Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 26. Un día más, un día menos.

Al otro lado de la misma ciudad, el despertar para Matteo es casi rutinario desde el nacimiento de su primogénito varón, para él, solamente uno de sus tres hijos es clave para perpetuar su apellido. Anteriormente, jamás consideró de mucha importancia esa tendencia de darle tanto valor al apellido del progenitor, pero ¡demonios!, desde que supo que nacería varón, un sentimiento de unión fuerte e inquebrantable se arraigó en su mente, alma y corazón. Fue una lucha a muerte; la selección del nombre, sin embargo, cedió a su conveniencia, ante la sugerencia de Fanny por la simple razón de evitar delatarse ante la sociedad.

Luego de estirar su cuerpo sobre las sábanas arrugadas, e intentar, ¡maldición!, por enésima vez volver a comunicarse con el amor de su vida, el pesado cuerpo de Matteo comienza a encaminarse a la ducha, mientras le exige a Fanny que le prepare el desayuno. Los olores a comida casera recién hecha es una de las pocas ventajas de tener a la Lucífera, esa odiada secund suegra, al menos los insulsos desayunos a base de cereal quedaron en la historia, bien por su estómago irritable. Pero, en fin, hoy vuelve a su hogar junto a la mujer maravillosa que tiene por esposa, un Matteo feliz y orgulloso de sus andanzas extramatrimoniales; se afeita para luego aplicar en su ya muy pronunciada calvicie ese espray que intenta tan siquiera ocultarla, una larga y profunda ducha es lo que necesita para limpiar su cuerpo de los rastros de infidelidad de la cual ha disfrutado desde hace ya más de diez días; doce para ser exactos. Consciente que ya no es el joven Matteo Durán aquel que podía satisfacer sexualmente a sus mujeres, tomó la precaución de no tener sexo anoche con Fanny, así que su falo está más que dispuesto para hacer con el cuerpo de Alicia lo que le plazca.

Nada ni nadie impedirá que hoy regrese a su hogar, ese castillo levantado con Alicia la mujer que jura amar en las buenas y en las malas, aunque nunca se esperó ser el causante de "sus malas", no se arrepiente en absoluto por cada una de sus decisiones que involucran camas ajenas. Pero ¿qué se puede hacer?, para él la necesidad de follar lo que se le pegue la gana tiene una prioridad más alta que el bienestar de su esposa.

Lejos y ajeno de las últimas entregas de intimidad que protagonizan dos almas heridas, dolidas y decepcionadas en su castillo, Matteo Durán, desayuna con parsimonia mientras contempla a su Charles devorar literalmente el lastimado pezón de su madre. Los pasitos de una Liz cantarina llenan la estancia mientras que cada quien se pierde en sus propios pensamientos. Listo y más que preparado para dejar atrás, por ahora, su secund family comienza a despedirse de la pequeña y traviesa Liz sacándole un centenar de carcajadas al hacer que sus dedos pringuen al azar varias zonas del cuerpo de la pequeña. Una atareada Fanny le entrega a Matteo un Charles algo inquieto, pero justificándose que debe terminar de prepararle el equipaje para el supuesto viaje de negocio que lo mantendrá alejado de ellos por al menos quince días.

El ambiente familiar se torna en fracciones de segundos en un caos inesperado cuando, sin razón ni por qué, un llanto de dolor agudo brota sin control de la diminuta boca del lactante, las miradas de los tres adultos se enfocan en él, ni siquiera los seguros brazos de su padre logran calmarlo. Tres fuertes y desagradables reflujos gástricos bañan la impecable ropa de Matteo quien con rostro enfundado en desagrado y repulsión le entrega con desdén el niño a Fanny quien aún está intentando cerrar la maleta, mientras que el mayor tiene que bañarse otra vez, el problema no es la ducha, sino la pérdida de tiempo ya debería ir en camino a su verdadero hogar. Su afán de ducharse rápido se ve interrumpido cuando los gritos ahogados de Fanny lo ponen en sobre aviso, sin perder tiempo sale aún empapado con agua jabonosa para observar horrorizado que varios hilos de sangre se entremezclan con el vómito de la leche materna.

Más de media hora después están en la amarga e inhóspita sala de espera de la clínica más próxima a su casa. El tiempo pasa lento haciendo interminable la espera que dura el examinar a Charles por el especialista. La hambrienta necesidad de Matteo para estar con Alicia se esfuma sin darse cuenta, saber qué le sucede al niño es por lejos su nueva prioridad, así que esperar allí sentado tomado de la mano de una asustada Fanny es lo que lo mantiene alerta a cualquier cambio en la salud de su Charles.


