Capítulo 4
Si bien creo que estoy mal de la cabeza por meterme con el hijo de Cesar Blackash, más loco se encuentra el por querer pagar un millón de dólares por una noche con una supuesta prostituta.
Aunque, no puedo evitarlo, es excitante.
—No lo dices en serio ¿Verdad? —enarco una de mis cejas, provocándolo.
Se acerca a paso lento hasta quedar a centímetros de mi rostro, me acorrala contra la barra obligando a que lo observe de forma directa a los ojos.
Esa mirada me pone tensa. Nunca he llegado a pensar que una persona me puede hacer sentir tanto miedo con solo un vistazo.
Relajo la respiración para poder contener mi nerviosismo, sin embargo, sus palabras me llevan al borde de la locura. Estoy completamente segura de lo peligroso que puede ser esto, tengo varias razones para negarme ante su presencia, pero retarme a hacer algo es mi punto inestable.
—Creo que te estas acobardando. Al final solo eres una basura que no llega ni a los talones de Zara. Que desperdicio de mujer. —enarca una de sus cejas y me observa con indiferencia.
Tomo su mano en un impulso que no puedo contener, pues mi cuerpo reacciona de forma independiente a mi razón. Lo llevo a la zona VIP y cierro las cortinas dando a entender que está ocupado.
En esta parte del burdel nadie se atreve a venir, ya que es el lugar favorito de los hombres ricos que prefieren un adelanto del servicio. Normalmente se debe de atender a los clientes en la habitación de la chica, no obstante, coger en este lugar no está prohibido y si es algo que quiere el cliente no se puede ignorar. En este lugar ofrecemos placer sin restricciones.
Este hombre sin esperar una señal de mi parte, se posiciona en el enorme sofá de la sala y me contempla con una mirada indescifrable. Su cuerpo reposa tranquilamente y le ofrezco un poco de whisky que hay en una mesa de cristal.
—He venido a probar tu cuerpo, no otra cosa. — rechaza el trago.
No me he preparado para esto. Se entiende que esto no debe de estar pasando. Mi función es como administradora del lugar, no como prostituta.
¿Ahora me voy a arrepentir? No. No puedo porque mi jodido orgullo no me lo permite.
Avanzo a paso lento hasta colocarme en medio de sus dos piernas. Encorvo un poco mi cuerpo hasta acortar nuestra distancia al punto de sentir nuestras respiraciones. En un movimiento inesperado mi cuerpo es empujado encima del suyo logrando el primer contacto.
Me acomodo de una mejor manera quedando a horcajadas sobre sus piernas. No dejo de contemplar esa mirada que pareciera consumir todo a su paso, no obstante, no me da tiempo a hablar pues sus labios atacan los míos con una fuerza arrasadora.
Ni siquiera puedo seguir el ritmo de forma inmediata, más bien, lo logro recuperar después de unos segundos. Es un beso apasionado, feroz. Sus labios se mueven intensamente y sin detenerse. Siento como si estuvieran devorando cada parte de mi ser.
Cada partícula que me compone comienza a estremecerse de forma tal que no quiero finalizar el beso. Todo es diferente a los besos que he dado, es de una forma tan carnal que siento como si fuera la primera vez que me desearan de verdad.
Mis manos comienzan a moverse por sí solas y viajan en busca de los botones que abren la puerta a su cuerpo. Al encontrarlos, desabrochar cada uno de ellos se convierte en una tarea sencilla ante mi desesperación. Separo la camisa y sin dejar de besarlo toco todo lo que tengo a mi alcance.
Con un poco de su ayuda logro sacar la pieza de su cuerpo. Me detengo para observar a detalle el cuerpo de quien tengo enfrente.
Tiene varios tatuajes por su abdomen y estos se extienden por sus brazos y manos. Nunca me han gustado los tatuajes, pero verlos en él es tan jodidamente sexy.
Siento como mi entrepierna comienza a humedecerse ante el bulto que me rosa la zona más sensible. Muevo despacio mis caderas de atrás hacia adelante para aumentar las sensaciones, no obstante, sentir sus manos viajar por dentro de mi vestido hasta mi trasero y apretar con fuerza mis glúteos hacen que me detenga
De manera inmediata e impredecible, se pone de pie sin permitir un cambio de posición de mi parte, más bien, me sujeta con fuerza y yo solo me sostengo con los pies que rodean su descubierta cintura. Nuestros labios no se separan ni un segundo, el tacto que recibimos el uno del otro hace prender fuego en nuestro interior y hacernos querer ese dulce néctar que producimos en este candente momento.
