Capítulo 3
"Todos tienen un precio, unos más altos, otros más bajos, pero siempre uno posible de pagar"
La noche transcurre tranquila junto a todo lo característico del lugar: Música, bebidas, luces y mujeres. Todo eso se reduce a una sola palabra: placer.
De un momento a otro, siento cierta calma. Asomo mi cabeza por las cortinas que cubren el escenario y observo como los rostros que antes sonreían son agachadas como reverencia ante el paso de un único hombre.
Me es fácil reconocerlo debido a que he escuchado tanto de él. Tal y como lo describen posee un hermoso rostro, varonil, capaz de captar todas las miradas, su cabello al igual que sus ojos son de negro azabache que combina con su fino y costoso traje.
—Tenemos razón cuando decimos que es guapo. – habla una de las chicas.
—Es guapo, pero más nada. Apuesto a que es como su padre. — digo de mala gana.
Sí, lo reconozco, es demaciado guapo. Y no solo eso, es sexy, de solo mirarlo, la piel de cualquier chica se eriza. Su presencia, su aura, de hecho, todo, es tan... Es algo que no puedo explicar con palabras, pero es jodidamente perfecto.
Unas fuertes pisadas resuenan por el lugar, lo reconozco. Ese sonido me lo he grabado en mi memoria, es simplemente grandioso la melodía que poseen los pasos de mi madre. O mejor dicho, Zara.
Después de tanto tiempo, no dejo de verla como la mejor.
—Vamos a comenzar. Primero voy a ofrecer la bienvenida y luego comienzan a salir de una en una. De primero quiero las bailarinas, después las asiáticas, francesas y demás.
Todas asienten ante la orden y sin esperar más, atraviesa las cortinas para iniciar con la presentación.
—No comprendo porque no trabajas junto con las demás chicas, a fin de cuentas, naciste de una puta para convertirte en una. — comienza a hablar una de las nuevas.
—Ten cuidado con lo que dices flacucha. – respondo irritada por su comentario.
—Solo digo la verdad. Al final solo tienen sobreprotección contigo. Eres una tonta que no puede trabajar por sí misma y que necesita que la mantengan.
Camina hasta quedar a solo centímetros de mí. Su mirada expresa una total indiferencia y molestia.
A pesar de que me dobla el tamaño, levanto mi brazo y lo llevo hasta su rostro con fuerza. Da unos pequeños pasos hacia atrás debido a que pierde el equilibrio por el golpe.
La voz de la jefa da la orden de que pase la primera chica, pues es momento de la presentación.
Desvío la mirada hacia Narya quien debe de salir como la primera, sin embargo, antes de que cruce las cortinas rojas del escenario, soy empujada con fuerza hacia la tarima.
Mi postura se ve afectada por unos momentos, empero la recompongo en cuanto me doy cuenta de la posición en la que me encuentro. Tengo la mirada de todos los hombres puesta en mí y en especial la de Zara.
Mi madre me observa aterrada y detenidamente avanzar por toda la tarima hasta posicionarme a su lado.
—Me acaban de empujar. – susurro con tal de tranquilizarla, pero obviamente eso no va a suceder— solo finge que soy una de las chicas y luego me escondo. Todo va a estar bien.
—Esta noche tenemos a alguien especial, una nueva mujer capaz de cumplir con todo lo que su alma desee. Ella los llevará hasta el mismo cielo si eso es lo que desean. — sonríe de forma falsa y todos los hombres me miran.
En sus ojos se capta el deseo y la lujuria que los corroe, ven mi cuerpo como si fuera un manjar. Esto es lo que alguna vez quise sentir, que todos me anhelaran como si fuese una diosa, sin embargo, ahora no estoy muy segura pues a pesar de que todos me observan con lascivia hay una persona que no lo hace. No sé qué pasa por su mente, pero me roba el aliento ver esa mirada oscura e indescifrable que pareciera devorar mi alma.
Después de unos segundos, me alejo del lugar y me escondo detrás de las cortinas donde aguardan las demás chicas.
Busco con la mirada a la estúpida que me ha hecho pasar por semejante problema, pero no la encuentro.
—Díganle a esa perra que en cuanto la vea, la voy a matar.
Me alejo de las demás, voy en busca de un trago a la barra dónde por suerte no hay muchos hombres ya que la mayoría prestan su atención al escenario.
—No sabía que la hija de Zara es la nueva zorrita del lugar. – escucho una gruesa y ronca voz hablar a mis espaldas.
—Rose, por favor un trago. – digo ignorante a sus palabras.
—Uno para mí también. – ordena luego de sentarse a mi lado.
Sin paciencia, giro mi rostro con la intención de decirle unas cuantas cosas, sin embargo, me detengo en cuento veo de quien se trata.
—No sabía que un matón de mierda vendría a joder a la nueva zorrita. — contraataco con ironía.
—Según anunciaron, eres capaz de llevar el alma hasta el cielo así que vengo a pedirle que saque la mía del infierno.
—Si quiere pasar la noche conmigo, le voy a decir que no. Yo no me encuentro a la venta, pero si desea le puedo recomendar a alguien.
—Te quiero a tí encima de mí esta noche. No quiero cambio de plan.—da un sorbo al trago recién servido.
—Pues cambia tu plan o lo que sea. Yo no estoy a la venta.
Me levanto del asiento con la intención de huir, no obstante, mi avance es detenido por un fuerte agarre en mi brazo.
— ¿Cuál es tu tarifa?
Sonrío de lado ante la pregunta. Decido jugar un poco, de todas maneras, me resulta interesante saber que el nuevo dueño del Bajo Mundo esté interesado en mí.
—Un millón de dólares. – sonrío de lado con seguridad.
Ninguna persona pagaría tanto solo por sexo. Por más deseable que sea la mujer, por más atractiva, es demaciado dinero.
Mis ojos se encuentran con los suyos, chocan como si fuese necesidad. Las piernas me tiemblan por un momento, el nerviosismo quiere aparecer, pero no lo permito. Una sonrisa victoriosa, una mirada indecente se forma en mi cara, doy a entender que me siento complacida de saber que he ganado. O al menos, eso es lo que creí, pues cuando decide hablar, mi expresión cambia.
—Está bien. Ahora llévame a tu habitación.
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