me, Worship in the bedroom,

The only Heaven I'll be sent to, Is when I'm alone whith you.

I was born sick, but I love it, command me to be well...

Amen... Amen... Amen...♫

Un impresionante y profundo silencio reinaba en el salón, mientras la voz de Ariel sonaba dolorosamente apasionada, en compañía de la experta interpretación de Archie al piano:

♪...Take me the church,

I'll worship like a dog at the shrine of your lies,

I'll tell you my sins and you can sharpen your knife,

Offer me that deathless death

Good God, let me give you my life...♫

Archie concluyó de tocar con unos fuertes acordes casi dramáticos. Ariel abrió los ojos y se encontró siendo el objeto de atención de todos los presentes en el salón. Fue retroceder en el tiempo, como estar muchos años atrás, con ocho años, durante el ensayo de un coro de niños para la navidad. La misma sensación de aquel entonces.

Y de repente, Ronald se levantó de encima de las piernas de Luis Xavier, que estaba a su vez acomodado en uno de los sillones del salón, y rompió a aplaudir y a chillar como un poseso, y todos los demás lo imitaron. Braulio avanzó hacia Ariel y tomándolo entre sus brazos lo besó apasionadamente en la boca, cortándole la respiración y haciendo que las aclamaciones aumentaran el doble:

_ Amiga ¿De dónde salió eso?_ preguntó Odette abordándolo una vez que Braulio dejó de besarlo._ En serio, tienes que cantar un día en mi club.

_ Ni lo sueñes. Yo dejé atrás el canto desde hace mucho.

_ No puedes hablar en serio._ dijo Irán_ Ariel ¿Acaso has escuchado tu timbre de voz? ¿Tienes idea de cuántos mediocres se hacen llamar cantantes y hacen fortuna con ello? Y luego estás tú, con esa voz poderosa y conmovedora. Mierda... Sentí que se me ponían los pelos de punta mientras te escuchaba.

_ ¿Y nadie piensa decirle nada al pianista?_ protestó Archie.

Luz torció la boca:

_ Pretencioso._ masculló con tono despectivo.

Odette tomó una mano de Ariel y la apretó afectuosamente:

_ Hablo en serio, quieras o no tendrás que venir a cantar una noche a mi club. No aceptaré una negativa. Y en cuanto a ti, príncipe azul..._ y se giró a Archie._ No tocas nada mal. Realmente eres muy bueno. Supe que andas buscando trabajo y que no has hallado nada aún... ¿Te interesaría trabajar como pianista en mi club? El que tenía renunció y necesito uno de inmediato.

Archie pestañeó varias veces:

_ ¿Hablas en serio?

_ Por supuesto que hablo en serio. Dime ¿Te interesa?

Archie soltó un alarido, asustando a todos y saltó sobre Odette, besándola en las mejillas repetidas veces. Luego se giró a su hermano y lo alzó en peso, girando con él en brazos:

_ ¿Oíste eso, hermanito? ¡Ya tengo trabajo! ¡Conseguí un trabajo!

_ Ya bájame, loco._ ordenó Ariel riendo ante el entusiasmo de su hermano.

_ Te advierto que es un club gay._ le aclaró Odette._ Y habrán muchas locas queriendo meterse en tus pantalones.

Archie hizo un gesto de indiferencia:

_ Pueden intentarlo. Lo difícil es que lo consigan... ¡No puede ser! ¡Al fin conseguí un trabajo!

******************

Una hora después, Ariel respiró aliviado cuando abrió la ducha y el chorro de agua caliente envolvió su cuerpo desnudo y agotado. Pero se sentía feliz y satisfecho en muchos sentidos. La cena con sus amigos había sido un éxito, y su hermano había encontrado trabajo. Aunque le preocupaba un poco el ambiente en el que habría de desenvolverse. Una cosa era convivir con un grupo de la comunidad LGBTQ+ en un edificio, y otra muy distinta era laborar en un antro, un ambiente mucho más distinto y con gente totalmente desconocida, siempre a la caza de nuevas conquistas.

Archie no estaba acostumbrado a esos ambientes, y aunque podía parecer de mentalidad muy abierta, temía que fuera a perder los estribos si llegado un momento algún cliente se le insinuaba o intentaba propasarse. Pero quizás se estaba preocupando en vano. Archie había demostrado ser bastante capaz de convivir, manejar y tratar a personas de toda clase. Si en pocas semanas se había echado en el bolsillo a sus amigos, quienes no eran para nada personas simples, podría fácilmente sobrellevar a la clientela del club de Odette.

Su cuerpo reaccionó cuando sintió abrirse la puerta acrílica de la ducha y un cuerpo desnudo se pegó al suyo, envolviéndolo en unos brazos cálidos mientras una boca se deslizaba sobre su cuello:

_ ¿Estás satisfecho, cariño? Ha sido una noche maravillosa.

_ Lo fue._ suspiró Ariel cerrando los ojos y disfrutando las caricias del agua y de las manos de Braulio, recorriendo todo su cuerpo.

_ Me encantó oírte cantar. No tenía ni idea de la voz tan hermosa que estabas ocultando.

Le pellizcó el lóbulo de la oreja derecha con los dientes y su mano se deslizó por el pene ya morcillón de Ariel, que gimió con la respiración agitada:

_ ¿Sabes? Mi mamá me cantaba siempre antes de dormirme.

_ No pienso arrullarte como si fueras un bebé._ le advirtió Ariel con una risita.

_ ¿Ah no? Bien... Eso podremos discutirlo luego. Ahora estoy interesado en algo mucho mejor.

Yhaciéndolo voltearse lo besó en la boca con ansias, estrujando sus nalgas entresus manos, con su poderosa erección clavándose en el vientre de Ariel. Lo tomóen brazos, con las piernas alrededor de su cintura, y lo ensartó, empujándolocontra la pared mojada. Ariel se aferró a sus cabellos y gimió, mordiéndose loslabios y susurrando el nombre de Braulio, el único hombre en su vida. Cuandollegó al orgasmo con un largo grito de placer, fue el rostro de Braulio el quevio ante sí. Ninguno más.


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