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Capítulo 11. Confesiones y provocaciones.

Las reuniones han sido productivas, pero lentas restándole tiempo para los otros aspectos de su vida. Sin embargo, Alicia, con cada entrega de las modificaciones y ajustes en el proyecto siente que van con paso seguro que al fin y al cabo es lo importante. En más de una reunión el tiempo corre tan rápido que no sólo tienen almuerzos laborales, sino que más de una cena se da entre planos y reuniones. Han sido casi tres semanas agotadoras.

Felipe Paulg, el importante CEO de Oilinternational, de manera sutil intenta con éxito adentrarse cada vez más en el matrimonio de los Durán, no le ha costado atar más de un cabo suelto, lamentablemente su corazón aún apoya a su primer amor, justificándose que él estaría haciendo todo lo imposible incluyendo vender su pura alma con tal de hacerlo feliz. Pero claro que daría todo su ser cada día, le ayudaría a ser feliz, aunque sea en contra de su dignidad y tranquilidad mental, aunque tenga que perder la mitad de su cuantiosa riqueza, aunque se separe de su amorosa familia quien desde pequeño lo han apoyado, aunque tenga que vivir tras bastidores, nada de eso le importaría, sí, tan sólo escuchara de los labios de Matteo un simple te amo.

Por otra parte, su mentalidad de líder contraataca con suprema facilidad las alocadas, sumisas e improductivas ideas de su inexperto corazón. Esa parte de él se empeña en ser un romántico empedernido, afición que no le ha dejado hermosas huellas en sus relaciones fallidas, una de sus estúpidas constantes para hacerle fallar es continuamente comparar a sus novios, ligues o parejas con el perfecto y casi idealizado Matteo. Gracias a Dios su mente analítica lo pone al borde de un acantilado donde sabe bien que, de caer, será comido por un megalodon materialista, dominante y lo peor aún un reiterado infiel. Mandarlo a investigar le costó muy poco dinero y menos tiempo de lo esperado, pues el gran Matteo ha creado una rutina tan, tan monótona entre su matrimonio y su amante que le causa risa confirmándole que los que se creen más astutos son en realidad los más pendejos. Uno de los miles consejos recibidos por su abuelo es que debe siempre pensar que todo está guindando en un hilo a punto de romperse, de esa forma siempre estará pendiente de los detalles y de encontrar infinitas formas para asegurarse que todo siempre esté donde y con quien debe estar. Pero, en fin, entre su corazón y su mente hay una lucha de poder que ni él mismo presiente cuál será el vencedor. De lo que sí está seguro es que de resultar ganador no permitirá estar a la sombra de ningún recuerdo ni mucho menos aceptar ningún tipo de infidelidad.

Finalizada la cena todos los distintos miembros de cada una de las empresas empiezan a despedirse, quedando sólo Alicia y Felipe intentando cada quien por sus respectivas razones no dar por terminado el encuentro. Un cómodo silencio se ve interrumpido cuando sus miradas se encuentran y ambos ríen en voz baja alejando sus traicioneros nervios.

—¡Y bien!, ¿no piensas volver a casa? —pregunta la voz varonil de Felipe a la par que bordea el rojo vino sobre el filo de la copa ya a medio consumir.

—Realmente no, estoy en una etapa de mi vida que jamás, juro que jamás pensé estar —suelta triste y melancólica.

—¿Desde cuándo?, ¿sí, están tan mal por qué soportar o debo preguntar por quién? —pregunta más intrigado que curioso.

—Supongo que nuestra luna de miel terminó en cuanto me embaracé, siempre supe que él no es fanático de los niños, pero creí que sólo se trataba de los hijos de otros— Alicia brinda alzando su copa para luego proceder a consumir de un trago el contenido. —Pero que un hombre de porquería como él fuera el padre de mi hermosa hija, es algo que nunca imaginé que en esa bolsa de desapego entrara también lo que se supone que era fruto de nuestro amor, es una pesadilla— una traicionera lágrima llena de dolor y rencor rueda sobre su mejilla. —No me malentiendas, él ha estado para ella en cuanto a lo monetario, demasiado diría yo, en el aspecto de ser un padre controlador, demandante y dominante también se lució de hecho sobrepasó los límites si los comparas con los míos— otro silencio corona la dolorosa confesión, ella busca la mirada de Felipe y en esos iris no se refleja nada de compasión sino un odiado brillo en espera que ella termine de despotricar en contra de él, porque el corazón de Felipe jura que Matteo Durán fue y es perfecto.