Una sonrisa llena de travesura, picardía y diablura se forma en la comisura de los labios de Lluis al ver lo que tanto ha estado esperando; un mensaje entrante de Sandra. Su sangre llena en un dos por tres sus venas, corta la respiración sólo por el simple placer de sentir que luego de ver el mensaje podrá respirar con facilidad, sus dedos se deslizan en la pantalla accionando la oposición de abrirlo, no sin antes eliminar el volumen, mientras que Anabel le está entregando una felación como despedida o "cuasi" despedida. En algunas horas estarán cada quien alejado del otro; ella en compañía de su esposo amoroso, fiel e incondicional, y él entregándose a esa mujer que lo tiene viviendo bajo un ultimátum bien ganado por infiel.

Pero por ahora permitirse el lujo de recibir esa lengua y labios en todo el largo de su erecto pene, mientras que contempla un vídeo erótico de Sandra que tiene con éxito toda la intención de provocarlo, a la par que alcanza una eyaculación por demás perfecta logrando que Anabel se bañase con la enorme cantidad de la blanquecina esencia masculina.

Dos horas después se retiran del hotel dejando atrás el candente encuentro donde ambos se retaron explorando sus propios límites. Las horas del vuelo les permiten plantearse las reglas y normas de lo que se puede o no hacer en la semana de ovulación, como es lógico las de joderse las tiene ella, pues a él no le afecta la planificación del embarazo, a excepción, de sentirse traicionado por su sumisa cada vez que ella tenga relaciones sexuales de cualquier índole con quien está legal y eclesiásticamente casada. Por otra parte, Anabel ya tiene claras las tácticas que su amo y señor le tiene permitidas usar para evitar cualquier contacto sexual con su esposo, mientras esté en la semana de ovulación, eso realmente no le quita el sueño ni le trae jaquecas, total, ella ha aprendido un abanico de opciones para complacer a un hombre sin necesidad de que la follen, ríe al imaginar las reacciones que posiblemente tenga Miguel cuando lo empuje a salir de su zona de confort o quizás deba decir arrinconarlo dentro de la zona de confort de ella.

Ambos infieles se toman el tiempo necesario para enviar un par de mensajes a sus parejas, pero nuevamente son ignorados por sus contrapartes, sin darle importancia, obvian ese pequeño detalle, concentrándose en la fantasiosa posibilidad de tener un hijo en común.

Luego de meditar con sumo detenimiento, Miguel decide hacer una última parada antes de regresar a la ciudad en la cual trabaja, únicamente para entregar las llaves del apartamento perteneciente al bufete de abogados y recibir las de la casa asignada en otra ciudad, casi a diez horas de la anterior. —«Una parada más, solamente una parada más»— se repite tratando de convencerse a sí mismo que está en lo correcto, pues la ignorancia no evita el dolor, sino que lo pospone, mientras que este crece y crece hasta que explota en nuestra cara.

Mira el panel de control del vehículo para corroborar que está aún a tiempo, ubicar la casa no es tan difícil; sobre todo en estos tiempos donde las redes sociales hacen de nuestras vidas un libro abierto, disponible, para quien quiera saber de nuestras metas, logros y claro; nuestras propiedades. —«Las tres con veinte minutos»— pronuncia con desapego al chequear la hora una última vez antes de apagar el motor y en caminarse a encarar el presente de otra mujer, un déjà vu lo embarga cuando recorre la caminería rodeada de un hermoso césped franqueada por una cerca de madera cubierta de limoncillo perfectamente podado. Aunque no hay más que algunos pasos entre la acera y la flamante puerta principal de la casa, Miguel firme y seguro de completar su misión de honestidad, avanza paso a paso con parsimonia tan lentamente que hasta él mismo cree que sus piernas le están sugiriendo dejar todo atrás y continuar el camino hacia su nuevo futuro. Pero saber que alguien inocente está siento tratado como basura dentro de una relación es la gota que derrama el vaso para mantenerse firme en la decisión tomada. Total, solamente le tomaría el tiempo necesario para una conversación corta si ella se rehúsa a aceptar la verdad o una confrontación larga en caso de que tenga que sustentarse con pruebas, pero al fin y al cabo es una conversación que tal vez les traiga consecuencias a más de una familia.