Sin más que esperar, me lanza contra el sofá y se posiciona encima mío mostrando quien tiene el control de la situación. Se impulsa contra mis labios para luego descender por todo mi cuello hasta mis senos. Baja mis tirantes y rápidamente se apodera de mi pecho llevándose uno a la boca y el otro comienza a ser amasado por una de sus manos con fuerza. Dicha mano, sigue bajando sin detenerse hasta mi entrepierna lugar que se encuentra a punto de explotar.
Al comprender el punto al que me ha llevado, roza con delicadeza sus dedos contra mi humedad, no obstante, delicadeza no es algo que alguien como el posea por lo que, sin previo aviso, introduce uno de sus dedos logrando que se escapen algunos gemidos de mi parte.
Cierro mis ojos en busca de más emociones que me lleven a una mayor satisfacción mientras correspondo otro de sus besos, pero mi cuerpo se tensa al instante en que una imagen de Mike atraviesa mi mente.
Soy una estúpida. Estoy disfrutando algo que no tiene nada que ver con él, estoy traicionando la confianza que tenemos. No puedo simplemente tirar tres años de relación por la borda.
—No. No puedo hacerle esto. —susurro más para mí que para él.
De un impulso, me levanto y alejo sin tan siquiera mirar para atrás. No tengo rostro para enfrentarlo.
Todo al parecer está en completo orden a pesar de que no he podido manejarlo como se debe debido a ciertas distracciones.
— ¿Dónde estabas, Venus? —escucho cierta voz desde mi espalda.
—No me sentía bien. Fui en busca de medicamento. —miento.
— ¿Me puedes explicar entonces porque estas tan sudada y hace un rato te vi entrar a la zona VIP con el Alpha?
Me volteo para encararla, pero me resulta imposible ya que nunca le he mentido a Narya.
—Después te explico. —digo rendida ante su sola presencia.
—Mi presentación está por comenzar. Espero que estés atenta pues seguramente van a preguntar mi precio. Recuerda la cantidad y si es alguien muy viejo que no puede aguantar un solo round, aléjalo. — ordena como si fuera la jefa del lugar.
—OK — respondo ante su orden.
Si hay alguien en este lugar que se puede permitir escoger al cliente, es ella. ¿Por qué? Pues es de las más glorificadas debido a que baila de una forma que realmente hipnotiza, además, si se le suma su presencia, carisma, rostro y cuerpo, puedo decir que es tan aclamada como mi madre.
El ambiente cambia completamente en cuanto las luces cambian a un tono azul leve que nubla la vista junto con un sonido completamente sensual que activa las hormonas de todos los presentes. El escenario está decorado con flores azules, en un tono llamativo.
En cuanto las cortinas son abiertas se muestra la figura esbelta de Narya, mejor conocida como Storm. Tal y como su apodo lo dice, es una tormenta que se lleva consigo todo a su alrededor. No importa quien seas, es lo de menos si la ves danzar por ese escenario va a hacer que caigas a sus pies.
Los billetes vuelan por todos lados hasta aterrizar a los pies de la experta bailarina. Todos la miran, sin embargo, hay alguien que no. El nuevo dueño del lugar me observa de forma fija y directa. Resulta ser incomodo a tal punto que puedo decir que, si las miradas matan, yo estoy hecha trizas.
Giro mi rostro con intención de observar con discreción su expresión, pero no lo logro pues se escapa del lugar donde creí verlo. Cambio de manera inmediata la posición de mi cuerpo en busca de cierta persona, pero no está, su figura no se encuentra por todo el lugar.
—Supongo que así es mejor. — susurro para mí misma.
— Ya he depositado el millón de dólares en tu cuenta, así que prepara ese cuerpo para próxima vez. — siento una ronca y gruesa voz llegar a mi oído en un susurro.
Me quedo en completo silencio ante sus palabras las cuales han logrado poner mi piel de gallina. Esto es completamente absurdo.
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