—Lo que tú llamas desapego me parece más a que ustedes nunca hablaron referente a las expectativas de crianza —afirma convencido que sólo creerá lo que más le favorece hasta autoconvencerse que su perfección de hombre se llama Matteo.

—No pensarías lo mismo si leyeras el diario de Anabel —decir que la cabeza de Felipe se movió rápido es quedarse corto, haciendo que Alicia se sobresalte.

—¿Tú, has leído el diario de tu hija?, ¿estás loca? Se supone que es algo personal y privado —reprocha indignado.

—Cuando tengas hijos y los veas reprimirse, encerrarse, aislarse de todos incluido de ti y sobre todo de su padre. Entonces sólo entonces volveremos a hablar —sentencia con ira disfrazada de desilusión o mejor dicho desolación mientras que suspira en busca de cualquier cosa que cambie el tema de conversación.

Felipe observa la hora en el citizen que adorna su muñeca, decide que es el mejor momento para solicitar la cuenta y continuar lo que anteriormente era una profesional reunión de negocios en una casi cita. Sonríe de medio lado ante tan peculiar pensamiento, sobre todo cuando no es con ella con la que en realidad le gustaría tener una cita, pero oír hablar de Matteo es mejor que nada.

Se dejan llevar por la brisa y el tiempo sin darse cuenta los pasos los llevan a un céntrico parque donde las parejas suelen ir a enamorarse. El pequeño gusanito de la infancia aflora en ellos antojándose de una barquilla de vainilla y chocolate. Caminar en silencio rodeados por los inmensos árboles que bailan según la brisa entona la sutil melodía, es tan relajante, tan lleno de paz que el silencio no incomoda al contrario confirmando que están con quien y donde quieren estar.

Una caricia abraza el corazón adormecido de Felipe, el que decidió hace años atrás no despertar, ese corazón que por alguna extraña razón se empieza a avivar remolongo, moviéndose entre las sábanas de los recuerdos. Mientras que el corazón de Alicia empieza a calentarse luego de haberse refugiado en un glaciar que su mismo esposo construyó.

Sus despistados pasos, esos que sin intención los llevan a la puerta de un tranquilo y elegante bar, sin dudar, optan por disfrutar una costosa botella de un exquisito cabernet sauvignon con la segunda copa llega la valentía en ambos, uno para escuchar y la otra para hablar, retomando así la conversación pendiente.

—¿Qué fue lo que encontraste en el diario?, ¿te ayudó en aquel momento?, ¿tu hija lo sabe? —Se atreve a indagar Felipe más por curiosidad que por necesidad.

—Nada bueno, puedo asegurarte, nada que unos ojitos de una adolescente debieron de presenciar, para ella fue más difícil que para mí, pues yo, ya sospechaba y aunque no tenía pruebas, sí, la certeza ya sabes ese sexto sentido que te dice que tu hombre no es de tu exclusividad —se lamenta por leerlo a la vez que agradece a Dios por haberlo hecho.

—¡Oh!, cuanto lo lamento yo al igual que todos los del club pensábamos que eran la pareja perfecta es por eso que no nos extrañó cuando nos enteramos de tu boda— dijo suspirando. —Aunque debo reconocer que te odié por mucho tiempo, esa noche de tu boda con el hombre que yo amaba y las siguientes fueron inmensamente duras— de hecho, no creas que eres la única con un pasado doloroso por culpa de él— alega a la par que se retira el pesado reloj para dejarle ver dos delgadas líneas justo en la muñeca, esas dos líneas son un recordatorio de lo que nunca debe ser.

La expresión de sorpresa y asombro son reflejadas en el sincero rostro de Alicia, quien sin dudar se levanta a abrazarlo mientras él deja caer un par de lágrimas con sabor a miedo. El contacto corporal se prolonga todo lo necesario para que ambos alcancen algo de paz.



Sólo faltan escasos dos meses para que las primeras notas sean entregadas, Matteo confía ciegamente en que el cerebrito de su zorrita no le permita dar grandes pasos dentro de la univ, suele reír cada vez que la imagina dando pininos mientras que sus compañeros de aula van rompiendo récord en los cien metros planos. Nunca jamás se había sentido tan seguro del futuro fracaso de una persona. Sobre todo cuando la escucha bostezar a la par que intenta estudiar a media noche luego de una larga follada, verla pelear con Liz, como si de dos niñas queriendo la misma muñeca se tratase, para que la deje terminar algún que otro trabajo mientras que su pequeña y demandante hija ruega por más atención, y como, es de esperarse Matteo se hace de la vista gorda para no ayudar, o las reiteradas ocasiones que él le hace cambiar de planes cuando se le aparece de improvisto en la casa cuando ella no lo espera evitando así que pueda cumplir con las exigencias de los profesores.

Mientras que hoy la observa contemplar una revista inmobiliaria ilusionada comparando cada departamento lujoso del cual quiere ser propietaria. Matteo como es costumbre quiere sexo, para eso él va a esa casa, bueno seamos justos para eso y para comprobar que Liz este sana.

Hoy exigirá más que de costumbre, pues sabe que mañana Fanny tiene una evaluación importante de la cual depende su permanencia en la carrera que tanto desea culminar. El sonido de la corneta del vehículo de Lucifera o dueña de la mitad del báratro, le hace saber que dispondrá de toda la noche para no sólo coger y follar tanto como se le pegue la gana, sino que evitará que Fanny culmine el semestre exitosamente.

Su plan es infalible; primero hacerla pasarse de tragos, en esta noche no beberá esa insulsa tizana con base de vino barato, ¡oh no, mierda!, la embriagará con un buen tequila, una misión para José Cuervo, luego jugará para su insaciable placer con ese cuerpo que aunque ya presenta sólo un par de estrías aún está bien tonificado y lleno de vitalidad, tensará ese par de rosados pezones cuando deje deslizar sobre ellos a los estimuladores recién adquiridos, al igual, que un par de plumas placenteras sin olvidar los antifaces eróticos que cubrirán sus rostros aunque inservibles para ellos, pues se conocen a la perfección. Todo forma parte del falso cortejo que lo ayudará a distraerla. Esta noche la necesita disponible, sumisa y presta a aguantar desde la media noche hasta el amanecer, sobre su cama cubierta de sábanas de satén color carmesí, porque esta noche será distinta a muchas, la consentirá, la hará sentirse amada, será una noche inolvidable que la hará dudar sobre su ridícula decisión de estudiar.

Cinco horas después ella está completamente dormida, extenuada casi en otra galaxia. Él satisfecho por lo que cree es una misión cumplida cierra sus ojos para recordar como ella se retorcía cada vez que le estimulaba los pezones, ¡mierda!, esas dos diademas rosadas, erectas que lo llevaban a él mismo a tensar su ya firme pene. Las continuas descargas sensoriales que le producía esa traviesa pluma en cada pliegue de sus entradas íntimas. ¡Mierda!, sentir ese calor que emitían sus labios cuando rodeaban su glande cubierto de líquido preseminal, el disfrutar de cada lengüetazo con el que ella recorría su longitud que le daba la sensación que no tenía fin, y ese apretar de sus bolas por aquellas pequeñas manos lo llevaron a la cúspide de la excitación. Justo lo que él necesitaba para volver a subir su autoestima luego de perder aquella penosa guerra con la balanza.

En fin, mira la hora reflejada en el reloj de la pared, mueve con firme sutileza el hombro de su zorrita la cual ni se inmuta ante el llamado. Seguro que ella no se despertará a tiempo para ir a la univ «misión cumplida», piensa decide dejarse arrastrar por Morfeo.

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