Se necesita tocar más de tres veces el timbre para que una cara feliz y juguetona de un niño no mayor de diez años se deje ver al abrirse la puerta sin saber si retroceder o permanecer allí, pasan escasos segundos,

—¿Quién es, cariño?— es lo que logra oír Miguel cuando una voz femenina interrumpe la no conversación entre él y el niño.

—No sé, mami pensé que era papi— ingenua confesión que les toma a ambos adultos desprevenidos.

—¿Le puedo ayudar en algo?— es la respuesta que sale de los femeninos labios, mientras Miguel decide mantenerse firme ante ella.

—Es un placer soy Miguel Bruzual, esposo de Anabel una compañera de trabajo de su esposo, si así se les puede decir— suelta en carrerilla la no ensayada presentación. Pero, ¡diablos! ¿De qué otra forma hacerlo?... «Hola... soy el cornudo casado con la puta que se acuesta con su esposo», se reprocha rápidamente para sus adentros.

—¡Oh!, es un placer, pero Lluis no está, de hecho, debe regresar en unas horas de un viaje de negocio— dice mientas extiende su mano para aceptar el saludo formal del hombre que tiene al frente.

—Sí, lo sé, muy bien señora, no es con él con el que quiero hablar sino con usted— afirma con una voz que se inunda de infinitos sentimientos que chocan los unos contra los otros, colisiones que hacen aumentar el quemante dolor, el irreal desencanto, la injustificada decepción, la ahogante ira, la amarga frustración, y la interminable sed de venganza que no termina con el divorcio ni mucho menos con daños en la ropa, calzado y los bienes materiales de su desleal casi exesposa, o tal vez deba llamar puta, ramera, zorra asquerosa, o sin complicarse mucho; pelusa de ombligo.

—Bueno, verás, Miguel estoy celebrando una reunión familiar, hoy no dispongo de tiempo, pero si lo desea nos podremos reunir mañana o tal vez otro día— sugiere la apacible mujer mientras varios gritos y algarabías procedentes del área trasera de la casa llaman su atención.

—Disculpe que insista, pero lo que tengo que decir no me tomará más de diez minutos o quizás menos— insiste él mientras se estruja con nervios las manos; gesto que es captado por ella.

Siendo una maestra de educación infantil; sabe bien que a pesar de que el hombre que tiene al frente es de imponente tamaño, no le impide notar que él, justo ahora, está temblando en su interior. Resignada le permite pasar y se dirigen a través de la sala hacia la segunda puerta a la derecha, allí ambos entran a una habitación que definitivamente es una oficina improvisada, pero con todas las comodidades para trabajar de manera grata.

—¿Desea tomar algo?, creo que le hará bien— susurra para no alterarlo más de lo que ya está, mientras que observa como la palidez lo delata y unas gotas de sudor comienzan a acumularse en sus sienes.

—No... no... estoy bien, no se moleste— intenta tranquilizarse para terminar con este calvario, pero ella insiste saliendo en busca de algo de beber. «Maldición, ¿qué diablos estoy haciendo? ... Creo que lo mejor es irme y continuar con mi vida», intuye para sí. Pero en un pestañear de ojos ella le entrega un vaso con agua azucarada helada, mientras que con un ademán de manos le invita a sentarse junto a ella en el sofá de dos piezas.

—Y ¿bien?— lo motiva a hablar, sin saber que su mundo está a punto de cambiar.

Tres largas y profundas respiraciones son requeridas para que por fin la voz segura de Miguel sea quien rompa el silencio que necesita para ordenar las ideas, pues no pretende destruir a la dama, ni sonar como un débil que no supo satisfacer a su esposa; como para que ella se revuelque en otra cama con otros hombres, pero ¡caramba!, tampoco espera que ella tenga una reacción civilizada. En estos casos la educación, el control, y el respeto a las normas de la sociedad salen volando por la ventana, los sentimientos tapizan las paredes y el corazón al igual que el alma destrozan las puertas para tan siquiera demostrar el dolor que nos quema como si fuésemos braza seca para una hoguera. Pero al mal tiempo darle prisa, porque el pasado no lo podemos ocultar; es como tapar el sol con un dedo, solo el iluso que entrecierra los ojos es el que puede ocultar la estrella rey, por fracciones de segundos, siempre y cuando use su propio dedo. Así como el traicionero presente que los infieles apuestan que pueden esconder por una eternidad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro